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Literatura mexicana

versión On-line ISSN 2448-8216versión impresa ISSN 0188-2546

Lit. mex vol.22 no.2 Ciudad de México dic. 2011

 

Estudios y notas

 

Gilberto Owen en la revista Estampa (Bogotá, 1938-1942): textos desconocidos

 

Gilberto Owen in the review Estampa (Bogotá 1938-1942): unknown texts

 

Antonio Cajero Vázquez

 

El Colegio de San Luis, México acajerov@hotmail.com

 

Resumen

En este artículo, reconstruyo la participación de Gilberto Owen en la revista colombiana Estampa, por una parte; por otra, comento las colaboraciones firmadas por Owen en dicha publicación, hasta ahora desconocidas, así como varios textos que bien pudieron haber sido escritos por el entonces jefe de redacción de Estampa y Estampa en la Guerra. Hasta hace unos años, solo se especulaba acerca de las aventuras de Owen en Colombia; hoy, con esta investigación, contribuyo a completar su estancia sudamericana: principalmente, los años que van de 1938 a 1942. Este año el autor de Perseo vencido regresa, después de 14 años de vivir en el extranjero, a México, la "Bagdad olvidadiza".

Palabras Clave: Gilberto Owen, Estampa, Colombia, jefe de redacción.

 

Abstract

In this article, I reconstruct Gilberto Owen's participation in the Colombian magazine Estampa, on the one hand; on the other, I comment partnerships signed by Owen in this publication, yet often unknown, and several texts that may well have been written by the then editor of Estampa and Estampa en la Guerra. Until recently, there was only speculation about Owen's adventures in Colombia; today, this research will contribute to complete his stay in South America: namely, the years from 1938 to 1942. This year, the author of Perseo vencido returns after 14 years of living abroad, to Mexico, the "Bagdad olvidadiza."

Key words: Gilberto Owen, Estampa, Colombia, editor, collaborations.

 

Aparte de las anécdotas referidas por sus colegas mexicanos durante sus muchos años de ausencia, que van de una vida de aventuras amorosas al mito del cazador de fieras en la selva colombiana, ¿a qué se dedicó Gilberto Owen en Colombia? Como se dio a conocer en Gilberto Owen en El Tiempo de Bogotá. Prosas recuperadas (1933-1935), desde su llegada a finales de 1932 y hasta mediados de 1936, aproximadamente, Owen trabajó en este diario bogotano. Su participación, sin embargo, había sido acotada por los críticos a sus colaboraciones en el suplemento dominical, de donde Josefina Procopio, Luis Mario Schneider y Alí Chumacero espigaron buena parte de los textos ahí publicados, si bien dejaron fuera alguno por distracción o error: el que acompañaba las traducciones que Owen hizo de ocho poemas de Emily Dickinson, "Versiones a ojo de Gilberto Owen".1

Ni Owen lo dijo nunca ni sus estudiosos se habían percatado de que había colaborado, también, como articulista, en el cuerpo de colaboradores del diario nacido en 1911, y no exclusivamente en Lecturas Dominicales. Acaso alguno apuntó que traducía cables del inglés y del francés; sin embargo, la lectura minuciosa del periódico permitió descubrir no solo prosas owenianas hasta hace poco desconocidas, sino un amplio registro de la que el poeta llamó su vida ajetreada, sabrosa: fotografías donde aparece Owen, y noticias sobre él y su familia permiten ver el transcurso de una existencia silenciosa. ¿Por qué nadie de sus conocidos se enteró de esta tenaz actividad que combinaba un compromiso tácito con las clases desposeídas, un desprecio manifiesto contra los totalitarismos, el quehacer de traductor y, finalmente, una pluma depurada e informada sobre los sucesos de actualidad?: ya escribe sobre el triunfo de Sandino en Nicaragua, ya sobre el asesinato del dictador peruano Sánchez Cerro. Más aún: mantiene algunas columnas como "Al margen del cable", "Suceso" o "Escenas Grotescas" donde a la vez que ejercita un estilo lúdico, rayano en el humor negro, homenajea a sus clásicos, recupera, a la manera de Gide, "una serie de hechos diversos, recogidos fielmente de todos los periódicos franceses", de lo que según cuenta Owen:

Nos quedó la costumbre, sin embargo, de recortar algunas veces historias casi fantásticas, de crímenes si no gratuitos, sí al menos "curiosos". Teníamos, por ejemplo, tres o cuatro versiones del mismo crimen, cometido en tres o cuatro países diferentes: era, con ligeras variantes, la historia del hijo pródigo que se fue a América y regresó un día a su pueblo de España, rico, solo para ser asesinado, por codicia, por la madre o la hermana a quienes iba a dar al siguiente día la sorpresa de su llegada, y que no le habían reconocido. Nos gustaba ver la repetición de la misma historia con las variantes que el folklore respectivo o la estación les prestaban (apud García y Cajero: 114).

Se trata de un género prosístico, de corta extensión, que bien podría caber en lo que el mismo Owen llama suceso, desprendido de un hecho real y de alcances moralizadores o didácticos: "¿Qué sería un suceso sin su intención doctrinal, didáctica, si no fuese ya en sí una parábola? Porque sería hueso sin meollo, bagazo y ceniza, retórica parlamentaria, humo, polvo, nada, elegimos hoy otro ejemplo edificante" (137). Owen, el cronista, va más allá de este rasgo superficial, pues ensaya escenas en que convergen la enciclopedia, el humor y la crítica explícita o velada, favorable o negativa, según el caso.

Asimismo, se rumoraba que Owen había fundado una librería, mas nadie tenía noticias de esta empresa. El Tiempo, otra vez, ofrece la respuesta que su homónimo de los días y los años negó a muchos investigadores de menor fortuna: Josefina Procopio, Inés Arredondo y Vicente Quirarte. Acaso por haberse casado a finales de 1935, el 2 de diciembre para ser preciso, Gilberto Owen quiso "sentar cabeza" y en julio de 1936 abrió una librería de la que por vez primera se tiene noticia en la reconstrucción de la vida del rosarino, como se desprende del siguiente anuncio publicado en El Tiempo:

LIBRERÍA 1936 (Edificio Santa Fe, junto a la Scadta). Joyas de MATI, todas en ejemplar único, juguetes populares, donados por S.

E. PALMA GUILLÉN, MINISTRO DE MÉXICO, a una de las escuelas de esta capital. Sólo se exhibirán durante breves días. THE LATEST ENGLISH AND AMERICAN BOOKS. Visiting «1936» Bookshop and Art Exhibition, means quiet comfort in selecting, whole-hearted counsel when undecided, non-aggression when browsing. Best of modern books, fine bindings, unusual Art and Illustrated books. COME IN, IF IT IS JUST TO BROWSE AROUND ("Editoriales" 25/ jul/1936: 4).

Indudablemente, el texto fue redactado por Owen para promover su nuevo negocio, aun cuando, según se deduce de la información extraída de los anuncios consultados, ya no trabajaba para el hoy centenario periódico colombiano.2 Al día siguiente del anuncio, aparecería una nota alusiva a la inauguración de la Librería 1936, donde se perfila una imagen inédita del autor de Línea:

La librería 1936

Gilberto Owen abrió ayer, en un coqueto local del Edificio Santafé, la librería que sus amigos esperábamos con entusiasmo, sabedores de sus conocimientos literarios, de sus gustos artísticos y de su capacidad de difusión de cuanto brota en el campo de la inteligencia. Hay que verlo, además, en su nueva función de vendedor, de hombre empeñado en atender al público. Se diría nacido para ese oficio, tales son su amabilidad, sus dotes de persuasión, los recursos de su verbo para despertar curiosidades y para alabar lo que merece alabanza. Lo acompaña la señorita Elisa Restrepo en la tarea de atender a la clientela. Y eso es ya un asalto. Tiene tal gracia y tal simpatía para ofrecer los tesoros literarios escondidos en ediciones pulquérrimas, los juguetes mejicanos, los cuadernos para niños y otros objetos de escritorio y biblioteca, que nadie sale indemne, sino, como dirían los penúltimos, aliviado de algún peso.

Otro factor de extraordinaria eficacia son los precios. Al fin vamos a poder seguir leyendo, en hermosas ediciones, los libros extranjeros. Y en materia de cuadernos de dibujo, el muñeco para recortar, de cuentos ilustrados, es tal el surtido y tan barato pide por lo que representa unas horas de incomparable alegría para los niños, que no hay padre de familia que al entrar a la Librería 1936 no salga con algún regalo para sus pequeñuelos. Es un propagandista admirable de Rin-Rin, la encantadora revista del Ministerio de Educación, que ya tiene dos mil suscriptores en Caldas, a tiempo que en la capital de la república no alcanza a tener ciento. Gilberto Owen redimirá a Bogotá de esa vergüenza y hará que en el curseo de muy pocos días sobrepasemos a Caldas.

Admite tertulia también el gentilísimo librero. Puede contar, por todos esos factores, con el más venturoso éxito, que de corazón le deseamos, porque lo merecen abundantemente sus admirables condiciones de intelectual y de caballero ("Cosas del Día" 26/jul/1936: 5).

Owen se dedicó a su librería desde julio de 1936 hasta finales de 1938, como se verá adelante. ¿Y después? Desde esta fecha hasta antes de su periplo mexicano en los años cuarenta, entre 1942 y 1944, aproximadamente, nada se conocía sobre la vida de Owen.

La consulta de algunas publicaciones apenas mencionadas al paso, en testimonios sobre otros autores, despertó el interés por nuevas búsquedas. Por ejemplo, en una amplia reseña sobre las tertulias que organizaba el español republicano y dueño de la editorial Bolívar, Fernando Martínez Dorrien, a la que asistían "los García Reyes, los Sokolofs, los Ureña, los Miani, los Zalameas, los García del Diestro, los De la Mora", también Eliecer Gaitán, Hernando Santos, Gilberto Owen, José Umaña, entre otros muchos, se dice: "Fernando había importado de México una antigua rotativa de Paris-Match y sacaba semanalmente en el más puro rotograbado varias revistas: Estampa, Estampa en la Guerra, Guau-Guau, dirigidas por Jorge Zalamea, Gilberto Owen y José Umaña Bernal" (Zalamea).

Asimismo, en un estudio sobre Juan Friede, se halla otra referencia semejante a la citada arriba; de nuevo se menciona el trío que originalmente sostuvo el proyecto de Martínez Dorrien: "La revista Estampa, dirigida inicialmente por Jorge Zalamea y posteriormente por José Umaña Bernal y cuyo jefe de redacción era el poeta mexicano Gilberto Owen, amigos también de Friede, catalogó el arriesgado negocio [de abrir una galería de arte] como una 'aventura' pero también reconoció que la historia recordaría a don Juan Friede como el primer marchand de Bogotá" (Boletín: 38).

Con los acervos de Estampa en la mano, que aparecía cada sábado, podría decirse que Owen permaneció ininterrumpidamente durante 174 semanas consecutivas al frente de la jefatura de redacción de dicha revista, mientras la dirección pasaba de mano en mano: Jorge Zalamea, José Umaña Bernal, Jorge Zamora Pulido y Ricardo Tanco se turnaron la estafeta entre el 26 noviembre de 1938 y el 1 de abril de 1942 en que Owen no aparece más como jefe de redacción. Precisamente, a finales de abril Owen viaja a México, como lo anuncia "La Vida Social", El Tiempo, 16 de abril de 1942: "Para México saldrá el 29 de abril del presente don Gilberto Owen".

La redacción de Estampa seguramente acaparó el tiempo y la energía de Owen, su vida, pues se trataba de una publicación semanal de una factura excepcional si se consideran los medios técnicos y tecnológicos con que contaba la empresa, además de que simultáneamente tuvo a su cargo la jefatura de redacción de Estampa en la Guerra, luego convertida en Esfera y, acaso, la de una revista inencontrable, Guau-Guau. Sobre esta, aparecen dos noticias en Estampa, la de bienvenida y la de la despedida:

Con fraternal alborozo saluda ESTAMPA la primera salida de "Guau-Guau", la revista humorística con que la "Editorial Bolívar" continúa el cumplimiento del programa que se trazara al crearse. Bajo la dirección de un escritor y periodista de tan finas cualidades como Ximénez, y contando con la colaboración de los mejores dibujantes y humoristas del país, no es difícil predecir larga y holgada vida a la nueva revista.

Como ya en otra ocasión dijimos, la vida colombiana y el público que asiste y participa en ella, están pidiendo un poco de alegría, de sano humorismo que ponga su corrección amable al tono, tremendamente estirado en ocasiones, agrio, destemplado y hasta soez en otras, que solemos darle. Nada distinto a esto se propone el grupo de muchachos que hace la revista "Guau-Guau", que se presenta en su primer número, alegre, desenfadada, sin hiel y llena de promesas de mejoramiento ("Esta Semana" 21/ene/1939: 5).

Los deseos de una "larga y holgada vida" para Guau-Guau, sin embargo, se vieron truncados en menos de un mes, con solo cuatro emisiones, según los argumentos del editorialista de Estampa:

En el programa de sus más inmediatas actividades, tuvo desde el primer momento la "Editorial Bolívar", la publicación de una revista humorística que viniese a satisfacer una antigua y permanente necesidad del público. En el empeño de atender a esta demanda, se publicó la revista GUAU-GUAU, a cuyo servicio se pusieron todos los instrumentos materiales de la "Editorial Bolívar", y cuyas páginas se ofrecieron a cuantos escritores se reputaban en Colombia mejor capacitados para la tarea, extremadamente ardua, de hacer y sostener una revista que lo fuese por algo más que el nombre.

Una gran expectativa, que confirmaba plenamente la convicción que se tenía respecto a la necesidad de una revista de ese género, presidió a la aparición de GUAU-GUAU, cuyas primeras cuatro ediciones fueron agotadas por el público. La prensa recibió benévolamente la revista y el juicio público sobre ella fue creciendo en favor, a medida que se hacían mayores esfuerzos para mejorar su contenido y presentación.

Pero la "Editorial Bolívar" no se halla satisfecha con su nueva publicación. Esa Empresa se ha impuesto voluntariamente rigurosos límites y no quiere ofrecer al público, que tan generosamente ha acogido sus publicaciones, una revista que no pueda presentarse como modelo en su género. A pesar de no haber ahorrado esfuerzos, ni dinero, ni elementos de toda índole, para alcanzar el propósito que perseguía, estima inferior lo realizado a lo proyectado, no tiene reparo y sí cierto orgullo profesional en reconocerlo así y anuncia que la publicación de GUAU-GUAU será suspendida hasta que más favorables circunstancias le permitan dar al público una revista humorística que por igual satisfaga al lector y a los editores.

Al anunciar la "Editorial Bolívar" la suspensión de GUAU-GUAU, quiere expresar al público su gratitud por la benévola acogida que tuvo para con este ensayo y dar cordialísimas gracias al grupo de colaboradores que asistió a la revista en su corta vida ("Esta Semana" 11/feb/1939: 5).

Entre las primeras noticias que se tienen de Owen en las páginas de Estampa, se halla una suerte de crónica sobre los procesos de impresión de la revista, como lo muestra la cita subsiguiente donde se describen las funciones de los principales responsables de la publicación semanal, Jorge Zalamea (director) y Gilberto Owen (jefe de redacción):

La dirección de ESTAMPA y de la "Editorial Bolívar" está a cargo de don Jorge Zalamea [...] Zalamea reparte a las diversas secciones la labor que estas deben ejecutar, supervigila su ejecución, indica la manera de cumplirla en la forma más inteligente. Escribe el editorial, da tema para los reportajes, atiende y resuelve con admirable cordialidad a las consultas que le hacen los hombres que integran su equipo de trabajadores, y tiene la total responsabilidad del buen suceso de la publicación.

Don Gilberto Owen, jefe de redacción, dice ser el policía de tránsito y aduanero en jefe de la revista, y encauza, facilita y dirige la capacidad de todos los que trabajamos en ESTAMPA. Su escritorio está siempre lleno de papeles, libros y material gráfico y literario, mar revuelto, donde él sabe pescar con precisión los elementos que más se compadecen con la índole de ESTAMPA. Realiza la proyección de las páginas, se entiende con los formadores, con los reporteros, con los fotógrafos, con los obreros del taller; atiende a los visitantes y lagartos; es, en fin, un feliz intérprete de la voluntad del director y un inmejorable intermediario entre la dirección y los trabajadores ("Cómo": 8).

Mientras Zalamea delega funciones en sus subalternos, Owen funge como enlace entre toda la red de empleados, incluso con el director, y con los visitantes de la casa editorial Bolívar. Como ejemplo de este ejercicio diplomático, de anfitrión, pueden consultarse diversas fotografías.

Otro momento en que el rosarino sale explícitamente a colación en Estampa es cuando un tal Ramón de Infiesta envía una carta donde ataca al reportero Alejandro Vallejo, por su estilo deplorable, y de paso golpea a Owen: "Gilberto Owen, por ejemplo, que adultera el castellano con la más abrumadora suerte de galicismos y anglicismos, ofrece sin embargo, para mi gusto, una prosa colorida, portadora de ideas, donde se advierte un respaldo mental, un exquisito tacto que lo coloca equidistante del plebeyismo idiomático y del preciosismo".

El polemista De Infiesta acusa al jefe de redacción de Estampa, otrora articulista y traductor de cables en El Tiempo, de galicista y anglicista; pero rescata su inteligencia y su estilo equidistante "del plebeyismo idiomático y del preciosismo". Ante la invectiva, Owen halló un espacio propicio para mostrar el doble perfil que preconizaban sus amistades, la agudeza y la nobleza, como se aprecia en el pasaje en que el avestruz saca la cabeza desde su puesto de jefe de redacción:

N. de la R. Sosiéguese la conciencia estricta, inflexible, de nuestro lector De Infiesta. ESTAMPA, que no puede ofrecerle extender sus servicios de policía gramatical a los reportajes y crónicas que traigan el más absoluto respeto al estilo de una firma responsable, pues profesa sus autores, sí le promete, en cambio, vigilar con más minucioso cuidado el resto de su material, del que no es autor ni responsable nuestro admirado colaborador Alejandro Vallejo, para ahorrarle a sus lectores, hasta donde le sea posible, razones de queja similares a las del lector De Infiesta. Pero quiere explicarle a este, de paso, que el gran número de cartas llegadas a esta redacción en elogio de los reportajes de Vallejo, dejan al lector De Infiesta en una desolada minoría en la que nos negamos a seguirle ("Ramón de Infiesta": 32).

Ante todo, Owen responde con elegancia a De Infiesta, sin rasgarse las vestiduras y sí con un espléndido manejo del arte de injuriar, como se deduce de la reiteración de la frase "lector De Infiesta": un insatisfecho contra otros muchos que elogian el trabajo de Vallejo no hace la diferencia; pero sí ubican a De Infiesta en "una desolada minoría". Un juego verbal y de ingenio que define la mejor prosa de Owen.

Además, en esta nota el jefe de redacción niega las atribuciones que en el número 5 le adjudicaban en el reportaje "Cómo se hace Estampa": no se siente más "el policía de tránsito y aduanero en jefe de la revista, [que] encauza, facilita y dirige la capacidad de todos los que trabajamos en ESTAMPA". Al parecer, el carácter de Owen permitía un estimulante ambiente de trabajo y camaradería, por lo que en el número del primer aniversario de Estampa se alude a su talento como jefe de redacción:

En las columnas editoriales en que la dirección de ESTAMPA, al cumplirse el primer aniversario de su aparición, deseaba dejar una pública constancia de la gratitud que le habían ganado determinados amigos y colaboradores, debió figurar en primerísimo lugar el nombre de Gilberto Owen, nuestro [irremplazable] Jefe de Redacción. Solamente el escrúpulo de personalizar excesivamente, nos obligó a recatar el sentimiento fraternal que nos une a quien ha sido para ESTAMPA el colaborador más entusiasta, el servidor más desinteresado, el consejero más avisado, el crítico más sincero. Pero, en consecuencia con el ánimo discreto y el pudor intelectual de quien figura en primera línea entre los poetas de México, buscamos este rincón de nuestra revista para dejar público testimonio del reconocimiento de ESTAMPA a su Jefe de Redacción ("Un testimonio de gratitud": 77).

Por lo que señala el autor del testimonio, el jefe de redacción de Estampa era un dechado de virtudes al que había que agradecer no solo su constancia, sino sus funciones de colaborador, servidor, consejero y crítico. Como en otras ocasiones, Owen exige para sí un rincón; asoma la cabeza apenas, como cuando firma con las iniciales de un nombre conquistado contra la historia propia: G. O. Así, considero que "el ánimo discreto" y "el pudor intelectual" distinguen toda la carrera periodística y literaria de Owen: solo habría que recordar que en el cuaderno Amistad 1, publicado en Colombia hacia finales de 1941, decía que se trataba de tres versiones superfluas "atribuibles a Gilberto Owen" y, como colofón, agregaba que "de estos cuadernos trimestrales solamente se tiran 76 ejemplares fuera de mercado, numerados del 1 al 76 y ofrecidos por el presunto autor a sus amigos".

En una edición dedicada a los Estados Unidos, la revista Estampa agradece a los dos pilares de este esfuerzo monográfico que el editorialista atribuye a Ricardo Tanco, el director en turno, quien

sugirió dedicar periódicamente una edición especial de 'ESTAMPA', a dar a conocer a los colombianos, en la más completa síntesis gráfica y literaria posible, cómo son, cómo viven, y qué piensan los buenos vecinos de todo el mundo americano, en el que nos ha tocado la buena fortuna de vivir. Y fue él quien con su esfuerzo hizo posible iniciar esa serie de grandes reportajes internacionales con este número dedicado a los Estados Unidos del Norte, en la fecha en que esa avanzada de la democracia celebra el aniversario de su independencia ("Esta Semana..." 4-5/jul/1941: 3).

Enseguida, acaso para equilibrar los elogios y para hacer "honor a quien honor merece", se inserta una nota sobre Owen y sus múltiples funciones en la confección, hasta ese momento, de 137 entregas de Estampa:

Tampoco podría ir esta edición sin público reconocimiento de lo que para su éxito ha contribuido GILBERTO OWEN, el más constante, inteligente e informado de los trabajadores de esta Casa; en él ha tenido "ESTAMPA", desde su fundación, al animador más entusiasta, cuyo desvelo y buen gusto, cuya rápida percepción de lo que al público interesa, y cuyas disciplinas intelectuales estrictas y amplísimas, nos han hecho posible ofrecer la más amena, pulcra e interesante publicación que en Colombia se haya hecho.

No somos nosotros los llamados a presentar al poeta, ampliamente conocido en todos los países de habla española, que accidentalmente ha venido a parar al periodismo para descubrirse en él una vocación que su modestia no desdeña. Sus cualidades humanas, su firmeza en la amistad, su cordialidad y su alegría invariables, le han ganado en Colombia, donde tiene su hogar y su patria segunda, afectos y cariños que él sabe múltiples y profundos; ninguno, sin embargo, como el que tiene fervoroso entre sus compañeros de trabajo, que le respetan por sus merecimientos y le quieren por su manera de hacer de las rudas labores del periodismo una fiesta constante.

La Editorial Bolívar y la Dirección de "ESTAMPA", que se enorgullece de tenerle entre los suyos, rinden aquí un muy sincero homenaje de simpatía y de agradecimiento a GILBERTO OWEN ("Gilberto Owen": 3).

Esta nueva estampa de Owen amplifica lo que en otro momento ya se destacaba en "Un testimonio de gratitud": trabajador, inteligente, simpático, modesto, bromista acaso, por "hacer de las rudas labores del periodismo una fiesta constante". El autor de Perseo vencido es adoptado por los colombianos, pues le conceden un hogar y una patria segunda. Además, debe subrayarse que la imagen del poeta no opacó la del periodista, sino que logró combinarlas de manera equilibrada: aunque "accidentalmente ha venido a parar al periodismo para descubrirse en él una vocación que su modestia no desdeña", es reconocido como un poeta de alcances continentales. Este doble rostro de Owen, de poeta y periodista, apenas si había sido descubierto; por ello, es preciso reconsiderar la lectura de su vida, no necesariamente la de su poesía, aun cuando en esta y en sus textos prosísticos aparezcan las referencias enciclopédicas, bíblicas y biográficas que tanto atraen a sus lectores.

 

Estampas de Owen en la revista Estampa

Las colaboraciones firmadas por Gilberto Owen en Estampa son más bien escasas. Su presencia, sin embargo, puede inferirse en los diversos textos, sin firma, sobre pintores y escritores aparecidos en Estampa. Más como ejercicios de traducción o de la necesidad de homenajear a su "santoral", las monografías sobre Paul Cézanne, Renoir, Henry de Montherlant, Charles Lamb, Saint Exupéry, Paul Morand y muchos otros serían ejemplo de lo que Owen expresaba en 1945: "después de la poesía, mi principal preocupación: espiar lo que dicen los pintores" ("Del arte": 12). No obstante, antes de caer en la conjetura, quisiera ofrecer la lista de colaboraciones de Owen plenamente identificadas y que ofrezco para su conocimiento en México:

 

"Monólogos de Axel", Estampa. Revista Semanal de Actualidad Gráfica, núm. 1, 26 de noviembre de 1938, p. 8.

Este texto es homónimo de otros publicados en Letras de México, vol. 2, núm. 16, 15/abr/1940, p. 7, y en Amistad 1, [Bolívar], Bogotá, ca. 1941, pp. 5-6; difiere, del primero, porque se trata de una versión más extensa que publica con motivo del centenario de Auguste Villiers de L'Isle Adam, nacido el 7 de noviembre de 1838. Luego envió los primeros siete párrafos para que los reprodujeran en Letras de México; del segundo, porque aun cuando se habla en ambos casos de Axel, en Amistad 1 trae a colación referencias como Valéry u Orestes, mientras en el publicado en Estampa abunda sobre la actualidad colombiana, como se infiere de los nombres de los políticos aludidos, López de Mesa y el senador Arredondo, a más de que recurre a un pasaje de su estancia en Chelsea, Nueva York, en 1928. Así, puede decirse que la versión aquí reproducida es anterior y más amplia de la que pasó, fragmentada, a la publicación mexicana en 1940, totalmente distinta de la incluida en Amistad 1.

En la de Estampa sobresale una declaración que, en cierta medida, explica la modestia del texto de Cuadernos Amistad 1, donde se asume como "presunto autor" de las "Tres versiones superfluas". Dice Owen de Axel, en un desdoblamiento de voces: "Fue entonces cuando empecé a llamarlo Axel. Pero yo no soy sino su cronista involuntario, ahora que esto de la irresponsabilidad se ha puesto de moda". Así, la prosa de Estampa firmada con el inconfundible "G. O." revela nuevamente el esfuerzo del autor por ocultarse, tanto que casi nadie sabe de sus incursiones en el periodismo y menos de su labor como jefe de redacción de una revista semanal durante 174 entregas.

 

"Discurso del paralítico", Estampa. Revista Semanal de Actualidad Gráfica, núm. 53, 25 de noviembre de 1939, pp. 25-27.

De este poema se conoce como primera versión la que Owen entregó a Letras de México en 1940 (núm. 13, 15/ene/1940, p. 3). Hay, sin embargo, un testimonio anterior publicado en Estampa, en un número de homenaje a México. De este poema, en Amistad 1, se incluye una "Nota de noviembre de 1939", que por cierto aparece como epílogo; ahí se dice que se trata de "una meditación de la Semana Santa de 1938"; mientras en Estampa y Letras de México se refiere a la "Semana Santa de 1936"; además, en la versión de Estampa aparece como texto introductorio de "Discurso del paralítico", sin título; en tanto que en Letras de México y Obras se denomina "Salida de Gilberto".

En las versiones de Estampa y Letras de México, "Discurso del paralítico" estaba expresamente dividido en siete apartados numerados (acaso por la influencia de los siete viajes de Sindbad) y una "Clave" que se conserva tanto en Poesía y prosa como en las Obras. Owen, sin embargo, elimina la numeración desde la primera edición de Perseo vencido. Probablemente por alguna omisión de los editores, el testimonio de Letras de México consta de 136 versos: se hallan suprimidos los versos 78-81. La primera edición de Perseo vencido, curiosamente, también está conformada por los mismos 136 versos, en este caso por la supresión de los versos 121-125 de la versión de Estampa que, por cierto, coincide en la cantidad de versos con la definitiva: 141 versos en total.

Sobre esta colaboración de Owen, El Tiempo expresa unas palabras de elogio: "ESTAMPA trae en su entrega extraordinaria de ayer un material de selección, atractivo y variado. Destacamos un bellísimo poema de su jefe de redacción, señor Gilberto Owen, poeta de vasto prestigio internacional".3

 

"Despedida de Celestino Herrera Frimont: Colombia, México y Eduardo Santos (Una plática con GILBERTO OWEN)", Estampa. Revista Semanal de Actualidad Gráfica, núm. 130, 17 de mayo de 1941, pp. 6-7.

Esta "plática" entre mexicanos se halla plena de nostalgia, pues en esa "segunda patria", a finales de los años treinta y principios de los cuarenta, Owen recibe escasas noticias de México, aun cuando por su intervención aparecieron en Estampa colaboraciones de Alfonso Reyes, Xavier Villaurrutia, Edmundo O'Gorman, José Juan Tablada, hasta una muestra de la poesía de López Velarde. Así recuerda Owen la entrevista de despedida con Herrera Frimont: "transcurría un poco nostálgico, poblado por las figuras de nuestros amigos comunes, José Gorostiza, Jaime Torres Bodet, Xavier Villaurrutia, con los que libramos la pequeña batalla de los Contemporáneos"; y en lo que llama su "egoísta avidez", busca apropiarse de la tierra que tanto extraña, aunque sea de oídas: "movido por mi egoísta avidez de saber si todavía está en tal parte tal montaña, si no se han secado mis lagos predilectos, si el Altiplano no se ha tirado al mar, si nuestra Revolución, cuya cuenta y razón precisas, hechas por la boca del pueblo, recogió Herrera en su antología de Los corridos, si nuestra Revolución no se había tornado estatua de sal". Al final queda un diálogo en el aire, suerte de botella tirada al mar: "Pero está usted muy ocupado y ya he hablado bastante. Adiós, paisano..."

 

"Spruille Braden o la Claridad", Estampa. Revista Semanal de Actualidad Gráfica, núm. 137, 4 y 5 de julio de 1941, pp. 6, 7, 10, 63.

Esta entrevista con el embajador de Estados Unidos en Colombia, Spruille Braden, se inserta en el número dedicado a aquella nación y se tratan, fundamentalmente, asuntos de la época combinados con una crónica aduladora donde Owen muestra nuevamente una faceta desconocida, la de entrevistador. En el apartado de "Atribuciones" reproduzco las "Notas biográficas" con que se presenta al personaje entrevistado.

La extensa charla, que pasa a cuatro páginas distintas, también puede considerarse como un diálogo de la esperanza en que Owen intenta comprender la visión de Estados Unidos sobre América Latina durante la Segunda Guerra Mundial, porque la práctica humanista de Braden lo hace pensar en una cooperación más amplia y de mayor ventaja para el subcontinente. Al final, "el cronista", como se llama a sí mismo Owen, sale de la embajada norteamericana convencido de que Braden representa el mejor rostro de la política yanqui, liderada entonces por el cuatro veces electo Roosevelt: "El cronista ha escuchado durante una hora, con emoción de periodista y de hombre, las palabras de Spruille Braden; ha sido su emoción pareja a la que deben sentir quienes oyen a otro gran hombre que también acostumbra hablar a su pueblo desde un sillón, al lado de la chimenea de la Casa Blanca o de Hyde Park, con la misma seguridad convincente del convencido, con igual nitidez y facilidad de concepto, con paralela franqueza cordial".

 

"El centenario de la raza antioqueña", Estampa. Revista Semanal de Actualidad Gráfica, núm. 159, 4 y 6 de diciembre de 1941, pp. 3-4.

Como a menudo acostumbra en su escritura periodística, Owen parte de la experiencia propia y de referentes comprobables: por ejemplo, su estancia en Nueva York, en Perú, en diversas ciudades mexicanas; sus amigos Raúl Haya de la Torre, Germán Arciniegas, Enrique Santos, Obregón, Cárdenas, en fin, múltiples personajes de la vida política y cultural que trae a colación en sus discursos, como en "El centenario de la raza antioqueña". Si bien desde el inicio acepta que "nunca [estuvo] en Antioquia", la cercanía con algunos antioqueños lo faculta para homenajear esta región colombiana: Fabio Restrepo, Ricardo Arenales (Porfirio Barba Jacob, seudónimo de Miguel Ángel Osorio), José María Villa y Jaime Barrera Parra. Así, para el jefe de redacción de Estampa los ojos de los antioqueños contienen el paisaje antioqueño: "Nuca estuve en Antioquia —reafirma— y no sé de su áspero y de su dulce paisaje sino por lo que de él he visto en los ojos de sus hombres".

El texto me parece, sin embargo, un homenaje a sus amigos colombianos, más que a la centenaria Antioquia, pues menciona a otros integrantes de su santoral colombiano: los hermanos de Greiff, Gómez Jaramillo, Fernando González o Ciro Mendía. Finalmente, confiesa que el suyo ha sido lo que hoy se conoce como un bomberazo, que para eso están los jefes de redacción de las publicaciones periódicas, o estaban: "Yo escribo de memoria, en esta hora última de cerrar la edición que ESTAMPA dedica a Antioquia, porque alguien más digno que yo de aparecer en su primera página no pudo hacerlo; y yo no he escrito nada solemne jamás, nada irrevocable tampoco, ni nada que yo crea que va a darle luz a los otros sobre lo que es este mundo". Resulta admirable cómo la modestia oweniana llega hasta la contrición, probablemente en una de las muchas noches en vela que le imponía el oficio.

 

Las atribuciones

En este apartado reúno varios textos breves que, aunque sin firma, hacen referencia a personajes de la cultura mexicana e hispanoamericana, así como una extensa prosa sobre los agüeros, tan caros al autor de Sindbad el varado. He considerado atribuirlos a Gilberto Owen, en principio, porque él fungía como encargado de las "relaciones públicas" de Estampa: véase, para confirmar mi aserto, las diversas fotografías en que aparece como anfitrión o como participante en alguna celebración organizada por el dueño de la editorial Bolívar.

Entre otras imágenes en que Owen funge como actor se hallan: la que registra la visita al Hospital de la Misericordia con motivo de la Navidad de 1938, donde Owen no es mencionado aunque aparece en una foto con la "señora Cecilia de Owen" (núm. 5, 24/dic/1938, p. 8); en el número 7 se inserta una fotografía de Owen en su oficina de Estampa (7/ene/1939), entre un montón de papeles desparpajados; en el 21, en la sección "Visitantes de Estampa", aparece Owen como anfitrión de los "eminentes profesionistas españoles" Carlos y Manuel García Reyes, recién llegados de España (15/abr/1939, p. 41); luego, en el 35, Owen extrae de la tómbola los boletos ganadores de "La primera gran rifa anual de Estampa": una de cuando inicia el sorteo y otra, dice el pie de foto, cuando "Don Gilberto Owen, jefe de redacción de ESTAMPA, en el momento en que sacó de la urna el número del primer premio", un automóvil Opel (22/jul/1939, p. 4); también, en el 44, Owen aparece en la serie de imágenes titulada "Los días de México y Chile", probablemente dedicadas a la celebración del aniversario de la independencia de ambas naciones, junto con su suegro, general Víctor Manuel Salazar, y el ministro de México en Colombia, Ojeda (23/sep/1939, p. 44); en el 47, nuevamente en la sección "Visitantes de Estampa", Owen se halla entre los anfitriones del "reverendo padre Giraldo" (14/oct/1939, p. 4); en el 54, nuevamente en "Visitantes de Estampa", se dice al pie de una foto en que Owen apenas se ve en el fondo: "La capital de la república fue visitada esta semana por una comisión de concejo de la ciudad de Girardot que tenía a su cargo el papel de sentar las bases para organizar una compañía de turismo en pro de este importante centro nacional. La comisión nos honró visitando los talleres de la Editorial Bolívar. De izquierda a derecha, aparecen en la fotografía: Lucio Duzán, redactor de ESTAMPA, don Ángel M. Cano, don Agustín Aljure y el doctor Alberto Delgadillo y Bustos, miembros de la comisión; Gilberto Owen, jefe de redacción, Francisco Martínez Dorrien, Administrador de la Editorial y Simón Younes, distinguido amigo de esta casa, quien acompañó a los distinguidos visitantes" (2/dic/1939, p. 47); en el 58, en la fiesta de fin de año de 1939, Owen se halla de cuclillas con su hijo Guillermo, a quien abraza con la mano izquierda y con la derecha atrae a su hija Vicky (30/dic/1939, p. 59); en el 76 se halla entre los convidados a la despedida de don Fernando Martínez Dorrien, dueño de la editorial Bolívar (4/mayo/1940, p. 4); en el 90, en "La semana social", aparece una foto en que Owen se encuentra entre la comitiva que despide a Pedro Vargas antes de que inicie con "su gira por los departamentos del país" (10/ago/1940, p. 2); finalmente, en el 130, una foto muestra a Owen en compañía de Herrera Frimont, a quien entrevista en ese mismo número (17/mayo/1941, p. 6).

Las notas a que he aludido son informaciones sobre la salida o llegada de algún personaje cercano a Gilberto Owen, ya por amistad, ya por nacionalidad: José Umaña Bernal, compañero de Owen desde que ambos laboraban en El Tiempo; Fernando Martínez Dorrien, dueño de la casa editorial Bolívar y, por tanto, de la revista Estampa; Pepe Agüeros, pianista mexicano que acompañaba a Pedro Vargas en su gira por Colombia; Ramón López Velarde, poeta mexicano cuya antología, a cargo de Xavier Villaurrutia, se comenta brevemente; Pablo Abril de Vivero, poeta y diplomático peruano, y Spruille Braden, a quien Owen entrevista para el número conmemorativo de la independencia de Estados Unidos.

En sus múltiples cartas, Owen cultiva el valor de la mistad y lo sella con "abrazos muy prietos". Por ejemplo, cuando agradece a su benefactor Enrique Santos, dueño de El Tiempo, se asume a sí mismo no como una persona, sino como un mensaje que va de mano en mano, por ello su alegoría cierra con una humilde entrega al otro: "Este es el hecho que venía a descubrir o a tratar, con mi amistad más denodada, de provocar. Y me regocija como nunca el haber preferido no ser nadie, por ser algo entre las manos de mis amigos" ("Punto": 5). Por esta razón y porque solo él tenía el poder para incluir notas informativas de la redacción,4 considero que los textos que reproduzco son de Owen, como muchos más (traducciones, editoriales, artículos) cuya autoría resulta imposible demostrar. En varios de ellos, para abundar a mi favor, se aprecia el leísmo sistemático de la escritura oweniana, así como el barroquismo sintáctico que caracteriza toda su prosa. Que el lector los juzgue a la luz de mis modestos argumentos.

Para cerrar las intervenciones de Owen en Estampa, considero pertinente atribuirle la autoría de una extensa diatriba sobre la función de los agüeros y las supersticiones en la vida cotidiana, "¿Es usted loco o cuerdo?": en esta entrega doble (núms. 33 y 34 del 8 y 15 de julio de 1939, respectivamente), el estilo jocoso del autor recuerda algunas de las crónicas de Max Carón y Xavier Paradox en las páginas de El Tiempo, atribuibles a Owen (García y Cajero: 201 y ss.); en ellas, como en esta, el cronista alude a un hecho cotidiano, lo fuerza hasta la hipérbole y deja siempre mal parado a Owen, verbigracia: "mi informador extranjero, don Gilberto Owen, un glaxo a quien le conmutaron el nombre de Federico por el de Gilberto a perpetuidad, y protagonista de la obra 'La novela de un pobre j'Owen', me cuenta que en los Estados Unidos las cosas del sueño los tiene desvelados" ("En Yankilandia" 7/dic/1934: 7); "¿Y cómo en vez de traducir los cables al castellano, Gilberto no los pone en inglés, y funda aquí una escuela de idiomas para los curiosos que quieran saber qué pasó en las Islas Galápagos y cuántos prisioneros cogieron los paraguayos?" ("Qué puede": 7); "Owen estrenó ocho vestidos y tres sombreros y un reloj de pulsera. Hay doce cuadras por las cuales no puede pasar. Es tan bruto que no pone a todos sus acreedores en la misma calle" ("Estadística": 7); "Obligación de Gilberto Owen (el señor de la atalaya) de no hacerlo maromear en los cables y de prestarle el sobretodo cada vez que uno quiera presumir en cine" ("Un mono-sindicato": 7); y en el caso de "¿Es usted loco o cuerdo" la hipérbole y la ironía nuevamente recaen con más dureza sobre Owen: "[A] don Jorge Zalamea no se conoce ninguna aprehensión. No así don Gilberto Owen, nuestro jefe de redacción, que profesa la modestísima cifra de 86 agüeros. // Así, para cualquiera la vida es un paraíso!"

 

Bibliografía

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Notas

1 Originalmente, el artículo a que me refiero, "Emily Dickinson (datos biográficos)", apareció en Lecturas Dominicales, El Tiempo, 29/abril/1934, p. 12; sin embargo escapó a los ojos de los compiladores de Poesía y prosa (1953), primero; luego, a los de Obras (1979); finalmente, fue recogido junto con más de 60 textos desconocidos de Owen en México (García y Cajero: 57-59).

2 Es probable que haya dejado de colaborar para El Tiempo a finales de junio de 1936, porque el 11 de este mes se publicó un anuncio en que se ofrecía una plaza de traductor, quizá para cubrir la inminente ausencia de Owen en las prensas del diario: "Se necesitaen este diario una persona con base literaria, que sepa traducir del inglés y del francés, para trabajar tres horas diarias. Dirigir propuestas por carta al secretario de la Dirección, don Carlos Puyo Delgado, o hablar personalmente en la Secretaría, oficina número 7, segundo piso, todos los días de 9 a 12 y de 3 a 8 de la noche".

3 Con motivo del primer aniversario, en el número 54 de Estampa se reproducen los principales comentarios de la prensa colombiana sobre el acontecimiento, de dondereproduzco el testimonio: "La prensa de Colombia y Estampa", Estampa, núm. 54, 2/ dic/1939, p. 9.

4 Notas de escaso valor literario o historiográfico que aparecen en diversas emisiones de Estampa, verbigracia: "N. de la R. —No compartimos, naturalmente, ni muchas opiniones, ni muchas observaciones de nuestro colaborador, que adolecen visiblemente de una información demasiado general, obtenida a través de los mensajes cablegráficos en muchas ocasiones. El autor del artículo es, sin embargo, una de las personas que más conocen a nuestros países, por lo que han hecho largos y frecuentes viajes. Miembro de las sociedades geográficas de Estados Unidos y de Inglaterra, escribe interesantes artículos sobre las relaciones interamericanas, de los cuales hemos publicado en ESTAMPA los referentes a las posesiones europeas en el Caribe" (nota dedicada a William La Varre, "Los países andinos, hijos de Bolívar, y las maquinaciones nazis", Estampa, núm. 90, 10/ ago/1940, p. 18).

 

Información sobre el autor

Antonio Cajero. Doctor en Literatura Hispánica por El Colegio de México. Es profesor investigador en El Colegio de San Luis desde agosto de 2009. Colabora en revistas y diarios mexicanos. También publica en revistas académicas nacionales e internacionales. Ha participado como conferencista y ponente en diversos foros. Se especializa en literatura mexicana del siglo XX en particular, y latinoamericana, en general. Forma parte del Sistema Nacional de Investigadores, Nivel 1. Está en prensa su edición crítica de Perseo vencido, de Gilberto Owen.

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