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Tzintzun

Print version ISSN 0188-2872

Tzintzun  n.51 Morelia Jan./Jun. 2010

 

Artículos

 

Los campesinos mexicanos y la guerra de Independencia. Un recorrido historiográfico

 

Mexican peasants and the war of independence: a tour

 

Les paysans et la guerre d'indépendance: un parcours

 

Peter Guardino

 

University of Indiana. Correo electrónico: pguardin@indiana.edu

 

Recibido: 24 de noviembre de 2009
Aceptado: 18 de febrero de 2010

 

Resumen

Este artículo revisa la historiografía desde 1980 sobre la participación campesina en los movimientos armados en las áreas rurales de Nueva España entre 1810 y 1821. Intenta explicar los orígenes del nuevo interés en el tema que surgió en la década de los 1980 y porque los historiadores anglófonos se interesaron más en el tema que su compañeros mexicanos. Hace hincapié en la importancia de la historia social de la colonia, la influencia internacional de debates sobre los movimientos campesinos que se originaron en la aventura norteamericana en Vietnam, y la fascinación anglófona con la llamada nueva historia cultural. Revisa una serie de aportaciones hechas por historiadores de varios países sobre la actitud campesina durante la insurgencia mexicana, incluyendo obras por Tutino, Hamnett, Van Young, Guardino, Escobar Ohmstede, Ortiz Escamilla, Ducey, Guedea y Landavazo. También describe algunos avances en áreas afines como nuevos trabajos sobre el liderazgo y el discurso insurgentes. Termina con algunas opiniones sobre las posibilidades de avanzar nuestro conocimiento de los motivos de la participación campesina en la guerra de la independencia.

Palabras clave: Independencia de México, movimientos campesinos, historia social y cultural, análisis historiográfico.

 

Abstract

This article reviews the historiography from 1980 on the peasant participation in the armed movements in the rural areas of the New Spain between 1810 and 1821. It also tries to explain the origins of the new interest in the subject that arose in the decade of the 1980 and because the English-speaker historians were more interested in the subject than their Mexican colleagues. It pays attention in the importance of the social history of the colony, the international influence of debates on the peasants movements which originated themselves in the North American adventure in Vietnam, and the English-speaker fascination with the so call new cultural history. It reviews a series of contributions done by historians of several countries on the peasants' attitude during the Mexican insurgency, including works of Tutino, Hamnett, Van Young, Guardino, Escobar Ohmstede, Ortiz Escamilla, Ducey, Guedea and Landavazo. It also describes some advances in compatible areas like new works on the insurgent leadership and the insurgent speech. It finishes with some opinions on the possibilities of advancing our knowledge of the reasons for the participation farmer in the war of independence.

Key words: Independence of Mexico, peasants' movements, social and cultural history, analysis of historiography.

 

Résumé

Cet article analyse l'historiographie faite à partir 1980, de la participation paysanne et des mouvements armés dans les régions rurales de la Nouvelle Espagne entre 1810 et 1821. Il essaie d'expliquer l'origine d'un nouveau intérêt à propos ce sujet qui avait apparu surtout entre les Anglophones aux années 1980. Il met en vue l'importance de l'histoire sociale de la Colonie, l'influence internationale des débats sur les mouvements paysans qui avaient commencé au Vietnam et la fascination des anglophones de ce qu'on appelle la Nouvelle Histoire Culturelle. Il étudie une série d'apports faits par les historiens de différents pays sur l'attitude paysanne pendant l'insurgence mexicaine. Des historiens comme: Tutino, Hamnett, Van Young, Guardino, Escobar Ohmstede, Ortiz Escamilla, Ducey, Guedea et Landavazo. Il décrit le progrès des travaux par rapport au leadership et au discours insurgent. Il finit avec quelques opinions sur la possibilité d'approfondir la connaissance des motifs de la participation paysanne dans la guerre d'indépendance.

Mots clés: Indépendance du Mexique, mouvements paysans, histoire sociale et culturelle, analyse historiographique.

 

Desde un principio los historiadores han estudiado los sucesos políticos y los movimientos sociales que resultaron en la independencia de México, y su interés ha crecido con la inminencia del bicentenario del Grito de Dolores. Desde sus primeras historias, escritas en el siglo XIX, la llamada guerra de la independencia también ha sido un tema controvertido. Los primeros historiadores de la independencia eran políticos, personajes importantes en los conflictos de su época, y escribieron historias que reflejaban sus posiciones políticas del momento. En un extremo, para algunos la guerra de 1810 a 1821 no era más que una masacre desordenada. Para otros, era un levantamiento popular liderado por mártires precavidos.

La Nueva España era sobre todo una sociedad rural en 1810, y los ejércitos y bandas que actuaron en la década siguiente estaban compuestos de gente del campo. Sin embargo, como Felipe Castro Gutiérrez ha señalado, por muchas décadas los historiadores mexicanistas no estudiaron los motivos de sus acciones. Para muchos historiadores, parecía obvio que la respuesta de la gente a Hidalgo era en sí evidencia de una conciencia nacionalista o proto nacionalista. Para otros, las acciones de los pobres del campo mostraban su odio hacia sus superiores y un deseo de venganza social.1 Tanto una interpretación como la otra obviaron la necesidad de una investigación seria de los motivos de estas personas pobres y, en mayor parte, analfabetas. Por eso estos motivos quedaron sin explorar por más de un siglo después de 1821.

En 1910 estalló otra serie de rebeliones rurales masivas en México, y uno de sus efectos menores fue un interés creciente de algunos historiadores en los sucesos rurales de 1810. Algunos estudiosos buscaron en los documentos de los líderes insurgentes evidencia de una conciencia agraria. Irónicamente, resultó que el documento más importante fue uno publicado por Lucas Alamán, el proponente más famoso y elocuente de la interpretación del movimiento insurgente como violencia anárquica. Además, algunos historiadores opinaron que el documento mismo era apócrifo.2 También inspirado por la Revolución Mexicana pero siguiendo otra metodología, Eric Wolf publicó en 1957 un análisis de las condiciones sociales en el Bajío antes de la revuelta de Hidalgo.3 Esta publicación fue la primera de muchas que hizo este antropólogo sobre la historia rural mexicana.

A pesar de estos esfuerzos, los primeros estudios sistemáticos de las acciones de la gente rural en la década de los 1810 no aparecieron hasta la década de 1980. Este ensayo revisa estas publicaciones y comenta sus metodologías y puntos de vista. Esta revisión no es para nada comprensiva. Simplemente no es posible mencionar todas las publicaciones que se han hecho. No puede hacer más que mostrar algunas de las tendencias más obvias. Por esto la mayor parte de las obras a que puedo hacer referencia explícita son libros, aunque de hecho se han publicado muchos artículos importantes en los años recientes. Además, el enfoque va a centrarse en los campesinos indígenas y no indígenas que llenaron las filas de los ejércitos insurgentes. Va a dejar al lado una historiografía impresionante sobre los líderes y su ideario, y otra relacionada sobre los cambios importantes en la cultural política que se iniciaron con la Ilustración y las reformas Borbónicas. En hacer esto por supuesto deja al lado una vasta tradición historiografía sobre la historia intelectual y política de la insurgencia, una historiografía que es de mucho interés pero simplemente no cabe dentro de los propósitos limitados de este trabajo. Cabe mencionar que aunque la historiografía sobre el ideario y la política de los líderes insurgentes es internacional, muchos de sus autores más importantes son mexicanos. Este trabajo también se limita en otro sentido. Se enfoca en los trabajos sobre las acciones de la gente rural en los 1810, no las décadas anteriores o posteriores. No pretende revisar la historiografía sobre los movimientos campesinos en la colonia ni en el México independiente. Esta historiografía es otra en la cual las aportaciones de los mexicanos han sido sumamente cuantiosas e importantes.

Hacia 1985 empezó una época de innovación importante en la historiografía de la participación popular en la independencia de México, pero de hecho los historiadores extranjeros escribieron y publicaron más que sus colegas mexicanos. Se debe esta diferencia al hecho de que los nuevos estudios respondieron a tres tendencias internacionales que no tenían mucho impacto en los estudios mexicanos sobre la independencia. La primera fue un auge impresionante en los estudios sobre la historia social del siglo XVIII. De hecho, un grupo de historiadores muy talentoso, incluyendo Enrique Florescano, David Brading, William Taylor, Brian Hamnett, Eric Van Young y muchísimos otros, revolucionaron nuestro conocimiento de la época.4 Varios de estos historiadores, sobre todo los extranjeros, después se interesaron en la guerra de la independencia, tratando de entender cómo el éxito aparente de la época borbónica terminó en un estallido social. Por diversos motivos, sus colegas mexicanos en cambio continuaron sus estudios sobre la colonia y no pasaron a estudiar la época de la independencia.

La segunda tendencia general fue un interés nuevo entre los científicos sociales sobre las rebeliones rurales a partir de la Guerra de Vietnam, resultando en una explosión de obras generales y teóricas como las de Eric Wolf, Joel Migdal, James Scott, y Samuel Popkin. Esta tendencia casi no tocó a la academia mexicana, sobre todo porque el gobierno mexicano en ese momento no tenía mucho interés en mandar tropas a las guerras asiáticas. De hecho, pocos de los libros imprescindibles del momento aparecieron en el idioma español.5 Lo interesante de esto es que aunque México no participó en las guerras asiáticas sí experimentó sus propias guerras de guerrillas en la década de los 1970. Sin embargo, aunque sea bien posible que los militares mexicanos estudiaran la teoría de la contrainsurgencia, los académicos mexicanos no se metieron mucho en los debates internacionales sobre las guerras campesinas.

La tercera tendencia vino más tarde y fue más nebulosa. Empezando a finales de la década de los 1980 muchos historiadores en los Estados Unidos, Canadá, e Inglaterra se interesaron en lo que varios llamaron una nueva historia cultural. Los orígenes e influencias de esta nueva moda de hacer la historia eran muy diversos, desde Michel Foucault hasta Ernesto Laclau hasta Stuart Hall hasta Gayatri Spivak, y no puedo delinearlos aquí. Sus seguidores también son muy diversos, aunque comparten una preocupación con estudiar como la cultura informa a la acción, un énfasis en la subjetividad, una creencia en la existencia de un vínculo muy estrecho entre el poder y la cultura, y una tendencia a imitar las metodologías etnográficas.6 La nueva historia cultural ha tenido una influencia importante entre los mexicanistas norteamericanos e ingleses, pero no en sus colegas mexicanos, por razones que ignoro. Como veremos, ha sido importante en algunos estudios sobre las actividades y actitudes de los campesinos mexicanos durante la guerra de la independencia.

Estas tres tendencias, es decir, el auge de la historia social de finales de la colonia, el interés internacional en las bases sociales de la violencia agraria, y la nueva moda de la historia cultural, tuvieron su impacto sobre los nuevos estudios de la violencia rural que México experimentó entre 1810 y 1821. Decir esto no implica que todas las tendencias influyeron en cada libro, pero todas tuvieron su lugar en la nueva historiografía de la independencia que voy a esbozar en las páginas siguientes.

Los primeros libros de esta nueva historiografía fueron From Insurrection to Revolution in Mexico: Social Bases of Agrarian Violence, 1750-1940 de John Tutino y Roots of Insurgency: Mexican Regions, 17501824 de Brian Hamnett, publicados en 1986.7 Tutino analizó una época muy larga, desde los cambios sociales de los finales de la colonia hasta la construcción del México posrevolucionario. Tutino, como también Hamnett, comparó una variedad de regiones. A pesar de esta ambición, el libro de Tutino es muy coherente debido a su habilidad como autor y, sobre todo, a un marco teórico muy elegante y sencillo.

Según Tutino, las variables que forman las acciones políticas del campesinado son cuatro: las condiciones materiales de sus vidas, su autonomía, su seguridad y su movilidad. Aunque uno podría suponer que la autonomía y seguridad de que habla son políticas, de hecho para él estas variables son también económicas. Así las condiciones materiales refieren al nivel de vida del campesinado, la autonomía refiere a su habilidad para lograrlo de manera independiente, la seguridad refiere a la seguridad económica, y la movilidad refiere a la posibilida que tienen para escoger entre varias actividades económicas. Tutino utiliza estas variables para analizar tanto la explosión del Bajío en 1810 como la paz relativa de varias otras regiones. También aplica su marco teórico para explicar el ritmo y carácter de las rebeliones campesinas hasta 1940.

Veinte años más tarde el libro de Tutino todavía provoca e interesa, y aún insisto en que mis estudiantes de postgrado lo lean. Sin embargo, desde nuestra perspectiva actual se destaca por su exploración incesante de las variables estructurales y una atención muy limitada a la cultura y el discurso. De hecho, este énfasis se debe a sus orígenes. Tutino quiso aplicar los nuevos avances de la historia social colonial al problema del campo durante la independencia, pero aún más quiso hacer un aporte al debate internacional sobre las insurgencias campesinas. En su introducción y conclusión sus interlocutores son Barrington Moore, Eric Wolf, Joel Migdal, etc., y no los historiadores de México. De hecho, de todos los historiadores de América Latina, ese debate se influyó más en Tutino y, a la vez, él que ha hecho el aporte más importante al debate.

Algunos de las obras importantes de este debate también se encuentran en la bibliografía del libro Roots of Insurgency del historiador inglés Brian Hamnett, pero en general no influyen tanto sobre el libro. En cambio este libro es un hijo directo del la nueva historia social de la época colonial. El proyecto explícito de Hamnett es usar los logros de esta historiografía para entender la insurgencia. Hamnett se centra en una época más estrecha, y su método es más ecléctico y menos teórico. Describe las tensiones sociales en una variedad de regiones. Aunque su enfoque sigue estando sobre las capas más pobres del campo, también analiza los grupos sociales diversos que contribuyeron al liderazgo de la insurgencia. El libro resultante es muy valioso, con su explicación detallada de una época confusa respaldada por un marco interpretativo robusto. Para Hamnett, la clave para entender la época se encuentra en los cambios y tensiones sociales que resultaron de la comercialización del campo a finales de la colonia. Por supuesto, esto es también uno de los énfasis de Tutino, y de hecho aunque los libros son distintos son muy complementarios y se pueden leer mejor juntos. En general, Hamnett ofrece un análisis más detallado de la política de la insurgencia pero, como Tutino, no profundiza en la cultura campesina ni en el problema de cómo los campesinos interpretaron el proyecto de los líderes insurgentes.

Más o menos una década más tarde empezaron a aparecer una nueva serie de libros que intentaron explorar las acciones populares durante la guerra. Estos estudios fueron producto de cuatro historiadores, dos mexicanos y dos norteamericanos. Juan Ortiz Escamilla y Antonio Escobar Ohmstede recibieron su formación en el programa de doctorado del Colegio de México mientras Michael Ducey y Peter Guardino éramos productos de la Universidad de Chicago. Se puede ver estos estudios como contemporáneos. Escobar empezó a publicar artículos sobre el tema en 1992, el libro de Guardino Peasants, Politics and the Formation of Mexico's Nacional State, 1800-1857 salió en 1996, y el libro de Ortiz, Guerra y gobierno: Los pueblos y la independencia de México siguió en 1997. Aunque el libro de Ducey, A Nation of Villages: Riots and Rebellion in the Mexican Huasteca, 1750-1850 no apareció hasta 2004, se basó en una tesis anterior y siguió una serie de artículos publicados antes.8 Las obras de estos historiadores comparten muchas características, aunque hay también por supuesto varias diferencias. Voy a empezar con los libros de los norteamericanos, seguir con el de Escobar, y terminar la serie con Ortiz.

Ducey y yo habíamos leído tanto las obras teóricas sobre las rebeliones campesinas internacionales que tanto influyeron en Tutino como las ya clásicas de la historia social colonial que eran importantes para él y Hamnett. También, por supuesto, leímos los libros de Tutino y Hamnett, los cuales ejercieron una influencia muy grande sobre nuestras investigaciones. Además nos beneficiamos de varios artículos sobre la época escritos por Christon Archer, William Taylor, y, especialmente, Eric Van Young.9 Como Van Young, leímos una serie de artículos y libros ligados con la nueva historia cultural, incluyendo por ejemplo obras en la historiografía india. Dado todo esto, tanto Ducey como yo decidimos tratar de analizar la escasa evidencia directa de las opiniones de los campesinos insurgentes. También intentamos entender como estos campesinos podrían haber interpretado el discurso de los líderes insurgentes. Tanto para la guerra de la independencia como para otros períodos, nos concentramos en la construcción de alianzas que ligaron a personas de distintas clases y grupos étnicos.

A pesar de las semejanzas, los libros de Ducey y Guardino no son idénticos. Por lo general me interesaron más los efectos a largo plazo de las acciones políticas de los campesinos, mientras Ducey se concentró más en el problema de los orígenes de las rebeliones. Lo que intenté hacer en Guerrero fue investigar las tensiones sociales y económicas a nivel local, y usar los resultados para entender como podrían haber interpretado el discurso de los líderes insurgentes. Generalmente hice hincapié en la idea de que los distintos actores sociales podrían interpretar las mismas palabras y los mismos símbolos de distintas maneras. Para la guerra de la independencia me concentré más en la primera época, cuando el secuestro de Fernando VII dio lugar a una crisis política en el mundo hispánico. Argumenté que mucho del odio contra los españoles europeos tuvo su origen en su asociación con los franceses y su rol como intermediarios entre los campesinos y las fuerzas del mercado.

Ducey también analizó las tensiones sociales locales de una manera muy detallada y vinculó estas tensiones con los documentos producidos por los líderes insurgentes para explicar las acciones de los campesinos. Generalmente lo hizo mejor. Encontró documentos mejores y más numerosos, y su enfoque en una región más pequeña le permitió proporcionar una interpretación más sofisticada. En mi libro distritos enteros aparecen como pro-insurgente o anti-insurgente, mientras Ducey pudo mostrar como muchos pueblos se dividieron durante la guerra. Además pudo extender su análisis al período después de 1813, cuando los líderes insurgentes empezaron a dejar de lado su insistencia en la lealtad hacia Fernando VII y empezaron a sugerir nuevos proyectos políticos, incluyendo la independencia. Por lo general la obra de Ducey es muy impresionante.

En los libros que acabo de describir las partes sobre la guerra de la independencia está inscritas en estudios regionales que analizaron un período mucho más largo. Lo mismo pasa con las obras de Antonio Escobar Ohmstede sobre la independencia. Aunque de hecho la guerra de independencia no figura mucho en su libro más importante, De la costa a la sierra: Las huastecas 1750-1900, sus artículos sobre la independencia son fruto de su investigación mayor. Escobar, como Ducey y yo, coloca a la guerra de independencia en el contexto de cambio social y una serie de conflictos y rebeliones campesinas. También enfatiza el carácter multiétnico del movimiento, y el problema de las contribuciones.10 A pesar de estas semejanzas, hay algunas diferencias. Por ejemplo muestra la importancia de las autoridades étnicas en la organización de las rebeliones.11 Además las raíces del libro son distintas. Aunque claramente Escobar también bebió de la fuente refrescante del la nueva historia social de la colonia, no hace mucho caso a los debates internacionales sobre el campesinado mundial, ni mucho menos a la llamada nueva historia cultural. Por esto presta menos atención al problema de cómo los campesinos entendieron el discurso de los insurgentes y, de hecho, sus propias acciones.

Juan Ortiz Escamilla, como Escobar Ohmstede egresado del Colegio de México, también se interesó en la política de los campesinos durante la guerra de independencia. En su libro argumenta que los pueblos mexicanos eran muy importantes en las movilizaciones sociales y alianzas políticas de la época. Además Ortiz presta mucha atención a la política de la contra-insurgencia realista.12 Según Ortiz, los pueblos utilizaban tanto la insurgencia como la contra-insurgencia para ganar, y en otros casos recobrar, sus derechos y autonomía. De esta manera, los pueblos llevaron adelante un proyecto distinto tanto de la aspiración de soberanía nacional que según Ortiz motivó a los líderes insurgentes como de la obsesión del gobierno realista por un control centralizado sobre el territorio. Ortiz también menciona otros motivos campesinos, incluyendo su temor hacia los franceses, su odio hacia los españoles europeos, su deseo de reducir los impuestos, la defensa de sus tierras comunales, y la oportunidad del saqueo.13 En la visión de Ortiz, los proyectos de los líderes insurgentes y los campesinos tenían diferencias fundamentales.

John Tutino volvió a publicar sobre la independencia en 1998 cuando apareció un artículo interesante que representa un avance de una investigación más amplia. Este artículo proporciona varias novedades al estudio del campo en la guerra. Primero, el trabajo se concentra en un grupo que no ha sido suficientemente analizado, los trabajadores y medieros de las haciendas. Además, utiliza documentos y correspondencia de las haciendas para dar una nueva visión de la insurgencia. Introduce el concepto de género a la interpretación de las acciones de los campesinos en la guerra. Según Tutino, la estructura de las relaciones económicas dentro de las haciendas en la colonia no favorecía a los pobres, pero sí garantizaba el patriarcado dentro de las familias campesinas porque eran los hombres los que tenían acceso a la tierra, al empleo, y a la ración de maíz. Los cambios económicos después de 1780, con sueldos más bajos, raciones eliminadas o limitadas, y tenencias perdidas rompieron este pacto patriarcal implícito, y esta ruptura habría motivado la adhesión de muchos de los habitantes de las haciendas a los insurgentes.14 Además de esta interpretación de las acciones políticas de los campesinos, Tutino también muestra como los mismos habitantes de las haciendas destruyeron el poder de los hacendados durante la guerra. Hicieron imposible las operaciones económicas de los dueños y sus administradores, y cuando la inseguridad expulsó a los administradores del campo los habitantes insurgentes se hicieron rancheros en las mismas tierras de la haciendas. Aun después de la guerra resistieron el cobro de rentas, y cuando al final empezaron a pagar rentas mantenían un balance en las negociaciones que no hubiera sido pensable antes de la guerra.

Un suceso muy importante en la historiografía de la independencia fue la publicación en 2001 de The Other Rebellion: Popular Violence, Ideology and the Mexican Struggle for Independence de Eric Van Young.15 Este libro fue el resultado de dos décadas de investigación y reflexión sobre el problema de la violencia popular de la época, durante las cuales Van Young ya había publicado más de veinte artículos sobre aspectos distintos del problema. Estos artículos ya eran influyentes, pero el libro es mucho más que la suma de los artículos. Contiene materiales nuevos de diverso tipo, y aunque los artículos presagiaban algunos de los puntos teóricos del libro, el libro presenta una versión más integrada y madura. El libro se centra en la ideología popular, y Van Young dialoga con una literatura internacional vasta sobre mentalidades, historia cultural, y hegemonía. De hecho, si el libro de Tutino es notorio por su contribución a la literatura internacional sobre las rebeliones campesinas mundiales, el libro de Van Young se destaca por su contribución a los debates sobre la nueva historia cultural.

The Other Rebellion es un libro muy largo y también muy provocativo.16 A pesar de su tamaño, las muchas metáforas e imágenes son elocuentes y vivas, y por eso es de lectura fácil y placentera. Antes de entrar en las cuestiones de violencia popular, Van Young fue un historiador económico, y en algunos de los primeros artículos que escribió sobre la independencia prestó mucha atención a la historia económica y social. Sin embargo, The Other Rebellion casi no entra en el análisis de las condiciones económicas y sociales que es tan importante en las obras de Tutino, Hamnett, Guardino, Ducey y Escobar. El libro proporciona un análisis cuantitativo de una muestra de prisioneros insurgentes, un análisis detallado de un grupo de líderes locales de los insurgentes, y una interpretación interesante de los motivos de la violencia popular. Sin embargo, a pesar de la parte sobre los líderes insurgentes, Van Young no se embarca en un análisis sistemático del discurso de los líderes insurgentes o de como los rebeldes populares podrían haber interpretado ese discurso. Por lo general Van Young supone que desde el principio los líderes insurgentes pensaban en construir un estado nacional liberal y moderno, y que ese proyecto no podría haber despertado interés alguno entre el campesinado indígena, porque sus percepciones políticas eran sumamente locales. Hasta inventa una palabra nueva para esto. La palabra, "campanillismo," derivada de la palabra italiana para los campanarios, capta lo que para Van Young es "una tendencia de ver el horizonte social y político como extendiéndose metafóricamente solo tan lejos como la visión desde su campanario."17 Es una imagen muy memorable. Aquí el punto de vista de Van Young es muy diferente de los de Guardino y Ducey, quienes enfatizan las maneras en que los distintos grupos campesinos interpretaron los argumentos varios de los líderes insurgentes.

Casi todos los historiadores revisados hasta ahora son extranjeros, pero por supuesto sus colegas mexicanos han continuado investigando y escribiendo sobre la época de la independencia. Sin embargo, con la excepción de los dos ya mencionados, su producción académica no siguió las pautas que formaron las obras de los extranjeros. Las tendencias que han sido tan importantes para los extranjeros no lo fueron para los mexicanos. Como ya se ha dicho, aunque varios historiadores mexicanos contribuyeron al auge de la historia social colonial que empezó a finales de la década de los 1960, cuando sus colegas extranjeros empezaron a investigar la guerra de la independencia los mexicanos seguían sus carreras en la historia colonial. Es una diferencia notable en sus vidas profesionales. Aunque no hay datos sólidos, se puede suponer que la gran población de historiadores mexicanos hace prudente una especialización más pronunciada. También es posible que los historiadores sociales mexicanos no quisieron contaminarse con las metodologías más tradicionales de la historia política. En cuanto a la segunda tendencia, el debate teórico sobre las rebeliones campesinas mundiales no era tan urgente en México. Finalmente, por razones que son todavía obscuras, la nueva historia cultural que tanto fascina a los historiadores extranjeros casi no ha generado interés en México.

Por estas razones, los historiadores mexicanos de la independencia en México han seguido senderos diferentes que los recorridos por sus colegas de los Estados Unidos, Inglaterra, y Canadá.18 Por lo general, los historiadores mexicanos de la década de la independencia se han concentrado en la historia intelectual, la historia política, y la historia militar y no en la historia social y la historia cultural. También han seguido la larga tradición de investigar y analizar el liderazgo de la insurgencia, una tradición que han mejorado y amplificado con sus exploraciones de fuentes nuevas y de nuevos grupos dentro del liderazgo. Esta tendencia se ve muy bien en la investigación de Virginia Guedea sobre los adherentes clandestinos de la insurgencia en la ciudad de México o en el trabajo de Ana Carolina Ibarra sobre las vacilaciones y las decisiones de un clérigo que prevaricó entre las causas insurgentes y realistas.19 Los historiadores mexicanos han sido también contribuyentes muy hábiles y activos en los continuos debates sobre los proyectos políticos de los insurgentes, los realistas, y los que no pertenecían a uno u otro bando, debates que se han concentrado en la cuestión de la autonomía y la independencia, la Constitución de 1812, y la influencia de la Ilustración en las ideologías políticas hispanas.20

Quizás el mejor ejemplo de la tendencia mexicana de concentrarse en la historia política y militar de la insurgencia es La insurgencia en el Departamento del Norte, publicado por Virginia Guedea in 1996.21 Guedea utilizaba nuevas fuentes primarias para armar una historia muy detallada de la insurgencia en una región crucial, muy cercana a la ciudad de México. El libro resultante nos da un sentido del trabajo diario de los líderes insurgentes. El enfoque regional del libro podría sugerir semejanzas con los trabajos de Escobar, Ducey, o Guardino, pero este es un libro muy diferente con preocupaciones muy diferentes. Por ejemplo, Guedea no proporciona muchos detalles sobre la historia social del área antes de la guerra. Además, no analiza la naturaleza del apoyo popular de los insurgentes en el departamento, fuera de algunos comentarios sobre la importancia del clientelismo y la coerción, y un llamado para más investigación sobre este tema.22 Aunque claramente el tipo de investigación que hizo Guedea nos puede ayudar a entender las actitudes de los campesinos insurgentes, esta cuestión no es muy importante en su proyecto.

El libro La máscara de Fernando VII: Discurso e imaginario monárquicos en una época de crisis, Nueva España, 1808-1822, de Marco Antonio Landavazo, no es un libro sobre los campesinos de México durante la insurgencia.23 Sin embargo, creo que la cuestión de las actitudes populares está muy presente en el pensamiento de Landavazo. Landavazo analiza el rol importantísimo de Fernando VII en la cultura de la Nueva España durante la época, concentrándose no tanto en Fernando como político como en Fernando como símbolo. Según Landavazo, Fernando llegó a ser una figura fundamental debido a la larga historia del personaje real como símbolo de justicia. Por lo general, la imagen del rey se respetaba y se veneraba. Fernando VII, sin embargo, rebasó este nivel para llegar a ser una figura mítica debido a la crisis peninsular y a la amenaza religiosa de los franceses heréticos. Landavazo es heredero de una larga tradición de historiadores mexicanos que han investigado el discurso de los insurgentes, una tradición con sus propios debates, particularmente sobre el grado en que los insurgentes fueron influenciados por la Ilustración, y sobre la cuestión de cuándo la independencia surgió como meta final de los insurgentes.24 Sin embargo, a diferencia de muchos historiadores mexicanos, se puede ver en la obra de Landavazo una influencia notable de la tendencia internacional hacia la historia cultural. Este no es un libro que se concentre en la cuestión de la política popular. De hecho, Landavazo no analiza cómo los distintos sectores sociales de la Nueva España interpretaron el discurso sobre Fernando VII. Sin embargo, la obra es sumamente útil para los que quieren explorar el apoyo popular de los rebeldes porque nos deja vincular aspectos culturales con aspectos políticos.

La historiografía reciente sobre la política popular durante la década de los 1810 es sumamente diversa. Los historiadores han aportado una variedad de perspectivas teóricas e historiográficas para analizar el período, y muchas veces discuten hasta las cuestiones más básicas. Sin embargo, es obvio que hemos avanzado mucho en nuestro conocimiento de cómo y por qué tantos campesinos mexicanos se levantaron en armas a partir de 1810. Yo diría que la misma diversidad en perspectivas y conclusiones nos prepara para nuevas investigaciones que puedan resolver las tensiones más importantes en la historiografía y finalmente darnos un sentido más equilibrado de los sucesos del México rural. En los siguientes párrafos quiero esbozar algunas de las posibilidades que las investigaciones recientes nos han abierto.

Las obras de los últimos veinte años nos han mostrado la importancia de la historia social y económica. La mayoría de las personas que vivieron en la Nueva España y tuvieron que tomar decisiones políticas ganaban su sustento en el campo. Hubo diferencias regionales en las economías dentro de las cuales ganaban su sustento, todas estas economías regionales cambiaron de manera significativa en las décadas antes de 1810. Tutino y Hamnett, seguidos por los historiadores a quienes influenciaron, han empezado un análisis sistemático de estos cambios económicos y su impacto sobre las vidas de la gente del campo. Sin embargo, tanto Tutino como Hamnett señalaron que los cambiantes vaivenes económicos de la gente no siempre dan lugar a la acción política.25 Es necesario moderar nuestro entusiasmo para la importancia de la historia económica y social. La gente experimenta el cambio económico culturalmente, y sus percepciones de las posibilidades que tiene la política para resolver sus problemas son también profundamente culturales. Por ejemplo, Hamnett señala que la misma posición de los españoles europeos en la economía los convirtió en la cara humana de las tendencias económicas que tanto molestaban a muchos campesinos, y esto fue un factor sumamente importante en la violencia que los campesinos dirigían contra los europeos.26

Los historiadores de la época también pueden aprender mucho de la atención cuidadosa que Van Young presta a la cultura política campesina y su naturaleza generalmente local y religiosa. Los campesinos no eran simplemente máquinas programadas para buscar las calorías necesarias para producir la generación siguiente. Mantenían creencias que les ayudaban a interpretar sus vidas y las vidas que esperaban en el futuro, tanto en la tierra como en el cielo. Por lo general las aspiraciones campesinas se centraban en sus familias, sus tierras, y sus pueblos, y mucho de la política campesina enfatizaba lo local, como dice Van Young. Sin embargo, es importante entender que los motivos locales y religiosos existían en un contexto mucho más amplio, y tenían que obrar dentro de este contexto aún cuando sus metas eran locales. De hecho aún antes de la guerra los líderes de los pueblos y, muchas veces, los campesinos individuales tenían contactos frecuentes con las estructuras supralocales. No podían evitar obrar dentro de un sistema judicial colonial que enfatizaba el rol del rey en defender la justicia, de una religión que enfatizaba el rol central de la Iglesia tanto en reforzar las identidades locales como en garantizar la vida eterna, y de una economía de mercado cuyos cambios afectaban sus posibilidades de subsistencia. Estas conexiones, los cambios estructurales y coyunturales que las modificaban, y las percepciones fluidas de los campesinos sobre ellas fueron cruciales en los sucesos que empezaron en 1808. De hecho este es el punto más débil del libro tan impresionante de Van Young. Es cierto que muchos campesinos indígenas vivían dentro de sus pueblos, donde cultivaban, producían artesanías, alimentaban a sus familias, y hacían sus devociones. Sus vidas se guiaban por un conjunto complejo de tradiciones, obligaciones, y derechos, y probablemente la mayoría solo aspiraba a vivir estas vidas sin sobresaltos. Sin embargo, muchas veces para vivir estas vidas dentro de sus pueblos, los campesinos tuvieron que relacionarse con las fuerzas económicas y los actores políticos fuera de sus pueblos. Vendían sus productos o su mano de obra, acudían al sistema judicial para solucionar los conflictos internos o defenderse de los foráneos, y, por esto, construían sus ideas de su lugar dentro de de un universo más amplio. Tenemos que interpretar sus acciones a partir de 1808 tomando en cuenta las relaciones estrechas entre sus aspiraciones locales y el contexto más amplio dentro del cual persiguieron estas aspiraciones.

Los historiadores de la política popular también deben tomar en cuenta la profundidad del impacto de los sucesos de 1808 sobre muchos novohispanos. La crisis moral y política era impactante, y muchos miembros de todos los grupos sociales sentían la necesidad de actuar. Además la crisis los hizo considerar acciones que hubieran sido impensables antes. Aunque es posible que Hidalgo y sus lugartenientes utilizaron esta crisis para buscar el destino de un estado nacional soberano, no anunciaron tal proyecto a sus reclutas o reclutas potenciales entre los muchos grupos sociales de la Nueva España. Para entender los motivos de los campesinos rurales que respondieron al llamado de los insurgentes, tenemos que analizar el discurso de los líderes en vez de sus intenciones finales. Por varios años los insurgentes dijeron que eran defensores de los derechos del soberano legítimo, la religión y el orden moral que representaban estas dos instituciones contra un complot gachupín para entregar la Nueva España a un Napoleón ateísta. Si los campesinos insurgentes quisieron hacer la justicia social, pensaban que lo podrían lograr a través de la defensa de ese orden moral. Como Landavazo hábilmente nos muestra, la figura de Fernando VII era el símbolo clave de ese orden moral, y este hecho es crucial para nuestra interpretación de los aspectos milenarios de la época que Van Young encuentra tan fascinante. Además, la crisis moral y el pensamiento milenario a que dio lugar no eran exclusivos del campesinado. Mucha gente de la clase media criolla y mestiza compartían tanto los temores a los franceses como las esperanzas sobre Fernando VII.

Por supuesto, este argumento no puede dar cuenta de toda la guerra, y por eso los historiadores de la violencia popular tienen que considerar cómo las bases ideológicas de la insurgencia cambiaron, y cómo las interpretaciones campesinas de la insurgencia también cambiaron. Aquí tenemos que tener presente la insistencia de Christon Archer en la vitalidad de la insurgencia aún después de la derrota de las últimas agrupaciones grandes de Morelos. Siguieron las movilizaciones de guerrillas, y al final de cuentas probaron ser un problema imposible para el gobierno virreinal.27 Es casi cierto que México no hubiera llegado a ser estado independiente sin esta guerra de guerrillas. A la vez, es necesario prestar atención a los sucesos políticos tan complicados de la década tanto en España como en las áreas de la Nueva España bajo el control del gobierno virreinal. El liberalismo español, junto con los argumentos políticos, las leyes, y la constitución que trajo, formaba las opciones y las opiniones de todos los políticos novohispanos, opciones y opiniones que oscilaban entre el absolutismo, el constitucionalismo, la soberanía popular y la autonomía antes de culminar el movimiento de Iguala. Los campesinos indígenas y no indígenas que llenaron las filas de las bandas insurgentes y las milicias realistas tenían que interpretar estas posibilidades y pensar sobre sus implicaciones para sus vidas y aspiraciones. Hasta la fecha Michael Ducey ha sido el historiador que ha contribuido más a nuestro conocimiento de este proceso, pero tendremos que ver si sus argumentos sobre la Huasteca nos ayudan a entender otras regiones.

Por supuesto, negociar este terreno difícil de la política popular nos obliga a investigar no solo los líderes famosos y los campesinos anónimos sino un sinnúmero de personajes en el drama, incluyendo los curas locales, administradores de haciendas, abogados, tenderos y arrieros. Para entender su papel como intermediarios entre la política alta de los reyes, virreyes y constituciones por un lado y la política de los campesinos por el otro es necesario prestar amplia atención a la complicada política diaria de los líderes locales tanto de la insurgencia como de la contrainsurgencia. En otras palabras, necesitamos seguir haciendo el tipo de investigación hecha por Virginia Guedea en sus libros importantes sobre los Guadalupes y el Departamento del Norte.28 Es imprescindible que hagamos investigaciones similares sobre los otros grupos y las otras regiones, incluyendo algunos centros muy obvios de la actividad insurgente como el Bajío y Michoacán.

En este tipo de investigación el historiador aplica una metodología más o menos tradicional de la historia política a un grupo nuevo. Es cuestión de descubrir las redes y las coyunturas, muchas veces a través de leer la correspondencia de personas bien alfabetizadas. Mi sugerencia final es, digamos, menos cómoda. A final de cuentas, si queremos entender las acciones de la mayoría empobrecida de mexicanos rurales en la década tumultuosa de 1810 tenemos que intentar ver la política, y la vida, a través de sus ojos. Cualquier cosa que digamos sobre el tema va a ser al mejor nada más que una aproximación. Sobre todo tenemos que apreciar mucho los problemas metodológicos e interpretativos, una actitud por lo cual Van Young es famoso, y, para algunos, infame. ¿Cómo, al final, podemos entender las acciones de personas que muy pocas veces dijeron algo que fuera captado por los documentos? ¿Cómo podemos interpretar la poca evidencia que tenemos de lo que dijeron, dado que fue producido y escrito dentro de situaciones muy mediadas como los juzgados? Estos problemas seguirán siendo clave en nuestras investigaciones sobre las actitudes y las acciones de la mayoría rural de México. Son problemas de suma dificultad, y nuestra única consolación es la idea de que es la misma búsqueda del conocimiento que proporciona el valor singular a los esfuerzos de cada generación de historiadores.

 

NOTAS

1 Castro Gutiérrez, Felipe. "El imaginario de la violencia popular durante la revolución de independencia", Mexican Studies/Estudios Mexicanos 19:1 (Winter 2003), 19:1 (Winter 2003)189-190.         [ Links ]

2 Teja Zabre, Alfonso, Vida de Morelos, México, Universidad Nacional Autónoma de México, 1959;         [ Links ] Wilbert Timmons, "Jose Maria Morelos - Agrarian Reformer?", Hispanic American Historical Review 45: 2 (1965), 183-195.         [ Links ]

3 Wolf, Eric, "The Mexican Bajio in the Eighteenth Century", in Synoptic Studies of Mexican Culture, New Orleans: Tulane University, 1957, pp. 177-199.         [ Links ]

4 Florescano, Enrique, Orígen y desarrollo de los problemas agrarios de México, México, Era, 1976;         [ Links ] David Brading, Miners and Merchants in Bourbon Mexico, 1763-1810, Cambridge, Cambridge University Press, 1971;         [ Links ] William Taylor, Landlord and Peasant in Colonial Oaxaca, Stanford, Stanford University Press, 1972;         [ Links ] Brian Hamnett, Politics and Trade in Southern Mexico, 1750-1821, Cambridge, Cambridge University Press, 1971;         [ Links ] Eric Van Young, Hacienda and Market in Eighteenth Century Mexico: The Rural Economy of the Guadalajara Region, 1675-1820, Berkeley, University of California Press, 1981.         [ Links ] Muchas de las obras más importantes de los años 1970 se revisan en Marcello Carmagnani, "The Inertia of Clio: The Social History of Colonial Mexico," Latin American Research Review, 20:1, (1985), pp. 149-166.

5 Wolf, Eric, Peasant Wars of the 20th Century, New York, Harper and Rowe, 1969;         [ Links ] Joel Migdal, Peasants, Politics, and Revolution: Pressures Toward Political and Social Change in the Third World, Princeton, Princeton University Press 1974;         [ Links ] James Scott, The Moral Economy of the Peasant: Rebellion and Subsistence in Southeast Asia, New Haven, Yale University Press, 1976;         [ Links ] Jeffrey Paige, Agrarian Revolution: Social Movements and Export Agriculture in the Underdeveloped World, New York, Free Press, 1975.         [ Links ] No hubo ediciones en español del Moral Economy de Scott, el Peasants, Politics and Revolution de Migdahl o el Agrarian Revolution de Paige. En contraste, se tradujo y publicó el Peasant Wars de Wolf de inmediato, lo que no sorprende dado su larga asociación con México y sus capítulos sobre la Revolución Mexicana. Notablemente, el tercer libro de James Scott, Domination and the Arts of Resistance: Hidden Transcripts, New Haven, Yale University Press 1990 se publicó en México por Era en 2000, pero no hay una edición de su primer libro en español. Muchas veces el Social Origins of Dictatorship and Democracy de Barrington Moore se cuenta con estas obras, aunque de hecho su origen era muy distinto. Barrington Moore, Social Origins of Dictatorship and Democracy: Lord and Peasant in the Making of the Modern World, Boston, Beacon Press, 1966. Este libro se publicó en Barcelona en 1973, lo que se debe mucho más a la historia política de España que a la de Asia o América Latina. Cómo en el caso de Scott, hay una edición mexicana de su segundo libro, no el libro conocido por su análisis de movimientos campesinos. Véanse Barrington Moore, La injusticia: las bases sociales de la obediencia y la rebelión, México, Universidad Nacional Autónoma de México, 1989.

6 Kay Vaughan, Mary , "Cultural Approaches to Peasant Politics in the Mexican Revolution", Hispanic American Historical Review 79:2 (May 1999), pp. 273-275.         [ Links ]

7 Tutino, John, From Insurrection to Revolution in Mexico: Social Bases of Agrarian Violence, 1750-1940, Princeton, Princeton University Press, 1986;         [ Links ] Brian Hamnett, Roots of Insurgency: Mexican Regions, 1750-1824, New York, Cambridge University Press, 1986.         [ Links ]

8 Escobar Ohmstede, Antonio, "Las dirigencias y sus seguidores, 1811-1816: La insurgencia en las Huastecas", en Marta Terán and José Antonio Serrano, coords., Las guerras de independencia en la América española, El Colegio de Michoacán/El Instituto Nacional de Antropología e Historia/La Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo, 2002 pp. 217-235;         [ Links ] Antonio Escobar Ohmstede, "La insurgencia huasteca: orígen y desarrollo", en Jean Meyer, coord. Tres levantamientos populares, Pugáchov, Tupac Amaru, Hidalgo, México, Centro de Estudios Mexicanos y Centroamericanos, 1992, pp. 131-50;         [ Links ] Antonio Escobar Ohmstede, De la costa a la sierra: Las huastecas, 1750-1900, México, Centro de Investigaciones y Estudios Superiores en Antropología Social/ Instituto Nacional Indigenista, 1998;         [ Links ] Peter Guardino, Peasants, Politics, and the Formation of Mexico's National State, 1800-1857, Stanford: Stanford University Press, 1996;         [ Links ] Juan Ortiz Escamilla, Guerra y gobierno: Los pueblos y la independencia de México, México, Instituto Mora/El Colegio de México/ Universidad Internacional de Andalucía/ Universidad de Sevilla, 1997;         [ Links ] Michael Ducey, "Village, Nation, and Constitution: Insurgent Politics in Papantla, Veracruz, 1810-21", Hispanic American Historical Review. 79:3 (1999), pp. 463-93;         [ Links ] Michael Ducey, A Nation of Villages: Riot and Rebellion in the Mexican Huasteca, 1750-1850, Tucson, University of Arizona Press, 2004.         [ Links ]

9 Archer, Christon, "Banditry and Revolution in New Spain, 1790-1821", (Bibliotheca Americana 1), (1982), pp. 59-88; William Taylor, "Banditry and Insurrection: Rural Unrest in Central Jalisco, 1790-1816," in Friedrich Katz, coords., Riot, Rebellion and Revolt: Rural Social Conflict in Mexico, Princeton, Princeton University Press, 1988, pp. 205-246.         [ Links ]

10 Escobar Ohmstede, Antonio, "Las dirigencias y sus seguidores, 1811-1816: La insurgencia en las Huastecas", en Marta Terán y José Antonio Serrano, coord., Las guerras de independencia en la América española. El Colegio de Michoacán/El Instituto Nacional de Antropología e Historia/La Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo, 2002, pp. 217-235; y Escobar 1998/1993.         [ Links ] Véase también: Escobar Ohmstede, Antonio, De la costa a la sierra: Las huastecas, 1750-1900, México, Centro de Investigaciones y Estudios Superiores en Antropología Social/ Instituto Nacional Indigenista, 1998.         [ Links ]

11 Escobar , Ohmstede, Antonio, "La insurgencia huasteca: orígen y desarrollo"..., pp.229.

12 Por un trabajo más reciente sobre este tema, véase Moíses Guzmán Pérez, "Los métodos de represión realista en la revolución de independencia de México, 1810-1821," en Marta Terán y José Antonio Serrano, coord., Las guerras de independencia en la América española, El Colegio de Michoacán/El Instituto Nacional de Antropología e Historia/La Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo, 2002, pp. 323-335.         [ Links ]

13 Ortiz Escamilla, Juan, Guerra y gobierno. Los pueblos y la independencia de México, México, Instituto Mora/El Colegio de México/ Universidad Internacional de Andalucía/ Universidad de Sevilla, 1997, p.18.         [ Links ]

14 John Tutino "The Revolution in Mexican Independence: insurgency and the Renegotiation of Property, Production, and Patriarchy in the Bajío. 1800-1855," Hispanic American Historic Review, 78: 3, (August 1998), pp. 375-378.         [ Links ]

15 Eric Van Young, The Other Rebelllion: Popular Violence and Ideology in Mexico, 1810-1816, Stanford, Stanford University Press, 2001.         [ Links ]

16 Hablando solo de su extensión y no de su importancia, Castro Gutiérrez señala que el libro de Van Young es más largo que El Capital de Marx, aunque no alcanza el tamaño de la Biblia. Castro Gutiérrez, Felipe. "El imaginario de la violencia popular durante la revolución..., p. 188.

17 Van Young, Eric, The Other Rebellion: Popular Violence and Ideology in Mexico, 1810-1816. Stanford, Stanford University Press, 2001, p. 383.

18 Como todas las generalizaciones hay excepciones importantes. En este caso los estudios de historiadores distinguidos como Jaime Rodríguez y Timothy Anna se aproximan más a la historiografía mexicana que a la norteamericana.

19 Virginia Guedea, La insurgencia en el Departamento del Norte. Los Llanos de Apan y la Sierra de Puebla, 1810-1816, México, Universidad Nacional Autónoma de México/ Instituto Dr. José Luis Mora, 1996;         [ Links ] y Ana Carolina Ibarra, Clero y política en Oaxaca: Biografía del Doctor José de San Martín, México, Instituto Oaxaqueño de las Culturas, Universidad Nacional Autónoma de México, 1995.         [ Links ] Véase también Jesús Hernández Jaimes, "La insurgencia en el sur de la Nueva España, 1810-1814: ¿Insurrección del clero?", en Ana Carolina Ibarra, coord., La independencia en el sur de México, México, Universidad Nacional Autónoma de México, 2004, pp. 59-102.         [ Links ]

20 En este artículo no he explorado esta literatura vasta, aunque sí tiene algunas implicaciones para la investigación de la acción política popular. Para los que quieren profundizar su conocimiento, recomiendo que empiezen con François-Xavier Guerra, Modernidad e independencias: Ensayos sobre las revoluciones hispánicas, México, Fondo de Cultura Económica, 1993;         [ Links ] y de Jaime Rodríguez, The Independence of Spanish America, New York, Cambridge University Press, 1998,         [ Links ] los cuales proporcionan puntos de vista tanto provocativos como opositores.

21 Guedea, Virginia, La insurgencia en el Departamento del Norte. Los Llanos de Apan y la Sierra de Puebla, 1810-1816, México, Universidad Nacional Autónoma de México/ Instituto Dr. José Luis Mora, 1996.

22 Ibid., pp. 25, 228, 238.

23 Marco Antonio Landavazo, La máscara de Fernando VII: Discurso e imaginario monárquicos en una época de crisis, Nueva España, 1808-1822, México, El Colegio de México/ Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo/ El Colegio de Michoacán, 2001.         [ Links ]

24 Véanse, sólo por ejemplo, las obras Herrejón Peredo, Carlos. "Hidalgo: La justificación de la insurgencia", Cuadernos Americanos 42 (1983): pp.162-180.         [ Links ] De Ernesto Lemoine: "1821: ¿consumación o contradicción de 1810?," Secuencia 1 (1985), pp. 25-35;         [ Links ] Morelos: su vida revolucionaria a través de sus escritos y otros testimonios de la época, México, Universidad Nacional Autónoma de México, 1965; "Morelos y la generación de la independencia", en María del Refugio González, coord., La formación del estado mexicano, Mexico, Porrua, 1984, pp. 33-41; Morelos y la Revolución de 1810, México, Gobierno del Estado de Michoacán, 1984;. "Vicente Guerrero, última opción de la insurgencia", en Memoria de la mesa redonda sobre Vicente Guerrero, Mexico, Instituto Mora, 1982, pp. 9-13. Por último de Moises Guzmán Pérez, "Los métodos de represión realista en la revolución de independencia de México, 1810-1821," en Marta Terán y José Antonio Serrano, coords., Las guerras de independencia en la América española, El Colegio de Michoacán/El Instituto Nacional de Antropología e Historia/La Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo, 2002, pp. 323-335; Miguel Hidalgo y el gobierno insurgente en Valladolid, Morelia, Universidad Michoacana, 2003.

25 Tutino, John, From Insurrection to Revolution in Mexico: Social Bases of Agrarian Violence, 17501940, Princeton, Princeton University Press, 1986, p. 357; Hamnet, Brian, Roots of Insurgency: Mexican Regions, 1750-1824. New York: Cambridge University Press, 1986, pp. 203-204.

26 Hamnet, Brian, Roots of Insurgency..., pp. -27, 32-33; Guardino, Peter, Peasants, Politics and the Formation of Mexico's National State: Guerrero, 1800-1857, Stanford University Press, 1996, pp. 63-64.

27 Christon Archer, "La Causa Buena: The Counterinsurgency Army of New Spain and the Ten Years War," in Jaime E. Rodriguez, Ed. The Independence of Mexico and the Origins of the New Nation, Los Angeles, University of California at Los Angeles Latin American Center, 1989, pp. 85-108.         [ Links ]

28 Guedea, Virginia, La insurgencia en el Departamento del Norte. Los Llanos de Apan y la Sierra de Puebla, 1810-1816, México, Universidad Nacional Autónoma de México/ Instituto Dr. José Luis Mora, 1996; Virginia Guedea En busca de un gobierno alterno: los Guadalupes de México, México, Universidad Nacional Autónoma de México, Instituto de Investigaciones Históricas, 1992.         [ Links ]

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