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Tzintzun

versión impresa ISSN 0188-2872

Tzintzun  no.48 Morelia ene./dic. 2008

 

Reseñas

 

Olivia López Sánchez, De la costilla de Adán al útero de Eva. El cuerpo femenino en el imaginario médico y social del siglo XIX

 

Lisette G. Rivera Reynaldos

 

México, Universidad Nacional Autónoma de México, Facultad de Estudios Superiores Iztacala, 2007

 

Instituto de Investigaciones Históricas, Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo.

 

En los últimos años y cada vez con mayor frecuencia se han elaborado interesantes estudios tanto a nivel nacional como internacional desde la perspectiva de la historia del cuerpo. Este enfoque ha contribuido a enriquecer nuestros conocimientos de la historia socio cultural, y en particular de la historia de las mujeres y de género; al respecto, siendo los sistemas de imágenes y representaciones uno de los campos de estudio más recurrentes en ésta última, no es de extrañar que la historia de las mujeres y la historia del cuerpo coincidan con frecuencia, debido a que el cuerpo humano ha sido de antiguo objeto de interés, sujeto a explicaciones y por ende, motivo de representaciones de diversa índole. Entre dichas construcciones culturales sobresale el discurso, que en distintas épocas ha servido al propósito de regular conductas sociales, determinando características atribuidas a cada género postuladas muchas veces como verdades científicas.

En De la costilla de Adán al útero de Eva. El cuerpo femenino en el imaginario médico y social del siglo XIX, la psicóloga y antropóloga Oliva López Sánchez explora precisamente la vertiente discursiva, estudiando las ideas de los médicos mexicanos decimonónicos en relación con el cuerpo femenino con base en libros y tesis médicas del periodo, así como folletines y artículos (sobre todo de La Gaceta Médica de México y la Revista Médica de México). El libro de López Sánchez sintetiza a través de una serie de siete ensayos lo que ha sido una línea de investigación constante en su trayectoria académica. Su hilo conductor es el análisis del discurso médico durante el siglo XIX y principios del XX respecto del cuerpo de la mujer como una forma de condicionamiento social y moral, en la cual el útero se convierte en el centro del cuerpo femenino, pero también en la caracterización de su inferioridad, de su necesaria pasividad sexual y de su naturaleza enfermiza.

La profesionalización de la medicina a lo largo del XIX y el proceso conducente de medicalización de la sociedad, así como el desarrollo del higienismo y de la concepción de la salubridad pública, otorgaron a los galenos una presencia tal en el acontecer social que sus manifestaciones discursivas contribuyeron a imponer una interpretación de la naturaleza de la mujer que habría de constituir una parte fundamental del modelo femenino asentado en el imaginario colectivo hasta bien entrada la siguiente centuria. Al respecto López Sánchez explica la importancia del papel de los médicos diciendo que: ... considerada la mujer como la parte espiritual del mundo material masculino, también requirió de la creación de medios que aseguraran su reclusión doméstica. Así que, los médicos, tributarios del nuevo orden social, contribuyeron con sus estudios a conformar una representación médica sobre la mujer y buscaron en su anatomía la justificación de su supuesta pasividad. .los médicos crearon los modelos culturales de una sociedad que promovió una desigualdad entre hombres y mujeres (p. 38).

El primer capítulo del libro hace un seguimiento de cómo se conformó y fundamentó el discurso médico científico dedicado a la anatomía femenina, a través del cual se vislumbró el cuerpo de la mujer como inferior que el del hombre debido a su tendencia patológica y a la inestabilidad de la matriz. Se atribuyó a las mujeres un estado de enfermedad constante que reclamaba lo que la autora llama una "economía" emocional y sexual de sus cuerpos, en aras de cumplir con sus funciones sociales y entre éstas primordialmente con la maternidad. En esta primera parte López Sánchez destaca la influencia de médicos españoles, norteamericanos y franceses en el pensamiento de los científicos mexicanos. El segundo capítulo profundiza en la idea del estado enfermizo de las mujeres justificado desde la medicina prácticamente como una inferioridad evolutiva, que según la autora permitió la consolidación de una representación de la mujer como "inválida", y por ende requerida de un control proteccionista que podría ejercerse por los grupos en el poder.

El tercer ensayo retoma algunas vertientes expuestas en los dos anteriores relacionadas con la cuestión de la contención sexual y la necesidad de ejercer un control sobre el cuerpo femenino, al explorar un estudio en específico, como lo es el trabajo del doctor Francisco de Asís Flores y Troncoso sobre el himen, en el cual se pretendió identificar las formas del himen de las mexicanas y determinar su nivel de resistencia, con el fin de contribuir a la medicina legal facilitando con ello la práctica judicial en torno a los delitos de violación, en una época en la que la virginidad adquiere una supuesta importancia ya no sólo moral, sino también social por la consolidación de la imagen del ejercicio de la sexualidad femenina únicamente con propósitos de concepción.

Continuando con el estudio de las manifestaciones discursivas en torno al tema, otra parte de la investigación aborda las ideas científicas vinculadas a la raza, las cuales a la luz de la eugenesia, el evolucionismo y la antropometría postularon la inferioridad física, moral e intelectual del indígena implicando en consecuencia para las mujeres indígenas una doble inferioridad. Ahora bien cabe señalar que aunque el capítulo lleva por título "la concepción del cuerpo de la mujer indígena", la mayor parte del mismo se dedica a establecer las principales teorías científicas que clasificaron al ser humano, así como las representaciones que derivaron en específico sobre la mujer, haciendo por último una pequeña alusión a las indígenas. Puede decirse a favor de la autora que cuando los intelectuales decimonónicos abordan a la población indígena en los textos médicos y científicos que justifican la diferencia racial pocas veces hacen distinciones sexuales, hablando del indígena en general o de los varones en particular.

Un aspecto que también se aborda en ese cuarto capítulo es el referente a los estudios de medición de la pelvis de las mujeres indígenas, cuyos resultados en apariencia respaldaban las teorías de la inferioridad racial. El capítulo cinco reincide en el tema, siguiendo las tesis emanadas desde la ginecoobstetricia en relación a la pelvis de las mexicanas. La autora nos dice que los trabajos de pelvimetría de los médicos nacionales tomaron como punto de partida (o parámetro de normalidad) las medidas establecidas por colegas extranjeros a partir de mujeres europeas, con lo cual determinaron que las medidas pélvicas de las mexicanas eran anormales, ratificándose así según López Sánchez no sólo la condición natural de la jerarquía social/ racial, sino la responsabilidad de las propias féminas en el elevado número de partos distócicos o laboriosos. Al mismo tiempo, la consolidación de la especialidad de la ginecoobstetricia y del discurso que se derivó de ella ayudó a asentar las diferencias de género, emergiendo entonces la imagen simbólica de la "mujer-útero" predestinada por su constitución biológica al cumplimiento de una función social muy específica.

En los dos últimos ensayos se da paso a otro punto importante en las representaciones médicas tocantes al cuerpo femenino que en cierta medida es expuesto en los otros capítulos: la sexualidad. En este sentido la autora explica como el higienismo fomentó una intervención de la medicina en la regulación de las prácticas sexuales, estableciendo la procreación como fin cuasi único de la relación conyugal. En la segunda mitad del XIX la concepción sobre la sexualidad demandó el control y vigilancia de la conducta de los individuos; puede decirse que la moralidad sustituyó a las nociones científicas, pues "el médico se constituyó en un guía moral que buscaba higienizar los cuerpos. La salud sustituyó a la virtud, y a partir de entonces, el cuerpo entró en una lógica de mesura, temperancia, limpieza y autocontrol", [p.102] todo con el afán de prepararlo para la procreación dentro del matrimonio. López Sánchez nos dice que la esterilidad fue entonces una condición mal vista, aunque atribuida desde el discurso médico sólo a la mujer. En ese orden de ideas y dada la importancia concedida a la reproducción, se hizo necesario constatar la identidad de los individuos, condenando las naturalezas "defectuosas o equívocas" como las de los hermafroditas, así como también se condenaron los comportamientos considerados perjudiciales para la fecundación tales como la promiscuidad (que podía acarrear enfermedades venéreas) y el onanismo. Muchas de las ideas médicas en torno a las cuestiones anteriormente citadas se plasmaron en manuales de higiene conyugal, que pretendían promover una regulación de la sexualidad.

De la Costilla de Adán al útero de Eva nos permite acercarnos al apasionante campo de las construcciones culturales, entendiendo cómo las representaciones discursivas pueden establecerse como herramientas de control social, determinando parámetros conductivos y diferencias de género, y cómo el sector de los profesionales de la medicina contribuyó a ello de manera fehaciente, generando todo un imaginario alrededor de la anatomía femenina. Sin embargo en algunos de los capítulos y dada la aproximación metodológica al tema, se extraña una mayor utilización de ejemplos ilustrativos sobre este discurso médico, que permitan al lector empaparse con mayores elementos de las interpretaciones y representaciones de los médicos mexicanos. Asimismo, y debido a que al parecer el libro agrupa una serie de ensayos desarrollados en distintos periodos y con diversos fines, en algunos momentos el texto puede resultar reiterativo.

Pero en última instancia, el trabajo de Oliva López Sánchez cumple con la misión de despertar un deseo de averiguar más sobre el particular, permitiéndonos enunciar una serie de preguntas que aquí no encontraron respuesta como: ¿existió algún tipo de discurso médico alternativo que ofreciera otras interpretaciones?, ¿qué tanta resonancia práctica tuvo esta concepción médica del cuerpo femenino en la sociedad? O bien ¿fue la sociedad mexicana no sólo receptora, sino también generadora de los discursos con respecto al cuerpo debido a su interés en el mismo? Sobre este último aspecto me gustaría concluir con la opinión de un investigador francés, quien puntualizó que "aunque el éxito de las imágenes médicas del cuerpo es innegable, quizá habría que ver en ellas algo más que un complot instrumentado por los médicos [...] El impulso podría venir en este caso de una sociedad más obsesionada, fascinada, convulsa por el cuerpo y el destino de los individuos que por la medicina".1 La anterior es una propuesta que valdría la pena explotar en otros estudios. En cualquier caso queda claro que la historia del cuerpo y en especial la historia del cuerpo de la mujer ofrece un amplio filón en espera de ser abordado desde diversos enfoques. El libro que nos ocupa muestra sólo una de las múltiples posibilidades de aproximación, dejando abierta una invitación para ampliar las vertientes propuestas o emprender el examen de otras.

 

Notas

1 Faure, Oliver. "La mirada de los médicos" en Corbin, Alain (Dir.) Historia del Cuerpo (II) de la Revolución Francesa a la Gran Guerra. Madrid, Taurus, 2005, pp. 55-56.         [ Links ]

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