SciELO - Scientific Electronic Library Online

 
vol.28 número1Sor Juana Inés de la Cruz. Nocturna, mas no funesta. Poesía y cartas. Edición, prólogo y notas de Facundo Ruiz. Buenos Aires: Edición Corregidor, 2014.Cecilia Eudave. Diferencias, alteridades e identidad (Narrativa mexicana de la primera mitad del siglo XX). Alicante: Universidad de Alicante, 2015. índice de autoresíndice de materiabúsqueda de artículos
Home Pagelista alfabética de revistas  

Servicios Personalizados

Revista

Articulo

Indicadores

Links relacionados

  • No hay artículos similaresSimilares en SciELO

Compartir


Literatura mexicana

versión On-line ISSN 2448-8216versión impresa ISSN 0188-2546

Lit. mex vol.28 no.1 Ciudad de México ene./jun. 2017

 

Reseñas

Luz América Viveros Anaya. El surgimiento del espacio autobiográfico en México. Impresiones y recuerdos (1883), de Federico Gamboa. México: Universidad Nacional Autónoma de México / Instituto de Investigaciones Filológicas, Seminario de Edición Crítica de Textos, 2015.

Fernando Ibarra Cháveza 

a Universidad Nacional Autónoma de México. México. fibarramx@yahoo.it.

Viveros Anaya, Luz América. El surgimiento del espacio autobiográfico en México, . Impresiones y recuerdos (1883), de Federico Gamboa. México: Universidad Nacional Autónoma de México, Instituto de Investigaciones Filológicas, Seminario de Edición Crítica de Textos, 2015.


La autobiografía es el género literario que, más que ningún otro, celebra la individualidad. En Europa, los textos autobiográficos nacieron a finales de la Edad Media, cuando se perdieron las inhibiciones que impedían hablar de uno mismo. Basta recordar los nutridos epistolarios de Francesco Petrarca para constatar esta realidad. Más tarde, vemos que las escrituras del yo se configuraron en textos más orgánicos y así llegamos a Rousseau o a Casanova, quienes escribieron obras autobiográficas con intenciones programáticas bien definidas.

Los textos autobiográficos no formaban parte del canon clásico, por lo que debieron desarrollarse sin poder anclarse a una corriente preceptiva específica y siempre en el límite fronterizo entre el diario, la crónica, el ensayo y más. Luz América Viveros Anaya en El surgimiento del espacio autobiográfico en México. Impresiones y recuerdos (1883), de Federico Gamboa, parte de esta realidad de indefinición genérica para trazar un recorrido doble que, por un lado, estudia el fenómeno de las escrituras del yo desde un punto de vista teórico y, por otro, se sitúa en la historia de la literatura para ofrecer un panorama sobre las prácticas literarias autobiográficas decimonónicas hasta llegar al particular caso de Federico Gamboa.

El primer capítulo, “Los géneros autobiográficos”, define el sustento teórico del análisis literario. Las propuestas de estudio del fenómeno autobiográfico de Philippe Lejeune, Georges May, Anna Caballé, Sylvia Molloy, Laura Scarano, Ángel G. Loureiro, entre otros, son revisadas críticamente con detenimiento para mostrar la dificultad de ofrecer una definición concreta del género, pues, a lo largo del tiempo, los acercamientos a la escritura del yo han variado en relación con las nuevas discusiones, pero, sobre todo, con formas de escritura que anulan cualquier certeza teórica que pretenda encontrar los principios esenciales de la autobiografía. El estudio se detiene en términos que han ido perdiendo su claridad como identidad, autoría, primera persona, verosimilitud, referencialidad, ficcionalidad, verdad, y otros más que complican el estudio del género. ¿El sujeto construye el texto o se construye con el texto? Pregunta difícil si se pretende responder con una afirmación absoluta, pero a la vez, punto de partida fructífero si en la búsqueda de una respuesta se puede indagar más sobre las reflexiones que han llevado a optar por la seguridad operativa de un término como “espacio autobiográfico”.

La autobiografía es, ante todo, una construcción discursiva. Por lo tanto, la autora se detiene en dar cuenta de las diversas finalidades que puede tener, pues para algunos autores referirse a sí mismos ha servido como instrumento retórico para modificar la percepción de una comunidad hacia un “yo” bien connotado. Otros textos de esta naturaleza pueden tener ambiciones literarias, pero queda el problema de distinguir entre una voz en primera persona que es protagonista o testigo de una vida. En este sentido, la autora, más que definiciones categóricas, tiene el acierto de marcar con mucha precisión varios puntos de atención que deben tomarse en cuenta al momento de analizar una obra autobiográfica.

Un rasgo que caracteriza los estudios tradicionales de literatura hispanoamericana del siglo XIX, es la desestimación de lo novedoso y de la experimentación literaria en los textos de aquella centuria; sin embargo, en esta obra se da seguimiento a la práctica autobiográfica en México y Argentina, demostrando que realmente sí hubo una producción literaria fundadora de una tradición, con repercusiones en siglo XX. Si se le presta atención al fenómeno en ambos países se debe a que el caso literario específico que se analiza en El surgimiento del espacio autobiográfico en México... es un texto de Federico Gamboa que vio la luz en dos latitudes lejanas y fue recibido, por ende, con dos entusiasmos diversos, pues mientras en México todavía no se había formado un público lector ávido de textos autobiográficos, en el país del sur el género obtuvo una temprana aceptación.

Se sabe que para entender la historia de un género literario es indispensable atender sus características formales, pero igualmente imprescindible resulta observar las circunstancias que permitieron que dicho género encontrara medios de publicación y lectores interesados en emitir comentarios críticos. “Espacio autobiográfico México-Argentina, siglo XIX”, el segundo capítulo del libro, se concentra justamente en la compleja interacción entre autores, lectores, editores, y críticos, a partir de ejemplos como Apuntes para mis hijos de Benito Juárez o Memorias de mis tiempos de Guillermo Prieto -por citar un par de casos-, textos que hoy por hoy tienen una marcada identidad autobiográfica, pero que merecieron lecturas muy dispares dentro de su historia editorial. Y el problema de la definición del género se complica cuando en la tradición encontramos autobiografías que no fueron escritas por el autor que aparece en portada, como bien señala la autora. En Argentina, en cambio, ya desde el siglo XIX, se notó la disposición para que los autores hablaran de sí, rozando con la novela histórica y la social. En Argentina, la autobiografía rápidamente sirvió como apoyo retórico para incidir en el prestigio del autor, en la verdad de su circunstancia histórica y, obviamente, en la producción de una crítica que, por momentos, también resultó autobiográfica. Aquí, Domingo Faustino Sarmiento y Miguel Cané podrían ser dos ejemplos paradigmáticos de la construcción del espacio autobiográfico.

Federico Gamboa llegó a Argentina en 1891 -en calidad de diplomático- y, en 1893, publicó en ese país su autobiografía. Tomando en cuenta la complejidad editorial imperante en el siglo XIX, Viveros Anaya dedica el tercer capítulo, “Escritura y recepción de Impresiones y recuerdos”, a la exposición de algunas circunstancias culturales que incidieron no sólo en la recepción del texto, sino en el proceso creativo del autor. Para entender lo que ocurrió entre las dos fechas antes mencionadas, es preciso no perder de vista la importancia de las tertulias literarias y la influencia de la prensa para el conocimiento y la aceptación de autores nuevos. No hay que olvidar que Gamboa escribió su autobiografía a los 29 años. Quizá demasiado joven -o no- para que su vida despertara interés en un país extranjero.

En el cuarto capítulo, “Gamboa frente al espejo”, el libro se concentra en la construcción del espacio autobiográfico por la pluma de Federico Gamboa. A lo largo del capítulo se explica que la motivación autobiográfica tuvo antecedentes y se concibió como fruto de un proyecto bien definido donde algunos capítulos son particularmente interesantes dentro de la construcción textual y otros llaman la atención por su calidad literaria. Sobre todo, a la autora le interesa demostrar que, además de la circunstancia histórica que le tocó vivir a Gamboa y su educación literaria, el autor tenía una conciencia muy clara de los alcances del género autobiográfico -especialmente en Argentina- y actuó en consecuencia.

El libro concluye con un apéndice en el que se rescatan cuatro comentarios críticos inmediatos provenientes de periódicos argentinos y dos de periódicos mexicanos, publicados entre junio y septiembre de 1893. Material crítico de gran valor, pues permite tener un acercamiento auténtico a la recepción de un texto en dos contextos culturales muy diferentes.

El surgimiento del espacio autobiográfico en México... es una pieza valiosa que se inserta en la tradición del estudio de la autobiografía en México, género que ha interesado a muchos investigadores y que ha dado pie a múltiples reflexiones teóricas debido a la gran tradición literaria en nuestro país a lo largo ya de dos siglos. Me parece que el libro tiene una utilidad doble: 1) la síntesis crítica y muy bien documentada del estado de la cuestión del género puede tomarse como material de consulta de primera mano para los interesados en el tema de manera profesional y 2) la amplia perspectiva adoptada para el estudio de Impresiones y recuerdos puede servir como modelo metodológico para analizar textos similares. Cabe destacar la exposición clara y progresiva, así como el lenguaje ameno de Viveros Anaya, para enfrentar un problema teórico tan complejo como la autobiografía, pues, además de desenmarañar las discusiones más recientes -sin necesidad de violentos tijeretazos-, el libro aquí reseñado logra demostrar que hay tradiciones literarias decimonónicas que aún falta explorar.

Creative Commons License Este es un artículo publicado en acceso abierto bajo una licencia Creative Commons