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vol.31 número2Ute Seydel (editora). La memoria cultural acerca de la Revolución mexicana, la Guerra cristera y el cardenismo. Aportes desde la cultura visual y las letras. México: Bonilla Artigas / Universidad Nacional Autónoma de México. Facultad de Filosofía y Letras, 2018.Yanna Hadatty Mora, Norma Lojero Vega y Rafael Mondragón Velázquez (coords.). Historia de las literaturas en México. Siglos XX y XXI. 1. La revolución intelectual de la Revolución mexicana (1900-1940). México: Universidad Nacional Autónoma de México. Coordinación de Humanidades. Instituto de Investigaciones Filológicas. Instituto de Investigaciones Bibliográficas. Facultad de Filosofía y Letras, 2019. índice de autoresíndice de assuntospesquisa de artigos
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Literatura mexicana

versão On-line ISSN 2448-8216versão impressa ISSN 0188-2546

Lit. mex vol.31 no.2 Ciudad de México Jul./Dez. 2020  Epub 11-Set-2020

https://doi.org/10.19130/iifl.litmex.2020.31.2.0010 

Reseñas

Rogelio Guedea. Poetas mexicanos del 30: una generación entre el cielo y la tierra. Xalapa, Veracruz: Universidad Veracruzana, 2018 col. Biblioteca).

María del Rocío González Serrano1 

1 Universidad Nacional Autónoma de México, Instituto de Investigaciones Filológicas, gonzalezserranomariadelrocio@gmail.com

Guedea, Rogelio. Poetas mexicanos del 30: una generación entre el cielo y la tierra. Xalapa, Veracruz: Universidad Veracruzana, 2018. Biblioteca,


Rogelio Guedea dedica Poetas mexicanos del 30 al estudio de la obra de seis autores nacidos en ese decenio y a los que considera más representativos: Marco Antonio Montes de Oca, Gabriel Zaid, Gerardo Deniz, José Carlos Becerra, José Emilio Pacheco y Francisco Cervantes. En el prólogo a esta serie de ensayos, señala que lo que une a estos autores es la influencia que reciben de la obra de Octavio Paz, quien representó la figura central de la cultura literaria del siglo XX. Su legado pertenece tanto a sus ensayos como a su poesía. Para todos ellos, Paz define los aspectos sustanciales de la tradición poética y, a decir de Guedea, la siguen con fidelidad. El propio Paz aseguró, en Poesía en movimiento, que Aridjis y Montes de Oca eran los mayores exponentes de la poesía mientras que Zaid y José Emilio Pacheco lo eran de la crítica literaria.

Todos los miembros de esta generación siguen algunos ejes rectores de la creación poética y de la crítica literaria en las que Paz ahondó con lucidez. Guedea, en esta primera aproximación, ofrece una panorámica sobre algunos de los aspectos que heredan de la obra de Paz, a la vez que señala quiénes fueron sus mentores; con esto, esclarece tanto la trayectoria intelectual y cultural de Octavio Paz como la de sus seguidores. De manera concisa, el ensayista explica los vectores escriturales de la generación: hacer de la poesía una labor intelectual, libresca y cultural y, a la vez, establece las influencias de Paz: la obra de Ramón López Velarde, de Alfonso Reyes y de José Juan Tablada, primordialmente. Del primero, Octavio Paz asimila la pureza del lenguaje; del segundo, un conocimiento enciclopédico de la cultura en todos sus ámbitos y de Tablada, la exploración lingüística.

Guedea señala que todos estos creadores “compartieron prácticamente los presupuestos estéticos pacianos, incluida la visión poética que debía tener el poeta postvanguardista” (11). La crítica ha atestiguado que estos aspectos teóricos explorados por Paz los heredó, también, la generación de los cincuenta; por esto, se puede aseverar la trascendencia de su obra, al convertirse en el modelo de pensamiento literario por excelencia, pues estableció la labor del poeta y la función de la poesía, entre muchas otras reflexiones. Habría que mencionar también que Paz no sólo fue el maestro, sino también el promotor de la obra de estos autores, lo que puntualiza Guedea al mencionar que Paz prologó los libros de José Carlos Becerra y de Gerardo Deniz, a la vez que a Marco Antonio Montes de Oca y a Gabriel Zaid les abrió las páginas de la revista Vuelta. Además, este último fue editor de la misma.

Cuando Guedea se refiere a José Emilio Pacheco, privilegia su trabajo ensayístico sobre el poético, se refiere a sus lúcidas reflexiones, hallazgos sustanciales y a la habilidad para rastrear información aparentemente perdida. Su obra poética y ensayística se aglutinan para conformar un todo, a través de la exégesis de temas de su interés: la literatura, el arte, la sociedad, los acontecimientos históricos y la actualidad. De igual manera, Pacheco desarrolló en la revista Proceso una amplia labor periodística, por lo que, a decir de Guedea, siguió los pasos de su mentor, Paz, al conjugar el ejercicio poético y ensayístico como herramientas de exégesis. Apunta, además, su destacado quehacer periodístico como divulgador cultural, iniciado en 1957 a través de diversas columnas, y donde sobresale como un agudo observador y, a decir de Patricia Ortiz Flores, como “dueño de una erudición y lucidez poco frecuentes en el periodismo literario” (Ocampo 2002: 207). Por mi parte, difiero de la idea de resaltar al Pacheco ensayista sobre el poeta pues, como el mismo Guedea señala, hay que destacar la presencia del devenir histórico mexicano en poemarios como El reposo del fuego o Fin de siglo y otros poemas, preocupación que también se encuentra en su obra narrativa. Asimismo, destaca que sus poemas se constituyen en portavoz del sentir y de la experiencia de los otros, rasgo que considera fundamental en toda la obra de Pacheco.

De Gerardo Deniz analiza los postulados estéticos de forma puntual y acertada; señala las peculiaridades de su poesía, sus referentes, y privilegia las dos constantes más importantes en sus poemas: lo sensorial y lo estético para puntualizar sobre la importancia de la música en ellos. Sus aseveraciones coinciden con los comentarios de Aurelio Asiain, José de la Colina, Eduardo Lizalde y Gabriel Zaid, que lo señalan como un gran poeta.

En la sección dedicada a Gabriel Zaid, lo señala como heredero de las reflexiones de Alfonso Reyes y de Octavio Paz y, aunque ha encaminado su ejercicio escritural hacia la poesía, se le conoce más como ensayista que como poeta. El mismo Paz, en Generaciones y semblanzas, afirmó que “la fama de Zaid como crítico de la sociedad puede ocultarnos a otro Zaid, más esencial y secreto: el poeta” (Paz 2003: 312), lo cual subraya Guedea. Como ensayista se ocupó lo mismo de la cultura, la filosofía o la literatura, que de la política, la sociedad o la economía, mientras que su ejercicio poético se decanta por el rasgo popular e irónico y la agudeza, el rigor intelectual y la pulcritud del lenguaje. En Paz y en Zaid se establece un binomio en la creación, pues el ensayista explica al poeta y el poeta al ensayista y, a decir de Guedea, el mayor logro de Gabriel Zaid fue mostrar con sus versos cómo reírse mediante la escritura poética. Esta presencia de la ironía en la obra poética es un hallazgo que privilegia y que resulta de particular utilidad.

Al referirse a la obra de Marco Antonio Montes de Oca, Guedea asegura que se trata del poeta más importante del grupo, pero que, paradójicamente, su obra poética ha sido desdeñada por la crítica; admite lo que otros críticos han señalado: su hermetismo, su desbordamiento metafórico y, en ocasiones, una escritura difícil de descifrar. Como si la poesía sólo fuera para ser leída como algo utilitario. Se olvida que, para algunos lectores, el rasgo esencial de la lírica sea esa oscuridad que le fascina y aturde; la magia de las palabras y el aura de misterio le subyugan aunque no las entienda, eso que el crítico Hugo Friedrich denominara disonancia (Friedrich 1959: 14). Esta tensión disonante es uno de los objetivos del arte moderno o, en expresión de Baudelaire, “hay cierta gloria en no ser comprendido”. Guedea no señala ideas genéricas o universales de la obra de Montes de Oca, sólo establece lo que sería su poética, poco entendida y mal valorada y apunta, de manera categórica, la esencia de su quehacer poético: entender la poesía desde la multiplicidad de metáforas y no desde la palabra.

El apartado dedicado a Francisco Cervantes aborda un aspecto muy interesante, la ruptura con el establishment de la tradición poética mexicana, para revelarse como un poeta exiliado en otras culturas y en otras lenguas. Así, subraya en sus poemas la revelación de un poeta humano y nostálgico, cuya obra exhibe un hondo desgarramiento. Su libertad como escritor le ha permitido alimentarse de otras culturas, donde la transculturación y la intertextualidad como vectores principales en sus versos, decantarán en una poesía intimista, una poesía muy personal y profundamente emotiva.

En síntesis, este libro resulta un conjunto de estudios relevantes porque propone, desde un enfoque homogéneo, los rasgos estéticos y, de manera clara y concisa, las directrices escriturales que guiaron a esta generación de los treinta, cuyos integrantes resultan ser voces fundamentales para entender la conformación del canon poético del siglo XX.

Bibliografía

Ocampo, Aurora M. (coord.). Diccionario de escritores mexicanos. Siglo XX, t. VI. México: Universidad Nacional Autónoma de México. Instituto de Investigaciones Filológicas. Centro de Estudios Literarios, 2002. [ Links ]

Friedrich, Hugo. Estructura de la lírica moderna. Trad. de Juan Petit. Barcelona: Seix Barral, 1959. [ Links ]

Paz, Octavio. Generaciones y semblanzas. Dominio mexicano. México: Fondo de Cultura Económica / Círculo de Lectores, 2003 (Letras Mexicanas). [ Links ]

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