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Investigaciones geográficas

versão On-line ISSN 2448-7279versão impressa ISSN 0188-4611

Invest. Geog  no.41 Ciudad de México Abr. 2000

 

Nota

 

Carlos Jaso Vega
(27/XI/13 - 31/XII/99)

 

Álvaro Sánchez Crispín*

 

* Instituto de Geografía, UNAM, México.

 

Carlos Jaso Vega nació en Zimapán, Hidalgo, el 27 de noviembre de 1913. En esa localidad minera pasó su niñez y cursó sus estudios de educación primaria. Con su familia se trasladó a la Ciudad de México, donde termina sus estudios de secundaria y preparatoria; ésta la cursa en el único plantel con el que contaba la Universidad Nacional, en ese momento, el número uno, ubicado en las calles de Justo Sierra. Asimismo, el joven Carlos Jaso ingresó a la Facultad de Medicina, aunque no se sabe si logró cubrir la currÍcula completa.

Por motivos personales, Carlos Jaso entra a trabajar en la sección de Bibliotecas de la Secretaría de Educación Pública, en un puesto que correspondía a los niveles más bajos del escalafón. En este contexto, decide cursar estudios en la Escuela de Biblioteconomía, de la que egresa como bibliotecario.

En 1942, en plena gestión del Ingeniero José Luis Osorio Mondragón, como director del Instituto de investigaciones Geográficas, Carlos Jaso tiene la oportunidad de ingresar a éste como secretario administrativo, a contrato; un año después se oficializa su cargo cuando, en junio de 1943, el Consejo Universitario -presidido por el doctor Alfonso Caso- declara al Instituto de Geografía como oficialmente constituido y confiere el cargo de directora a la señorita Rita López de Llergo y Seoane.

Amén de sus obligaciones contractuales, el señor Jaso se encargó de dar forma a la primera biblioteca de nuestro instituto; preparó ficheros y logra ordenar sistemáticamente los libros de ésta. Las cualidades del señor Jaso, honradez y orden, le permitieron ejercer su trabajo en la biblioteca en forma atinada.

La estancia del señor Jaso en el Instituto de Geografía se extiende sobre distintos periodos de administración, desde el ya mencionado de la señorita López de Llergo hasta el del doctor Palacio Prieto. Por casi 60 años, con diferentes actividades, Carlos Jaso participó, en forma entusiasta, en la vida del Instituto, siempre interesado en servir a sus compañeros de trabajo. Se involucró con muchos de los investigadores y técnicos, en el sentido de hacerles la revisión de estilo a los escritos que debían ser enviados a dictamen. Sus correcciones, acertadas, no siempre causaban la reacción madura en los académicos, razón por la cual muchos de ellos no regresaban -inmediatamente- a solicitar los servicios del señor Jaso. En un primer momento, esta labor de corrección la hizo como un favor a los amigos, sin embargo, cuando la doctora Consuelo Soto asume la dirección del Instituto de Geografía, en 1965, se oficializa el trabajo del señor Jaso en ese sentido.

Carlos Jaso tenía afición a escribir poemas, de tal manera que logró publicar cuatro libros en este tenor, uno de ellos Semillas olvidadas (1995) lo dedicó a su hija Aurora. También hizo un libro sobre topónimos derivados de la lengua náhuatl, y colaboró en una revista de educación que publicara la Secretaría de Educación Pública.

A mediados de los noventa, en un momento próximo al quincuagésimo aniversario de la fundación de! Instituto de Geografía, el señor Jaso tuvo la iniciativa de escribir un par de hojas cada quince días, para comunicar su perspectiva personal acerca de la historia de nuestro instituto. En total, escribió quince cuartillas que se conservan en el archivo general del departamento de Geografía Económica, bajo custodia de la secretaria del mismo, la señora Leticia Molina con quien -por cierto- el señor Jaso desarrolló una amistad sólida en los últimos años. Aunque el material escrito no es abundante, ni suficiente, como para publicar un libro, algunos de los momentos significativos en la evolución del Instituto de Geografía quedan plasmados en esas cuartillas.

De acuerdo con la opinión de la doctora Marta Teresa Gutiérrez de MacGregor, ex directora del Instituto, el señor Jaso fue siempre leal a la Universidad Nacional Autónoma de México; además, se encontraba muy preocupado por la situación difícil que nuestra alma mater enfrenta en este momento. Desde hace más de diez años, él fungía como asesor del Instituto de Geografía y tenía su oficina en el departamento de Geografía Económica, donde continuaba recibiendo escritos para ser corregidos; más aún, alcanzó a leer completamente algunos de los últimos números de Investigaciones Geográficas, revista del Instituto de Geografía.

Con Carlos Jaso se cierra un capítulo significativo en la historia del Instituto, referido a las primeras etapas de su devenir. Él tuvo la oportunidad de viajar, por México y por el extranjero, con distintos académicos, la mayoría de ellos mujeres investigadoras, como las jóvenes Enriqueta García Amaro (primera becarla del Instituto de Geografía en el extranjero, para hacer estudios de posgrado en la Universidad de Wisconsin, Estados Unidos), Consuelo Soto Mora, Alicia Soto Mora y Margarita Nava, entre otras. Con el tiempo, a este grupo de personas se unieron algunas de las estudiantes más destacadas de la licenciatura en Geografía, entre ellas, María Teresa Gutiérrez Vázquez (después de MacGregor). Carlos Jaso vio cambiar de instalaciones al Instituto de Geografía varias veces, desde la azotea que ocupaba en el antiguo Colegio de San Ildefonso hasta los movimientos provocados por la construcción del tercer piso en el edificio que actualmente ocupa en el campus central de la Ciudad Universitaria. También, tuvo trato con una gran cantidad de estudiantes que entraron como becarios o tesistas al Instituto y que, por diversos motivos, ahora se encuentran ejerciendo funciones profesionales fuera de él. Sin duda, la huella de afecto y relación profesional que ha dejado el señor Jaso entre gran parte de nosotros, investigadores, técnicos y administrativos del Instituto de Geografía, continuará fresca y vital por muchos años.

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