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Literatura mexicana

versão On-line ISSN 2448-8216versão impressa ISSN 0188-2546

Lit. mex vol.29 no.2 Ciudad de México Jul./Dez. 2018

https://doi.org/10.19130/iifl.litmex.29.2.2018.1137 

Reseñas

Yanna Hadatty Mora. Prensa y literatura para la Revolución. La Novela Semanal de El Universal Ilustrado (1922-1925). México: Universidad Nacional Autónoma de México / El Universal, 2016.

Héctor Fernando Vizcarra* 

*Instituto de Investigaciones Filológicas, Universidad Nacional Autónoma de México, hf.vizcarra@gmail.com

Hadatty Mora, Yanna. Prensa y literatura para la Revolución. La Novela Semanal de, El Universal Ilustrado (1922-1925). México: Universidad Nacional Autónoma de México, El Universal, 2016.


“Cuarenta centavos le producen a usted cinco horas de tranquilidad”, afirma un anuncio del semanario mexicano El Universal Ilustrado para convencer a sus posibles lectores de adquirir un ejemplar: “¿Le parece mucho pagar ocho centavos por hora de una agradable amenidad?”, remata el mismo anuncio inserto en alguna de sus páginas.

Dentro de El Universal Ilustrado, en la primera mitad de la década de los veinte del siglo pasado, se publicó “La Novela Semanal”, uno de los suplementos literarios más influyentes y reconocidos en México. Pese a su breve existencia (de 1922 a 1925), estas páginas tuvieron un impacto en la relación entre prensa y literatura nacionales, logrando uno de los objetivos que su fundador, Carlos Noriega Hope, visualizara al inicio de la colección: volver disponible a todo tipo de lectores material literario de diversas características, a bajo precio y con una distribución puntual asegurada.

Yanna Hadatty Mora, en su libro Prensa y literatura para la Revolución. La Novela Semanal de El Universal Ilustrado, ofrece una revisión de carácter histórico, contextual, temático y gráfico-literario de “La Novela Semanal”, revisión cuyo mérito principal radica en la puesta en valor del documento impreso efímero de las publicaciones periódicas. La primera parte del libro, titulada “Novela y prensa en México en vísperas de La Novela Semanal”, abre con una problematización sobre el prestigio literario vinculado con el soporte en que se sociabiliza, cuestión que estará presente en las propuestas de lectura de todo el libro, pues ese carácter efímero, folletinesco e incluso de dimensiones y condiciones físicas específicas incide no sólo en su recepción inmediata, sino también en la de los años posteriores (“Al parecer [dice Hadatty Mora], la ausencia de la colección como tal en fondos bibliohemerográficos tiene que ver con una sanción tácita negativa hacia estas publicaciones, bastante común, por otra parte, en Iberoamérica” [62]).

A la problemática de la conservación del material original, en el primer capítulo de Prensa y literatura para la Revolución se suma la reflexión sobre el género novelístico en México. Hadatty acude a la historia literaria para rastrear algunas de las percepciones sobre la novela y la novela corta como instancias edificadoras o corruptoras de la moral. Más allá del didactismo o la repercusión social negativa del género, la discusión de fondo está en cómo influyen las condiciones de los suplementos en la extensión y el contenido de la producción literaria, es decir, en su identidad editorial. Así, aunque La Novela Quincenal, publicada por Ediciones México Moderno a partir de 1919, es un buen ejemplo del modelo previo de “La Novela Semanal”, la autora refiere semejanzas más claras con otras publicaciones homónimas en Bogotá, Madrid y Buenos Aires, proyectos alentados por un espíritu modernizador que contempla, además de la difusión de la literatura (el afán educativo aunado al goce estético), la expansión del tiraje promedio -de 50,000 a 60,000 en La Novela Semanal bogotana, o medio millón de ejemplares en la versión argentina (Hadatty: 35)-, lo cual, sin duda, deja ver el anhelo cosmopolita característico de las grandes capitales latinoamericanas a lo largo de casi todo el siglo XX.

Apenas un año después de que Félix F. Palavicini fundara El Universal en 1916, el periódico instauró el suplemento El Universal Ilustrado, distribuido cada jueves de 1917 a 1970 (42). Como parte de ese semanario de divulgación tipo revista, en 1922 se incluye “La Novela Semanal”. La investigación de Yanna Hadatty sobre el suplemento literario inicia, propiamente, en el segundo capítulo de su libro, y tiene como punto de partida la selección y estudio realizado por Francisco Monterde 18 novelas de El Universal Ilustrado, libro de 1969. Además de las 18 colaboraciones incluidas en dicho volumen, Hadatty pudo establecer el repertorio de casi un centenar de textos de La Novela Semanal gracias a su trabajo de archivo y documentación en bibliotecas nacionales y estadounidenses. Tras efectuar la descripción del semanario, de nombrar los principales obstáculos en su periodicidad y de consignar la poca estabilidad de su título en tres años de existencia (además de “La Novela Semanal” se encuentran “Las mil y una semanas”, “Publicaciones Literarias Exclusivas de El Universal Ilustrado”, “El libro de las Aventuras del ‘Suplemento del Hogar’”), este segundo capítulo propone ejes de análisis a propósito del estatuto de los textos del suplemento en relación con el paradigma literario (canon y campo cultural, preservación física, periodismo y creación). Por ejemplo, se refiere el empleo de personajes recurrentes, como el reporter, dada la cercanía con el trabajo realizado por los escritores-periodistas agrupados en torno a Carlos Noriega Hope. Se señala, por otro lado, el carácter urbano de las narraciones (cuyo centralismo obvio prefiere la Ciudad de México como escenario, representado en el clásico estridentista La Señorita Etcétera, de Arqueles Vela), pero también la incursión narrativa en ámbitos no urbanos, cuyo caso paradigmático es la novela Los de abajo, de Mariano Azuela, reeditada por el suplemento en 1925, nueve años después de su edición príncipe.

La panorámica general de los análisis incluidos en el libro consolidan la impresión de que el corpus de textos publicados en “La Novela Semanal” se conforma a partir de la multiplicidad de concepciones estéticas y genéricas: en sus páginas aparecen antologías de poesía francesa y norteamericana, novelas cortas de autores argentinos, novelas largas por entregas, un mismo número con un cuento de Victoriano Salado Álvarez y otro de Arthur Conan Doyle, y demás escritos diversos. Uno de los aspectos más destacables de la investigación es sin duda la recuperación de imágenes que ilustraban el suplemento, dado que, efectivamente, se trata de imágenes elaboradas de forma expresa para cada número y cada texto. Por ello la inclusión de algunas de ellas en color, facilita la descripción de Hadatty acerca de ese modo de hacer literatura tan particular de “La Novela Semanal”, el cual, desde un inicio, está pensado como un discurso articulado por el texto y la imagen. Una de las conclusiones adelantadas, de hecho, es la imposibilidad de trazar un estricto margen entre la naturaleza de las publicaciones, ya sea esta delimitación de orden genérico, de extensión, o incluso de filiación regional (aunque se planeaba en un inicio publicar escritores mexicanos poco conocidos, la falta de material obligó a echar mano de otros autores). Por ello no tenemos, y lo deja claro Hadatty desde su introducción, una sistematización de textos, característica principal de buena parte de las investigaciones dedicadas al rescate de material literario publicado en periódicos y revistas; al contrario, Prensa y literatura para la Revolución ofrece, más que una simple historia del suplemento, la lectura de una época posrevolucionaria, contradictoria en cuanto a sus aspiraciones, que se desea cosmopolita y al mismo tiempo exalta ciertas tradiciones nacionales. Esa época de los años veinte del siglo pasado, en que México parecía salir de un periodo violento para encaminarse a la modernidad, sin saber todavía de sus trampas, es lo que se percibe en este volumen sobre “La Novela Semanal”, y que está complementado por una cronología que enlista los títulos y autores de cada número (163-196), así como por una sección de apéndices que incluye, entre otros, el prólogo al primer número de la colección (La Comedianta, de G. Martínez Nolasco), la introducción de Monterde a su libro 18 novelas de El Universal Ilustrado y notas periodísticas sobre la revista semanal.

Por último, cabe mencionar que el libro en su conjunto, pese a que no consigna un índice analítico que habría sido de gran utilidad para su consulta, es un aporte imprescindible para la revaloración de textos literarios aparecidos en publicaciones periódicas, la cual, como la autora sostiene, se manifiesta como una labor apenas iniciada y en consonancia con estudios emprendidos en otras latitudes del ámbito hispánico.

*

Traductor literario. Doctor en Letras por la Universidad Nacional Autónoma de México. Investigador Asociado del Instituto de Investigaciones Filológicas desde 2016. Miembro del Laboratoire Interdisciplinaire de Recherches sur les Amériques (Université Rennes 2 Haute-Bretagne) y del Seminario de Estudios sobre Narrativa Latinoamericana Contemporánea (UNAM). Autor de los libros Detectives literarios en Latinoamérica: el caso Padura (CIALC-UNAM, 2013), El enigma del texto ausente. Policial y metaficción en Latinoamérica (Almenara-UNAM, 2015) y co-coordinador de Crimen y ficción. Narrativa literaria y audiovisual sobre la violencia en América Latina (Bonilla Artigas-UNAM, 2015). Becario FONCA-Jóvenes Creadores 2015 (novela). Autor de la novela El filo diestro del durmiente (Terracota-Conaculta, 2014).

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