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Tzintzun

versión impresa ISSN 0188-2872

Tzintzun  no.52 Morelia jul./dic. 2010

 

Artículos

 

Transgresiones femeninas: futbol. Una mirada desde la caricatura de la prensa, México 1970-1971

 

Feminine trangress: soccer. A look from the press cartoon, Mexico 1970-1971

 

Transgressions fémenines: football. Une vision depuis la caricature de la presse. Le Mexique 1970-1971

 

Martha Santillán Esqueda y Fausta Gantús

 

Universidad Nacional Autónoma de México e Instituto de Investigaciones Dr. José María Luis Mora. Correo electrónico: msantillan@yahoo.com, faustagantus@hotmail.com

 

Recibido: 4 de abril de 2010
Aceptado: 19 de agosto de 2010

 

Resumen

A través de la caricatura y de notas periodísticas analizaremos la construcción del discurso que en torno a las mujeres y su irrupción en el futbol elaboraron los diarios Excélsior y El Día en el contexto de los primeros campeonatos internacionales femeniles realizados en Italia (1970) y México (1971). Partimos de la idea que el futbol se convirtió en un terreno de conflicto para las mexicanas que deseaban practicar ese deporte en tanto que se les percibía generalmente como transgresoras de las condiciones y valores sociales que debían definirlas, y nos preguntamos sobre el papel que jugó la prensa en la elaboración de esta visión. Nos interesa estudiar las perspectivas de género que el periodismo expresaba desde una triple connotación: como manifestación de las ideas compartidas por el universo de sus lectores, como canal de difusión del discurso de género dominante, y como productora de imaginarios colectivos que terminaban definiendo una particular percepción de este deporte y de la incursión y apropiación por parte de las mujeres de una parcela reservada, al menos simbólicamente, a la expresión de la masculinidad.

Palabras clave: prensa, caricatura, futbol, mujeres, género.

 

Abstract

The main interest of this research paper is to analyze through the cartoon and some press news the construction of the speech that was done by "Excelsior" and "El Día" related to women and their irruption in the first women international championships done in Italy (1970) and Mexico (1971). We took the idea that football became a conflict area for Mexican people that desired to practice this sport since they were generally defined as transgressors to the conditions and social values that should define them, and we ask about the role of the press in the elaboration of this vision. In this sense, we are specially interested in study the perspectives of the gender that press expressed, reproduced and projected around women, football and players from a triple connotation: as expression of shared ideas by the universe of their readers, as a diffusion channel of the speech of the dominating gender, and as a producer of imaginary collectives that finished up defining a particular perception of this sport and the appropriation by women of a reserved land, at least symbolically, to the expression of masculinity.

Key words: press, cartoon, football, women, gender.

 

Resùmé

Cette recherche a comme objectif analyser la construction du discours par rapport aux femmes et leur entrée au football, à travers la caricature et quelques notes journalistiques des journaux Excélsior et El Día dans le contexte des premiers matchs internationaux féminins réalisés en Italie (1970) et au Mexique (1971). Le football est devenu un terrain de conflit pour les Mexicaines qui voulait pratiquer ce sport parce qu'elles étaient généralement perçues comme des transgresseurs des conditions et des principes moraux et sociaux qui les définissaient auparavant. Nous nous demandons à propos ça par le rôle que la presse a mis en question pour l'élaboration de cette vision. De cette manière, ce qui nous intéresse surtout, c'est d'étudier les perspectives de genre que le journalisme a montré par rapport aux joueurs du football féminin. On va envisager la recherche depuis une triple connotation : comme expression des idées partagées par les lecteurs ; comme le chaine de la diffusion du discours de genre dominant et comme la productrice d'imaginaires collectifs qui finit par définir un point de vue particulier de ce sport et finalement de l'entrée et appropriation par les femmes dans un terrain réservé symboliquement à l'expression masculine.

Mots clés: presse, caricature, football, femmes, genre.

 

El futbol, desde su surgimiento, fue considerado un deporte predominantemente masculino, en tanto que se entendía como un espacio en el que la virilidad se materializaba a través de la competencia y de la afirmación de la fuerza física.1 Los orígenes de esta práctica se ubican en la Gran Bretaña, en el lapso de los siglos VIII y XVII, entre el XVIII y XIX en diversas naciones de Europa comenzaron a organizarse partidos formales entre equipos y a reglamentarse lo que hoy conocemos como el futbol moderno.2 En 1904 se creó la FIFA (Fédération Internationale de Football Association) que agrupó a diferentes asociaciones y federaciones alrededor del mundo; este organismo se encargó de reglamentar el juego y las competencias.3 Desde entonces, se impulsó en diversos países la profesionalización de este deporte para los varones.4 En ese contexto, la emergencia del futbol jugado por mujeres cobra singular relevancia porque permite observar la irrupción femenina en un territorio considerado por el discurso dominante5 como ajeno –cuando no absolutamente contrario– a su sexo y sus características supuestamente inherentes.

En México la Asociación de Futbol, desde su creación en 1929, no consideró a las mujeres como protagonistas de este deporte. En realidad, a nivel institucional fue hasta la década de los noventa que en el país comenzó a mostrarse un notorio y consistente interés en los medios de comunicación, escuelas, universidades y la misma Federación Mexicana de Futbol (FEMEXFUT) por promover y desarrollar la rama femenil del balompié,6 época precisamente en que las barreras culturales y las restricciones morales de género comenzaban a verse mermadas por los cambios sociales y políticos que para entonces beneficiaban, no sólo a las mexicanas, sino a las mujeres alrededor del mundo occidental. A partir de las últimas tres décadas del siglo XX en diversas naciones el número de mujeres jugando futbol y buscando hacer de este ámbito un lugar de desarrollo profesional7 fue aumentado de forma progresiva; estos esfuerzos, sumados a los intereses del negocio del deporte, hicieron que la FIFA se preocupara por desarrollar y promover esta práctica.8

En este orden de reflexiones, en el presente artículo estudiamos dos momentos claves, por su relevancia y significado, para el desarrollo del futbol femenino en México: 1970 y 1971 años en que se realizaron, al margen de la FIFA, los primeros campeonatos internacionales de futbol femenil, con sede en Italia y México, respectivamente. Metodológicamente, centramos nuestra investigación en la consulta de los periódicos Excélsior y El Día, en razón de su importancia como referentes de la opinión pública en el ámbito nacional, así como por el amplio espacio dedicado a cubrir las actividades deportivas; también, porque ambos rotativos muestran perspectivas de género distintas. El primero evidencia una visión más conservadora al defender la idea de la realización femenina prioritariamente a través de la maternidad, la domesticidad y la docilidad. Por su parte, en el segundo diario traslucía la coincidencia ideológica de izquierda de su fundador y, por tanto, una postura menos conservadora con respecto al rol social de la mujeres, al tiempo se mostraban preocupaciones más generales en torno a la actividad deportiva y al deporte en sí mismo.9

Analizamos las ideas y opiniones que la prensa y la caricatura expresaban, reproducían y difundían tanto en torno del futbol femenil como de las jugadoras, desde su triple papel: como expresión de las ideas compartidas por el universo poblacional que constituían sus lectores; como canal de propagación del discurso social dominante y, por último, como productora de imágenes e imaginarios colectivos, que terminaban definiendo una particular percepción de este deporte y de las mujeres que lo jugaban. Así, desde las construcciones de género plasmadas a través de la prensa y la caricatura nos damos a la tarea de analizar el fenómeno de esta práctica deportiva pero, sobre todo, la incursión y apropiación por parte de las mujeres de una parcela reservada a la expresión de la masculinidad. En el marco de esos discursos, el futbol se convirtió en un terreno de conflicto para las mexicanas que deseaban practicar ese deporte en tanto que se les percibía, generalmente, como transgresoras de las condiciones y valores sociales que debían definirlas como sujetos: ternura, pasividad, debilidad y docilidad.10 Nos centramos en el espacio de la ciudad de México y en particular en lo que corresponde a la actuación del equipo nacional pues consideramos que sirve para ilustrar el fenómeno de la práctica deportiva marcado por la impronta de las cuestiones de género y su vínculo con los discursos hegemónicos.11

 

Las mujeres irrumpen en el futbol

Las maneras en que las mujeres experimentan el futbol se encuentran condicionadas por la idea de lo femenino imperante en cada cultura específica. En este deporte, al igual que en cualquier otro ámbito, existen relaciones de género fundamentadas en discursos a partir de las cuales se establecen distinciones que definen los patrones de comportamiento social, moral y políticamente aceptables tanto para las mujeres como para los hombres en función del rol que se desea que cada uno de ellos cumpla en la sociedad. Para Marta Lamas el género es "el conjunto de ideas sobre la diferencia sexual que atribuye características 'femeninas' y 'masculinas' a cada sexo, a sus actividades y conductas";12 en otras palabras, son discursos sociales que se construyen para orientar los comportamientos de hombres y de mujeres.

De acuerdo con Michel Foucault, los discursos sociales (como las leyes, el saber científico, la religión, la moral o las tradiciones) son enunciados y estructuras históricas socialmente instituidas que organizan la realidad y buscan normar los comportamientos de los individuos.13 En este sentido, los aparatos discursivos generan visiones y perspectivas sobre el entorno social, a partir de las cuales los sujetos no sólo regulan sus conductas sino que construyen su propia identidad. Por su parte, Joan W. Scott afirma que todo discurso se edifica y se dirige a los sujetos, en primera instancia, a partir de una distinción básica anatómica, la sexual. Así, lo que se espera socialmente de las conductas de mujeres es diferente respecto a las de hombres en razón de su cuerpo.14 De tal modo, la autora asegura que los discursos de género son una forma primaria de relaciones significantes de poder; es decir, que los patrones de conducta para cada sexo se van conformando, por un lado, a partir de estructuras simbólicas previamente establecidas por diversos aparatos discursivos y, por otro lado, en los procesos de negociación de espacios sociales que dichas estructuras posibilitan tanto a mujeres como a hombres para ubicarse en un espacio social determinado.

Por su parte Elsa Muñiz, considera que en toda sociedad se construye desde diversos terrenos sociales y discursivos una cultura de género específica, a partir de la cual se pretenden acotar las conductas de los sujetos de acuerdo a su sexo. En este sentido, la autora sugiere analizar los roles "masculinos" y "femeninos" que legitiman el poder a través de diversas representaciones culturales, las cuales al señalar los límites de acción (que no necesariamente son respetados por sus receptores) se engarzan con las actuaciones sociales e individuales.15 Bajo este entendido, cabe preguntarse, entonces, cuál era el sitio que ocupaban las mexicanas en el ámbito futbolístico, tanto en el discurso de género como en la práctica, cuando a principios de los años setenta se realizaron los primeros campeonatos femeninos de talla internacional.16

En México, al igual que en el mundo occidental, las actitudes de cada sexo se han fundado en relaciones de oposición: las mujeres no deben realizar actividades establecidas como propias de los varones, ni viceversa. A finales del siglo XIX, lo femenino era entendido como inserto en los procesos de la naturaleza misma de su cuerpo: menstruar, embarazarse, parir, amamantar, la menopausia. Así, se reforzaba la creencia de su debilidad física y mental, al igual que su incapacidad para realizar cualquier otra cosa que no fuera procrear.17 Los varones representaban la fortaleza, rudeza, voluntad, capacidad de acción, mientras que las mujeres la belleza, sensualidad, dulzura, maternidad, amor, docilidad, pasividad, fragilidad.

Aún hasta mediados de la siguiente centuria, distintas áreas de estudio, como la biología o la psiquiatría, argumentaban que las mujeres, en razón de esa supuesta naturaleza femenina, sólo podían realizarse social y moralmente a través de la maternidad y la procreación enmarcada por la familia monogámica heterosexual. No obstante, también hubo una serie de movimientos sociales en distintos ámbitos que buscaban obtener más y mejores espacios de desarrollo social para las mujeres. A lo largo de las primeras décadas del siglo XX, muchas mexicanas sobre todo de los centros urbanos se fueron introduciendo paulatinamente en la vida cívica del país, lo cual propició una importante acción para promover la participación política femenina, que culminó con la obtención del voto en 1953. La inercia de esa lucha, conocida como sufragismo o primera ola del feminismo,18 fue minando otros ámbitos sociales como el laboral, el legal y el educativo. Aun cuando el deporte no formó parte fundamental de la agenda del feminismo, cabe destacar que la actividad deportiva comenzaba a integrar a las mujeres a una área que había sido dominada por los varones,19 más por los esfuerzos personales de las practicantes que por constituir un movimiento social más amplio.20

Conforme transcurría el siglo se fueron abriendo, poco a poco, espacios que brindaban a las mujeres la oportunidad de demostrar su capacidad física y de competencia.21 Sin embargo, la integración de las mexicanas en el deporte pasó por un proceso de feminización de los espacios deportivos. Hortensia Moreno asegura que el creciente ingreso de las mujeres en el ámbito deportivo en el siglo XX exigió que se redefinieran los límites de su participación diferenciándose los deportes femeninos de los varoniles, entendiéndose éstos últimos como aquellos que desarrollaban expresiones físicas de agresión, poder y efectividad, características asumidas como propias del sexo masculino.22

Los primeros gobiernos posrevolucionarios impulsaron "la educación física como base para fortalecer a la patria".23 En este sentido Elsa Muñiz demuestra cómo es que el cuerpo ejercitado buscaba ser manipulado por las autoridades con la finalidad de darle utilidad funcional, dependiendo, entre otras características, del sexo.24 Dicho contexto nos permite observar que aun cuando ya había mujeres que jugaban –aunque no de manera profesional– diversos deportes como el tenis, el básquetbol o el voleibol, se alentaron una serie de actividades deportivas que se consideraban más apropiadas para ellas en tanto correspondía con los estereotipos femeninos que se difundían a través del cine, de las revistas y de los anuncios publicitarios.25 El cuerpo ideal de la mujer no se conformaba por una masa muscular atlética; por el contrario, se consolidaba una conciencia particular con respecto a aquellas que realizaban ejercicio: la de la exaltación de su belleza y salud corporal.26 Ello provocó que se fueran creando una serie de actividades físicas y deportivas específicas para el sexo femenino.

A finales de los años cincuenta circuló en México una colección de pequeños manuales nombrada "El ayudante práctico", en la cual se dedicaron alrededor de cuarenta títulos a explicar las reglas de diversos deportes, tales como futbol, box, básquetbol, natación, golf, entre otros más; y se destinó uno en particular al ejercicio femenino que tenía por objetivo mostrar a las mujeres cómo hacer funcionar "determinados músculos [... y] satisfacer una arraigada y lógica aspiración de toda mujer: la esbeltez y armonía de sus líneas", todo ello con la finalidad de "dar agilidad, soltura y forma grácil a brazos, muslos y pantorrillas [...y] a la obtención de una cintura fina, reducción de las caderas, fortalecimiento de los músculos pectorales con los siguientes beneficios para la firmeza del busto, corrección de la línea de la espalda y cuello".27 También circuló un texto del poeta español Cristóbal de Castro donde afirmaba que "los deportes modernos han conquistado a la mujer y sus fastos mejores son la gallarda silueta de una rubia jugando al Bridge o el gesto, lánguido y ocioso, de una morena que mira desde una butaca de mimbre el volar azorado de los pichones en el Tiro".28 Nada más alejado de las mujeres futbolistas, rudas y masculinas, algo andróginas, plasmadas tres décadas antes por el pintor mexicano Ángel Zárraga.29

Para el inicio de la década de los setenta, sólo se veía con buenos ojos que las mujeres ingresaran en deportes que les permitieran lucir lo grácil de sus cuerpos, como el ballet, al contrario de aquéllos que implicaran rudeza corporal o contacto físico.30 En consecuencia, a las mujeres se les solía excluir de los deportes considerados "rudos",31 bajo la justificación de que los cuerpos femeninos no podían –ni debían– desarrollar masa muscular, pues ello afectaría el principal objetivo para el que supuestamente estaban determinadas por naturaleza: la maternidad, sinónimo de docilidad física y emocional.

En este contexto, el futbol, por el despliegue de fuerza y contacto corporal, ha sido considerado una actividad viril y un espacio de construcción de la propia masculinidad. No obstante, el futbol jugado por mujeres irrumpió en el escenario deportivo al celebrarse en 1970 el Primer Campeonato Mundial de Futbol Femenil. A pesar de ello, en México se mantuvo la creencia general de que ese deporte no era un juego apto para mujeres, y que aquellas que lo practicaban se masculinizaban alterando sus características femeninas, incluida su sexualidad que por ende tendía al "marimachismo" o lesbianismo. La prensa nacional nos permite observar la forma en que ciertos sectores de la sociedad expresaron, difundieron y produjeron una serie de imaginarios colectivos con respecto a las mujeres futbolistas en México en momentos claves para el balompié femenil en el plano internacional. Foucault ha demostrado que en la sociedad occidental moderna, los individuos que no suelen sujetarse a las normas sociales establecidas son calificados como anormales.32 Es decir que la subver-sión de las futbolistas, según lo que sostiene el discurso periodístico, radicaría en que ellas transgredían las supuestas características proveídas naturalmente (belleza, sensualidad, debilidad, etc.), hacién-dolas anormales, fenómenos contra natura:33 fuertes, feas, privadas de atractivos sensuales, agresivas, es decir, varoniles.

En este sentido, se desplegaron una serie de mecanismos discursivos de género que, en su mayoría, eran desaprobatorios y buscaban mantener ajenas a las "verdaderas" mujeres de las canchas. Así, en México, a pesar de la apertura que vivía el futbol femenil, la contienda social y moral de una mujer que deseaba realizarse en este deporte no era la misma que la de un varón, no sólo por la falta de espacios sino también, y principalmente, por la censura social.

Durante el Segundo Campeonato Mundial de Futbol Femenil llevado a cabo en México en 1971, la prensa se mantuvo activa. Mientras las visiones de periodistas y caricaturistas, generalmente varones, en torno a este deporte eran fundamentalmente sexistas y desaprobatorias (como analizaremos más adelante),34 la reportera Lourdes Galaz, con una visión más optimista, en su artículo "El futbol femenino debe verse como actividad normal" se preguntaba: "¿las jovencitas darán un buen espectáculo? ¿Afecta de alguna forma la rudeza de este deporte a la 'débil' constitución femenina?".35 Para los especialistas del futbol de la época, continuaba la periodista, "este evento futbolístico de gran importancia para el deporte mexicano será un espectáculo, tal vez por lo 'raro' del caso o bien porque los aficionados mexicanos y de todo el mundo podrán admirar al mismo tiempo la belleza y la pasión de las muchachitas".36 Para Galaz, "el futbol femenil en México no es un espectáculo exótico o de 'onda', es tan común como ir al mercado o votar en las elecciones".37 Sin embargo, frente al entusiasmo mostrado por la columnista se imponía otra realidad menos halagüeña.

 

Entre la apropiación y el rechazo: las primeras competencias internacionales

1970 fue un año particularmente significativo para el futbol femenil nacional e internacional. Tres sucesos marcaron ese año: 1) la celebración del Primer Campeonato Mundial de Futbol Femenil en Italia, donde las mexicanas obtuvieron el tercer lugar; 2) la realización de un encuentro amistoso en el Estadio Azteca entre las escuadras mexicana e italiana, con un marcador de 2-0 a favor de las nacionales, días después la revancha fue para las europeas 4-0; 3) la FIFA, a pesar de no haber avalado el torneo, aplicó una encuesta a los diferentes países afiliados con la finalidad de explorar su opinión sobre la conveniencia de que las mujeres practicaran el deporte y los resultados fueron dados a conocer, aunque sólo parcialmente, a través de la prensa nacional.

La oleada de entusiasmo generada por la incipiente participación de las mujeres en el "varonil" deporte se topó con la reacción desfavorable de algunos países que patentizaron su desagrado por esa práctica. Según el periódico El Día el gobierno de Paraguay declaró que "rechaza[ba] el futbol entre mujeres [pues] las mujeres que gustan de tirar puntapiés en el campo de futbol [ib]an contra su naturaleza femenina".38 Más radical aún en su posición fue "un país asiático cuyo nombre se reserv[ó] discretamente la Federación Internacional" que expresó tajantemente: "Dios nos libre de ellas".39 De todas las naciones integrantes de la FIFA sólo en 12 "se reconoc[ía] la existencia del futbol femenino".40 En América Latina lo aceptaban México, Guatemala, Argentina, Brasil y Venezuela; en Europa, Alemania, Italia, Francia y Suecia, entre otros; en África, Alto Volta (país que en 1984 cambió su nombre al de Burkina Faso); y China, en Asia.

Pese al reconocimiento, el ambiente y el discurso en torno del futbol estaban dominados por consideraciones de género que rechazaban y repudiaban la participación de las mujeres por considerarlo una especie de atentado contra natura. No obstante la desaprobación social generalizada –tanto de hombres como de las propias mujeres– la negativa de la mayoría de los gobiernos de apoyar la práctica y desarrollo del futbol femenino, y, otra vez, sin el reconocimiento oficial de la FIFA, se realizó en México el Segundo Campeonato Mundial de Futbol Femenil en 1971, en el que las mexicanas obtuvieron el segundo lugar frente a las campeonas danesas.

Entre las actividades de promoción realizadas alrededor del evento, las actrices y cantantes formaron equipos que compitieron en un partido telonero antes del encuentro México-Inglaterra, y que también se enfrentaron a las italianas en partidos de entrenamiento. Participaron alrededor de cuarenta estrellas del espectáculo, entre las que destacaban Susana Alexander, Angélica María, Lola Beltrán, Anel, Carmen Salinas, Chachita, Norma Lazareno, Virma González, Leonorilda Ochoa, Ela Laboriel, Magda Guzmán, Eugenia Avendaño, Delia Magaña, July Furlong, Ofelia Guilmain, Alejandra Meyer, Irma Serrano, María Victoria, Irma Dorantes, Cristina Rubiales, Julieta Bracho.41 Si bien el hecho de que mujeres del mundo de las artes participaran en las prácticas podría suponerse en demérito para la aspiración de profesionalizar el deporte femenino, no podemos dejar de considerar que aquellas figuras representaban lo más connotado del espectáculo mexicano y su presencia en el futbol, aunque fuera en carácter de aficionadas, adquiría un significado simbólico: por una parte, contribuía a marcar el inicio de una era en el que la práctica de cualquier deporte no resultara excluyente para las mujeres; por la otra, constituía una afirmación de la irrupción femenina en la esfera pública en ámbitos reservados al dominio masculino. Desde esta doble perspectiva se signaba la posibilidad de una igualdad de género en torno a las actividades deportivas. Estas futbolistas abrían una pequeña brecha, pero significativa.

En México, desde los años sesenta, las mujeres abiertamente jugaban al futbol; Lourdes Galaz registró que en 1971 se realizó un campeonato en la Unidad Independencia en el Distrito Federal entre amas de casa y aseguraba que en el país había más de dos mil equipos.42 Pero a pesar del gran auge de la participación femenina en el balompié, el futbol moderno era –y continuó siendo– una actividad de hombres; ello explica que en las décadas subsecuentes los eventos internacionales hayan decaído y que en el ámbito nacional se haya diluido la emoción del futbol femenil.

De cualquier manera tras las competencias de 1970 y 1971, el primer paso estaba dado. La conjunción de algunos importantes factores hizo posible la amplia cobertura que se dio a ambos eventos. En primera instancia, fue fundamental la participación triunfante que mostraba el seleccionado femenil mexicano, así como la realización del segundo campeonato en canchas nacionales. Ello era consecuencia, quizás, de la fuerza que habían adquirido los deportes a raíz de las competencias internacionales tras la secuela generada por la euforia de las Olimpiadas y del Mundial de Futbol, celebrados en México en 1968 y 1970 respectivamente. Por otro lado, el balompié jugado por mujeres se inscribía en la búsqueda por el reconocimiento de la igualdad entre los sexos promovida por la segunda ola del feminismo que a finales de los años sesenta demandaba a nivel mundial mejoras en el terreno económico-laboral y la reconfiguración del espacio doméstico y de la idea de feminidad, cosechando importantes frutos.43

En este contexto, la política del gobierno y de la prensa respecto al papel de las mujeres en el mundo deportivo se insertaba en el marco de preocupaciones y movimientos políticos y deportivos de corte nacional e internacional que en la década del setenta buscaban mostrar la importancia del rol femenino en el espacio público.

 

La prensa y la insoslayable mirada de género

Durante los años 1970 y 1971 la prensa jugó un papel fundamental en la difusión, promoción y desarrolló del futbol femenil. En esos años, en las páginas de los periódicos se puede constatar una fuerte tendencia al impulso de la práctica de los deportes, en general, y al deporte femenino, en particular. Tanto Excélsior como El Día, periódicos de gran formato, disponían de secciones deportivas, que por lo regular abarcaban entre una y cuatro planas diariamente.44 Dado el carácter oficialista de ambas publicaciones es factible suponer que la actitud asumida por los dos diarios frente al deporte respondiera al seguimiento de una política oficial instrumentada por el gobierno federal, a la cual se alineaban, y que perseguía la promoción del deporte, por una parte, y el reconocimiento de la igualdad entre los sexos, por otra.

Hacia los años setenta la ya extendida masificación de la prensa mexicana, la convertía en una herramienta fundamental de difusión, no sólo de información, sino de ideas que participaban en la consolidación del imaginario posrevolucionario a lo largo del país. En este contexto –y ante la aún incipiente expansión de la televisión–, los periódicos se afirmaban, a su vez, como un poderoso aparato que difundía discursos de género, no sólo a través de imágenes publicitarias o artículos de opinión específicos que plasmaban expresamente roles femeninos y masculinos, sino también al reforzar estos estereotipos constantemente a través de notas, reportajes, comentarios diversos o imágenes –caricaturas, ilustraciones, fotografías–. Para fortalecer la imagen femenina ideal, los diarios exponían, asimismo, los trazos que representaban a las mujeres consideradas anormales. En este sentido, los primeros campeonatos internacionales de futbol femenil adquieren el carácter de un importante escaparate que permite entrever las inquietudes de género de una época en la que las transformaciones en la materia se hacían cada más vez urgentes.

El discurso de género en la prensa durante los campeonatos de 1970 y 1971 se evidencia en las notas, los reportajes, las entrevistas, las caricaturas, las fotos y los pies de foto de periódicos y periodistas que cubren la información deportiva femenina. Las posiciones varían desde aquellas en las que la intención de establecer diferencias en el sexo es expresa hasta las que persiguen normarse con criterios de objetividad y principios de igualdad, pero en los cuales, pese a las intenciones, termina por revelarse la mirada de género.

Los enfoques de los dos periódicos que estudiamos permiten observar esas diferencias y analizar las particularidades de las posturas. Cuando no se trata de una simple nota informativa, en los artículos del Excélsior domina una actitud de condescendencia, minimización y hasta un velado desprecio por la actividad del futbol femenil.45 Así, por ejemplo, al ser entrevistada la capitana del equipo inglés, la futbolista Carol Wilson, en 1971, las preguntas del entrevistador (José Barrenechea) fueron: "¿No tiene problemas con su novio por ser usted futbolista?" o "¿está usted convencida de que este deporte no le resta feminidad?"46 Preguntas impensables de plantearse cuando el entrevistado era un futbolista varón. De sobra está apuntar la interminable lista de expresiones pretendidamente corteses y amables, que entrañaban un profundo corte sexista, cuando no francamente machista, que se reproducían en los artículos y, especialmente, en los pies de fotos. Así es común encontrarse con frases como "Dos guapas gambeteras son sin duda alguna [...]"47o "nada, sin embargo, les hizo perder su feminidad. Un pequeño oso de peluche la acompañó hasta segundos antes de que rodara el esférico".48 Esto trasluce que para los redactores de Excélsior el atractivo del deporte femenino residía en la posibilidad de reafirmar la hombría frente al objeto de deseo; parecía que para ellos resultaba impensable que las mujeres realmente pudieran jugar futbol. Entonces asumían una posición de condescendencia pero a cambio exigían la afirmación de la belleza, la sensualidad, la ternura, esto es, la expresión de la feminidad era la única alternativa para hacer concebible la intrusión de las mujeres en el deporte.

El Día, en cambio, procuraba un lenguaje mesurado, se esforzaba por otorgar al deporte femenino el reconocimiento de su profesionalización y un tratamiento en la exposición de los temas del mismo tipo que el usado para cubrir los deportes masculinos. Pese a ello las expresiones de género se traslucían de una manera sutil: "Trudy Maccaffery, bella mediovolante del equipo de Inglaterra [...]",49 o "tres balones de futbol sirven de marco a la mirada coqueta de Eréndira Rangel".50 En este sentido, cabe señalar que en ambos periódicos las fotografías fueron el espacio en el que la expresión de la feminidad se explotó de manera recurrente e insistente. En casi todas las tomas fijas los fotógrafos buscaron proyectar la imagen de las futbolistas como mujeres sensuales, atractivas o tiernas, relegando a un segundo plano de importancia su papel como deportistas.

Por otra parte, en una crónica del partido México contra Argentina, realizada el 15 de agosto de 1971, el mismo Barrenechea, en Excélsior, apuntaba: "Ni duda cabe, aquello fue un espectáculo agradable. Dentro de las carencias propias de las jugadoras, en un deporte que no se caracteriza precisamente por la cortesía hacia el oponente, ambos cuadros se desempeñaron con entusiasmo, esa es la palabra, entusiasmo".51 Hay aquí al menos dos descalificaciones: la incapacidad de las mujeres para jugar con destreza y la de no ser un deporte que corresponde con el sexo femenino caracterizado por la gentileza y la cortesía.

En tanto, Egremy Arroniz, escritor de El Día, muestra una actitud de respeto y aceptación; su crónica señala: "La actuación de los dos equipos sobre la grama del Estadio Azteca sorprendió a los 80 mil espectadores que asistieron a presenciar el encuentro, pues el futbol que jugaron fue inteligente y habilidoso, logrando arrancar alaridos de entusiasmo entre los miles de aficionados".52

En contraparte, la burla del periodista del Excélsior llega a ser franca en el último párrafo: "En los minutos finales, volvió el peloteo insulso (perdón, se trata de damas) la gracia del ir, venir y resbalar".53 Por su parte, su homólogo de El Día concluía señalando que "con el marcador de tres a uno el encuentro se volvió fuerte y rudo, abundaron las patas y arañazos disimulados y uno que otro pellizco".54

 

Caricatura, futbol y género

A través del análisis de las caricaturas en torno a los mundiales femeniles de principios de los años setenta, pretendemos entender cómo ante las imágenes disruptivas de mujeres jugando balompié, se reafirman y reconfiguran posturas y miradas insertas en la cultura de género de la época: ¿cuál es el ideal femenino promovido por los diarios al difundir estos eventos?, ¿era éste compatible con la imagen que construían de una mujer haciendo futbol?, ¿qué pretendían demostrar con la figura de la futbolista que propagaban?, ¿qué aportaban a la cultura de género del momento?

La caricatura constituye el espacio en el que las posiciones de género se traslucen de manera más clara y evidente. Al igual que en la prensa escrita y en los reportajes fotográficos, en las caricaturas también imperaba una mirada tendiente a objetivar a la mujer futbolista, pero mientras en los primeros el discurso machista se encontraba latente, aflorando pese a las pretensiones de objetividad de los periodistas, en el recuadro de la sátira visual el caricaturista explotaba de manera consciente y provocadora el tema de la sensualidad y la sexualidad. De esta forma, el discurso de género dominante asomaba constantemente en las caricaturas a través de la exaltación de la belleza o de la burla respecto de la fealdad de las jugadoras, lo mismo que en la descalificación, cuando no el franco desprecio, respecto de sus destreza y talento deportivo. Esas cualidades eran relegadas a un segundo plano de importancia, porque el interés estaba centrado en los atributos físicos, en el cuerpo y el rostro, y no en las capacidades para la práctica del balompié.

 

Así la primera caricatura respecto al tema del futbol femenino que apareció en 1971 en Excélsior, firmada por Marino,55 estaba marcada por el carácter sexual. En ella puede verse cómo un fotógrafo captura con su lente a una futbolista en el acto de dominar el balón mientras crea en su imaginación la representación de la misma mostrando sus atractivos físicos vestida con bikini, lo cual le produce una sonrisa de satisfacción (caricatura 1: "Metamorfosis").56 El tratamiento del tema no era nuevo. Un año antes, con motivo del I Mundial de Futbol Femenil, celebrado en Italia, el caricaturista de El Día, Ángel Rueda,57 había dedicado tres imágenes a la participación de las mujeres en el balompié, y lo había hecho desde una evidente perspectiva masculina que tendía a objetivar a las futbolistas con base en los atributos físicos del busto. Así las leyendas que acompañaban a los dibujos rezaban, por ejemplo: "Ora sí tuvimos delantera", al tiempo que una futbolista de sugerentes formas –estrecha cintura, abultados muslos– y pronunciados pechos, que asoman de la blusa, se lanza a empujar el balón con el pie; u otra en la que se exclama: "lo que es un hecho es que las chamacas se toman más 'a pecho' el futbol", mientras la imagen muestra a las jugadoras de los equipos enfrentadas en la lucha por el control y la posesión del balón, en todas ellas destacan los prominentes senos en apretadas playeras.58

En efecto, el machismo fue la mirada que dominó en gran parte de las caricaturas. A través de ellas se traslucía el hecho de que para los aficionados, así como para los reporteros y los mismo árbitros, la presencia de mujeres en el futbol se asociaba inmediatamente a cuestiones sexuales; las futbolistas sólo tenían una cualidad: la de ser el objeto de deseo. Tales posiciones las podemos observar en varias caricaturas en las que resulta evidente que no se piensa en el deporte sino en la oportunidad que la incursión de las mujeres en el balompié brinda para dejar volar la imaginación de las fantasías masculinas. En un cartón se dibuja a un árbitro distraído por los senos de una jugadora mientras ésta le cuestiona por qué le ha marcado fuera de lugar, en tanto en otra un aficionado sale del partido francamente molesto, descontento no por el resultado sino por el hecho de que "¡no hubo intercambio de camisetas al final del juego!". 59 Ello denota, que la cancha de futbol no era considerado un espacio adecuado para las mujeres, no sólo por los diversos aspectos culturales que ya hemos expresado, sino también porque se exponían a la mirada de los demás. Al exhibirse, las mujeres se arriesgaban, según lo indicaban varias caricaturas, a ser vistas como objetos sexuales; responsabilidad que se atribuía a las mismas mujeres por atreverse a ingresar a un terreno varonil vestidas con pequeños y entallados uniformes que provocaban reacciones masculinas asociadas con el deseo.

Deseo que se evidencia claramente también en otras imágenes, la primera muestra a dos espectadores que están decidiendo a qué equipo orientarán sus preferencias mientras observan con lascivia a dos mujeres futbolistas uniformadas con playeras ajustadas y pantalones muy cortos mostrando sus figuras voluptuosas (caricatura 2: "¿A quién le vas?").60 El elemento que influirá en la toma de partido de esos hombres no será el aspecto futbolístico, ni siquiera el patriótico, todo se reduce al atractivo físico. En la segunda un árbitro expulsa a una jugadora y mientras observa su retirada de la cancha la imagina desnuda en la ducha, es decir, se impone de nuevo la proyección de la mirada masculina, no la del profesional enfrentado a la jugadora, sino la del hombre que enfrentado a la mujer sólo es capaz de ver en ella a un objeto, destinado a brindar placer, aunque sea solamente a través de la imaginación (caricatura 3: "Las futbolistas").61

Pese a la preponderancia otorgada a la objetivación sexual de las jugadoras, es necesario destacar que la caricatura no descuidó la denuncia de los abusos y la explotación de los directivos del futbol femenil, tema que constituyó otra de las vertientes más trabajadas.62

A través de los dibujos se hizo patente que el espectáculo era también un productivo negocio que dejaba ganancias millonarias de las cuales no participaban las jugadoras.63 A demás de denunciar las corruptelas y manejos turbios que imperaban en el futbol amateur, las caricaturas exhibían también otra forma de objetivación de las mujeres, la de considerar que las futbolistas podían ser explotadas sin que protestaran, reclamaran o exigieran, probablemente creyendo que, en razón de su supuesta naturaleza poco despierta y lúcida, ni siquiera serían capaces de percibir el aprovechamiento que de su desempeño hacían los dirigentes del futbol. De esta forma, la cuestión de género subyacía también en todo lo referente al negocio del balompié.

Ello puede corroborarse en una representativa imagen dividida en dos cuadros, en el primero de ellos se mostraba a un gordo y enjoyado directivo –que la caricatura sugiere se ha enriquecido gracias al futbol femenil–, frente a una jugadora que junto a él se ve pequeña, aunque de formas sensuales, y que lo observa con mirada cándida y crédula mientras él le señala dogmáticamente que "las satisfacciones valen más que todo el oro del mundo chamacona" (caricatura 4: "Damas y machotes")64 .

Cabe señalar que "chamacona"65 es un término usado en la jerga mexicana al que podemos asociar una doble connotación significativa, pero ambas cargadas de un sentido degradante para la mujer. Por un lado, puede ser entendido en su sentido sexual, el cual refiere a los atributos físicos femeninos, así una chamacona es una jovencita de buen aspecto que despierta la libido de los varones. Por otro lado, en cuanto se refiere a las capacidades intelectuales de la mujer tiene también una carga peyorativa pues descalifica sus aptitudes, una chamacona es una joven inmadura, poco inteligente, menor de edad en todos los sentidos, cuyo único mérito es estar dotada de atractivas formas físicas. En el otro cuadro, un rudo, burdo, cínico, y casi desagradable, jugador de la selección de futbol varonil, coronado con un sombrero mexicano en el que se lee: "nacidos para perder"; exclama sonriente: "yo siempre gano... buenos sueldos". La burla del futbolista varón exacerba las diferencias de género al exhibir el hecho de que pese a su falta de resultados en la cancha ellos se sitúan en un lugar superior al de sus compañeras, usufructuando sustanciosos beneficios mientras ellas permanecen en una situación de pasiva inferioridad.

Cuando la futbolista se transformaba en un ser con exigencias, capaz de demandar sus derechos, abandonando las características de su supuesta naturaleza pasiva e ingenua (ingenuidad cercana a la imbecilidad), entonces perdía sus atributos sexuales, sus maneras delicadas y femeninas, convirtiéndose en un ser desagradable, exaltado, iracundo, que daba "el espectáculo" por su ambición. Así puede verse a un grupo de mujeres futbolistas que con el brazo en alto y el puño cerrado, invadidas por la furia, con rostros deformados por la ira, con actitud masculina y violenta arremeten contra un directivo que temeroso pero ambicioso se aferra a un profuso montón de monedas y billetes (caricatura 5: "No cabe duda").66

De esta forma, desde la caricatura se afirmaba que las mujeres que trasgredían los roles de género corrompían su "naturaleza". El desarrollo en las mujeres de aptitudes para un deporte que, como el futbol, era considerado exclusivamente una actividad masculina suponía un distanciamiento con las cualidades del género femenino, un travestismo de la personalidad, una transformación profunda asociada con el marimachismo.

En efecto, sin importar su nacionalidad, la futbolista que sabía patear y dominar un balón, diseñar exitosas estrategias de ataque y defensa, correr por la cancha, vencer al oponente y meter gol, pareciera que perdía su feminidad, su atractiva figura, su inocencia. Se convertía en una colosal hembra, de gran altura, de fornidos pechos, brazos y espalda, con fuertes pantorrillas, con facciones burdas, actitudes torpes, gesto duro y lenguaje franco y provocador, en suma, adquirían un claro, y ciertamente desagradable, por poco agraciado– aspecto varonil. Tal es la representación que se hace de la famosa "Peque" Rubio, de la selección nacional67 o de la futbolista italiana que a la interpelación de un anonadado reportero que le pregunta "Que están ustedes listas pa' vencer a la selección mexicana?", responde con tono seguro y retador: "Sí, a la de mujeres y también a la de Javier de la Torre si quieren" (caricatura 6: "Forza Azzurri").68 La mujer marimacho no tiene pudor y se considera cuando menos igual, cuando no superior, a los hombres. La existencia de una buena futbolista con atributos femeninos parecía inconcebible.

Como hemos venido analizando, fue en los temas de índole sexual y de roles de género en los que los caricaturistas pusieron especialmente el acento. Además de aspectos como lo femenino o el marimachismo, principales preocupaciones en los trazos de los caricaturistas, también saldría a relucir el de la maternidad, condición intrínsecamente asociada en la cultura de la época a la "naturaleza" y la responsabilidad femenina. El asunto de la maternidad fue explotado como un elemento para restar seriedad al deporte femenino, así vemos a una especie de "María" cargando en las espaldas, atado por un rebozo, a un bebé, mientras juega futbol y es en realidad este infante de pocos meses, de apariencia masculina quien ante la sorpresa de todas las jugadoras anota el gol (caricatura 7: "Gol").69

Encontramos a otro pequeño, sólo que éste indefenso y llorando mientras su madre futbolista se encuentra mezclada en una trifulca (caricatura 8: "¡Mamá!").70 El llanto del niño refleja que tal desatención podía tener secuelas negativas en los hijos, en tanto que la trifulca muestra la incapacidad femenina de entender el verdadero desenvolvimiento de un juego considerado netamente masculino. Ello fortalecía la idea de que la mujer debía ser madre antes que jugadora o, bien, que mezclar ambas actividades era incompatible en tanto que el deporte orillaba a las mujeres a desocuparse –y desentenderse– de la crianza de los hijos, actividad considerada esencial de su sexo.

También se restaba seriedad a la práctica futbolística femenina en razón de las implicaciones que tenía la competencia como una actividad varonil según los discursos de género imperantes. Dos caricaturas ilustran el caso al mostrar la incomprensión del sexo considerado débil ante la justa viril que representa el balompié. En la primera vemos a una futbolista, de aspecto rechoncho y con un gesto de ingenuidad que raya en la simpleza, sosteniendo un balón mientras afirma que el deporte es apto para las mujeres pues les permite conservar "la línea" (caricatura 9: "No solamente es...").71

Estas representaciones nos permiten observar cómo en la época, a pesar de la importancia que adquiría el desarrollo de la actividad deportiva por parte de las mujeres, la feminización de ciertas áreas de este ámbito, difundida a través de discursos en torno al deporte, afirmaba la promoción de –y sólo aceptaba– el ejercicio para mujeres siempre que reafirmara su belleza y salud; es por ello que si algún ingenuo vínculo podía existir entre una mujer y el futbol tendría que ser en torno a las líneas del balón y las de su cuerpo, nada más.

En la siguiente imagen, una portera se dedica tranquilamente a tejer, una actividad asumida como propia del sexo femenino, mientras el partido se desarrolla, al parecer, lejos de ella (caricatura 10: Sin título).72 Así, el hecho de que la guardameta teja mientras el juego está en marcha muestra, en primer lugar, su aburrimiento al no encontrar diversión en una actividad que no le corresponde, lo que la lleva a buscar entretenimiento en otra más apropiada y productiva para su sexo; en segundo, señala la incapacidad "natural" de las jugadoras por entender el juego y acercarse a la portería para anotar gol (finalidad fundamental de esta práctica).

La efusividad generada en la caricatura de los años 1970 y 1971 por la actividad del deporte femenino, aunque fuera fuertemente condicionada por el sesgo de género, no encontró lápices receptivos veinte años más tarde cuando se realizaron los primeros eventos internacionales avalados por la FIFA. En efecto, para los eventos de la década de los noventa el silencio de la prensa frente a los sucesos deportivos habla por sí solo: una negación contundente frente al futbol femenil, ni una sola caricatura.

 

Reflexiones finales: veinte años después, el reconocimiento de la FIFA y el desinterés nacional

En 1970 y 1971 se vivió una coyuntura excepcional en nuestro país con respecto al futbol femenino, propiciada por la realización de los dos campeonatos mundiales en los que México participó, siendo sede del segundo; en ambos el seleccionado nacional realizó un papel honroso y destacado. En el contexto de los mundiales de futbol femenino las particularidades del discurso de género imperante en la época operó como un filtro que condicionó la apreciaciones y opiniones en torno al deporte y la incursión de las mujeres. La prensa se convirtió en un campo para orientar la conducta social que nos permitió visualizar los ideales femeninos a través de los cuales el discurso hegemónico buscaba moldear la conducta de las mujeres. Estos ideales, así como la definición de los espacios y las opciones socialmente aceptados para la participación de las mujeres fueron promovidos por ciertos grupos, como la elite gobernante y una parte de la prensa, entre otros; en este sentido, la caricatura expresó muy claramente la idea de que las canchas no eran el lugar adecuado para las mujeres, porque contravenían las aspiraciones de belleza, feminidad y maternidad. Como hemos podido mostrar a través del análisis de la caricatura y los reportajes periodísticos, no era lo mismo en el México de principios de los setenta pretender ser futbolista si se era mujer que si se era varón, ya que de acuerdo a los estereotipos dominantes, ésta práctica suponía una experimentación distinta entre ellas y ellos.

En los años setenta, la internacionalización y masificación del futbol comenzaba a mostrar el cariz de una gran industria mediática, comercial y política. De esta suerte, podemos entender que, en parte, la marginación de las mujeres, patente en la limitación del uso de espacios así como en el descrédito social, fue el resultado de una política empresarial destinada a fortalecer la actividad deportiva del futbol como propia del ámbito masculino, como un "triunfo de la masculinidad".73 En esta lógica, se entiende que instituciones diversas no dieran cabida a la actividad, y que las deportistas interesadas en esa práctica fueran consideras como mujeres que contravenían su identidad femenina, al no ajustarse a las conductas asumidas como adecuadas para su sexo.

Las construcciones que se hacían en torno al futbol femenil tenían sus bases en una cultura de género donde se asumía que esta actividad además de no tener un sentido social claro para las mujeres, evidenciaba una trasgresión de género en tanto las mujeres que lo practicaban corrían riesgo de masculinizarse. Sin embargo, consideramos que la irrupción de las mujeres mexicanas en el balompié al inicio de la década de los setenta, en el contexto de la incursión de las mismas en ámbitos cada vez más amplios de la esfera pública, suponía una posibilidad distinta de desarrollo individual y el acceso colectivo a estadios de igualdad más consolidados, en la medida en que podían realizar actividades hasta entonces consideradas como no apropiadas para su sexo.

Con ello se demostraba, en primer lugar, que las mujeres podían competir en este terreno, como en cualquier otro, lo que cuestionaba la idea de una supuesta esencia femenina dócil, débil y torpe, entendida como ajena a las canchas de futbol. Pero los imperativos de género tuvieron mayor fuerza, lo que explica el porqué aquella pasión visible al inicio de los setenta por el futbol femenil en México tendría muy corto aliento. Después de esos años la práctica del deporte del balompié por parte de mujeres se redujo a su mínima expresión, habiendo etapas en las que prácticamente desapareció. Ello llevó a que en la década de los noventa, el futbol femenil nacional fuera considerado uno de los deportes de más baja competitividad. Tal situación es consecuencia, con certeza, del poco apoyo y de la falta de profesionalización del futbol femenil, pero también de una latente desaprobación social a que el sexo femenino se desenvolviera plenamente en este ámbito. En segundo lugar, pese a las expectativas generadas por el breve protagonismo del futbol femenil, evidente en la atención y promoción otorgada a los mundiales en las páginas de la prensa, es posible observar que la fuerza de los roles imperantes en la cultura de género de los setenta, los cuales fueron reproducidos y difundidos en las representaciones de la prensa aquí analizadas, en particular en la caricatura, indicaban que las rupturas de los estereotipos femeninos en el ámbito deportivo aún tendrían que recorrer un sendero más largo en comparación con los logros obtenidos en los espacios político, laboral, educativo y familiar.

En efecto, tras las competencias internacionales realizadas en 1970 y 1971, el futbol femenil cayó en un letargo que duró el resto de la década de los setenta y los años ochenta.74 Fue durante el último decenio del siglo XX que las barreras que alejaban a las mujeres del futbol comenzaron a fracturarse a lo largo del mundo, gracias a la desmitificación de los discursos biologicistas sobre el cuerpo femenino, al reconocimiento de la igualdad social entre los sexos, a la demostración que muchas mujeres dieron de sus aptitudes para participar en este deporte, así como a la mediatización y a la solidificación del futbol como industria internacional.

Así, en 1991 y 1995 se realizaron en China y Estados Unidos las 1ª y 2ª Copa Mundial Femenina de Futbol, respectivamente, con reconocimiento de la FIFA. La selección femenil mexicana, considerada desde entonces una de las más débiles75 no participó en ninguno de esos eventos; quizá por ello Excélsior y El Día hicieron caso omiso de la situación y no mostraron interés alguno por los sucesos.76 En cambio, durante la 3ª Copa, en 1999, cuando la selección nacional participó por vez primera en el evento avalado por la FIFA, la prensa sí mostró interés, no obstante la atención que se brindó al evento fue mucho menor a la de los campeonatos de los setenta: hubo una mediana cobertura mientras la escuadra mexicana estuvo en la competencia y se desatendió casi totalmente una vez que fue eliminada en la primera ronda tras un papel poco honroso.

En nuestro país, a pesar que han habido cambios sociales y culturales importantes en el renglón de la igualdad de género y los derechos de la mujer, la situación que enfrentan aquellas que ingresan en la industria del futbol no es completamente equitativa y en ocasiones llega a ser hostil, ello aunado a una carencia de soporte y de estímulos. Así, al día de hoy, si bien se practica en escuelas y universidades, en cambio no existe una sola mujer entre los directivos de la FEMEXFUT, no hay una liga profesional remunerada, son escasas las escuelas formales de jugadoras y existen sólo siete árbitras con reconocimiento internacional de la FIFA, que participan muy poco en la primera división nacional.77

La explicación puede encontrarse en varios factores: uno, que en nuestro país el futbol aún se considera prioritariamente como un espacio masculino, en el que la presencia de mujeres es estimada como una forma de intromisión y, por lo tanto, dirigentes, practicantes y medios –los programas deportivos también están copados por hombres– limitan la participación de las mujeres. Dos, la explotación económica del futbol, que ha convertido al deporte en un gran negocio internacional en el que se conjugan y entremezclan intereses multimillonarios que no están dispuestos a poner en riesgo sus ganancias. Tercero, la falta de programas políticos de largo aliento y de auténtico compromiso con las prácticas deportivas en México. Cuarto, la impronta de los discursos de género que en el caso mexicano continúan mostrando evidentes signos de la pervivencia de ideales decimonónicos que siguen asociando a la mujer con determinadas características como la pasividad, la fragilidad y la maternidad. Si bien ha habido cambios que es importante reconocer, también es necesario decir que pareciera que poco se aprendió de la energía desplegada por aquel grupo de mujeres que en los años setenta se aventuraron por las canchas para hacer suyo el futbol.

 

Notas

1 Al respecto existen sugerentes estudios, baste citar aquí, como ejemplo, lo que afirma Gerhard Vinnai, quien dedica todo un capítulo a analizar la relación entre "Futbol y agresividad", asociándolo a las prácticas militares. El mismo autor sostiene que "A pesar del apaciguamiento de la violencia excesiva el futbol posibilita, como casi ningún otro deporte, la descarga de agresividad mediante el aparato muscular". Vinnai, Gerhard, El futbol como ideología, México, Siglo XXI editores, 1978, p.122.         [ Links ]

2 Sobre los orígenes y desarrollo de este deporte existen varios estudios, entre ellos: Gerhardt, Wilfried, "Más de 2000 años de futbol: sobre la colorida historia de un juego fascinante", disponible en http://www.fifa.com/es/history/history/0,1283,1,00.html,         [ Links ] o Galeano, Eduardo, El futbol a sol y sombra, México, Siglo XXI editores, 1995.         [ Links ]

3 Ver www.fifa.com/historia

4 Por ejemplo, Alfredo Michel apunta al respecto: "[...] los deportes eran cosa de hombres [... quienes hallaban] en los deportes [...] el lugar de sus afirmaciones de masculinidad". Michel, Alfredo, EUA y los deportes: una historia paralela, México, Instituto Mora, Fideicomiso para la cultura en México/USA, 1994, p.57.         [ Links ]

5 Entendemos por "discurso dominante" lo que Foucault considera un sistema de exclusión apoyado en "discursos oficiales", es decir, verdades construidas desde el poder que se distribuyen institucionalmente (por ejemplo, a través del Estado, leyes, prensa, etc.) y tienden a presionar a los otros discursos ejerciendo sobre éstos un poder coactivo. Véase Foucault, Michel, El orden del discurso, España, Tusquets, 2008.         [ Links ]

6 Para detalles más concretos del caso mexicano véase FIFA, "Competition & Player Development", en 4th FIFA Women's Football Symposium, disponible en http://es.fifa.com/ aboutfifa/developing/women/symposium/index.html        [ Links ]

7 Para una información estadística y detallada de mujeres desarrollando esta actividad, ya sea de manera profesional o amateur, en los distintos países afiliados a la FIFA puede consultarse Women's Football Today Information and statistics on women's football from the member associations of FIFA,diponible en http://es.fifa.com/aboutfifa/developing/women/statkit.html.         [ Links ]

8 Véase los resúmenes de los temas tratados en cuatro Simposio de Futbol Femenino FIFA, llevados a cabo en Zurich 1992, Los Ángeles 1999, Los Ángeles 2003 y Shaghai 2007, disponibles en www.fifa.com

9 Excélsior fue fundado en 1917 y El Día en 1961.

10 "Me acuerdo que me decían que el futbol no era para niñas y se reían mucho; [...] hace 30 años era raro ver a las niñas jugar futbol". Testimonio de Andrea Rodebauhgh, en Osorio, Teresa y Moreno, Hortensia, "Me hubiera encantado vivir del futbol", en Debate Feminista: "Cuerpo a cuerpo", Vol. 36, octubre 2007, p. 85.         [ Links ]

11 Entendemos que la variedad regional requeriría un estudio más amplio y complejo que permitiera entender las particularidades de cada proceso.

12 Lamas, Marta, "Cuerpo: diferencia sexual y género", en Debate Feminista: "Cuerpo y política", Vol. 10, septiembre 1994, p.8.         [ Links ]

13 Véase Foucault, Michel, Arqueología del saber, Argentina, Siglo XXI editores, 2002;         [ Links ] El orden del discurso, Microfísica del poder, Madrid, Ediciones de la Piqueta, 1993; Los anormales, México, FCE, 2001.

14 Scott, Joan W., "El género: una categoría útil para el análisis histórico", en Marta Lamas (comp.), El género, la construcción cultural de la diferencia sexual, México, Porrúa-UNAM, 1996, pp. 289-290.         [ Links ]

15 Véase en particular la introducción y la conclusión de Muñiz, Elsa, Cuerpo, representación y poder. México en los albores de la reconstrucción nacional, 1920-1934, México, Miguel Ángel Porrúa, 2002.         [ Links ]

16 Para finales de la década de los cincuenta ya existían equipos femeninos que practicaban el futbol en algunas regiones de México. En 1963, se recibió la visita de dos equipos procedentes de Costa Rica que ofrecieron partidos en varios estados de la República. Novedades, 6 de abril y 21 de junio de 1963. También en Maritza Carreño Martínez, Futbol femenil en México, 1969-1971, Tesis de licenciatura, México, UNAM, 2006.         [ Links ]

17 Véase Tuñón, Julia, Enjaular los cuerpos: normativas decimonónicas y feminidad en México, México, El Colegio de México, 2008.         [ Links ]

18 Para una mejor comprensión del feminismo y su historia ver revista Debate feminista. México, Vol.12: "Feminismo: movimiento y pensamiento", octubre 1995. Véase también Lamas, Marta (comp.), Miradas feministas sobre las mexicanas del siglo XX, México, FCE-CONACULTA, 2007.         [ Links ] Cfr. Käppeli, Anne-Marie, "Escenarios del feminismo", en Michelle Perrot y Georges Duby, Historia de las mujeres, Vol. 4. España, Taurus, 1993, pp. 521-526.         [ Links ]

19 En "1888, cuando el humanista y escritor Pierre de Fredy, barón de Coubertin creó el Comité para la Propagación de los Ejercicios Físicos en la Educación y más tarde, en 1894, realizó un Congreso Internacional para la instauración de los Juegos Olímpicos de la era moderna, dejó claro que la mujer no participaría en ellos por considerarlo 'aberrante y contrario a la salud pública', pues se creía que las mujeres podrían adquirir terribles enfermedades, incluida la esterilidad, si salían de sus sillones de tejer". Espinosa Torres, Patricia y Vargas Basáñez, Nelson, Mujer y deporte: una visión de género, México, INMUJERES-CONADE, 2005, p.16.         [ Links ]

20 López G., Gabriela, "Mujer y deporte: historia en una sola palabra", Fem, Año 14, Núm. 85, enero 1990, pp.10-11.         [ Links ]

21 Véase los artículos de López G., Gabriela, "Mujer y deporte: historia en una sola palabra", "El deporte en México", "Femineidad y la participación atlética", en Fem, año 14, Núm. 85, enero 1990.         [ Links ] Respecto al desarrollo de actividades deportivas para mujeres en México en el periodo es interesante la vida de Alura Flores, quien formó parte de la Escuela de Educación Física creada por José Vasconcelos. Véase Cano, Gabriela y Radkau, Verena, Ganando espacios. Historias de vida: Guadalupe Zúñiga, Alura Flores y Josefina Vicens. 1920-1940, México, UAM-I, 1989.         [ Links ]

22 Moreno, Hortensia, "Mi última pelea", en Debate Feminista: Cuerpo, Vol. 36., octubre 2007, pp.24-25.         [ Links ]

23 Muñiz, Elsa, Op. Cit., p.118. Sobre el rol del deporte en el estado posrevolucionario, cabe destacar el aporte de Keith Brewster, "Patriotic Pastimes: The Role of Sport in Post-Revolutionary Mexico", en The International Journal of the History of Sport, Vol. 22, Núm. 2, March 2005.         [ Links ] También resulta interesante el trabajo Arbena, Joseph L., "Sport, Development, and Mexican Nationalism, 1920-1970", en Journal of Sport History, Vol. 18, Núm. 3, 1991.         [ Links ]

24 Muñiz, Elsa, Op. Cit., p. 121.

25 Véase para análisis de anuncios publicitarios a Ortiz Gaitán, Julieta, Imágenes del deseo, México, UNAM, 2003;         [ Links ] de revistas a Montes de Oca Navas, Elvia, "La mujer ideal según las revistas femeninas que circularon en México. 1930-1950", en Convergencia, Vol. 10, Núm. 32, UAEM;         [ Links ] de imágenes cinematográficas a Tuñón, Julia, Mujeres de luz y sombra en el cine mexicano. La construcción de una imagen 1939-1952, México, IMCINE/COLMEX, 1998.         [ Links ]

26 Diversas revistas femeninas sugerían hacer ejercicio para mantener la salud y belleza femenina. Estas recomendaciones eran moneda corriente en las distintas publicaciones periódicas para mujeres; sirva como ejemplo el artículo "La maternidad y la belleza", Familia, 1ª quincena de mayo 1940, pp. 34-35, 43, 49.

27 Erikssonn, Nils, Método moderno de gimnasia racional femenina, Buenos Aires, Editorial Cosmopolita, 1958, pp. 2-3.         [ Links ]

28 De Castro, Cristóbal, 40 tipos de mujer y normas para actuar en la vida social y mundana, México: Biblioteca para ellas y para ellos, s/f, p. 65.         [ Links ]

29Zárraga, Ángel, Las futbolistas, 1922, Museo de Arte Moderno, Ciudad de México.

30 Por ejemplo, para el caso mexicano, en 1970 opinaba Joaquín Soria Terrazas, directivo de la CONCACAF y miembro de la FEMEXFUT que el futbol "a las damas lejos de beneficiarlas les reditúa daños y hasta se presentan deformaciones corporales" o que "no es un deporte propio para el sexo femenino", declaraciones hechas a El Universal Gráfico, 9 de julio de 1970 y a El Sol de México, 18 de julio de 1970, citado en Maritza Carreño Martínez, Op. Cit, p. 69.

31 Respecto al uso del futbol como espacio a partir del cual se construye una identidad nacional en el México del siglo XX, basada en la pertenencia pero también en la exclusión de ciertos grupos sociales (por ejemplo, indígenas y campesinos), resulta interesante la tesis doctoral de Angelotti, Gabriel, Fútbol e identidad. La formación histórica del deporte y la construcción de identidades colectivas en torno al fútbol en México, Tesis de doctorado, México, El Colegio de Michoacán, 2008.         [ Links ]

32 Foucault, Michel, Los anormales, México, FCE, 2001,         [ Links ] clases 22 y 29 de enero de 1975.

33 Basaglia, Franca, Mujer, locura y sociedad, México, Universidad Autónoma de Puebla, 1983, p.35.         [ Links ]

34 Cabe señalar que las representaciones plasmadas en textos y en imágenes por periodistas y caricaturistas, encontraban origen en sus propias vivencias e ideas, pero también respondían a un imaginario colectivo, compartido por hombres y mujeres, en el que se asociaba la fuerza con capacidades propias de los varones. por lo que asumían que el sexo femenino no tenía cabida en este ámbito deportivo.

35 El Día, 15 de agosto de 1971.

36 Idem.

37 Idem.

38 El Día, 2 de octubre de 1970.

39 Idem.

40 Idem.

41 El Día, 15 de agosto de 1971.

42 Idem.

43 En la ciudad de México, el grupo feminista Mujeres de Acción Solidaria se manifestó en 1971 frente al monumento a la madre en contra del mito que se había construido a lo largo de las décadas precedentes en torno a la maternidad y ante la difundida idea de una existente pasividad de las mujeres en donde su único rol social era el de procrear. Véase Acevedo, Marta, El 10 de mayo, México, SEP/Martín Casillas Editores, 1982, pp. 46 y 63;         [ Links ] Cfr. Cano, Gabriela, "Ciudadanía y sufragio femenino: el discurso igualitario de Lázaro Cárdenas", en Marta Lamas (comp.), Miradas feministas sobre las mexicanas del siglo XX, México, FCE-CONACULTA, 2007, pp.48 y 54.         [ Links ] Posteriormente, en 1975, México fue la sede inaugural de la década internacional de la mujer promovida por la ONU. Para ello, en diciembre de 1974 se aprobó la reforma al artículo 4º de la Constitución mexicana promovida por el presidente José Luis Echeverría, para establecer la igualdad de hombres y mujeres ante la ley.

44 El número de páginas variaba constantemente de un día para otro, suponemos que en función de la cantidad de información deportiva que se generaba.

45 La mirada de este diario está enmarcada en una visión conservadora posrevolucionaria sobre la feminidad. Desde la década de los veinte Excélsior se afanó por consolidar la imagen de la madre mexicana como una mujer abnegada y dispuesta a sufrir por el bienestar de sus hijos; para ello, realizó una serie de concursos que buscaban enaltecer a la maternidad, desde los años treinta hasta 1971 –justamente el año en que las mexicanas protestaban en contra de la idea construida y liderada por el diario sobre la maternidad y en México se convocaba el Segundo Campeonato Mundial de Futbol Femenil–. Véase Acevedo, Op. Cit.; Martha Santillán, "El discurso tradicionalista sobre la maternidad: Excélsior y las madres prolíficas durante el avilacamachismo", en Secuencia, mayo-agosto 2010, México, Instituto Dr. José María Luis Mora.         [ Links ]

46 Excélsior, 7 de agosto de 1971.

47 Excélsior, 12 de agosto de 1971.

48 Excélsior, 19 de agosto de 1971.

49 El Día, 18 de agosto de 1971.

50 El Día, 19 de agosto de 1971.

51 Excélsior, 16 de agosto de 1971.

52 El Día, 16 de agosto de 1971.

53 Excélsior, 16 de agosto de 1971.

54 El Día, 16 de agosto de 1971.

55 Marino Sagástegui Córdoba, caricaturista de origen peruano que llegó a México en 1963 y fue uno de los principales colaboradores de Excélsior.

56 Excélsior, 7 de agosto de 1971: "Metamorfosis".

57 Ángel Rueda Salvatella, caricaturista de origen español, llegó a México en 1939, y durante la época en estudio era el principal caricaturista de El Día.

58 El Día, 16 de julio de 1970, Rueda en el deporte: "Ora sí..."; 23 de julio de 1970: "¿Por qué me marca...?"; 20 de octubre de 1970, Rueda en el deporte: "Lo que es un hecho..."

59 El Día, 23 de julio de 1970, "¿Por qué me marca..." Excélsior, 16 de agosto de 1971: "Ecos..", recuadro tercero: "Al final..."

60 El Día, 28 de agosto de 1971, sección Rueda en el deporte: "A quién le vas".

61 Fin de Semana, Suplemento de El Día, 20 de agosto de 1971: "Las futbolistas".

62 Sobre el tema véase Carreño Martínez, Maritza , Op. Cit., en particular el capítulo VI "Piernas caídas: las jugadoras mexicanas exigen una remuneración económica al Comité organizador del mundial", pp. 159 a 182.

63 Sobre el tema, Excélsior, 17 de agosto de 1971: "Valor mexicano"; 19 de agosto de 1971: "Damas y machotes"; 23 de agosto de 1971: "Ecos...", recuadro segundo: "Les tenemos regalitos..." El Día, 2 de septiembre de 1971: "La utilidad del..."; 5 de septiembre de 1971, Rueda en el deporte: "No cabe duda".

64 Excélsior, 19 de agosto de 1971: "Damas y machotes".

65 Chamaca o chamaco refieren a un niño/a o jóven.

66 El Día, 5 de septiembre de 1971, sección Rueda en el deporte: "No cabe duda".

67 Excélsior, 16 de agosto de 1971: "Ecos...", recuadro segundo: "La mas grande..." En otra imagen dos futbolistas conversan sobre las pretensiones de La Peque de fichar para el América, para lo cual tiene que disfrazarse de hombre. El Día, 27 de agosto de 1971, sección Rueda en el deporte: "Es la Peque..."

68 Excélsior, 27 de agosto de 1971: "Forza Azzurri". También en Excélsior, 24 de agosto de 1971: "Las ítalas..."

69 El Día, 21 de agosto de 1971, sección Rueda en el deporte: "Gol".

70 El Día , 31 de agosto de 1971, sección Rueda en el deporte: "¡Mamá!".

71 El Día, 18 de agosto de 1971, sección Rueda en el deporte: "No solamente es..."

72 El Día, 26 de agosto de 1971, sección Rueda en el deporte: Sin título.

73 Pisano, Margarita, Triunfo de la masculinidad, Colombia, Surada Ediciones, 2004, disponible en www.mpisano.cl        [ Links ]

74 Tal vez ello haya sido un efecto del hecho de que "los campeonatos femeniles de Italia 1970 y México 1971 promocionaron un show y no la profesionalización de las mujeres futbolistas." Carreño Martínez, Maritza, Op. Cit., p.19.

75 En 2003 el futbol femenino mexicano se encontraba en la posición 31 del ranking FIFA; para el 2010 ha escalado a la 22. Véase http://es.fifa.com/worldfootball/ranking/lastranking/ gender=f/fullranking.html

76 Durante la 1ª Copa FIFA, en 1991, Excélsior sólo le dedicó cuatro notas simples síntesis informativas (los días 17,18,19 y 22 de noviembre); en tanto, El Día –que para entonces había modificado su política editorial con respecto a los deportes, al restarle importancia y reducir a una página la sección–, ni siquiera mencionó el suceso.

77 Datos registrados en www.femexfut.org.mx y www.fifa.com

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