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Literatura mexicana

versão On-line ISSN 2448-8216versão impressa ISSN 0188-2546

Lit. mex vol.30 no.1 Ciudad de México Jan./Jun. 2019

https://doi.org/10.19130/iifl.litmex.30.1.2019.1165 

Reseñas

Humberto Guerra. Narración, experiencia y sujeto. Estrategias textuales en siete autobiografías mexicanas. México: Bonilla Artigas Editores / Universidad Autónoma Metropolitana, 2016 (Pública Crítica).

María José Ramos de Hoyos1 

1Instituto Nacional de Antropología e Historia, Dirección de Estudios Históricos, mariajoserdh@gmail.com

Guerra, Humberto. Narración, experiencia y sujeto. Estrategias textuales en siete autobiografías mexicanas. México: Bonilla Artigas Editores, Universidad Autónoma Metropolitana, 2016. Pública Crítica,


En su libro Narración, experiencia y sujeto. Estrategias textuales en siete autobiografías mexicanas, Humberto Guerra lleva a cabo un riguroso análisis crítico de las obras que dieron vida a uno de los proyectos editoriales más audaces del siglo pasado. Se trata de la primera colección mexicana de autobiografías: Nuevos escritores mexicanos del siglo XX presentados por sí mismos.

Esta colección fue publicada entre 1966 y 1968 por el sello Empresas Editoriales de Rafael Giménez Siles y Martín Luis Guzmán, bajo la iniciativa de su entonces consejero editorial Emmanuel Carballo, quien prologa todos los volúmenes de la serie. Su objetivo fue sumamente original para la época: promover y difundir con exclusividad a escritores mexicanos jóvenes. En orden de aparición fueron Gustavo Sainz, Salvador Elizondo, Tomás Mojarro, Juan García Ponce, José Agustín, Juan Vicente Melo, Carlos Monsiváis, Vicente Leñero, Marco Antonio Montes de Oca, Sergio Pitol y Raúl Navarrete -también se anunciaron las autobiografías de José de la Colina, Homero Aridjis y José Emilio Pacheco, pero en realidad éstas no llegaron a formar parte de la serie-. En abierta transgresión al género autobiográfico tradicional, ninguno de los once escritores reunidos pasaba de los 34 años de edad; incluso entre ellos había veinteañeros. Además, tenían sólo algunas publicaciones. Sin embargo, su ya notorio talento les ganó el favor de ser considerados promesas literarias y, por lo tanto, de haber sido invitados por el editor y el crítico literario a hablar sobre sus vidas en 40 cuartillas.

El libro de Humberto Guerra está dividido en tres capítulos. En el primero, con gran claridad y capacidad de síntesis, hace una revisión de los principales acercamientos teóricos y analíticos al género autobiográfico en las tradiciones anglosajona, francesa e hispánica. El autor destaca dos aportaciones teóricas, complementarias entre sí, que han resultado fundamentales para el estudio de este género particular: las de Philippe Lejeune y Elizabeth Bruss. También expone con argumentos sólidos las razones por las que se suma a estos y otros acercamientos que, si bien reconocen el valor referencial de los textos autobiográficos, asumen que tanto el sujeto como su referente son construidos a través de estrategias propias de la ficción y el artificio literario, por lo que no se puede confiar en ellos incondicionalmente y más bien invitan a ser interpretados en el acto de la lectura.

En este sentido, la investigación de Humberto Guerra se interesa por los contenidos históricos de estas autobiografías (la información referencial), pero sobre todo dirige su atención hacia los mecanismos narrativos, los recursos estructurales y las preocupaciones temáticas elegidos por cada uno de los escritores para configurar el yo autobiográfico retratado en sus textos y para hablar de su experiencia y su manera de ubicarse en el mundo (la textualización de dicha información). Está implícita la idea, aclara el investigador, de que “la naturaleza y el alcance de los recursos de estilo moldean, constriñen y a la vez liberan el material vivencial y proporcionan una específica configuración del yo retratado en los textos y, f inalmente, les brindan una significación específica que rara o escasamente ha sido discutida críticamente” (21). Cabe precisar que para Guerra no sólo es importante distinguir qué dicen los autores y cómo lo dicen, sino también descifrar lo que ellos procuran ocultar o apenas dejan adivinar entre líneas, ya sea que esto responda a sus propios intereses estéticos o personales, o bien, a las restricciones impuestas por un contexto sociocultural todavía profundamente conservador.

El autor analiza minuciosamente todos estos aspectos en las siete autobiografías que considera de mayor calidad y trascendencia. Según su criterio, la de Elizondo es la mejor lograda por varias razones en las que profundiza en su trabajo: tras detenerse a analizar el virtuosismo con que Elizondo utiliza el recurso de la imagen (173), subraya que su autobiografía es la menos convencional de todas, estructuralmente las más compleja, propositiva y experimental, además de ser descarnada y escandalosa. “[Elizondo] No acepta concesión alguna a su lector, más bien lo cuestiona, lo acorrala, lo desubica al situarse él como yo configurado en los territorios de la incorrección vital y política” (265). Las agrupa en dos categorías: autobiografías dramáticas y autobiografías poéticas. En el segundo capítulo del libro, bajo la categoría de autobiografías dramáticas, estudia las de Agustín y Monsiváis mostrando cómo sus textos son una constante puesta en escena, gracias a una serie de recursos: la narración dramatizada, el diálogo, el discurso directo, el registro de habla cotidiana, la apelación al lector-audiencia, la ironía y el humor, entre otros. Finalmente, en el tercer capítulo Guerra analiza como autobiografías poéticas las de Elizondo, García Ponce, Pitol, Leñero y Melo, atendiendo a estrategias propias de la lírica, principalmente el uso de la imagen y el oxímoron, pero también a temas centrales como el proceso de autoconocimiento por medio de la narración y la vocación literaria.

A pesar de la asimetría en cuanto a la cantidad de autores considerados en cada categoría analítica, el investigador logra una estructura balanceada que funciona perfectamente para los fines que se propone. Dicha estructura le permite aprovechar las ventajas de la comparación en múltiples niveles textuales y al mismo tiempo le brinda la oportunidad de subrayar algunas particularidades individuales del yo configurado por cada uno de los autobiógrafos. Por ejemplo, la tematización de la libertad y la oposición a todo tipo de autoridad en José Agustín; la “construcción de un observador profesional que se debate entre el consumo cultural y la concientización política” (132) en Monsiváis, o la exhibición escandalosa de la “incorrección vital y política” (265) en Elizondo.

La novedosa lectura que en Narración, experiencia y sujeto propone Humberto Guerra revela aspectos esenciales de estas autobiografías precoces (y a veces procaces, diría Carballo), las cuales injustificadamente habían sido olvidadas, incluso por parte de los lectores especializados. Seguir los resultados a los que el autor va llegando con un ritmo pausado pero seguro y eficaz, deteniéndose a examinar muy de cerca y con notable agudeza numerosos fragmentos de los textos, y apuntando cuando lo considera pertinente la relación que guardan con el resto de la obra de cada autor o con el contexto histórico del momento, sin duda incrementa el placer y el conocimiento generados por la lectura original de las autobiografías en cuestión. Con esta investigación Guerra reivindica el valor estético de un género híbrido por el que sólo en años recientes se han comenzado a preocupar los estudios literarios en México y demuestra con ejemplaridad por qué las autobiografías son “piezas que por derecho propio deben ser incluidas y analizadas como sustantivas del corpus de su autor” (274).

*Doctora en Letras por El Colegio de México. Con apoyo del Programa de Becas Posdoctorales de la UNAM, realizó una estancia posdoctoral de investigación en el Centro de Estudios Literarios del Instituto de Investigaciones Filológicas. Actualmente es investigadora de tiempo completo de la Dirección de Estudios Históricos del INAH. Entre sus publicaciones se encuentra el libro El viaje a la isla. Representaciones de la isla y la insularidad en tres novelas de Julieta Campos (México: El Colegio de México, 2016). Una versión previa de este trabajo obtuvo el Premio Hispanoamericano Lya Kostakowsky de Ensayo de Literatura Hispánica 2014 y el Premio de la Academia Mexicana de Ciencias a las mejores tesis de doctorado en Ciencias Sociales y Humanidades 2014.

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