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Investigaciones geográficas

versión On-line ISSN 2448-7279versión impresa ISSN 0188-4611

Invest. Geog  no.43 Ciudad de México dic. 2000

 

La recuperación de la escala local en geografía de la población

 

The recuperation of the local scale in population geography

 

Aurora García Ballesteros

 

Facultad de Geografía, Universidad Complutense de Madrid, Madrid, España. E-mail: ghhuml2@emducmsl.sis.ucm.es

 

Recibido: 11 de febrero de 2000
Aceptado en versión final: 22 de mayo de 2000

 

Resumen

El objetivo de este trabajo es examinar las diferentes perspectivas espaciales utilizadas en las últimas décadas en Geografía de la Población prestando particular atención al debate entre la escala global y la local que ha conducido a una clara recuperación de esta última sin abandonar la primera.

En la última década del siglo XX la Geografía de la Población se mantiene aún dividida entre los partidarios de hacer de ella una Demografía espacial y los partidarios de un enfoque más social con supuestos teóricos y metodológicos más diversificados. En apoyo de esta última postura se presta atención al papel que puede desempeñar, en Geografía de la Población, un renovado concepto de lugar.

Palabras clave: Geografía de la Población, geodemografía, escala local, geografía social.

 

Abstract

The purpuse of this research work is to examine the various spatial perspectives used in Population Geography during the last decades, particularly focusing on the debate between global and local scales, which has led to the recuperation of the latter without abandoning the former.

In the last decade of the twentieth century specialists on Population Geography are still divided between supporters of spatial demography and those inclined towards a social approach, which considers more diversified theoretical bases and methodological tools. In support to the social approach, in this paper special attention is given to the role that it plays in Population Geography.

Key words: Population Geography, geodemography, place, social geography, spatial pattern.

 

INTRODUCCIÓN

El debate en torno al proceso de globalización, teñido de una fuerte carga ideológica, e incluso el propio significado de este concepto, ha alcanzado a todas las ciencias sociales en el umbral del siglo XXI.

Entendida la globalización no sólo en el terreno financiero, de la producción o del consumo, sino también como correlativa de un proceso de difusión de informaciones, valores y oportunidades, ha suscitado numerosos análisis críticos (Sasen, 1991, 1994; Benko, 1996; Veltz. 1996), que en síntesis la presentan como un proceso complejo y multiforme de flujos, redes y agentes.

Está vivo el debate entre los defensores de una visión optimista de la globalización, generalmente los agentes y organizaciones que actúan a nivel mundial en el campo de las finanzas, intercambios comerciales, tecnologías de la información, que ven en ella una fuente de posibilidades de crear más riqueza para fomentar la concordia entre los pueblos, gracias al advenimiento de una cultura uniformizada y los que, con una visión más crítica, piensan que la globalización no conduce a una uniformización de las culturas, sino que más bien induce como reacción a una serie de impulsos de afirmación de la identidad de tipo étnico o religioso, que llegan a provocar situaciones de conflictividad. Por otra parte, la soberanía de los Estados se ve amenazada por los agentes y redes transnacionales de muy diverso tipo. Así, las ventajas sociales de los ciudadanos que garantizan los estados tienden a deteriorarse, ya que su debilitamiento merma su capacidad de actuar contra la pobreza, la exclusión y el desempleo, con funestas consecuencias para los grupos sociales mas vulnerables.

Esta problemática ha llegado al campo de la Geografía de la Población acentuando el debate sobre el papel de la escala global y la escala local en los estudios geodemográficos. Como señala Thumerelle (1996), desde que la transición demográfica se ha convertido en un fenómeno universal, se ha incrementado el interés por las divergencias de las configuraciones regionales y por las disparidades en los comportamientos demográficos a nivel local que tienen mucho que ver con el niverso de los comportamientos y las mentalidades. La resistencia a la normalización de los hechos demográficos hace que la escala local y los conceptos a ella asociados recuperen importancia en la Geografía de la Población contemporánea.

En este contexto, el objetivo de este trabajo es examinar las diferentes perspectivas espaciales utilizadas en las últimas décadas en Geografía de la Población, prestando particular atención al debate entre la escala global y la local, que ha conducido a una clara recuperación de esta última, sin abandonar la primera.

 

LAS DIFERENTES PERSPECTIVAS ESPACIALES EN LOS ESTUDIOS GEODEMO-GRÁFICOS

A la largo de su historia, la Geografía de la Población ha privilegiado siempre el aspecto espacial, tanto al estudiar la distribución de la población, como la diferenciación en el espacio de sus estructuras, buscando, en todo momento, la explicación de las distribuciones observadas. Pero, desde sus orígenes más remotos hasta el momento actual, ha cambiado el punto de vista con el que abordaba esta perspectiva espacial.

Limitándonos al período que comienza a partir de la segunda mitad de los años setenta, hay que señalar que se inicia una nueva etapa en la que junto al creciente desarrollo de la Geografía de la Población se consolida la pluralidad de enfoques, ya que su orientación va a ser a la vez demográfica y sociológica, tanto por lo que se refiere a los temas de estudio como a los conceptos y métodos empleados. Este panorama conduce en los años noventa a una nueva etapa de reflexión sobre la situación y el futuro de una Geografía de la Población que parece debatirse entre una orientación cada vez más demográfica y alejada de los grandes debates epistemológicos de la Geografía y otra, más próxima a la Geografía Social, que se replantea la escala y las técnicas y métodos de estudio, en consecuencia con el contexto social y académico en el que está inmersa (García, 1994).

La Geografía de la Población, desde su sistematización, parecía tener una clara especificidad dentro de la Geografía, ya que se consideraba que tenía un carácter "esencialmente abstracto y cuantitativo" (Derrau, 1961). Por ello, incluso desde ias posturas más tradicionales y dada la necesidad de analizar en los estudios regionales las relaciones población-espacio, se acepta que incorpore procedimientos metodológicos estadísticos e incluso que formule algunas teorías, como la de la transición demográfica. Así, desde finales de los años setenta se acepta la pluralidad de enfoques en la Geografía de la Población, siempre que, como señala Noin (1979), se utilicen procedimientos rigurosos y se busquen las regularidades en las configuraciones espaciales observadas.

Ahora bien, en los años ochenta y pese a la aceptación de la pluralidad de enfoques, se va a consolidar, al menos en buena parte del mundo anglosajón, la tendencia a la transformación de la Geografía de la Población en Demografía espacial. En efecto, aunque los geodemógrafos apenas participan en el debate epistemológico en el que, tras la Segunda Guerra Mundial, se ve inmersa la Geografía, al igual que en otras ciencias sociales, la inclinación del lado neopositivista de la mayoría de las escuelas geográficas hace que la Geografía de la Población, con su gran manejo de datos numéricos e incluso de teorías, se convierta en un buen campo de experimentación de las nuevas teorías y metodologías. Por ello, se hacen con frecuencia trabajos sobre temas demográficos por personas que no son propiamente geodemógrafos, pero que ven en los estudios sobre población un buen campo para aplicar las nuevas metodologías, máxime cuando en nuestra subdisciplina no se ha producido el debate sobre su pertinencia (García, 1986, 1987), Por su parte, la Geografía de la Población, en esta búsqueda de "respetabilidad científica", va a mirar más hacia la Demografía que hacia la propia Geografía.

Sin embargo, pese a la influencia de la Demografía espacial y a la llamada de sus manuales a reducir el contenido de nuestra disciplina, los estudiosos de la población británicos y de otros países en lengua inglesa siguen estudiando otros muchos temas en función del contexto social. Así, a finales de la década de los años ochenta, según la crónica de Findlay de 1991 en Progress in Human Geography, se ocupan del papel de la población en la crisis medioambiental, sobre todo en relación con la hambruna del Sahel o con otras catástrofes medioambientales, como la de Bhopal (Kayastha y Nag, 1989), patrocinando la Comisión de Geografía de la Población de la Unión Geográfica Internacional (UGI) un interesante volumen coordinado por Clarke et al., (1989), sobre la relación entre la población y desastres medioambientales como inundaciones, terremotos, etc. Incluso Woods (1989) escribe un ensayo sobre las crisis demográficas en el que introduce conceptos marxistas.

Otra gran línea de investigación a finales de la década de los años ochenta es la que se refiere a los procesos de contraurbanización, en donde tanto Champion (1989) como Fielding (1986) elaboran un análisis con una óptica más amplia que la propuesta por la Demografía espacial, pues contemplan el proceso como una respuesta a la profunda reestructuración de las actividades económicas ante la nueva división internacional del trabajo que reemplaza las especializaciones regionales sectoriales y, en consecuencia, provoca una profunda reorganización social y demográfica, en la que no están ausentes las migraciones en relación con preferencias residenciales.

Una línea de investigación en la que los geodemógrafos han conseguido ya desde antiguo importantes avances conceptuales y metodológicos es la de las migraciones internacionales, que ahora desborda el marco tradicional del tamaño, dirección y características de los flujos, para pasar a estudiar tas consecuencias en el desarrollo de las regiones de origen y destino (Findlay, 1987; Appleyard, 1989), o las implicaciones sociales de los procesos migratorios (Bahr y Gans, 1987), e incluso, las más amplias relaciones entre población y estados (Clarke, 1986), con temas como el control de las migraciones (Gould, 1988: Freeman, 1989), intentando reexaminar, a la luz de la nueva situación mundial, la tipología de las migraciones (Petras, 1981; Gould, 1989; Findlayy Gould, 1989) y buscar nuevas teorías sobre el tema (Salt, 1984, 1988).

La crónica de Findlay es un buen balance de la actividad de la Geografía de la Población durante los años ochenta, en los que sin olvidar los temas más importantes del contexto social, realiza su mayor desarrollo metodológico en el campo de la Demografía espacial con todos los riesgos que ello conlleva. Esta situación, por otra parte, es distinta en el reino Unido y en otros países del mundo,- en los que la Demografía espacial no tiene ni la misma influencia ni tan amplio desarrollo (Clarke, 1984; Gutiérrez, 1987; núm. monográfico de la revista Estudios Geográficos, 1985; García, 1985, 1987; Vidal, 1992).

En la década de los años noventa se mantiene la problemática de una Geografía de la Población dividida entre los seguidores de la Demografía espacial y los que, incluso utilizando algunos de sus métodos, amplían el campo temático de la subdisciplina para prestar más atención al contexto social y académico en el que se desenvuelve. Así, se agudiza la toma de conciencia sobre la situación actual y el futuro de la Geografía de la Población. A ello contribuye la insatisfacción, manifestada ya en la década anterior, por el hecho de que la fragmentación de las ciencias sociales en los años setenta y ochenta ha afectado a los estudios sobre la población, no sólo por los diferentes enfoques de las múltiples disciplinas que se ocupan de los mismos, sino también por la creciente diversidad de las bases teóricas y metodológicas que los sustentan dentro de cada disciplina (Finflay, crónica en Progress in Human Geography, 1992).

Igualmente, durante la década de los años noventa se pone de manifiesto, incluso a través de los grandes medios de comunicación, que los cambios demográficos que se están produciendo a escala mundial forman parte del proceso de globalización económica y política, en cuya investigación la Geografía parece que está en condiciones de participar con éxito. Frecuentemente, periódicos, revistas y medios de comunicación de masas transmiten noticias de alcance demográfico y de gran significación social: los miles de refugiados y desplazados que provoca la guerra del Golfo, las crisis del Yemen, Afganistán, Irak, ex Yugoslavia o los múltiples problemas de algunos Estados del Caribe, sin olvidar las hambrunas y guerras que afectan a diversas zonas de África, dando lugar a masivos éxodos de refugiados políticos y medioambientales. Incluso, la estabilizada Europa se ve amenazada por la presión migratoria procedente de las antiguas Repúblicas Socialistas del centro y este del continente, presión que se suma a la más tradicional procedente de África. Todos estos problemas parecen demandar la atención de los geógrafos de la población, que siempre han sido sensibles a las situaciones demográficas de sus entornos sociales, culturales y políticos.

A nivel académico, una serie de hechos abren el camino para la reflexión teórica y metodológica en esta subdisciplina. Por un lado, se publican varios textos generales que tienen amplia difusión a nivel internacional y sin que exista coincidencia en sus enfoques y contenidos. Cabe destacar la segunda edición del manual de Jones (1990) que mantiene sus posiciones teóricas, pero añadiendo un interesante capítulo sobre migraciones en el que insiste en la necesidad de investigar las interacciones de las fuerzas estructurales y las actuaciones humanas a través del estudio de casos bien teorizados. Más partidarios de la Demografía espacial son los textos de Pumain (1991) o el estudio sobre el conjunto de la población británica de Coleman y Salt (1991). Sus contenidos contrastan fuertemente con los del manual de Gentileschi (1991), publicado en un contexto académico y cultural muy diferente del británico, que incide en las relaciones población-medioambiente, en línea con la amplia definición de Geografía de la Población de Prior (1984) y sin excluir la dimensión individual y microgeográfica, lo que abre la subdisciplina a los enfoques. Hay que citar el manual de Noin y Thumerelle (1993), en el que se apuesta por una Geografía de la Población enraizada en la Geografía, con un amplio contenido, ya que junto a los temas de reparto de la población y dinámica de la misma, incluye un amplio campo de estructuras (demográficas, socio-culturales y socioeconómicas) que permiten abordar algunos de los problemas más actuales de las sociedades contemporáneas. Desde el punto de vista metodológico, abogan por una combinación original de métodos de la Demografía, la Estadística y la Geografía, y en especial el análisis cartográfico, pero sin apenas explorar las perspectivas teóricas y metodológicas que ofrecen los enfoques postpositivistas.

El análisis de estos textos y de otra serie de publicaciones, así como de las crónicas firmadas por Findlay, Nash, y a partir de 1998, por Ogden en Progress in Human Geography, parece llevar a la conclusión de que se consolida un cierto pluralismo metodológico, aunque con un cierto desequilibrio, sobre todo en algunas escuelas, a favor de la Demografía espacial y con escaso debate epistemológico en comparación con el panorama de otras ramas de la Geografía. Así, aparecen voces más partidarias de posturas sistémicas y teoréticas que incluso plantean rediscutir el papel de las teorías generales examinando su valor como medio para ensamblar factores que pueden estar interrelacionados en un sistema demográfico, pudiendo subsecuentemente ser examinado en profundidad cada uno de estos factores a la luz de teorías de nivel medio o micro, relativas a contextos de lugares específicos (Woods. 1986). Pero existen también geodemógrafos que introducen el enfoque behaviorisia, sobre todo en relación con las migraciones, como se ha analizado en otro trabajo, al igual que la incidencia de los postulados estructuralistas, por lo que, dado que no ha habido cambios significativos, se prescinde aquí de sus estudios (García, 1986).

En conexión con los más recientes debates epistemológicos, es interesante señalar la aparición de posturas que conectan con los viejos postulados ideográficos, reformulados en línea con las aportaciones humanísticas y con la denominada nueva Geografía Regional (Gilbert, 1988; thrift, 1992, 1993: Albet, 1993), Así, Brown (1991) enfatiza que "los lugares y su experiencia de cambio deberían de ser un elemento esencial de investigación" y, aún más, afirma que las generalizaciones debe de emanar del estudio de la dimensión local y de los procesos que en ella se producen. En esta línea están penetrando en la Geografía de la Población métodos humanísticos o de los denominados de forma general cualitativos. Así, Courgeau y Lelievre (1989) han explorado la utilización de biografías, orientación en la que en fecha más reciente han incidido Halfacree y Boyle (1993), contextualizándola de forma teórica. Por último, existen algunos trabajos que conectan con posturas propias del postmodernismo o al menos que pretenden introducir los comportamientos postmodernistas de ciertas poblaciones entre los factores explicativos de determinadas variables demográficas, como las variaciones en la fertilidad (Hoem y Hoem, 1989). Estos trabajos, en todo caso, pretenden reconectar la Geografía de la Población con los debates que se producen en el resto de la Geografía (White y Jackson, 1995). La aparición en 1995 del International Journal of Population Geography va en este mismo sentido.

Todo parece indicar que el debate sobre el significado y el papel del lugar y del cotidiano en la era de la globalización está llegando a la Geografía de la Población. Si se admite que el lugar es centro de significados, condición de la propia existencia, foco de vinculación emocional para los seres humanos, contexto para nuestras acciones y fuente de nuestra identidad, el concepto de lugar se opone al geometrizado espacio abstracto de la Demografía espacial y, a diferencia de éste, está lleno de significados y valores que son inseparables de la experiencia, de los pensamientos y sentimientos de quienes lo habitan (García, 1992). El lugar así entendido puede adquirir un papel en la Geografía de la Población para comprender las motivaciones de muchos de los desplazamientos de las poblaciones, por razones de ocio, trabajo y un largo etcétera que abarcaría a todas las acciones de la vida cotidiana.

Pero, además y como ha señalado Milton Santos (1996), en el lugar se manifiestan las particularidades del proceso global, en tanto que en él y a partir de él se dirigen y expanden todos los procesos, pues al mundializarse la producción las posibilidades de cada lugar se afirman y se diferencian a nivel mundial.

Prestar atención a los lugares así entendidos, supone analizar las sociedades locales, el papel del trabajo local en el proceso internacional y nacional de división del trabajo, pero también prestar atención a la relación lugar/cotidiano, lugar/globalización. Como señala Santos (1996), cada lugar es el mundo, pero también cada lugar es diferente a los demás. De aquí la necesidad de redescubrir la dimensión local en nuestra disciplina, de encontrar nuevos significados al lugar a través de la consideración del cotidiano, que se presta a un análisis geodemográfico del mundo vivido que tenga en cuenta objetos, acciones, técnica y tiempo. Pero, desde la Geografía de la Población, si se considera que en el lugar el cotidiano es compartido por diversas personas, firmas e instituciones, lo que supone una dinámica de cooperación pero también de conflicto, entonces cobran de nuevo sentido la dimensión local y temas como los inmigrantes en el lugar, que pueden adquirir un nuevo significado y alentar nuevas perspectivas de estudio.

Como resultado de todo lo expuesto, la Geografía de la Población registra en los años noventa una interesante variedad temática. En relación con los temas núcleo, el contexto social e incluso el académico, parecen impulsar el desarrollo del estudio de las migraciones, conectando de forma clara con las preocupaciones temáticas e incluso metodológicas de otras ramas de la Geografía. Es en este campo donde aparecen llamadas para revisar la relevancia y limitaciones de las explicaciones convencionales de las migraciones en términos de espacialidad, enfatizándose la necesidad del conocimiento de los lugares (Brown, 1991; Brown et al., 1987) o dando renovada importancia a métodos de investigación que tengan en cuenta a los migrantes en tanto que individuos con sus propias experiencias (Snaith, 1990; Trager, 1988) y recurriendo a métodos de análisis cualitativos, incluida la exploración de las novelas y de la literatura en general (Bardolph, 1990; King et al., 1995).

Coexisten así estudios a microescala en los que incluso se tiene relación con otras escalas de análisis (Findley, 1987; Massey, 1990) y con interpretaciones de las corrientes migratorias, en términos de mecanismos macroeconómicos (Jones, 1986, 1990). Las completas crónicas de Findlay y Nash en Progress in Human Geography de 1993 y 1994, ponen de manifiesto, una vez más, la vitalidad del estudio de las migraciones a diferentes escalas en la Geografía de la Población de los años noventa.

De los otros temas núcleo, el análisis de la fecundidad continúa muy potente, especialmente en el campo de la Demografía espacial, aunque no faltan autores como Wilson (1990), que consideran que, para la mayoría de los países desarrollados, las variaciones espaciales de la fecundidad tienen escasa importancia, por lo que se propone abandonar esta línea de investigación y reexaminar el papel de los geógrafos en este campo de estudio. Este papel es ampliamente considerado en la reunión organizada por la Comisión de Población de la UGI en Kiel y cuyos resultados son editados por Báhr y Gans (1991). De nuevo, las crónicas en Progress in Human Geography suministran amplia información sobre las publicaciones en esta línea de investigación, así como en la referida a la mortalidad, que adquiere un cierto desarrollo, en parte como consecuencia de la revisión de la obra de Bourgeois-Pichat y, en parte, porque la desigualdad ante la muerte y, en general, los patrones de distribución de la mortalidad, sirven como indicador de procesos sociales más amplios, conectándose así con las preocupaciones de otras ramas de la Geografía.

Finalmente, se citará que, en estos primeros años de la última década del siglo, se desarrollan otras líneas de investigación de gran interés. Así, los trabajos sobre subgrupos de población, especialmente ancianos (Warnes, 1989, 1990), conectados con la gerontología social o con disciplinas análogas; minorías étnicas (sirva de ejemplo el coloquio organizado en 1993 en Eslovenia sobre "Población y Etnicidad"); mujeres, tema en el que se conecta con el contenido de pasadas reuniones de la Comisión de Población de la UGI ("Mujer, trabajo y producción de espacio", "el papel de la mujer en la redistribución de la población") y en el que se abren nuevas perspectivas (Bowlby, 1990; Winchester, 1990: García, 1993), con la tendencia a la aparición de capítulos específicos en los libros de varios autores (Wood y Noin, 1993) y a la organización de reuniones conjuntas entre las Comisiones de Población y la de Género, como la organizada en 1995 en Pretoria.

El debate está abierto y, junto a los temas señalados, se pueden plantear otros muchos. Desde la conexión con otras subdisciplinas y enfoques geográficos, hasta la propia discusión sobre muchos de los conceptos empleados tradicionalmente por los geodemógrafos o la conexión entre el moderno concepto de lugar y la noción de medio utilizada en la Geografía clásica.

Así, aún hay que dilucidar el papel de los estudios de individuos en una Geografía de la Población que siempre ha considerado como objeto de sus investigaciones los conjuntos de personas. Si no es posible estudiar individuos y además la noción de lugar se contempla por algunos geoaemógrafos como ajena al concepto de población, ya que los seres humanos son móviles (postura expuesta recientemente por Noin y Thumerelle, 1993), entonces ¿no son posibles en Geografía de la Población los enfoques postpositivistas que prestan atención al estudio de los individuos y de los lugares? ¿Cabe sólo una Geografía de la Población que defina la misma como una realidad abstracta y que se ocupe de sus propiedades espaciales? La respuesta a esta última pregunta es negativa, pero el debate se debe plantear, al igual que en las otras ramas de la Geografía.

Sólo una Geografía de la Población sensible, como señala Noin (1991), a los problemas e interrogantes del mundo actual y al papel que los hechos demográficos desempeñan en los mismos y bien insertada, por tanto, en el doble contexto social y académico, puede tener un brillante futuro.

 

ESCALA GLOBAL/ESCALA LOCAL

Las anteriores reflexiones, así como el rápido examen de la producción bibliográfica de los geodemógrafos en los últimos 15 años, pone de manifiesto, por un lado, la importancia que se concede al proceso de globalización en la explicación de muchos parámetros demográficos, pero también el papel que tienen los estudios locales en la comprensión de determinados comportamientos espaciales, lo que debe de conducir a una redefinición del concepto de lugar y a la búsqueda de los métodos y técnicas más adecuados para la incorporación de la dimensión local a los estudios geodemográficos.

En efecto, resultan difíciles de explicar las masivas migraciones contemporáneas sin recurrir a las implicaciones del proceso de globalización, que al agravar las desigualdades entre los países y entre las regiones de un mismo país, actúa como detonante para una explosión en el volumen y estructura de las migraciones, Sin embargo, los factores incluidos en el tradicional análisis pull-push se manifiestan cada día más insuficientes para entender todas las lógicas migratorias, ya que, como ha señalado Fielding (1995), la desaparición del sistema fordista conlleva la desaparición del reclutamiento en masa de trabajadores, lo que unido a las regulaciones restrictivas provoca que cobre especial relevancia la inmigración irregular y, por tanto, nuevos canales de reclutamiento de los inmigrantes. Todo ello obliga en este campo a, sin prescindir de la lógica global, arbitrar nuevos procedimientos de estudio que combinen las lógicas macro-micro y que permitan situar las respuestas individuales en un contexto social y espacial concretos. ¿Por qué países, regiones o localidades igualmente marginadas en el proceso globalizador tienen un diferente comportamiento migratorio? ¿Por qué en zonas próximas funcionan canales migratorios diferentes? Pueden dar muchas respuestas los análisis de redes sociales cuyo carácter y funcionamiento difiere según los lugares, puesto que son reflejo de la estructura social y de los valores culturales de los lugares de origen y responden a relaciones históricas entre las regiones implicadas. Los siempre difíciles estudios sobre los inmigrantes chinos en diversos países ponen de relieve el papel de las relaciones de parentesco o el funcionamiento de redes sociales de dependencia en las zonas de procedencia. Así, la difusión de restaurantes o de otros negocios regentados por chinos en numerosas ciudades e incluso núcleos de población españoles de pequeño tamaño, difícil de entender-desde una óptica externa y desde la lógica global, encuentra su explicación en el análisis de redes sociales.

Las migraciones en masa de nuestros días continúan siendo en gran medida determinadas por diferencias salariales, pero su escenario no es simplemente el tradicional campo-ciudad, sino que, en gran parte, tienen como origen y destino las aglomeraciones urbanas, salvo las procedentes del África subsahariana. Es más, incluso cobran gran importancia, con carácter estacional, desplazamientos ciudad-campo, como los bóia-fria de Brasil que trabajan en las plantaciones. La comprensión de la lógica de estos desplazamientos obliga a un contextualizado estudio de casos, recurriendo a los procedimientos metodológicos más adecuados para el mismo y sobre los que existe una muy abundante bibliografía que es preciso depurar desde una perspectiva geográfica.

Por otra parte, las interdependencias entre las distintas partes del planeta, característica de la globalización, parecen marcar hoy todos los hechos demográficos. El incontrolado crecimiento de los países pobres se considera fuente de inestabilidad política y origen de migraciones internacionales incontroladas. Estos argumentos se barajan para contribuir por parte de los países ricos, a los fondos para los programas internacionales de población. Además, la dimensión global de los problemas medioambientales añade nuevos aspectos a los debates internacionales sobre los problemas demográficos mundiales (Letz, 1994). La dimensión global de los hechos demográficos es un hecho, pero lo es también la dimensión local.

Siguiendo a Milton Santos (1995), se considera al lugar como "el espacio del acontecer solidario" de forma tal que cada lugar a su manera es el mundo; por lo tanto, precisando más, los lugares se pueden definir como "una parte del mundo social en que la gente vive, trabaja y se socializa" (Estébanez, 1995), por lo que la diferente interacción de estas actividades a lo largo del tiempo confiere a los lugares su carácter específico y único. Esta conceptualización del lugar evoca, aunque de forma muy renovada y con connotaciones epistemológicas distintas, la noción de medio utilizada en la geografía clásica, aunque, por supuesto, más en el sentido cultural y con reminiscencias de Sauer, que en el meramente natural (Thumerelle, 1996; García, 1998).

Ahora bien, la organización de la economía contemporánea se caracteriza por la estructura en red flexible, es decir, las redes son el elemento esencial de la constitución actual del espacio y son, al mismo tiempo, globales y locales. Globales, porque cubren todo el planeta y constituyen el principal instrumento de su globalización. Locales, porque cada lugar, a través de su estructura científica, técnica e informacional, acoge a una franja mayor o menor de las redes globales. No existe pues, oposición entre nivel global y local, sino complementariedad. No se pueden entender los funcionamientos globales sin descender al nivel de los significados, de la vida cotidiana, al nivel local en suma, que a su vez está penetrado por la lógica de la globalización.

El redescubrimiento de la dimensión local cobra así un nuevo significado, pues la globalización no se entiende sin los lugares que son condición y soporte de las relaciones globales (Santos, 1996). Como señala Thrift (1994), se asiste al surgimiento de un nuevo localismo globalizado, es decir, sistematizado y racionalizado, en el 'que se desarrolla una sociedad globalmente local que es preciso explicar desde una sociedad globalmente local que, a su vez, es preciso explicar desde una perspectiva geográfica. Por ello, el debate sobre el sentido y la noción de lugar está vivo en nuestra disciplina. Los hechos demográficos globales no se entienden sin los lugares que son condición y soporte de las relaciones globales. Pero, además, los lugares son intermediarios entre el mundo y el individuo, por lo que los estudios de casos cobran un nuevo significado y se entienden como totalidad en un claro sentido postmoderno. Cada caso es portador de un juicio que no se encuentra en los análisis globales y, gracias a ello, adquiere una capacidad ilustrativa que le trasciende. Es decir, se está ante un nuevo holismo de lo concreto.

La búsqueda de nuevos significados del concepto de lugar, que sirvan de base a los estudios geodemográficos, lleva entre otros aspectos a la consideración del cotidiano. En efecto, en los lugares se desenvuelve la vida de las personas en todas sus dimensiones y como conjunto de objetos, acciones, técnicas y tiempo, hasta el punto de que Fani (1996) ha definido el lugar como la posición de espacio apropiada para la vida por sus moradores. En este plano de lo vivido, del cotidiano, se ponen de manifiesto los conflictos del mundo moderno que inciden en los hechos demográficos, se realizan las estrategias de reproducción (Lefebvre, 1958-1961), se formulan los de producción y, en suma, cobran significado muchas explicaciones de los problemas que estudia la Geografía de la Población.

La indagación de los instrumentos teóricos y metodológicos, para el estudio de los lugares así entendidos, ha dirigido la atención de los geodemógrafos hacia la fenomenología, el existencialismo y la teoría crítica que suministran las bases de los genéricamente denominados métodos y técnicas cualitativas (García. 1998). Es cada vez más frecuente la utilización en esta disciplina de encuestas cualitativas, entrevistas en profundidad, autobiografías asistidas e historias de vida que permiten un mejor conocimiento de las trayectorias vitales y espaciales de los inmigrantes, así como la comprensión crítica de sus motivaciones a la hora de tomar la decisión de emigrar y de elegir su lugar de destino. A estas técnicas se van progresivamente añadiendo la denominada Delphi y, muy especialmente, los grupos de discusión que permiten, por ejemplo, contrastar las opiniones sobre la presencia de inmigrantes en una determinada sociedad, haciendo aflorar sin cortapisas los distintos discursos: solidario, xenófobo... y su desigual presencia en distintos ámbitos espaciales (Pumares, 1996).

No se plantea como objetivo pasar revista a todas las técnicas cualitativas que es posible utilizar en Geografía de la Población, algunas de las cuales, como la observación participante, apenas han sido exploradas. Se señalará tan sólo que, en general, se emplearán siempre que se quiera investigar las motivaciones de los hechos a estudiar, siempre que se quiera responder a preguntas análogas a: ¿por qué nuestra relación en y con el espacio es de una determinada manera y no de otra?

Con estas técnicas se recupera al ser humano concreto como sujeto de estudio, con toda su subjetividad y con un énfasis dinámico temporal que implica una voluntad de comprender los procesos de cambio social y espacial, de imbricar las dimensiones temporal y espacial.

La utilidad de estas técnicas es indudable en la reconstrucción de las trayectorias migratorias, tanto de los nuevos inmigrantes como de los tradicionales, pudiéndose recoger en este último caso relatos de las personas mayores a las que así se da un nuevo protagonismo. Pero, estas técnicas pueden también contribuir a esclarecer las trayectorias individuales en el marco de los grupos primarios de referencia (hogar, grupos informales, minorías étnicas), investigaciones que cuentan con antecedentes ya clásicos en otras ciencias sociales, como los de Balan (1967), quien utilizando historias de vida analiza la movilidad social y ocupacional de la ciudad de Monterrey.

En las citas sobre estas técnicas recogidas en la bibliografía hay bastantes ejemplos de su aplicación a estudios sobre movilidad intra-urbana, trayectorias migratorias, poblaciones marginales, cambio social, salud, estudios de género, etc. Su utilización en las etapas iniciales de una investigación, teniendo en cuenta que los testimonios subjetivos son siempre reflejo de una época con sus normas sociales y sus valores compartidos por el grupo social en el que se inserta el informante, puede ayudar a formular hipótesis, a preparar un posible cuestionario y, en suma, aporta una perspectiva emic y micro que sirve de control a la etic y macro (Pujadas, 1992). Si se emplean estas técnicas en las etapas finales de la investigación, pueden servir para controlar los resultados de la misma, llustrándolos con material testimonial., siempre que se haya elegido con precisión a la persona investigada, de forma que sirva de ejemplo de un determinado tipo social previamente definido.

La pretendida dicotomía escala global/escala local, globalización/lugar, adquiere así un nuevo significado. La complementariedad entre ambos extremos es evidente. No se puede entender lo local sin la dimensión global, ni a la inversa. Los geodemógrafos encontramos así nuevos caminos para nuestra disciplina que permiten una más completa comprensión y explicación de los problemas de las poblaciones de la Tierra.

 

REFERENCIAS

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