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Estudios sociales (Hermosillo, Son.)

versión impresa ISSN 0188-4557

Estud. soc vol.26 no.48 Hermosillo jul./dic. 2016

 

Artículos

Desocupación en la frontera norte de México. Consecuencias en las personas mayores de cuarenta años

Unemployment in the northern Mexican border. Consecuequences in people over forty years old

Rodolfo Bernal León* 

José Angel Valenzuela García** 

Blanca Esthela Lara Enríquez***  * 

* Egresado del Doctorado en Ciencias Sociales. El Colegio de Sonora. México.

** Universidad de Sonora. México.

*** El Colegio de Sonora. México.


Resumen:

El objetivo de este artículo es analizar la vulnerabilidad laboral de las personas mayores de cuarenta años de edad, su comportamiento dentro de la desocupación respecto al conjunto de la población económicamente activa (PEA). El propósito es abrir la reflexión y el debate de procesos asociados a la desocupación, en las personas de mayor edad, como la discriminación, la desafiliación y la exclusión social, que repercuten negativamente en sus condiciones materiales de vida y en sus nexos familiares, de amistad y de convivencia social. La metodología se basa en la vertiente cuantitativa, se contrastan las condiciones de la desocupación laboral, en las personas mayores de cuarenta años, entre la frontera norte de México y el país, en las fases de ascenso y descenso del ciclo económico. Entre los resultados destacan que la desocupación en la frontera presenta diferencias respecto al país, el grupo más vulnerable son los trabajadores de entre 40-59 años, pues enfrentan más problemas para conservar el empleo o encontrar uno nuevo, son quienes padecen principalmente la discriminación, la desafiliación y la exclusión social en la frontera. En las limitaciones destaca la falta de evidencia empírica y las escasas investigaciones que profundicen, en estos procesos, con enfoques sociales. En las conclusiones sobresale la importancia de analizar y comprender el desempleo como un problema complejo, de vulnerabilidad laboral con metodologías interdisciplinarias.

Palabras clave: desarrollo regional desempleo; vulnerabilidad; discriminación; desafiliación; exclusión social; mayores de cuarenta años

Abstract:

The objective of this article is to analyze the labor vulnerability of people over forty years of age, their behavior in unemployment compared to all the economically active population. The purpose is to open reflection and debate on processes associated with unemployment in older people, such as discrimination, disaffiliation and social exclusion, which impact negatively in their material conditions of existence and their family ties, friendship and social coexistence. The methodology is based on the quantitative aspect, putting in contrast the conditions of unemployment, in people over forty years, between the northern border of Mexico and the country, in the phases of ascent and descent of the economic cycle. Results indicate that unemployment in the border presents differences with respect to the country, the most vulnerable group are workers aged 40-59 years, as they face more problems in maintaining a job or finding a new one and are mainly those that suffer discrimination, disaffiliation and social exclusion at the border. In the limitations, stand out the lack of empirical evidence and the limited research that deepen, in these processes, with social approaches. In the conclusions, what highlights is the importance of analyzing and understanding unemployment as a complex problem, of labor vulnerability with interdisciplinary methodologies.

Key words: regional development; unemployment; vulnerability; discrimination; disaffiliation; social exclusion; people over forty years old

Introducción

El objetivo de este artículo es analizar la vulnerabilidad laboral de las personas mayores de cuarenta años de edad, tomando en consideración su comportamiento dentro de la desocupación respecto al conjunto de la población económicamente activa (PEA), en la región fronteriza del norte de México.

El problema se aborda desde una perspectiva que trasciende el ámbito puramente económico, con el propósito de abrir la reflexión y el debate en torno a diversos procesos asociados a la desocupación en las personas de mayor edad, tales como la discriminación, la desafiliación y la exclusión social, las cuales repercuten y alteran negativamente, no solo sus condiciones materiales de existencia, sino también sus nexos familiares, de amistad y de convivencia social. En el contexto, actual resulta pertinente comprender el desempleo desde esta perspectiva, pues plantea desafíos impostergables de políticas públicas debido a las deficiencias y limitaciones de los sistemas de protección del empleo y de pensiones y jubilaciones.

La metodología se basa sobre todo en la vertiente cuantitativa. Se analiza información estadística que permite contrastar las condiciones específicas de la desocupación laboral en las personas mayores de cuarenta años, en las fases de ascenso y descenso del ciclo económico, sin desatender los aspectos estructurales del fenómeno. Para ello, la desocupación se aborda en dos niveles, en su relación y peso específico en cada momento particular de su historia y en las proporciones de cambio a través de su desarrollo en el tiempo. La fuente principal de información es una serie de tiempo de la Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo del INEGI. La discriminación laboral, la desafiliación y la exclusión social, se abordan a nivel discursivo, no se presenta evidencia empírica, se invita a reflexionar sobre la problemática de la desocupación y vulnerabilidad laboral en personas de mayor edad.

El artículo está dividido en seis apartados, además de la introducción y las conclusiones. En principio se discuten los conceptos discriminación laboral, desafiliación, exclusión social y vulnerabilidad a la luz de la literatura que los vincula con el desempleo, la edad y el envejecimiento de la población. En el segundo apartado se analizan enfoques teóricos que explican el desempleo y las dificultades para cuantificarlo en las economías subdesarrolladas. En el tercero se profundiza en las características del desempleo en la frontera norte entre 2004-2014, se dedica especial atención a los años de crisis económica 2008 y 2009. Aun cuando, en los años posteriores, la tasa de desempleo abierto ha retomado la tendencia descendente, está lejos de volver a los valores de hace una década.

Los efectos del creciente desempleo en las condiciones laborales y en la calidad de vida de los trabajadores han sido muchas veces negativos, los más afectados son los grupos de personas de mayor edad, tanto en sus condiciones de vida como en las expectativas de desarrollo humano. Tres fenómenos pueden acompañar y reforzar este proceso: la discriminación laboral, la desafiliación y la exclusión social. Los efectos por rangos de edad, especialmente entre los mayores de cuarenta años, se analizan en los apartados cuatro, cinco y seis, al final se presentan las conclusiones.

Desempleo, discriminación laboral, desafiliación y exclusión social

La desocupación es uno de los fenómenos económicos con mayor repercusión social; tiene efectos en el nivel de ingreso, en las condiciones de vida de la población y en sus emociones y motivaciones como seres humanos. La existencia de personas desempleadas se convierte en un devenir complejo pues, junto con el desempleo, pueden vivir procesos de discriminación, desafiliación y exclusión social, que repercuten directamente y de diversas formas en sus nexos familiares, de amistad y de convivencia social.

La discriminación laboral constituye el primer escalón descendente en el difícil camino de la desafiliación que puede desembocar en la exclusión total, después de ir acumulando desventajas (Saraví, 2005). Esta acumulación representa la pérdida de capacidades por la acción de las estructuras sobre el sujeto, el cual puede verse gradualmente condicionado a la postración. La discriminación laboral por edad es un tema que tiene referentes históricos como se puede apreciar en Hall (1922) citado en Pallarés (2011) y Jumper (1944) citado por Jónson (2013), pero solo hasta fechas recientes ha sido estudiado con sistematicidad por las Ciencias Sociales. Otros fenómenos relacionados que han cobrado importancia, son el envejecimiento de la población a nivel mundial, el incremento de la esperanza de vida y la reducción de las tasas de natalidad.

En los próximos años, el envejecimiento en términos absolutos y relativos de la población en México convergerá con la problemática que entraña mantener ocupada a la creciente población envejecida con expectativas de vida incrementadas, con estable período de vida productiva socialmente aceptable, que no se adapta a las nuevas condiciones de vida de la población (Menchaca, 2006).

La discriminación1 forma parte de los procesos de desafiliación y exclusión; se trata de un momento que se ubica en la toma de decisiones, es cuando se inicia el rechazo, la ruptura con el mundo del trabajo, más allá de la vulnerabilidad inherente. Es el punto de partida del recorrido por la senda de incertidumbre y desasosiego, de caminar al margen y andar a la deriva en un entorno laboral inestable.

Es importante señalar que no todos los recorridos que entraña la desafiliación se originan en la discriminación laboral entendida como prejuicio; pueden existir procesos de desafiliación auto-infligida en ciertos casos de alcoholismo y drogadicción o forzada por enfermedad, que motivan despidos, liquidaciones o barreras a la entrada.

El concepto de vulnerabilidad nos ayuda a entender la discriminación laboral; en la perspectiva de Kaztman (2002) la vulnerabilidad social es un estado de incapacidad para el acceso a oportunidades del que depende la mejoría de su bienestar o impedir su deterioro; destaca asimismo, el deterioro de activos que generan sinergias negativas hacia una mayor vulnerabilidad, reconoce de facto una carencia determinada estructuralmente por la falta de seguridad, generada a su vez en la dinámica de los mercados de trabajo vinculada a la retracción del Estado y el debilitamiento de instituciones como la familia y la comunidad.

Dicho de otra manera, el edadismo, entendido como la discriminación laboral por edad en el ámbito del trabajo, no tiene sustento técnico, científico ni moral que lo justifique, refleja más bien un prejuicio que favorece las decisiones de despido o no contratación de las empresas. Büsch et al. (2004), afirman que es más difícil encontrar trabajo en Alemania después de los 45 años. En Argentina, Dborkin et al. (2011) señalan que la frontera de edad entre vejez y juventud laboral es también 45 años. Lazo (2007), destaca que el edadismo, en Europa y Estados Unidos se manifiesta entre los 45 y 50 años; en Perú la edad se acorta a los 35 años. En México, la edad de envejecimiento laboral se manifiesta también relativamente temprano. Según Violante (2012), la tendencia laboral en México en los últimos años, es no contratar a personas mayores de 35 años.

La heterogeneidad de la edad de envejecimiento laboral en diferentes países sugiere, a nivel hipotético, que el edadismo es un prejuicio que se apoya en la disponibilidad de mano de obra joven, abundante en los países Latinoamericanos beneficiados por el bono demográfico. Cuando la oferta de mano de obra joven es cuantiosa, es plausible la posibilidad de disminuir la edad de rechazo de los demandantes de trabajo; si se carece del stock de mano de obra joven suficiente, resulta contraproducente discriminar, en forma negativa, a los mayores en los trabajos, cuyo costo de oportunidad en tecnología supere la utilización de mano de obra madura.

La desafiliación inicia con el rompimiento del vínculo laboral formal que origina una serie de rupturas que pueden desembocar en el aislamiento total o derivar en la ocupación precarizada, frecuentemente dentro de la economía informal. En todas las sociedades, con diferentes grados de desarrollo, la protección del Estado y los vínculos societarios tienden a debilitarse, los nuevos marcos normativos no buscan garantizar la seguridad en el trabajo, la familia se tornó pequeña, disminuyeron las tasas de fertilidad y aumentaron los divorcios. En suma, existe un deterioro de los soportes públicos, sociales y familiares que favorecen el proceso de desafiliación.

En este sentido, los conceptos de desafiliación y vulnerabilidad social dibujan esos vínculos intermediarios e inestables que conjugan la precariedad del trabajo y la fragilidad de los soportes de proximidad, produciendo que el sujeto reduzca su registro de interacciones y relaciones institucionales (Arteaga, 2008: 165). Se asocia el concepto de desafiliación con el de vulnerabilidad extrema, encaminada por la inestabilidad laboral y el desempleo, lo que implica la complementariedad de estos constructos.2

Los procesos de exclusión laboral y desafiliación pueden conducir a la ex clusión social. Según la OIT, la exclusión social, a grandes rasgos, se refiere a un debilitamiento o quiebre de los lazos que unen al individuo con la sociedad, aquellos que le hacen pertenecer al sistema social y tener identidad en relación a este. A partir de esta concepción se establece una nueva forma de diferenciación social entre los que están "dentro" (incluidos) y los que están fuera (excluidos) (Barros et al., 1996: 1). La exclusión social en el ámbito laboral pretende enfatizar que el centro del análisis es el mundo del trabajo, que el hilo conductor, de las exclusiones asociadas, es la falta de empleo.

La exclusión laboral por edad puede llevar al desempleo y, en ocasiones, a la infravaloración personal y grupal, que a su vez puede generar aislamiento, pérdida del capital social y derivar en otros problemas como depresión, alcoholismo, drogadicción, otras enfermedades e incluso el suicidio. No solo se afecta al excluido, también puede haber implicaciones en el entorno familiar (Bernal 2016).

Consideraciones teóricas sobre el desempleo

La desocupación y el desempleo tienen un ingrediente coyuntural y otro de naturaleza más profunda y permanente, es decir, de tipo estructural.3 Más allá de los impactos sobre el mercado laboral que se derivan de los movimientos cíclicos de las economías capitalistas, existe el desempleo estructural, el cual ha sido estudiado ampliamente por diferentes autores de la corriente estructuralista a lo largo de las últimas décadas (FitzGerald, 1998; Pinto, 1970; Prebisch, 1962 y 1973; Rodríguez, 1998).

Existe un sector permanente de la PEA4 que no encuentra empleo en el mercado de trabajo, debido a varios factores, entre los que destacan: a) el lento ritmo del proceso de acumulación de capital y de la inversión neta, b) el cambio tecnológico que se deriva de la creciente y permanente competencia inter-capitalista y c) los modos que asume la explotación de la fuerza de trabajo, entre sus manifestaciones persistentes están las extensas jornadas de trabajo y la oposición de los empresarios para que disminuyan respecto a su duración actual.

Aun cuando la teoría sobre el desempleo lo clasifica en estructural, friccional5 y tecnológico, en este artículo, debido a la disponibilidad de información estadística, se omite el análisis del desempleo friccional; además, se considera que el problema de desocupación en las economías de la región es, principalmente, de carácter estructural y tecnológico.

Se argumenta que es estructural y tecnológico porque los modos de acumulación del capital en las economías subdesarrolladas se caracterizan, primero, por el insuficiente dinamismo de la inversión orientada para satisfacer el mercado interno debido a los bajos niveles de productividad, en relación a las economías desarrolladas, y a las dificultades para acceder al sistema de crédito por las altas tasas de interés y elevadas comisiones.

En segundo término, porque los flujos de inversión extranjera, orientados a exportar y a satisfacer el consumo interno de estratos con ingresos más elevados, además del alto nivel tecnológico y productivo derivados de la creciente competencia, se traducen en altos niveles de inversión con escasa generación de empleos. Asimismo, estas inversiones generalmente no se traducen en reinversiones sistemáticas de las ganancias generadas, sino en flujos crecientes de remesas hacia las matrices que operan en los países de origen.

En tercer lugar, los capitales locales orientados directa o indirectamente al mercado exterior, que exportan materias primas mineras y agropecuarias o bienes manufacturados intermedios o finales, representan una proporción reducida en la generación total de empleos y, muchas veces, basan su competitividad en bajos salarios, en la super-explotación de la mano de obra y en contratos poco favorables a los trabajadores asalariados.

El desempleo concebido en su dimensión social no puede atribuirse solo a que existe una oferta laboral poco preparada o escasamente capacitada para articularse a las necesidades del capital, pues del conjunto de factores que determinan la localización de la inversión, la oferta laboral rápidamente puede adaptarse a los nuevos puestos de trabajo con programas de capacitación y formación técnica, muchas veces realizados por las empresas con el apoyo de los gobiernos y de las instituciones académicas regionales y locales.

En las economías subdesarrolladas, el desempleo constituye un fenómeno mucho más difícil de cuantificar en términos metodológicos que en las desarrolladas, debido a la complejidad del mercado laboral en nuestros países. La ausencia de apoyos económicos para el trabajador desempleado, como seguros y subsidios al desempleo, le obliga a ocuparse por su cuenta en actividades precarias en términos de seguridad social y de ingresos, muchas veces en la economía informal, como última forma legal de subsistencia. Estadísticamente, estos trabajadores son registrados bajo la forma de trabajador ocupado.

En términos analíticos y comparativos, se limita el alcance de la tasa de desempleo abierto como indicador preciso del nivel de desempleo en las economías subdesarrolladas. No es un problema de la forma de construir el indicador, el cual prácticamente se construye igual en la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) y en México, sino que se trata de un problema derivado de la aplicación de una misma técnica de medición a dos realidades con una dinámica económica y social diferente.6

Desocupación y desempleo en la frontera norte de México

La frontera norte de México (FNM)7 cuenta con un nivel de ingreso de los más elevados del país. De acuerdo con la Secretaría del Trabajo y Previsión Social (STPS), el ingreso mensual promedio en la FNM fue de 6,270 pesos durante el segundo trimestre del 2015, mientras que el promedio nacional era de 5,291 pesos (STPS, 2015).

El PIB per cápita también resulta favorable en la FNM, el promedio en la región fue de 12,875 dólares en 2013, en contraste con el nacional de 10,632 dólares (ver Cuadro 1). Los casos extremos fueron Nuevo León con 18,345, ocupa el tercer lugar nacional, y Baja California con 10,631 dólares en el déci mo segundo lugar del país. (Banamex, 2014).

Fuente: Banamex; México: Indicadores regionales de actividad económica 2014.

Cuadro 1 Producto Interno Bruto por habitante en la frontera norte de México. 

La FNM dista mucho de ser una región homogénea; existen diferencias estructurales y socioeconómicas significativas entre las entidades federativas, en gran parte reflejan el grado de articulación de cada una con la economía estadounidense y mundial. Sin embargo, más allá de los matices particulares, en términos económicos toda la FNM guarda un elevado grado de sincronía respecto al ciclo de la economía norteamericana, mayor incluso al del país en su conjunto. Por esta razón las crisis del capitalismo mundial se manifiestan con mayor fuerza en el mercado laboral de la FNM que a nivel nacional (Cuadro 2).

Fuente: elaboración propia con datos de INEGI; Encuesta Nacional de Empleo (ENE) y Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo (ENOE); 2005-2015. * 2015: trimestres 1 y 2.

Cuadro 2 Tasa de desempleo en la frontera norte de México 2005-2015 (%). 

Al comparar la tasa de desempleo en la FNM con el promedio nacional, las entidades del norte de México se pueden dividir en dos grupos:

  1. El primero caracterizado por tener una tendencia histórica durante la fase ascendente del ciclo económico, con tasas de desempleo abierto inferiores al promedio nacional, donde se ubican Baja California, Chihuahua y Sonora.

  2. El segundo se distingue porque la tasa de desempleo históricamente se encuentra por encima del promedio nacional, tanto en las fases de ascenso como descenso del ciclo económico, son los casos de Coahuila, Nuevo León y Tamaulipas.

A pesar de las diferencias, todas las entidades de la FNM tienen un elemento común que las identifica como región. En las fases descendentes del ciclo económico de Estados Unidos, la proporción de cambio de la tasa de desempleo tiende a incrementarse a un ritmo muy superior al promedio nacional.

Para observar y medir el impacto de la crisis económica de 2008-2009 en el incremento del número de trabajadores desempleados, se compararon los puntos mínimo (2008-I) y máximo (2009-III) de la curva de la TDA (Cuadro 3).

Fuente: elaborado con información de la ENOE; INEGI-STPS, 2007, 2008, 2009, 2010 México.

Cuadro 3 Desempleados en la frontera norte de México en el punto mínimo y máximo de la tasa de desempleo abierto. 

A nivel nacional, el número de desempleados se incrementó en 94.32% (1, 419,849) del trimestre 2007-II al 2009-III, mientras en la FNM en trimestres similares, la variación fue de 105.2% (362,319) en promedio. Los incrementos porcentuales son mayores en las entidades como Baja California, Sonora y Chihuahua con menores TDA en el punto mínimo de referencia, en comparación con Coahuila, Nuevo León y Tamaulipas.

En México, la TDA aumentó en 1.65 veces del 2007-II al 2009-III, mientras que en la FNM hubo un incremento promedio de 2.29 veces en el tercer trimestre del 2009 respecto al primer trimestre del 2008.8 El caso extremo fue Baja California donde la TDA aumentó 4.68 veces: pasó de 1.81 en el trimestre 2007-I a 8.47 en el 2009-III. En Coahuila, si bien la TDA "solamente" se duplicó, pasando de 4.95 a 9.23, resultó ser la segunda más elevada de toda la FNM. La TDA más alta correspondió a Chihuahua con 10.50% en el tercer trimestre del 2009, un aumento de 3.55 veces respecto al 2008-I (Cuadro 4).

Fuente: Elaborado con información de INEGI; ENOE; 2005-2010.

Cuadro 4 Tasa de desempleo en la frontera norte de México durante el punto mínimo y máximo de la curva. 

La explicación de estos procesos está en la estructura sectorial de la ocupación y en la elevada proporción de ocupados en las maquiladoras de exportación, que hicieron fuertes recortes en la producción y el empleo por la contracción de la economía de Estados Unidos.

Se debe tener presente que el número de desempleados y la tasa de desempleo son dos variables no comparables porque el primero es un dato en términos absolutos y la segunda es en términos relativos. Es decir, un aumento en la tasa de desempleo no significa menor número de trabajadores ocupados. En Sonora (Cuadro 5), el empleo total aumentó del 2007-I al 2010-IV en 17,081 nuevos puestos de trabajo, aun cuando la tasa de desempleo abierto pasó de 2.24% al 8.72%. Mayor tasa de desempleo no significa necesariamente una pérdida neta de empleos, sino un crecimiento proporcionalmente mayor de la población que busca ocuparse. Las razones se relacionan con los siguientes factores: a) crecimiento demográfico, b) aumento en la tasa de participación económica9 y c) variación positiva neta en la migración respecto a la capacidad del sistema para generar nuevas plazas laborales.

Fuente: elaborado con información de la ENOE; INEGI-STPS, 2007, 2008, 2009, 2010. México.

Cuadro 5 Población ocupada en la frontera norte de México en los trimestres de mínima y máxima tasa de desempleo abierto. 

En Chihuahua, Coahuila, Nuevo León y Tamaulipas, y en el promedio de la FNM, fue diferente; las mayores tasas de desempleo se tradujeron en pérdida de empleos en términos absolutos, son entidades con valores inferiores a uno (última columna Cuadro 5).

En relación al mercado laboral, el rostro más evidente de la crisis del capitalismo mundial en la región no fue el nulo crecimiento neto del empleo, sino el creciente desempleo, en términos absolutos y relativos (tasa de desempleo), debido a la pérdida de dinamismo en los niveles de inversión pública y privada asociados a la contracción de los ingresos fiscales, la reducción del crédito y la caída en la tasa general de ganancia.

Esto explica por qué en la FNM, el tránsito del mejor momento laboral, en términos de menor tasa de desempleo abierto, al peor momento, se corresponde con un decremento en los puestos de trabajo de 116,281 y un incremento en la población desempleada de 362,319 personas, en el período de referencia (ver Cuadros 5 y 3).

Con base en estos resultados, es oportuno afirmar que la idea, generalmente aceptada de que en periodos de crisis el empleo formal se reduce en términos absolutos y relativos, no es exacta. En todo caso lo que puede suceder, dicho como posibilidad, es que el empleo informal y precario crezca en términos absolutos más de prisa que el empleo formal.

Crisis y desempleo en la frontera norte de México por rango de edad

¿Qué estratos de la población trabajadora son más afectados por las crisis del capitalismo mundial en la Frontera Norte de México, en términos de desempleo por rango de edad? En términos metodológicos, el problema de la vulnerabilidad laboral medida por el nivel de desempleo en los distintos estratos de la población, clasificados por rangos de edades, puede abordarse al menos, desde dos perspectivas.

Primero, analizando la estructura porcentual de la población desocupada en las distintas fases del ciclo económico. En este caso se evalúa el número de desempleados en cada rango de edad respecto al total en cada período (Ri/ΣRi). De ese modo se establecen los rangos de edad donde se encuentra concentrada la mayor proporción de desempleados.

Por ejemplo, una característica típica de las economías y los mercados laborales en Latinoamérica es que más de la mitad de la población desocupada se encuentra entre los 14 y 29 años. En México, el porcentaje era 59.27% cuando la tasa de desempleo alcanzó en el 2007-II su nivel más bajo, antes de la crisis económica del 2008-2009. Ese porcentaje pasó a 54.87% cuando la tasa de desempleo alcanzó en 2009-III su nivel más alto. De forma semejante, en la FNM estos porcentajes fueron en promedio de 62.3% durante el punto mínimo de la tasa de desempleo y 54.7% en el máximo. Bajo este enfoque, las variaciones estructurales en términos de efectos de la crisis sobre la población trabajadora y el desempleo, se manifiestan en una reducción porcentual en los rangos de 14 a 29 años, que se corresponde con una elevación en aquellos que van de 40 años en adelante (Cuadro 6).

Fuente: ENOE (Base 2005), INEGI.

Cuadro 6 Población desocupada por rango de edad en los trimestres de menor y mayor tasa de desempleo en la República Mexicana. 

La población desempleada a nivel nacional entre 40 y 59 años, representó el 18.2% en el trimestre 2007-II y se incrementó al 21.7% en el trimestre 2009-III. De forma similar en la FNM, este incremento elevó las cifras del 17.6% al 22.9% (Cuadro 7). Este fenómeno expresa las dificultades crecientes de los trabajadores maduros y de mayor antigüedad laboral para conservar el empleo o para encontrar uno nuevo durante las fases descendentes del ciclo económico. Los más jóvenes ocupan algunos puestos de trabajo que dejan vacantes las personas de mayor edad porque son orillados a trabajar por menores salarios e ingresos y en peores condiciones laborales, por ejemplo, sin contrato laboral, con menores prestaciones y mayores jornadas.

Fuente: ENOE (Base 2005), INEGI.

Cuadro 7 Población desocupada por rango de edad en los puntos mínimo (2008-I) y máximo (2009-III) de la tasa de desempleo: frontera norte de México. 

En segundo lugar, el estudio de las relaciones entre el desempleo y su distribución por rango de edad también puede abordarse en un escenario de cambio en las diferentes fases del ciclo económico. El indicador utilizado en este artículo es la relación de cambio porcentual que se deriva del incremento del desempleo en cada rango de edad respecto al desempleo inicial (∆Ri/Ri0). Si en el enfoque anterior se analizó la proporción del desempleo de cada rango de edad en un momento histórico específico, ahora se hace a través de la relación de cambio de un momento respecto a otro.

Este enfoque permite visualizar los estratos de desempleados, por rango de edad, afectados con mayor fuerza por la crisis, revelando un nuevo aspecto de este fenómeno. Por ejemplo, a nivel nacional la población desempleada de más de 60 años que en el tercer trimestre del 2009, cuando la tasa de desempleo alcanza su máximo nivel en la crisis, representaba el 2.81% del total en comparación al 2.59% que tenía en el 2007-IV (tasa de desempleo mínima), da la apariencia de que el efecto es insignificante; sin embargo, las personas desocupadas en este rango de edad se incrementaron en un 110.6%. Bajo esta perspectiva, el gobierno cuenta con información suficiente para implementar políticas públicas focalizadas a este segmento de la población (ver Cuadro 6).

De forma similar, en la FNM, en el periodo de referencia 2008-I al 2009-III, las personas desempleadas mayores de 60 años solamente representaban el 3.14% y después el 2.87% de la población total sin empleo (ver Cuadro 7); sin embargo, en ese lapso los desempleados en este grupo de edad aumentaron en 88% (∆Ri/Ri0).

Desde esta visión, se encuentra que el impacto mayor de la crisis en el país, cuando la tasa de desempleo alcanza su valor máximo, fue en los rangos de 50-59 años; allí ocurrió el mayor incremento pues el número de desempleados aumentó en 145.71%, mientras que en el grupo de 40-49 años en 124.62%. El número de desempleados en esas edades creció más del doble. Por cada cien desempleados de 50 a 59 años, en el punto donde la tasa de desempleo alcanza su punto mínimo, había en el 2009-III, 245 desempleados. De forma semejante, en la FNM las personas desocupadas entre 40-49 años, aumentaron en 169.8% en el período de referencia y en 160.8% entre las personas de 50-59 años (ver Cuadro 7).

Como se dijo, las personas desempleadas entre los 14-19 y 20-29 años, cuando la tasa de desempleo alcanza su valor máximo (2009-III), representaban en el promedio nacional el 17.8% y 37.5% respectivamente, pero dentro de su correspondiente rango de edad su aumento fue 83.68% y 80.05% (∆Ri/ Ri0). Por cada cien desempleados menores de 29 años en el punto donde la tasa de desempleo alcanza su punto mínimo se tenían, en el 2009-III, 181 desempleados, inferior a lo sucedido con los mayores de 50 años.

En resumen, en la crisis más reciente de la economía mexicana (2008-2009), el desempleo creció con más fuerza en los grupos de 40-49 años (169.77%), 50-59 (160.82%) y de 60 años y más (88.03%). En todos estos rangos los incrementos fueron mayores al crecimiento porcentual promedio en las edades de 14-19, 20-29 y 30-39 años.

Participación de los mayores de cuarenta años en la PEA

Al tomar el promedio del periodo 2005-2014, la PEA mayor de 40 años en México representó el 42.46%, casi igual que en la FNM (42.37%). En el país existen en este segmento de la PEA 20, 493,451 personas y en la FNM 3, 736,843 (Cuadro 8).

Fuente: Elaboración con base en datos de la ENOE, INEGI.

Cuadro 8 Población Económicamente Activa por rango de edad. Total nacional y entidades de la frontera norte. Promedio 2005-2014 (valores porcentuales). 

La participación de la PEA en el país y en la FNM es similar en las edades de 40-49 y de 50-59 años (ver Cuadro 9), pero en las personas de 60 años y más la diferencia es más significativa, 8.04% en México y 6.73% en la FNM.

Fuente: Elaboración con base en datos de la ENOE, INEGI.

Cuadro 9 Población desocupada mayor de 40 años en la frontera norte de México (2007-2014). 

En la FNM, la menor participación en la PEA de las personas de 60 años y más se explica en parte por las siguientes razones:

  1. Mayor estabilidad en el empleo, lo cual se constituye en un elemento coadyuvante que garantiza cierta certidumbre económica entre la población mayor de 60 años, ocasionando su salida del mercado laboral, es decir de la PEA, a partir de esa edad.

  2. Asociado a lo anterior, se encontró que un mayor porcentaje de la población ocupada cuenta con diferentes sistemas de seguridad social como pensiones, jubilaciones, fondos de ahorro para el retiro, etc.

  3. En la FNM existen mejores condiciones, respecto al promedio nacional, para que las familias hagan frente a mayores tasas de dependencia, tanto de niños como de personas mayores de 60 años10. Aun cuando las mayores tasas de dependencia no se presentan en la FNM (entre 11.0 y 13.3 respecto al rango general de 6.1 al 16.0, durante el año 2000), su incremento ha sido significativo, tratándose de personas mayores de 60 años (INEGI, 2005). En el caso de Nuevo León, Coahuila y Tamaulipas, el incremento en la relación de dependencia de adultos mayores estuvo dentro del rango de 14.9% al 20.3%; Baja California y Chihuahua, entre 6.1% y 11.9%. El menor incremento correspondió a Sonora, dentro del rango de 0.7% al 5.8%.

  4. Entre los hombres de 60 años o más la inserción en el mercado de trabajo muestra una tendencia decreciente conforme se incrementa el nivel de instrucción; sin embargo, la tasa de participación económica no tiene grandes cambios cuando aumentan los años de estudio, es decir, más de la mitad de las personas de este sexo realizan actividades económicas, sin importar el nivel de instrucción.11

Cualquiera de estas circunstancias conducirá a una reducción de la participación, en la PEA, de las personas mayores de sesenta años de edad. Esta podría ser una aspiración de las diversas organizaciones de trabajadores y un "ideal" de una política pública para construir un régimen sólido de pensiones y jubilaciones, cuya resultante sería la reducción de la participación en la PEA de las personas mayores a los 60 años de edad.

Más allá del "ideal" la realidad es que

los adultos mayores siguen cumpliendo un papel importante en la producción de bienes y servicios, pues casi la mitad de la población de 60 a 64 años del país continúa en la actividad económica. Esta elevada participación laboral revela una situación que, lejos de constituir una opción voluntaria, puede atribuirse tanto a la baja cobertura de la seguridad social como al escaso monto de las jubilaciones percibidas por aquellos que cuentan con tal protección (INEGI, 2005).

En general

la reducida participación económica en las edades avanzadas puede asociarse al descenso de las actividades agrícolas y artesanales que permitían el trabajo de todos los miembros del hogar de acuerdo a su capacidad y experiencia. La causa de retiro no se puede asociar a los programas de jubilación porque la cobertura de la seguridad social es muy limitada y porque los montos de las pensiones son muy bajos en general, de tal manera que no alcanzan para cubrir las necesidades de los adultos mayores (INEGI, 2005).12

Pero no sólo se trata de la elevada participación de personas mayores de 60 años sin acceso a un sistema de seguridad social, sino además, cuando están ocupados laboralmente reciben los menores ingresos en relación a otros rangos de edad. Como el nivel de ingreso también se encuentra correlacionado con el grado de escolaridad

los adultos mayores son los que en promedio tienen menor ingreso por hora con respecto al grueso de la población, el ingreso medio por hora del total de los mayores de 14 años es de 26.5 pesos, mientras que en el grupo de 60 años o más es de 22.1 pesos. Aunado a esta diferencia salarial, se encuentra que los adultos mayores son los que menos horas dedican al trabajo extra-doméstico a la semana, por lo cual este grupo registra los ingresos medios al mes más bajos (3,482.96 pesos). El mayor nivel de instrucción hace que las disparidades en los ingresos por hora se inviertan. En el grupo de personas con estudios de preparatoria o más, los ingresos son mayores para quienes sobrepasan los 60 años de vida que para aquellos que tienen entre 30 y 44 años, la diferencia en el ingreso es de más de 10 pesos cada hora para los de nivel preparatoria y de 20 para los de nivel profesional" (INEGI, 2005)13

El desempleo en los mayores de 40 años en la frontera norte de México

La participación de la FNM en el desempleo nacional de personas mayores de 40 años se ha incrementado los últimos años (ver figura 11), agudizándose en las fases descendentes del ciclo económico. En 2007, su participación era del 18.34%, pero en 2012 alcanzó su mayor nivel histórico con 24.22%, pasó de 132,405 a 304,970 desocupados; dicho de otro modo, hubo un incremento de 130.3% en los años de referencia. En 2014, al recuperarse lentamente la economía nacional, se produjo una reducción en el número de desempleados mayores de 40 años, pasando a 271,295 personas. A pesar de esta disminución, el número de desempleados en estas edades seguía en más del doble del registrado antes de la crisis.

Como se señaló antes, más allá de las fluctuaciones en el nivel de ocupación derivados del ritmo de la actividad económica, existe una masa creciente de trabajadores desocupados, de desempleo estructural que persiste en las fases de auge económico, lo más grave y preocupante para este sector de la PEA, es que tiende a ser mayor con el tiempo.

Baja California y Sonora, son los estados de la FNM que aumentaron de forma más acelerada el número de personas desempleadas mayores de 40 años entre 2007-2014. En Baja California, este aumento ha sido de 4.5 veces y en Sonora de 3.2 veces (ver Cuadro 9).

Fuente: Elaboración con base en datos de la ENOE, INEGI.

Cuadro 10 Población desocupada mayor de 40 años en la frontera norte de México (2007-2014) (Valores porcentuales con respecto al total de la frontera norte). 

En cambio, si se pone énfasis en el peso porcentual de las personas desempleadas mayores de 40 años, por entidad federativa, durante el año 2014 Nuevo León ocupa el primer lugar seguido de Baja California, con 23.19% y 18.83% respectivamente. Sonora es la entidad en la cual las personas desocupadas mayores de 40 años, respecto al total de desocupados en este rango de edad, representan la menor proporción de toda la FNM, con 13.06% (ver figura 12).14

Lo expuesto en este apartado, nos permite cuantificar la evolución y magnitud del desempleo en las personas mayores a los cuarenta años de edad, este problema complejo cobra mayor relevancia si consideramos que la edad promedio de la PEA en México es de 38.7 años (INEGI, 2015) y la edad mediana de los jefes de familia para el año 2010, es de 46 años según estimaciones de Conapo (2013).

Adicionalmente al aspecto cuantitativo, existe la dimensión cualitativa del fenómeno, que se manifiesta socialmente en un conjunto de problemas hasta ahora poco estudiados, que se encuentran asociados a la discriminación, la desafiliación y la exclusión social, de la forma que ha sido planteada al inicio de este artículo.

Conclusiones

Las nuevas condiciones en el mundo del trabajo generadas por la globalización y el neoliberalismo, derivan en un conjunto de implicaciones en las condiciones de vida de los afectados por el desempleo y que tienen que ver con procesos complejos de vulnerabilidad, discriminación, desafiliación y exclusión social.

La frontera norte de México, presenta diferencias respecto al promedio nacional en el comportamiento de sus indicadores de empleo y desocupación, debido a la cercanía geográfica e integración histórica con la economía de Estados Unidos, resulta más sensible a las fluctuaciones del ciclo económico del país vecino.

Los grupos etarios más vulnerables a las crisis en la frontera norte, son los ubicados en el rango entre los 40 a 59 años, ya que experimentan un crecimiento en la desocupación, simultáneo a la disminución relativa del des empleo en personas que se ubican entre el rango de 14 a 29 años. Como consecuencia de este hecho, los trabajadores maduros y de mayor antigüedad laboral, confrontan más problemas para conservar el empleo o para encontrar uno nuevo, siendo ellos quienes principalmente, padecen la discriminación, la desafiliación y la exclusión social.

También las personas mayores de 60 años, aun cuando representan un porcentaje relativamente pequeño dentro del total de personas desocupadas, no sólo se ven afectadas ante los embates del desempleo, sino que además el deterioro de sus condiciones de vida es mayor, porque sus ingresos resultan menores a los que reciben los trabajadores más jóvenes. El hecho de que a esa edad se encuentren todavía trabajando, habla de una deficiencia real del sistema de pensiones y jubilaciones.

La FNM en razón de las especificidades de su ubicación geográfica, del comportamiento de su economía y de su particular problemática del desempleo, debe ser objeto de tratamiento especial, a la hora de formular políticas activas de empleo, de fomento económico y de desarrollo social, considerando como prioridad, la atención a los grupos mayormente afectados por el desempleo.

Las personas en edad de retiro, mayores de sesenta años, por la vulnerabilidad que confrontan y las deficiencias del sistema de pensiones y jubilaciones, también deben ser consideradas, con criterios de equidad y justicia social, en los programas públicos pertinentes.

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1La discriminación laboral se entiende como el trato diferenciado dado por las y los empleadores a personas de ciertos grupos poblacionales durante los procesos de reclutamiento, selección, desempeño o promoción practicados por la organización. Esta diferenciación no se funda en criterios objetivos de cualificación, capacitación o de mérito requeridos para desempeñar la actividad laboral, sino en preconcepciones y prejuicios relacionados con algún grupo social que posee una diferencia con los demás (Menchaca, 2006: 7).

2"En lo que se refiere a los efectos subjetivos, el desempleo afecta de forma importante a las relaciones familiares, la identidad y la autoestima. El desempleo, debido a la gran incertidumbre y desamparo que implica, trae aparejada una sensación de inseguridad para la persona. También implica un importante cuestionamiento de la identidad" (Dborkin et al. 2011: 29-30).

3El desempleo estructural es el resultado de la insuficiente capacidad de demanda de fuerza de trabajo ante la debilidad de los niveles de acumulación de capital e inversión, y no como producto de un exceso de oferta.

4Población Económicamente Activa: personas de 15 y más años de edad que tuvieron vínculo con la actividad económica o que lo buscaron en la semana de referencia, por lo que se encontraban ocupadas o desocupadas (INEGI, 2015).

5El desempleo friccional es el producido durante el periodo de tiempo entre que un trabajador deja su trabajo anterior y encuentra el siguiente, es decir se le conoce como de sempleo friccional a la transición de un empleo a otro. A veces se llama búsqueda de empleo y puede ser voluntario basado en las circunstancias de la persona desempleada (Mortensen, 1970, en Wikipedia, 2015).

6Esto se expresa en que la tasa de desempleo abierto de México resulte inferior a la de los países de la OCDE, lo cual no significa que en nuestro país sean mayores las oportunidades de encontrar un empleo. "El desempleo en México es bajo (4,3% en el primer trimestre de 2015) en comparación con el promedio OCDE (7%), y ha tendido a la baja en los últimos años" (OECD, 2015).

7Incluye los Estados de Baja California, Sonora, Chihuahua, Coahuila, Nuevo León y Tamaulipas.

8La no coincidencia de los trimestres de mínima y máxima tasa de desempleo entre el promedio nacional y la FNM se debe a la falta de sincronía en ambos ciclos económicos.

9Porcentaje que representa la Población Económicamente Activa respecto a la de 15 y más años de edad (INEGI, 2015).

10Para el año 2000, Zacatecas (16%), Oaxaca (15.9%) y Michoacán de Ocampo (15.1%) son los estados con la relación de dependencia demográfica más alta (en adultos mayores a 60 años), mientras que Quintana Roo (6.1%), Baja California y el estado de México (9.4% cada uno) presentaron las más bajas. Las primeras entidades son las que han mostrado las mayores pérdidas de población potencialmente activa, causadas principalmente por la mi gración internacional, mientras que las segundas han atraído importantes corrientes de jóvenes y adultos en los últimos años (INEGI, 2005).

11Para las mujeres de 60 años o más sí se aprecia una relación muy marcada: una de cada cinco mujeres que no alcanzaron a aprobar algún grado de escolaridad participa en la actividad económica, mientras que entre las que alcanzaron niveles de profesional o más, la tasa neta de participación es alrededor de 50% más elevada en relación con la de las primeras (INEGI, 2005).

12En México una significativa proporción de los adultos mayores permanecen en la actividad económica, lo que puede obedecer a una decisión voluntaria vinculada con el deseo de seguir realizándose como persona o a la ocupación del tiempo libre, aunque también puede estar sujeta a la necesidad de un ingreso suficiente, dada la falta de prestaciones sociales o lo reducido de los montos de las jubilaciones y pensiones (INEGI, 2005). En el país residen poco más de 9 millones de personas de 60 años o más, de ellas 3.3 millones realizan alguna actividad económica, equivale a que 36.5% del total de adultos mayores están en el mercado de trabajo. La encuesta refleja que la tasa neta de participación es diferenciada por sexo; 57 de cada 100 hombres de 60 años o más participan en alguna actividad económica y poco menos de 20 de cada 100 mujeres hacen lo mismo.

13Al segundo trimestre del año 2015, los ingresos promedio en pesos por hora trabajada en el caso de asalariados y subordinados fue la siguiente: Nacional (31.6), Baja California (33.4), Coahuila (35.3), Chihuahua (33.5), Nuevo León (38.3), Sonora (35.9), Tamaulipas (32.4) (STPS, 2015).

14Considérese que en Sonora las personas mayores a 40 años representan el 43.1% de la PEA, mientras que en Baja California y Nuevo León, este porcentaje es de 41.0% y 41.9%, respectivamente.

Recibido: Noviembre de 2015; Revisado: Febrero de 2016; Aprobado: Junio de 2016

Autora para correspondencia: blara@colson.edu.mx

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