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Tzintzun

versión impresa ISSN 0188-2872

Tzintzun  no.53 Morelia ene./jun. 2011

 

Reseñas

 

JOSÉ MANUEL SALAZAR NAVARRETE, La gran serpiente verde

 

Enrique Camacho Navarro

 

Novela de la región atlántica caribeña, 2a edición revisada, San José, s.e., 2004

 

Centro de Investigaciones sobre América Latina y el Caribe, UNAM.

 

¿Quién es Minor C. Keith? Ésta es una atinada pregunta que tiene que ver con el interés de conocer, entender y proponer las formas en que se lleva a cabo el proceso de formación de las naciones latinoamericanas. Para acercarse a la respuesta es recomendable hacer la lectura de esta interesante novela histórica escrita por un académico y servidor público costarricense, quien logra armar una atractiva obra literaria sobre la región caribeña de ese país. Allí es donde se ubica parte de la trayectoria personal del personaje a quien se hace referencia al principio de esta reseña.

La región atlántica de Costa Rica es una larga franja de tierras bajas, que durante toda la época colonial y gran parte del siglo XIX se mantuvo aislada del desarrollo que se llevaba a cabo en el resto del país. A partir de la década de 1870 se iniciaría un proyecto que buscaba romper con tal situación. Allí es donde entra en escena el norteamericano Minor Cooper Keith, entonces un joven que se vería envuelto en sus inicios como empresario, al tener que representar a su tío Henry Meiggs con la finalidad de cumplir el contrato signado entre éste y el gobierno de Tomás Guardia, el cual tenía como objetivo instalar un tendido ferroviario entre San José, la capital, y Puerto Limón, lugar ubicado en el Caribe y desde el cual se buscaba alcanzar un contacto con el comercio mundial. Meiggs pondría a sus sobrinos, hijos de su hermana, a cargo de la ardua tarea, continuando él en América del Sur, donde también trabajaría en la instalación de líneas férreas en Chile y Perú.

Ése es entonces el ámbito donde se mueve esta interesante novela histórica. Apoyada por muchos de los textos de historia que existen sobre el tema, Salazar Navarrete logra ofrecer una interpretación literaria que ilustra de manera grata el proceso histórico que se da alrededor de la instalación del llamado Ferrocarril del Norte. Utilizando la ficción, el autor ofrece un excelente panorama de la Costa Rica que se desenvuelve durante el periodo que va del último cuarto del siglo XIX a los comienzos de la década de 1930.

Uniendo tres grandes líneas temáticas, logra representar las vicisitudes que se viven dentro de dicho periodo. A la par de una pormenorizada –y supuesta– "autobiografía" de Minor C. Keith, se realiza la historia que describe la construcción del ferrocarril que uniría la capital con la Provincia de Limón. Pero también aparece en la novela una muy importante reflexión historiográfica que logra armar mediante la ficción, gracias a la polémica de unos jóvenes que representan diferentes posiciones que en la sociedad "tica", así como en las obras relativas al caso, se han adoptado hacia el proceso de penetración de los capitales extranjeros en Costa Rica.

Estos tres grandes ejes temáticos permiten tener acceso a bastante información, que de manera evidente se nota que proviene de una exhaustiva consulta y recopilación de datos de la bibliografía especializada que, por cierto, se encuentra integrada en la parte final de la obra. La biografía de Keith, la historia de su familia, permite tener una idea de lo que fue el impulso liberal que, proveniente de los Estados Unidos, tomó puerto en América Latina. Ello obviamente lleva a que la novela histórica deba ofrecer –y hace de manera atinada– el panorama de cómo se da una respuesta desde el interior de la sociedad costarricense hacia tal proyecto político, económico y social. Asimismo, un tema de sumo interés es el referente a la explicación sobre el origen, situación y desenvolvimiento de la población de origen africano, proveniente principalmente de Jamaica y Belice, así como también de Aruba y Surinam, y que se situó en la región circuncaribeña para ofrecer su mano de obra en el empeño ferroviario, siendo aún en nuestros días una población de relieve en esa parte de Costa Rica.

Minor C. Keith, nacido en Brooklyn, Nueva York, en 1848, hijo de Minor Hubbell Keith y de Emily Meiggs, sobresale en la historia de Latinoamérica al representar ese espíritu del liberalismo que impulsa el camino hacia los logros del individuo, al romper con los límites establecidos por las fronteras nacionales. Sus exitosos alcances, que no pueden ser vistos como triunfos benéficos para los habitantes latinoamericanos, se manifiestan en nuestro continente a partir de la fundación de la United Fruit Company (UFCo) en 1899, la cual le situó como un hombre poderosísimo en Costa Rica, pero también en otros países de la región, como Cuba, Panamá, Colombia, Jamaica, principalmente.

Las actividades empresariales de Keith dejaron huella profunda en nuestros países, resabios que todavía hoy, ya iniciada la segunda década del siglo XXI, son asombrosamente patentes. Por citar un caso, tenemos que en la región atlántica de Costa Rica el desarrollo económico social todavía se ve determinado por las actividades agrícolas impuestas por la iniciativa de aquel hombre que un día, en su afán de cubrir las necesidades alimenticias de los trabajadores que dirigía con el fin de construir la línea de F. F. C. C., decidió plantar bananos a lo largo de la zona cercana a las áreas de trabajo, sin saber siquiera que estaba poniendo las semillas de un emporio sin igual. La visión mercantilista, la exuberancia y fertilidad de la naturaleza, así como la aceptación de las condiciones para instalar la estructura ferrocarrilera (como el importante Contrato Soto–Keith),1 serían elementos que llevaron a la conformación económica de lo que se ha llamado como "repúblicas bananeras".

Mostrando una actitud crítica hacia el proceso, lo que Salazar Navarrete deja patente al titular la obra, el autor nos hace reflexionar sobre la recepción que tuvo –y ha tenido– la penetración norteamericana en América Latina. La gran serpiente verde es una referencia a la consideración que se da metafóricamente a la penetración del ferrocarril que, cargado de los verdes bananos, figura como un enorme animal que desaparece a sus opositores, que engulle lo que está a su paso, que se come hasta a sus semejantes. No obstante a la claridad que hay en la crítica, los lectores nos vemos encaminados a reflexionar sobre cómo se ha argumentado de manera optimista, o bien cómo se ha denostado la presencia del capital extranjero en el ámbito latinoamericano. Blas y Felipe son los jóvenes personajes que representan respectivamente a tales posturas manifestadas en la década de 1930, ya después de que Minor C. Keith muriera, lo que sucedió el 14 de junio de 1929.

Incitar a repensar la historia es uno de los aciertos que se pueden considerar de esta novela histórica. Se trata de un caso que se suma a aquel conjunto de interpretaciones literarias en las cuales los lectores encontramos importantes aportes al conocimiento histórico, ejemplos en los cuales se manifiesta el hecho de que soltar la imaginación es uno de los mecanismos a los que hay que echar mano para proponer, para inquietar, para aventurarse en la historia, sin que sea únicamente la cita precisa, el dato frío, la obra "objetiva", la que se apodere de la creación historiográfica.

Por ello es que resulta importante la revisión de esta obra, misma que logra recrear la historia, así como llevarnos a la historia como un acto de recreo.

 

Nota

1 El Contrato Soto–Keith fue el mecanismo mediante el cual Bernardo Soto Alfaro, Ministro de Hacienda, Comercio, Fomento, Guerra, Marina, Gobernación y Policía durante el gobierno de Próspero Fernández Oreamuno, otorgó en 1884 a Keith nada menos que 800 mil acres de terreno en la zona Atlántica y la concesión del ferrocarril al Atlántico por 99 años. A cambio debía renegociar la enorme deuda externa que tenía el país con banqueros ingleses y asumir el compromiso de financiar y terminar la construcción del tendido ferroviario mencionado.

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