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Tzintzun

Print version ISSN 0188-2872

Tzintzun  n.51 Morelia Jan./Jun. 2010

 

Artículos

 

Revisión historiográfica de los insurgentes-republicanos Nicolás Bravo, Juan Álvarez y Vicente Guerrero

 

Revision of historiography of the republican insurgents: Nicolas Bravo, Juan Alvarez and Vicente Guerrero

 

Révision historiographique des insurgés-républicans: Nicolás Bravo, Juan Álvarez et Vicente Guerrero

 

Eduardo Miranda Arrieta

 

Instituto de Investigaciones Históricas de la Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo. Correo electrónico: mirandae8@hotmail.com

 

Recibido: 24 de octubre de 2009
Aceptado: 24 de febrero de 2010

 

Resumen

En este trabajo se hace un examen a la producción historiográfica que se ha realizado sobre tres personajes distinguidos del sur de México (actual estado de Guerrero) que participaron militar y políticamente en los procesos independentista y republicano. No sólo se cuantifica la obra histórica que los describe sino que se hace una valoración de sus alcances y su real aportación. Se percibe el desequilibrio de la producción en cuanto a cantidad y condición, tratando de identificar los anhelos intelectuales que la originaron. El artículo define que el grueso de esta producción mantiene un mismo soporte metodológico y apreciativo.

Palabras clave: Biografías, revisión historiográfica, panegírico, insurgentes, republicanos.

 

Abstract

In this work we examine the production of historiography which has been realized on three distinguished personages of the south of Mexico (present state of Guerrero) personages who participated military and politically in the independence and republican processes. Not only the historical work that describes them is quantified, but there is also a valuation of its reaches and their real contribution. It is presented the imbalance of the production as far as amount and condition, trying for identifying the intellectual yearnings that originated it. The article defines that the thickness of this production maintains the same methodological and appreciative support.

Key words: biographies, revision of historiography, insurgents, republicans.

 

Résumé

Ce travail fait un examen de la production historiographique qui a été realisée sur trois personnages bien connus du sud du Mexique (l'état de Guerrero) lesquels avaient participé militairement et politiquement au cours des mouvements de l'indépendence et républicain. On ne quantifie que l'œuvre historique qui les décrit, mais la valoration de leurs atteints et de sa réele contribution. On analyse le déséquilibre de la production quant à quantité et conditions, en essayant d'identifier les aspirations intellectuelles qui les avaient originées. L'article détermine que la plupart de cette production a un même support méthodologique et appréciatif.

Mots clés: Biographies, révision historiographique, panégyrique, insurgés, républicains.

 

A pesar que en la actualidad se percibe un avance en la producción y calidad de los estudios sobre el pasado mexicano, que ha crecido el número de profesionistas e instituciones dedicados a la producción histórica, que la participación de investigadores de otros países en la historia mexicana es hoy considerable y significativa y ha fijado niveles de competencia y profesionalismo con los nacionales,1 cierto es que aún quedan grandes vacíos en la historiografía mexicana. Este fenómeno resulta axiomático, sobre todo, cuando nos referimos a los acontecimientos ocurridos en las regiones del sur, actual estado de Guerrero.

Como bien lo indica el historiador Carlos Illades, la carencia de estudios históricos sobre este espacio se torna singular si se toma en cuenta, por ejemplo, su ubicación geográfica o que muchos acontecimientos de alcance nacional se desarrollaron en él.2 Sin dejar de lado la importancia económica, política, social y cultural que mantuvo en la etapa virreinal, el siglo XIX es, sin duda, el tiempo de su mayor relevancia histórica, sobre todo, en temas relativos con lo político, militar y social. La gesta independentista se desenvolvió y se mantuvo en este territorio; allí emergieron los principios ideológicos y políticos que habrían de justificar la marcha insurgente; allí se logró la consumación de la independencia; allí se observaron los fundamentos republicanos y federalistas; allí nació la revolución de Ayutla que definió el liberalismo; allí aparecieron un sinnúmero de movimientos campesinos con distintas banderas reivindicativas; dicho en palabras de Illades "el territorio suriano ha jugado un papel protagónico en la historia del país".3

Desde luego, se han escrito obras generales y colectivas que abordan aspectos del pasado sureño en la etapa decimonónica.4 Así también existen estudios monográficos que sintetizan la historia de Guerrero desde sus orígenes prehispánicos, pasando por las diferentes etapas históricas que registra el país, hasta concluir con la revolución mexicana.5 Empero, aún se sigue careciendo de estudios que contribuyan a un mejor acercamiento y conocimiento de lo que aconteció en este espacio de especial importancia histórica. La producción de algunas obras y artículos recientes, escrita por notables especialistas, ha logrado recuperar momentos históricos significativos para el conocimiento.6 Pero ella, frente al grueso de la producción historiográfica existente, cargada de vagas interpretaciones, repeticiones simples y posiciones ideológicas, es todavía una pequeña luz que no logra imponerse al brumal. Si bien han existido asociaciones de historiadores locales y se han abierto foros importantes para discutir avances y resultados, la navegación en el río de la historia sureña sigue siendo lenta y colmada de imágenes irregulares.

En este marco referencial se hallan, especialmente, las historias de los individuos. Aunque se cuenta con un número relativamente importante de obras que refieren la vida de los personajes distinguidos de estas comarcas, no existe, hasta la fecha, alguna que nos lleve a mostrar una imagen acabada sobre ellos. La mayoría, por el contrario, aparte de repetir las apreciaciones laudatorias que hicieron los historiadores del siglo XIX, han exagerado sus apreciaciones al presentar a estos hombres con hechos que parecen arrancados de lo inverosímil o de lo fantástico. De estos trabajos quizá alguna diferenciación pueda existir en el aspecto de su narrativa. Están aquellos que escriben los acontecimientos desde un punto de vista sentimental, ensalzan las virtudes del prócer, toman partido y duélense de sus infortunios; o aquellos que son mayormente descriptivos, hilan los sucesos y enhebran las fechas. Mayor disparidad existe en otros (pocos por fortuna) que buscan satisfacer exigencias ideológicas; o como lo dijera E. P. Thompson efectúan su lectura de la historia a la luz de una problemática posterior, y no a la luz de los hechos tal y como ocurrieron.7 Sabemos, por ejemplo, la existencia de estudios que muestran a Vicente Guerrero como un personaje "precursor del agrarismo y "precursor del socialismo".8 Aunque muchas veces los biógrafos tratan de evitar algunos de estos males, casi nunca logran desprenderse de la tradición tautológica, romántica y panegírica. Muchas veces esta producción respondió a la necesidad oficial (a veces individual) de rescate, con el fin de dotar a la patria mexicana (o a la patria chica) de imágenes fundadoras y forjadoras de una identidad, de una soberanía. Labor que, ciertamente, surgió en los años inmediatos de haberse suprimido el dominio español y se extenderá hasta nuestro tiempo. El balance, desde luego, logra alcanzar cuantitativamente un perfil positivo, pero sigue siendo poco afortunado desde una perspectiva atributiva. A partir de esta realidad, y como lo expresara Luís González, el género biográfico es "una historia que se ha quedado como paralizada".9

En respuesta a dicho horizonte historiográfico algunas instituciones principiaron, en algún tiempo, la tarea de reeditar relatos biográficos escritos en el siglo XIX. Otras han extraído de los estantes bibliográficos trabajos que sirvieron como tesis de grado en el extranjero para traducirlos y editarlos. Si bien esta labor permitió ampliar el conocimiento sobre este género, sabemos de la existencia de otros estudios más (tesis de grado) que, para desazón de los estudiosos, no han corrido igual suerte. Por otro lado, han existido recientemente nuevos esfuerzos bajo el sello de importantes editoriales y la coordinación de académicos reconocidos por su labor histórica, pero una vez más el ojo crítico del historiador facultativo logra percibir que la aportación que se desprende sigue siendo insuficiente o, si hemos de someterla a la calificación académica, se encuentra lejos de superar los viejos diseños y tradicionales estudios. Lo más desafortunado, a pesar de los presumibles hallazgos documentales que contienen estas publicaciones, es que no exista una interpretación adecuada de esta información empírica con relación a su contexto, o se detecten explicaciones equivocadas de acuerdo a los acontecimientos históricos y a la participación de los actores.

Para precisar lo anterior hemos dirigido nuestra atención en la producción y el trato que se ha dado a tres personajes reconocidos de la historia mexicana. Nos referimos específicamente a Nicolás Bravo, Juan Álvarez y Vicente Guerrero. Ellos no sólo porque son los que han motivado la realización de una más abundante obra escrita relacionada con el espacio sureño, sino porque son los que mantuvieron una importante participación, de larga duración, en los acontecimientos que van de la lucha insurgente por lograr la independencia mexicana hasta la conformación de la república, ya en su etapa inicial, federal, central o liberal. Son figuras de por sí representativas; bástese mencionar que casi no existe lugar, a lo largo y ancho del territorio mexicano, donde no aparezca el nombre de estos próceres impresos en calles, avenidas, escuelas, bibliotecas, monumentos, municipios, ciudades, hospitales y restaurantes. Inclusive se han hecho libretos para obras de teatro para representarlos.10

La creación histórica relacionada con ellos se localiza en distintos repositorios bibliográficos que fueron consultados: Biblioteca Nacional de México de la UNAM, Biblioteca Daniel Cosio Villegas del Colegio de México, Biblioteca del Instituto de Investigaciones José María Luís Mora, Biblioteca CONDUMEX, Biblioteca Luis Chávez Orozco del Instituto de Investigaciones Históricas de la UMSNH y Biblioteca del Instituto de Investigaciones Históricas de la UNAM. Sin contar las biografías que se encuentran editadas en las enciclopedias y diccionarios, localizamos un total de 58 estudios que describen la vida de estos hombres. Doce son de Nicolás Bravo, nueve de Juan Álvarez y treinta y ocho de Vicente Guerrero. La mayoría son biografías del siglo XX, aunque, como ya indicamos, existen algunas que aparecieron en el siglo XIX, siendo realmente pocas las que se han dado a saber en el presente siglo.

 

Imágenes históricas de los personajes

Los tres son personajes distinguidos de la insurgencia y del proceso republicano, lo que hace constatar una larga trayectoria política y militar. La mayoría de los estudios impresos que relatan sus vidas muestran solamente fragmentos de su existencia los cuales tienen que ver más con sus hazañas épicas durante la etapa insurgente en contra de la autoridad virreinal, y menos con su participación en el diseño y desarrollo de un gobierno representativo. El haberse producido y difundido principalmente sus acciones en la gesta independentista es por el simple hecho de ser la más fastuosa. No hay forma de advertir lo contrario porque, en efecto, esta etapa de su existencia está rebosada de una serie de acontecimientos individuales y familiares que son difíciles de objetar de manera crítica. El hecho de haberse incorporado a las fuerzas insurgentes sobrestimando sus afectos y compromisos familiares, de ponerse a las órdenes de José María Morelos y apoyarlo en sus proyectos militares y políticos (en los que se buscaba un régimen constitucional y no monárquico), de ser hombres que en la lucha perdieron a parientes y quebrantaron sus relaciones de amistad y familiar, de permanecer activos dentro de la insurgencia hasta el final de la guerra y, finalmente, de haber contribuido y participado en la proclamación de la independencia mexicana con base en el Plan de Iguala, los presentan objetivamente como figuras valiosas de aquel tiempo. Más aun si examinamos la etapa inmediatamente posterior a la declaración de independencia en que promueven la idea republicana como forma de gobierno para la nueva nación, no podemos más que aceptar que se trataba de personalidades comprometidas con un nuevo pensamiento político, que podríamos definir para ese tiempo como revolucionario. Los años que siguieron a estos acontecimientos, empero, siguen siendo exiguos en datos e interpretaciones, si bien existen algunas interesantes reflexiones y recopilaciones para conocer de sus interesantes vidas.

Con excepción de algunas disertaciones inéditas y publicaciones recientes es perceptible, en la mayoría de los estudios dedicados a ellos, el uso de una base de datos constituida solamente con la información que proporcionan los clásicos del siglo XIX. Ciertamente, la obra de Carlos María de Bustamante es la más examinada, aunque también existen testimonios que surgen de los escritos de Lucas Alamán, Niceto de Zamacois, Orozco y Berra, entre otros. El uso de fuentes directas es más escaso y, por lo mismo, la inferencia presunta, la reiteración y el paroxismo son elementos regularmente presentes en las obras. Siguen siendo predominantes en la mayoría de ellas las orientaciones encomiásticas, así como también una ordenación de datos que promueve su legado político con una sentencia de raciocinio universal y valor utilitario.

Ciertamente, sus biógrafos se encuentran lejos de alcanzar descripciones que permitan tener una imagen fidedigna de sus personas. El entusiasmo reivindicativo constituye el formato más favorecido al presentarlos como figuras grandiosas, eminentes patricios que propugnaron la idea nacional, hombres de "acciones nobles" y "grandiosa sencillez", caudillos valientes y capaces de emprender acciones de guerra sin amedrento alguno, personajes inteligentes que logran convertirse en "los más preclaros hijos de nuestra amada patria". La principal articulación histórica que se desprende de los estudiosos son sus acciones militares, resaltando las célebres frases, ocurrencias personales y descripciones de acontecimientos notables para enaltecerlos. El periodo de la gesta independentista es el que mejor permite mostrar estas apreciaciones, no así la etapa posterior republicana, a veces inasequible, por la variedad de acontecimientos y actitudes diversas. Este impulso historiográfico pareciera premeditado, pues la mayoría de los relatores buscan cuidar no ensombrecer la senda de los personajes. Indagar sus vidas en el periodo republicano podría mostrar distintos rostros que enturbiarían el agua cristalina de su recuerdo.

Las características enunciadas bien podemos asignarlas, por ejemplo, a Nicolás Bravo. La producción que tenemos a la mano sobre este personaje está determinada a profesar la grandiosidad del personaje relatando con mayor detenimiento su etapa como insurgente. Los años posteriores a esta gesta no parecen interesar a los estudiosos porque pudiera manchar su imagen primigenia (llena de momentos épicos y nobles dentro del movimiento insurgente).11 Sus acciones políticas y militares como republicano han sido poco atendidas. Es por ello que, bajo el lente de la ideología liberal dominante en nuestra historia, se le vea solamente como la de un conservador que abogaba por regímenes centralistas. Se aprecia que ha prevalecido una valoración política y tautológica en el análisis de su semblanza que subyuga cualquier otra valoración informativa. En esta creación historiográfica sólo una vieja reflexión de un biógrafo porfiriano, poco valorada, alcanzó a tener alguna precisión en la apreciación del personaje, pues ella consideraba a Bravo como constructor de la nueva nación y hombre que siempre abogó por "un sistema de gobierno estable y en armonía con las progresivas ideas del siglo XIX".12 Ciertamente esta valoración deriva de una percepción y no de un análisis o una explicación sistemática emanada de fuentes empíricas. La simpleza de estos conceptos atributivos, han ayudado muy poco a conocer y comprender la complejidad de la vida de un hombre en el complicado proceso de construir y consolidar una nueva nación.

Frente a estos estudios, solamente el relato cronológico de Leonard Durvin Parrish The life of Nicolás Bravo, Mexican Patriot (1786-1854), escrito en 1951, reúne una más amplia información no sólo procedente de los clásicos decimonónicos, sino de los archivos mexicanos y de la universidad de Austin Texas, alguna folletería y periódicos de la época. En su exposición sistemática destaca los momentos más sobresalientes del personaje, desde su nacimiento hasta su muerte. Sin apartarse de la visión predominante que busca esculpir la figura del caudillo de la mejor manera, de ennoblecer su vocación republicana como signo de avance y de cambio de un pensamiento, tiene como propósito también el de mostrar una imagen distinta a la que habían expuesto los historiadores liberales que lo dibujaban como reaccionario.13

Este esfuerzo, al igual que los otros, ha permitido un conocimiento importante del personaje pues esclarece muchos aspectos de la vida social política y militar en la primera mitad del siglo XIX. Empero las dudas e interrogantes que se desprenden después de sus lecturas, el sonrojo que producen algunos relatos cuando extreman sus apreciaciones, las desafortunadas interpretaciones y las visiones irregulares, hacen ver que existe todavía un camino largo que recorrer para proyectar una imagen inteligible conforme a escenarios o contextos más posibles. Un paso se ha dado, quizá, con el reciente trabajo En la cima del poder. Nicolás Bravo, el discurso de un insurgente republicano mexicano 1810-1854, presentado como tesis de grado en el año de 2006. El trabajo presenta al personaje en un largo recorrido que va desde los inicios del movimiento insurgente en 1810 hasta su muerte. Es decir, examina su participación en la lucha por la independencia así como sus actuaciones en el México independiente y republicano. El análisis se centra en los discursos del caudillo que son presentados y comprendidos tomando en cuenta el contexto sociopolítico que los motivan. Con ello logra establecer, con relativa claridad, los impulsos políticos y personales que lo llevan a mantener una participación activa en todo el proceso de construcción de la nación mexicana; ello bajo el entendido que su personalidad no es estática porque las circunstancias lo hicieron variar de parecer, algunas veces sobre cimientos virtuosos, pero otras sobre bases menos éticas o inflexibles. Desde luego, la investigación busca alejarlo de las viejas dicotomías de ser reaccionario o conservador-progresista o liberal para esclarecer sus principios republicanos y su vocación liberal muy distante a la que concebían los actores extremistas. En una perspectiva general viene a abonar algo más el conocimiento de este hombre que conserva una notable presencia en los libros de texto.14

En una situación diferente se encuentra la producción historiográfica relacionada con la figura de Juan Álvarez. Históricamente, éste es uno de los caudillos mejor estudiados, con el cual se han expuesto orientaciones metodológicas muy interesantes y se han elaborado descripciones más detenidas sobre su vida. Son dos las obras que han permitido esta provisión; la primera, con estilo marcadamente laudatorio, pero con un contenido amplio y novedoso en información documental y bibliográfica, fue escrita en 1958 por el historiador norteamericano Clyde Gilbert Bushnell y lleva por título: La carrera política y militar de Juan Álvarez. La segunda, una edición realizada por el Colegio de México en 1972, escrita por Fernando Díaz Díaz, se intitula: Caudillos y caciques. Antonio López de Santa Anna y Juan Álvarez. Las dos, aunque distintas en su fundamento metodológico, son testimonios importantísimos para conocer con detenimiento la vida del personaje. La distinción está en que mientras Bushnell elabora un recuento detenido de toda su vida bajo un orden cronológico, Díaz lo retoma para explicar, bajo las categorías weberianas, los prototipos del caciquismo y caudillismo en los años iniciales de la república. El primero narra cada uno de los momentos significativos de la existencia del personaje (su origen, su incorporación a la insurgencia y su desempeño en la vida política y militar del México independiente y republicano hasta su muerte) y mantiene, en su desarrollo, un tono elogioso en cada una de sus acciones, destacando su inquebrantable postura política liberal a favor del federalismo; buscando hacer notar que, comparado con otros caudillos de la época, "su figura se alza sobre los demás, así como Orizaba ensombrece a los picos que lo rodean". Díaz, por su parte, retoma su figura sólo para poder explicar el comportamiento de un cacique que busca obtener la dominación de un grupo social (los campesinos indígenas) mediante el oportunismo político y militar, medios económicos, cualidades personales, empleo de una bandera o partidismo político, y que sabe aprovechar el poder para su beneficio personal. Para lograr precisar sus argumentos hace el análisis de otro personaje, Antonio López de Santa Anna, el cual considera reúne las características de un caudillo. Si bien su propósito pudo alcanzar un resultado satisfactorio de acuerdo a sus planteamientos teóricos (produciendo inevitablemente diversos cuestionamientos), su estudio contiene una riqueza informativa insoslayable para los historiadores interesados en la vida política y militar en las primeras cinco décadas de la república mexicana.15

Ciertamente, se hallan otros estudios biográficos que permiten un conocimiento de la figura de Juan Álvarez. La mayoría lo distinguen por su actuación destacada en el movimiento de independencia a las órdenes de José María Morelos y Vicente Guerrero; por ser el hombre que mantuvo de manera inquebrantable la bandera del federalismo; el brazo ejecutor del Plan de Ayutla que puso fin a la dictadura de Santa Anna para preparar el triunfo de la reforma liberal. Por lo regular la tintura encomiástica es la más recurrente por los estudiosos. Se distingue en el conjunto de esta producción la obra de Daniel Muñóz y Pérez titulada El General Don Juan Álvarez, que ofrece un recuento de su longeva vida seguido de una selección documental que es testimonio atrayente para enriquecer el conocimiento del personaje en el espacio político mexicano del siglo XIX.16

Más allá de poder medir la relevancia de toda esta producción es evidente que, bajo el riguroso análisis académico, los alcances son poco generosos, no así sus propósitos pues lograron proyectar su figura en grado tal que la población sureña y sus dirigentes políticos lo tienen en muy alta consideración. Conforme a este entusiasmo, tres historiadores contemporáneos oriundos de aquellas comarcas, Jaime Salazar, Rafael Rubí y María Teresa Pavía, han realizado un mejor y nuevo esfuerzo por saber la vida de este personaje. En el marco conmemorativo del CL aniversario de la erección del estado de Guerrero, dieron a conocer un libro titulado Juan Álvarez Hurtado. Cuatro ensayos, el cual busca responder a varias interrogantes sobre el origen y rasgos étnicos (no de carácter estamental) del personaje; su posición política y económica en aquellas regiones distinguiéndolo como cacique y gran propietario de tierras y ganado; detallando, además, su vida (su cronología) para compararla con la de otro distinguido caudillo Nicolás Bravo. La obra da claridad sobre muchos asuntos de su existencia, pero no logra apartarse de ese prurito que embarga a los viejos cronistas en cuanto a precisar el dato, distinguir al personaje con base a apreciaciones sociológicas hechas por otros estudiosos y prescribir conceptos modernos que, en lugar de aclarar sus actos, dificultan más su comprensión. Los datos valiosos que presentan sus autores sobre el personaje logran, desde luego, conseguir una extensión contributiva, pero en su análisis, al desestimar excelentes estudios (clásicos y contemporáneos) tangencial o linealmente ligados con esta figura, no consiguen redondear su contenido.17

Las obras relacionadas con este personaje y con Nicolás Bravo, por lo regular, son ediciones de carácter local; es decir, fue el interés de los propios sureños por conocer el pasado de estos hombres insignes la que las impulsó. Por incomprensibles circunstancias estas personalidades históricas no han merecido todavía el interés de las importantes casas editoriales, las cuales siguen publicando reiterativamente trabajos sobre las figuras más representativas de la historia mexicana. Vicente Guerrero, el otro sureño que nos ocupa, es una de ellas. Su inquebrantable inclinación insurgente en favor de la independencia mexicana, el pacto logrado con Agustín de Iturbide para proclamarla, sus principios políticos en contra del régimen monárquico, y su trayectoria republicana hasta ocupar la presidencia del país, lo colocan como a un hombre de gran talla en los anales mexicanos. Los más de treinta y ocho títulos que se han escrito sobre su persona, que datan desde el siglo XIX hasta nuestros días, son un testimonio incuestionable de su jerarquía historiográfica frente a los otros dos.

La revisión sobre la producción relacionada con Vicente Guerrero nos muestra una enorme heterogeneidad de sus contenidos. Predomina, desde luego, la imagen elogiosa. Es decir, sus biógrafos muestran una pasión desbordante por el personaje, lo magnifican, justifican sus acciones y toman partido por el caudillo. Lo describen "como el militar mexicano más honrado y noble", el "más desinteresado patriota", el "héroe de tenacidad irreducible y el defensor del propósito democrático del gobierno"; lo exponen como un hombre "representativo de los desposeídos y al mismo tiempo de los vengadores, su silueta viril encarna el dolor de la justicia de todo el continente, que sabe aliviar la suerte de sus hermanos y es "tenaz contra la enorme injusticia social"; lo presentan, en fin, como "el precursor del agrarismo" y "del socialismo" porque repartió tierras a los peones esclavizados y mejoró las condiciones de todos "los trabajadores desposeídos por la rapiña del régimen virreinal". Estas visiones teleológicas contrastan con las de otros biógrafos, menos apasionados desde luego, que consideran que Guerrero "no fue como Morelos, un genio militar, sino un batallador tenaz y desinteresado; no fue un caudillo ambicioso ni un gobernante déspota, sino crédulo y débil".18 Mención aparte se debe hacer a la iracunda visión de Celerino Salmerón quien, al buscar combatir las ideas y las "odiosas costumbres" de la "revolución mundial marxista" (los historiadores izquierdistas), trata de demostrar, con base a información recogida principalmente de Lucas Alamán, que Vicente Guerrero no fue el autor del Plan de Iguala, tampoco el creador de la bandera trigarante, menos aún un héroe inmaculado. Esta semblanza lejos de alcanzar alguna probidad es, sin duda, la más deletérea que se haya escrito sobre el caudillo del sur.19

La semblanza que ofrece el maestro Herminio Chávez, en cambio, es una de las más completas versiones editadas que no oculta su pasión, orgullo y admiración por el personaje. Su obra titulada Vicente Guerrero el consumador, escrita con exquisita prosa, muestra descripciones del personaje y los lugares donde vivió y actuó. En ella reúne una "infinidad de datos" sustraídos de las obras clásicas de Lucas Alamán, Carlos María de Bustamante, Lorenzo de Zavala, entre otros. Además es uno de los primeros estudios que incorpora información sacada de algunos periódicos y documentos de la época, con lo que busca enriquecer y dar certitud a su contenido. Sin embargo, su abierto apasionamiento por el personaje lo llevan a sostener, a las claras, consideraciones elogiosas que denotan un fuerte interés personal por honrarlo. Para este historiador, Guerrero fue un hombre que "no se le encuentra mancha" ni "pecado capital"; que entró a la historia "tomando como antecedente inmediato una ocupación que siempre lo llevó a la retaguardia de su recua, para pasar después a la vanguardia de un puñado de hombres llenos de impericia en el arte de la guerra, pero también de resolución". Suscribe que, de aquella obscura vida de arriero, la gloria le abrió "sus puertas para llevarlo de la mano a la inmortalidad". La biografía es, como el mismo autor lo dice, un "ferviente homenaje al héroe que concluyó la lucha iniciada por Hidalgo".20

El conjunto de los autores, que mantienen un mismo perfil de observación al de Herminio Chávez, exponen en sus textos cuatro momentos históricos de mayor celebridad en el personaje. El primero fue el patético encuentro con su anciano padre quien lo instó a abandonar la lucha, de cuya entrevista se desprenden las celebres palabras dichas por el insurgente: "mi patria es primero", que han recorrido y penetrado en la conciencia de las generaciones como un ejemplo de un preclaro heroísmo y amor a su tierra. El segundo fue su perseverancia y calidad de invicto en el movimiento insurgente; es decir que, pese a las adversidades que tuvo que pasar en las regiones del sur donde operaba, y el duelo a muerte que sostuvo con el ejército realista, principalmente contra Armijo, supo sostenerse hasta las últimas consecuencias enarbolando la antorcha de la libertad. El tercero fue su determinación en la consecución de la independencia mexicana arreglada y pactada con Agustín de Iturbide. Y el último, la traición que sufrió en manos de Picaluga, que lo condujo a prisión y posteriormente a su muerte. Los relatos transcriben lo más conocido del personaje con una misma base bibliográfica; por ello los cuadros e imágenes que se presentan son casi siempre iguales. Las descripciones de su vida insurgente como la que mantuvo en los años inmediatamente posteriores a la independencia mexicana, expresan únicamente el portento de su figura.

Sin desprenderse del mismo tono, pero siempre apoyado en notables hallazgos documentales, Ernesto Lemoine buscó comprender los actos de Vicente Guerrero en la atmósfera política del año de 1820. En un pequeño trabajo lo percibe como un hombre de un amplio "sentido común" y de "un sorprendente conocimiento que tenía del desajuste que en España y en México había propiciado la quiebra de la monarquía". Fue precisamente ese sentido común que llevó a Guerrero a pensar que la independencia sólo sería factible impulsada desde dentro del cuerpo virreinal, por lo que "se dio a la búsqueda de un libertador". No importa, dice el historiador, que al principio se hubiese equivocado de persona, lo que cuenta "es que configuró bien al tipo y, anticipándose a todos, diseñó la mecánica independentista de 1821", dejando con ello muestras claras de su reconocida capacidad política. Con la seguridad que le proporcionaba su experiencia como indagador, Lemoine sostiene que la carta de Vicente Guerrero, fechada el 17 de agosto de 1820 y dirigida al coronel realista Carlos Moya jefe del área de Chilpancingo, era una epístola política que proponía "la iniciativa que después retomaría Iturbide". Ella contenía una invitación para que se decidiera abrazar el partido de la insurgencia y "trabajar por la libertad mexicana", no como su subalterno sino como jefe de él. Recuerda, además, "el feliz desenlace del levantamiento de Riego en España", para advertir, en consecuencia, que había llegado "el tiempo más precioso para que los hijos de este suelo mexicano, así legítimos como adoptivos, tomen aquel modelo, para ser independientes no sólo del yugo de Fernando, sino aún de los españoles constitucionales".21 Lemoine enfatiza que el hombre del sur se asignó la posición que más tarde tendría en Iguala al explicar a Moya lo siguiente: "Si, señor don Carlos, la mayor gloria fuera ver a vuestra señoría decidido por el partido de la causa mexicana, para decir por todo el orbe que yo tenía un jefe, un padre de mi afligida patria, un libertador de mis conciudadanos y un director que supiera guiarnos por la senda de la felicidad". 22

Lemoine fue un historiador notable por sus hallazgos documentales. Su conferencia se encuentra publicada en una Memoria de la mesa redonda sobre Vicente Guerrero, que editó el Instituto Dr. José María Luis Mora, y le acompañan cuatro lecciones más suscritas por grandes estudiosos: Vicente Fuentes Díaz, Carlos Bosch García, Ma. de la Luz Parcero y Moisés González Navarro, los cuales examinan la figura del caudillo atendiendo sus ideas y su administración, examinando las acciones de J. R. Poinsett y Lorenzo de Zavala y reconociéndolo como un hombre de tradición agrarista. Por si mismas ellas muestran la diversidad de perfiles que tenían los autores sobre el personaje.23

Dos recientes ediciones sobre Vicente Guerrero cierran el bloque de los impresos importantes que logramos tener a la mano. El primero escrito por Silvia Martínez del Campo y el segundo por Raquel Huerta-Nava son solamente una muestra del deseo que se tiene por reabrir el cuaderno empolvado de las biografías. El haberse editado en casas impresoras de renombre como son Planeta y Grijalbo, las colocan en una posición de privilegio por la amplia difusión y comercialización a que están destinados los impresos que salen de esos talleres. Por tal razón la calidad de impresión y cuidado de la edición son, en gran medida, incuestionables. No así los contenidos de las obras que no sólo vuelven a reconstruir la vida del caudillo haciendo uso de la cronología tradicional y la repetición; mostrando, inclusive, poco desprendimiento a las visiones tradicionales de exaltación al personaje, sino que en ambos resultados se descubren errores de apreciación, poco cuidado sobre el conocimiento de los contextos y, sobre todo, el inadecuado uso de la información. Sería más propio de una reseña particular enumerar las faltas históricas en que incurren, que también tienen que ver, por cierto, con cuestiones de forma al tratar de reconstruir (una de ellas) acontecimientos bajo una fallida narración que es propia de los literatos. No deja de ser sensible a los ojos de los interesados que tal esfuerzo sufrague todavía poco al conocimiento histórico del personaje. Narrar la vida de Vicente Guerrero siempre resultará un reto ante la abundante producción que hemos enlistado de manera sucinta y el cúmulo de información que existe en los repositorios documentales y hemerográficos, como sí queda demostrado en dos interesantes tesis de grado que, por cierto, no son mencionadas en estas novísimas publicaciones.24

Las dos disertaciones aludidas son un referente inexcusable para emprender una tarea apropiada de recuento sobre el caudillo del sur. No sólo porque en ellas se observa un esfuerzo sistemático y cronológico en el relato de sus hazañas, sino porque registran cada una de ellas las referencias documentales con que confeccionaron sus obras, las cuales, hacen constar una copiosa información sustraída de distintos repositorios bibliográficos, hemerográficos y de archivos. La primera fue escrita y presentada por Eugene Wilson Harrell en la Universidad de Tulene en el año de 1976 y narra la vida de Vicente Guerrero desde el año de 1821 al de 1831. La segunda se presentó en la Universidad de California en 1978 y su autor, Mario Salcedo Guerrero, se ocupó en describir la existencia y actuación del personaje en un tiempo cronológico que va de 1810 a 1821. Ambas tesis se hicieron por separado y fueron defendidas en distintas universidades y fechas. Sin embargo, juntas hacen el recuento más detenido de la interesante presencia y participación del caudillo en la lucha por la independencia y en el nacimiento del México republicano y moderno. El primero alude en su introducción a otra obra escrita en 1939 por William Forrest Sprague's quien centra su interés en la carrera militar de Guerrero, mientras que él busca indagar el rol de su actividad política. El segundo, hace un esfuerzo por presentar los acontecimientos militares en que actuó el caudillo en su lucha por la independencia bajo el entendido de que Guerrero dio lógica y dirección a la insurgencia y la llevó, de una condición de rebelión, a una revolución; el interés que pone este investigador en el discurso es manifiesto, cuyo propósito es exponer y aclarar la vocación republicana del biografiado después de la instalación del Congreso en Chilpancingo por José María Morelos.25

Estas obras ciertamente empiezan a ser citadas por especialistas de la historia. Uno de ellos es Alfredo Ávila quien elaboró un magnífico trabajo relacionado con la presidencia de Vicente Guerrero.26 Su análisis está dirigido a destacar su llegada a ese principal puesto donde mucho tuvo que ver el juego político entre los hombres del poder y la participación de las milicias cívicas; a entender su programa de gobierno donde, en el orden económico, aplicó una política proteccionista encaminada a atraer algunos empresarios fabriles que estaban resentidos por el enriquecimiento de los comerciantes, apoyando a los artesanos que habían sido afectados por la importación de las baratas telas británicas; a conocer los meses en que se dio el intento español de reconquista sobre el territorio mexicano, distinguiendo el posicionamiento de Guerrero de los poderes extraordinarios que exacerbó a muchos de sus enemigos y personalidades de la provincia, quienes llevaron consigo un movimiento político en su contra. El trabajo de Ávila está apoyado, además, en la revisión de textos elaborados por los clásicos del siglo XIX y de los estudios de los historiadores contemporáneos. Por ello, se puede considerar una excelente aportación de un momento interesante de la vida del caudillo, aunque deja de lado un más profundo análisis en relación con las conspiraciones y planes que surgieron para separarlo del poder, y nada aclara sobre la determinación de Guerrero a desviarse a las regiones del sur y negarse a hacer frente a sus enemigos teniendo a su mando un poderoso ejército.

Finalmente, la obra de José Ortiz Monasterio Charlas de café con... Vicente Guerrero. Cuando la vida ya no estorba. Fascinado con su recreación literaria logré entender que era una muy buena aportación por sus cualidades didácticas de conocer al prócer. Sin embargo, su composición se ensombrece con un manejo insuficiente de datos históricos que hacen de Vicente Guerrero, principal protagonista en el diálogo, un desorientado de su propia vida y de su realidad; el caudillo es conocedor de otros contextos y menos del propio; está más interesado en lo que aconteció en otros lugares y poco en lo que hubo en su alrededor; inclusive está propenso a delatar algunos anacronismos. Pero apartándonos de la crítica, sin duda, el trabajo es una buena propuesta para hacer de la historia un canto y no un berreo agotador como sucede en muchas otras obras.

 

Reflexión general hacia nuevos retos

El grueso de la producción editada y concernida a los caudillos sureños mantiene un mismo soporte metodológico y apreciativo. El esfuerzo de los estudiosos se circunscribe en narrar principalmente sus hazañas militares, así como sus principales acciones durante el proceso independentista y los primeros años de gobiernos republicanos. Existen, ciertamente, algunas excepciones de autores que realizaron un mayor esfuerzo explicativo que da cuenta de la vida más detallada y de larga duración de los personajes, y presentan una selección informativa sustraída básicamente de las obras clásicas del siglo XIX, con algún material empírico. Predominan en muchos estudios los contenidos ideológicos (la historia política), la ausencia de niveles de rigor y exigencia académica, y casi siempre las ediciones están enmarcadas en un contexto conmemorativo de rescate y difusión de los más distinguidos personajes de la historia. Este rescate, como función indispensable del fortalecimiento de la identidad mexicana, se ve casi siempre deslucido por la incipiente calidad de los resultados, una clara apreciación de tendencias doctrinarias y una exagerada visión encomiástica. Como lo ha señalado el historiador Enrique Florescano "en lugar de comprender y explicar los hechos pasados" (en este caso con base a la experiencia de estos individuos), los historiadores han trasladado "al pasado las confusiones de nuestro presente".27

Pero no sólo las visiones poco adecuadas han sido de tipo ideológicas, sino también se pueden apreciar en las que contienen rasgos científicos. Bajo el caudal explicativo de los sociólogos se han producido, por ejemplo, descripciones de los personajes que no se corresponde con plenitud ni a la realidad de los acontecimientos ni al desciframiento de sus conductas. Es decir, la adjetivación que se hace, en algunos casos, poco atañe a la personalidad que se busca revelar. Estas orientaciones metodológicas ciertamente conservan un rigor que las dota de mucha autoridad, pero ante los ojos que buscan mirar con nitidez la presencia de un ser humano en un contexto determinado, simplemente confunden o vuelven más nebulosa y complicada la visión. Ciertamente estudios como éstos predisponían el debate y la inquietud por acercarse a corroborar los aciertos y equivocaciones. Lo que sobrevino y ha prevalecido es, sin embargo, el mismo sentido ponderativo sobre los hombres importantes de la historia. Si bien ha crecido el número de estudiosos, de instituciones y han surgido fundaciones de apoyo a la investigación histórica, es sorprendente que sigan realizándose y publicándose trabajos con la misma fisonomía y carencias de los historiadores que nos precedieron.

El estudio de los individuos en el pasado debe mantener el mismo grado de importancia que han tenido los temas y los problemas para diferentes contextos. Así también la innovación científica debe permitir, con base a su propia metodología, trascender las formas y visiones con que se tratan los personajes de importancia histórica. Ahora sabemos que no es solamente la acumulación de información la que nos va a permitir conocer mejor a los hombres pretéritos, sino es la profunda observación, el análisis cuidadoso y la discusión con otros investigadores lo que nos concederá alcanzar resultados más satisfactorios. Las aguas brumosas de nuestra historia deben dejar ver la realidad cual si fuese un escenario tangible y cercano a nosotros mismos. Porque la historia, dice Pierre Grimal, "si uno la entrevé, es muy complaciente con las ideologías y alimenta las pasiones".28

Ciertamente, hemos podido constatar, con base a este recuento, que esta ha sido la suerte de la producción destinada a los hombres más representativos de las regiones del sur. Ahora toca desprenderse de esa tradición historiográfica para iniciar nuevos desafíos, bajo la premisa de que los individuos, en todos los tiempos, no conservan una sola línea de conducta, sino que, de acuerdo a sus circunstancias, cambian o sufren interesantes mutaciones en sus convicciones y acciones que los conducen a actuar, casi siempre, de manera irregular a lo largo de sus vidas, muchas veces con actitudes que sorprenden o que mantienen un sentido contrario a nuestras percepciones ideológicas primordiales. El esfuerzo por despejar la bruma del símbolo debe ser sistemático y necesario con el objeto de alcanzar la realidad histórica. Se ha ponderado la historia política, pero es tiempo de iniciar nuevas propuestas metodológicas que animen la recreación de los personajes. Ahora podemos percibir que las historias generales de México se han construido bajo una imagen parcial de sus principales actores. Ellas, por lo tanto, son incapaces todavía de mostrarnos con precisión su integridad a la que están destinadas. Es una memoria incompleta que no logra renovarse porque los historiadores siguen careciendo de una base formal y adecuada del conocimiento relacionado con los individuos más ilustres.

 

NOTAS

1 Ello queda puntualmente demostrado en la obra de Enrique Florescano, El nuevo pasado mexicano, México, Cal y Arena, 1991.         [ Links ]

2 Illades, Carlos, "Textos básicos sobre el estado de Guerrero", en: Secuencia, México, Instituto Mora, 1988, p. 57.         [ Links ]

3 Illades, Carlos y Martha Ortega, Guerrero textos de su historia, México, Gobierno del Estado de Guerrero, Instituto Mora, 1989, tomo I, p. 9.         [ Links ]

4 Salazar Adame, Jaime, et al, Historia de la cuestión agraria mexicana. Estado de Guerrero, 1867-1940, México, Gobierno del Estado de Guerrero, Universidad Autónoma de Guerrero, Centro de Estudios Históricos del Agrarismo en México, 1987;         [ Links ] Edgar Neri Quevedo, (comp.) Guerrero 1849-1999, México, Gobierno del Estado de Guerrero, 1999, 2 tomos;         [ Links ] Tomás Bustamante Álvarez y Sergio Sarmiento Silva (coord.), El Sur en movimiento: la reinvención de Guerrero en el siglo XXI, México, Consejo de Ciencia y Tecnología del Estado de Guerrero, CIESAS, LVI Legislatura del Estado de Guerrero, Universidad Autónoma de Guerrero, 2001;         [ Links ] José Gilberto Garza Grimaldo y Tomás Bustamante Álvarez (coord.), Los sentimientos de la nación. Entre la espada espiritual y militar y los orígenes del estado de Guerrero, México, H. Congreso del Estado Libre y Soberano de Guerrero, 2001;         [ Links ] Historia de Chilpancingo, México, Asociación de Historiadores de Guerrero, H. Ayuntamiento de Chilpancingo de los Bravo, Gobierno del Estado de Guerrero, Universidad Autónoma de Guerrero, 1999;         [ Links ] Eduardo Miranda Arrieta, Entre armas y tradiciones, los indígenas de Guerrero en el siglo XIX. Historia de los pueblos indígenas de México, México, CIESAS, Comisión Nacional para el Desarrollo de los Pueblos Indígenas, Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo, 2006.         [ Links ]

5 Entre otras obras podemos mencionar las siguientes: Luis Guevara Martínez, Síntesis histórica del Estado de Guerrero, México, Gráfica Cervantina, 1959;         [ Links ] Moisés Ochoa Campos, Historia del Estado de Guerrero, México, Porrúa Hnos, 1968, (Colección de Estudios Históricos Guerrerenses 1);         [ Links ] Beatriz Hernández García, Estado de Guerrero, México, Secretaría de Educación Pública, 1968, (Serie: Monografías de México);         [ Links ] Pepe Jile, Guerrero histórico, cultural y folclórico, México, COSTA-AMIC EDITORES, 1988;         [ Links ] Carlos Illades y Martha Ortega, Guerrero una historia compartida, México, Gobierno del Estado de Guerrero, Instituto de Investigaciones Dr. José María Luis Mora, 1989;         [ Links ] Elizabeth Jiménez García, et al, Historia general de Guerrero, México, CONACULTA, INAH, Gobierno del Estado de Guerrero, J.G.H Editores, 1998, cuatro tomos;         [ Links ] Carlos Illades, Breve historia de Guerrero, México, El Colegio de México, Fideicomiso Historia de las Américas, Fondo de Cultura Económica, 2000.         [ Links ]

6 Entre las que destacan son: Peter F. Guardino, Campesinos y política en la formación del Estado Nacional en México. Guerrero, 1800-1857, (obra traducida por José Alberto Sánchez Ortega), México, Gobierno del Estado Libre y Soberano de Guerrero, Instituto de Estudios Parlamentarios "Eduardo Neri", H. Congreso del Estado Libre y Soberano de Guerrero, 2001;         [ Links ] Jesús Hernández Jaimes, Élites, reformismo borbónico e insurgencia en las cordilleras y costas de la mar del sur, México, Instituto de Estudios Parlamentarios Eduardo Neri, 2002;         [ Links ] Ana Carolina Ibarra (coord.), La Independencia en el Sur de México, México, Facultad de Filosofía y Letras, Instituto de Investigaciones Históricas, Dirección General de Asuntos del Personal Académico, Universidad Nacional Autónoma de México, 2004.         [ Links ] De estos dos últimos historiadores existen varios artículos interesantes en las obras arriba citadas.

7 Thompson, E.P., La formación de la clase obrera en Inglaterra, (prólogo Joseph Fontana), Barcelona, Editorial Crítica, Grupo Editorial Grijalbo, 1999, p. XVII prefacio.         [ Links ]

8 Pedraza Ramos, Rafael, Vicente Guerrero precursor del socialismo, México, Secretaría de Educación Pública, 1922, p. 40        [ Links ]

9 González y González, Luis, "La historiografía que nos rodea", en El historiador frente a la historia, México, Universidad Nacional Autónoma de México, 1992, p. 36.         [ Links ]

10 Es el caso del literato Ignacio Mariscal que hizo público un argumento titulado "Bravo en Medellín". Hector F. López, Diccionario, histórico, biográfico y lingüístico del Estado de Guerrero, México, Editorial Pluma y Lápiz de México, 1942, p. 110.         [ Links ]

11 Lo que más se buscan resaltar de su persona durante el proceso emancipador es su actitud humanitaria cuando se negó, incumpliendo las ordenes de Morelos, fusilar a los trescientos prisioneros españoles que tenía en su poder en represalia a las fallidas negociaciones que emprendió la dirigencia insurgente con el gobierno virreinal para salvar a su padre Leonardo Bravo de la ejecución. Este hecho, más que otro aspecto de su trayectoria militar, lo muestran y glorifican como "el héroe del perdón". Otro asunto que lo proyectan como personaje relevante de nuestra historia es también el hecho de no haber abandonado la causa insurgente. Aunque los relatos se circunscriben principalmente a presentar sus campañas militares, su perseverancia, interrumpida sólo con la prisión en 1817, no fue sino una muestra de su profundo compromiso con la causa independentista. Responsabilidad que lo llevaría, inclusive, a adherirse al plan de Iturbide, es decir, que su incorporación al ejército Trigarante no lo movió otra cosa que el sólo deseo de contribuir a realizar la independencia mexicana.

12 Arce O. Francisco, Álbum literario dedicado al eminente patricio General Nicolás Bravo en el centenario de su nacimiento, septiembre de 1886, México, Oficina Tipográfica de la Secretaría de Fomento, 1886.         [ Links ]

13 Durvin Parrish, Leonard, The life of Nicolás Bravo, Mexican Patriot (1786-1854), Austin Texas, dissertation, junio de 1951.         [ Links ]

14 Miranda Arrieta, Eduardo, En la cima del poder. Nicolás Bravo, el discurso de un insurgente republicano mexicano 1810-1854, Sevilla España, disertación, 2006.         [ Links ]

15 Bushnell, Clyde Gilbert, La carrera política y militar de Juan Álvarez, México, Miguel Ángel Porrúa, 1988;         [ Links ] Fernando Díaz Díaz, Caudillos y caciques, México, El Colegio de México, 1972.         [ Links ]

16 Muñoz y Pérez, Daniel, El General don Juan Álvarez. Ensayo biográfico seguida de una selección de documentos, México, Editorial Academia Literaria, 1959.         [ Links ]

17 Salazar Adame, Jaime, et al, Juan Álvarez Hurtado. Cuatro ensayos, México, Gobierno del Estado de Guerrero, Asociación de Historiadores de Guerrero, Miguel Ángel Porrúa, 1999.         [ Links ]

18 Estas expresiones están tomadas de los autores que se citan en la relación bibliográfica presentada a lo largo de estas notas.

19 Salmerón, Celerino, El General Guerrero. ¿Autor del plan de Iguala? ¿Creador de nuestra bandera trigarante? ¿Consumador de nuestra independencia? ¿Héroe inmaculado? ¡Pamplinas!, México, Tradición, 1983.         [ Links ]

20 Chávez Guerrero, Herminio, Vicente Guerrero. El consumador, México, Edición Cultura y Ciencia Política, 1971, 1971, pp. 4 y 24.         [ Links ]

21 Vicente Guerrero, México, Instituto Nacional de Estudios Históricos de la Revolución Mexicana, 1985.         [ Links ]

22 Idem.

23 Idem.

24 Huerta-Nava, Raquel, El Guerrero del Alba. La vida de Vicente Guerrero, México, Grijalbo, 2007;         [ Links ] Silvia Martínez del Campo, Vicente Guerrero, México, Editorial Planeta, 2005.         [ Links ]

25 Harrell, Eugene Wilson, Vicente Guerrero and the birth of modern Mexico, 1821- 1831, Tulane University, History, Latin American, dissertation, 1976;         [ Links ] Salcedo Guerrero, Mario, Vicente Guerrero's streggle for Mexican independence, 1810-1821, Santa Barbara California, University of California, dissertation, 1978;         [ Links ] Sprague, Willian Forrest, Vicente Guerrero, Mexican liberator. A study in patriotism, Chicago, R. R. Donnelley, 1939.         [ Links ]

26 Ávila, Alfredo, "La presidencia de Vicente Guerrero", en Will Fowler (coordinador), Gobernantes mexicanos, México, Fondo de Cultura Económica, 2008, tomo I.         [ Links ]

27 Florescano, Enrique, Op. Cit., p. 161

28 Grimal, Pierre, Los extravíos de la libertad, España, Gedisa, 1990, (Serie CLA.DE.MA Filosofía), p. 14        [ Links ]

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