Al igual que las novelas latinoamericanas en su conjunto, las novelas mexicanas se comenzaron a traducir a finales de los años veinte del siglo pasado. En primer término se vertieron al francés e inglés, luego al alemán y, a continuación, a otras lenguas europeas como el checo, neerlandés e italiano. Una revisión bibliográfica permite constatar que las primeras que se tradujeron fueron Los de abajo, de Mariano Azuela, y El águila y la serpiente, de Martín Luis Guzmán. Siguieron La sombra del Caudillo, de Guzmán, y Mala yerba, de Azuela y, a continuación, ¡Vámonos con Pancho Villa!, de Rafael F. Muñoz, y El indio y Mi general, de Gregorio López y Fuentes. Para 1947 Los de abajo estaba traducida al francés, inglés, alemán, serbocroata, portugués, checo e italiano; El águila y la serpiente al francés, inglés, alemán, italiano y checo; La sombra del Caudillo al francés, checo y neerlandés; Mala yerba al francés e inglés; ¡Vámonos con Pancho Villa! al alemán e italiano; El indio al inglés, alemán, neerlandés y checo, y Mi general al alemán y checo.1
No obstante la relevancia que revisten dichas traducciones para conocer los inicios de la difusión de la literatura mexicana en ámbitos lingüísticos distintos al del español, su historia no se ha escrito. Este artículo pretende contribuir a llenar ese vacío. Si bien la información disponible es incompleta, permite ofrecer un panorama de cómo se desarrolló el proceso.2
La historia de las primeras traducciones de novelas mexicanas confirma sólo en parte la tesis de que, habiendo fungido París, en las primeras décadas del siglo XX, como capital cultural de Occidente, las traducciones al francés de obras literarias latinoamericanas están en el origen de las traducciones a otras lenguas europeas.3 Si bien ello ocurrió así en diversos casos, no constituyó una regla absoluta.
Las traducciones de Los de abajo
Los de abajo salió a la luz en el último trimestre de 1915, en forma de folletín, en el periódico El Paso del Norte, de El Paso, Texas. Ahora bien, su divulgación en el exterior se inició en el segundo semestre de 1926 cuando Gregorio Ortega, corresponsal de El Universal en España, proporcionó a periodistas y literatos de ese país ejemplares de la edición que publicó El Universal Ilustrado, de la Ciudad de México, en cinco entregas, entre el 29 de enero y el 24 de febrero de 1925. Ello dio pie a reseñas en diarios y revistas,4 así como a una primera edición española (Azuela 1927a). Las traducciones al francés, inglés y alemán aparecieron en forma sucesiva entre noviembre de 1928 y mediados de 1930. Las traducciones a otras lenguas se hicieron en fechas posteriores.
Traducción al francés. A mediados de 1928 Joaquín Maurín, un sindicalista y periodista español que vivía en París como exiliado, supo a través de Diego Rivera de la existencia de Los de abajo. Tras obtener un ejemplar de la edición popular que había hecho en Madrid la editorial Biblos (Azuela 1927b), tradujo la novela, con ayuda de su mujer y propuso a Henri Barbusse que la publicara en el semanario Monde. Ello no sin haber solicitado permiso a Azuela, por medio de una carta que entregó al dirigente del Partido Comunista Mexicano, Manuel Díaz Ramírez, en el mes de septiembre.5
Ignorando lo anterior, en agosto de ese mismo año, el literato hispanomexicano José María González de Mendoza se dirigió a Azuela desde París, donde ocupaba un cargo administrativo en la legación de México, para expresarle su deseo de poner Los de abajo al alcance de los lectores franceses. En su carta aseguraba que “en este asunto sólo me mueve el deseo de ayudar a que se conozca en Francia algo de lo mejor que ha producido la literatura mexicana” e indicaba que su amigo Bernard Hallet se ocuparía de la traducción y la editorial Argo de la edición.6 Azuela aceptó gustoso.7
Ahora bien, el 17 de noviembre de 1928, sin el conocimiento de Azuela, quien aún no había recibido la carta de Maurín y antes de que González de Mendoza hubiera puesto en marcha su iniciativa, Monde publicó la primera entrega de la traducción hecha por Maurín, con el título “L’ouragan”. Al comunicar lo anterior a Azuela, González de Mendoza decía, ostensiblemente contrariado, que “Monde está al margen de la literatura y del pensamiento franceses; es una revista de partido, desacreditada literariamente desde un principio por el mero hecho de ser su director Henri Barbusse, intelectual comunista”. Agregaba que la novela había sido presentada “no como una obra literaria, sino más bien como una obra de propaganda revolucionaria” y se quejaba de que la traducción era “pedestre y vulgar”.8
En enero de 1929, Azuela respondió a González de Mendoza que él era la única persona autorizada para ocuparse de la traducción al francés y que Maurín había actuado sin permiso. Asimismo pidió a González de Mendoza que, dado que Maurín le había comunicado su interés de publicar su traducción en forma de libro, fungiera como su representante en ese asunto.9
Puesto que con la publicación en Monde Argo había perdido el interés en el proyecto, tanto Maurín como González de Mendoza se dieron a la tarea de buscar una alternativa. En marzo, el segundo acudió al hispanista Jean Cassou, quien poco antes había sido nombrado director literario de la nueva editorial Fourcade y estaba a la caza de textos. Cassou aceptó. En aras de no demorar la publicación y aprovechar la oportunidad que brindaba la apertura de Fourcade, González de Mendoza sugirió que se utilizara la traducción de Maurín. Si bien era consciente de que tenía deficiencias, creía que bastaría con revisarla. El 27 de septiembre de 1929 firmó el contrato correspondiente.10
La corrección del texto de Maurín exigió a González de Mendoza un esfuerzo mucho mayor del que había imaginado. El mismo día de la firma del contrato decía a Azuela:
Estoy metido hasta el cuello en la corrección de la traducción del señor Maurín. ¡Ay, mi querido doctor, si lo llego a saber! Pero el condenado Maurín me dio a conocer su traducción sino hasta hace tres semanas. Es una traducción “escolar”, fría, en la que los pelaos hablan con una pulcritud de profesores de francés, gramaticalmente y sin solecismos […] Hay que remediar todo eso […] A esa labor de enderezamiento vengo dedicándome.11
Algunas semanas más tarde, habiendo trabajado arduamente, agregaría que “Maurín dejó sin traducir cuanto le presentó la menor dificultad y entendió miles de cosas exactamente al revés de lo que quieren decir”.12 Después de revisar el trabajo de González de Mendoza, Cassou consideró que “la traducción queda plausible” y la aceptó.13
Cassou no escatimó esfuerzos para procurar que el lanzamiento de Los de abajo, uno de los primeros títulos de Fourcade, fuera exitoso. Con ese propósito solicitó al ya entonces prestigioso hispanista Valéry Larbaud que prologara la edición.14 Como señalara el propio Larbaud a Alfonso Reyes, se trataba no sólo de presentar al autor y la novela, sino también de ofrecer a los lectores un panorama de la actividad intelectual del México contemporáneo.15 Para hacerlo contó con el apoyo de González de Mendoza, quien le facilitó materiales. Éste pensaba, con razón, que “un prólogo de Larbaud [sería] toda una consagración literaria y el mejor de los ‘lanzamientos’ editoriales”.16 En su momento, el prólogo produjo a Azuela “la mayor satisfacción que he tenido en mi vida de escritor”.17
La versión en francés de Los de abajo fue publicada con el título Ceux d’ en bas a finales de enero de 1930, comenzó a circular en los primeros días de febrero y fue objeto de numerosas reseñas.18
Contrariamente a las expectativas de González de Mendoza, la edición no acarreó a Azuela ningún beneficio económico. Cuando en julio de 1931 éste pidió a Fourcade noticias sobe el pago de sus derechos de autor, no obtuvo respuesta.19 Algunos meses más tarde atribuiría el silencio a la crisis que provocó la gran depresión y añadiría: “Con Estados Unidos y Alemania me fue lo mismo o tal vez peor porque las dos casas que editaron mi libro quebraron”.20 En febrero de 1933, tras señalar que Fourcade había cerrado sus puertas, González de Mendoza diría a Azuela que deploraba “haber obtenido para usted un editor que tan poca solidez habría de tener”.21
Traducción al inglés. La historia de la traducción al inglés comenzó a mediados de 1928. En ese entonces el abogado jalisciense Enrique Munguía, quien había estudiado derecho en la Universidad de California, en Berkeley y trabajaba en Washington, D. C., en la Comisión General de Reclamaciones México-Estados Unidos de América,22 se dirigió a Azuela para pedirle que lo autorizara a traducir Los de abajo con el fin de que la conocieran los lectores norteamericanos y éste accedió.23
Mientras hacía la traducción, Munguía se puso en contacto con editoriales neoyorquinas para explorar su interés de publicarla. Asimismo, movido por el deseo de que la novela tuviera más aceptación, solicitó al periodista Carleton Beals que preparara un prólogo. Beals había vivido en México como corresponsal de la revista The New Republic y se había ganado la fama, en los Estados Unidos de América, de experto en asuntos latinoamericanos (Britton 1987).24 Además, durante su estancia en México había conocido a Azuela (Azuela 1929: VIII).
En febrero de 1929, con la traducción y el prólogo de Beals bajo el brazo, Munguía se desplazó a Nueva York. Ahí se entrevistó con representantes de Brentano’s, Alfred A. Knopf, Macaulay, The Century y Doubleday, Doran y Norton. A decir de él mismo, sus gestiones se facilitaron “por la propaganda que los periódicos habían hecho de Los de abajo, así como por la traducción francesa”.25 Tras evaluar las alternativas, optó por Brentano’s. Eso porque consideró que cuidaría mejor la edición y pondría mayor empeño en su venta.26 Debidamente facultado por Azuela, suscribió el contrato de publicación el 15 de febrero de 1929.27
Con el ánimo de hacer la edición más atractiva, Munguía sugirió a Brentano’s que recurriera a Diego Rivera para que la ilustrara. Si bien Brentano’s rechazó la propuesta por considerar que los costos se elevarían demasiado, acudió a José Clemente Orozco, quien en ese entonces se hallaba en Nueva York.28
El proceso de edición fue extraordinariamente rápido. Munguía corrigió las galeras tan sólo tres meses después de la firma del contrato. En julio recibió un primer ejemplar, que describió a Azuela en los términos siguientes: “La pasta es negro mate con el título de la novela en la portada hecho con letras doradas, el lomo que también es negro mate lleva su nombre [el de Mariano Azuela] y el título de la novela también con letras doradas. El forro interior es rojo sangre de toro y el tipo es de lo más discreto y agradable. Los dibujos de Orozco son fuertes, crueles, sensuales”.29 Pocas semanas más tarde Azuela manifestaría, plenamente satisfecho, que “no soñé con un lujo semejante”.30
La edición comenzó a circular en septiembre y fue objeto de reseñas en The New York Evening Post, The Saturday Review of Literature, The New Republic y The Nation.31 Para diciembre se habían vendido 3000 ejemplares.32
No conociendo las gestiones de Munguía, a fines de 1928 Anita Brenner solicitó autorización a Azuela para traducir Los de abajo.33 Aseguraba que lo hacía a petición de la editorial Knopf,34 uno de cuyos editores, Harry Block, quería publicar la novela por recomendación de Miguel Covarrubias y a propuesta del agente Clarence Kennedy.35
En esos meses Waldo Frank también mostró interés por la traducción al inglés.36 Tras leer la novela y los fragmentos que tradujo Brenner y publicó The Nation, ofreció ayuda a ésta para encontrar una editorial que no sólo publicara la traducción, sino también las de otras obras de Azuela.37 Asimismo escribió a Azuela para expresarle su disposición a intervenir para que la traducción al inglés de Los de abajo fuera publicada adecuadamente.38 Como se verá más adelante, el acercamiento entre Brenner y Frank, por una parte, y Azuela, por la otra, desembocó en la traducción al inglés de Mala yerba.
Traducción al alemán. Los datos disponibles sobre la edición en alemán apenas si permiten formarse una idea de cómo se gestó. Su promotor fue Hans Dietrich Diesselhoff, quien estudió lenguas románicas e historia del arte, se interesó por la etnografía y la arqueología y llegaría a dirigir el Museo Etnológico de Berlín de 1954 a 1961 (Eisleb: 1-4).
En el segundo semestre de 1928, tras haber pasado una larga temporada en Argentina donde se aficionó a la literatura latinoamericana, visitó la Ciudad de México (2). Aparentemente ahí conoció a Mariano Azuela y éste, además de obsequiarle ejemplares de sus novelas Los de abajo y Mala yerba, le dio autorización para traducir la primera.39
Diesselhoff terminó la traducción en los primeros meses de 1930, cuando ya habían salido a la luz las traducciones al inglés y francés, y acordó su publicación con la editorial Kindt und Bucher. Ello, según parece, con la anuencia de Azuela.40 La edición se hizo en el mismo año de 1930. Incluye un prefacio del traductor en el que éste cita el prólogo de Larbaud a la edición en francés y se refiere a las dificultades que enfrentó para verter al alemán el habla de los campesinos mexicanos.
Traducciones al serbocroata y portugués. Los datos disponibles sobre las traducciones al serbocroata y portugués también son escasos. De ellos se desprende que ambas fueron iniciativa del periodista y editor croata Zoran Ninitch, quien vivía en Río de Janeiro.41 Hacia mediados de 1931, tras enterarse de la existencia de Los de abajo -quizá por las ediciones en inglés o francés- y conseguir la dirección de Azuela a través de Alfonso Reyes, en ese entonces embajador de México en Brasil, manifestó a Azuela que deseaba traducir la obra al serbocroata.42 Meses más tarde éste le envió un ejemplar de la novela con su anuencia para la traducción.43 Una vez que la tuvo, Ninitch la remitió al diario Obzor, de la ciudad de Zagreb, en el que se publicó por entregas, entre el 26 de junio y el 31 de julio de 1933, precedida de una presentación, escrita por el propio Ninitch, que apareció en la edición del 25 de junio de 1933.44
Tiempo después Ninitch obtuvo permiso de Azuela para publicar la obra en portugués, en la editorial Machado & Ninitch, que había fundado en 1933, en Río de Janeiro, con Constantino de Souza Machado.45 La traducción fue obra de Aurélio Pinheiro.46 Salió a la luz en el segundo semestre de 1934, con el título Os rebelados (Los de abajo) Romance da revolução mexicana.47
Traducciones al checo e italiano. La evidencia apunta a que se hicieron dos traducciones al checo de manera paralela. Por una parte, el traductor e hispanista Zdenek Šmíd, quien se mantenía al corriente de las ediciones francesas de literatura latinoamericana, leyó la traducción al francés de Los de abajo. Impresionado por la novela, en marzo de 1932 solicitó a Alfonso Reyes que le proporcionara la dirección de Azuela. Ello porque quería traducirla y darla a conocer en una revista checa.48 De inmediato Reyes transmitió la petición a Azuela, quien respondió que se pondría en contacto con Šmíd.49 Si bien no se ha localizado la correspondencia entre Azuela y Šmíd, el segundo debe haber obtenido la autorización que buscaba pues, en mayo de 1935, anunció a Reyes que su traducción había aparecido en un periódico.50 Ahora bien, esa traducción no se ha podido localizar.51
Por otra parte, en el mismo año de 1935 salió a la luz otra traducción en forma de libro, con el título Demetrio. Ti zdola. Fue obra del hispanista Jindrich Kubícek. La edición incluye una carta prólogo del diplomático mexicano Francisco Ortiz Monasterio.52 No se ha podido determinar cómo se gestó esta traducción y cómo entraron en contacto Ortiz Monasterio y Kubícek. Sin embargo, el que en el colofón se señale que se trata de una traducción autorizada y que la Biblioteca Nacional de México conserve un ejemplar con una dedicatoria del editor fechada en agosto de 1935 y una anotación manuscrita de Azuela, permite suponer que éste dio su anuencia para hacerla.53
La historia de la traducción al italiano, por su parte, se remonta a 19301931. En ese entonces, Rodolfo Salazar, vicecónsul de México en Milán, solicitó a Azuela, por conducto de Bernardo Ortiz de Montellano, que autorizara a Andrés A Guffanti a traducirla “con el fin de hacer labor cultural sin buscar beneficio económico alguno”.54 Azuela no respondió hasta que recibió una segunda carta sobre dicho asunto. Tras explicar que no había dado importancia al planteamiento inicial “porque a menudo me han pedido autorizaciones de diversos países análogas a las que solicita el señor Salazar y todo se queda en proyecto y lo que hacen es meterme en dificultades si más tarde se le ocurre a otra persona solicitar igual autorización”, dio su autorización “con la única salvedad de que si en el curso del presente año no se ha publicado en volumen cesa todo compromiso de mi parte y yo quedaré en absoluta libertad para autorizar a cualquier otra persona para lo mismo en ese caso”.55 Como había augurado Azuela, la iniciativa no se realizó.
Hubo que esperar hasta 1945 cuando Mondadori publicó la traducción como parte de la colección Medusa.56 La traducción fue obra de Attilio Dabini.57 Desafortunadamente no se logró encontrar ni en el archivo histórico de Mondadori ni en ningún otro repositorio información que arroje luz sobre la historia de la edición, esto es, que permita dilucidar si se trató de una iniciativa de Mondadori o de una agencia literaria y si la edición en italiano está ligada a las ediciones en otras lenguas.
Las traducciones de El águila y la serpiente
Martín Luis Guzmán escribió los episodios que integran El águila y la serpiente durante su exilio en Hendaya, París y Madrid, en los años 19261928 y los publicó, por entregas, en los periódicos El Universal, de la Ciudad de México, La Prensa, de San Antonio, Texas, La Opinión, de Los Ángeles, California y El Debate, de Madrid.58 En junio de 1928 salieron a la luz en forma de libro con el título El águila y la serpiente y el sello de la Editorial Aguilar, de Madrid. Tras agotarse la primera edición, a finales de ese mismo año C.I.A.P. (Compañía Iberoamericana de Publicaciones) sacó una segunda. Las traducciones al francés e inglés aparecieron en el primer semestre de 1930, con pocos meses de diferencia. Siguieron las traducciones al alemán, italiano y checo.59 Si bien ello no se señala en las respectivas ediciones, las traducciones al francés e inglés son versiones incompletas del original, en las que Villa se convierte en el protagonista central. La traducción en alemán también fue una versión parcial, pero en ese caso ello sí se especifica.60
Traducción al francés. El hispanista Jean Cassou tuvo acceso a la novela muy poco tiempo después de que comenzara a circular. Quedó tan favorablemente impresionado que escribió una reseña que publicó en la Nouvelle Revue Française, en el número correspondiente a febrero de 1929.61 En ella calificó a El águila y la serpiente de obra netamente original y expresó el deseo de que en Francia se despertara “un poco más la curiosidad por las cosas de América Latina”.
Teniendo en cuenta lo anterior, no es de sorprender que, cuando fue nombrado director literario de la nueva editorial Fourcade, abogara para que ésta publicara una traducción. Guzmán y el editor Jean-Olivier Fourcade firmaron el contrato correspondiente el 29 de agosto de 1929. Ahí quedó estipulado que el editor correría con los costos de la traducción, que ésta tendría que ser aprobada por Guzmán y que los derechos de autor serían del 5 por ciento del precio de venta de los primeros cinco mil ejemplares y del 15 por ciento del de los ejemplares sucesivos.62
La traducción fue realizada por la hispanista Mathilde Pomès, a petición del propio Guzmán. Al respecto, ella recordaría, muchos años después, que cierta tarde de agosto o septiembre de 1929, estando enferma, Guzmán se presentó en su casa y, tras narrarle durante más de tres horas “con la dulce inflexión y la fluidez de los mexicanos, las asombrosas hazañas de Pancho Villa”, le pidió que tradujera la novela (Pomès: 173).
Pomès concluyó la traducción a comienzos de diciembre de 1929. Según consta en el colofón, la edición se acabó de imprimir el 28 de febrero de 1930, un mes después de la edición en francés de Los de abajo. Contiene un prólogo de Blaise Cendrars, cuya génesis no se ha podido establecer.63 En el volumen no hay nada que advierta que se trata de una traducción parcial, como lo es de hecho. Al respecto, Pomès confiaría a Alfonso Reyes que “no he traducido más que los episodios que giran, por así decirlo, alrededor de la figura central de Villa”.64 Esto debido a que Fourcade fijó de antemano el número de páginas del volumen (Pomès: 173).
La edición no produjo beneficios económicos ni a Guzmán ni a Pomès, pues la crisis financiera de 1929-1932 provocó la quiebra de la editorial Fourcade antes de que ésta les hiciera pago alguno (173). Ahora bien, fue reseñada por la prensa y contribuyó, sin duda, a la difusión de la literatura mexicana en Francia.65
Traducción al inglés. Martín Luis Guzmán conoció al filólogo Federico de Onís en Madrid, en el primer semestre de 1915. Al año siguiente se rencontraron en Nueva York y desde entonces se mantuvieron en contacto. En junio de 1928, tan pronto como salió a la luz El águila y la serpiente, Guzmán envió ejemplares a amigos y críticos de América y Europa, De Onís entre ellos. Después de leer la novela, éste expresó a Guzmán que:
A pesar del carácter episódico de sus memorias, a través de ellas la revolución de Méjico [sic] se me hace inteligible. Muchas veces había yo pensado cómo era posible que la literatura de Méjico flotase exquisita sobre la trágica realidad del país y ajena de ella […] Su manera de dar las sensaciones de paisajes y personas delata en Ud. un gran artista de la narración […] ¿Ha pensado Ud. en la traducción de la obra al inglés? Si no ha hecho Ud. nada, quizá puedo yo ayudarle a encontrar una buena casa editorial y un buen traductor.66
Además, la dio a leer a su mujer, Harriet Wishnieff, mejor conocida como Harriet de Onís, quien empezaba a abrirse paso como traductora del español y portugués. La obra le agradó tanto que escribió una reseña para The Nation.67 Asimismo consideró la posibilidad de promover que fuera publicada por alguna editorial norteamericana. Ahora bien, antes de proceder en esa dirección, Lucía Alzamora, una antigua compañera de la universidad quien trabajaba para la editorial Knopf, le pidió que tradujera la novela.68 Esto porque Adolfo Best Maugard o Carleton Beals la habían recomendado a Knopf y éste había adquirido los derechos de traducción.69
La evidencia disponible no permite establecer cómo y cuándo entraron en contacto Guzmán y Knopf. El hecho es que ambos firmaron un contrato para hacer la edición en inglés y que el primero recibió un adelanto de 500 dólares por concepto de regalías.70
Harriet de Onís comenzó a preparar la traducción en agosto o septiembre de 1928. En noviembre de ese año, tan pronto como salió la segunda edición en español de El águila y la serpiente, Guzmán envió un ejemplar a Federico de Onís con el señalamiento de que “está bastante menos incorrecta que la anterior” y la petición de que Harriet de Onís “se sirva de esta edición y no de la primitiva” para hacer su traducción.71 Mientras trabajaba, inaugurando una práctica que seguiría con los autores que tradujo, De Onís escribió varias veces a Guzmán para pedirle que le aclarara dudas. Así, por ejemplo, éste le explicó que mitigüeson era una “corrupción, entre los soldados revolucionarios mexicanos, de Smith & Wesson, una marca de pistolas”.72
A solicitud de Knopf, De Onís no tradujo aquellos episodios que se consideró contenían demasiados detalles y frenaban el ritmo del relato.73 Al igual que sucedió con la traducción al francés, los recortes desagradaron a Guzmán.
La edición en inglés salió a la luz a mediados de 1930, sin la indicación de que se trataba de una edición abreviada y con un tiraje de 2520 ejemplares. No obstante las varias reseñas de que fue objeto, el libro estuvo lejos de constituir un éxito de ventas. Para el mes de junio de 1940 se habían vendido tan sólo 1051 ejemplares. El tesorero de Knopf, Joseph C. Lesser, notificaba a Guzmán que, en vista de lo anterior y puesto que Knopf le había dado un adelanto de 500 dólares, tenía que devolver la cantidad de 361.66 dólares.74
Según Victoria Livingstone, la traducción que hizo de Onís de El águila y la serpiente transformó el libro en una narración novelada de las hazañas de Francisco Villa. Livingstone argumenta que en su forma original El águila y la serpiente se puede interpretar como una crítica a una revolución que se había apartado de sus raíces ideológicas y se había convertido en una lucha entre caudillos, así como una justificación del porqué Guzmán desertó del villismo. La traducción al inglés, en contraste, quita el énfasis en esos temas y hace del libro una narración sobre Villa. En su opinión, esto obedeció, por una parte, a que los lectores norteamericanos no contaban con el mismo marco de referencia que los lectores que Guzmán tuvo originalmente en mente; por la otra, a que Villa se había convertido en un personaje de interés para muchos norteamericanos (Livingstone: 23-64).
Traducción al alemán. La información sobre la traducción al alemán es aún más fragmentaria que la de las traducciones al francés e inglés. Sólo permite afirmar que, en 1932, Guzmán firmó un contrato con la editorial Engelhorns Nachfahren, de Stuttgart.75 La edición salió a la luz ese mismo año, como parte de la colección Lebendige Welt [Mundo Vivo]. La traducción fue obra de Karl Wilhelm Körner.76 La camisa y la tapa, por su parte, se deben al ilustrador Emil Preetorius.77
Al igual que las ediciones en francés e inglés, la edición en alemán es una versión abreviada del original en español. No obstante que al inicio del libro se indica que los recortes se hicieron de común acuerdo con el autor, años después Guzmán los calificaría de “mutilaciones” y se quejaría de que “fueron un error y perjudicaron grandemente el valor literario y humano de la obra”.78 Körner, a su vez, señalaría que la edición “se hizo bajo las condiciones poco propicias de 1932” y resultó “bastante mala”.79
A reserva de investigar la acogida que dieron los lectores alemanes a El águila y la serpiente, en septiembre de 1932 el novelista Thomas Mann pensaba que sería positiva. En una nota de agradecimiento al editor Adolf Spemann, de Engelhonrs Nachfahren, quien le había enviado un ejemplar, decía lo siguiente: “Anoche estuve leyendo [el libro] un largo rato y quedé absorto. La novela –si hay que llamar así a esos recuerdos y narraciones– pone en contacto al lector, de manera directa y vivaz, con ese mundo de aventuras revolucionarias, de modo que seguramente hallará entre nosotros un público interesado”.80
La fallida traducción al neerlandés. En julio de 1938, Guzmán se dirigió a la editorial Boucher, de La Haya, para proponerle que hiciera una edición en neerlandés de El águila y la serpiente. Como se indica más adelante, dicha editorial había publicado en 1937 la versión en neerlandés de La sombra del Caudillo. En su comunicación señalaba que ese libro era “el mejor” de los que había escrito. Asimismo sugería que para la traducción se utilizara la traducción al alemán, que consideraba “suficientemente buena”.81 Boucher desestimó la propuesta, probablemente debido al poco éxito comercial que obtuvo con la publicación de La sombra del Caudillo.
Traducción al italiano. La traducción al italiano se realizó gracias a la intervención de la Agenzia Letteraria Internazionale, que tenía su sede en Milán. Es probable que, como sucedió con muchas novelas extranjeras, el interés surgiera de su publicación en francés. En aquellos años la mejor carta de recomendación para que un autor extranjero fuera publicado en Italia era que previamente lo hubiera sido en Francia. En ese sentido, el escritor italiano Mario Puccini afirmaba, en julio de 1930, que “nuestra literatura tiene sus ojos sobre el meridiano de París; y los escritores creen solamente en los valores literarios que París ha consagrado ya”.82
Sea como fuere, el hecho es que hacia 1939-1940 la Agenzia Letteraria Internazionale hizo gestiones a través de la Editorial Botas, a la que Martín Luis Guzmán había confiado en México la publicación de sus libros, para que el autor autorizara a la editorial Rizzoli la edición en italiano de El águila y la serpiente. El contrato correspondiente se firmó en febrero de 1941. Estipulaba, entre otras cosas, que Guzmán recibiría un anticipo de 200 dólares norteamericanos sobre el 15 por ciento del valor de venta de cada ejemplar.83
La traducción estuvo a cargo de Mario Socrate, quien llegaría a ser un hispanista distinguido y un reconocido crítico cinematográfico.84 Aun cuando no se indica en la edición, el texto sufrió recortes, que la Agenzia Letteraria Internazionale atribuyó a “la censura fascista”.85 No obstante lo anterior, Guzmán consideraría la traducción como “suficientemente buena”.86
La edición salió a la luz en abril de 1942, como parte de la colección Il Sofà delle Muse.87 Constó de 2955 ejemplares. El precio de venta del ejemplar se fijó en 25 liras.88
Por la razón que fuera, Guzmán se olvidó de la edición. A fines de 1950, cuando se topó con un ejemplar, escribió a Rizzoli para expresar su sorpresa porque el libro se hubiera publicado sin su autorización y sin el pago de derechos de autor.89 La Agenzia Letteraria Internazionale le recordó la existencia de un contrato y le aseguró que no le envío los 200 dólares norteamericanos que le correspondían porque las autoridades monetarias no autorizaron la transferencia. Asimismo le informó que, debido a la devaluación de la lira, la cantidad pactada equivalía en ese momento a 17 dólares, que puso a su disposición.90
Traducción al checo. En febrero de 1946, el agente literario Gustav Bernau informó a Guzmán que había recomendado a la editorial Práce, propiedad de los sindicatos checos, la publicación de El águila y la serpiente y que ésta había aceptado. Le ofrecía un adelanto de 100 dólares a la firma del contrato contra el pago de regalías que serían del 5 por ciento del precio de venta del ejemplar hasta los primeros 5000 ejemplares y de 7.5 por ciento para los ejemplares subsiguientes. Asimismo indicaba que él cobraría una comisión del 10 por ciento y que Jarmila Pilzová haría la traducción. Agregaba que, de aceptar la propuesta y dada la naturaleza del régimen político vigente en Checoslovaquia, Práce requería un certificado de que Guzmán no era fascista a fin de que el Ministerio de Información autorizara la publicación.91
Tras intentar infructuosamente mejorar sus regalías y expresar que creía “muy difícil el que pueda yo mandarles un documento en que se certifique que no soy fascista, pues, siendo, como soy, uno de los antifascistas más conocidos de mi país, me parecería humillante el solicitar que nadie certificara tal cosa”,92 Guzmán acabó por ceder. En mayo de 1946 remitió a Bernau un documento en que se hacía “constar que el señor don Martín Luis Guzmán, Director-Gerente de este semanario [Tiempo], es un liberal de gran prestigio, y uno de los combatientes más constantes y esforzados que han tenido en México el fascismo y el nazismo”.93
Guzmán y Bernau firmaron el contrato definitivo el 5 de agosto de 1947. A petición expresa de Guzmán incluyó una cláusula que estipulaba que “la traducción del libro se hará de manera fiel y precisa y no se harán síntesis o modificaciones sin el consentimiento del autor o su representante”.94
Finalmente, la traducción no fue obra de Jarmila Pilzová, sino de Bohumil Svoboda. El libro salió a la luz a finales de 1947. Con la finalidad de promoverlo, Práce lo publicó por entregas en el periódico Práce [Trabajo], a partir de agosto de 1947 y ofreció a Guzmán 100 dólares adicionales por ese concepto.95
Las traducciones de La sombra del Caudillo
Martín Luis Guzmán escribió los episodios que conforman La sombra del Caudillo en Madrid, donde vivía como exiliado y los publicó por entregas entre el 20 de mayo de 1928 y el 3 de noviembre de 1929, en los diarios La Opinión, de Los Ángeles, California, La Prensa, de San Antonio, Texas y El Universal, de la Ciudad de México. La primera edición en forma de libro fue hecha en Madrid, por Espasa Calpe, en noviembre de 1929. En 1931 la novela se publicó en francés y en 1937 en neerlandés y checo. Los intentos de publicarla en inglés no prosperaron.
La traducción al francés. La traducción al francés se debe al hispanista Georges Pillement. Fue publicada por Gallimard, a comienzos de 1931. El hecho de que ni en el archivo de Guzmán ni en el de la editorial Gallimard se hayan encontrado documentos sobre ella y que Pillement no la mencione ni en sus memorias (1973) ni en su diario (2003), impide saber cómo surgió.
Sin embargo, hay datos que brindan algunas pistas. Pillement sentía gran atracción por la literatura latinoamericana. Eso lo había llevado a vincularse a la Revue de L’Amerique Latine y a literatos latinoamericanos que residían en París, así como a traducir novelas españolas e hispanoamericanas (1973: 62-63). En este contexto es probable que Jean Cassou, de quien era amigo desde los años veinte, le hablara de las obras de Guzmán. Como ya se dijo, Cassou había leído El águila y la serpiente y la había reseñado. Sea como fuere, el caso es que Pillement leyó a Guzmán y tradujo algunos episodios de lo que sería La sombra del Caudillo, y los publicó en la revista Bifur, en julio de 1929.96 Cuando apareció la novela en forma de libro, Pillement hizo la traducción integral. Si se tiene en mente, como ya se apuntó, que a finales de 1929 Mathilde Pomès estaba traduciendo El águila y la serpiente para la editorial Fourcade, a la que estaba ligado Cassou, se puede suponer que Pillement actuó impulsado por éste, a instancias de la editorial Gallimard. Esto último considerando que, como se indica en el apartado correspondiente a la traducción al francés de Mala yerba, en ese entonces Gallimard quería publicar obras de autores mexicanos.
La traducción no parece haber sido del agrado de Guzmán. Cuando, en 1956, exploraba la posibilidad de que Gallimard publicara una segunda edición, indicaría que era “indispensable que la traducción anterior se revise -que se revise a fondo- pues no quedé muy satisfecho de ella”.97
La traducción al checo. La evidencia disponible no permite determinar cómo se enteró Zdenek Šmíd -el traductor- de la existencia de la novela. Podría haber adquirido un ejemplar de la traducción al francés en alguno de sus viajes a París, haberse topado con una reseña de la primera edición en español o tener noticias del libro a través de algún amigo. Lo único seguro es que la leyó y quedó bien impresionado. Tanto así que en mayo de 1935 manifestaría a Alfonso Reyes que “contiene, en mi opinión, las mejores páginas de psicología política que uno pudiera leer últimamente”.98 Por tanto, es de suponer que convenció a la editorial Melantrich que la publicara. Melantrich aceptó no sin antes recabar la anuencia de Guzmán. En enero de 1936 se dirigió a éste para expresarle su interés de adquirir los derechos de traducción y publicación en checo. Si bien Guzmán respondió al poco tiempo que estaba interesado, el trato no fue concluido sino hasta enero de 1937. Melantrich ofreció la cantidad de 10 libras esterlinas “o su equivalente en moneda extranjera” a cambio de poder hacer un tiraje de 3000 ejemplares.99 La edición salió a la luz a comienzos de 1937, con el título Krvavý déšt’ [Lluvia sangrienta] y una ilustración de Vojtech Tittelbach, como parte de la colección Epika, biblioteca de novelas extranjeras, que dirigía el literato Jan Cep. La obra no pasó desapercibida.100
La traducción al neerlandés. La edición en neerlandés se debe al escritor y crítico literario Eddy du Perron. Du Perron era un lector voraz, que se mantenía al tanto de cuanta obra literaria se publicaba sobre movimientos revolucionarios, tema que le interesaba de manera especial. En ese contexto, en la primavera de 1931 llegó a sus manos un ejemplar de la edición en francés, que había empezado a circular en febrero de ese año. Tan pronto como acabó de leerla, no sólo la recomendó a sus amigos, sino que se dio a la tarea de promover su publicación en neerlandés. Tras varios intentos fallidos, el proyecto prosperó en 1935. La traducción fue hecha por el poeta Jan Jacob Slauerhoff, a partir del original en español; la edición por Louis Jean Charles Boucher, de La Haya, salió a la luz en septiembre de 1937, con seis ilustraciones del dibujante alemán Leo Meter y un tiraje de más de mil ejemplares (Rosenzweig 2012).
Cuando Guzmán se enteró de su existencia, en diciembre de 1937, reclamó a la casa Boucher, por conducto de la legación de México en La Haya, que hubiera procedido sin su autorización.101 En su respuesta Boucher manifestó que recibió la traducción del poeta Slauerhoff y optó por publicarla “on the merits of this translation”. Asimismo explicó que no se había puesto en contacto con Guzmán por desconocer su dirección. Ahora bien, agregaba que, “como no queremos ser tomados por piratas literarios”, le ofrecemos compartir las ganancias del libro al 50 por ciento.102 Una vez que Guzmán aclaró que era ciudadano español y que sus derechos de autor estaban cubiertos por el Convenio de Berna para la Protección de Obras Literarias y Artísticas, Boucher ofreció pagarle el 10 por ciento del precio de cada ejemplar de la novela por concepto de regalías. Guzmán aceptó.103
La fallida traducción al inglés. A comienzos de los años treinta hubo dos intentos de publicar la traducción al inglés de La sombra del Caudillo. Por una parte, en el segundo semestre de 1930, Anita Brenner sugirió a la editorial Farrar y Rinehart, que estaba en busca de autores hispanoamericanos, que la incluyera en su catálogo. Indicaba que, desde su punto de vista, era mejor que El águila y la serpiente.104 Por otra parte, en 1932, Knopf evaluó una traducción de la novela hecha por Robert H. Murray, pero la desechó por considerarla muy mala.105 Dicha editorial se había interesado en la obra porque su antiguo colaborador Harry Block la había recomendado desde México, en 1930.106
Algún tiempo después, Harriet de Onís, la traductora de El águila y la serpiente, hizo otra traducción a solicitud de la editorial Lippincott. Sin embargo, según la propia De Onís, dicha editorial “decidió que carecía de interés amoroso y no la publicó”.107 A comienzos de 1946 De Onís envió su traducción a Random House, a sugerencia de Vincent Sheean. Al dar cuenta de lo anterior a Guzmán, señalaba: “Me han dicho en casa Knopf, con quienes trabajo ahora, que a ellos también les interesa mucho el libro, y caso de que no se decidan por ello los de Random House, parece casi seguro que lo toma Knopf. El motivo de esta carta es poner estos hechos en su conocimiento y saber de que por su parte ‘Nihil obstat’ para la publicación en inglés”.108
Guzmán respondió que estaba de acuerdo con que De Onís continuara con los arreglos para la publicación de La sombra del Caudillo.109 Ahora bien, a finales del año De Onís reportaba a Guzmán, visiblemente desilusionada, que no había podido hacer nada. Indicaba que “después de pensarlo mucho y elogiarlo mucho, lo mismo Random House que Knopf decidieron no publicarlo, aunque en Knopf me dijeron que probablemente lo volverían a pensar”.110 Esto sucedió, en efecto, en 1960, pero Knopf volvió a desechar el proyecto ante la pretensión de Guzmán de ser él quien aprobara la traducción.111La sombra del Caudillo no se publicaría en inglés sino hasta 2017 (Guzmán 2017).
Las traducciones de Mala yerba
Mala yerba, de Mariano Azuela, fue publicada por primera vez en 1909, en Guadalajara, Jalisco, en los talleres de La Gaceta de Guadalajara. Las traducciones al inglés y francés datan de 1932 y 1933, respectivamente. Su publicación se debe, en buena parte, a las traducciones precedentes de Los de abajo.
Traducción al inglés. Como se apuntó, en enero de 1929 Waldo Frank leyó en The Nation los fragmentos de Los de abajo que tradujo Anita Brenner y se interesó por hacer una edición para los lectores norteamericanos. Cuando supo que ésta ya estaba concertada, escribió a Azuela para preguntarle si “estaría usted dispuesto a darme los derechos de Mala yerba que Anita Brenner está lista a traducir”.112 Azuela respondió que el contrato que había firmado Enrique Munguía con Brentano’s para la edición en inglés de Los de abajo contenía una cláusula que lo obligaba a dar a dicha editorial una opción de 60 días a la traducción de cualquiera de sus novelas. Agregaba que si Brentano’s daba su aprobación, se “sentiría profundamente honrado en que bajo los auspicios de usted se publicara la traducción de Anita Brenner de alguno de mis libros”.113
En octubre de ese año Brenner preguntó directamente a Azuela si podía traducir la obra.114 Éste respondió que sí, pero insistió en la necesidad de contar con la anuencia de Brentano’s.115 Así las cosas, Frank y Brenner emprendieron las gestiones correspondientes. En mayo de 1930 el primero informaba a Azuela no sólo que Brentano’s había liberado la novela, sino también que la traducción sería publicada por la editorial Farrar y Rinehart, con una introducción del propio Frank.116 Azuela firmó el contrato poco tiempo después.117 Estipulaba, entre otras cosas, que recibiría un adelanto de 250 dólares por concepto de regalías y que Frank supervisaría la traducción.118
Brenner pretendió ocuparse de la traducción durante el viaje que realizó a Europa, recién casada, en el segundo semestre de 1930, pero sin éxito. En noviembre confiaba a Frank que se sentía culpable porque había avanzado muy poco.119 No fue sino hasta 1931, durante una prolongada estancia en México, mientras preparaba su libro Your Mexican holiday, que acometió la tarea (Glusker: 150). En su trabajo contó con la ayuda de Azuela para comprender el significado de términos y expresiones campesinas, con los que no estaba familiarizada.120
Frank, por su parte, concluyó su introducción en Nueva York, en abril de 1932. En ella daba cuenta de su empeño de años por familiarizar a sus compatriotas con los valores de la cultura latinoamericana que, a su juicio, constituía una alternativa al materialismo y conformismo que caracterizaban a la sociedad norteamericana. Asimismo presentó el libro como un retrato de la vida mexicana que no alteró la Revolución y una oportunidad para que el lector experimentara algo del alma misteriosa de los campesinos indígenas (Rostagno: 14).
La traducción al inglés salió a la luz a mediados de 1932, con el título Marcela. A Mexican love story. Al igual que lo que sucedió con otras novelas mexicanas que se habían publicado en los Estados Unidos, las ventas no correspondieron con las expectativas. Al respecto, en abril de 1933 Frank reportaba a Azuela, con un dejo de amargura, que éstas habían resultado “vergonzosamente escasas” y lo atribuía al hecho de que, debido a la gran depresión, nadie tenía dinero para adquirir literatura.121
Traducción al francés. En marzo de 1930, el editor Gaston Gallimard, de la editorial Gallimard, escribió a José María González de Mendoza, quien -como ya se dijo- había intervenido en la publicación en francés de Los de abajo, para interesarse por otras obras de Azuela. En su carta, indicaba que le gustaría publicar traducciones de Azuela y solicitaba, por consejo de Valery Larbaud, información sobre libros que estuvieran en preparación.122 En respuesta, González de Mendoza le envió varias novelas, Mala yerba entre ellas. A las pocas semanas Gallimard expresó su disposición de publicar la traducción de esta última a cambio de otorgar a Azuela el 10 por ciento del precio de venta del ejemplar, por concepto de derechos de autor y a condición de que González de Mendoza se ocupara de la traducción.123 Éste aceptó. Para la traducción acudió a Mathilde Pomès. Al dar cuenta a Azuela de lo anterior, González de Mendoza la calificaba de “persona eminentemente competente” y agregaba que él le ayudaría “a traducir el exacto sentido de los mexicanismos y revisaré con ella la traducción”.124 González de Mendoza y Gallimard formalizaron el trato a comienzos del mes de julio.125
Ahora bien, el proceso de traducción no resultó sencillo. Como señalaría el propio González de Mendoza, debido, fundamentalmente, a que “no existe un léxico campesino francés, propiamente hablando, porque no existe el campesino francés: existe el campesino normando, bretón, picardo, etc. y cada uno de ellos tiene un estilo particular, un léxico propio”.126 Fiel a su ofrecimiento, González de Mendoza aclaró a Pomès las palabras y giros verbales que desconocía y, cuando no pudo hacerlo, recurrió al propio Azuela (Gómez Morán 2010).
En junio de 1931 informaba a Azuela que Pomès había concluido la traducción y le formulaba el siguiente comentario:
Desde la primera cuartilla me encontré con el mismo caso que la vez pasada [la traducción de Los de abajo hecha por Maurín], con el agravante de que no me es posible tratar a Mlle Pomès tan desenvueltamente como traté al comunista Maurín […] Todo lo que gana en corrección el estilo lo pierde en fuerza […] La otra deficiencia de que adolece la traducción es la incomprensión de Mlle Pomès de los mexicanismos, no obstante la lista que le proporcioné. El resultado de ambas circunstancias es que mi labor de revisión es fatigosísima y muy lenta […] Es curioso considerar que Ceux d’en bas, traducido por un catalán que hablaba mal el francés, habrá quedado más exacto, más nervioso y vivo, más fiel que Mauvaise graine, traducido por una profesora de castellano, excelente escritora francesa y de vasta y firme cultura.127
El proceso de revisión de la traducción y edición de la obra tomó muchos meses. No fue sino hasta septiembre de 1933 que Pomès corrigió las primeras pruebas.128 De acuerdo con el colofón, el libro se terminó de imprimir el 31 de octubre de ese año, pero comenzó a circular hasta comienzos de 1934.129 Contiene una breve semblanza de Azuela que, si bien no está firmada, fue escrita por la traductora. Tras recibir un ejemplar Pomès escribió a Azuela para pedirle perdón por la “pobre traducción” y señalar, simultáneamente, a manera de disculpa, que “usted mismo se da cuenta seguramente de las grandes dificultades que ésta ofrecía”.130 Azuela respondió que era consciente de lo difícil que resultaba traducir su novela y agregó que “no es, por tanto, usted la que debe darme a mí disculpas, sino yo quien debe solicitar de usted mil perdones por haberle infligido (aunque involuntariamente) el martirio de haberse echado a cuestas esta labor”.131
La inexistencia de documentos sobre Mala yerba en el archivo histórico de Gallimard impide conocer la evolución de las ventas de la edición.132
Las traducciones de ¡Vámonos con Pancho Villa!
La primera edición de ¡Vámonos con Pancho Villa!, de Rafael F. Muñoz, salió a la luz en Madrid, en 1931, con el sello de la editorial Espasa Calpe. La novela se publicó en alemán, en 1935, e italiano, en 1944. Mientras que algo se ha podido averiguar de la primera traducción, no se ha encontrado ningún dato de la segunda.
Traducción al alemán. Fue publicada por la editorial Hans Müller Verlag, de Leipzig, en 1935, como tercer volumen de la colección Iberische Bücherei [Biblioteca Ibérica], que lanzó en 1934.133 La traducción fue obra de Georg Helmut Neuendorff, quien dirigía dicha colección.134 El hecho de que se indique que se trata de una traducción autorizada permite suponer que se hizo con la anuencia de Muñoz.
La edición cuenta con un prólogo y un postfacio escritos por Neuendorff. El prólogo reproduce, en esencia, los datos biográficos de Villa que proporciona el propio Muñoz en el original de su libro. El postfacio ofrece un panorama de las novelas sudamericanas que se habían publicado en las primeras décadas del siglo XX. Ni el prólogo ni el postfacio se refieren a la literatura mexicana ni dan pistas de las circunstancias en las que Neuendorff tradujo la obra de Muñoz.
Las traducciones de El indio
En 1935 Gregorio López y Fuentes publicó El indio (López y Fuentes 1935). Con esta novela obtuvo el Premio Nacional de Literatura, que se otorgó por primera ocasión en aquel año. La novela se publicó en inglés en 1937, alemán en 1938, neerlandés en 1939 y checo en 1941. Sólo se ha localizado información sobre las traducciones al inglés y neerlandés.
Traducción al inglés. La evidencia disponible apunta a que el editor Lynn Carrick, quien estuvo al frente de la oficina de Nueva York de la editorial Bobbs-Merrill entre 1934 y 1937, leyó la reseña de El indio que escribió Verna Carleton Millán en The New York Times Book Review135 y decidió evaluar la posibilidad de publicar la traducción al inglés. Con ese propósito acudió a Anita Brenner, a quien conocía de tiempo atrás.136 A fines de mayo de 1936, Brenner respondió que El indio era “un libro extraordinario”, que le habían encantado “el ritmo y la simplicidad con los que se desarrolla la historia” y que pensaba que “atraerá grandemente a todo aquel que haya tenido algún contacto con México”. Agregaba que, si se publicitaba adecuadamente, no veía razón para que no se ubicara en las listas de libros más vendidos. Además, sugería que se ilustrase para hacerlo más atractivo y señalaba que ella podría traducirlo en un plazo relativamente breve.137
La opinión de Brenner bastó para que Carrick optara por ir adelante con el proyecto. Tras una rápida negociación con López y Fuentes, ambos suscribieron el contrato correspondiente en el mes de junio.138
A continuación, Bobbs-Merrill encargó a Brenner que preparara la traducción y, a sugerencia del propio López y Fuentes, a Diego Rivera que ilustrara el libro. Esto último como resultado de que los responsables del área de ventas determinaron que, llegado el momento, habría que ofrecerlo a los lectores norteamericanos, no como una novela, sino como una obra de no ficción sobre el problema de los indígenas en México139 y que, en ese contexto, las ilustraciones de Rivera lo harían más atractivo.140 Carrick confiaba en que “con la combinación de Anita Brenner, Diego Rivera y una novela mexicana ganadora de un premio deberíamos poder impresionar al público americano”.141
Brenner tradujo la novela en los meses de julio y agosto, con la ayuda de Jaime Harrysson Plenn y la corrigió en septiembre, después de que López y Fuentes le aclarara el significado de diversos términos.142 Rivera, por su parte, entregó los dibujos a finales de octubre. Cobró por ellos la cantidad de 350 dólares. Visiblemente satisfecho, López y Fuentes manifestó a Carrick que “los encuentro sumamente interesantes, bien apegados al texto y con el sello inconfundible de todas las obras de Rivera”.143
La edición en inglés de El indio salió a la luz en febrero de 1937, con una nota preliminar, no de Brenner, como había sido la idea original de Carrick, sino del propio Carrick.144 En ella éste reprodujo la opinión de Verna Carleton Millán de que El indio, junto con Los de abajo, de Mariano Azuela y El águila y la serpiente, de Martín Luis Guzmán, debería figurar en la muy reducida lista de libros que se han ganado un lugar perdurable en la literatura mexicana. Asimismo elogió el trabajo de Brenner al afirmar que las dificultades que representaba la traducción sólo podían ser enfrentadas por alguien que estuviera familiarizado con México.
Como parte de la estrategia de promoción del libro, Bobbs-Merrill alentó la publicación de reseñas. Una de las primeras fue escrita por el crítico literario y experto en literatura hispanoamericana Isaac Goldberg.145
A comienzos de septiembre de 1937 la casa editorial Harrap, de Londres, puso a la venta otra edición de la traducción hecha por Brenner, con el título They that reap,146 debido a que en junio de 1936 Bobbs-Merrill le había vendido los derechos.147
No obstante los esfuerzos de Bobbs-Merrill, las ventas de El indio quedaron muy por debajo de las expectativas. En julio de 1937 el presidente de la editorial, David Laurance Chambers, decía a López y Fuentes, ostensiblemente decepcionado que, “no obstante lo entusiastas que han sido los reseñadores y lectores individuales con quienes hemos hablado de El indio, la novela sólo se ha vendido a una audiencia restringida”.148 Para agosto de 1939 se habían vendido 2,727 ejemplares: 2,713 en 1937, 9 en 1938 y 5 en 1939.149
Traducción al neerlandés. La información disponible sobre la traducción al neerlandés tan sólo permite ofrecer algunas hipótesis sobre cómo se hizo.
La iniciativa pudo haber surgido de la editorial Kruseman, que la publicó, o del traductor, Johan Brouwer.150 Brouwer y Kruseman se pudieron haber enterado de la existencia de El indio una vez que comenzó a circular la edición en inglés que hizo la casa Harrap, de Londres, en septiembre de 1937 o a través de la traducción al alemán, que fue obra de Wilhelm Pferdekamp y publicó la editorial Esche, de Leipzig, en 1938. En esos años era habitual que tanto las editoriales como los traductores neerlandeses estuvieran al pendiente de la literatura extranjera que se publicaba en Alemania, Francia y el Reino Unido con miras a detectar obras que pudieran ser de interés para los lectores neerlandeses. Kruseman también pudo haber tenido noticias del libro vía las gestiones que realizó la agencia literaria Curtis Brown Limited para vender en Europa los derechos de traducción, con base en un acuerdo al que llegó con Bobbs-Merrill, después de que López y Fuentes firmara el contrato para la traducción al inglés y autorizara a Bobbs-Merrill para que promoviera la venta de los derechos de traducción a otras lenguas.151
Conclusiones
Las páginas anteriores ponen de manifiesto, en primer lugar, que las primeras traducciones de novelas mexicanas no fueron promovidas por sus autores o editores originales, sino por terceras personas con motivaciones y perfiles diversos. Los impulsores de las ediciones de Los de abajo en inglés y francés fueron el abogado mexicano Enrique Munguía y el literato hispano-mexicano José María González de Mendoza, quienes consideraron que había que dar a conocer la novela a los lectores norteamericanos y franceses. El promotor de las ediciones en checo de Los de abajo y La sombra del Caudillo fue el hispanista y traductor Zdenek Šmíd, quien se ganaba la vida haciendo traducciones. Las ediciones en neerlandés de La sombra del Caudillo y en inglés de Mala yerba fueron resultado del interés de los escritores Eddy du Perron y Waldo Frank de difundir temas que les interesaban: los movimientos revolucionarios y los valores de la cultura latinoamericana. Por su parte, el editor Lynn Carrick, la Agenzia Letteraria Internazionale y el agente Gustav Bernau pensaron que las ediciones de El indio en inglés y El águila y la serpiente en italiano y checo les podrían acarrear un beneficio económico. Martín Luis Guzmán fue el único autor que propuso la traducción de una de sus obras. Después de que el editor Louis Jean Charles Boucher publicara la traducción al neerlandés de La sombra del Caudillo, Guzmán le propuso que hiciera lo propio con El águila y la serpiente, pero la sugerencia no fue aceptada.
En segundo lugar, muestran que los traductores conforman un grupo heterogéneo. Figuran, por una parte, personas con conocimientos profundos de la lengua española. Es el caso de Harriet de Onís, artífice de la versión en inglés de El águila y la serpiente; Mathilde Pomès, de las versiones en francés de El águila y la serpiente y Mala yerba; Georges Pillement, de la versión en francés de La sombra del Caudillo; Zdenek Šmíd, de la versión en checo de esa misma novela, y Attilio Dabini, de la versión en italiano de Los de abajo. Por otra parte, se encuentran hispanoparlantes como Enrique Munguía, traductor al inglés de Los de abajo y Joaquín Maurín, traductor al francés de esa misma novela que estaban familiarizados con dichas lenguas, pero que no se dedicaban a la traducción. De manera adicional, hay personas sui géneris como Anita Brenner, traductora al inglés de Mala yerba y El indio, y Jan Jacob Slauerhoff, traductor al neerlandés de La sombra del Caudillo. La primera dominaba el español, porque había nacido y vivido en México, y el inglés, porque había estudiado en los Estados Unidos, y estaba compenetrada con la cultura de ambos países. El segundo, quien llegaría a ser uno de los grandes poetas neerlandeses de la primera mitad del siglo XX, había aprendido español durante sus viajes en barco, en calidad de médico de a bordo y hacía traducciones para completar sus ingresos.
En tercer lugar, reflejan que los editores de las traducciones suscribieron contratos con los autores, ya fuera de manera directa o a través de intermediarios. Entre los contratos suscritos de manera directa figuran los de las ediciones en inglés, francés y alemán de El águila y la serpiente, el de la edición en checo de La sombra del Caudillo y los de las ediciones en inglés de Mala yerba y El indio. Entre los que se firmaron por conducto de intermediarios se encuentran los de las ediciones en inglés y francés de Los de abajo, el de la edición en francés de Mala yerba y los de las ediciones en checo e italiano de El águila y la serpiente. Aparentemente la única edición que se hizo sin que mediara un contrato fue la neerlandesa de La sombra del Caudillo.
De manera adicional, revelan que en muchos casos las traducciones no produjeron beneficios económicos. Ello es atribuible a las quiebras de diversas editoriales, en el marco de la gran depresión, que privaron tanto a traductores como a autores de los honorarios y regalías que les correspondían; también a lo exiguo de las ventas, no obstante los esfuerzos de los editores para difundir las obras.
Por último, la historia de las primeras traducciones de novelas mexicanas confirma sólo en parte la tesis de que las traducciones al francés están en el origen de las primeras traducciones de novelas latinoamericanas a otras lenguas europeas. Si bien las ediciones en francés de Los de abajo y La sombra del Caudillo están ligadas a las ediciones en inglés, checo y neerlandés de dichas obras y quizá también a ediciones en otras lenguas, los traductores no se basaron en las traducciones al francés, sino en las ediciones originales en español. Además, la edición en alemán de Los de abajo se hizo con total independencia de la edición en francés y las novelas El indio, Mi general y ¡Vámonos con Pancho Villa! se tradujeron al alemán, italiano, checo y neerlandés sin que antes se hubieran traducido al francés.