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Tzintzun

Print version ISSN 0188-2872

Tzintzun  n.57 Morelia Jan./Jun. 2013

 

Reseñas

 

José Óscar Ávila Juárez, Acero, nacionalismo y neoliberalismo en México. Historia de la Siderúrgica Lázaro Cárdenas-Las Truchas, S. A.

 

Jesús Méndez Reyes

 

México, Facultad de Filosofía, Universidad Autónoma de Querétaro, 2011, 445 p.

 

Universidad Autónoma de Baja California.

 

La revisión exhaustiva de la industria siderúrgica en América Latina y la historia de las empresas públicas como parte del desarrollo local y nacional está en ciernes. A inicios de la década 1980, se contabilizaban en México poco más de mil ciento cincuenta empresas públicas (paraestatales) en diferentes sectores de la economía; de aquellas, menos del veinte por ciento cuentan con un estudio académico vinculado a la historia económica o institucional del país. Según Carlos Marichal, la trayectoria de las empresas estatales en México ha tenido tres fases: "una génesis lenta y prolongada (1920-1960), una extraordinaria expansión (1960-1982) y una súbita decadencia (1983-1996)".1 Entre los dos primeros ciclos se encuentra la industria acerera nacional.

El libro Acero, nacionalismo y neoliberalismo en México. Historia de la Siderúrgica Lázaro Cárdenas-Las Truchas, S. A., es un esfuerzo loable por colocar en perspectiva la trayectoria de la empresa pública. Por un lado, la concepción de un polo de desarrollo ligado a una sociedad anónima y la política económica como directriz pública frente a una potencial pista de despegue regional; por otro lado, el oficio del historiador que escudriña los archivos de la empresa para darle sentido y perspectiva a un grupo social, a partir del actor central: la siderúrgica estatal Lázaro Cárdenas-Las Truchas, S. A. (SICARTSA). Es cierto que existe una voluminosa obra sobre la industria siderúrgica que presenta cómo fueron apareciendo las ferrerías y las sociedades anónimas del ramo, hasta perfilar la participación del gobierno mexicano en la industria semipesada y de transformación en la segunda parte del siglo XX.2 No obstante, me parece, faltó ligar el desempeño de las empresas con el despegue de las regiones, con los beneficios sociales y económicos derivados de la instalación de aquella, así como el éxito o el fracaso de la misma por numerosos factores.

Ávila Juárez nos presenta en este libro un estudio bien documentado que reconstruye la política industrial nacionalista del general Lázaro Cárdenas y el devenir de una empresa pública que abrió sus puertas en medio de una crisis económica internacional. Un magno proyecto rezagado en el tiempo que el populista Luis Echeverría aceleró para contrarrestar los efectos de la larga huelga de Fundidora de Monterrey, movimiento que representó sólo una fracción del serio problema laboral en México, que entre 1973 y 1974 registró cerca de dos mil huelgas.

El fundo minero Las Truchas fue propio de las concesiones del Porfiriato. En este caso el fundo se denunció desde 1907 y a lo largo del tiempo se articularía en el proyecto de la siderúrgica estatal Lázaro Cárdenas-Las Truchas. Paradójicamente, el proceso llevaría más de ocho lustros en dar frutos -desde su concepción hasta su puesta en marcha- y menos de la mitad de ese tiempo para que el Estado mexicano se desprendiera de SICARTSA.

Las Truchas fue considerado "el mayor criadero de hierro de la República" durante varias décadas (p. 111), y aunque en su origen hubo capital inglés y luego estadounidense, fue en el Primer Plan Sexenal del Partido Nacional Revolucionario que surgió el sueño de construir una siderúrgica nacional. La primera exposición documentada sobre la situación de los fundos ferríferos en la región michoacana se elaboró en el mes de agosto de 1937; un mes después, el presidente Lázaro Cárdenas encomendó al consultor acerero Lloyd M. Kniffin el estudio de factibilidad para articular el proyecto. El especialista recomendó olvidar ese asunto "por los altos costos" que supondría construir, operar y hacer rentable la posible planta industrial. A esta opinión se sumaría una larga batalla judicial de los antiguos dueños del fundo para recuperar el control de los yacimientos. El autor de la obra reseñada refiere que la Suprema Corte de Justicia de la Nación les negó el amparo jurídico a los estadounidenses y en junio de 1941 los lotes mineros de Las Truchas "fueron incorporados a las reservas mineras nacionales" (p. 124).

El ingeniero Cuauhtémoc Cárdenas, en su reciente autobiografía, refiere el caso de SICARTSA como el proyecto de vanguardia regional y clave para "el desarrollo industrial" del bajo Pacífico. Aparecen también en el relato, los contratiempos previos a la inauguración de la empresa pública y las diferencias que el hijo del general tuvo con Adolfo Orive Alba, a quien el gobierno federal encomendó la Comisión de Tepalcatepec.3 La historia de SICARTSA consignada en la obra de Ávila Juárez nos permitirá entender, de mejor manera, cómo un proyecto con buenas intenciones concebido para detonar los estados de Michoacán y Guerrero, y atender la demanda internacional de acero generada por la Segunda Guerra Mundial, avanzó con excesiva lentitud y la pesadez de un elefante -como califica el autor al sector acerero mexicano- en la vertiginosa carrera del capitalismo industrial al que pretendía sumarse México en aquellos años.

El libro, con el sello de la Universidad de Querétaro, reconstruye los avatares que enfrentó el proyecto siderúrgico al modificarse la ley minera que concesionó a particulares varios lotes de los viejos fundos ferríferos. El texto da cuenta del devenir de las compañías productoras de hierro y acero que fueron estableciéndose a lo largo del territorio: Guaymas, Tulpetlac, Monclova, Azcapotzalco, Piedras Negras, San Luis Potosí, Veracruz, etcétera. Asimismo, el autor va hilando aquella historia con la creación de la Comisión del Tepalcatepec, la accidentada elección de 1952, la Guerra de Corea, la aparición de TAMSA y Condumex, amén del riesgo de cancelar la iniciativa por las estrechas ligas del general Cárdenas con el Movimiento de Liberación Nacional.

Los cuatro capítulos en que se divide el texto dan cuenta de la industria siderúrgica y la constante dificultad para conseguir grandes capitales para apurar la industrialización mexicana. Tanto Hojalata y Lámina, S. A. (HYLSA) como Altos Hornos de México, S. A. (AHMSA) fueron la base para "planificar la industrialización del país, teniendo como sostén la producción de acero", por eso el autor sugiere que Cárdenas del Río mantuvo viva la esperanza de que Tierra Caliente y la región Centro Pacífico sacarían a flote a la población a través de la empresa pública, la cual integraría el corredor Balsas-Tepalcatepec a los mercados nacional y de exportación. El beneficio del binomio Estado-empresarios, señala Ávila Juárez, fue uno de los instrumentos más acentuados de política con "aliento patriótico", y Las Truchas hubiese cambiado el panorama de gran parte de México.

El libro en su totalidad coadyuvará a comprender el subsector metalúrgico en el largo plazo y vincularlo al papel del gobierno mexicano, impulsor económico del esfuerzo público y privado (mixto) en el segundo tercio del siglo XX, en aquel momento irrepetible de altas tasas de crecimiento del PIB y cuya bonanza desarrollista obnubiló las demandas democráticas y laborales.

Acero, nacionalismo y neoliberalismo en México es el resultado de una tesis doctoral cuyas premisas y preguntas de investigación maduró el investigador a fuer de sus conocimientos y el bastimento histórico en el archivo de Fundidora de Monterrey. No obstante, cuando José Óscar explica la aparición y crisis de SICARTSA atada a las condiciones económicas internacionales, el historiador deja de lado que el mercado nacional redujo de manera considerable la expansión del capitalismo industrial por el sube y baja de los precios industriales, la estrategia de cartelización de la OPEP y porque llegaron a su punto más bajo los términos de intercambio de las materias primas.

Estos y otros eventos de corte político y social a fines de 1960 e inicios de 1970 desincentivaron la inversión local. El reacomodo fue aprovechado por otros competidores para montar sus propias plantas acereras -China el mejor ejemplo- y México no alcanzó a montarse en la última cresta del ciclo ascendente, que por cierto duró muy poco. Hacia 1980, el país asiático contaba con trescientas mil empresas industriales y su contribución al PIB era cercana al cincuenta por ciento del total del producto, mientras tanto el gobierno mexicano apostaba por el petróleo y -bajo otra presidencia sin ton ni son-, "administrar la abundancia". En el cambio sexenal estalló la crisis de la deuda en el país -SICARTSA era deudor del Banco Mundial y del Banco Interamericano de Desarrollo- y una huelga de cuatro mil quinientos operarios sepultó cualquier posibilidad de industria acerera mexicana de punta.

La última parte del libro reconstruye el tobogán económico mexicano que terminó en ajustes macroeconómicos y el desequilibrio del Estado, la pulverización de los salarios y los ingresos familiares, la dificultad de mantener la industria acerera en números negros y la privatización de la acería michoacana. El autor llama a este periodo "un camino sin retorno". Si bien en el año 1982, el Fideicomiso para la Cobertura de Riesgo Cambiario benefició a HYLSA, el gobierno mexicano liquidó Fundidora de Monterrey y descapitalizó SICARTSA poco tiempo después.

Iniciado el sexenio de Miguel de la Madrid, el panorama para esta última empresa no fue "nada alentador". La búsqueda de "eficiencia productiva" de una compañía "en pleno proceso de reconversión industrial y necesidad permanente de capitales" (p. 367) congelaron sus posibilidades; por ende, las decisiones de política económica tiraron por la borda un esfuerzo histórico de desarrollo regional. A pesar del crédito solicitado al Banco Mundial en marzo de 1988, para ajustar el sector siderúrgico, tres años después llegó "la muerte anunciada" de las acerías estatales. El propósito último del gobierno, privatizarlas.

Vale la pena adquirir y leer este esfuerzo académico sobre la historia de SICARTSA ya que seguro abrirá un gran debate en plena época de cambios políticos y económicos, que replanteen el camino andado, que prospecten el futuro de la economía mexicana, pero sobre todo que ilustren a los hacedores de política económica para no repetir los yerros de sus antecesores.

 

Notas

1 Carlos Marichal, "Historia de las empresas e historia económica en México: avances y perspectivas", en: Jorge Basave y Marcela Hernández (coords.), Los estudios de empresarios y empresas. Una perspectiva internacional, México, Instituto de Investigaciones Económicas UNAM-UAM Iztapalapa-Plaza y Valdés Editores, 2007, pp. 71-100.         [ Links ]

2 Daniel Toledo y Francisco Zapata, Acero y Estado. Una historia de la industria siderúrgica integrada de México, México, UAM, 1999, dos tomos.         [ Links ]

3 Cuauhtémoc Cárdenas, Sobre mis pasos, México, Aguilar, 2010, pp. 98-105.         [ Links ]

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