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vol.33 número1Helena. La soledad en el laberinto. Epistolario de Helena Laura Paz Garro y Ernst Jünger, por: Elsa Margarita Schwarz Gasque y María del Carmen Vázquez Martínez, ISBN: 9786078706433, Ediciones del Lirio, 2020.José Eduardo Serrato Córdova. Terror y misterio en La obediencia nocturna de Juan Vicente Melo. México: Universidad Nacional Autónoma de México-Instituto de Investigaciones Filológicas, 2020. índice de autoresíndice de materiabúsqueda de artículos
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Literatura mexicana

versión On-line ISSN 2448-8216versión impresa ISSN 0188-2546

Lit. mex vol.33 no.1 Ciudad de México ene./jun. 2022  Epub 25-Abr-2022

https://doi.org/10.19130/iifl.litmex.2022.33.1.7122x19 

Reseñas

José Clemente Carreño Medina. El México ausente en Octavio Paz. Madrid: Iberoamericana Vervuert, 2020.

Andrea Medina Téllez Girón*1 

1Universidad Autónoma del Estado de Morelos, amedinatg@gmail.com

Carreño Medina, José Clemente. El México ausente en Octavio Paz. Madrid: Iberoamericana Vervuert, 2020.


El mito del mestizo se ha formado a lo largo de la historia de México por su enfrentamiento con otro inferior y otro superior, de los cuales es mezcla. La referencia que dicta lo que es inferior-superior es dada por la legitimación cultural de Occidente que empodera el europeísmo frente a las culturas originarias americanas. A pesar de que alrededor de las tradiciones y legado de los pueblos originarios se ha construido la mexicanidad, no así en el ser indígena, que ha sido anonimizado y sustituido por la identidad monolítica del mestizo en el que se ha fundado la mexicanidad. Uno de los más reconocidos pensadores que impulsó y consolidó la mestizofilia fue Octavio Paz.

El libro El México ausente en Octavio Paz, escrito por José Clemente Carreño Medina (Truman University), tiene el objetivo de estudiar el fondo sobre el cual Paz teorizó la forma de la identidad mexicana. Partiendo de esta perspectiva fondo-forma, Carreño analiza, desde la teoría poscolonial y transmoderna, las influencias históricas del mestizaje en Octavio Paz y las contradicciones de su postura teórica sobre las movilizaciones sociales de 1968 y 1994.

Uno de los aciertos de Carreño es manifestar el desplazamiento de Octavio Paz: en sus inicios de la izquierda mexicana a años más tarde pertenecer a la derecha. Carreño contrasta: “Si en 1950, en El laberinto, había visto saludable el zapatismo de 1910, y en 1968 había mostrado con Postdata su indignación contra el Estado por la matanza de Tlatelolco, en 1994 consideró al EZLN una amenaza. El Paz de 1950 pensaba que las formas ahogaban al país; en 1994 defendió el orden frente a la revuelta” (141). Este movimiento no obedece, según el autor, a su transformación ideológica, sino al cambio de la sociedad mexicana, que él continuaba leyendo desde el mito del mestizo ya presente en su ensayo El laberinto de la soledad de 1950.

Otro mérito de Carreño es vincular el trabajo intelectual de Paz que legitimó e impulsó los proyectos del Estado para darle unidad a la sociedad mexicana al colaborar en la construcción de un mito nacional: el mestizo. En la historia de la literatura mexicana, la relación intelectual-poder queda clara en la cercanía de escritores como Payno y Altamirano con Juárez o de Octavio Paz con el Partido Revolucionario Institucional (PRI). Esto no lo convirtió en su ideólogo a la manera de Reyes Heroles, más bien fue el espacio seguro en el que se alojó para escribir y hacer crítica. En el libro existe un interés preponderante por El laberinto de la soledad, cuestión entendible debido a que el mito del mestizo quedó asentado en él. También se retoman otros textos, como Sor Juana Inés de la Cruz o las trampas de la fe y Postdata, así como artículos varios de las revistas Plural y Vuelta. Octavio Paz ayudó a construir el mestizaje no desde la ausencia, sino desde la presencia del mestizo en la historia y la cultura mexicana. Es decir, se enfocó en el mestizo no por lo que éste ocultara sino por lo que en él se revelaba. Así, El México ausente es la labor de José Clemente Carreño por deconstruir la narrativa paciana. Carreño organiza su disertación en seis capítulos, incluida la introducción. Ésta tiene su continuación en el segundo capítulo, “La violencia del mestizaje”, en el que elabora una revisión histórica del mestizaje que antecede al siglo XIX y comprende la Reforma, el Porfiriato, la Revolución y el Ateneo. Esto permite al lector entender la ideología detrás de los proyectos por “modernizar” al indio. Las diferentes corrientes y posturas pueden sintetizarse en dos: la que considera al indígena como el buen salvaje al que hay que reivindicar y la que pugna por cimentar lo hispanoamericano. Sin embargo, en ambos casos se debe abrevar de la cultura europea para hacer frente al dominio estadounidense. El recorrido histórico ayuda a apreciar cómo se estableció la legitimidad del Estado basado en lo indígena, cuando esas poblaciones se opusieron al nacionalismo, y la manera en que su pluralidad quedó amalgamada bajo el mito romántico del pasado y de la raza mestiza de bronce. Desde la discusión planteada por Bartolomé de las Casas y Juan Ginés de Sepúlveda, pasando por Rodó, Riva Palacio, Gamio y Vasconcelos, entre otros, Carreño desmitifica sus propuestas al interrogar sobre los conflictos étnicos que supuso el mestizaje relacionado con la mexicanidad. Este capítulo es importante porque brinda un panorama en el que existe el constante debate sobre la identidad del mestizo como elemento clave para el progreso nacional. En este panorama se inserta la lectura de Paz sobre la sociedad mexicana.

En el tercer capítulo, “Octavio Paz: de norte a sur, de este a oeste”, se observa la influencia de los Contemporáneos, de la visita de Paz a Oriente y de sor Juana Inés. Sobre estos tres se aprecian contradicciones que Paz hereda y proyecta en su producción. Octavio Paz hereda de los Contemporáneos la contradicción que implica ser cercano al partido en el poder: ¿cómo se puede hacer una literatura izquierdista cuando se ostenta un cargo público? Esta pregunta queda esbozada y su respuesta se extiende a lo largo del libro. Otra influencia fue la perspectiva del arte que tendía a consumir producciones extranjeras como modelos y patrones, a la vez que se deificaba el mito del mestizo. Si bien Octavio Paz mezclaba perspectivas externas a México con el material cultural popular mexicano, ello no implicó que valorara igual a sus coetáneos, pues los juzgaba por expresar lo precolombino y popular con técnicas y estilos europeos, tal como hacían Rivera, Siqueiros u Orozco: “Rivera, sujeto a los dogmas estéticos modernos y gran admirador del arte precolombino, revela en sus formas una visión más bien académica y europea del mundo indígena” (Paz 1979: 392). A partir de este tipo de contradicciones, Carreño desenmascara las motivaciones detrás del aura forjada por la imagen del intelectual, Paz, al servicio del poder.

En ese mismo capítulo Carreño manifiesta que el verdadero izquierdismo de Octavio Paz fue su estilismo y el juego de contrarios tan característico del escritor. Este último abreva del viaje a Oriente y se presenta en el binomio entre cuerpo y no-cuerpo que le permitió comprender la soledad del mexicano: su legado indígena ancestral del no-cuerpo y la conquista del cuerpo a manos de los españoles.

Sobre sor Juana Inés, Paz estableció paralelismos entre él y la poetisa como una forma de legitimar su producción y criticar al partido de la Revolución. La contradicción que señala Carreño es que sor Juana no era una subversiva innata, sino que pertenecía a una consciencia subversiva dentro del contexto barroco; ¿lo era también Octavio Paz del suyo? Carreño investiga sobre las influencias de la poetisa en las ideas de Paz sobre el mestizaje, tales como el sacramento que quitaba la orfandad de los indígenas; los mestizos como vencedores del periodo colonial y, por lo tanto, fundadores de México, y la Virgen de Guadalupe como parte del sincretismo religioso clave para la mexicanización.

En “La Malinche y el tlatoani”, capítulo cuarto, Carreño retoma los mitos que fundan el mestizaje, entre los que rescato dos. El primero, la dualidad entre Malinche-Chingada y Guadalupe-Tonantzin. Carreño toma la estafeta de Bartra y afirma que en las figuras de la Malinche y la Virgen no se aprecia la soledad ni una forma de dominación, sino de intercambio cultural; ambas traicionan a sus pueblos y se convierten en otra, son imágenes transculturadas. El segundo elemento que se analiza es el del tlatoani. Paz estableció un paralelismo entre la legitimidad que los aztecas obtenían de la cultura tolteca y la que el PRI obtenía de su reivindicación de la Revolución mexicana. A partir de esto, Paz explicó el movimiento de 1968 mediante la figura de un tlatoani-presidente que comete matanzas en nombre de la ley y defensa del pueblo. Carreño recupera la disonancia entre la crítica histórico-mítica de Paz y la demanda social que deseaba datos certeros tanto del número de muertes como de los responsables. Esta perspectiva histórico-mítica de la matanza de Tlatelolco invisibilizó, según Carreño, la lucha de Paz por democratizar el Estado, diluyéndola en un pasado con el que no tenía ningún parangón.

En el capítulo quinto, “Octavio Paz: entre la libertad y el compromiso”, se dibuja el desplazamiento que tuvo el escritor de la izquierda a la derecha mexicana: “El Paz de Vuelta de 1994 contradijo al Paz del Nobel de 1990 porque la búsqueda de la modernidad ya no se encontraba en una vuelta a las raíces, sino en la adopción de una política financiera implacable y en el rescate de un sistema partidista fallido” (145). Este desplazamiento se observa primero, con la confrontación que Paz hacía al socialismo soviético, del que agradece al sistema regente haber librado a México aun cuando él mismo, en sus inicios como escritor, compartía ideas socialistas. Segundo, al ser uno de los primeros escritores en incursionar en los medios de comunicación masiva, cosa que fue mal vista por los intelectuales, pues la televisión era un servidor del poder en curso. Tercero, el liberalismo-capitalismo que apoyó Paz con la firma del Tratado de Libre Comercio de América del Norte tiene fundamento, “porque desde su perspectiva representaba el fin del discurso nacionalista exacerbado que había obstaculizado la modernización de México” (139). Sin embargo, esta postura acabó por negar el derecho de representación de los pueblos originarios e incluso, como escribe Carreño, dejó de lado que su reconocimiento político podría haber significado el inicio de la verdadera democracia que Paz pretendía perseguir (146).

En el sexto capítulo, “Octavio Paz: entre la máscara y el pasamontañas”, Carreño emplea el caso del zapatismo para ejemplificar la zona obscura en la que se formaron los paradigmas de la identidad indígena al margen del mestizo. Se muestra la contraposición de Paz como protector de las culturas prehispánicas y, a la vez, defensor del mestizaje; se aprecia a un Paz enmascarado que teorizó sobre una realidad en la que no vivía ni conocía lejos de su propia fantasmagoría. A su vez, Carreño realiza un análisis profundo de los hilos del movimiento zapatista encabezados por el subcomandante Marcos y expone que incluso este último se movió en la abstracción del indígena; para ello, José Clemente Carreño emplea y contrapone varias teorías sobre este movimiento en México y otros afines de América Latina: Spivak, Montemayor y Mariátegui, entre otros.

El México ausente en Octavio Paz nos invita a reconquistar los espacios omniabarcadores de la mestizofilia que ha nulificado a los pueblos originarios e insta a los intelectuales a tomar parte activa en esta recuperación.

Bibliografía

Paz, Octavio. “Re/visiones: Orozco, Rivera, Siqueiros”, en Luis Mario Schneider (ed.). México en la obra de Octavio Paz. Ciudad de México: Promociones Editores Mexicanos, 1979. 389-406. [ Links ]

Doctorado en Educación en Universidad Autónoma del Estado de Morelos; máster y licenciatura en literatura latinoamericana. Líneas de investigación: tecnología y aprendizaje, semiótica cultural, literacidades, literatura mexicana. Adscripción: Universidad Autónoma del Estado de Morelos, Instituto Ciencias de la Educación. Publicación en puerta: capítulo de libro “Tezcatlipoca: un espejo humeante en el mundo gótico transmedial” (Vernon). Publicaciones recientes: “Tatuaje: ficción interactiva de una pesquisa hipermedial” (2019), “Literacidad transmedia: un mecanismo de doble tracción” (2019); “Una aproximación a la fisionomía del mundo textual” (2018).

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