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Literatura mexicana

versão On-line ISSN 2448-8216versão impressa ISSN 0188-2546

Lit. mex vol.23 no.1 Ciudad de México Ago. 2012

 

Estudios y notas

 

Andrés Cavo Franco. Hacia la biografía de un humanista

 

Andrés Cavo Franco. Towards a humanist's biography

 

Sergio López Mena

 

Instituto de Investigaciones Filológicas, Universidad Nacional Autónoma de México sergio_lopez_mena@yahoo.com.mx

 

Resumen

El jesuita tapatío Andrés Cavo (1739-1803) estuvo en la misión de la Santísima Trinidad, en Nayarit. A fines de 1767 partió al exilio. Escribió una biografía de José Julián Parreño, su maestro, compañero y amigo. Junto con Parreño, renunció a la orden de los jesuitas en 1769. Fracasó en su intento de obtener permiso para regresar a la Nueva España. Escribió en Roma Mexici historia, obra que él mismo tradujo al español, con el título Historia civil y política de México. No la vio publicada, ni en la lengua original ni en la traducción. Han editado la versión española Carlos María de Bustamante (1836-1838) y Ernesto José Burrus (1949).

Palabras clave: jesuitas, Andrés Cavo, Mexici historia.

 

Abstract

Jesuit Andrés Cavo (1739-1803) was part of the Mission of la Santísima Trinidad in Nayarit. In late 1767 he left into exile. He wrote a biography of José Julián Parreño, his mentor, partner and friend. Following Parreño, he quit the Jesuit Order in 1769. He failed in an attempt to gain a permission to go back to the New Spain. He wrote Mexici historia in Rome, a work he translated to Spanish himself, under the title of Historia civil y política de México. He didn't see it published, neither in the original language nor translated. The Spanish version has been edited by Carlos María de Bustamante (1836-1838) and Ernesto José Burrus (1949).

Keywords: jesuits, Andrés Cavo, Mexici historia.

 

Andrés Cavo Franco nació en Guadalajara, capital del hoy estado de Jalisco, en México, a principios de 1739.1 Casi nada sabemos de su familia. Solo que tuvo un hermano, Lorenzo José, tres años mayor, nacido también en Guadalajara, el 10 de agosto de 1735 (Zelis: 242), que sería asimismo jesuita.2

En la capital de la Nueva Galicia, los jesuitas tenían amplio reconocimiento de la sociedad, conformada por criollos, mestizos, indios y mulatos. Desde su llegada a ese lugar, en abril de 1586, se habían dedicado a la evangelización del norte y del noroeste del territorio novohispano, tomando Guadalajara como punto de partida para las misiones. Además, el mismo año de su arribo habían fundado allí un colegio, que en 1591 recibió el nombre de Colegio de Santo Tomás de Aquino. En él se otorgaban, desde 1696, grados académicos. En los últimos años del siglo XVII, los jesuitas contaban con una casa en la que vivían como internos los estudiantes provenientes de sitios lejanos, el Seminario de San Juan Bautista. El sostenimiento de la orden dependía de donaciones y de las haciendas y ranchos de que eran propietarios, como la hacienda del Cuatro, situada cerca del pueblo indígena de Toluquilla (Palomera: 5-122).

Andrés Cavo estudió en el Colegio de Santo Tomás de Aquino de su ciudad natal. Estuvo en dicho colegio hasta la obtención del grado de bachiller en filosofía. Inició los estudios del sacerdocio el 14 de enero de 1758, en el seminario de Tepotzotlán, donde los estudiantes de la orden de los jesuitas cursaban el noviciado. Se ha visto esa fecha como la que marca su ingreso a la orden de San Ignacio de Loyola (Beristáin, I: 325; Zelis: 242). Su hermano lo había hecho casi seis años antes, el 29 de mayo de 1752 (242). Como estudiante de teología, posiblemente asistió al Colegio Máximo de San Pedro y San Pablo y vivió en el Colegio Seminario de San Ildefonso, de la ciudad de México.

No sabemos cuándo se ordenó sacerdote. Lo era ya en 1764, año en que lo encontramos como maestro en el Seminario de San Ignacio, de Puebla, y en el Colegio de San Jerónimo, de esa ciudad. Ese mismo año se le envió a la misión de la Santísima Trinidad, que estaba en el pueblo de la Mesa del Tonatí, en la provincia de Nayarit. También a las tierras nayaritas fue destinado, quizás con anterioridad o en ese tiempo, su hermano Lorenzo, quien se hizo cargo de la misión de Jesús, María y José.

Los jesuitas habían iniciado la labor misionera en la región nayarita en 1722, una vez sometidos los coras en una guerra que duró tres años, de 1719 a 1722. En ese lugar fundaron siete misiones: la Santísima Trinidad, Santa Teresa de Jesús, San Juan Peyotán —conocida también como Santa Rita—, Jesús, María y José, San Ignacio de Guainamota, San Pedro Iscatlán y Nuestra Señora del Rosario.

En la misión de la Santísima Trinidad, el padre Andrés Cavo atendía entre cuatrocientos y quinientos indios, según se desprende del informe dado al obispo de Guadalajara por José Antonio Bugarín en 1769. Además, en el pueblo de la Mesa del Tonatí, donde estaba la misión, había un presidio, con noventa y cuatro "soldados y gente de razón" (Bugarín: 57).

Andrés Cavo y los otros seis jesuitas que misionaban en la provincia de Nayarit fueron informados de la expulsión ordenada por Carlos III el 27 de febrero de 1767 varios meses después de que el decreto se comunicó a los residentes en la capital de la Nueva España —25 de junio de 1767—.3 Quizás eso sucedió a fines de octubre. Emprendieron la salida de Nayarit el primer día de noviembre. Llegaron a Jalapa en los primeros días del último mes del año. De ahí se trasladaron al puerto de Veracruz, dando alcance en dicho lugar a un grupo de compañeros, entre los que se encontraba el padre José Julián Parreño Espinosa, que al momento de la lectura del decreto de expulsión dirigía el Seminario de San Ildefonso. Parreño, nacido en La Habana, Cuba, era uno de los intelectuales más destacados en la capital novohispana.4

Acerca de la salida del padre José Julián Parreño de la ciudad de México, escribió Andrés Cavo lo siguiente:

En diciembre, ya muy de noche, se le ordenó salir de México, con los compañeros. Marchando por el camino real se detuvo en Jalapa, donde estuvo tres días con fiebre. Al encontrarse algo mejor fue llevado a Veracruz para tomar un barco. En esta ciudad estaba desfallecido bien por el clima pesado, bien con más probabilidad por el dolor de la desgracia. En esos días llegamos nosotros hasta él procedentes de la selva de las Indias y desde entonces siempre vivimos juntos en el exilio, sin separarnos nunca hasta su muerte (2007: 100-101).

Cuando Andrés Cavo escribe "llegamos nosotros", debe interpretarse que se refiere a él y a quienes lo acompañaban, pero cuando indica que vivieron juntos en el exilio "—sin separarnos nunca hasta su muerte"—, solo puede referirse a Parreño y a él.

En Veracruz, surgió una gran amistad entre Andrés Cavo y José Julián Parreño, amistad que solo terminaría con la muerte del jesuita cubano, que era diez años mayor. Ma. Dolores González-Ripoll afirma que Andrés Cavo y José Julián Parreño "se encontraron por primera vez" en esa ocasión, en el puerto de Veracruz (Cavo 2007: 57),5 pero cabe la posibilidad de que se hubieran conocido en la ciudad de México. Como la misma autora señala, cuando Cavo recuerda en su Historia de México las dotes que Parreño poseía para la oratoria y para la instrucción, escribe, a propósito de la epidemia de matlazáhuatl que en 1763 diezmó a los indígenas:

Ésta fue la causa porque fueron víctimas de su caridad los padres Lorenzo Sanabria, Juan de Alva, [...] a más de otros que estuvieron en peligro sus vidas. Parecía el cielo de bronce, y las plegarias que se hacían no tenían efecto. Últimamente, se determinó hacer un solemne novenario a Dios por intercesión de su Madre; [...] El último día, que tocó a los jesuitas, predicó el mejor orador de la Nueva España, padre José Julián Parreño, a quien nombro por dejar a la posteridad un testimonio de mi agradecimiento, debiendo a su instrucción el tal cual buen gusto de las letras (1949: 455; 2007: 51; las cursivas son mías).

Se podría inferir que la instrucción humanística recibida por Andrés Cavo de parte de José Julián Parreño databa del tiempo en que era estudiante de la carrera sacerdotal en la ciudad de México. Cavo menciona las dotes personales de Parreño como orador. Dice:

Su voz potente y clara, unida a una excelente pronunciación, su rostro apropiado, su prestancia viril y su edad en plenitud de facultades le ayudaban admirablemente, y tenía tal aplomo en su discurso, que quienes lo oían estaban todo lo afectados que pretendía José. Y verdaderamente estaba tan dotado con todas las cualidades propias del orador, que parecía tener un don natural para la oratoria (2007: 95).6

Ahora bien, esa inferencia se opone al sentido que parece tener una frase de Andrés Cavo escrita en su biografía de José Julián Parreño, al referirse al momento en que los jesuitas de las misiones de Nayarit alcanzaron a este en el puerto de Veracruz. Cavo escribe Illis diebus e barbaris Indis nosprimum adeumpervenimus, es decir; 'En esos días, de las Indias bárbaras, por primera vez, a él llegamos'. La palabra primum está aquí como adverbio, y su significado es 'primeramente' o 'por primera vez'. No la tradujo Florentino Fernández, quien realizó para Ma. Dolores González-Ripoll el trabajo de traducción de la biografía de José Julián Parreño escrita por Andrés Cavo (2007: 13, 100-101 y 132).7

El grupo de jesuitas en el que iban los hermanos Cavo Franco y el padre José Julián Parreño, en la fragata Nuestra Señora del Buen Suceso, al mando de Florencio de la Torre, salió del puerto de Veracruz el 27 de enero de 1768. Llegaron a La Habana casi un mes después, el 24 de febrero. Allí se había habilitado un sitio de depósito de los jesuitas desterrados que hacían escala en la isla, el cual se hallaba en el barrio de Regla, "al otro lado de la bahía", en un edificio que era propiedad del marqués de la Real Proclamación. A ese lugar ingresaron Parreño y sus acompañantes el 27 de febrero, y en él estuvieron durante un mes, incomunicados con el exterior (Cavo 2007: 58-62).

El 2 de abril, Parreño y sus compañeros, en total 48 jesuitas, fueron embarcados con rumbo a Cádiz, en la misma fragata que los había llevado de Veracruz. Arribaron a ese puerto el 13 de junio de 1768. Se les trasladó al Puerto de Santa María. En dicho lugar, como lo habían hecho otros jesuitas, José Julián Parreño y Andrés Cavo abandonaron la orden de San Ignacio de Loyola, creyendo en la promesa de las autoridades de que así conseguirían el regreso a su tierra. Esto sucedió el 27 de mayo de 1769 (2007: 67). En calidad de sacerdotes seculares, de acuerdo con el punto de vista de la autoridad civil, continuaron el viaje a Roma, con el fin de obtener las licencias correspondientes de la autoridad eclesiástica y del superior de su orden, empeño en el que fracasaron. Llegaron primero a la región de Liguria, en el noroeste de Italia. De ahí fueron trasladados al puerto de Civitavecchia, y luego a Roma.

En Italia, José Julián Parreño y Andrés Cavo se dedicaron a leer y a escribir. Entre otras ocupaciones intelectuales, Parreño redactó comentarios al libro De los lugares teológicos, del dominico español Melchor Cano,8 labor efectuada por él durante más de una década. Al parecer, Andrés Cavo escribió acerca de las misiones de Nayarit y sobre la obra de Antonio de León y Gama (2007: 73).9

José Julián Parreño falleció el primer día de noviembre de 1785 en el monasterio de Vallombrosa, cerca de Ariccia, sitio al que, junto con Andrés Cavo, había ido en busca de un lugar favorable a su salud (2007: 84). A instancias del padre Valentín García Narro, de quien escribe Cavo: "¿a quién estimó más que ti nuestro José?, ¿quién fue más amable contigo que él?" (2007: 89), el jesuita tapatío escribió la biografía de su amigo y maestro cubano, en latín, y la publicó en 1792, en la imprenta Salomoniana, de Roma. El título original de esa obra es De vita Josephi Juliani Parrenni, Havanensis, ab Andrea Cavo, sacerdote Guadalaxarensi mexicano.10 La biografía de José Julián Parreño escrita por Andrés Cavo tardó más de dos siglos en ser traducida al español. Efectuó esa tarea Florentino Fernández, a petición de Ma. Dolores González-Ripoll, quien, apoyada por el Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), la editó en 2007 con el título Vida de José Julián Parreño, un jesuita habanero (Cavo 2007: 87-115). La edición de González-Ripoll incluye entre sus apéndices el texto latino de la biografía de Parreño, un memorial dirigido al rey de España en 1775 por José Julián Parreño, Joaquín Castellano y Andrés Cavo11 y un poema en latín de la autoría del jesuita habanense, traducido y anotado por Florentino Fernández.

Tras la muerte de José Julián Parreño, Andrés Cavo residió en Roma, desde donde propuso al Ayuntamiento de la capital novohispana escribir una historia de México. La propuesta fue acogida con interés por parte del Ayuntamiento, que comisionó al regidor Antonio Rodríguez de Velasco para que le enviara la información histórica que contenían los libros capitulares de la ciudad. Apoyaron al regidor Rodríguez en esa tarea Antonio de León y Gama y el padre José Antonio Pichardo. Cavo dio inicio a la redacción de su historia hacia 1790. La escribió en latín y la tituló Mexici historia. Luego la tradujo al español, titulándola Historia civil y política de México. Si bien parece que la concluyó a fines del siglo XVIII, todavía en 1803 le hacía correcciones, señalando que le había llevado más de doce años. Es una obra que pone énfasis en los acontecimientos de la capital novohispana, ordenados cronológicamente, y comprende de 1521 a 1766.

A fines del siglo XVIII, Andrés y Lorenzo Cavo viajaron a España, con interés en conseguir su repatriación. De los dos, únicamente Lorenzo logró su propósito, como lo hicieron otros jesuitas, entre ellos Juan Luis Maneiro. Afirma el historiador español Modesto Lafuente, en un párrafo de su Historia general de España transcrito por el jalisciense Agustín Rivera,12 que quien propició apoyo a los jesuitas en el reinado de Carlos IV fue el ministro Manuel Godoy (Rivera: 85-86).13 A su regreso al territorio novohispano, si bien recibieron una acogida cordial de la mayoría, por una contraorden de la Corona, los jesuitas fueron vigilados y aun aprehendidos con el fin de enviarlos nuevamente al destierro. Finalmente se les permitió vivir en libertad (Maneiro: 15-23). Lorenzo se trasladó a Guadalajara, donde fallecería en los primeros meses de 1803(Cavo 1949: 13).

Andrés Cavo se vio en la obligación de regresar a Roma, quizás debido a que las autoridades civiles no lo consideraban miembro de la orden de San Ignacio de Loyola, por haber renunciado a ella. Al no permitírsele el retorno a México, dice el ensayista mexicano e historiador de las letras novohispanas José Joaquín Blanco, "se quedó sin orden y sin nación", y es su caso "tal vez el más triste" de los jesuitas o ex jesuitas en el exilio (179). Murió el 23 de octubre de 1803.

El Ayuntamiento dejó de interesarse en el libro de Andrés Cavo, por razones que no han sido aclaradas. Burrus cree que fue debido a las condiciones políticas que se vivían en 1803, sin precisar al respecto. Escribe:

El Padre Cavo envió el manuscrito de la historia a su amigo íntimo, el Padre Pichardo, [... ] para que lo pasara al Ayuntamiento de la Ciudad de México. A causa de las condiciones inciertas no se imprimió inmediatamente. Se quedó inédito (Cavo 1949: 20).

Quizá lo que Cavo envió al padre Pichardo fue una copia o traslado, pues el 31 de agosto de 1803 le decía:

No me detiene otra cosa para hacer trasladar la historia de esa ciudad y enviársela a Vuestra Reverencia que las noticias que le tengo pedidas, que si éstas llegan, con las del señor Regidor don Antonio Rodríguez de Velasco y lo acuñado en casa de moneda, al punto todo se executará (1949: 17).14

Al referirse al manuscrito de la Historia civil y política de México, Beristáin señaló: "Parece que existe en Cádiz en la casa de la Sra. Marquesa de las Torres" (I: 325). Señala Marcos Arróniz que Carlos María de Bustamante encontró una copia de la Historia civil y política de México en la biblioteca del obispo Joaquín Madrid y se dio a la tarea de publicarla (119).15 Bustamante le agregó una continuación y la tituló Los tres siglos de México bajo el gobierno español, hasta la entrada del Ejército Trigarante. La edición data de 1836-1838.16

Existen en la Universidad de Texas varios manuscritos de Andrés Cavo, entre ellos el texto latino (Mexici Historia) y la traducción al castellano (Historia civil y política de México) de su obra sobre el virreinato. Refiriéndose al manuscrito en castellano, Mariano Cuevas afirma que llegó ahí por venta que a esa institución hicieron los señores García Helguero. Cuevas dice que el texto en castellano es "el manuscrito original del P. Andrés Cavo" (Cavo 1949: 7). En 1949, Burrus editó la transcripción del manuscrito de la Historia civil y política de México que se encuentra en esa universidad, con el título Historia de México.17 El texto latino se conserva inédito.

 

Bibliografía

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Notas

1 Existen discrepancias acerca de la fecha exacta de su nacimiento. José Mariano Beristáin de Souza (I: 325) y José Bernardo Couto (Alamán et al., II: 287) indican que fue el 21 de enero. Rafael de Zelis (242) y José Mariano Dávila y Arrillaga (II: 124) señalan que ocurrió el 13 de febrero.

2 Agradezco al doctor Roberto Heredia Correa el haberme proporcionado una copia de la ponencia que en 2002 presentó en el XV Encuentro de Investigadores del Pensamiento Novohispano, titulada "Andrés Cavo. Semblanza biográfica".

3 Los jesuitas que estaban en la provincia de Nayarit eran Antonio Polo (Misión de San Juan Peyotán o Santa Rita), Bartolomé Wolff (Misión de Santa Teresa de Jesús), Ignacio Gómez (Misión de San Pedro Iscatlán), Lorenzo Cavo (Misión de Jesús, María y José), Andrés Cavo (Misión de la Santísima Trinidad), Pedro Oliveros (Misión de San Ignacio de Guainamota) e Ignacio Zamorano (Misión de Nuestra Señora del Rosario) (Dávila y Arrillaga, II: 349).

4 José Julián Parreño (1728-1785) ingresó en 1743 al noviciado de Tepotzotlán. Estuvo en el Colegio del Espíritu Santo, de Puebla. A partir de 1750 cursó los estudios de teología en el Colegio de San Pedro y San Pablo, de la ciudad de México. Recibió las órdenes sacerdotales en 1752. Desempeñó la prefectura de estudios del Seminario de San Ildefonso e impartió clases de retórica y de filosofía en el Colegio de San Pedro y San Pablo. En 1764 fue nombrado rector del Seminario de San Ildefonso (Cavo 2007: 42-52). Esteban J. Palomera lo incluye entre los modernizadores de la enseñanza de la filosofía en la Nueva España, al lado de Campoy, Clavijero, Ceballos, Abad, Landívar, Cavo y Maneiro (110).

5 La idea de que Cavo y Parreño se relacionaron de manera especial en Veracruz está ya en Bernardo Couto, quien dice: "Bajando por Veracruz para embarcarse en fines de aquel año o principios del siguiente, trabó particular amistad con el P. José Julián Parreño, habanero, rector que había sido del colegio de San Ildefonso en México, y una de las personas que más autoridad gozaban en la provincia mexicana" (Alamán et al., II: 287). Marcos Arróniz, quien en su biografía de Andrés Cavo sigue a Bernardo Couto, escribe: "Se embarcó en Veracruz obligado por aquella providencia, y entonces se relacionó con el P. José Julián Parreño, habanero, rector que había sido del colegio de San Ildefonso de Méjico" (Arróniz: 119).

6 Escribe Ernesto José Burrus: "Es sabido que Parreño había sido el maestro de Andrés" (Cavo 1949: 10). Dice González-Ripoll: "Aunque algunas fuentes señalan que Parreño fue su maestro y que, por tanto, se conocían con anterioridad a la expulsión, no he hallado en sus respectivas biografías el momento y lugar en que ambos pudieron haber coincidido" (Cavo 2007: 18).

7 Burrus traduce Illis diebus e barbaris Indis nos primum ad eum pervenimus, atque ex eo tempore semper cum eo in exilio viximus, nec unquam ab ipso, nisi post mortem, divulsi sumus en la siguiente forma: "Llegamos de la misión y vivimos con Parreño hasta que la muerte nos separó" (Cavo 1949: 11-12). Ma. Dolores González-Ripoll proporciona escasa información acerca de Florentino Fernández. En un texto que figura en el inicio del estudio introductorio a la biografía de Parreño escrita por Cavo, expresa su agradecimiento, entre otras personas, "A Florentino Fernández, traductor del texto latino, por la eficacia y vitalidad que otorga a su quehacer" (2007: 13). Un error del traductor fue confundir en el texto de Andrés Cavo Tepotzotlán con Tepoztlán (Cavo escribe Tepotzotlanum). La primera es una población del estado de México; la segunda, una ciudad del estado de Morelos. El mismo error aparece en el estudio introductorio del libro.

8 Melchor Cano (1509-1560), discípulo de Francisco de Vitoria, escribió Relectio de Sacramentis in genere (1550), Relectio de Poenitentia (1550) y De locis theologicis (1563). Esta última fue su obra más difundida. Habla en ella de los fundamentos o autoridades de la teología, como la Sagrada Escritura, la autoridad de la Iglesia y los decretos de los concilios. Impartió la cátedra de teología en la Universidad de Alcalá de Henares y en la Universidad de Salamanca. Participó en el Concilio de Trento. Llama la atención que Parreño se dedicara a comentar la obra de Melchor Cano, quien mostró gran antipatía por los jesuitas. La Biblioteca Nacional de México conserva ejemplares de la primera edición de De locis theologicis (Salamanca) que pertenecieron a los conventos de San Diego y Grande de San Francisco, así como de la edición de 1569 (Lovaina) que estaban en el convento de San Agustín, en el de Santa Ana y en el de San Ángel.

9 La información acerca de los escritos de Andrés Cavo, aparte de su biografía de Parreño y de su Historia civil y política de México, es muy vaga. Dice González-Ripoll: "Andrés Cavo escribió profusamente sobre el pasado mexicano y sobre algunos de sus compañeros jesuitas, como Parreño, acerca de las misiones jesuitas de Nayarit y sobre los trabajos de carácter astronómico del sabio mexicano Antonio de León y Gama" (2007: 73). Véase también 1949: 18-19.

10 He consultado un ejemplar de la edición de 1792 en la biblioteca Eusebio Dávalos Hurtado, del Instituto Nacional de Antropología e Historia. La Biblioteca Nacional de México no posee la edición romana. Para su trabajo, Ma. Dolores González-Ripoll obtuvo de la Universidad de Texas una fotocopia de dicha edición (Véase Cavo 2007: 18).

11 Dicho memorial denota una actitud muy poco digna de parte de Parreño, Castellano y Cavo, que podría explicarse por las circunstancias difíciles en que vivían los ex jesuitas.

12 Agustín Rivera y Sanromán nació en la villa de Santa María de los Lagos, hoy Lagos de Moreno, Jalisco, en 1824. Murió en la ciudad de León, Guanajuato, en 1916. Fue sacerdote. Es autor de una amplia serie de libros y folletos sobre historia y literatura.

13 Existen diferencias e imprecisiones acerca del regreso de los jesuitas a Nueva España. Dice Agustín Rivera: "También por la licencia de Godoy vinieron a la Nueva España en 1799 los jesuitas Miguel Jerónimo González (antes dicho, que vivió en Lagos hasta 1820, en que murió en esta ciudad), el sabio Juan Luis Maneiro, Atanasio Portillo, Lorenzo Cavo i Felipe Franyuti, no contando a José Policarpo Ramírez, que al venir a la Nueva España murió durante la navegación" (86). Escribe Esteban J. Palomera: "Formaban este grupo los padres Lorenzo Cavo, José Gregorio Cosío, Antonio Franyuti, Juan Luis Maneiro, Pedro Navarrete, Atanasio Portillo y el hermano coadjutor Manuel Miranda. Los padres Navarrete y Portillo no pudieron llegar a tierras mexicanas, pues murieron en La Habana a consecuencias de las privaciones en la larga travesía" (132).

14 Las cursivas son mías. En la carta de Cavo a Pichardo resulta oscura la frase "y lo acuñado en casa de moneda". Acaso se refería Cavo a información sobre ese asunto o bien al envío de dinero.

15 Escribe Carlos María de Bustamante: "una feliz casualidad me proporcionó la historia autógrafa del sabio jesuita Andrés Cavo escrita en Roma" (Cavo 1949: 41). Nada dice del texto escrito en latín. Señala Burrus: "Existían sin duda varios ejemplares de la Historia escrita por Cavo. ¿Publicó Bustamante el ejemplar más completo y definitivo?" (1949: 16).

16 Se reimprimió en 1852, en la ciudad de México, y en 1870, en Jalapa.

17 Gabriel Méndez Plancarte se refirió a dicha obra con el título Anales de la ciudad de México desde la conquista española hasta el año de 1766 (83).

 

INFORMACIÓN SOBRE EL AUTOR:

Sergio López Mena: Doctor en Letras por la Universidad Nacional Autónoma de México. Investigador del Instituto de Investigaciones Filológicas, adscrito al Centro de Estudios Literarios. Ha impartido clases de redacción y de literatura en la UNAM y en la UAM Azcapotzalco. Ha estudiado y difundido la obra del poeta vallesano Joaquín Arcadio Pagaza. Es autor de los libros Los caminos de la creación en la obra de Juan Rulfo, Perfil de Juan Rulfo, Diccionario de la obra de Juan Rulfo, Estudios laguenses y El ser y el tiempo de Lagos de Moreno. Pertenece al Sistema Nacional de Investigadores.

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