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Literatura mexicana

versión On-line ISSN 2448-8216versión impresa ISSN 0188-2546

Lit. mex vol.23 no.2 Ciudad de México nov. 2012

 

Reseñas

 

Guillermo Sheridan. Señales debidas

 

Señales debidas, by Guillermo Sheridan

 

José Eduardo Serrato

 

México: Fondo de Cultura Económica, 2011

 

Instituto de Investigaciones Filológicas, Universidad Nacional Autónoma de México, jesc@unam.mx

 

El volumen Señales debidas reúne diversas señales de vida de poetas mexicanos de la primera mitad del siglo XX. Tenemos que advertir que la edición abre con una pequeña errata que altera la filiación académica del autor, pues en lugar de ubicar al autor en el Instituto de Investigaciones Filológicas, como debe ser, alguien tuvo un lapsus filosófico y dejó asentado, erróneamente, que Guillermo Sheridan es investigador del "Instituto de Investigaciones Filosóficas". Pecata minuta que esperamos que sea corregida en siguientes ediciones. El libro es una revisión de las figuras señeras de la poesía mexicana de la primera mitad del siglo XX. Desde José Juan Tablada, Pedro Henríquez Ureña, Alfonso Reyes, Julio Torri, Salvador Novo, Jorge Cuesta, Gilberto Owen, José Gorostiza, Jaime Torres Bodet hasta una revisión de la edición de la obra completa de Enrique González Rojo. Como es característico en el autor, los ensayos reunidos son inteligentes, provocativos, y bien fundamentados en una ardua investigación documental.

El volumen inicia con un apartado dedicado a hacer una consideración global de la obra de José Juan Tablada. El entrecruzamiento entre la vida y la obra del poeta atisba tanto las envidias y rencores como los muchos logros de la obra de Tablada. El siguiente ensayo es un amplio comentario sobre las simpatías y diferencias entre Pedro Henríquez Ureña y Alfonso Reyes, en el que se subraya el carácter rígido del dominicano "testarudo que censura errores con un rigor maniático" (37) y que Reyes supo capotear con el espíritu conciliatorio que lo caracterizó.

Páginas más adelante encontramos un ensayo sobre la difícil relación que se entabló entre los poetas del exilio español y la intelectualidad mexicana, después de la llegada del Sinaia a Veracruz. De nuevo, Reyes brilló como mediador, pacificador, protector y empleador de ambos bandos. Las batallas fueron de papel y tinta, y se dieron no solo entre los grupos más conservadores y reaccionarios de la Universidad —representados por el maestro Guiza y Acevedo—; también tuvieron sus diferencias Xavier Villaurrutia y Rodolfo Usigli con José Bergamín y compañía. Esta guerra "sucia" desató una serie de ingeniosos insultos en forma de sonetos en donde brilló el talento hispano-mexicano para insultar y difamar. Al final, "contra lo que podría suponerse de tan vidriosa susceptibilidad, luego de tanto tarascazo endecasílabo, el episodio terminó bien para Villaurrutia y Usigli, que se convertirían en buenos amigos de Bergamín y [colaboraron] con él en la editorial Séneca" (111).

El nacimiento, difusión y aceptación de una obra depende de una serie de ardides culturales en los que interviene la lucha por el poder intelectual, como se dio con el liderazgo literario de José Juan Tablada, las prebendas oficiales, y una serie de habilidades en las relaciones públicas que nos revelan las complicadas intrigas "palaciegas" que tienen los círculos literarios. Las secciones más interesantes del libro son las dedicadas a la exégesis e interpretación de la vida y obra tanto de Jorge Cuesta como de Gilberto Owen.

La extensa sección dedicada a la poesía de Owen la habíamos conocido en una edición publicada por el Instituto de Investigaciones Filológicas en el 2008. En estos ensayos se hace un repaso muy valioso de los temas y los nuevos enfoques de la poesía de Owen. Guillermo Sheridan persigue en la obra poética del autor toluqueño los cabos sueltos de su biografía y los une en un rompecabezas filológico para darle sentido a la experiencia estética de uno de los poetas nacionales más complejos de la primera mitad del siglo XX. En este sentido, el libro no solo es un excelente ejercicio de crítica e historia literaria, sino también un significativo aporte a la historia de las ideas y al anecdotario que hay detrás de la mitología íntima que Owen forjó a lo largo de su vida.

La tesis de Sheridan en la que sustenta la interpretación de los poemas de Sindbad el varado es la obsesión de Owen por su origen. El investigador nos informa que con la aparición del acta de nacimiento de Owen en Toluca, "se agrega un tópico crucial a la biografía del poeta: el niño que nació la noche del 4 de febrero de 1905 legalmente no se llama Owen sino Gilberto Estrada. A la luz del documento, aumenta la importancia de la compulsiva referencia de Owen, en verso y en prosa, a las tribulaciones asociadas a la posesión o pérdida del nombre" (138). Parece que el ser hijo natural de un hombre posiblemente nacido en Sinaloa, tal vez irlandés, llevó al poeta a inventar una mitología familiar que es la base de su poética. Es muy revelador el estudio, comentario y explicación del complicado sistema biográfico, literario y simbólico en el que Owen tradujo sus experiencias vitales en hechos estéticos. Así sucede con las referencias ocultas en mitos, metáforas y arquetipos con que el autor de Sindbad el varado representó y sublimó la relación homosexual que mantuvo en su juventud con Xavier Villaurrutia. El poeta no razona con conceptos, razona con metáforas que construye con un entramado de lecturas íntimas que el crítico rastrea con cuidado y sabiduría. Así como Joyce transformó un día de la vida del dublinés Leopold Bloom —para ser exactos, el 16 de junio de 1904—, en una metáfora de la Odisea y cada hora en un complejo cifrado de símbolos e imágenes, así Gilberto Owen tradujo su biografía en un mito, el de Sindbad, el Ulises de la mitología islámica. Sheridan no olvida que cada autor inventa su genealogía y con este espíritu realiza una paciente reconstrucción de los imaginarios owenianos. Inicia con la figura del padre irlandés que a veces será el rubio Búfalo Bill ("los salmos, la azada, el caer de la tierra / en el sepulcro del largo frío rubio / que era idéntico a Búfalo Bill / pero más dueño de mis sueños" (162), y en otras el gambusino del mítico pueblo minero El Rosario, Sinaloa. Las deducciones que el crítico realiza establecen un diálogo continuo entre las huellas de las lecturas dejadas en la poesía y el rastro de algún pasaje biográfico. Así, por ejemplo, encontramos la veta literaria de El Rosario en una rarísima novela futurista de Jules Verne que Guillermo Sheridan develó con erudición. La fama de El Rosario de ser una tierra rica en oro y plata llegó a oídos del francés, quien eligió esa ciudad minera como escenario de L'Eternel Adam (1910). En un futuro muy lejano, donde el orden mundial ha cambiado radicalmente, un miembro de la raza Andart'-Iten-Schu descifra un remoto documento fechado en el año "2..." y que fue escrito por los ocho sobrevivientes del cataclismo que cambió la faz de la tierra. En dicho documento se relata que luego del diluvio, los sobrevivientes vagaron largamente por el mar hasta que fueron rescatados por una embarcación inglesa que hacía la ruta Melbourne-El Rosario. El empresario minero sobreviviente que se había asentado en la costa del Pacífico mexicano fue testigo de la destrucción "¡Las montañas habían desaparecido, México había sido tragado; en su lugar, un desierto infinito, el desierto árido del mar!" (36). Al final, nos enteramos que los ocho sobrevivientes "habrán de engendrar la raza futura a la que pertenecerá Sofr-Aï-Sr" (37).

Por otro lado, el enigma de la referencia del viejo del mar se explica entrecruzando el relato de Las mil y una noches con el pasaje de un manual de Alcohólicos Anónimos en donde se compara el alcoholismo con el viejo que esclaviza a Sindbad en el quinto viaje del marino. Si la Wikipedia no nos miente, en este viaje Sindbad "fue esclavizado por el viejo del mar que cabalga sobre sus hombros con las piernas torcidas y no lo deja escapar, cabalgándolo de día y de noche de modo que Sindbad vería con agrado morir". Así, con esta imagen, el manual de AA describe el alcoholismo y esa imagen la transporta Owen a su poesía de la siguiente manera: "Alcohol, albur ganado, canto de cisne al azar. / Sólo su paz redime del Anciano del Mar / y de su erudita tortura. / Alcohol, ancla segura y abolición de la aventura" (156). Sheridan concluye: "No dudo que Owen haya leído ese folleto y ya hemos visto antes su tendencia a incorporar a su poesía motivos populares de la cultura norteamericana de su momento. El "Anciano del Mar" se convierte en símbolo de la sabiduría delirante del alcohol, en un fardo tan inevitable como insoportable y en la profecía cumplida de haber heredado el vicio del padre" (157).

Otro arquetipo que encuentra Sheridan en la genealogía de Gilberto Owen tiene que ver con Orfeo y el orfismo como expresión del amor homosexual. El investigador nos recuerda que en el mito de Orfeo, después de la muerte de Eurídice, el héroe repudia a las mujeres y busca el amor perfecto en los jovencitos que encuentra en los caminos. La nueva pasión del divino músico desata la ira de las mujeres quienes llaman a las ménades para que castiguen a Orfeo, quien después de una batalla de música y ruidos furiosos es derrotado, asesinado y desmembrado. La abandonada cabeza seguirá profiriendo enigmas proféticos.

En un comentario al epistolario de José Gorostiza, Sheridan resume el propósito del trabajo de archivo y de su libro que reseñamos: "Las cartas entre escritores aportan una perspectiva singular para acceder al espíritu de los escritores y, por lo mismo, para fortalecer el carácter de una literatura. Si en el tapiz de una literatura las obras tejen la trama de la historia, los diarios, correspondencias y otras escrituras 'privadas' tejen la urdimbre de las biografías" (212). Este volumen tiene de fondo un gran trabajo de archivo y un vasto conocimiento de los recursos poéticos de los Contemporáneos. En el apartado dedicado a la correspondencia de José Gorostiza encontramos un comentario que bien podría ser el legado de dicha generación a la cultura mexicana contemporánea: "nuestro vasallaje [a los Contemporáneos] debe arraigar en la comprensión de que la obra de ese grupo levanta una imagen verdadera de su tiempo y, a la vez, que esa verdad debe buena parte de su importancia al hecho de que se negaron a vivir ese tiempo bajo las condiciones impuestas desde el poder o la buena conciencia" (215).

Las lecciones que encontramos en Señales debidas son muchas y sustanciosas. El volumen es un excelente ejemplo del ejercicio y de los recursos de la crítica literaria, en el que encontramos desde la invocación a los grandes maestros del simbolismo sagrado como René Guénon hasta las relaciones ocultas entre la metáfora y la iconografía (véase el comentario al grabado de Durero "La muerte de Orfeo": 179); además de lo que implica el rastrear fuentes y cómo relacionarlas con el todo del significado profundo del poema y la biografía del autor. Es un buen ejemplo de las armas de las que se debe pertrechar el buen crítico literario.

 

INFORMACIÓN SOBRE EL AUTOR

José Eduardo Serrato: Es doctor en Letras Latinoamericanas por la Universidad Nacional Autónoma de México. Es investigador del Centro de Estudios Literarios de la misma universidad y profesor del posgrado de la Facultad de Filosofía y Letras. Ha publicado los libros: Sueños de la razón. Poética y profética de Luis Cardoza y Aragón (UNAM, 2006), Luis Cardoza y Aragón. Crónicas cinematográficas (1935-1936). Es secretario de redacción de la revista Literatura Mexicana. Desde el 2003 es miembro del Sistema Nacional de Investigadores.

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