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Tzintzun

versión impresa ISSN 0188-2872

Tzintzun  no.58 Morelia jul./dic. 2013

 

Reseñas

 

Verónica Oikión Solano y Miguel Ángel Urrego Ardila (editores), Violencia y sociedad. Un hito en la historia de las izquierdas en América Latina

 

Pablo Vargas González

 

Morelia, Instituto de Investigaciones Históricas de la Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo y El Colegio de Michoacán, 2010, 525 p.

 

Universidad Autónoma de la Ciudad de México.

 

 

En los últimos años se ha vuelto una constante hablar de violencia e inseguridad pública, sin embargo es difícil encontrar razones sólidas de lo que sucede en nuestro entorno. Por lo que son agradecibles aquellos estudios que dan explicaciones que van más allá de nuestras fronteras y abordan las circunstancias históricas causales. Es el caso del libro Violencia y sociedad. Un hito en la historia de las izquierdas en América Latina, editado por Verónica Oikión Solano y Miguel Ángel Urrego Ardila, y publicado con colofón de 2010 por el Instituto de Investigaciones Históricas de la Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo y El Colegio de Michoacán.

Desde su título, la obra nos da un fuerte indicador de los temas que se analizan. De antemano hay dos vertientes de abordaje, como son, por una parte, las modalidades de la violencia y su repercusión en la sociedad latinoamericana -especialmente señalada en el siglo XX por su asociación a los procesos de cambio social, y, por otra, el papel que han jugado los destacamentos de izquierda en el continente, no en la etapa actual-, cuando en algunos países ha llegado al poder, sino sobre todo en la etapa antecedente.

Si ubicamos la dimensión temporal de los diecisiete apartados que componen el libro, se tiene claridad del periodo de análisis, principalmente porque abordan las experiencias de la izquierda de los años sesenta y setenta del siglo XX. Pero en gran medida son aplicables a los temas y a los problemas actuales relacionados con la violencia social, así como a las respuestas del Estado a causa de la descomposición social y el deterioro de las instituciones, es decir, lo que hoy conocemos como quebranto del tejido social y los problemas generados por la delincuencia o la llamada "guerra" contra el crimen organizado.

Como bien lo dice Verónica Oikión en la Introducción de la obra, se trata de investigar el papel de la izquierda en la crisis de transformación del Estado en varias latitudes de Latinoamérica. Por lo tanto, define a la izquierda no sólo como la acción de los partidos políticos, término completamente restrictivo, sino como parte de un "entramado multifacético" de conjuntos de organizaciones urbano-populares, obreras, campesinas, indígenas, profesionistas, feministas, de diversidad sexual, empresarial, intelectual y de grupos marginales de la sociedad.

El libro está integrado por cinco capítulos, y diecisiete sub capítulos, siendo los temas: violencia y sociedad en México en la segunda mitad del siglo XX; violencia e izquierda revolucionaria en México; violencia y sociedad en América Latina en el siglo XIX, y violencia e izquierda revolucionaria en América Latina.

Puede observarse que cada uno de los capítulos está completamente sustentado en información "dura", con datos documentales y hemerográficos, además de entrevistas y referencias cualitativas y adecuadamente enmarcadas en las circunstancias históricas. Los autores son todos ellos académicos de varias instituciones de investigación y de docencia en las áreas de la historia y las ciencias sociales, con formación teórica y metodológica. La riqueza de la obra tiene que ver con sus diversos orígenes disciplinarios e institucionales, así como las diferentes opciones de análisis.

El término "violencia revolucionaria", inherente a las fuerzas de izquierda, convoca al debate sobre la justificación de la conmoción violenta para el cambio social. Se concuerda en que todo tipo de violencia es injustificable, y que no son comparables las prácticas de los movimientos sociales y populares, incluso los que reclamaron esta vía, con las medidas extremas de la violencia estatal favorecidas con equipamiento, milicia regular, recursos y estrategias inconmensurables.

Mediante la metodología histórica -así se constata en el libro- pueden ubicarse las razones profundas de la violencia y su discurso ideológico en un momento de quiebre en México y en Latinoamérica, con la instalación de proyectos alternativos frente a un Estado liberal y autoritario, incapaz de responder a las demandas de nuevos sectores sociales. Lejos de abrir los canales del sistema político, la respuesta se expuso a través de la cerrazón y la fuerza, lo que ocasionó un círculo vicioso en el que a la represión había que sobreponer la violencia revolucionaria.

En la primera parte de la obra se exponen casos de represión contra manifestaciones sociales en Michoacán y en Jalisco, en sus áreas rurales y urbanas, con el surgimiento de grupos paramilitares y las respuestas toleradas de anticomunismo. También se expresan las repercusiones provocadas por el movimiento estudiantil de 1968 y la represión del 10 de junio de 1971, sobre todo con respuestas populares, entre ellas la aparición de grupos guerrilleros acosados por la intransigencia del autoritarismo, y su contraparte, el engrosamiento de las izquierdas, que a la fecha todavía es un fenómeno inconcluso.

La segunda parte del libro inicia con casos de violencia en Uruguay y en Chile en el siglo xix, en cuyo contenido el lector abreva de las raíces en el uso de la fuerza y sus vínculos con las relaciones y el ejercicio del poder.

En los dos últimos capítulos se muestran experiencias latinoamericanas, algunas de ellas desconocidas o poco expuestas a los reflectores. Todas ellas coadyuvan a seguir reconstruyendo el rompecabezas roto por la violencia estatal, muchas veces siguiendo lineamientos externos; así, se pueden conocer las revueltas tempranas en Guatemala y en Belice que darían origen a un largo periodo de autoritarismo y de entronización de juntas militares.

La puesta en escena y el rescate de actores con una presencia indudable es el caso del trotskismo en México y sus ramificaciones y enlaces con la guerrilla guatemalteca. Así como el papel del movimiento obrero, estudiantil y campesino en el realineamiento de vías democráticas alternativas en Colombia. Sin dejar de considerar el entramado oculto de la guerrilla boliviana.

No son menos importantes los balances que se hacen de Argentina, Perú, El Salvador y Colombia. En este último se revisa el papel de los grupos eclesiales de base como actores sociales significativos. Además, de los casos nacionales se pueden extraer lecciones y retomar las vertientes de análisis que son generalizables para varios países de Latinoamérica.

A partir de la lectura de la obra surgen reflexiones en torno a los procesos sociales como experimentos en la construcción de alternativas de que dan cuenta cada uno de los ensayos, y que resultan lejanas a lo que Santiago Genovés y el Manifiesto de Sevilla plantearon, es decir, que la "guerra", y por consiguiente la violencia, no es innata al hombre, no es una fatalidad biológica. Por el contrario, es una invención cultural, las más de las veces creada para mantener condiciones y poderes no democráticos ni populares.

Sin duda, el libro tiene gran alcance, sobre todo porque su publicación se realiza en un momento en que en México se discute y se cuestiona la violencia estatal y el uso que hace de las fuerzas armadas y la militarización, como formas propias de autoritarismo para responder a los problemas de delincuencia organizada. También esta obra reabre la discusión sobre la llamada "guerra sucia" y los hechos del pasado reciente, así como del uso y abuso de las fuerzas armadas para controlar los movimientos sociales, muchos de ellos de carácter reivindicativo. Varios de los autores documentan en sus contribuciones acontecimientos que hoy son punibles y sancionables, como son las desapariciones forzadas, los secuestros, los allanamientos, las torturas y las ejecuciones extrajudiciales.

El libro no sólo cubre un aspecto importante de la historia política contemporánea mediante fuertes lazos de articulación entre el pasado y el presente, sino que logra reconstruir la memoria de movimientos y agrupaciones sociales y populares que perseguían cambios democráticos, pero que fueron fuertemente castigados por su posición alternativa.

El libro Violencia y sociedad. Un hito en la historia de las izquierdas en América Latina se constituye en un precedente indispensable para entender la reconstrucción, la inserción y el papel de las izquierdas en México y en sus regiones, así como en Latinoamérica. Esta obra nos pone en alerta para comprender las nuevas experiencias en el continente latinoamericano y para observar muy de cerca los cambios en el mundo globalizado del siglo XXI. Para cerrar esta reseña añado un último comentario para expresar que las izquierdas se erigen, hoy por hoy, en distintos espacios de la geografía latinoamericana como actores gobernantes, con los desafíos inherentes a su encumbramiento en el poder legítimo.

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