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Tzintzun

Print version ISSN 0188-2872

Tzintzun  n.54 Morelia Jul./Dec. 2011

 

Artículos

 

La proyección de México en Cuba: la estela del artilugio 1886 – 1910

 

The projection of Mexico in Cuba: under the shadow of deceiving 1886 – 1910

 

La projection du Mexique â Cuba: le trace des subterfuges 1886 – 1910

 

Margarita Espinosa Blas

 

Universidad Autónoma de Querétaro. Correo electrónico: margaritaespinosa@hotmail.com.

 

Recepción: 31 de marzo de 2011.
Aceptación: 16 de mayo de 2011.

 

Resumen

En las tres últimas décadas el porfiriato ha experimentado una profunda revisión historiográfica. Se ha pasado revista a todas aquellas ideas construidas por la historiografía que merecían matices y regresar a las fuentes. Uno de estos temas es la proyección del país y del gobernante Porfirio Díaz en la época de mayor esplendor y éxito de la dictadura. Se daba por sentando que las expresiones de admiración que mereció Porfirio Díaz no tenían mucho peso. Sin embargo, para la historiografía reciente esas manifestaciones se explican en buena parte gracias a las redes diplomáticas que el gobernante tendió alrededor del mundo con el objetivo de proyectar una idea de nación y que el mundo le reconociera como artífice en la construcción del México moderno. Esta proyección y el papel de los diplomáticos se ha estudiando en las relaciones con Europa y Estados Unidos, sin embargo, se carecen de estudios sobre otras regiones, importantes también en el proyecto nacional del porfiriato. Este texto estudia cómo el gobierno mexicano proyectó en Cuba la imagen porfirista de la nación mexicana y cómo funcionó la maquinaria diplomática y otros agentes ligados a la campaña promocional; todos siguiendo la estela del artilugio.

Palabras clave: porfiriato, imagen nacional, proyección, Cuba.

 

Abstract

In the last three decades the Porfirio Diaz regime has undergone a profound historiographical review. All the constructed ideas that deserved nuances have been reviewed by historians and return to the sources. One such issue is the projection of the country and the ruler Porfirio Diaz in the heyday and success of the dictatorship. It was understood that the expressions of admiration that Diaz provoke did not deserve much weight. However, according to recent historiography these manifestations are explained in large part because of diplomatic networks that stretched around the world leader in order to project an idea of nation and the world recognition as a creator in the construction of modern Mexico. This projection and the role of diplomats has been studied in relations with Europe and the United States, however, there are no studies on other regions, also important in the national project of Porfirio Diaz. This paper studies how the Mexican government projected in Cuba the Diaz's image of the Mexican nation and how the diplomatic machinery and other agents associated with the promotional campaign worked, all under the shadow of deceiving.

Keywords: Porfirio Diaz, national image, projection, Cuba.

 

Résumé

Le porfiriato a éprouvé une vraie révision historiographique dans les dernières trois décades. On a analysé toutes les idées construites par l'historiographie qui méritaient d'être étudié. Un de ces thèmes est la projection du pays et du dirigeant Porfirio Díaz à l'époque de la réussite de sa gestion dictatoriale. Les expressions de sympathie de la part du peuple n'étaient pas très importantes. Pourtant, pour l'historiographie actuelle, ces sortes de marques s'expliquent grâce aux réseaux diplomatiques que le président a montrés autour du monde avec le seul propos de rayonner une certaine idée de nation afin que le monde le reconnaisse comme l'artifice de la construction du Mexique moderne. Cette projection et le rôle des diplomates ont été étudiés dans les relations entre le Mexique et l'Europe, et le Mexique et les Etats–Unis. Toutefois, on n'a pas d'études par rapport aux autres régions qui étaient aussi importantes dans le projet national de Porfirio Díaz. Ce texte recherche la manière comment le gouvernement Mexicain a envoyé à Cuba l'image d'un porfirismo de la nation Mexicaine et même comment l'organisation diplomatique et d'autres agents liés à la campagne promotionnelle ont marché en suivant le trace des subterfuges.

Mots Clés: porfiriato, image nationale, projection, Cuba.

 

Los años ochenta del siglo pasado atestiguaron un intenso revisionismo del régimen dictatorial de Porfirio Díaz. Nuevos temas, preguntas y fuentes dieron como resultado interesantes estudios sobre un periodo de la historia denigrado y vapuleado por la herencia revolucionaria. La idea manida del México porfirista oprimido por la violencia y la voluntad unipersonal, fue cediendo paso a interpretaciones matizadas que profundizaron en los resortes económicos, políticos y sociales presentes en el largo gobierno del general Díaz. Visiones renovadas ponen el acento en la complejidad del sistema de gobierno así como del exitoso programa para vincular la economía nacional al capitalismo de entre siglos y, muy importante, el acercamiento a los procesos locales y regionales nos muestran un mosaico de actitudes y formas de hacer política que rompen con la idea del régimen monolítico. El balance historiográfico tiene un saldo positivo, sin embargo, entre las cuentas pendientes, los especialistas apuntan un tema con pocos adeptos: el estudio de la proyección internacional de México durante el porfiriato.1 Se han analizado con profusión los asuntos más importantes de la agenda internacional como fueron las relaciones con Estados Unidos o con Europa y, en las últimas décadas, con la región del Caribe, particularmente con Cuba y con el área centroamericana; casi todos ellos abundan en análisis enmarcados en la historia de las relaciones internacionales. Escasos resultan hasta el momento aquellos que analicen cómo el gobierno porfirista ejecutó una intensa política de promoción fuera de sus fronteras para convertirse en uno de los ejes rectores de la política internacional del régimen. En dicha estrategia se privilegiaron regiones y países sobresaliendo, por supuesto, Estados Unidos y países europeos como Inglaterra, Francia y Alemania, territorios importantes en el proyecto de nación del gobierno porfirista. Sin embargo, hubo otras regiones y países considerados en el programa de promoción como fue el caso de Cuba. Las páginas siguientes analizan las formas y medios en que el artilugio de la nación moderna2 se hizo presente en tierras tropicales. Para los fines de este trabajo se han establecido como objetivos centrales: analizar la vinculación entre la política de promoción y el equipo diplomático y consular sito en Cuba; explicar las principales estrategias usadas por el equipo diplomático y consular para difundir la imagen conveniente para el régimen así como analizar cuáles fueron los pilares o argumentos utilizados en la construcción y difusión de dicha imagen y, finalmente, reflexionar cómo los eventos revolucionarios evidenciaron las contradicciones entre la imagen ideal de la nación patrocinada desde el gobierno y la imagen real que mostraba la verdadera cara del país. La fuerza de la revolución acabó por ensombrecer los brillos nacionalistas de la dictadura porfirista. Para lograr estos objetivos utilizamos valiosa documentación diplomática del Archivo Histórico Genaro Estrada de la Secretaría de Relaciones Exteriores de México, así como del Archivo Nacional de Cuba. Asimismo, el trabajo se fundamenta en información biblio– hemerográfica cubana y mexicana. Para el caso de la prensa cubana conviene señalar que la revisión no es exhaustiva y se limita al uso de ciertos periódicos y revistas habañeras, a los cuales se puede tener acceso en los acervos cubanos.

 

La proyección de la nación

Uno de los primeros esfuerzos por analizar la proyección de la imagen nacional de México presente en la política exterior, fue publicado como artículo a fines de los ochenta por Paolo Rigguzzi. El título sugerente hizo énfasis en la idea de un México próspero como esencia de la imagen nacional.3 La campaña de promoción comprendía objetivos de diverso calado, todos encaminados a lograr metas económicas y políticas. En lo económico la pretensión era mostrar a México como un país estable, con amplias seguridades y privilegios para cubrir las expectativas de los inversionistas extranjeros y dejar en el olvido la imagen negativa difundida durante las décadas de inestabilidad política anteriores al arribo al poder de Porfirio Díaz. Revisar la imagen de México en el mundo resultaba desolador; los titulares de la prensa inglesa, por ejemplo, abundaban en frases como las siguientes: Bandit Republic, Rotten Republic, Trouble in Mexico o Mexico land of broken pledges, entre otros más, no distaban mucho de la situación caótica reinante en la república. La posición de México en el mundo en los años setentas decimonónicos dejaba un saldo negativo: rotas las relaciones con Francia, Inglaterra y España tras los eventos de la intervención tripartita, mientras con Estados Unidos éstas fueron frágiles y a punto de ruptura tras el golpe de Estado de Porfirio Díaz en 1876. Por otro lado, los vínculos con el resto del mundo eran casi nulos por lo cual México era un país aislado en materia internacional y con una imagen nacional en detrimento.

La necesidad de mejorar la imagen estuvo ligada al nacimiento y proceso de maduración del Estado mexicano, sin embargo, por las condiciones imperantes no pudo convertirse en una política estatal. Fue en la administración de Porfirio Díaz cuando cambiar esta imagen negativa se erigió como un punto central del proyecto nacional. Así, "la promoción de la imagen en el exterior fue conscientemente asumida, reconocida y teorizada como tarea política y programática de interés nacional". Los informes de gobierno enfatizaron dicha actividad:

Reinaron durante tanto tiempo en el extranjero, divulgadas por gratuitos enemigos nuestros, opiniones tan extravagantes y tan absurdas respecto a nosotros, que nada importaba más que desvanecer esos errores y combatir esas malas prevenciones que, sembrando la desconfianza respecto de nuestros procederes y el desaliento respecto de nuestras capacidades de orden y progreso, estorbaron durante mucho tiempo la inmigración de brazos y capitales, el establecimiento del crédito exterior y el advenimiento de las grandes empresas industriales.4

El plan contemplaba diferentes estrategias puestas en acción por una amplia red compuesta de escritores, propagandistas, periodistas y personal ligado a la vida diplomática y consular, quienes se encargarían de construir una imagen de México como nación moderna con pleno derecho a ocupar un lugar en el concierto de la modernidad finisecular. Dicha labor fue un eje nodal de la agenda de política internacional, según el informe presidencial de 1896:

...nuestros ministros en el extranjero, escogidos con todo esmero entre personalidades culminantes, ya por su saber, ya por su posición, ya por su conducta, ya por su patriotismo, han tenido innumerables ocasiones de dar a conocer ventajosamente a la Nación y al pueblo mexicano desvaneciendo errores infundados y combatiendo con éxito preocupaciones arraigadas que nos eran contrarias.5

La promoción internacional se engarzaba con el objetivo económico de enrolar al país en el circuito económico del capitalismo finisecular. Por tanto, el objetivo primordial de la campaña promocional era difundir las grandes expectativas comerciales que México representaba para los inversionistas extranjeros, expectativas que solo podrían cumplirse en un país pacificado y con un gobierno fuerte como garante de la inversión foránea. El plan se articuló en diferentes niveles y requirió de recursos pecuniarios y humanos para llevarse a la práctica. Hubo países privilegiados en la estrategia de promoción de quienes se esperaba la inyección de capitales como Estados Unidos, Inglaterra, Francia y Alemania. Pero también otras regiones fueron consideradas como importantes en la promoción.

A la par de los objetivos concretos destinados a la proyección económica del país, también los hubo políticos y culturales fueron considerados como parte del programa. Ofrecer otra idea de México fue esencial en la política exterior mexicana. La proyección del país se acompañó de una prolija producción literaria encargada de ahondar en el tema de la prosperidad nacional descrita por Humboldt en su Ensayo político sobre el Reino de Nueva España. En la época porfirista hubo un interés estatal por difundir la riqueza natural y cultural de México, se publicaron lujosas ediciones en varios idiomas sobre los tesoros mineros, la naturaleza prodiga, las regiones mexicanas y sus ventajas geográficas, la variedad climática y la nueva era de paz bajo el gobierno de Porfirio Díaz. Relatos de viajeros, almanaques, anuarios, entre la gama de publicaciones, todos ponían el acento entre el "México as it is" y el "México as it was".6

Interesante también resulta el análisis de la proyección ligándolo con el tema de la construcción de la nación. Durante el porfiriato hubo un interés oficial por madurar la idea de nación y construir un imaginario nacional. Diferentes estudios ahondan en la creación de símbolos nacionales o patrios codificados en pinturas, litografías, monumentos, narraciones históricas, etc. Florescano, una de las voces más reconocidas, ha estudiado de manera particular la revaloración del mundo prehispánico en esa construcción de la nación ubicándola como parte del nacionalismo mexicano durante el régimen del general Porfirio Díaz.7 Por su parte, Tenorio Trillo considera a este indigenismo porfirista parte fundamental en la construcción de la imagen nacional "no solo porque no hay forma de entender la cultura del México finisecular sin él, sino porque lejos de ser un componente nacional era un elemento cosmopolita del nacionalismo en general".8 La idea de nación para los intelectuales mexicanos de entre siglos era cosmopolita, de ahí su interés en crear una idea de nación para "exhibir", más para dar a conocer fuera de México que para crear un sentimiento al interior.

Esta necesidad de exhibir una idea moderna de nación se puede analizar a través de la participación de México en las ferias internacionales. Dicha actividad tuvo su época de esplendor durante la administración de Porfirio Díaz; el país asistió a las ferias internacionales de Nueva Orleáns en 1884, coordinada por Porfirio Díaz como secretario de Fomento, cinco años más tarde un monto importante de capital fue destinado para la feria de París en 1889, luego Chicago y en 1900 otra vez la Ciudad Luz fue sede de la exposición internacional. La participación mexicana en esos foros internacionales tenía un claro mensaje: el país era una nación moderna, que cumplía importantes aspectos considerados en la lógica de modernidad occidental como era el adelanto material y la estabilidad política.9

La política de participación en tales foros mundiales fue asumida como una tarea de gobierno, tal como lo expusiera Porfirio Díaz en sus informes:

El gobierno no ha desaprovechado las ocasiones que se le han ofrecido de trabajar en esa obra de rectificación y de propaganda de una manera más pública y más brillante. Invitado a Congresos Científicos, a Conferencias Económicas, a Exposiciones Universales o locales y a fiestas internacionales se ha hecho representar por especialistas competentes y hombres distinguidos por sus aptitudes y no ha omitido esfuerzo para hacer públicos, notorios y patentes el estado actual del país, sus elementos de prosperidad y sus esperanzas de grandeza.10

Los resultados de la ambiciosa campaña promocional fueron de diverso impacto. El estudio detallado de las acciones de los representantes diplomáticos y consulares en naciones europeas como Inglaterra, Francia, Alemania, Italia y España, entre otras, rinde cuenta de la impresionante labor para construir y difundir una imagen conveniente de México. La tarea era gigantesca por los precedentes que calificaban al país de inestable y violento, y poco confiable para la inversión. Sin embargo, a partir de los ochenta con la normalización de relaciones con Europa, la promoción rindió sus mejores frutos. La campaña intensiva, confirmada por el fortalecimiento de la dictadura que significó un apreciado periodo de paz, trajo resultados tangibles en la economía y en la política. México se veía en el exterior como un país distinto.

Aspectos como la construcción acelerada de una red ferroviaria nacional, que en veinte años se vuelve la más extensa de Latinoamérica, así como la más extensa red telegráfica, o el hecho de que en el inicio de los años ochenta México fuera la primera nación independiente fuera de Europa y de EEUU que disponía de líneas telefónicas, o también la primera área latinoamericana cubierta por las agencias informativas, dan la medida y también la dirección del nivel de modernidad.11

La estrategia promocional tejió una red de operaciones hacia Europa, Estados Unidos y el área del Circuncaribe. Para el resto de Latinoamérica no se evidencian estrategias que consideraran esta región como importante en la empresa gubernamental, quizá una respuesta a priori, a condición de explorar documentación específica, sea el bajo perfil de las relaciones entre México y los países del área. Sin embargo, en la escena regional el gobierno mexicano sí persiguió fines económicos y políticos. En el plano económico el gobierno contó con la inversión norteamericana pública y privada para la realización de proyectos encaminados a la creación de infraestructura y de negocios comerciales y empresariales. Por otra parte, en lo político el régimen también contempló objetivos específicos, cuyo estudio, supera con creces la supuesta política entreguista del Porfiriato. Adquirir un papel de potencia regional y tener influencia en los asuntos continentales fue un objetivo central en la agenda regional. El carácter de segunda potencia, después de Estados Unidos, pretendía mostrar cierta autonomía frente al poderoso vecino sin entrar en discusiones abiertas sobre los temas considerados primordiales para el interés nacional estadounidense. Este objetivo de la política exterior ha sido analizado en su momento por los estudiosos de las relaciones de México con el área centroamericana y la región del Caribe hispano, quienes incluso consideran la existencia de un imaginario imperialista mexicano o un Destino Manifiesto a la mexicana. Tema polémico ligado a la construcción de la nación y el imaginario nacional construido en tiempos porfiristas. En la construcción de esta imagen nacional, la historia, fue determinante para proyectar la imagen de México en Cuba.

 

México y Cuba: los hilos de la historia

La historia ha atravesado las relaciones de México y Cuba determinando los ritmos de las mismas: territorios unidos bajo el patrón imperial español, enfrentados con la crisis independentista de principios de siglo XIX, con vínculos híbridos en el trascurso de esa centuria al ser relaciones entre un Estado y una colonia españolas, relaciones normalizadas en 1902 tras el nacimiento de la República de Cuba. El factor histórico tejió la trama de estos vínculos y fue un agente central en la conformación de la política exterior de México hacia la isla así como en la construcción de percepciones entre ambas entidades. Los argumentos utilizados en la proyección nacional durante el porfiriato retomaron los hilos de la historia para sustentar la imagen renovada del país.12

El primer aspecto de esta trama fue el de las relaciones intrincadas establecidas bajo la sombra colonial. La isla de Cuba sirvió como bastión para la exploración y conquista continental. Posteriormente, la creación del virreinato de la Nueva España definió el carácter dependiente de Cuba porque jurisdiccionalmen–te la isla estaba bajo dominio del virreinato novohispano al igual que las audiencias de Guatemala, Santo Domingo y Manila. La riqueza del virreinato justificó una política metropolitana caracterizada por un constante flujo de capitales no sólo para financiar gastos peninsulares sino para solucionar los acuciantes problemas de las colonias insulares. Desde 1556 hasta 1811, con la crisis colonial, Nueva España envió remesas –conocidas como Situados– en metálico a Cuba y Puerto Rico en el Caribe, dinero que se repartía en diversos rubros de la administración y la defensa. Jacobo de la Pezuela uno de los primeros estudiosos del caso decía que entre 1511 y 1811 se enviaron 168 150 504 pesos fuertes desde Nueva España a Cuba.13 En esta situación de dependencia "Cuba, Santo Domingo y Puerto Rico –durante los siglos XVI y XVII y gran parte del XVIII– eran, en el Caribe, los parientes pobres y molestos de la gran familia imperial hispánica".14 La preponderancia del virreinato se reflejaba también en un intenso tráfico comercial entre el territorio continental y la isla; la balanza favoreció a Nueva España porque Cuba se surtía de harina, jabón, bizcocho, lana, palo de tinte, cueros y granos, entre otros productos, y en la isla, el virreinato compraba azúcar, melado y esclavos.15 Esta red de vínculos económicos y políticos generó también un tráfico humano, sobre todo de tipo intelectual. Desde tiempos coloniales los criollos habaneros viajaban a Nueva España con el fin de entrar a la carrera eclesiástica o para hacerse de un nombre en la administración. El intercambio se acentúa con la fundación del Colegio de San Ramón Nonato, en el cual se aceptaban becarios habaneros. La influencia de los insulares es notoria en el mundo religioso destacándose los casos de Francisco Javier Conde y Oquendo y Santiago de Echevarría y Elguezua, canónigo y obispo respectivamente en la catedral de Puebla.16 No menos importante fue el paso por México de José Martín Félix de Arrate, autor de Llave del Nuevo Mundo. Antemural de las Indias Occidentales. La Habana descrita: noticias de su fundación, aumentos y estado, obra publicada en 1761.17

La condición de Cuba respecto al virreinato de la Nueva España generó ideas de pertenencia sobre la región insular. El puerto de La Habana fue considerado durante mucho tiempo dependencia militar de la Nueva España al igual que las Filipinas. El papel militar de la isla en la defensa novohispana, fue enfatizado por el Humboldt en su célebre ensayo político sobre la isla de Cuba donde explicaba la sumisión de ésta respecto a México y aseguraba que en Madrid consideraban a Cuba y las Filipinas como "unidas a la metrópoli mexicana por todos los vínculos de comercio, de asistencia mutua y de los más antiguos afectos".18 En sentido estricto esta dependencia formaba parte de la estructura colonial impuesta desde la península, sin embargo, a la larga, la preponderancia del virreinato de Nueva España en los destinos políticos y económicos cubanos, sirvió de argumento para la creación de un imaginario imperial activo durante el siglo XIX en el que las élites mexicanas intentaron incidir en el derrotero político de la isla y no desecharon la idea de poseerla territorialmente; esa historia, como lo ha demostrado Rafael Rojas, fue la historia de una anexión imposible.19

En las primeras décadas del siglo XIX, al calor del proceso independentista continental, la política mexicana fue particularmente activa en su interés por alentar la independencia cubana y no fue ajeno el interés por la anexión. Interesante es observar también que durante el porfiriato se hizo el más serio intento por llevar a la práctica la idea de la anexión de Cuba a México. Ensayo que no llegó a concretarse pero que evidencia las ambiciones del plan de política exterior y de la estrategia de promoción internacional.

En 1836 el gobierno español reconoció la independencia de su antigua colonia no sin asegurarse la abstención de México en los asuntos cubanos. El tratado de Santa María–Calatrava estipulaba que el gobierno mexicano mantendría una neutralidad favorable respecto a España. El artículo secreto bloqueaba la posibilidad de madurar la idea anexionista mexicana al estipular la cooperación mutua de los firmantes en caso de una guerra con un tercero y, asimismo, México se comprometía a impedir que al interior del país se planearan movimientos en contra de España o de sus posesiones ultramarinas.20 Esta condición determinó el rumbo de la política exterior de México hacia Cuba pero también conjuró la amenaza de reconquista española y permitió al gobierno mexicano normalizar las relaciones diplomáticas con España e iniciar un nuevo trato con Cuba estableciendo en 1837 la primera oficina consular con el fin de reactivar un punto esencial de la ruta del comercio exterior mexicano.21 Conviene resaltar el carácter de las relaciones entre México como un Estado y Cuba en su papel de territorio colonial; entre ambos media la autoridad de España como imperio, de ahí que se hable de relaciones híbridas o sui generis al no ser plenamente internacionales ni intercoloniales.22 Pese a la condición jurídica, por múltiples razones, geográficas, históricas, estratégicas, etc., las relaciones entre México y Cuba fueron más complejas, en varios sentidos se podría establecer una especie de bilateralidad entre los territorios porque mucha de la problemática rebasaba el rígido esquema de las relaciones hispano–mexicanas para establecer una relación propiamente cubano–mexicana. Pero además, a este escenario se unía el constante interés de Estados Unidos por intervenir en los asuntos insulares. De esta manera, durante el siglo XIX alrededor de las luchas independentis–tas promovidas por los cubanos se establecieron paulatinamente distintas fuerzas en pugnas en las cuales México jugó un papel de importancia, sobre todo durante el régimen de Porfirio Díaz.

La lucha independentista, iniciada en Cuba en el año de 1895, adquirió otro rumbo en 1898 con la declaración de guerra de Estados Unidos a España convirtiéndose en un conflicto imperial sobre un trasfondo independentista. El diferendo involucró a nuestro país y el gobierno tuvo que asumir una política caracterizada por la búsqueda del equilibrio externo al declararse neutral, e interno para mantener a raya los antagonismos entre los grupos defensores de la causa libertaria y las asociaciones y círculos favorables de la continuación del régimen colonial español. A la victoria estadounidense le siguió una fase de dominio militar y en 1902, finalmente, se proclamó el nacimiento de la República de Cuba. El gobierno mexicano, atento a los cambios políticos, movilizó al personal consular para regular la presencia mexicana ante los poderes militares norteamericanos, para luego hacerlo frente a las autoridades cubanas de la primera administración republicana. En 1902, el consulado mexicano fue elevado al rango de legación diplomática, hecho que inauguraba las relaciones entre ambas naciones. La legación se mantuvo en funciones hasta 1927 cuando se creó la embajada de México en la isla.23

 

La estela del artilugio en Cuba

A partir de los años ochenta, Cuba se enlazó al circuito de promoción internacional de México. Por medio de la oficina consular primero y luego desde la legación diplomática, creada al formalizarse las relaciones entre México y Cuba con la proclamación de la república en 1902, se puso en marcha el programa de proyección de la imagen nacional de México. A través de las plataformas consular y diplomática, ministros y cónsules se encargaron de coordinar la campaña promocional y de organizar las diversas actividades vinculadas a dicho propósito. Los personajes visibles de esta campaña fueron, además de los representantes diplomáticos y consulares, los funcionarios adscritos con diferentes cargos y tareas en las oficinas consulares y diplomática, sin embargo, en las pesquisas se han encontrado otros actores involucrados en la tarea del gobierno mexicano, algunos de ellos tuvieron importantes vínculos con la vida diplomática y consular como el caso del mexicano Antonio Zaragoza y Escobar. De otros ha sido más difícil seguir el rastro y comprobar el tipo de relaciones o intereses presentes para participar en las actividades promocionales. Los informes diplomáticos y consulares constantemente aluden a la compra y pago de servicios de periodistas habaneros aunque no ha sido posible establecer estos datos como una tendencia o un punto de la agenda de promoción. Asimismo, se han registrado diversos títulos relacionados con la política de promoción aunque es no es fácil encontrar documentos explícitos sobre su financiamiento. Las obras editadas en Cuba son las siguientes: Antonio Zaragoza y Escobar, La reelección en México24 y El monroísmo y Porfirio Díaz;25 Gabriel Antonio Goyeneche, Biografías de hombres notables. El General Porfirio Díaz.26 También fue anunciada en la prensa la obra de Mario García Kohly con el título de En la patria de Juárez, reseña de un viaje a México del autor.27 Obras que mantienen en su mayoría la línea apologética de las obras publicadas en México durante el gobierno Porfirista.

Las líneas generales de la estrategia de promoción del régimen se pueden rastrear en los documentos diplomáticos y consulares, enviados asiduamente a México como informes o cartas reservadas, los cuales, muchas veces fueron acompañados con anexos periodísticos para reforzar la información. Otra fuente imprescindible es la prensa habanera y en menor medida la mexicana, donde se puede verificar la política de promoción y las líneas fundamentales que la guiaban. También vale señalar ciertas diferencias en la intensidad de la promoción debidas tanto al ritmo del mismo proceso y cómo fue organizado desde México, así como al celo de los representantes mexicanos en Cuba, de la infraestructura financiera y del personal involucrado. El comienzo de la promoción se ubica en la función consular de Andrés Clemente Vázquez, quien sienta las bases para el impulso que tomó la campaña con el ejercicio diplomático del ingeniero Gilberto Crespo y Martínez. Estas dos representaciones mexicanas tuvieron buenos dividendos y contrastan con el declive de finales de la década de 1910, fase en que José Francisco Godoy fungió como ministro mexicano en la isla dejando un saldo negativo en la obra de promoción.

El análisis de la actividad de estos tres representantes mexicanos en Cuba demuestra varios ejes que articularon la campaña propagandística que promovía una imagen favorable a México. Éstos se enlazaron con otros objetivos precisos de la política exterior destinada a la isla. Estos ejes fueron: demostrar el progreso mexicano fruto de la era de paz, la infinita y poco explotada riqueza del país, el famoso "cuerno de la abundancia", la asociación del progreso y la paz con el presidente Porfirio Díaz y la necesidad de su permanencia y, muy importante, el lugar de México en la escena internacional y sobre todo regional. No se deseaba ubicar al país en una posición de enfrentamiento con Estados Unidos pero sí existía el objetivo de mostrarlo con un margen de autonomía y con los recursos suficientes para convertirse en una voz importante en el escenario regional, de ahí el objetivo de exponerlo fuerte y estable, ejemplo para el resto de los países latinoamericanos. Todos estos objetivos se apostaron y se promocionaron intensamente en los escenarios habaneros de 1886 a 1910.

La información consular y diplomática denota la convicción de los representantes mexicanos de la necesidad de mostrar el carácter renovado del país y su condición de nación moderna. De la misma manera, su trayectoria política y diplomática permite señalar cómo el nombramiento de estos representantes no pudo ser fortuito sino que obedece a una política planeada. Su elección tenía que ver con diversas actitudes y posiciones, relaciones con el medio insular y capacidad de negociación y organización para llevar por buen camino la campaña propagandística. La revisión del expediente de cada uno de los representantes vinculados con Cuba ayuda a esclarecer mejor este punto.

Andrés Clemente Vázquez llegó a México en 1869. Nació en 1844 en el municipio de Güines, Cuba. La abogacía fue el camino idóneo para colocarse en los escenarios habaneros. Fue licenciado y doctor en derecho civil y canónico. En 1868 fue nombrado promotor fiscal del juzgado primero de La Habana, en los ramos civil, criminal y de Hacienda. En tal puesto:

...recibió expresivas muestras del aprecio con que le distinguía el Gobernador general de la isla de Cuba, así como el Gobierno español, por los importantes servicios que prestaba en su delicado cargo: al estallar la insurrección de Yara, el lOde octubre de dicho año, el Sr. Vázquez no queriendo ser infiel a la Madre Patria, emigró a México donde el presidente don Benito Juárez le otorgó la ciudadanía mexicana, en septiembre de 1870.28

Por tales circunstancias el cubano dejó la isla para refugiarse en México. Sus ideas liberales lo colocaron pronto como en las filas juaristas. Asiduo colaborador de periódicos como El Monitor Republicano y el Diario Oficial. Fue un hábil escritor de temas de diversa índole.29 Perteneció al Colegio Nacional de Abogados y a la Sociedad Mexicana de Geografía y Estadística. Se inclinó por la vida diplomática de México, ocupó diferentes cargos en la Secretaría de Relaciones Exteriores dirigida por Ignacio Mariscal y colaboró en las distintas reformas que experimentó el ramo de lo exterior. En 1886 viajó a Cuba como cónsul de México; en 1887 por el ascenso de la representación a Consulado General, tuvo el cargo de Cónsul General, el cual mantuvo hasta 1900 cuando fue destituido.30 En 1890 le fue concedido por votación unánime el puesto de Decano del Cuerpo Consular, lo cual beneficiaba el plan de promoción internacional del gobierno porfirista.

El cónsul Andrés Clemente Vázquez analizaba la proyección de México y la imperiosa tarea de trabajar para dejar constancia de la centralidad del régimen porfirista en la historia nacional y continental. Consciente de la importancia de la historia, impele al gobierno mexicano a escribir la historia del régimen, mediante el puesto de un historiador profesional, vocero de la postura gubernamental:

Me parece que México será la primera nación moderna y el Sr. General Díaz el primer gobernante americano que haya mandado escribir la historia oficial del país, día por día, y con la impresión exacta que dejan siempre los acontecimientos al testigo ocular que se decide narrar los sucesos a raíz de su consumación sin exponerse a los olvidos y omisiones de la memoria y la distancia...31

La idea de posteridad le ronda a don Andrés Clemente Vázquez, de ahí su urgencia por crear un espacio en la Secretaría de Relaciones Exteriores donde se recabe toda la producción literaria sobre México y se haga una sección de artículos periodísticos referentes al país, publicados en la prensa mundial. Más tarde, al mediar los años noventa, se mantenía firme en la idea de crear un espacio publicitario que de manera continua promoviera la imagen de México y su gobernante. Con ello en mente, insistió mucho en emprender la publicación de una revista intitulada Cuba y México, en la cual se insertaría información benéfica a los intereses del régimen.32

Otra parte importante de la labor del cónsul desarrollada con un fervoroso celo fue apaciguar las voces disidentes que usaron la prensa cubana para difundir la otra cara de México antagónica con la idea de nación moderna articulada en la política de promoción internacional. Las redes sociales y los estrechos vínculos con la clase política le permitían al cónsul la persecución de los opositores mexicanos quienes eran callados por las autoridades insulares como fue el caso de los mexicanos Adolfo Carrillo identificado como lerdista y Francisco Ruiz Sandoval asociado con el movimiento de Catarino Garza. Los recursos no paraban ahí; existían varios espacios en los periódicos habaneros donde el consulado podía incidir y publicar artículos favorables a México. El cónsul no dudaba en admitir que: "...Como debe usted suponer yo he tratado de inspirar esos artículos, procurando de propósito que en ellos hubiera pequeños errores de hechos, de nombres, o de fechas, para que así no se pudiera sospechar el lugar de donde emanaban las noticias que habían servido para su confección."33 De esta manera, en la prensa cubana cotidianamente hubo noticias de México y su gobernante, las cuales eran remitidas a la Secretaría de Relaciones Exteriores de México. Así, el presidente Díaz se enteró de la grata noticia de que el periódico habanero La Justicia estaba publicando una galería de "celebridades americanas" en la cual lo incluirían como una de ellas.34 En esta necesidad de alimentar el mito de Díaz, el representante mexicano también informó entusiastamente la intención de una fábrica de cigarros de patentar una marca con el nombre de "Porfirio Díaz". Según el informe, la fábrica Villar y Villar, propiedad de la mexicana Adela Barquinero viuda del Villar, compró la concesión de la marca. El asunto cobró mayor atención, al reparar en el dato de que Adela Barquinero era nada menos que suegra de Arturo Palomino y García–Menocal, miembro del cuerpo consular de México en Cuba, esposo de María Barquinero y del Villar.35

Quizá el periodo más álgido en la política de promoción de la nación mexicana, durante la gestión de Andrés Clemente Vázquez fue el de 1895 a 1898 cuando comenzó la guerra por la independencia de Cuba, la cual culminó en un abierto enfrentamiento entre Estados Unidos y España. La postura de México fue interesante en el sentido de buscar alternativas convenientes que resguardaran las futuras relaciones de México con Estados Unidos, con España y con Cuba, en orden jerárquico, y que permitieran al mismo tiempo el equilibrio en el plano interno donde la cuestión de Cuba despertaba tanto encono.

La guerra de los cubanos revivió el sueño anexionista en la élite mexicana porfirista. En los años de 1895 a 1896 se despliega una agresiva campaña propagandística que buscaba la anexión pacífica de Cuba a México. En abril de 1896 se creó, incluso, un partido político para llevar a la práctica la anexión el cual estaba compuesto por personas de nacionalidad cubana y otras mexicanas identificadas, en su mayoría, con el gobierno porfirista. Se publicó también un folleto titulado Cuba mexicana dedicado a explicar los argumentos de los anexionistas.36 A pesar del desmarque oficial del asunto, la realidad es que la propaganda fue orquestada desde el mismo gobierno mexicano que esperaba el visto bueno de Estados Unidos o de España para oficializar la oferta anexionista. El análisis de la propaganda es interesante al fundarse en argumentos culturales e históricos pero también porque se engarza a la perfección con la estrategia de promoción internacional encaminada a difundir una imagen nacional. En esa idea de nación moderna, el progreso del país impelía, además, a adquirir un mayor peso en la escena regional y a cumplir con las responsabilidades, de ahí la constante presencia mexicana en Centroamérica y el interés mostrado en los asuntos cubanos.37 De esta forma, la hipotética anexión de Cuba a México no solo buscaba la defensa de los intereses mexicanos frente al peligro anglosajón sino que anhelaba ensanchar la importancia comercial y política de México. En lo económico, México se vería fortalecido con la adquisición de los importantes puertos cubanos, ya que "... por la falta de puertos en el Golfo, nunca podremos tener una marina considerable, por eso... la anexión nos daría los mejores puertos del Atlántico" y nacería así una marina nacional poderosa que resguardaría el flanco caribeño y comercialmente el país ensancharía sus redes con Europa y Estados Unidos.38 En lo político, los cubanos disfrutarían los beneficios de un país estable y con un gobierno fuerte. De esta manera, "Cuba vendría a ser un estado insular, y el centinela avanzado de México en el mar... México será una nación poderosa y grande, y la muralla que protegerá a la América Latina contra el avance de la raza del norte".39 La anexión, pues, solo reivindicaría el derecho histórico de México sobre Cuba creado bajo el dominio español.40

La isla de Cuba hasta el año de 1820 fue una dependencia de la Nueva España, sujeta a las mismas leyes y ligada por los vínculos más estrechos. La capitanía general de Cuba dependía del virreinato de México, el cual auxiliaba a la isla con sus tropas cuando lo exigía la seguridad de ésta.. .el presupuesto de Cuba se cubría con los situados que anualmente se enviaban desde la las cajas reales de la Nueva España... La Habana, era, como hemos dicho, el puerto militar de la Nueva España, y de México, en fin, salían hasta los materiales con que se empredraban las calles de La Habana. 41

El gobierno mexicano ansioso de destapar el interés por Cuba buscó por todos los medios influir en la opinión pública internacional para incidir en el derrotero cubano mediante el visto bueno de los gobiernos norteamericano y español a quienes ofreció la mediación en repetidas veces. La participación del personal diplomático y consular en la campaña anexionista fue muy evidente. Estos se encargaron de colocar el folleto de la anexión así como de difundir la idea en la opinión pública y buscaron los nexos necesarios para aterrizar la propuesta. En el caso de Cuba, el representante consular Andrés Clemente Vázquez informó que por servicio postal habían llegado a La Habana trescientos ejemplares del folleto destinados a importantes personajes de la política habanera. Acorde con la condescendencia oficial, el cónsul se puso a trabajar. Uno de los eventos centrales fue la celebración del natalicio de Porfirio Díaz y el aniversario de la independencia mexicana. Con un fondo especial de quinientos pesos oro, se organizó un gran banquete en el lujoso hotel Inglaterra al que fueron invitadas personalidades locales y extranjeras. Y aunque no hay más datos de la reunión es muy posible que el cónsul hubiera pensado sondear la actitud de dichos personajes hacia la idea anexionista de los mexicanos.42 Finalmente, el anexionismo mexicano del porfiriato no trascendió al terreno de la práctica, pero sí demostró el carácter del gobierno porfirista y la necesidad de mostrarse al mundo con una imagen de nación fortalecida, con recursos suficientes para ejercer una política internacional ofensiva.

A la par de las gestiones de los diplomáticos, los "agentes" especiales hacían lo propio en otros escenarios públicos. En esta labor destacó el escritor Antonio Zaragoza y Escobar quien en la coyuntura de la guerra de independencia cubana publicó en la Habana dos obras dedicadas a demostrar el papel que México debería asumir en el diferendo regional y se atrevía incluso a cuestionar la política estadounidense en el área. Zaragoza y Escobar fue reconocido públicamente por su labor propagandística. Según el testimonio del ministro Gilberto Crespo y Martínez:

Ha seguido ocupándose con frecuencia en hacer reproducir en los periódicos habaneros artículos y noticias referentes a nuestro país, en los que se pudiera de relieve algún adelanto obtenido, o que de algún modo se tratase de dar a conocer actos y obras de las personalidades mexica–ñas más prominentes. Es el Sr. Zaragoza, en efecto, un propagandista de todo aquello que tiende a enaltecer a nuestro país. 43

El discurso de Antonio Zaragoza y Escobar se permitía ciertas licencias que no podían expresarse por la vía diplomática. El escritor esgrimía argumentos sobre la pertinencia de que México asumiera el papel continental al que tenía derecho aún cuando ello implicara confrontarse con los norteamericanos. En el contexto en que se difunde la propuesta anexionista, Zaragoza y Escobar, publica en La Habana El monroísmo y el General Porfirio Díaz,44 obra cuyo objetivo central era legitimar la Doctrina Díaz, declaración que hizo el presidente mexicano al congreso en 1896 en donde a raíz de la disputa limítrofe entre Inglaterra y Venezuela, Porfirio Díaz hacía extensiva la doctrina Monroe para llamarla americana y proponer a México como el salvaguarda de los intereses latinoamericanos frente a los apetitos expansionistas no solo de Europa, sino de los mismos países americanos. Si el presidente no podía dirigirse concretamente a Estados Unidos, Zaragoza era claro en su postura de denunciar los apetitos expansionistas del gobierno norteamericano y la necesidad de contenerlo: la Doctrina Díaz no hace sino ajustar espacial y políticamente a la situación finisecular la enunciación que hiciera Monroe en 1823 y legitimar que, dado el ascenso de México en el escenario continental, justo es que Porfirio Díaz asuma un papel protagónico en la puesta en marcha de la doctrina con proyección continental.

A México correspondía, por vivir en carne propia la agresión reiterada de los norteamericanos, el deber de emitir una doctrina con tinte latinoamericanista y convertirse en protector y defensor de los intereses de los pueblos latinos.45 Más allá de esgrimir argumentos a favor de la causa venezolana y cuestionar la política monroista, el autor enfatiza la cuestión cubana como la prueba fehaciente de las pretensiones expansionistas de los norteamericanos sobre la isla de Cuba. La política de Estados Unidos, era clara, estaban esperando que los insurrectos se debilitaran y España se cansará y así poder establecer el dominio como mejor corresponda a sus intereses.

En opinión del escritor mexicano, el país gobernado por Díaz, aparte, reunía las condiciones idóneas para asumir su papel de potencia continental. El largo camino de inestabilidad antes del ascenso del general oaxaqueño forjó el carácter de la nación mexicana. Con enfáticas explicaciones desde el positivismo el autor hacía una síntesis de los rasgos de modernidad mexicana y el rango que había alcanzado en el mundo civilizado. Más allá de eso, Antonio Zaragoza y Escobar concluía:

El Destino Manifiesto de que otros alardean es patente en ti y en los tuyos, en ti y en los que como tu hablan la lengua hermosa que primero trajo a la América la civilización moderna y con ello el genio épico del mundo moderno y de los salvadores de Europa y del cristianismo! Grande cuando perdías parte de ti misma, grande cuando desdeñosamente lanzabas a Europa los restos inanimados de un príncipe suyo, símbolo del despotismo medioeval, y salvabas así de tentativas siniestras de la tiranía toda una constelación de naciones, y grande cuando, a despecho de tanta sangre, te levantabas robusta y sonriente ¡oh patria! Tú eres, tu serás el portaestandarte de la libertad, de la democracia y de la civilización en América.46

Como puede observarse los argumentos de Zaragoza y Escobar reafirman la creencia compartida por la élite gobernante en el aumento de poder que ha logrado el país bajo el mando de Porfirio Díaz, aun cuando por cuestiones políticas el gobierno se cuidó en extremo de parecer adoptar una política ofensiva frente a al Casa Blanca, en lo privado sí manifestaban sentimientos de superioridad. Por otro lado, es difícil medir el impacto que pudo tener la obra de Zaragoza y Escobar al no existir datos de la circulación y difusión así como tampoco se han encontrado reseñas sobre el libro. Una posible explicación puede considerar la débil recepción que los mensajes mexicanos tuvieron al interior de los grupos de poder insulares.

Los eventos tras la guerra hispanoamericana volcaron el destino de la isla a manos norteamericanas. El domino absoluto de Estados Unidos cerró en buena medida las ambiciones mexicanas en la región caribeña pero no así la política de promoción de la nación y del gobierno porfirista. Si bien la estrategia perdió el carácter activo y hasta ofensivo de los años anteriores, para el gobierno mexicano la isla siguió siendo un espacio importante de la política de promoción máxime cuando se acariciaban grandes expectativas comerciales y políticas con la entrada de Cuba al concierto de las naciones. Para este periodo especial se eligió como representante un personaje importante con nexos directos en la política de proyección.

Gilberto Crespo y Martínez había ocupado el puesto de cónsul de México en Cuba en 1875. Posteriormente ocuparía el cargo de cónsul interino en 1885 hasta el nombramiento de Andrés Clemente Vázquez como cónsul. En 1901 llega a la Habana como cónsul de México y en 1902 al inaugurarse las relaciones diplomáticas fue investido con el cargo de Enviado Extraordinario y Ministro Plenipotenciario de Cuba en México, puesto que mantuvo hasta 1905 cuando fue enviado al imperio de Austria Hungría. Entre 1910 y 1911 detentó el cargo de embajador de México en Washington; murió en 1917.47 La designación del ingeniero como ministro en Cuba, además, respondía a otras razones. El título de Ingeniero de Minas y Metalurgia otorgado en 1879 por la Escuela Nacional de Ingenieros le permitía ser parte de la élite científica de México. Formó parte de la "tecnocracia mexicana" en las exposiciones internacionales, particularmente en las exposiciones de Nueva Orleáns en 1884 y París en 1889, destacándose por su pericia técnica como por su red de relaciones sociales.48 Las publicaciones del ingeniero estuvieron ligadas a sus intereses profesionales y políticos relacionados con la vida internacional del país. Entre las más importantes se citan: Bélgica: museos comerciales, servicio consular, enseñanza y propaganda industrial y mercantil, publicada en 1892; Las patentes de invención, de 1897 y Elogio del ilustre navegante Vasco de Gama, publicada en 1898.49

El perfil del ingeniero resultó el idóneo para dar continuidad a la labor de Andrés Clemente Vázquez. La creación de la legación mexicana en 1902 y la permanencia del consulado general y los consulados regionales hicieron posible una mejor planeación de las tareas promocionales. El ministro fue apoyado y respaldado por un grupo de entusiastas promotores de la nación mexicana encabezado por el cónsul Arturo Palomino y García–Menocal con comprobada experiencia en esas lides. Consciente de la importancia del papel de la prensa en la campaña de promoción reforzó los contactos personales con los periodistas y directores de las publicaciones habaneras para que se publicaran artículos favorables a México.50 Asimismo, como lo constatan los informes existían agentes considerados promotores de "planta" cuya labor era hacer presente a México en los escenarios insulares con la condición de hacer pasar sus opiniones como autónomas y deslindadas de la legación mexicana. Entre los más asiduos escritores ligados a la campaña de promoción destacaran además del citado Antonio Zaragoza y Escobar, los cubanos Manuel Márquez Sterling, Manuel Ubago y Arturo R. de Carricarte.

Gracias a estos recursos diplomáticos y consulares cotidianamente aparecieron notas optimistas acerca del futuro mexicano y se vaticinaron expectativas grandiosas en las relaciones de México y Cuba. Un pilar esencial fue sin duda el progreso alcanzado en México gracias a la suma de muchos factores como la estabilidad económica, la paz, la explotación de los recursos, pero sobre todo, la dirección de un estadista de la talla de Porfirio Díaz.51 Ahora bien, no se esquivaba el tema de la permanencia del general en la silla presidencial, al contrario se enfatizaba la necesidad de la reelección como fórmula para mantener el progreso. De ahí que la comentara: "La administración del General Porfirio Díaz que ha tenido el alto honor de merecer repetidas veces el sufragio de sus conciudadanos para la alta Magistratura de la nación, es acertada y honradísima".52 El general era considerado el político necesario para la estabilidad mexicana.

Cuba, era pues de los escenarios consentidos para dar a conocer el estado de progreso de la república mexicana. No fue gratuita la reseña a México, su evolución social, obra cumbre del progreso mexicano, coordinada por Justo Sierra en la cual lo más granado de la élite intelectual porfírica hiciera gala de su adhesión al régimen. Los lectores insulares se congratularon al enterarse de que el escritor de la parte de la minería fuera el ingeniero Crespo y Martínez, ministro de México en Cuba, de quien se hacían grandes elogios:

El trabajo del Sr. Crespo es acabado en todas sus partes; y es de notar que a pesar del asunto tratado, que a primera vista pudiera parecer árido a muchos, ha sabido darle el autor una amenidad tal realzada por su estilo brillante, que al menos amante de esa clase de trabajos, lo lee con gusto y sin cansancio... Las páginas que sirven de introducción son un canto al progreso alcanzado en el siglo actual...53

Aparte del comentario al trabajo de Crespo la reseña insistía en el lugar que correspondía a México en el concierto de las naciones y en su papel de ejemplo para los demás países latinoamericanos. No hay señales, sin embargo, de que la obra de Sierra haya merecido más comentarios en la prensa como tampoco si se repartieron ejemplares al interior de la isla.

Una estrategia de difusión fue buscar los nexos necesarios para hacer uso de los espacios publicitarios y de opinión con renombre en Cuba y publicar asiduamente artículos favorables a México. Uno de esos vínculos fue con la revista Cuba y América. La revista fue fundada por Raymundo Cabrera, se publicó primero en Nueva York en 1897, en plena guerra por la independencia. En 1899 aparece en La Habana donde circula hasta 1913. Entre sus escritores más reconocidos se reconoce la labor además de Cabrera, de Enrique José Varona, Nicolás Heredia, Manuel Sanguily, Leopoldo Romanach, Alfredo Zayas, Rafael Montoro, Rafael M. de Labra, Antonio Govín y Manuel Márquez Sterling.54 Su postura política tras los eventos de 1902 fue condescendiente con la dominación norteamericana y favoreció la intervención de 1906.

Así se expresó de la situación cubana en 1907 y enfatizó cuál era la tarea de la revista:

Alejados de los partidos, sin prestar a ninguno sumisión oficial ni oficiosa, absolutamente independientes, pero consecuentes y firmes en nuestro ideal político, que consiste hoy en el restablecimiento de la república asegurada por la acción o control eficaz de los Estados Unidos, que supone en ellos una facultad y un deber nacidos de un concierto entre ambos pueblos, perseveramos y duplicamos nuestras tareas, confiados en las simpatías y apoyo de todos.55

En diciembre de 1903 la revista Cuba y América publicó un número monográfico sobre nuestro país. El coordinador fue el ministro Crespo y Martínez auxiliado por el cónsul general Arturo Palomino. De esta manera se explicó el motivo del número:

Cuba y América, como su nombre indica y su historia abona, tiene siempre especial interés en evidenciar y fomentar dentro de su esfera de acción, todas las manifestaciones de adelanto de esta nuestra joven América, que tanto ha realizado y tanto promete realizar para el porvenir. Por esto hoy nos complacemos en dedicar este número a México, la gloriosa república que ocupa uno de los primeros rangos entre los pueblos de la América Latina...56

La portada era una composición de la historia nacional y no había ningún tipo de crédito para algún autor. Al fondo una imagen imponente del volcán Popocatepetl, luego una alusión a las obras del desagüe del Valle de México, gran obra de ingeniería. Sobre dicho fondo se alza impetuosa una pirámide prehispánica coronada por un águila, de frente con las alas abiertas, devorando una serpiente.57 Al frente, una efigie zoomorfa resguarda la pirámide, mientras que a un costado un mestizo en sumisa postura observa el volcán. Al frente del cuadro un maguey frondoso ocupa el primer plano. Extrañas resultan las altas palmeras alineadas en el margen derecho de la composición. ¿Referencia al trópico? Más raro es la ausencia del "hacedor" del milagro, ninguna alusión a Porfirio Díaz. Más allá de las posibles interpretaciones es obvia la intención de mostrar una imagen condesada del país, una síntesis de lo mexicano para resumir elementos como la riqueza natural, el nivel de progreso, el rescate de lo propio y el papel del mestizo en la historia mexicana.

La revista fue profusamente acompañada de imágenes mexicanas: fotos de la élite, destacando por supuesto, las del presidente Díaz y su esposa Carmen Romero Rubio; paisajes mexicanos, arquitectura civil y religiosa y una gran colección de piezas prehispánicas. Mientras la parte escrita de la publicación fue organizada para explicar los grandes pilares donde descansaba el progreso mexicano y las expectativas de la nación. Escritores renombrados como Agustín Aragón, Manuel Poulat y Ezequiel Ordoñez, entre otros, enviaron artículos sobre ciencia, agricultura, astronomía, letras, etc. Por su parte, el ministro Crespo y Martínez y el cónsul general Arturo Palomino escribieron sendos artículos sobre el futuro del país y la necesidad de la permanencia de Díaz en el poder. Para Palomino, había que fortalecer los lazos económicos entre Cuba y México, pero, pese a su optimismo, reconocía las pocas posibilidades de extender las redes comerciales por la similitud de productos a intercambiar. La importancia de la revista Cuba y América en el escenario habanero nos induce a creer que el número monográfico sobre México, el cual constó de ochenta y seis páginas, tuvo su difusión, sin embargo, no hay fundamentos para probarlo, como tampoco hay datos certeros para esclarecer si el financiamiento de la publicación haya corrido por cuenta de la representación mexicana o directamente haya sido financiada por la Secretaría de Relaciones de México.

La diplomacia mexicana en Cuba fue consciente de la importancia de usar los espacios de opinión creando también sus propios medios impresos para echar a andar los objetivos de promoción internacional de México. La pequeña, pero activa, colonia de mexicanos se unió a la labor diplomática formando en 1904 la Sociedad Mercantil Mexicana, la Sociedad de Beneficencia y un Comité Patriótico, organizaciones presididas por el ministro Crespo y Martínez. Entre las actividades, una central fue la publicación mensual de un boletín con un tiro de 500 ejemplares que sirviera de espacio para promocionar a México.58 Además, al comité patriótico también correspondía darle cauce a las obras enviadas desde México, enviarlas a los periodistas o personas importantes de la isla. Así ocurrió con los cien ejemplares de la obra México: ayer y hoy.59

La estrategia diplomática puesta en práctica por diferentes medios tuvo éxito porque permitió mantener a la alza la imagen positiva de México y mantuvo en alto el nombre del gobernante Díaz. En 1905 el ministro Crespo y Martínez entregó la batuta a otro mago del artilugio mexicano, José Francisco Godoy, quien nació en Tampico, México en 1851. Educado en San Francisco California donde su padre José Antonio Godoy fue cónsul juarista. Su título de abogado y su conocimiento de la cultura y política norteamericanas pronto le abrieron las puertas de la diplomacia. Tuvo varios puestos en la legación de México en Washington y posteriormente en la embajada creada en 1898. Fue ministro de México en Centroamérica de 1902 a 1905, año en que fue nombrado para ocupar el mismo puesto a Cuba, cargo que tuvo hasta 1912 cuando renunció.60 A la par de sus funciones diplomáticas, Godoy ha sido calificado como uno de los apologistas del régimen. Un "mago del progreso" relacionado directamente con la organización y difusión de la proyección de México en las ferias y exposiciones internacionales. Desde los ochenta hasta 1930, Godoy fue el publicista oficial para escribir sobre la presencia de México en estos actos internacionales. Entre las más importantes obras destacan, México en París. Reseña de la participación de la República Mexicana en la Exposición de París en 1889, La ciudad de Chicago y la Exposición Universal de 1893y México en Sevilla. Breves apuntes acerca de la Feria o Exposición Iberoamericana que se verificará en el año de 1929 en la ciudad de Sevilla, y de lo que se está haciendo para que nuestro país sea dignamente representado.

El relevo de Crespo y Martínez y el nombramiento de Godoy quizá respondió a objetivos tácticos del programa de proyección. Crespo y Martínez fue enviado con el mismo cargo al imperio de Austria Hungría en Cuba en 1905 pero dejaba bien encarrilada la campaña en la isla. En ese sentido, el envío de José Francisco Godoy buscaba darle seguimiento a la actividad de Crespo y Martínez, sin embargo, la situación se modificó drásticamente por los eventos políticos de la isla con la segunda intervención militar de 1906 y el traspaso del poder al grupo liberal que logró colocar en la silla presidencial a José Miguel Gómez para el periodo de 1909 a 1913.

Ocupado con diversos asuntos en la embajada de Washington, el ministro Godoy se estableció en La Habana hasta 1910, una vez solucionado el problema político insular, lo cual permitiría el repunte de la estrategia promocional. Sin embargo, el escenario se había enturbiado cambiando aquella atmósfera apacible que favorecía los objetivos mexicanos. El arribo a La Habana de grupos opositores al régimen porfirista hizo florecer una activa campaña que contradecía de principio a fin las bondades propaladas por la prensa. Godoy quiso hacer contrapeso mediante la búsqueda de acuerdos con las autoridades del gobierno liberal gomecista y con la publicación de artículos favorables a su gobierno, pero sus prolongadas ausencias le pasaron la factura porque no conocía la dinámica insular ni había logrado hacer mancuerna con Arturo Palomino el cónsul que había servido con creces al ingeniero Crespo y Martínez. En esa posición desventajosa el ministro intentó detener la actividad de opositores como el reyista Heriberto Barrón quien, en alianza con periodistas y políticos cubanos, le hizo la guerra al ministro mexicano. La imagen del régimen se vino abajo gracias a la apertura y la diversidad de opiniones y testimonios que eran contrarias a las promocionadas en el programa gubernamental. Asimismo, el ministro fue objeto de duras críticas en su intento por defender al gobierno de Porfirio Díaz. La prensa fue dura al cuestionar la obra Porfirio Diaz, president of México, the master builder of a great commonwealth,61 escrita por el representante mexicano en Cuba, al calor del centenario independentista:

Pero lo más curioso es que el señor Godoy ha ejercitado libremente sus derechos de escritor público en Cuba sin que nadie lo moleste. El señor ministro de Méjico ha escrito en efecto, en inglés y castellano un voluminoso libro en que pretende demostrar que don Porfirio es la Santísima Trinidad y a nadie le ha ocurrido criticar al señor Godoy por su trabajo encomiástico, no obstante las exageraciones que él contiene.62

Otro punto de interés dentro de la discusión trajo a la luz cómo el gobierno de Díaz se había esforzado porque fuera del país se conocieran solo los aspectos bonancibles. Se señaló reiteradamente que la imagen moderna que era exportada por el gobierno mexicano había creado en el mundo una percepción falsa de México, la cual llegaba al grado de pedir un Porfirio para todos los países latinoamericanos. La revolución terminaba con el milagro del porfiriato y lo mostraba como una oprobiosa dictadura.63

En vista de tan lamentables acontecimientos, poco restó por hacer al ministro mexicano en Cuba José Francisco Godoy, quien al parecer optó por guardar silencio frente a la caída inevitable. Los sucesos de la política nacional en México y la renuncia del viejo General en mayo de 1911 cerraron para siempre la posibilidad de seguir defendiendo los intereses de un régimen acabado. El ministro recibió al presidente derrotado cuando pasó por La Habana en el Ipiranga con destino a Francia.64 El silencio que rodeó el paso del otrora victorioso general por las costas cubanas no demuestra sino el oprobioso destino del militar desterrado y vituperado en México y en el extranjero. Quedaban atrás los días de gloria. La imagen nacional tomaba otro derrotero. En las pláticas de café y en las páginas de los diarios de Cuba la revolución mexicana era el tema de moda y otro nombre comenzó a ganar popularidad: Francisco I. Madero.

 

Conclusiones

Las fiestas del centenario de la independencia en 1910 fueron la apoteosis del régimen. La élite porfiriana podía sentirse orgullosa: México se mostraba al mundo con un nuevo ropaje, cosmopolita y moderno. El artilugio estaba en su esplendor. El plan de promoción cuyo objetivo central fue modificar la imagen negativa del país y construir una imagen renovada que hiciera énfasis en el carácter moderno y en la consolidación de la nación mexicana, en la percepción de la élite, había rendido frutos. Los países europeos y Estados Unidos, principalmente, fueron conquistados con esta nueva imagen nacional.

Sin embargo, la política promocional tocó otras zonas como Cuba en el Caribe y algunos países de Centroamérica, consideradas, por muchas razones, como áreas estratégicas para la vida internacional de México. Para el resto del continente es muy arriesgado afirmar la existencia de dicha política de proyección pues los nexos diplomáticos fueron muy débiles. Seguramente estudios más detallados y nuevas fuentes podrán profundizar en el tema.

En el caso particular de la promoción en Cuba el destino del nuevo relato de la nación centrado en la figura del presidente Porfirio Díaz a pesar del empeño mostrado por los artífices y promotores no tuvo el impacto deseado. Una conclusión contundente fueron los pobres resultados durante su ejecución. La élite cubana no fue receptiva al mensaje mexicano, interesada en debatir con Estados Unidos, su principal interlocutor, país que finalmente decidió el derrotero histórico de la isla. De tal manera que aquellos planes ambiciosos como crear redes comerciales con Cuba, colocar a México en una posición regional ventajosa, hasta la irrealizable anexión de la isla, quedaron en el olvido.

Después del derrumbe del régimen y la salida al exilio, algunos escritores cubanos mostraron ciertas filias frente al porfiriato, como fue el caso del cubano Mario Guiral Moreno que en 1913 en un artículo de la revista Cuba Contemporánea exaltaba la labor modernizadora y la era de paz lograda gracias a la política de Porfirio Díaz, al tiempo que se mostraba contrario al movimiento revolucionario. Sin embargo, este testimonio fue de los menos recurrentes. Una gran parte de la sociedad cubana simpatizaba con el proceso revolucionario mostrándose crítica de las prácticas dictatoriales del viejo general. Una caricatura publicada en el periódico cubano La Lucha en 1911 hacía una parodia del fin del dictador.

En un viejo barco, un triste Porfirio Díaz, émulo de Napoleón Bonaparte, surcaba los mares llevando en el barco un enorme saco de dinero. La leyenda no podía ser más precisa: "Don Porfirio emperador/ desterrado a Santa Elena/ no se aflija valedor/ que lleva la bolsa llena".65 En 1889 Porfirio Díaz le escribió a Manuel Díaz Mimiaga, de paso por París como representante mexicano en la Exposición Internacional, pidiéndole que le consiguiera una biografía de Napoleón Bonaparte de quien se declaraba admirador. Díaz Mimiaga no encontró la biografía requerida, pero "en cambio le envió una edición belga de la vida de Napoleón que sirviera de inspiración para El Napoleón mexicano des tropiques".66 En las posibles lecturas de la vida de Napoleón, quizá Porfirio Díaz vislumbraba su trascendencia, la historia reconocería en él al forjador del México moderno, sin embargo, posiblemente nunca pasó por su mente que al igual que Napoleón sufriría el vituperio y el exilio. Otro imaginario nacional, con otros héroes, se gestaba en el fuego cruzado de la revolución mexicana.

 

Notas

1 Mauricio Tenorio Trillo y Aurora Gómez Galvarriato, El Porfiriato, México, FCE, 2006, p.18.         [ Links ]

2 La frase, usada en el título de este trabajo, es parte del título del libro de Mauricio Tenorio Trillo en el cual hace un análisis de la idea de nación difundida por México en las ferias internacionales en el periodo de 1880 a 1930. Mauricio Tenorio Trillo, Artilugio de la nación moderna. México en las exposiciones universales 1880–1930, México, FCE, 1998.

3 Paolo Riguzzi, "México próspero: Las dimensiones de la imagen nacional en el porfiriato", Historias, Instituto Nacional de Antropología e Historia, núm. 20, México, abril–septiembre, 1988.         [ Links ]

4 Porfirio Díaz, Informe del ciudadano general Porfirio Díaz presidente de los Estados Unidos Mexicanos. A sus compatriotas. Acerca de los actos de su administración en los periodos constitucionales comprendidos entre el 1° de diciembre de 1884 y 30 de noviembre de 1896, México, Imprenta del gobierno, 1896.

5 Ibíd., p. 14.

6 Paolo Riguzzi, op. cit., p. 142

7 Enrique Florescano, "Patria y Nación en la época de Porfirio Díaz", en Signos Históricos, Num. 13, México, Universidad Autónoma Metropolitana – Iztapalapa, num. 13, enero–junio de 2005, p. 158.         [ Links ]

8 Mauricio Tenorio, Artilugio, op. cit., p. 333.

9 Estos análisis comienzan a llamar la atención de los historiadores pero se reconoce como pioneros los estudios de Trillo, Riguzzi y Yeager.

10 Porfirio Díaz, op. cit., p. 14.

11 Paolo Riguzzi, op. cit., p.152.

12 La historiografía sobre los vínculos entre México y Cuba ha sido profusa durante las últimas décadas. Particularmente importante es la línea de investigación que aborda los lazos establecidos desde principios del siglo XIX para desembocar en el porfiriato. Sobresalen los trabajos de Laura Muñoz, Salvador Morales Pérez, Rafael Rojas, Gabriela Pulido Llano y Leticia Bobadilla González.

13 Rafael Rojas, Cuba mexicana. Historia de una anexión imposible, México, Secretaría de Relaciones Exteriores, 2002, p. 56.

14 José Luciano Franco, Documentos para la 'historia de México, La Habana, Archivo Nacional de Cuba, Publicaciones del Archivo Nacional de Cuba, núm. 53,1961, p. XI.

15 Véase: Julio Le Riverend "Relaciones entre Nueva España y Cuba (1518–1820), Revista de Historia de América, México, Instituto Panamericano de Historia, núms. 37 y 38, 1954, p.87.         [ Links ]

16 Ibíd., pp. 100–102.

17 Rafael Rojas, op. cit, pp. 216, 217.

18 Alejandro Von Humboldt, Ensayo político sobre la isla de Cuba, Estudio introductorio de Miguel Ángel Puig Samper, Consuelo Naranjo, Armando García González, Madrid, Doce Calles, Junta de Castilla y León, 1998.

19 Rafael Rojas, op. cit., p. 211.

20 Jaime Delgado, España y México en el siglo XIX, Madrid, Consejo de Investigación Científica, Instituto Gonzalo Fernández de Oviedo, 1950, pp. 103–108.         [ Links ]

21 En 1837 se estableció en La Habana el primer consulado de México en Cuba fundándose así una tradición mantenida a pesar de los altibajos durante todo el siglo XIX. Manuel Céspedes fue nombrado como encargado del consulado, sin embargo, por su origen cubano no fue aceptado por el gobierno español. De esta manera el primer cónsul representante de México en la isla fue Juan Fernández de la Vega, nombrado en 1838. El estudio de esta tradición consular ha demostrado a carta cabal la importancia geopolítica de Cuba en la vida internacional de México demostrada con precisión en la actividad y obra de cónsules extraordinarios como Buenaventura Vivó y Andrés Clemente Vázquez, entre otros. Véase: Laura Muñoz Mata, Geopolítica, seguridad nacional y política exterior. México y el Caribe en el siglo XIX, Morelia, Instituto de Investigaciones Históricas–UMSNH–Instituto de Investigaciones Dr. José María Luis Mora, 2001, p. 126.         [ Links ]

22 Rafael Rojas, op. cit.

23 Fue hasta 1927 durante los gobiernos de Gerardo Machado y Plutarco Elias Calles en Cuba y México, respectivamente, cuando las legaciones fueron elevadas a embajadas. El cargo de primer embajador de México en Cuba recayó en Carlos Trejo y Lerdo de Tejada. Salvador Morales, Relaciones Interferidas México y el Caribe, 1813–1982, México, Secretaría de Relaciones Exteriores, 2002, p. 294.

24 Antonio Zaragoza y Escobar, La reelección en México, La Habana, El Fígaro, 1896.         [ Links ]

25 Antonio Zaragoza y Escobar, El monroísmo y Porfirio Díaz, La Habana, 1896.         [ Links ]

26 Gabriel Antonio Goyeneche, Biografías de hombres notables, El General Porfirio Díaz, La Habana, Rambla, Bouza y Cía., 1927.         [ Links ]

27 Mario García Kohly, En la patria de Juárez, México, Imprenta de Juan Buxo y Ca. 1897.         [ Links ]

28 La Ilustración Española y Americana, Madrid, 8 de marzo, 1884.

29 Escribió entre otras obras: Enriqueta Faber. Ensayo de novela 'histórica, La Habana, Imprenta La Moderna, 1894. Canje de libros científicos y literarios entre México y Cuba, La Habana, Imprenta La Moderna, 1895. Leyendas trémulas. Beatriz Cenci, La Habana, Imprenta del Avisador Comercial, 1898. Bosquejo histórico de la agregación a México de Chiapas y Soconusco y de las negociaciones sobre límites entabladas por México con Centroamérica y Guatemala, México, Porrúa, 1971. Algunas Partidas de Ajedrez jugadas en México, Imprenta del Gobierno Federal en Palacio, 1879. El Ajedrez Crítico, Imprenta "La Universal" (Habana); 1889. Análisis deljuego de ajedrez, 1 tomos, Establecimiento Tipográfico (Habana); 1889.

30 Andrés Clemente Vázquez a la Secretaría de Relaciones Exteriores, La Habana, 22 y 24 de diciembre de 1900, Archivo Histórico Genaro Estrada de la Secretaría de Relaciones de México, (en adelante AHGE–SRE) Exp. 1–9–11 (II), ff. 123–125.

31 Andrés Clemente Vázquez a la Secretaría de Relaciones Exteriores, La Habana, 5 de febrero de 1890. Archivo General de la Nación, (en adelante AGN) libros copiadores de la correspondencia de Andrés Clemente Vázquez. Exp. (L–729.1–5) 16, núm. 35. ff. 11–20.

32 Andrés Clemente Vázquez a Ignacio Mariscal, La Habana, 26 de noviembre de 1895, AHGE–SRE, Expediente personal de Andrés Clemente Vázquez, Exp. 40–2–111 (III), ff. 166–179.

33 Andrés Clemente Vázquez a Ignacio Mariscal, La Habana, 29 de mayo de 1889, Artículos referentes a México y sus gobernantes publicados en periódicos de La Habana, AHGE–SRE, exp. 15–4–44, s/f

34 Andrés Clemente Vázquez a Ignacio Mariscal, La Habana, 6 de agosto de 1892, AGN, Exp. (L– 729.1–5) 19, ff. 262, 263.

35 Andrés Clemente Vázquez a Relaciones Exteriores, La Habana, 7 de noviembre de 1889, AGN, Exp. (L–729.1–5)16, ff. 142–144. Andrés Clemente Vázquez a Ignacio Mariscal, La Habana, 23 de noviembre de 1888, AHGE–SRE, Expediente personal de Arturo Palomino y García Menocal, 4–8–10 (II), f. 8.

36 Según los datos de la prensa, el folleto había sido escrito en 1883 por un cubano naturalizado francés, de nombre Arístides Fernández Pinto aunque otras fuentes le dan la autoría a Carlos Américo Lera, cubano naturalizado mexicano y diplomático porfirista. Para la publicación de 1896 se agregaron los artículos de los periódicos mexicanos La Patria y El Nacional, principales voceros de la anexión. Cuba Mexicana, México, Imprenta y encuademación de F. P. Hoeck, 1896.

37 Mexican Herald, México, 1 de abril, 1896.

38 El Nacional, México, 23 de agosto, 1895,18 de junio, 1896,12 de agosto, 1896.

39 Cuba Mexicana, op. cit., p. 44.

40 Ibíd., p. 27.

41 Ibíd., pp. 25–27.

42 Rafael Rojas, op. cit., p. 373.

43 Gilberto Crespo y Martínez a José Francisco Godoy, La Habana, 6 de marzo de 1906, AHGE–SRE, L–E–2239, ff, 52–53.

44 El monroísmo, op. cit.

45 Ibíd., p.43.

46 Ibíd., p. 66.

47 Gilberto Crespo y Martínez, Expediente Personal, AHGE–SRE, exp. 1–19–11 (I), ff. 4,

48 Mauricio Tenorio, Artilugio, op. cit., pp. 43, 82.

49 Véase: Enrique Camacho Navarro, "Gilberto Crespo y Martínez como representante porfirista en Cuba. Diplomacia e iconología", en Enrique Camacho y Margarita Espinosa, (coord.) Del porfiriato a la revolución. México y Cuba, diplomacia y política, México, CIALC–UNAM, 2008.         [ Links ]

50 Esta actitud de la diplomacia mexicana fue más relevante durante la gestión de Crespo y Martínez, apoyado por el cónsul general Arturo Palomino quién, gracias a sus orígenes y a su trayectoria política en La Habana, sabía negociar con el mundo periodístico. Palomino a Crespo y Martínez, La Habana, 28 de junio de 1904, AHGE–SRE, L–E–2239, ff. 52–53.

51 Cuba y América, La Habana, febrero, 1903.

52 Cuba y América, La Habana, mayo, 1903.

53 Cuba y América, La Habana, 18 de octubre, 1903.

54 Cuba y América, La Habana, 1 de abril, 1907.

55 Ibíd., 4 de diciembre, 1907.

56 Cuba y América, diciembre, 1903.

57 La simbología del águila y la serpiente ha sido profusamente estudiada. Florescano analiza el lugar del mito del águila y la serpiente en la historia nacional. Solamente resalto la importancia de estos símbolos durante el Porfiriato. Enrique Florescano, Imágenes de la patria, México, Taurus, 2004. Según Patricia Galeana, en 1880 Porfirio Díaz ordenó que el águila se ajustara a la representación de 1823, es decir, el águila con las alas abiertas, sosteniendo con el pico y una garra, una serpiente de cascabel. Pero en 1899 nuevamente se modificó creando una imagen de inspiración afrancesada. Patricia Galeana, "Los símbolos nacionales", Derecho y Cultura, núm. 13, México, UNAM, Instituto de Investigaciones Jurídicas, enero–abril, 2004, p. 121.         [ Links ]

58 Arturo Palomino a Gilberto Crespo y Martínez, La Habana, 3 de octubre y 10 de diciembre de 1904, AHGE–SRE, Exp. Informes políticos del consulado general a la legación de México en Cuba, L–E–2239, ff. 178, 215.

59 Arturo Palomino a Gilberto Crespo y Martínez, La Habana, 4 y 20 de febrero de 1904, AHGE–SRE, Exp. Informes políticos del consulado general a la legación de México en Cuba, L–E–2239, ff. 267, 280–282.

60 Enrique Camacho Navarro y Margarita Espinosa Blas, (coord.) Del porfiriato a la revolución. México y Cuba, diplomacia y política, México, CIALC–UNAM, 2008.         [ Links ]

61 José Francisco Godoy, Porfirio Diaz, president of México, the master builder of a great commonwealth, New York and London, G.P. Putnam's Sons, 1910. Su versión en español, Porfirio Díaz, presidente de México. El fundador de una gran república, México, Muller, 1910.

62 "Envilecidos cubanos y parásitos cobardes", La Prensa, 1 de diciembre de 1910.

63 Idem.

64 Véase Carlos Tello, El exilio, retrato de una familia, México, Cal y Arena, 1990.

65 Caricatura en: Claudia González Gómez, "Intelectuales, exilio y periodismo en Cuba durante la Revolución mexicana", Tesis de doctorado en Historia, Facultad de Filosofía y Letras, UNAM, 2009.

66 Correspondencia entre Porfirio Díaz y Díaz Mimiaga, Archivo Porfirio Díaz, Universidad Iberoamericana, caja 5, leg. 15, docs. 2497–2499. Citado en Mauricio Tenorio, Artilugio, op. cit., p. 226.

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