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Investigaciones geográficas

versión On-line ISSN 2448-7279versión impresa ISSN 0188-4611

Invest. Geog  no.41 Ciudad de México abr. 2000

 

Aproximación teórica y metodológica al estudio geográfico de la ganadería en España

 

José Antonio Segrelles Serrano*

 

*Departamento de Geografía Humana, Universidad de Alicante, 03080 San Vicente del Raspeig, Alicante, España. E-mail: JASegrelles@ua.es

 

Recibido; 10 de agosto de 1998
Aceptado en versión final: 19 de enero de 1999

 

Resumen

Los estudios geográficos sobre la ganadería en España han sido tradicionalmente escasos y enmarcados dentro del clásico enfoque regional. Durante las últimas décadas han aparecido numerosos trabajos dedicados a este tema conforme progresaban los sistemas ganaderos industrializados; sin embargo, los métodos descriptivos y estáticos propios del posibilismo nunca han sido del todo abandonados, pese a la rica evolución epistemológica de la Geografía.

Esta actividad, tanto en su faceta extensiva como intensiva, requiere del empleo de métodos y enfoques que permitan dilucidar con eficacia su origen, desarrollo, transformación y perspectivas, así como las relaciones profundas que establecen con el resto de sectores económicos y las interdependencias que genera respecto a los demás factores que intervienen en el espacio. Las características socioeconómicas actuales de la actividad pecuaria y la progresiva globalización de sus esquemas, organización, funcionamiento y problemática hace que sean los enfoques teorético-cuantitativo y crítico los que disponen de instrumentos de análisis y conceptualizaciones más adecuados para abordar éste.

Palabras clave: Estudios ganaderos, Geografía, teoría, metodología, España.

 

Abstract

In Spain, studies on the livestock from a geographical point of view have traditionally been scarce and approached from a regional perspective. Several studies have been done in the last few decades in response to the growing industrialization of this sector nevertheless, the descriptive and static methods typical of possibilism have never been completely abandoned, in spite of the rich epistemological evolution that has taken place in the field of geography.

This activity, whether broadly or narrowly focused, requires the use of methods and perspectives that efficiently clarify the origin, development and transformation of this sector and the profound relationships it shares with other sectors as wed as the interdependence that it creates in relation to other factors that intervene in a given space. Current socioeconomic characteristics of the livestock and the progressive globalization of its organization, functioning and difficulties make the tools and concepts of critical and quantitative-theoretical approaches the most appropriate for the analysis of these topics.

Key words: Livestock studies, Geography, theory, methodology, Spain.

 

INTRODUCCIÓN

Desde hace algunos años constituye un lugar común resaltar la escasa atención que los geógrafos españoles han prestado al estudio de los temas pecuarios. Son varios los autores que han denunciado esta carencia a través de textos dedicados a la investigación geográfica de la ganadería (Obiol, 1989; García Pascual, 1991; Segrelles, 1992; Valle, 1996). Y todo ello pese a la creciente relevancia socioeconómica y espacial de esta actividad en el agro español.

La producción final ganadera española de 1995 se cifra en 1 571 000 millones de pesetas, lo que representa 43,2% de la producción final agraria. Esta participación, aunque todavía se encuentra lejos de los porcentajes que ofrecen los países del norte de Europa (Maas y Segrelles, 1997), ha crecido de forma decidida durante más de cuatro décadas, ya que en 1960 sólo suponía un 29,8%. Dicho aumento se debe, en gran medida, al auge de los sistemas pecuarios industrializados. No en vano los productos cárnicos representan en 1995 31.3% de la producción final agraria y 72.4% de la producción final ganadera, mientras que en 1964 aportaban 17.9 y 60.9%, respectivamente.

La ganadería española se ha convertido en una actividad dependiente y desequilibrada, como consecuencia de su progresiva intensificación productiva. Así lo demuestran una serie de datos concluyentes sobre el conjunto del sector agrario que se deben al peso cada vez mayor de la ganadería intensiva. La vocación comercial (producción final agraria x 100/producción total agraria) es muy elevada (85%) debido a la categórica reducción del reempleo y a la consiguiente necesidad de adquirir los medios de producción fuera del sector. La creciente intensificación productiva y el notable gasto realizado en los consumos intermedios provocan el aumento de la integración de la agricultura y la ganadería (gastos de fuera del sector x 100/ producción total agraria) con el resto de los sectores económicos e incrementa la dependencia externa, lo que se cifra en casi 40%, aunque en las regiones más vinculadas a la ganadería intensiva, como Cataluña, este porcentaje puede alcanzar perfectamente más de 60%. Asimismo, la importancia de la ganadería industrial, desligada del suelo agrícola y dependiente del comercio internacional de las materias primas, hace que su vínculación con el medio (valor añadido bruto x 100/producción total agraria) apenas alcance un 50%. A este respecto, cabe señalar que los alimentos balanceados representan en la actualidad más de 42% del total gastado en consumos intermedios y equivalen a 20% de la producción final agraria.

Por otro lado, el Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación censa 377 800 activos dedicados a la producción ganadera en 1995, con un crecimiento de 9.6% respecto a 1987. Este aumento contrasta con el retroceso de 42.8% que experimenta la población activa agrícola entre ambas fechas. No obstante, la capacidad laboral de la ganadería es muchísimo mayor si contabilizamos otras ocupaciones directas e indirectas vinculadas a ella, como sucede por ejemplo con el suministro de insumos, los transportes y la transformación, distribución y venta de los productos.

Todas las cifras y conceptos expuestos demuestran no sólo el importante peso económico que la ganadería intensiva tiene en nuestro país, sino también las profundas modificaciones sociales y espaciales que genera en los territorios pecuarios donde se desarrolla, ya que se trata de una actividad nueva, implantada ex novo, sin que exista un proceso evolutivo propio en los paisajes tradicionales. Ello supone una organización distinta del espacio por el diferente uso que de él hacen los múltiples agentes involucrados en el proceso productivo. Surgen así nuevas relaciones funcionales, económicas, sociales y de producción en el medio rural, que merecen ser estudiadas desde una perspectiva geográfica.

Este artículo debe entenderse, por tanto, como una reflexión teórica y metodológica sobre el estudio geográfico de la ganadería, cuyo objetivo básico consiste en resaltar lo escasamente atractivo que este tema ha sido para los geógrafos españoles de manera tradicional y el excesivo empleo de los enfoques regionales cuando se analizan los aprovechamientos pecuarios. Al mismo tiempo, se desarrollan las propuestas metodológicas que, a mi juicio, deberían imperar en las investigaciones ganaderas, ya que se trata de una actividad, sobre todo en su vertiente agroindustrial, que debe esforzarse por superar los esquemas clásicos de análisis, con el fin de explicar de forma eficaz las complejas e intensas relaciones funcionales, económicas y sociales que se establecen en los espacios donde se implanta.

 

EL ESTUDIO DE LA GANADERÍA: UN TEMA POCO ATRACTIVO PARA LOS GEÓGRAFOS ESPAÑOLES

De manera tradicional, la Geografía Agraria se ha centrado con prioridad en el estudio de los cultivos y su evolución, la morfología parcelaria, los regímenes de tenencia de la tierra y las estructuras de la explotación y la propiedad agrícolas, aunque también es cierto que a partir de los años sesenta de la presente centuria, estos temas perdieron relativa fuerza ante la decreciente importancia del sector agropecuario en la economía del país y el auge de la industria, la urbanización, los servicios y los movimientos poblacionales. De cualquier modo, en una y otra circunstancia, la ganadería no se ha tenido demasiado en cuenta como factor de primer orden en la organización de los espacios agro-rurales españoles, tanto en el caso de épocas pasadas, donde la actividad pecuaria exhibía un carácter extensivo, ligada a la tierra y a los recursos naturales, como en los tiempos más recientes, en los que se trata de una manifestación económica independiente del suelo, especulativa, capitalizada y estrechamente vinculada con la industria (agroindustria).

Todos los autores citados anteriormente coinciden en considerar que el menguado tratamiento de la ganadería por parte de los geógrafos se debe, en gran medida, a la escasa fiabilidad de las fuentes, a las insuficiencias que muestran y a las dificultades de su análisis, sobre todo por lo que se refiere a las estadísticas pecuarias. Pese a ello, durante las décadas de los años sesenta y setenta, aunque existen significativos ejemplos anteriores, vieron la luz varios trabajos geográficos al respecto, pero en la mayor parte de los casos se trataba de meras distribuciones espaciales del hato ganadero, sencillos inventarios de los efectivos ganaderos y actualizaciones periódicas de los censos. Sin embargo, algo más tarde, otros estudios pusieron de manifiesto aspectos metodológicos de cierto interés y analizaron el aprovechamiento pecuario desde una óptica extensiva, ligado a un soporte agrícola, aunque siempre con una visión tradicional, alejada de los nuevos sistemas de explotación que ya estaban consolidándose en varias regiones españolas (Ferrer, 1962; Martín, 1966; Torres, 1971; Pérez, 1972; Cabo, 1982, Cabo et al., 1982, 1985). Curiosamente, estos estudios procedían de investigadores pertenecientes a universidades enclavadas en las áreas pecuarias más notables del país, como Castilla y León, Galicia, Asturias, Cantabria, Navarra o Extremadura.

Desde finales de los años setenta y durante las dos décadas siguientes, aparecen nuevas formas de abordar las investigaciones geográficas de la ganadería, que constituyen la respuesta lógica a los profundos cambios que estaba experimentando este aprovechamiento en España. El estudio de la ganadería comienza a concebirse con una óptica económica y productiva más que como un simple complemento subsidiario de la agricultura. Así, entre los geógrafos dedicados a este campo, se generalizan conceptos y términos hasta ahora desconocidos o soslayados (industrialización, agroindustria, complejo ganadero, integración vertical, comercialización, mercados, consumo, políticas pecuarias), que otorgan a esta actividad una nueva dimensión socioeconómica y espacial en el medio rural (Pérez, 1979; De la Puente, 1983; Obiol, 1989; García Pascual, 1993; Segrelles, 1993; Valle, 1994; Espejo, 1996; Silva, 1996).

Parece ser que estos cambios en los estudios geográficos sobre la ganadería se encuentran en relación con la mejora estadística que supuso el ingreso de España en la Comunidad Europea en 1986 (García Pascual, 1991; Valle, 1996), ya que diversos motivos económicos como la cuantificación exacta de las producciones excedentarias, la adjudicación de cuotas de producción y la aplicación de subvenciones exigen controles más eficaces y rigurosos. La certeza de esta afirmación no puede hacer olvidar otras motivaciones más subjetivas, pero no menos relevantes para el desarrollo posterior de nuestro discurso.

Salvo honrosas excepciones muy puntuales, nunca hubo en España un núcleo homogéneo y estable de geógrafos consagrado al estudio de la ganadería, al contrario de lo que ha sido moneda comente en otros colectivos científico-técnicos (agrónomos, veterinarios, economistas). Incluso, existen geógrafos con alguna publicación sobre el tema, que no han tenido continuidad en sus estudios, haciendo gala, por tanto, de una dispersión investigadora que muchos asimilan a la esencia del "verdadero e integrado" saber geográfico. Se pueden encontrar, además, geógrafos que han realizado su tesis doctoral sobre la ganadería y que, posteriormente, no han seguido con la investigación de estas temáticas, excepto con alguna aportación esporádica en el mejor de los casos. Todo ello significa que el estudio geográfico de la ganadería, aun en sus nuevos sistemas industrializados, no responde al cultivo de unas líneas de investigación coherentes y consolidadas en las universidades o centros de investigación españoles, sino que se debe más bien a decisiones individuales y aisladas, motivadas quizá por un deseo legítimo de analizar fenómenos lo más novedosos y actuales posible o por un afán de originalidad que distinga el propio trabajo de la amplitud y diversidad de campos que son tratados por los geógrafos rurales.

Pese a la mencionada mejora de las fuentes españolas desde 1986, éstas siguen presentando carencias notables en cuanto a su fiabilidad, periodicidad, cobertura, unidad de criterios y nuevos datos que se adapten a las continuas transformaciones que experimenta la actividad pecuaria. Sin embargo, ello no puede esgrimirse como argumento que justifique la escasa atención que todavía en la actualidad prestan los geógrafos al estudio de la ganadería, pues tal como demuestran algunos trabajos recientes (García Pascual, 1993; Segrelles, 1993, 1995a, 1995b; Silva, 1996), el sector ganadero, así como las agroindustrias a él vinculadas, es tan complejo y se encuentra tan interrelacionado con otros sectores económicos, que es posible realizar análisis rigurosos y alcanzar conclusiones valiosas mediante el empleo y combinación de las múltiples fuentes existentes, publicadas e inéditas, desde las que puede contemplarse la totalidad del proceso productivo (insumos, producción, transformación, comercialización).

Esta posibilidad ha sido entendida perfectamente en otras disciplinas científicas que desde hace varias décadas estudian con continuidad y rigor diversos aspectos de la ganadería española, europea y mundial, aportando con mucha antelación fundamentos y puntos de vista, incluso de tipo espacial, que más tarde marcarán la pauta del quehacer de los geógrafos. Buena muestra de dicha afirmación es el elevado número de referencias bibliográficas de agrónomos, economistas y veterinarios que aparecen en los estudios geográficos sobre la ganadería. Para muchos autores profusamente citados en las obras geográficas, como Buxadé, Rodríguez Zúñiga, Langreo, Sobrino, Hernández Crespo, García Dory, Briz, Paz o Martínez Vicente, entre otros, la existencia de fuentes deficientes no ha supuesto obstáculo alguno para sus investigaciones, pues el tipo de formación, la ausencia de herencias metodológicas que lastran el desarrollo científico, los enfoques utilizados y los objetos concretos de estudio les permite profundizar en lo verdaderamente importante y obviar lo superfluo, de forma que muchas veces la consideración de las tendencias, por ejemplo, puede sustituir con eficacia y sin menoscabo para el rigor del estudio, a los datos exactos.

Según los datos de la Asociación de Geógrafos Españoles (AGE), el grupo de trabajo más numeroso de los doce existentes actualmente, corresponde a la Geografía Rural que registra 180 investigadores en 1996, los que representan 18% de los socios totales. Entre los años 1986 y 1996, ambos inclusive, se defendieron 52 tesis doctorales de Geografía Rural en los departamentos universitarios españoles de Geografía, pero sólo cinco de ellas se dedicaban de forma manifiesta al estudio de la ganadería (9.6%), más otras tres que combinaban el análisis de la actividad pecuaria con otros aprovechamientos rurales. Sin embargo, las tesis doctorales de carácter agrícola son claramente preponderantes, y si bien aparecen varios trabajos que tratan problemas de gran actualidad y trascienden el reducido ámbito de lo agrario para incorporar el de lo rural, que es más amplio y engloba at anterior (el uso y demanda del agua, la comercialización de productos hortofrutícolas, la explotación forestal, las agriculturas intensivas ante el reto europeo, los espacios rurales de ocio o el trabajo a domicilio rural), todavía se encuentran abundantes estudios, muchos de ellos con marcado carácter regional, sobre los regímenes de tenencia de la tierra, las estructuras de la propiedad y de la explotación agrarias o la implantación, transformación y reorganización de cultivos (34.6% del total), Como señala Mata (1987), los estudios clásicos referentes a la agricultura y a la reconstrucción histórica de los paisajes agrarios nunca han sido del todo abandonados en la investigación geográfica española.

Tampoco faltan, por otro lado, investigaciones en las que la actividad ganadera ocupa un lugar secundario dentro del marco paisajístico analizado, como sucede por ejemplo con los estudios sobre las áreas de montaña. Sin embargo, resulta llamativo que, aunque la ganadería intensiva comienza a desarrollarse en España desde mediados de la década de los años sesenta, haya que esperar hasta bien avanzados los años ochenta, y sobre todo durante los noventa, para encontrar estudios geográficos referentes a los nuevos sistemas pecuarios industrializados.

 

LA REGIÓN Y EL ESTUDIO DE LA GANADERÍA

Otro hecho comúnmente aceptado es que, de manera tradicional, el estudio geográfico de la ganadería se ha desarrollado bajo el prisma de la Geografía regional, tanto desde el punto de vista conceptual y metodológico, como desde la perspectiva temática (Valle, 1996). En efecto, las primeras generaciones de geógrafos españoles no concibieron la ganadería como una actividad económica con entidad propia, sino como un aprovechamiento siempre subordinado y dependiente de la agricultura en el seno de los típicos estudios regionales de la época, que se corresponden con la decisiva influencia de la escuela vidaliana francesa sobre los geógrafos M. de Terán y J. M. Casas y, posteriormente, sobre sus respectivos discípulos.

En estas investigaciones, la ganadería suele ocupar casi siempre un breve apartado al final de los extensos capítulos dedicados al mundo rural, y en el que se aborda de forma sistemática la evolución y distribución territorial de los censos, las especies pecuarias, las razas, la alimentación de los animales y los productos ganaderos, sin ir mucho más allá. Se hace hincapié en lo paisajístico y en lo peculiar y singular de la zona estudiada, mientras que se olvidan los procesos y las generalizaciones y predomina la síntesis frente al análisis. De este modo, los trabajos resultan excesivamente descriptivos y clasificatorios. Si a esto se une la utilización de esquemas poco teóricos y de métodos con escaso rigor, acusación que se hace extensiva al conjunto de la Geografía Rural desde finales de la década de los años cincuenta (García Ramón, 1992), se puede comprender entonces que el estático posibilismo regional no era el camino más adecuado para explicar no sólo una actividad económica dinámica y en continua transformación como es el aprovechamiento ganadero, sino también para trascender el mero marco paisajístico regional, provincial, comarcal o local ante un mundo cada vez más uniforme y en el que los problemas comienzan a ser universales.

La evidente incapacidad de los enfoques posibilitas para comprender la acelerada modificación de los fenómenos espaciales y sus relaciones profundas, no ha sido obstáculo para que los estudios agropecuarios con una fuerte base regional hayan gozado de gran predicamento hasta nuestros días entre los geógrafos españoles, incluso en el momento en que los postulados clásicos comenzaron a cuestionarse en la Geografía francesa. La reacción teorético-cuantitativa y las posteriores corrientes fenomenológica y marxista, que tanta influencia tuvieron en la Geografía Rural anglosajona y más tarde en la francesa, nunca influyeron demasiado en grupos amplios de geógrafos en España, de forma que la Introducción de análisis cuantitativos, la renovación conceptual, las innovaciones metodológicas y la modificación de los fundamentos teóricos, se convierten en algo excepcional. Se puede afirmar, por tanto, que los nuevos enfoques no contribuyeron al mejor conocimiento de la organización de los espacios rurales españoles, hecho que también ha afectado al estudio de la ganadería moderna, pues su complejidad socioeconómica, las múltiples Interconexiones que teje a su alrededor y el papel que representa en la actual vertebración agro-rural exige la superación de la síntesis regional.

Desde hace aproximadamente una década, el auge de la agroindustria y de los sistemas ganaderos intensivos ha despertado el interés de algunos geógrafos por el tratamiento individualizado de dichos temas, saliéndose en apariencia del estricto marco regional. Ello se debe, en gran medida, a la Independencia respecto de la agricultura que exhibe la ganadería industrializada, pero también a la generalización de las técnicas cuantitativas e informáticas, el empleo de fuentes más fiables, la introducción de conceptos diferentes y la ejecución de métodos acordes con la nueva realidad pecuaria. Esto ha llevado a una diversidad temática sin precedentes en el estudio de la ganadería española, que no se debe confundir de ninguna manera con una supuesta pluralidad de enfoques en la forma de abordar los geógrafos dicha actividad económica. Lógicamente, los estudios ganaderos con perspectiva geográfica se diferencian entre sí por lo atractivo del tema y su mayor o menor actualidad, el rigor con el que son analizados y la capacidad intelectual del investigador, pero aparte de estas consideraciones existe, salvo brillantes excepciones, un nexo común en casi todos ellos: un subyacente, y quizá inconsciente, enfoque regional, que si bien en el pasado tuvo su razón de ser y constituyó la base sobre la que se sustentó la incorporación española a la ciencia geográfica moderna, en la actualidad ya debería de haber sido superado por enfoques más explicativos de la verdadera realidad.

Se puede afirmar, sin gran margen de error, que entre los geógrafos españoles no ha habido nunca un abandono sensible de los enfoques posibilistas heredados de la escuela regional francesa hace ya muchos decenios. Es más, algunos colectivos de geógrafos en las universidades españolas reivindican en la actualidad la recuperación de los conceptos región y paisaje, en ocasiones enmascarados detrás de la denominación de lugar, como si alguna vez hubieran dejado realmente de existir y haciendo vano el largo camino epistemológico recorrido hasta ahora por la ciencia geográfica. Esta rehabilitación de los fundamentos vidalianos se lleva a cabo muchas veces mediante la combinación de los enfoques regionales clásicos con las aportaciones más recientes de la Geografía humanista y de la Geografía fenomenológica, a lo que se debe añadir la introducción más o menos generalizada de nuevos elementos teóricos y sobre todo instrumentales, como la estadística y la informática. Lo cierto es que esta relativa modernización no es tal, sino que representa en realidad una auténtica cortina de humo que sirve para ocultar, quizá de forma inconsciente, enormes carencias teóricas y agudas dificultades para aprehender las relaciones socioeconómicas que se producen en un espacio concreto.

La herencia regionalista ha calado tan hondo en el espíritu de la mayoría de los geógrafos españoles y ha impregnado de tal modo el talante de los investigadores, que sus esquemas y conceptos se reproducen casi mecánicamente hasta en el tratamiento de temas que en apariencia nada tienen que ver con la síntesis regional, como por ejemplo el estudio de los diversos campos que se relacionan con la ganadería.

Debido en parte a que ya no quedan regiones naturales, humanas o culturales por estudiar, la tradicional rigidez metodológica de las monografías regionales españolas (primero el análisis de los distintos componentes del medio físico, después el de las actividades humanas y, finalmente, las interrelaciones que se establecen) se traslada al estudio de temas más actuales y atractivos, pero en ellos se aprecia el nítido predominio de una abusiva e inoperante descripción de la Información que previamente ha sido recogida, clasificada, distribuida y cartografiada. Muchas veces se trata de un sincretismo basado en una mera yuxtaposición de datos. De esta manera, se ofrece una imagen sesgada, irreal y parcial de los fenómenos analizados y del mundo.

Los resultados de la investigación podrían ser distintos si el geógrafo adquiriera una sólida formación teórica y epistemológica, pero es conocido el escaso interés que estas cuestiones han despertado tradicionalmente en el colectivo de geógrafos españoles (Estébanez, 1986). Incluso, no faltan geógrafos que abogan por el cultivo de una Geografía aplicada cuando todavía no se ha superado ni de lejos la que necesariamente debe ser la fase previa, es decir, la adquisición de una base teórica consistente que permitiera enfocar los fenómenos rurales, y concretamente la ganadería, bajo otros prismas más eficaces. No obstante, ésta es una pretensión difícil porque en la mayor parte de los departamentos universitarios españoles no existe un ambiente intelectual propicio para el cultivo de otros enfoques, ya que la mayoría de los actuales catedráticos son discípulos más o menos directos de los introductores de la Geografía regional en España.

Asimismo, bastantes estudios sobre la ganadería, normalmente en forma de artículos en revistas especializadas o de comunicaciones y ponencias en los congresos geográficos, están realizados por investigadores que se dedican con prioridad a otras ramas de la Geografía Humana y que han abordado el tema ganadero de forma esporádica, aprovechando el encargo de cualquier colega o editorial, o porque se les presenta la oportunidad de explotar una fuente desconocida. En este contexto, y dadas las dificultades para improvisar una sólida base teórico-metodológica, lo más "eficaz" es desarrollar esquemas y conceptos regionales, sin dilucidar las relaciones profundas del fenómeno. Por otro lado, muchas de las aportaciones geográficas sobre la ganadería están contenidas en las tesis doctorales, investigación que en España no se realiza cuando el autor alcanza la madurez y posee todos los recursos teóricos que le permitan elegir y aplicar el enfoque idóneo, o el que más se aproxima a sus características intelectuales e ideológicas, sino que este trabajo es condición previa e indispensable para asegurar el propio futuro profesional y garantizar la continuidad como investigador. De este modo se desvirtúa el auténtico sentido de una tesis doctoral.

En cualquier caso, en la mayoría de los estudios geográficos sobre la ganadería suelen encontrarse pocas aportaciones conceptuales, reducida carga teórica, excesivo inductismo, escasas abstracciones y generalizaciones, ausencia de hipótesis explícitas, esquemas típicamente regionales, ponderación de los aspectos directamente visibles y demasiadas descripciones, particularismos y singularidades. Se empobrecen así las interconexiones explicativas de la actividad pecuaria respecto a los demás factores que actúan sobre el espacio y a la comprensión integrada del territorio socioeconómico. Lo más llamativo de la cuestión es que, en muchos trabajos de inconsciente enfoque regional, apenas se profundiza en ciertos conceptos típicamente vidalianos que serian fundamentales para el estudio geográfico de la ganadería. Es el caso, por ejemplo, del concepto circulación, que serviría para analizar las relaciones que se establecen entre la ganadería y la totalidad de los factores que intervienen en el espacio, toda vez que el aprovechamiento pecuario intensivo es una actividad que ha sustituido el trabajo por capital, debe adquirir los medios de producción fuera de la explotación agropecuaria y del mismo sector agrario, ha mutado sus antiguas bases territoriales en favor de los centros de consumo donde puede beneficiarse de las economías externas y de localización y se halla orientada al mercado y no al autoabasiecimiento. No obstante, este concepto tampoco fue desarrollado ni por el propio Vidal de la Blache ni por sus discípulos (J. Brunhes, E. de Martonne, A. Demangeon).

Por otro lado, el método propuesto por Vidal, consistente en realizar estudios minuciosos para luego conseguir generalizaciones significativas (Buttimer, 1980} sólo ha cundido en su primer presupuesto, ya que la mayoría de los trabajos destacan por una pormenorización exhaustiva, tanto del fenómeno ganadero como del espacio donde se desarrolla, que no se traduce más tarde en las necesarias generalizaciones que requiere este tema con el fin de aplicar las hipótesis planteadas, los métodos utilizados y las conclusiones obtenidas a otros ámbitos o para confrontar las características peculiares de los sistemas ganaderos de la zona de estudio con un modelo pecuario productivo, socioeconómico y espacial elaborado previamente, tal como realizó Gómez (1978} en el análisis de la agricultura periurbana. Es asi como el estudio de la ganadería en un marco espacial concreto, sobre todo en su faceta industrializada, perderá singularidad e individualidad y dejará de tener valor como hecho aislado para convertirse en un punto de referencia ineludible que sirva para comprender no sólo tas profundas mutaciones funcionales, sociales, económicas y ambientales que provoca en los espacios en los que se ha desarrollado, sino también para evaluar el grado de inserción del objeto específico de estudio en los modelos globales existentes.

 

PROPUESTAS METODOLÓGICAS PARA EL ESTUDIO GEOGRÁFICO DE LA GANADERÍA

De las últimas consideraciones planteadas, se deduce que el estudio integrado del territorio debe ser algo más que la mera relación aséptica entre elementos físicos y humanos tan defendida por la Geografía clásica regional. Generalmente, como ya se ha mencionado, esta necesaria visión global del espacio se ha solido confundir con la creencia de que el geógrafo, dada su formación integral, está en disposición de abordar cualquier temática referida a los múltiples campos de la Geografía Humana, e incluso de la Geografía Física, El resultado inmediato es una ineficaz dispersión investigadora que analiza realidades estáticas, aisladas del contexto y alejadas en realidad de la pretendida comprensión global de los espacios.

Desde el punto de vista metodológico resulta palmario que el geógrafo que estudie cualquier fenómeno no puede, ni debe, circunscribirse a los estrechos límites temáticos y espaciales del mismo, como suele suceder en muchas investigaciones geográficas, sino que el conocimiento preciso de las diversas ramas de la Geografía le proporcionarán los resortes adecuados para aprehender los espacios en su totalidad y con sus relaciones internas y externas. Asimismo, y esto es lo más difícil de aceptar por ciertas mentes clásicas, un geógrafo que no posea una mínima formación económica, sociológica, histórica, jurídica y política tendrá graves problemas para comprender las conexiones profundas, visibles y no visibles, que articulan y organizan el espacio. Una dificultad Intrínsecamente geográfica es la de la complejidad de los fenómenos espaciales, ya que de forma habitual se trata de hechos interrelacionados que rara vez obedecen a causas simples.

El territorio no es un conglomerado casual de objetos y fenómenos, desligados y aislados unos de otros y sin ninguna relación de dependencia entre sí, sino que se debe contemplar como un todo articulado en el que dichos objetos y fenómenos se hallan orgánica y recíprocamente vinculados unos a otros, dependen unos de otros y se condicionan los unos a los otros. La realidad no puede ser fragmentada, so pena de quedar desnaturalizada. Al mismo tiempo, el espacio y la naturaleza no son entes quietos e inmóviles, estancados e inmutables, sino que están sujetos a continuo movimiento y transformación constantes, que se renuevan y desarrollan sin cesar, y en los que hay siempre algo que nace y evoluciona, y algo que muere y caduca.

Estas ideas, que son válidas para el conjunto del territorio, también se ajustan perfectamente al estudio de la ganadería moderna en la medida en que se trata de una manifestación económica que se desarrolla sobre un sustrato espacial, pero siempre y cuando esta actividad se contemple a través del prisma de la agroindustria, tema marginado por la Geografía española (Feo, 1991, 1997) que en otros países de nuestro entorno ha gozado de amplio desarrollo (Maas y Cardol, 1984; Diry, 1985; Maas, 1994).

El término agroindustria fue acuñado por J. H. Davis y R. A. Goldberg (1957), aunque más tarde dio lugar a toda una serie de redefiniciones y ampliaciones (v.gr. agribusiness, complejo agroindustrial, sistema agroalimentario, filière, etc.). En cualquier caso, y obviando los matices de cada concepto, se está ante un agregado de actividades agroindustriales y de servicios, relacionados mediante flujos de intercambio, en el que participan de manera Integrada la producción agropecuaria, la industria suministradora de insumos, la industria transformadora y la distribución de los alimentos. El reflejo de este agregado productivo y sus conexiones sobre el espacio queda fuera de toda duda en el caso de la ganadería industrializada, pues el desarrollo de dicho aprovechamiento ha transformado profundamente los territorios españoles en los que se implantó desde comienzos de la década de los años sesenta.

El Plan de Estabilización de 1959 supuso la culminación oficial de un proyecto que consolidó el modo de producción capitalista en España y modificó la estructura socioeconómica del país. Durante esta época se produce un éxodo rural sin precedentes, la población crece a un ritmo acelerado, aumenta el grado de urbanización, cobran un auge inusitado los sectores industrial y de servicios, los transportes experimentan un singular desarrollo y el turismo comienza a ser un fenómeno de masas. Todo ello lleva consigo el Incremento de los niveles de renta y del poder adquisitivo de los ciudadanos, lo cual desemboca en el aumento de la demanda de productos alimenticios, sobre todo de origen ganadero.

En este contexto, la ganadería española intensifica su explotación de forma creciente para responder a la demanda y pierde el carácter extensivo que la ligaba a la tierra, amparándose en una política un tanto sospechosa que obedecía las directrices del Banco Mundial y de la FAO en una serie de informes sobre el desarrollo de la agricultura española (1966-67). En ellos se instaba a la Administración para que transformara progresivamente el modelo pecuario extensivo en una ganadería de corte intensivo alimentada con cereales y oleaginosas de importación, materias primas adquiridas en un mercado monopolístico dominado por Estados Unidos.

La intensificación productiva altera la composición interna del hato ganadero español y modifica las áreas pecuarias, creando un modelo dependiente y desequilibrado. Las mayores cargas ganaderas ya no se encuentran donde abundan los recursos naturales (norte y oeste del país), sino en el litoral mediterráneo, donde habitan los potenciales consumidores y existen infraestructuras y equipos óptimos. La ganadería modifica asi sus planteamientos y se convierte en una actividad especulativa y capitalizada, deja de ser complementaria de la agricultura, utiliza las economías externas y de localización, obtiene los medios de producción en el mercado, contribuye a transformar las relaciones de producción, intenta generar economías de escala y maximizar los beneficios. Con la combinación de todos estos elementos surgen en el medio rural relaciones funcionales, sociales y económicas de nuevo cuño que perturban el antiguo orden secular, alteran los modos tradicionales y articulan paisajes agrorurales distintos.

En los nuevos territorios pecuarios (Cataluña, Valencia, Aragón, Murcia) se concentra un conglomerado de actividades interdependientes entre sí, pues las unidades de producción se trasladan hacia zonas en las que el sacrificio de ganado ya era importante por la proximidad de los mercados consumidores. Aquí se encuentran no sólo las granjas y la industria transformadora, sino también los fabricantes de alimentos balanceados, los centros de investigación genética, los laboratorios químico-farmacéuticos y una variada y amplia red de proveedores de todo tipo. Además, el complejo ganadero de estas áreas se beneficia de la cercanía a los principales puertos importadores de materias primas (Barcelona, Tarragona y Valencia) y de una densa infraestructura viaria que permite la fluidez de los intercambios entre todos los eslabones de la cadena productiva, aunque tampoco se puede olvidar el funcionamiento de activos e intrincados canales de comercialización hasta que los productos llegan al consumidor final.

Pese a la multitud de factores que intervienen en la actual agroindustria pecuaria, la mayoría de los trabajos geográficos sobre el tema tienen una clara tendencia hacia el análisis exclusivo del eslabón central de la cadena productiva: la mera producción ganadera (v.gr. localización de las explotaciones, tamaño de las mismas, especies animales criadas, orientación productiva, etc.), marginando o haciendo sólo breves alusiones al resto de actividades que componen la filière, tanto hacia adelante (d'amont) como hacia atrás (d'avaf).

Las posibilidades metodológicas de esta temática son abundantes porque tan factible es estudiar el conjunto de la ganadería, o un sub-sector pecuario concreto, en un marco territorial delimitado, como abordar por separado los distintos eslabones de la cadena productiva, pero sin perder de vista en ningún momento la referencia espacial y su encadenamiento con el resto de actividades. En las investigaciones geográficas españolas se echan de menos los estudios capaces de explicar las influencias y transformaciones territoriales que ejercen la fabricación de alimentos balanceados, el transporte de materias primas, animales vivos y productos elaborados o la introducción de razas pecuarias extranjeras, así como las consecuencias socioeconómicas determinadas por las redes de distribución de los alimentos o la demanda y consumo de los mismos.

En el estudio geográfico de la ganadería es fundamental, además, tener en cuenta que las explotaciones, las fábricas de alimentos balanceados, las plantas transformadoras y las infraestructuras vinculadas a este aprovechamiento constituyen la parte más visible de la realidad espacial, es decir, lo que para el geógrafo regionalista francés J. Brunhes debía ser el objetivo primordial de la Geografía. Sin embargo, no debe olvidarse que el espacio geográfico no se reduce al paisaje observable, pues los fenómenos y relaciones menos visibles también permiten comprender la organización del espacio y del complejo ganadero, y quizá con mayor intensidad. Este es el caso de los poderes políticos, sociales y económicos, de las relaciones y conflictos sociales, de la toma de decisiones, de los flujos del capital e inversiones, de las estrategias de las grandes compañías autóctonas y multinacionales, de las políticas agropecuarias españolas y comunitarias, de la difusión de innovaciones, de los mercados, de los precios de los insumos y de los productos finales o de las economías externas y de localización, factores que tienen una influencia decisiva en la transformación del espacio y en el funcionamiento de la actividad pecuaria. Por tanto, el análisis riguroso de estos aspectos es imprescindible si se desea no ofrecer una imagen sesgada, parcial e irreal de la ganadería y sus concomitancias territoriales.

Otro aspecto que suele estar ausente en los trabajos de Geografía Rural, en general, y en las monografías ganaderas, en particular, es el de la decisiva influencia del capital como creador y transformador del espacio y de los centros de poder como organizadores del territorio (Sánchez, 1981). Es un hecho irrefutable la progresiva sustitución del factor trabajo por el factor capital en la actividad pecuaria, pero no ha sido demasiado frecuente que los geógrafos vayan más allá de la simple constatación del fenómeno, olvidando que la implantación y desarrollo de la ganadería industrializada no se debe a la propia evolución de la empresa agropecuaria, sino a las inversiones capitalistas, con todas las modificaciones espaciales que esto conlleva, y que muchas explotaciones ganaderas actuales se rigen por el esquema dinero inicial-mercancía-dinero final, es decir, registran importantes inversiones de capital acumulado en actividades urbanas, por un esfuerzo propio en trabajo y capital, conseguido en el campo o con la ayuda de créditos, para producir mercancías que permiten obtener beneficios, además de amortizar el capital invertido.

Por otro lado, si se tiene en cuenta que el capital, aparte de crear y transformar los espacios, configura y articula su propio espacio impulsado por su dinámica interna, es fácil deducir la importancia que este factor ha tenido en la organización de las nuevas áreas ganaderas, pues la concentración espacial de la totalidad de las fases que componen el proceso productivo del complejo agroindustrial pecuario, así como de los mercados consumidores y de las industrias y servicios complementarlos, garantiza el rendimiento óptimo del capital. Algunos sectores del país enclavados en las zonas pecuarias más pujantes pueden dar una sensación caótica y desorganizada a los ojos del profano ante la ingente acumulación de granjas, industrias transformadoras, fábricas de alimentos balanceados y tráfico de mercancías, pero el investigador avisado debe saber que tras el simple aspecto visual y la aparente desarmonía de los elementos espaciales que dan vida a la ganadería industrializada se esconde un espacio muy bien organizado en el que cada elemento, y su relación con los demás factores, tiene una función específica dentro de un sistema cuyo objetivo principal es la generación de beneficios.

De todo ello se infiere que no es nada exagerado resaltar el enorme poder de transformación y organización de los espacios ganaderos que puede tener el consejo de administración de una gran compañía o una asociación de empresarios del sector. Asi se demuestra en las zonas de influencia donde llevan a cabo su actividad determinadas firmas, nacionales y extranjeras, del sector ganadero intensivo, sobre todo aquéllas que se hallan Integradas verticalmente, como por ejemplo Valí Companys (Cataluña), Agropecuaria de Guissona (Cataluña), Copaga (Cataluña), Coren (Galicia), Uvesa (Navarra), Piensos Hens (Valencia), Nanta (Valencia), Grupo Sada (Valencia), Frandi (Murcia) o Fuertes (Murcia).

En otro orden de cosas, dadas las insuficiencias y limitaciones de la Geografía regional para desentrañar las profundas y complejas relaciones que establece la ganadería industrializada con el espacio circundante, los enfoques más adecuados para abordar con eficacia este tema deberían ser, a mi juicio, el teorético-cuantitativo y el crítico. La adopción del primero de ellos implica unos sólidos fundamentos en teoría económica y una exhaustiva formación lógico-matemática que no debe confundirse con la mera utilización de las matemáticas descriptivas o estadística básica (García Ramón, 1981). Asimismo, el seguimiento de un enfoque crítico obliga al claro dominio de la teoría económica y de la teoría social. Dicha opinión respecto a los enfoques más adecuados para estudiar la ganadería intensiva con un criterio geográfico se basa, por un lado, en el carácter eminentemente económico de este aprovechamiento, en su fuerte dependencia del funcionamiento de la economía global, en las estrechas relaciones que mantiene con el resto de sectores productivos y en la absoluta necesidad de analizar con detalle los factores de producción para poder explicar con eficacia las variaciones espaciales del fenómeno, mientras que, por otro lado, se debe tener en cuenta que esta actividad no se desarrolla en el "País de las Maravillas" (Isard, 1956), sino en un espacio concreto que en realidad es un producto social y, por tanto, transmite y expresa significados sociales. Precisamente es la dimensión espacial del fenómeno lo que diferencia el quehacer del geógrafo de la labor del economista.

Estos conocimientos económicos y sociales, que hasta ahora han sido deficitarios en la Geografía española, tampoco se han cubierto de forma satisfactoria en muchas universidades con la reciente puesta en marcha de los nuevos planes de estudios (Real Decreto 1.497/1987, de 27 de noviembre; modificado por el Real Decreto 1.267/1994, de 10 de junio), sin tener en cuenta que las carencias teóricas impiden tanto la coherencia en la elección y uso de una serie de técnicas más o menos sofisticadas que cada vez se utilizan más en la Geografía Humana (v.gr. sistemas de información geográfica, estadística, cartografía automática o teledetección), como la posterior aplicación práctica de los resultados obtenidos.

Dejando de lado otras consideraciones de tipo filosófico, la principal utilidad del enfoque teorético-cuantitativo en el análisis del complejo ganadero industrial radica en la importancia que esta corriente de pensamiento concede a los espacios económicos, pues en su desarrollo aplicado a la Geografía Rural ha sido fundamental el conocimiento de las obras de economistas agrarios como von Thünen y los principios de teoría económica, tal como se demuestra en los trabajos de Chisholm (1962) y Found (1971). Es más, ciertas proximidades temáticas entre la Geografía y la Economía favorecen un trasvase de conceptos, ideas, métodos, teorías y técnicas que proporcionan muchas oportunidades para realizar estudios pecuarios originales y creativos, según se deduce de los comentarios de Dogan y Pahre (1991) citados por Méndez (1997).

Dado que el mundo tiende hacía una nítida uniformidad y que los problemas son cada vez más universales, es lógico entonces que los mecanismos que mueven y coordinan las distintas fases del sistema agroalimentario ganadero tengan grandes similitudes en diferentes lugares del planeta, sobre todo por lo que respecta a los países desarrollados. Por tanto, una interesante fórmula de análisis sería la de la elaboración de modelos con una alternancia adecuada de métodos inductivos y/o deductivos según sea la escala del estudio, ya que la evolución de la Geografía y su progresivo enriquecimiento epistemológico permite la combinación de enfoques y métodos, siempre que no se atente contra los principios esenciales de cada uno de ellos.

Es decir, se construiría un modelo de ganadería industrializada, en el sentido más amplio del término y acompañado de hipótesis explícitas, que más tarde podría ser confrontado con los sistemas pecuarios existentes en ámbitos de estudio mas reducidos para comprobar sí se cumplen las generalidades teóricas. Sólo así tendrían auténtico sentido los particularismos y singularidades, en la medida en que se refieran y contrasten con lo general. También es posible un proceso inverso de claro raigambre teorético-cuantitativo consistente en el análisis detallado y profundo de varias unidades individuales de explotación que actuarían como modelos representativos de lo que sucede en áreas de mayores dimensiones. En el caso de la ganadería industrializada pueden servir como objetos de estudio tanto las granjas, siempre y cuando estén integradas plenamente en los circuitos mercantiles, como las empresas del sector que controlan la totalidad de la cadena productiva de forma vertical. La experiencia personal demuestra que se pueden realizar generalizaciones significativas respecto a espacios más amplios, incluso a otros países, a través del análisis pormenorizado de las características, funcionamiento, organización y estrategias de varias empresas ganaderas que contemplan el ciclo productivo completo (Segrelles, 1995a).

En el desarrollo de ambas orientaciones metodológicas es imprescindible el empleo de técnicas cuantitativas más o menos complejas que en la actualidad se ven potenciadas por las posibilidades que ofrece la informática. Debido, en términos generales, a la exigua formación matemática de los geógrafos, lo Ideal seria abordar la investigación de la ganadería intensiva y de sus agroindustrias desde una perspectiva multidiscipllnarla, en la que geógrafos y economistas podrían beneficiarse mutuamente y enriquecer los conocimientos sobre esta temática. No obstante, la raíz humanista y social de la Geografía obliga a tener siempre presente que las técnicas cuantitativas no son un fin en sí mismas, sino unas herramientas eficaces que deben estar al servicio de una posterior interpretación y explicación de los fenómenos económico-espaciales.

Pese a la mencionada validez de muchos de los recursos y fundamentos propios del neopositivismo para estudiar con acierto el sector ganadero actual, este enfoque también presenta ciertas insuficiencias que impiden su aplicación íntegra en el análisis de la agroindustria pecuaria porque de ser así tendríamos una visión muy parcial de la realidad. El nulo valor concedido a la Historia como elemento explicativo, la incapacidad para dar respuesta a ciertos problemas sociales y ambientales y la escasa significación social de los modelos abstractos, representan un obstáculo insalvable para comprender no sólo un fenómeno cuyo desarrollo y situación actual es fruto de una evolución histórica influida por factores socioeconómicos, políticos y culturales, sino también para profundizar en el conocimiento de un nuevo sistema ganadero que ha revolucionado los procesos de trabajo y las relaciones de producción en el medio rural español, suponiendo además altas cotas de contaminación ambiental.

Por ello, la aplicación de un enfoque crítico en el estudio de la ganadería intensiva es perfectamente idónea por la conocida combinación de teoría económica y teoría social que sustenta sus fundamentos esenciales, lo que posibilita la comprensión del fenómeno de forma completa e interrelacionada. Con este enfoque, se eliminaría la sectorialización tradicional del espacio y el tratamiento aislado de las actividades económicas, toda vez que los procesos y agentes que actúan sobre el territorio tienden a ser globales y no se puede ofrecer una realidad simple y limitada.

El origen de los sistemas ganaderos intensivos, relacionado con las Inversiones de capital y no con la evolución de las empresas agropecuarias, junto con la prioritaria orientación al mercado, justifica la utilización de un enfoque crítico en su estudio, pues es de sobra conocida la eficacia de sus instrumentos de análisis para explicar las sociedades de funcionamiento capitalista. Por si esto fuera insuficiente, es necesario tener en cuenta que al mismo tiempo que se intensificaron los sistemas pecuarios se extendió un modelo de producción conocido como "integración", es decir, una especie de contrato de arrendamiento de servicios en el que uno de los agentes de la cadena productiva (en España, las fábricas de alimentos balanceados) controla todas las fases de la misma, desde el suministro de insumos hasta la transformación de unos productos que son ofertados por una serie de explotaciones que antes eran independientes y ahora se han convertido en meras asalariadas de las grandes firmas integradoras. Con este sistema, el granjero pierde la capacidad de decisión técnico-económica sobre su empresa y se limita a aportar las instalaciones y la mano de obra, ya que la firma integradora es la que posee los animales y los medios de producción y controla la asistencia técnica y veterinaria y la posterior utilización de los productos (Segreltes, 1990).

Resulta curioso que este fenómeno, pese a las concluyentes repercusiones socioeconómicas y espaciales que ha tenido sobre el medio rural español, haya sido tan poco estudiado por la Geografía, olvidando que la realización de un análisis detallado de su funcionamiento, estrategias productivo-comerciales y políticas expansivas puede ayudamos a comprender muchas claves poco visibles de los nuevos sistemas ganaderos, como son la influencia de las grandes empresas en la generación de los pre-grandes empresas en la generación de los precios, la dirección de los flujos del capital, la lucha por los mercados y la Introducción de tecnología avanzada en el sector, así como dilucidar el comportamiento de la ganadería intensiva en el espacio a través de la colonización pecuaria de territorios escasamente ganaderos o de su papel complementario en ciertas zonas deprimidas en las que este aprovechamiento ayuda a incrementar las reducidas rentas que proporcionan unas agriculturas insuficientes.

 

A MODO DE CONCLUSIÓN: EL ESTUDIO DE LA "NUEVA" GANADERÍA

La intensificación pecuaria ha ayudado a multiplicar la producción, la productividad y los rendimientos, así como a abaratar el precio de los productos ganaderos para los consumidores, pero de ningún modo se pueden minimizar las graves contrapartidas que conlleva este aprovechamiento: dependencia, desequilibrio, despilfarro energético, degeneración racial en los animales autóctonos, infrautilización de los recursos naturales propios, contaminación ambiental, entre otros.

Esta situación ha suscitado diversas críticas que abogan en favor de una actividad ganadera extensiva, sustentabte, respetuosa con el entorno y en franca armonía con el medio natural. No se trata de volver a imponer sistemas de explotación arcaicos y poco rentables, sino de ir corrigiendo poco a poco el desequilibrio y la dependencia exterior que ha caracterizado a la ganadería española durante las últimas décadas, a través de una decidida política de reordenación de las superficies agrarias, aprovechamiento de la vegetación espontánea renovable y empleo racional de las razas pecuarias indígenas. Estas orientaciones no deben estar reñidas con los avances técnicos, pues para que esta actividad sea rentable es preciso introducir mejoras en la alimentación del ganado, llevar a cabo controles sanitarios eficaces, realizar cruces pecuarios que permitan adaptarse a la demanda, mecanizar las instalaciones y las labores en la medida de lo posible y poner en práctica técnicas de manejo y de gestión técnico-económica en las explotaciones adecuadas a los ecosistemas en los que se desarrolla la actividad.

El momento actual es muy propicio para potenciar la ganadería extensiva en España, debido a las exigencias de la reforma de la Política Agrícola Común, pues la producción crónica de excedentes, los enormes gastos presupuestarios del FEOGA-Garantía y las crecientes críticas de los ciudadanos hacia los métodos pecuarios intensivos y altamente contaminantes, facilitan el fomento de las prácticas extensivas en un nuevo contexto de reducción de las producciones, mantenimiento de la población en las áreas rurales, y revalorización de los paisajes y recursos naturales.

Como puede observarse, se abre un notable y variado campo temático para el estudio geográfico de la ganadería española que se añade al ya existente de los complejos pecuarios intensivos y sus agroindustrias anexas. Para ello, es necesario no recaer en los errores tradicionales que la Geografía ha cometido en la investigación de estas cuestiones. En primer lugar, sería conveniente que aumentara el número y la calidad de los trabajos referentes a la ganadería, dada su importancia socioeconómica, repercusiones ecológicas y categórica influencia en la organización del territorio. Por otro lado, habría que asimilar definitivamente la inoperancia de los descriptivos, estáticos y parciales métodos regionales, y hacer hincapié en otros enfoques más capaces y acordes con la realidad del fenómeno estudiado, pues estamos ante una actividad económica mediatizada por decisiones capitalistas, y a veces políticas, cuyos comportamientos espaciales y características tienden a ser globales y a estar influidos de forma interrelacionada por los factores menos visibles que intervienen en la configuración de los espacios.

 

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