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Literatura mexicana

versión On-line ISSN 2448-8216versión impresa ISSN 0188-2546

Lit. mex vol.23 no.2 Ciudad de México nov. 2012

 

Reseñas

 

Dolores E. Rangel, Artemio del Valle-Arizpe y su visión del México colonial

 

Artemio del Valle-Arizpe y su visión del México colonial, by Dolores E. Rangel

 

Luis Juan Carlos Argüelles Lona

 

Newark, Delaware: Juan de la Cuesta, 2011

 

Facultad de Filosofía y Letras, UNAM arguelles_66@yahoo.com.mx

 

Este libro resulta interesante porque aborda la obra de Artemio del Valle-Arizpe (1888-1961) poniendo especial énfasis en el barroco donde está inscrito: "al redescubrir el barroco como manifestación predominante de los siglos de la Colonia, lo identifica como un arte con características nacionales propias... búsqueda de identidad... afirmación del mestizaje" (235). Siguiendo a Jorge Alberto Manrique y Manuel Toussaint, dos grandes investigadores del periodo, Dolores E. Rangel nos transmite al Valle-Arizpe que logró recuperar el barroco, "dilatado terreno digno de estudiar y necesario de difundir", con su tono ingenuo y romanticón, reflexivo, irónico, grotesco, de crítica amable, con risa. Su obra desmitifica un periodo histórico y cultural que en alguna época fue estigmatizado como aburrido y solemne, pero hoy en día se revalora en la medida que el neobarroco está de vuelta.

También resulta interesante mencionar que el libro ha sido publicado por la editorial norteamericana Juan de la Cuesta, especializada en estudios hispánicos —documentación cervantina, estudios lingüísticos, ediciones críticas, estudios de literatura latinoamericana, etcétera—, en una comunidad como la estadounidense donde el español no siempre goza del reconocimiento unánime, de ahí la necesidad de valorar su encomiable labor de difusión y de apoyo a la educación. Me parece que este aspecto aporta una frescura a su estudio y aleja a la investigadora de ambientes viciados o prejuiciados. Fundada en 1978, inspirada en la mítica editorial madrileña del mismo nombre, que en 1605 y 1615 publicó la obra maestra de Cervantes: El Quijote, Juan de la Cuesta cuenta con un catálogo sólido que sería importante visitar, ya que como sabemos no abundan las iniciativas en este sentido.

En ese contexto Artemio del Valle-Arizpe y su visión del México colonial es, sin duda, un volumen monográfico que se agradece en dos sentidos; por una parte resume y concentra la información sobre Artemio del Valle-Arizpe, no siempre disponible o mal interpretada en nuestros días; por el otro, Dolores E. Rangel traza un mapa con coordenadas muy específicas que permiten difundir con toda claridad la cartografía de la obra de Valle-Arizpe, amplia, compleja, pero que tiende a ser olvidada; de ahí la importancia de esta recapitulación, si no extensiva de las más de cincuenta obras que componen el corpus, sí de la parte medular que parece ser la más trascendente. Y lo hace desde una perspectiva moderna que reconcilia la relación entre ficción e historia, que en el pasado parecían polarizadas, antagónicas. Para la autora "este estudio se centra principalmente en recuperar la visión histórica que da Valle-Arizpe de México en la época de la Colonia, a través de una selección de su obra que abarque los géneros de novela, leyenda e historia" (11-12). Rangel reorganiza el conjunto de sus obras y las explica de acuerdo con los objetivos o pretensiones del autor en cada momento: "Esta visión está compuesta por un mosaico de elementos que oscilan entre el idealismo y el realismo y que condensan aspectos de índole popular y erudita al mismo tiempo" (12). Así intenta, me parece con éxito, explicar el uso de la historia como ficción en un grupo de novelas caracterizadas por una composición narrativa donde lo grotesco y lo sublime, la sátira, la ironía y el humor son elementos para una reconstrucción moralizante, ya que la visión histórica está cargada del código cultural que el autor quiere hacer evidente. En este primer grupo de novelas se ubican: Deleite para indiscretos (1951), La movible inquietud (1945), Cosas tenedes (1922), Doña Leonor de Cáceres y Acevedo (1922) y El Canillitas (1941).

En un segundo momento, Rangel explora las novelas donde la realidad histórica se aborda como leyenda, es decir, entre la ficción y la historia, pero tocando lo que hoy conocemos como la microhistoria, que da por resultado la invención de lo que podríamos definir como un género: la "leyenda artemiana", ahí se ubican las siguientes obras: Del tiempo pasado (1932), Historias de vivos y de muertos (1936), Inquisición y crímenes (1952), y Andanzas de Hernán Cortés (1940). Siguiendo a Rõhrich, Rangel describe en las leyendas de Valle-Arizpe la dicotomía entre realidad e irrealidad, fiel al sentido trágico y pesimista, que terminan en una fatalidad, un castigo o la muerte. Pero nuestro autor gusta de contraponer lo trágico y pesimista con lo cómico y el humor. Se nos presenta el juego entre el bien y el mal, como un aspecto ético y didáctico. La naturaleza humana es un mundo de fuerzas antagónicas: pasiones, ambiciones, debilidades, cobardías, traiciones, abusos, violencia y crimen. Pero no siempre se premia al bien y se castiga al mal. La época colonial es un momento de sincretismo que consigna los traumas de hombres y mujeres, los sufrimientos, las creencias, la superstición y la religión, la atracción por la muerte, el sexo y el crimen, la injusta justicia, la intriga política, los milagros y la comida.

Finalmente se estudian las obras históricas propiamente dichas, o valga decir, donde el objetivo de Valle-Arizpe es abordar a personajes y lugares para dejar constancia formal y duradera; por ejemplo: Fray Servando (1951), La Güera Rodríguez (1949) la Historia de la ciudad de México según los relatos de sus cronistas (1939), o también de las travesías Por la vieja calzada de Tlacopan (1937).

Dolores E. Rangel se detiene a explicar los orígenes del colonialismo y su resurgimiento, determina la especificidad de dicho colonialismo en Valle-Arizpe y sus asideros en la novela histórica y en la historia misma como disciplina humanística. El primer capítulo está dedicado a ubicar la novela colonialista en el entorno de otros movimientos literarios con los que convive: la novela de la Revolución, el estridentísimo, la novela lírica de los Contemporáneos, etcétera. Pero además aprovecha para describir a esa generación variopinta de intereses disímbolos y hasta estrafalarios que oscilaban entre tendencias vanguardistas enfrentadas, o quizá en diálogo, con la recuperación del artificio gongorino o quevediano; época prodigiosa en México en la que cabe lo mismo la obra de Valle-Arizpe que la de Arqueles Vela o Mariano Azuela por citar tres posibles instancias equidistantes. Heredero del barroco, Valle-Arizpe exploró una gama de posibilidades del lenguaje para rehacerlo a su manera, inventando formas de hablar, recreación de lugares y de historias. Se resalta el oficio para evocar al extremo los detalles más ínfimos, las descripciones detalladas y la sensualidad en este ejercicio de expresión. Para Rangel, la importancia de las aportaciones de Valle-Arizpe radica en que logró dignificar la noción de lo colonial al enmarcarlo en la semántica de lo nacional mexicano.

Rangel utiliza para el estudio de los aspectos históricos dentro de la literatura las aportaciones del nuevo historicismo, en particular las de Stephen Greenblatt y Hayden White, para quienes los planos de la historia, la ficción y la cultura se encuentran tan íntimamente relacionados, que el aspecto histórico es utilizado como una vía de acceso para mostrar el lado verosímil de la ficción de Valle-Arizpe, así como el lado ficticio de su historia. Es decir, que elabora una versión personal de la Colonia que incluye aspectos culturales y una visión estética válida. Ya que para White tanto el historiador como el literato son creadores en mayor o menor medida, y la narración histórica funciona como una metáfora extendida, ya que no reproduce los eventos que describe, sino que sugiere en qué dirección pensar acerca de los mismos, evocando como lo hacen las metáforas.

Si bien Emmanuel Carballo lo definió como el "escritor isla" porque estaba rodeado de jóvenes escritores que no coincidían con sus temas y su estilo, en realidad Artemio del Valle-Arizpe tuvo una vida intelectual pública muy activa, escribió en periódicos de la ciudad de México; además desempeñó cargos diplomáticos y estuvo fuera del país por ocho años en los que conoció España, Italia, Francia, Alemania e Inglaterra. En 1924 se le nombró individuo correspondiente de la Academia Mexicana de la Lengua y en 1933 dio su discurso de ingreso. A partir de 1942 se le nombra cronista de la ciudad de México, cargo que desempeñó hasta su muerte. Fue un autor de éxito editorial poco frecuente en la época, ya que de algunos de sus libros se llegaron a hacer hasta cinco ediciones en vida del autor.

 

INFORMACIÓN SOBRE EL AUTOR

Luis Juan Carlos Argüelles Lona: Licenciado en Ciencias de la Comunicación y Periodismo por la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la UNAM; como segunda carrera estudió la Licenciatura en Letras y Literaturas Hispánicas en la Facultad de Filosofía y Letras de la misma universidad; en ambas se tituló con mención honorífica. Actualmente estudia la Maestría en Letras Mexicanas y su tema de investigación se centra en la obra de Mariano Azuela. Ha colaborado en los portales web de La novela corta: una biblioteca virtual, y en el de Amado Nervo: lectura de una obra en el tiempo, del Centro de Estudios Literarios del Instituto de Investigaciones Filológias, UNAM. Además se ha desempeñado como editor en las editoriales Vuelta y Alianza Editorial.

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