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Literatura mexicana

versão On-line ISSN 2448-8216versão impressa ISSN 0188-2546

Lit. mex vol.22 no.1 Ciudad de México Mai. 2011

 

Textos y documentos

 

José Juan Tablada y Cuba

 

José Juan Tablada and Cuba

 

Rodolfo Mata

 

Instituto de Investigaciones Filológicas, Universidad Nacional Autónoma de México

 

Fecha de recepción : 11 de mayo de 2010
Fecha de aceptación : 18 de mayo de 2010.

 

La presencia de Cuba en la vida y la obra de José Juan Tablada es un tema que no ha sido revisado con el detalle que merece. El poeta visitó la isla en varias ocasiones, no sólo por las escalas que hacían los navíos en las rutas marítimas rumbo a Europa, Sudamérica y Estados Unidos, sino también porque se casó, en 1918, en segundas nupcias, con Eulalia Cabrera Duval, hija de una familia cubana, a quien conoció en Nueva York. Quizá la primera vez que Tablada pasó por Cuba fue cuando, en viaje de bodas, visitó París con su primera esposa, Evangelina Sierra, a principios de 1903. Sólo en 1911 repetiría este trayecto -que tocaba el puerto de La Habana, camino a la Ciudad Luz- pues había recibido el encargo de la Secretaría de Relaciones Exteriores de estudiar la organización de los archivos europeos, y aprovecharía la ocasión para escribir y enviar sus "Crónicas parisienses" a Revista de Revistas, las cuales reunirá más tarde en el volumen Los días y las noches de París (1918).

Durante 1903, Tablada publicó solamente una serie de artículos titulados "Máscaras".1 En ninguno de estos retratos artísticos hay indicios de su paso por Cuba. La gran mayoría de las referencias tejidas para describir la personalidad artística de pintores como Germán Gedovius y Alberto Fuster, y escritores como Efrén Rebolledo, José Asunción Silva y Maurice Rollinat, entre otros, apuntan a Europa y a Francia en particular. Será hasta su segundo viaje cuando el panorama de la isla lo impresione y lo lleve a presentar contrastes culturales interesantes. Así, en la primera entrega que hace como "corresponsal viajero", describe poéticamente su arribo a la capital cubana:

Miércoles 28. A las cinco de la mañana de hoy anclamos frente a La Habana, y por el hublot de mi camarote pude contemplar, sobre el cielo, aun invadido por la tiniebla nocturna, los mil puntos luminosos de la ciudad dormida, ciñendo con las lineas superpuestas de un hemiciclo de fuego la anchurosa bahía.

A poco, entre los ruidos perezosos del amanecer, rompe el puerto su tráfago y el sol a brillar, lavando con pincel de tiernas veladuras la delicada policromía de fábricas y casas que van surgiendo al fulgor matinal, mientras se apagan lentamente las mil luces urbanas y se embruman las multicolores en los mástiles navales y se enturbian entre el vaho de la madrugada, faros y farolas en los extremos de la bahía. El vocerío humano, la sonora verbosidad que más tarde ha de ensordecernos, comienza a levantarse en torno a nuestro buque, rodeado a distancia por botes y lanchas...

Visto desde a bordo, el puerto es pintoresco en extremo, y sus casas y fábricas, empinadas sobre el mar, dejan entrever rincones coloniales llenos de color y callejuelas misteriosas como de ghetto o judería. ¿Por qué ante aquellas casas y aquel panorama pienso en bocetos de puertos italianos escritos o dibujados por los de Goncourt en L'Italie d'hier ?...2

La pregunta que concluye el artículo, tal como aparece en el volumen Los días y las noches de París, queda enigmáticamente abierta, como si se tratara de un cuestionamiento íntimo del escritor. Del artículo original de 1912, Tablada retiró los poemas "Lunas marinas I y II", publicados más tarde en Al sol y bajo la luna (1918) y otro par dedicado a las medusas y a los peces voladores, que Esperanza Lara reporta como no incluidos en ninguno de sus libros de poesía. Los temas y su tratamiento en forma de imágenes se asemejan al trabajo que Tablada plasmará más tarde en sus haikús. Veamos, como ejemplo, el cuarteto de las medusas: "Globulares, azules y difusas, / alumbrando cual pálidas farolas / la estela del bajel, van las medusas / como ámpulas de luz, bajo las olas".3 Nada parisinos, estos poemas discordaban del tono general del volumen y su exclusión muy probablemente responde a la misma inquietud que la pregunta: hay la sensación de un desajuste. Es curioso constatar que este artículo, con el cual inicia el libro, no fue el primero que apareció publicado en la serie enviada a Revista de Revistas, al contrario, ocupa el trigésimo segundo lugar de un total de 34 textos. ¿Tablada habrá escrito, durante el viaje, un borrador que sólo revisó casi al concluir su columna?4 Según Esperanza Lara, el poeta regresó de París en febrero de 1912. Alrededor de esas fechas, el ritmo de sus publicaciones se amplió, de las entregas a Revista de Revistas, a una serie de artículos que aparecieron entre abril y diciembre de 1912, en el periódico El Diario. Así, Tablada acompañó la publicación de la mayor parte de sus "Crónicas Parisienses" estando ya en México. ¿Esta distancia habrá provocado la pregunta acerca de por qué pensaba en los De Goncourt al contemplar la ciudad de La Habana?

El segundo artículo del libro (y el primero que fue publicado en la columna "Crónicas parisienses"), titulado "El cadáver del 'Maine'", continúa con la descripción de La Habana:

Sobre las aguas de zafiro de la bahía de La Habana, frente al puerto de edificios polícromos y luminosos, se desarrolla en estos instantes un episodio altamente trágico, lleno de inmensa desolación y que presenta la imagen de la destrucción y de la muerte de una manera absolutamente inusitada.

Después de largos años de dormir en el abismo, en el fondo salobre del océano, el acorazado "Maine" resurge y aparece, exhumado por la industria humana, como el más pavoroso y terrible de los espectros.5

La crónica continúa con la descripción lírica de la "exhumación" de este navío norteamericano cuyo hundimiento, en 1898, dio lugar a la guerra entre Estados Unidos y España. Tablada lo ve como una "momia faraónica arrancada de su hipogeo" y se pregunta: "¿Fue asesinado el gigante de acero y sacrificado como víctima propiciatoria de una colosal ambición? ¿Ese tinte rojizo que lo cubre es el de la sangre de Abel vertida por Caín?..."6 Para esas fechas, aún no tenía la experiencia profunda de la cultura estadounidense, que adquirirá durante su larga estancia en Nueva York, aunque algunas notas del contraste con lo hispánico se dejan ver en la crónica que inicia su serie de crónicas japonesas, en la que describe su paso por San Francisco.7

Cuba vuelve a aparecer en Los días y las noches de París en la crónica "Bailes exóticos".8 Comienza con la descripción de un anuncio en un teatrillo de Montmartre: Rumba, danse cubaine. Tablada critica enérgicamente la burda imitación del baile y señala que lo único cubano ahí era un "negro macilento y encorvado" que raspaba displicente un güiro en un extremo de la orquesta. El único parecido que le encuentra a este "transterrado" nostálgico del sol en el invierno parisino es con el tamborilero de Daudet. La sensación del contraste, del desajuste, y la indignación ante la falsificación grotesca le hace evocar sus paseos nocturnos por La Habana:

Después de saborear un helado de guanábana, de esa fruta sedosa, blanca y carnal que los madrigales cubanos comparan a la garganta de la mujer, el guía, al comenzar la noche, propuso una excursión al barrio de San Isidro, que es en La Habana algo equivalente al Yoshivara japonés, o a los populosos gineceos cuyos encantos se cotizaban en el Muro Cerámico alejandrino. Pero sólo por obligada antonomasia puede decirse que aquello sea un "castillo sin noche", es precisamente el dominio de la noche, de una noche que tiene las sombras espesas y la luz violeta de Goya el macabro, de Rops el satánico.

Toda la crónica estará dedicada a describir escenas grotescas de la zona prostibular en que las mujeres hacinadas llegan a asemejarse a "reses abiertas en canal y colgadas de los garfios de hierro en las carnicerías...". Las bailarinas, los policías, los soldados, las matronas y los padrotes se mueven entre el ruido de choques de vasos, el olor a alcohol y los repiqueteos de castañuelas y tablados. A la vez que Tablada capta expresiones típicas cubanas como "¡Candela!", define a los "guayabitos", los chulos, como "De Grieux regionales" o, al referirse a las prostitutas negras, cita a la Venus Negra de Baudelaire. La crónica concluye con la noticia de un enfrentamiento en la zona entre franceses y cubanos, que acaba en la muerte de tres de los primeros y uno de los segundos, un ídolo popular, mezcla de la baja galantería con el ejercicio de la política. Lamenta Tablada que este "guapo tabernario" sea un desolador ejemplo de la juventud fuerte y vigorosa entregada a torpes concupiscencias, mientras la bandera de "Maceo el heroico" y "Martí el iluminado" se levanta pidiendo sacrificios redentores.

El tono de reivindicación política y sociológica hecho desde la Meca de la civilización desaparece en el siguiente artículo, "Bailes exóticos. 'La rumba'".9 Tablada describe detalladamente la sensualidad, el frenesí, el apasionado paroxismo y la belleza plástica de este baile cubano, ejecutado por una mulata de Camagüey a la que compara con Salomé y Circe. Se apoya en poemas de Paul Verlaine, Oscar Wilde y Rémy de Gourmont y, cuando la bailarina realiza las "tembladeras" -que continuarán impresionándolo tanto durante su estancia en Nueva York- traduce el movimiento como un frisson sui generis. Este último gesto parece innecesario pero se entiende perfectamente dentro del contexto. Tablada abandonará esta superposición constante del universo francés sobre su trabajo cronístico a partir de su exilio, en septiembre de 1914. El desmoronamiento del régimen de Porfirio Díaz y la pérdida de su posición privilegiada, junto con el saqueo de su casa de Coyoacán, contribuirán enormemente a cerrar este ciclo de su producción, cuyo ocaso ya intuye el poeta en la pregunta retórica que subrayé al principio. Curiosamente, Tablada pasará de nuevo por La Habana con otros exiliados colaboracionistas de Huerta y se dirigirá a Galveston para finalmente establecerse en Nueva York.

Los años de 1915, 1916 y 1917 son oscuros en la vida de Tablada. No hay publicaciones recogidas y muy pocas noticias. José María González de Mendoza cuenta que al llegar a Nueva York se vio obligado a trabajar en una fábrica de focos donde se olvidaron de pagarle la primera semana.10 En el CD-ROM José Juan Tablada: letra e imagen (poesía, prosa, obra gráfica y varia documental) las imágenes ayudaron a establecer que en 1916 compartió un departamento con José Torres Palomar y que ahí dibujó unos "kalogramas murales", sus primeros poemas ideográficos: "Talon rouge" y "El puñal".11 Ya desde finales de 1916 hay indicios de su cercanía con el consulado en Nueva York y, en 1917, muchas de las noticias provienen de su casamiento con Nina Cabrera y del libro que ella escribió José Juan Tablada en la intimidad (1954).

Un detalle biográfico, que aparece en las notas de Guillermo Sheridan al volumen Obras IV. Diario (1900-1944) y que, ante el vacío de información, ha sido repetido por varias personas incluso por mí (Sheridan no da la fuente de su afirmación), es que Tablada comenzó a colaborar en periódicos y revistas de lengua española, como El Magazine de la Raza, y a dar clases de francés a familias acomodadas, después de haberse establecido en Nueva York, a finales de 1914 o principios de 1915. Sheridan menciona a seguir que Tablada se casó con Nina Cabrera a mediados de 1917, lo cual hace pensar que sus publicaciones en el Magazine de la Raza se dieron entre 1915 y 1917. Esto no fue así, porque la mencionada revista se comenzó a publicar en 1918, como lo pude corroborar al consultar varios ejemplares conservados en la Biblioteca Nacional José Martí en La Habana.

En realidad, la información que proporciona Sheridan proviene del libro de Nina Cabrera. En los capítulos iniciales, ella menciona que conoció a Tablada porque supo de su prestigio de hombre culto, que daba clases de francés, mientras visitaba a una amiga en una casa de huéspedes en Nueva York. Cuenta cómo el poeta acabó yendo a su domicilio dos veces por semana a enseñarle dicho idioma y la manera en que se desarrolló el noviazgo, el casamiento y el viaje de bodas, del cual partieron rumbo a Sudamérica para que Tablada llevara a cabo la misión diplomática que se le había encomendado, de propaganda política y cultural del nuevo régimen surgido de la Revolución mexicana. En el apéndice de su libro, Nina reproduce una carta fechada el 10 de noviembre de 1919, que Tablada le dirigió al entonces presidente Venustiano Carranza, donde da a conocer el nombre del "periódico" Magazine de la Raza y, en específico, del artículo "Artistas mexicanos en Nueva York", incluído en la edición del 15 de diciembre de 1918.12 La carta contiene referencias de otras publicaciones cubanas, en las que Tablada es mencionado o entrevistado, y de 60 artículos que aparecieron en Colombia y Venezuela, amén de un listado de conferencias celebradas y actos públicos en los que tomó la palabra. El propósito de Tablada era mostrar su trabajo directamente al presidente, ya que, como se sabe (y ahí lo menciona), estaba teniendo problemas de salud que le impedían asumir el cargo de primer secretario de la Legación de México en Ecuador. Gerzayn Ugarte, ministro de México en Colombia, bajo cuyas órdenes Tablada estaba, había reportado al oficial mayor de la Secretaría de Relaciones Exteriores esta negativa, que consideraba un mero pretexto.13

Muchas de las referencias que contiene esta carta sirvieron de guía para localizar los escritos de Tablada en Sudamérica. No obstante, como se puede apreciar en el volumen Por tierras de Bolívar. Obras VIII(2009), en que Serge Zaïtzeff compiló gran parte de dichos textos, en la carta hay algunas inexactitudes en las fechas y en los títulos.14 Hay también textos y/o publicaciones que no fueron localizados o que se antojan de muy difícil ubicación (por ejemplo, la revista Ariel, redactada por estudiantes, donde Tablada dice haber publicado su poema "Tambores de plata"). Por otra parte, Zaïtzeff incluye textos que Tablada no menciona y señala la aparición de algunos de ellos en diferentes publicaciones. Es necesario recordar aquí que entre los proyectos que Tablada se propuso llevar a cabo estaba el volumen que llevaría el nombre de "Por tierras de Bolívar".15 Como señala Zaïtzeff, el poeta soñaba con proyectos de aproximación cultural entre ambos países, aunque, como afirma más adelante: "En realidad, si se excluyen los textos que Tablada publicó en Sudamérica en torno a México [los que eran parte de su labor propagandística del nuevo gobierno surgido de la revolución], hay muy poco material para un libro".16 En el caso de Cuba, no existe una situación similar a la de Sudamérica y por ello los escritos originales y/o de tema local son aún menos abundantes.

La confusión en torno a dónde localizar El Magazine de la Raza arranca de que Tablada, al informar que el artículo "Artistas mexicanos en Nueva York" apareció en el número del 15 de diciembre de 1918, no dice que la publicación es una revista sino un "periódico", y menciona que dicho periódico se publicaba en Nueva York. Es verdad que las oficinas se encontraban ahí, pero se trata de una revista cubana. En la última página del número fechado 1° de febrero de 1919, en el recuadro titulado "Una tabla y una gráfica bien significativas", la dirección de la revista hace un recuento de su trayectoria: "El día 1° de junio del año de 1918, la Transcontinental Publishing Corporation inició la publicación de El Magazine de la Raza. El monto de la edición, o tirada de nuestro quincenal, ha sido el siguiente". Y a continuación enlista los números del 1° de junio de 1918 al 1° de enero de 1919 con las cifras que ascienden de 5,000 a 30,000 ejemplares. Con estas cantidades nada despreciables, la publicación enlista precios para Estados Unidos, México, Cuba, Puerto Rico, Panamá, Hawaii y las Islas Filipinas.17 En la Biblioteca Nacional José Martí de La Habana, no encontré el primer volumen, con los 13 números quincenales correspondientes a los meses de junio a diciembre de 1918 (en octubre sólo se publicó un número). Hallé los volúmenes de 1919, 1921, 1922, 1923, 1924, 1925, 1926 y 1927, a los que les faltan algunos pocos números. Los artículos de Tablada identificados fueron los siguientes:

• "Álbum de La Habana", febrero 1, 1919, pp. 8-9.

No localizado en otras publicaciones. Reproducido al final de este artículo.

• "Del trópico al ecuador", abril, 1919, pp. 10-12.

Publicado como "Del trópico al ecuador. Adiós a La Habana" en Actualidades, Caracas, 7 de septiembre de 1919 (Zaïtzeff). La versión de El Magazine de la Raza tiene algunas variantes respecto a la de Actualidades, imposibles de detallar aquí. Todo indica que Tablada "retocaba" sus crónicas antes de enviarlas.

• "La novela de Asunción Silva", mayo, 1919, pp. 13-15.

Publicado en El Nuevo Diario, Caracas, 23 de julio de 1919 y en Revista de Revistas, México, 10 de enero de 1937, pp. 27-28 (Zaïtzeff). La versión de El Magazine de la Raza tiene algunas variantes respecto a la de El Nuevo Diario, que Zaïtzeff reproduce, imposibles de detallar aquí.

• "El baile fatal de las mariposas nocturnas", junio, 1919, pp. 10, 11 y 15.

Publicado en Actualidades, Caracas, 3 de agosto de 1919 (Zaïtzeff). La versión de El Magazine de la Raza tiene algunas variantes respecto a la de Acualidades, imposibles de detallar aquí.

• "En la Quinta de Bolívar", julio-agosto, 1919, pp. 12-13.

Publicado en El Tiempo, Bogotá, 22 de junio de 1919, p. 2; Cultura Venezolana, Caracas, num. 7, junio de 1919, pp. 54-58; como "En la casa del héroe" en El Universal, 18 de diciembre de 1930, 1a secc., p. 3 (Zaïtzeff). La versión de El Magazine de la Raza tiene algunas variantes respecto a la de El Tiempo, que Zaítzeff reproduce, imposibles de detallar aquí.

• "Estampas de Caracas", noviembre, 1919, pp. 11, 12 y 31.

Publicado en Actualidades, Caracas, 5 de octubre de 1919 (Zaïtzeff), con el aviso: "De una de las crónicas que sobre Venezuela envía periódicamente José Juan Tablada al Magazine de la Raza de New York, extractamos, por galantería del poeta, las siguientes estampas caraqueñas en obsequio a nuestros lectores". Es obvio que Tablada se adelantó enviando su crónica a Actualidades. La versión de El Magazine de la Raza tiene demasiadas diferencias respecto a la que Zaïtzeff reproduce, por lo que se incluye al final de este artículo.

• "Bailes exóticos: la rumba", marzo, 1921, p. 43.

Aparece con la referencia de que fue tomado del libro Los días y las noches de París. No hay diferencias respecto al texto publicado por Esperanza Lara en Obras III.

• "La obra de Tablada en Sud América", diciembre de 1919, p. 15.

Esta noticia de la redacción menciona la labor propagandística de Tablada para combatir a la "prensa jingoísta" de Estados Unidos, refrenda el enaltecimiento de la figura de Carranza y comenta la cordial y exitosa recepción del libro Un día... en la prensa venezolana. Muestra los haikús "La luna" y "Las ranas", con las indispensables fotografías de las ilustraciones que los acompañan, una foto de perfil de Tablada y otra en medio de un grupo de amigos caraqueños, entre los que destaca "nuestro colaborador Aldo Baroni". El texto se reproduce al final de este artículo.

Vale la pena mencionar que algunos otros escritores mexicanos, como Amado Nervo, Luis G. Urbina y Carlos González Peña, también colaboraron en Magazine de la Raza. Su tiraje y duración hacen de ella una revista que valdría la pena revisar con detenimiento.

La importancia de El Magazine de la Raza en la trayectoria de Tablada radicaba en que fungía como la publicación en que había retomado su labor periodística, abandonada a raíz de su situación de exiliado. A partir de su ubicación en La Habana fue que comenzaron a adquirir para mí otro significado diversas noticias que apuntaban también hacia la isla. En primer lugar, el debut de su poesía ideográfica en la revista cubana Social, en el número del 15 de enero de 1919, y la reproducción en México de los mismos poemas publicados ("El puñal", "Talon rouge" e "Impresión de La Habana"), en El Universal Ilustrado, el 21 de febrero de 1919, acompañados de la referencia.18 Al revisar algunos de los ejemplares e índices de Social encontré las siguientes colaboraciones de Tablada:19

• "Madrigales idiográficos" 15 de enero de 1919.

Titulado así en el índice, pero rotulado en la página como "Algo nuevo en poesía".

• "Amado Nervo", 19 de julio de 1919.

• "Poemas sintéticos", julio de 1919, p. 44.

Incluye "El pavorreal", "Torcaces" y "Los ruiseñores"

• "Primer día de nieve", enero de 1923, p. 29.

Este poema fue incluido en Obras I. Poesía, recopilado por Héctor Val-dés, en la sección "Compositions" del volumen, p. 86.

• "El arte criollo en Nueva York", enero de 1926, p. 47, 80 y 100.

Este artículo, a pesar de haber sido escrito desde Nueva York, no fue publicado en la prensa mexicana, a donde Tablada enviaba prácticamente la totalidad de sus crónicas. No figura en el acucioso Catálogo de los artículos de José Juan Tablada en publicaciones periódicas mexicanas (1891-1945) de Esperanza Lara Velázquez. Es necesario subrayar que una sección del artículo está dedicada a Conrado W. Massaguer, fundador y director de Social, además de su principal ilustrador y caricaturista. El paralelo con la tónica del artículo "Artistas Mexicanos en Nueva York" es notable. Reproducido al final de este artículo.

• "De 'La feria'", julio de 1928, p. 39.

Incluye los poemas "El gallo habanero", "Chole la cantadora", "Desafío", "Una canción" y "Ruleta".

La revista Social tuvo una larga vida (1916-1933; 1935-1938). La interrupción se debió a la caída de la dictadura de Machado. Se publicaba en La Habana, era mensual e ilustrada. Su primer número correspondió a enero de 1916. Conrado W. Massaguer la dirigió siempre y, en 1918, Emilio Roig Leuchsenring se hizo responsable de la parte literaria, cargo que se formalizó en 1923 con el nombre de "director literario". El subtítulo que adoptó en 1922 da una visión de su contenido: "Artes, Letras, Teatro, Deportes", Sociedad, Modas". Como su nombre lo dice, su intención inicial, declarada en el primer número, era "describir en sus páginas por medio del lápiz o de la lente fotográfica, nuestros grandes eventos sociales, notas de arte, crónicas de modas" para demostrar que Cuba no estaba tan atrasada. La participación de Roig Leuchsenring le dio una solidez intelectual, en gran parte por su proximidad con el Grupo Minorista, de ideas progresistas y enfoques críticos de la situación política y social de la isla.20 De nuevo, las colaboraciones de escritores y artistas mexicanos, como Amado Nervo, y latinoamericanos, como José Carlos Mariátegui, merecen ser valoradas con detalle y en conjunto.

Otra revista importante en la isla en la que Tablada también publicó es El Fígaro, que tuvo una primera época (1885-1933?). En su primer número llevaba el subtítulo "Semanario de sports y literatura. Órgano del baseball". Fundada por Manuel Serafín Pichardo, Crescencio Sacerio, Rafael Bárzaga y Ramón A. Catalá, poco a poco ampliará su temática, primero invirtiendo el orden de sus intereses, pues en 1886 se llamará "Semanario de literatura y sports" y en 1888 pasará a ser "Periódico literario y artístico con caricaturas". Aunque El Fígaro comenzó enfocado a los deportes y en especial al baseball, su importancia fue más literaria, pues en ella desfilaron las grandes figuras del modernismo hispanoamericano.21 Revisando algunos de sus ejemplares en torno a las fechas del periplo sudamericano de Tablada, identifiqué las siguientes publicaciones:

• "Para un libro de Jorge Schmidke", año XXXVII, 25 enero de 1920, no. 4-6, p. 89.

Aunque fue enviado desde Venezuela, este artículo no se encuentra registrado en la carta de Tablada a Carranza, seguramente por la temática. Zaïtzeff incluye en el volumen Obras VIII. Por tierras de Bolívar dos poemas de Schmidke dedicados a Tablada, pero no da cuenta de este artículo.

• "Un cortejo feudal en el Japón", año XXXVI, 16 de noviembre de 1919, no. 45-46, p. 1285.

Corresponde a las páginas 100 a 104 de Hiroshigué: el pintor de la nieve y de la lluvia, de la noche y de la luna (1914).22

El artículo "Los elefantes", que Tablada consigna en la carta a Carranza como publicado en la revista Fígaro, con fecha de septiembre de 1919, no fue localizado.

Otras dos publicaciones cubanas en que Tablada colaboró o que se ocuparon de dar noticia de sus discursos de propaganda cultural y política, según lo anota en su misiva a Carranza, fueron: La Prensa y Bohemia.

Bohemia fue una revista semanal ilustrada que comenzó a publicarse en 1910, bajo la dirección de su fundador Miguel Ángel Quevedo, con la dirección artística del pintor Antonio Rodríguez Morey. Tuvo varios cambios en la jefatura de redacción, pero Quevedo continuó dirigiéndola hasta 1926, año en que lo suplió su hijo. Fue fundamentalmente una revista artístico literaria, con aspiraciones a convertirse en una "enciclopedia imprescindible en toda casa", que se ufanaba de haber reproducido por primera vez en Cuba grabados a colores de los pintores y dibujantes de la época. La publicación continúa existiendo y hoy es un portal de internet. No localicé ninguna colaboración de Tablada ni reseñas de su trabajo en los números disponibles, correspondientes al año de 1918, en la Biblioteca Nacional José Martí de La Habana. La colección está incompleta y habría que buscar en otros lugares. De cualquier manera, tratándose de una revista muy enfocada a la vida social (daba reseñas de los acontecimientos cotidianos más minúsculos de La Habana, para placer de sus lectores), da noticia de la boda de Tablada con una foto de Nina Cabrera vestida de novia, con velo, guantes y ramo. La leyenda al calce dice: "Sra. Cabrera de Tablada. Encantadora damita que contrajo matrimonio recientemente, en New York, con el conocido poeta mexicano Sr. José Juan Tablada, Ministro de su país en el Ecuador, de paso actualmente en esta capital" (22 de diciembre de 1918, no. 51, p. 21).

Tablada envió otras colaboraciones al Heraldo de Cuba entre 1922 y 1923. De esto se tiene noticia porque, en uno de los cuadernos en los que llevaba su diario, aparecen unas listas con tres columnas: fecha de envío, nombre del artículo y fecha de publicación. Dos de las listas están encabezadas con la leyenda "Heraldo de Cuba".23 La mayoría de los textos, si no es que todos, pertenecen a las columnas de crónicas que mantuvo en México en el Excélsior, tituladas "Las Horas Neoyorquinas" o "Nueva York Múltiple", o a otras columnas neoyorquinas como "Nueva York de Día y de Noche", de El Universal. Habría que verificar esto con detenimiento, pues la valiosa colección que existe en la hemeroteca del Instituto de Literatura y Lingüística José A. Portuondo Valdor tiene sus faltantes, algunos ejemplares están en condiciones frágiles, por el clima de la isla, y varias referencias de Tablada están equivocadas. Cuando la consulté, en noviembre de 2005, encontré varias crónicas: "El cura que compone jazz", "El leviatán de los aires", "La culebra escarlata y el lagarto de dos colas", "La condesa explosiva", "¡El vencedor fue Firpo! ¡Dempsey descalificado!", "Las catástrofes del Japón", "Encantos veraniegos", "Por qué nos ignoran los norteamericanos", "Venus, Dempsey y las vacas", "La última pelea de Dempsey", "500 dólares... por dos palabras", "La venus del Barón Rothschild", "El buen gigante", "William Hart — Madre de un niño", "Los escándalos de Wall Street", "Plagiarios y Lynchadores", "Una gallina representativa", "Lord Robert Cecil", "La última gigantomaquia" y "Guisando en el fogón del sol". Es necesario señalar que las listas que Tablada incluye en sus cuadernos eran una especie de herramienta de control de los textos que enviaba a los periódicos y que por eso pueden ser falibles: lo importante era el pago que recibiría. En una de las listas correspondientes al Heraldo de Cuba, Tablada anota una colaboración más enviada a una publicación cubana, el Diario de la Marina, uno de los más antiguos y de mayor prestigio de la isla.24 Muchas de las crónicas incluídas en las listas son las mismas. Es posible que Tablada haya intentado probar si le era posible sacar más provecho de ellas enviándolas a varios periódicos. Tal vez no fue afortunado pues no hay rastros de otros intentos similares.

Después de comentar algunas de las publicaciones de Tablada en Cuba, quiero retomar el recorrido de la presencia de la isla en su vida y su obra. Nina relata que, en su viaje de bodas, llegaron a La Habana a bordo del "Miami" y se alojaron en el Hotel Plaza. La primera noche Tablada conoció a su suegro, socio de in ingenio azucarero, quien había llegado a la Habana procedente de Cienfuegos por tren. El encuentro fue cordial y cuenta Nina que las siguientes noches no podían salir mucho del hotel a causa de una huelga general pero luego pudieron hacerlo:

A los pocos días, ya concluída la huelga, Conrado Massaguer, director entonces de Social, y Enrique Uhthoff, nos pasearon por toda La Habana antigua: la Plazuela de la Catedral, la Iglesia del Ángel, la Alameda de Paula, y viejas casas españolas; todo ello era nuevo para mí, por haber estado ausente de mi tierra desde mi infancia.25

La anécdota complementa la crónica "Álbum de La Habana" de El Magazine de la Raza, pues el recorrido crítico con el que comienza corresponde al paseo que realizó el grupo de amigos. La presencia de Massaguer da un indicio de la proximidad que Tablada pudo haber tenido con él y que se extendió a lo largo de los años, manifestándose en las colaboraciones esporádicas en Social, especialmente la reproducida aquí, en la que hace un elogio del trabajo artístico del cubano. El vínculo con Uhthoff y Elizondo lo explica Tablada en la crónica.

La relación de Tablada con Cuba puede continuar rastreándose en sus crónicas neoyorquinas. Un momento importante está plasmado en las tituladas "Lo que fue Cuba" (5 de marzo de 1933) y "El verdugo y las alas" (27 de agosto de 1933), de su columna "Nueva York de Día y de Noche".26 En ellas elogia a Cuba como un "emporio de belleza y cultura" y lamenta profundamente la situación de desastre a que la condujo el dictador Gerardo Machado, recientemente derrocado, a quien llama "un Nerón maítre d'hótel". Las descripciones de la belleza de La Habana y las condiciones dramáticas del momento se mezclan con reclamos ante la "Enmienda Platt" y las conspiraciones venidas de Wall Street y Washington y con la denuncia de asesinatos y desapariciones. Tablada valora sus recuerdos de cómo, al lado del Duque Job, los ideales de Martí lo cautivaron, su élan vital y su maestría en la expresión; enaltece los ritmos musicales y los bailes, los pregones, el arte de la conversación, los deportes (box y beisbol) y las casonas de El Vedado; y lamenta las perspectivas poco alentadoras:

Cuba tenía las mejores revistas: Social de Massaguer; la mejor de tipo mundano en toda América, Vanity Fair inclusive, y aquella memorable Revista de Avance, que acorde con perpetua renovación, tenía por nombre la cifra del año en que se publicaba.

Al alcance de mi mano está un número, "1930", ¿es acaso el último? con nombres fervientes y dilectos: Ichaso, Mañach, Yizaso, Marinello...

Con estos comentarios Tablada da muestra, desde Nueva York, de estar bien informado acerca la vida cultural de la isla y se procupa acerca de la suerte que les aguarda a los "paladines de la cultura cubana, profesionistas, poetas, pintores, músicos".

Para concluir este recorrido de la relación de Tablada con Cuba, quiero subrayar un par de aspectos que me parecen importantes y que han surgido de él. El paso del poeta por Cuba rumbo a París está marcado por una especie de titubeo acerca del filtro de la cultura francesa que se había impuesto sobre su visión literaria del mundo: "¿Por qué ante aquellas casas y aquel panorama pienso en bocetos de puertos italianos escritos o dibujados por los de Goncourt en L'Italie dhier ?...". El mismo viaje está marcado por poemas cuyas imágenes parecen anunciar los haikús que compondrá unos años después en el ambiente idílico tropical del hotel La Esperanza, en Colombia. Cuba volverá a ser, en 1918, el lugar en el que publicará sus primeros poemas ideográficos. De nuevo se trata de un punto de inflexión en su trabajo. Por otra parte, a pesar de que El Magazine de la Raza sigue siendo la primera publicación neoyorquina de Tablada (neoyorquina-cubana, hoy lo sabemos) de la que se tiene noticia, es muy probable que haya otras colaboraciones en medios impresos que tengan un perfil parecido. Es decir, que sean de habla hispana, con circulación también en Estados Unidos, y con temas como el "arte criollo" (una reafirmación hispanoamericana en el seno de la cosmopolita Nueva York), o noticias propias de la metrópoli norteamericana, para solaz de los lectores hispanoamericanos. La importancia de Cuba como lugar de encuentro hispanoamericano y contrapunto con la cultura anglosajona se venía desarrollando desde los años dorados del modernismo. La ubicación de la isla como escala en las rutas marítimas entre Europa, Estados Unidos y Sudamérica lo favoreció. Después de haber perdido prácticamente todo al salir exiliado de México, en agosto de 1914, Tablada permanece en un silencio periodístico que se extiende hasta 1918, año en que aparece el artículo "Omar Khayyam en el idioma de Cervantes" (Revista de Revistas, 7 de abril de 1918, p. 14), al que seguirá, en diciembre, el mencionado artículo de El Magazine de la Raza. Son casi cuatro años, lo cual resulta inexplicable considerando su situación económica y su fama de poeta modernista y de cronista viajero. Ojalá una revisión más detenida de las publicaciones cubanas o de las de habla hispana que circulaban en Nueva York conduzca a identificar otros textos de Tablada, especialmente si corresponden al lapso de ese prolongado silencio perdiodístico.

 

ÁLBUM DE LA HABANA

por José Juan Tablada

Nuestro corresponsal en Sud-América el eminente poeta mexicano José Juan Tablada, nos envía el siguiente artículo en el que da a los lectores de El Magazine de la Raza sus impresiones de la dulce capital cubana. Estamos seguros, de que tanto cubanos como mexicanos se deleitarán leyéndolo, y que esperarán con ansia las futuras crónicas del autor de "Onix. " — El Editor.

 

Cosas nuevas y antiguas

Hace sólo unos meses ví en el "Coconut Grove" de Nueva York a las "Dolly Sisters" imitando esa característica inefablemente voluptuosa de la rumba cubana: las tembladeras... En cambio, aquí en la Habana acabo de ver a un bailarín de rumba que por su indumento se asemejaba a un "cowboy" y por su coreografía a un danzarín de "rag-time"... En el menú del Hotel he buscado en vano un plato criollo y en todos los cafés he pedido sin éxito alguno, un mamey glacé, bermejo y nevado a la buena usanza antigua. En cambio abundan en las fondas los bodrios húngaros y holandeses con feos nombres de "goulash" y de "stew" donde ya existe potencialmente un principio de indigestión y de náusea... en cambio ¡ay! en las reposterías se sirven esos refrescos americanos que saben a mentol y a bálsamo de "winter-green"...

Por esa y por muchas otras cosas compruebo que la Habana ha perdido —en poco más de un lustro que dejé de verla— gran parte de los pintorescos prestigios que son suyos diluyéndolos no en cosmopolitismo, lo cual sería universal y satisfactorio, sino en panamericanismo que es monótono, rectilíneo, "standard" en fin!...

Las casas del Vedado, salvo algunas, muy pocas, que conservan aunque modernizados los racionales caractéres de la antigua casa cubana, son semejantes a las que se levantan en las avenidas de Brooklin contiguas a Prospect Park. Las viejas y hermosas residencias que en el mismo Vedado bordean La Calzada, parecen sonreír con patricio desdén de los palacetes advenedizos que con devaneos góticos, pruritos del Renacimiento, Siglo XVIII francés, y pujos orientales han surgido en los nuevos "repartos" y son tan frívolamente exóticos como los pisaverdes de la Acerac del Louvre, que le nombran "lunch" al ajiaco, hablan sin cesar de Broadway y se hacen llamar "Frank" o "Charles" sin parar mientes en que se apellidan Chaguaceda... mientras el aguacate maduro y vindicativo hace en sus entrañas criollas fatales onomatopeyas que es imposible traducir al inglés...

***

La antigua mansión cubana, la clásica, la racional, la que tomó de la arquitectura española los elementos que convenían al clima del país, a las costumbres y al carácter moral de sus habitantes, tiene una franca y encantadora sencillez y sonríe toda blanca, llena de aire y de sol, perfumada por las flores de sus jardines, con las columnas de sus átrios que tiene la misma elegancia de obelisco de los troncos de las palmeras.

Por las altas ventanas, más altas a veces que las puertas, entran las brisas saturadas de cálidos perfumes, llevando en sus alas áureo pólen floral y las albórbolas del tomeguín canoro y a veces, esas mismas brisas vuelven a surgir, arrastrando a través de las herméticas celosías ecos de canciones cubanas que avivan la tristeza moruna hereditaria con pasión sollozante y vivaz voluptuosidad.

El peregrino que pasa a la vera de esas mansiones adivina que en su recinto alienta el verdadero espíritu patricio, la impoluta tradición cubana celosa de sus propios prestigios y en ellos ensimismada, que en su interior se observan los ritos domésticos, desde el recogimiento aristócrata y pudoroso de la mujer latina y las íntimas virtudes de la madre y de la esposa en el hogar intacto, hasta los ritos heterodoxos de la religión culinaria, adicta a las antiguas tradiciones.- En viejas fuentes de Talavera de la Reina deben servirse los excelentes y sápidos platillos nacionales, el clásico "aporreado"; los deliciosos guarguanchos que hubieran regocijado a Brillat-Savarin; el exquisito lechón asado, viandas indudablemente superiores al "oat-meal" propicio a las caballerías, al "ham and eggs" y a los pollos refrigerados desde la guerra separatista.

Bellas mansiones cubanas que os hablan de las lindas mujeres criollas; de los bravos insurrectos de otros días; de Heredia y de Julián del Casal, bien distintas de algunos palacetes del Vedado que si hablaran dirían solo alguna bobería en mal francés o en detestable inglés...

 

Uhthoff y Elizondo

Alguien dijo que el poeta Catulle Mendés cuando fungía de cronista teatral solía ser el centro del mundo sencillamente por ser París la capital mundial; la Gran Ópera en noches de gala, el centro de París y el crítico Mendés el centro de las miradas en la Gran Ópera misma...

Algo semejante le pasa al Enrique Uhthoff en la Habana, donde ejerce la crónica teatral con tanto ingenio como autoridad. Lo dejé de ver seis años y me lo encuentro en la Habana idéntico a sí mismo deteniendo a los años en un sonrosado y rubio "camouflage" de juventud, jovial y rollizo como un abate picaresco del galante siglo francés..- No parece que haya vivido esos años en la nocturna y candente atmósfera de los teatros habaneros, sino en un refrigerador... El transcurso del tiempo ha sido en cambio muy benéfico a su ingenio y a su cultura literaria. Además de sus crónicas de teatros que son muy leídas y gustadas por el público habanero, Uhthoff escribe para el teatro. Es autor de "Confetti" pieza que hizo época y legó su nombre al semenario que hoy redactan el regocijado Mario Vitoria y su maligno vástago Longoria.27 Uhthoff colaboró con Quinito Valverde en la pieza "Siete mujeres y media" y está en estos momentos en que escribo a punto de ganar el primer premio en un concurso de cuentos de asunto criollo, abierto por Social, el artístico magazine de Massaguer.

Y hablando de ese asunto criollo, viene a cuento decir que aunque Uhthoff tenga su mexicanismo en las propias médulas, como todo mexicano, se ha adaptado al medio, se ha "aplatanado" como aquí se dice, tan justamente que al verlo y oírlo accionar o hablar se le tomaría por u genuino criollo "reyoyo"... —¿No nota uté un fuete oló agabieto? dicen que dijo al entrar a un cuarto de hotel, queriendo con tal fuga de consonantes, denunciar a su interlocutor confundido, un probable escape de gas...

Por todo lo que va dicho se explican que sea Enrique Uhthoff estimado y queridísimo en el mundo periodístico e intelectual de la Habana.

***

Pepe Elizondo no ha tenido ante el embate de los años la frescura victoriosa de Uhtoff. Como yo recordara al simpático Pepe, "retour de París", ceñido vestón de terciopelo, gran corbata cabellera merovingia, no pude menos de preguntarle, al encontrármelo en la Habana:

—¿Y la melena... Pepe?

A lo que él, con semblante conpungido y voz trémula, como si fuera a recitar las Coplas de Jorge Manrique, me contestó simplemente:

—¡Se me cayó...!

Al principio no lo creí porque, vamos, una melena no se cae así nada más, como un botón o como una peluca... pero cuando mi amigo se descubrió ví que en efecto disimulaba la precoz calvicie, envolviéndose la testa, como en un turbante, con lo que le quedaba de melena...

Por lo demás a Elizondo no se le ha caído nada, ni la caída de ojos con que perturbara a las niñas románticas al publicar su primer libro de versos Crótalos ilustrado a profusión por el gran Ruelas, ni el ingenio teatral que por el contrario, ha medrado en él tanto, que en unión de Quinito Valverde no solo triunfó en New York sino que ha tenido en toda la Unión Americana una vasta influencia estética y social, susceptible de modificar profundamente las costumbres norteamericanas. Después de que The Land of Joy la comedia musical de Valverde y Elizondo se estrenó en el Park Theatre con el magnífico éxito que los neoyorquinos conocen, comenzaron a notarse en la gran Metrópoli fenómenos extraños. Las mujeres iban a los cabarets con hispánicos atavíos, cachirulos prendidos en la cabellera, tocadas las cabezas con mantillas sevillanas, redes sobre las faldas, madroños en los corpiños. "Serafina la Rubiales" se bailó en Rector's como "one-step"; la orquesta del "Rialto" atacó la briosa música de "Alegrías", las victrolas cantaron traducidas al inglés las coplas del "Torerito"...

Simultáneamente con estos fenómenos se produjeron otros si menos pintorescos más significativos...

Los profesores de español comenzaron a ganar más dinero viendo aumentado el número de sus discípulos; los periódicos publicaron anuncios de personas que solicitaban enseñanza de la lengua de Cervantes y las librerías registraban inusitadas ventas de obras en español.

Lo español pues, se puso de moda y de ese "spanish waving" comentado en diarios y magazines, fue la causa determinante, si no la predisponente, "The Land of Joy", la comedia musical de Valverde y Elizondo aplaudida a rabiar en Nueva York y otras ciudades americanas.

Ser aplaudido en el extranjero, en Nueva York, en la Habana, es lo mismo que triunfar indiscutiblemente...

Ahora que Pepe Elizondo regrese a su patria, (está por volver a México tras de larga ausencia) sus numerosos amigos, como yo, lo verán despojado de su juvenil melena, pero al recordar sus triunfos recientes, verán así mismo que cubre su calvicie, con una tupida corona de laurel.

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Coincide el fin de la huelga general en Cuba, admirablemente organizada y disciplinada con mi embarque rumbo a Panamá en un buque de la "United Fruit". El buque es pequeño y hiede a putrefacción frutal, el capitán es enano y huele a whisky; pero allá en Panamá está Portobello y en Portobello cierta maravillosa historia de viejos piratas cuyos hilos tengo y que de madurarse será motivo de próxima crónica para "EL MAGAZINE DE LA RAZA".

"Álbum de La Habana" en El Magazine de la Raza, febrero 1, 1919, pp. 8-9.

 

ESTAMPAS DE CARACAS

por José Juan Tablada

La hora tempranera en que Caracas se despierta, es grato ascender a través del montañoso y agreste parque, que [se] llama el Calvario, subiendo rampas sombreadas por ceibas y bambús, descansando en terrazas y glorietas donde, en bronce y mármol, yérguense las estatuas de los próceres de este heroico país, ilustre en la historia de las libertades.

Desde la balaustrada que, al pie de la estatua ecuestre del Mariscal de Ayacucho, suspende sobre Caracas un balcón de maravilla, el aspecto matinal de la ciudad es puro encanto.

 

La serranía del Ávila

Levántase sobre el horizonte la cercana sierra del Ávila, maciza y poderosa, de líneas semejantes y repetidas que prestan a su majestuoso aspecto el sensible ritmo de un himno cósmico y formidable... Himno a qué?

Fatalmente, el recuerdo de Bolívar y de sus capitanes se confunde con la impresión de fuerza incontrastable que esas montañas suscitan en el ánimo... Sus líneas titánicas tienen un movimiento de avance, un ímpetu soberbio hoy detenido en el espacio, pero que en un momento de la historia se prolongó, se continuó, en los torrentes de energía espiritual nacidos en este núcleo de fuerza, para desbordarse por la América con el dinamismo incontenible de la epopeya boliviana.

Hoy, en su edad estática, la sierra del Ávila es el mejor monumento que Caracas monumental tiene sobre sus bellas y numerosas estatuas, para conmemorar al héroe magnífico. De día y de noche, sobre la más alta cumbre brilla el recuerdo de Bolívar, como la hoguera inextinta en el Piero de Grecia. Tal es la fuerza de esa fulguración, que se sigue mirando como una persistencia solar aun con los ojos cerrados... Espiritualmente es algo semejante al fenómeno meteorológico del Catatumbo, que suspende hace miles de años, sobre las noches de Maracaibo un eterno y misterioso relámpago. Tal surge ante mí la sierra del Ávila, encantada a esta hora matutina por frías nublazones y matices de sol naciente.

 

Desde el Belvedere

Policromas y empequeñecidas por la distancia, al grado de semejar macizos de flores, las primeras casas de Caracas tienden un jardín ilusorio sobre las últimas estribaciones del Ávila y en planos más inmediatos, comienzan a acusarse las techumbres de teja, las fachadas de ocre y tierno azul, el pintoresco caserío que al fin se agolpa en el valle profundo, rodeando a mis pies, como un mar, la isla agreste del Calvario. Aquí y allá, grandes estructuras se empinan, sobre los techos bermejos de pátina sombría... Son el palacio presidencial de Miraflores, en cuyo enorme ástil, flamea la bandera nacional; el Arco de la federación, de cuya arquitectura triunfal arranca la rampa para automóviles, ciñendo al Calvario en ascendente espiral; la Estación Terminal del F. C. de la Guaira con amplios patios y almacenes y, sobre un montículo la capilla del Calvario, cuya grácil aguja, cuyos negros cipreses, recuerdan los fondos de cuadro de los primitivos italianos de Siena o de Umbría.

En el nebuloso cielo autumnal parece suspendido uno de esos repentinos aguaceros de Caracas que tan pronto llegan como se van, deshechos por las brisas y oreados por el sol... Ya caen algunas gotas, pero de pronto, la iluminación solar que gana el cielo, proyecta sus reflectores de oro sobre la parte más alta de la ciudad avivando matices en un impresionista y mirífico puntilleo de luz. Los tejados sucios tórnanse de coral; los árboles copudos que surgen de los patios de las casas, hasta en el mismo corazón de Caracas, flamean rútilos de esmeralda, de malaquita, de jade... Y surgiendo de la semi-penumbra, las fachadas ocre de las casas al súbito golpe del sol, tiemblan y chispean, como en los altares coloniales las banderolas de oro volador... Recuerdo los panoramas suburbanos de París descritos por Zolá en "Una página de Amor" con una frase del gran escenógrafo: "Aquel rayo de sol entre la lluvia era como una sonrisa entre las lágrimas". Y por asociación recuerdo otros panoramas cuya belleza me ha sobrecogido: las alturas del Trocadero desde el ómnibus de Passy; el Riverside neoyorkino; el Valle de México desde Chapultepec o la Habana desde la Loma de la Mulata...

 

Aves extraordinarias

Sobre mi cabeza los pájaros jubilosos cantan el hilarante olor alcanforado de la tierra mojada por la lluvia, la caricia del viento propicio al vuelo, el oro del sol en la mañana de cristal... Aves extraordinarias estas de Venezuela, que diseminadas en los múltiples jardines de la orbe realizan su carácter agreste peculiar aun en medio de modernísimos progresos de urbanización. Raro cantor el "arrendajo", especie de calandria onomatopéyica, que imita desde el estornudo de su amo, hasta el "botuto" del automóvil; el "cristofué" en cuyo canto categórico, la ortodoxia colonial creía oír la reiteración de un dogma; el "campanero" que saca de su gorja vibraciones de Angelus; el ruiseñor "cucarachero", así llamado por insectívoro y en fin esa pequeña golondrina, peculiar a estos climas, cantora vesperal y huésped de todos los aleros caraqueños, que en estos mismos instantes crepusculares confunde sus últimos vuelos con los primeros del murciélago.

 

La escuela militar

A medida que se asciende por los claros abiertos entre los follajes de la rampa, vánse mirando sucesivos aspectos del panorama ciudadano, domos, torres, super-estructuras, las plazas de toros como enormes embudos estriados; las culminantes linternillas de los grandes teatros; aquí el templo de Lourdes, esbelto y blanco, más allá el vasto castillo almenado, con torreones y "poivieres" de la Escuela Militar que semejante a la de México, sobre Chapultepec, culmina sobre la altura como un acrópolis. Pintada de amarillo y rojo, sobre el fondo azul del cielo, la Escuela parece teñirse con los tres colores del pabellón nacional que ondea enfrente, sobre el Palacio de Miraflores, como si la juventud que en ella se educa, para continuar la patriótica leyenda, se identificara desde ahora con el glorioso emblema.

 

Aves y fieras

En una de las terrazas superiores, se levanta el Aviario, parte del jardín zoológico del parque. Pocos ejemplares pero característicos de la fauna regional. "Pijijes", pequeños ánades que me hacen recordar a los que un día canté:

Los ánades veracruzanos
Tienen hábitos carmelitas
Y como dos frailes hermanos,
En actitudes estilitas
Sueñan lagunas y pantanos...

Grandes gallináceas, de extraños crónculos color de azufre o de azafrán que parecen frutas ensartadas en sus picos; grandes guacamayas inquietas y ruidosas, de todos los colores: color de turquesa y cinabrio, rojas, amarillas y azules o todas verdes, semejantes a un haz de hojas, cuando inmóviles. Una extraña becada, junto al delgado caño de agua, se mantiene en eterna y atávica actitud de pesca, esclava lamentable de un secular instinto defraudado. Garzas blancas e inmóviles parecen plasmarse en alabastro, como urnas votivas en el mármol de un sepulcro, y por fin, allá arriba, también inerte y esponjada al sol, una "aigrette" desfleca en nácares luminosos sus plumeros de alcanfor.

 

Los jaguares

Más arriba, alíneanse las jaulas de los jaguares. Son los jaguares de México, los mismos de la casa de fieras de Moctezuma, los mismos de los Caballeros Tigres que surgen de los bajorrelieves de Palenque y matizan el papel de agave de los antiguos códices. Estos jaguares son particularmente soberbios. Lucen sus esplendidas pieles:

Con él [sic] y la sombra de la selva, y en la penumbra de las jaulas lanzan de sus pupilas relámpagos verdes, como si heridos en su orgullo cruel no vieran a los humanos sino a través del lente de esmeralda de Nerón.

 

Flora del trópico

Desde el pináculo del Calvario donde se asienta el Observatorio, todo Caracas puede verse como desde un aeroplano. Al pie del Ávila, corre el paseo del paraíso, bordeado de chalets, entre las húmedas vegas del Guaire cintilantes de luciérnagas al atardecer. La flora arbórea de este elegante paraje es un trasunto de las maravillas del trópico: enormes "samanas", ceibas que tienen en su corteza las córneas espinas del caimán, "bucares" copudos, acacias rojas, y otros árboles de cuyo nombre sonoro sabe el poeta regional Benavides Ponce quien dijo:

Primavera, en el campo
todo de regocijo se estremece:
y en el enorme lienzo tus colores
hacen inagotables tus pinceles:
ya vestirás de blanco a los urapes
y de amarillo a los araguaneyes.

Por otros rumbos de la ciudad, se ven los floridos suburbios y los caminos que llevan a las estaciones veraniegas. Quizás por aquel camino hoy sereno y jubiloso, transcurrió hace más de un siglo, aquel, trágico éxodo, la emigración en masa de los habitantes de Caracas que mi amigo Tito Salas, el ilustre pintor venezolano, retour de París, acaba de pintar...

Con pesar se arranca la contemplación de aquellas bellezas, dignas de admirarse largamente en las diversas iluminaciones diurnas o a los misteriosos fulgores de la luna. Una vuelta de la rampa nos oculta bajo espesos follajes el colorido y transparente panorama, como si un telón de pesado terciopelo cayera de pronto sobre una luminosa decoración teatral.

Caracas, bella ciudad latina, algún día estaré lejos de ti y te recordaré con amor, con un recuerdo firme como tu Ávila solemne, con la íntima poesía de tus hospitalarios tejados rojos, embalsamado como las flores de tus jardines, vagaroso como las luciérnagas, de las vegas del Guaire y con algo de esa visión épica y legendaria que nos sobrecoge, cuando al azar de un paseo por tus calles y tus plazas surge de pronto ante nosotros, en mármol o en bronce, el rostro, todo alma de Bolívar...

"Estampas de Caracas" en El Magazine de la Raza, noviembre, 1919, pp. 11, 12 y 31.

 

PARA UN LIBRO DE JORGE SCHMIDKE

Es Jorge Schmidke un fino poeta romántico, con todos los caracteres que singularizaron a esa escuela, desde Lamartine el musical, hasta el plástico Teófilo Gautier.28 Por su sentimentalismo y su fidelidad amorosa, parece llegar hasta nosotros rindiendo una larga jornada, tal vez desde las Cortes de Amor, ocultando bajo el capisayo del trovero una coraza de damasquinos primores y bajo la coraza un corazón herido de amor y de melancolía. Amor sobre un fondo de tristeza: una estrella de oro en campo de sable es su blasón, y las jornadas bajo el plenilunio parecen haberle puesto en el rostro una máscara de luna, en doloroso contraste con las sombras que las noches sin astros dejaron en su manteo. Pero a veces, por el jubón entreabierto, un rayo de luna o de sol hieren el ataviado coselete y denuncian refinada prosapia en el vagaroso peregrino.

Porque el poeta tiene ese amor por las exquisiteces del arte que exaltara el maestro de Esmaltes y camafeos, y fascinado por Pisanelo, gusta de troquelar medallas para conmemorar los episodios de su amor, y de cincelar francos o pebeteros para guardar o quemar las esencias y los inciensos de su alma sensitiva y ferviente. Creo que de haber tenido ocasión, habría sido un esmaltador; un tallador de iconos crisoelefantinos de Bizancio; un tejedor de orientales brocados, o el aurifabrista de una corte principesca.

Hay ciertas obras del arte chino, tiestos con plantas floridas en donde las flores, el follaje, las mariposas, están hechas con nácar, con malaquitas, ámbares y corales, delicias de los mandarines del país que fue celestial, y hoy es republicano y que, estoy seguro, deleitarían a Jorge Schmidke, que en los simples títulos de sus poemas denuncia semejantes dilecciones: "Musa heráldica", "Tisú", "Oros de alma", "Lapislázuli", "Para un cofre", "Camafeo", "Bibelot"... El rutilante nombre de Benvenuto cae a menudo de su pluma y con él frases líricas de esplendor material: "los pomos dorados que cincela el poeta" son los versos; el soneto está "laminado cual hoja damasquina".

Estas cualidades pictóricas y decorativas del brillante poeta, pudieran, sin embargo, llegar a ser negativas, si insistiera demasiado en ellas, abrumando el asunto lírico bajo el peso de la forma demasiado exuberante.

La estética moderna parece promulgar imperiosas leyes suntuarias que proscriben, en bien de la emoción pura, todo exceso retórico. Una profecía del iluminado Mallarmé, de ese genio que como una montaña se levanta mayor a nuestros ojos mientras más nos alejamos de él, es hoy un canon. Hay que desterrar la elocuencia que ha invadido al lirismo "desde la gran desviación homérica"; hay que volcar al "orfismo", a la poesía pura.

Por fortuna, Jorge Schmidke descubre a veces en su sensibilidad sonoros hilos de agua clara y suele ofrendar a su ideal, entre quilates de pedrería, el perfume de esas flores agrestes e infinitas que Maeterlinck cantó. Así lo demuestra en su poema "A las sombras", en "La musa del dolor", en "Vésper".

Jorge Schmidke, que tiene altas y generosas admiraciones, dígalo su "Dinastía egregia" y su soneto a Nervo; Jorge Schmidke, que ha merecido el magistral estímulo de Chocano y de Udón Pérez, en bellas poesías, está por su juventud en condiciones de evolucionar, añadiendo a sus prestigios de poeta de la forma, el más alto de captador de emociones, virtud que identifica al moderno poeta con las excelsas torres inalámbricas que en lo invisible de la sombra y del silencio traen el verbo disperso, lo condensan en evangelios y lo dejan caer sobre la humanidad.

José Juan Tablada
Caracas, 1919.

En recuadro, bajo una foto del "Sr. Jorge Schmidke, notable poeta venezolano", se lee la nota de la redacción:

El ilustre poeta y escritor mexicano, señor José Juan Tablada, honra a El Fígaro con el brillantísimo artículo que aparece en esta página y que nos remite desde Caracas, en donde reside actualmente.

Este trabajo servirá de prólogo al nuevo libro de versos que prepara el gran poeta venezolano Jorge Schmidke.

"Para un libro de Jorge Schmidke" en El Fígaro, año XXXVII, 25 enero de 1920, no. 4-6, p. 89.

 

LA OBRA DE TABLADA EN SUDAMÉRICA

Nuestro eminente colaborador, el poeta mexicano José Juan Tablada, está realizando una obra de la mayor significación en Sudamérica, en pro del acercamiento de todas las Repúblicas que fueran un día florones de la corona española; pero especialmente, su obra tiende a presentar "el verdadero México" demostrando con su elocuencia inimitable que esa hermosa tierra de Juárez, vilipendiada, como su Gobierno, están muy lejos de ser acreedores de las injustas censuras que corren ahora contra ellos en la prensa jingoísta de los Estados Unidos.

Tenemos a la vista, por nuestros canjes, las crónicas que los principales diarios caraqueños consagraron a la primera conferencia de Tablada en la ciudad del Guaire, y por ellas nos enteramos de que las palabras del poeta y representante de México, encontraron un eco simpático, no sólo cuando se refirió a las grandezas pasadas de la Nueva España, sino a las luchas heroicas del México moderno. Tablada, supo presentar ante su selecto auditorio, la figura venerable de Carranza, con precisos y netos lineamientos, arrancando aplausos fervorosos.

El poeta se da tiempo para acordarse de su oficio, y al mismo tiempo que nos envía crónicas deleitosas que nuestros lectores seguramente leen con avidez, ha publicado un nuevo libro de versos, intitulado Un día. De ese libro que ha sido recibido entusiastamente por los críticos de la América Latina, escogemos al azar dos composiciones sintéticas en que el poeta concretó su alma vibrante a la pasión de la belleza.

Publicamos también las ilustraciones que las adornan en el libro mencionado, una fotografía última de Tablada, y otra en que se ve al escritor rodeado de un grupo de amigos caraqueños, entre los que descuella nuestro colaborador Aldo Baroni.

"La obra de Tablada en Sud América" en El Magazine de la Raza, diciembre de 1919, p. 15.

 

EL ARTE CRIOLLO EN NUEVA YORK

Por José Juan Tablada

Sin darse quizás cabal cuenta, el público está presenciando un extraordinario florecimiento de arte criollo, de arte nuestro, en esta Nueva York, torva ciudad de hierro con refulgentes entrañas de oro.

Digo arte criollo para comprender a todos los artífices antillanos, incaicos, aztecas y gauchos, desde Massaguer el precursor, hasta Covarrubias, el Benjamín, con Málaga Grenet, Vargas, Luza, Amero, Bolín y otros que aquí medran y triunfan, sin olvidar a Benito, peninsular, pero asimilable por la sangre con nuestros ingenios continentales.

A la caricatura, al cartoon de este país, ¿qué han aportado los artistas nuestros para merecer la franca solicitud que se les dispensa? ¿A qué se debe la creciente fama que ganan esos nombres latinos estampados al pie de dibujos periodísticos y carteles murales?

El triunfo de los exóticos dibujantes es tanto más meritorio cuanto que el arte de la caricatura no es aquí nuevo, sino arraigado desde antaño y practicado a diario en las abundantes páginas de los rotativos, cuyas secciones cómicas son populares y famosas.

No hay que olvidar tampoco que en este país han florecido los cómicos y los clowns y que el humorismo, aunque con caracteres muy propios, es fruto del suelo y se cosecha copiosamente.

Quizás el oportuno advenimiento de nuestros artistas consista en que la caricatura asumió desde un principio modalidades que se hicieron tradicionales, tomando un cauce de rutina roto sólo por el ingenio de ciertos artistas que crearon tipos y los impusieron, acostumbrando al público a sus aventuras peregrinas y pintorescas. A esa familia cómica pertenecen Mutt and Jeff, El Capitán Tiburón, víctima de los rapaces; Jiggs y sus aventuras conyugales y aún Krazy Kat que es un exponente de regocijada filosofía.

Pero yo me inclino a insinuar que tales episodios no son caricaturas intrínsecas, sino literatura cómica ilustrada; es decir no es la pura plástica lo que las hace valer, sino las letras que las comentan... Juzgando la plástica pura, nos encontramos con procedimientos sumarios y standarizados, convencionalismos de factura que llegan a hacer de la fisonomía del negro, por ejemplo, una especie de jeroglífico: un disco oscuro, con una elipse por boca y dos círculos blancos por ojos. Alguien encontró antaño esa fácil fórmula, convino el público en que aquello era el rostro de un africano y los dibujantes la repitieron ad infinitum.

Ese convencionalismo aceptado, hizo inútil la visión propia y personal y nadie se tomó el trabajo de intentar nuevas estilizaciones, cuando ya había una tan eficaz como los signos de la telegrafía Morse o las claves para cablegramas comerciales.

Por supuesto que dentro de esta generalización hay excepciones, Gibson, por ejemplo, el mismo que le diera su nombre a la girl fin de siglo pasado. Pero aunque muchos lo crean, Gibson el cartoonist no es caricaturista. Este es el caso ejemplar y evidente de que el humorismo está, no en la plática, no en las líneas, sino en la literatura de las leyendas que los calzan. Gibson triunfó cuando el academismo triunfaba, pero por haberle puesto algunos kilos más de grasa a alguna millonaria de Gramercy Park, nadie usurpa el genio deformador de Daumier.

En la magistral técnica de pluma del gran dibujante los 400 aristócratas de Mc Alister, se vieron reflejados vera efigie.

De Nell Brinkley más vale no hablar; sus deshilados gráficos; los filamentosos caramelos de sus dibujos dominicales, deben ser el ideal de las meseras de los Child, de los motoristas del subway y de otras honradas muchedumbres que nada tienen que ver con la estética.

En la caricatura que analizamos, la de las páginas humorísticas, hay un visible esfuerzo de hacer que predomine lo grotesco, perfectamente logrado, pero a costa de la gracia de la línea en sí, sentida con su propio ritmo, sacrificada quizás sin razón, pues entre los ancestros sajones, allí está nada menos que el gran Rowlandson quien en sus más desenfrenados dibujos, conserva ese sentimiento lineal y en medio de las más grotescas situaciones logra incólume la elegancia del gentleman y la venusta feminidad de la mujer siglo XVIII.

¿Me atreveré, pues, a declarar que la personalidad, la gracia y el sentimiento de la línea, son las cualidades esenciales que acompañan a nuestros artistas criollos, en su triunfante invasión de estas tierras?

 

El Massaguer spirit

La palabra invasión no es orgullosa ni temeraria. Hace un año el popular magazine Current Opinion publicó un largo artículo titulado The Mexican Art Invasion, comentando los dibujos de Covarrubias, Best Maugard, Alfredo Ximénez, los artículos en inglés de quien esto escribe y declarando que "el grupo de pacíficos invasores estaba vivificando la cultura norteamericana".

Pero la información del magazine era incompleta, pues los invasores llegan de toda la América hispánica, como nobles filibusteros que avanzan lápiz en ristre y embrazando como broquel, la pictórica paleta matizada de brillantes colores.

Al pasar revista a la falange y aunque Massaguer sienta alarmas de modestia, habrá que colocarlo a la vanguardia, ya que no sólo se trata de su obra personal, sino de la brillante labor colectiva de Social que hoy celebra su aniversario.

El primer movimiento de quien ve por vez primera un ejemplar de este periódico y se da cuenta de que está hecho en Cuba, es de sorpresa. La perfección tipográfica se antoja alemana o inglesa...; la cubierta jubilosamente colorida, de alegres matices, de franca cromatización que odia a los tonos grises, por eso y por la gracia del arabesco, tiene un perfume de París, con propio olor y solar claridad de trópico, que desconciertan...

Otras hojas, otras puertas, se abren dejando ver emporios de arte, desde el desfile de venusinos maniquíes chez Poiret o chez Paquin, hasta el armonioso caos de un Salón cubista. Ábrense lo mismo sobre el camerino de la vampiresa de Hollywood y astro del Zodiaco de Broadway, que sobre la fragua centelleante de Díaz Mirón o el Huerto sellado de Lugones.

Y la caricatura, el humorismo, aparece, se insinúa, desde la leve sonrisa hasta la carcajada franca, en viñetas y croquis y planas del propio Massaguer que allí condensa su obra, aunque el magazine todo, esté animado por un soplo de lo que aquí se llamaría el Massaguer spirit. ¿Pero qué obra meritoria no merece en nuestro medio, el homenaje, así hay que considerarlo, de la crítica adversa?

El bohemio melenudo e hidrófobo dice que un periódico que se ocupa de deportes, es trivial; para los bolcheviques cimarrones, las crónicas sociales huelen a aristocracia; el clubman que ya olvidó su fugaz paso por la universidad encuentra herméticas las poesías modernistas y probablemente a pelotero y pugilista les sería más grato ver en esas páginas a Babe Ruth que a Einstein, a Dempsey que al Príncipe de Gales.

Para mí, esa versatilidad, ese enciclopedismo periodístico que da vuelta al panorama mundial, sin polarizarse en parte alguna, es precisamente lo que hace la eficacia de Social como vehículo de publicidad y amable órgano de difusión cultural. La especialización es cosa de los centros grandes y perfectamente organizados: The Spur o Theatre Magazine, no son aún posibles en nuestras ciudades.

Dar un toque de atención en estas tierras hacia la cultura criolla, presentar ante esta nación enorme, en un marco digno a nuestros valores artísticos, han sido obra de Social y del Massaguer spirit. La obra altruista; la propia, fue afirmada por Massaguer, fuera del magazine en su memorable álbum cosmopolita de celebridades mundiales que demostró la justicia de sus interpretaciones fisonómicas, preparando el camino para que al llevar aquí al autor en persona, Nueva York, artísticamente hablando, le entregara "las llaves de la Ciudad".

Algún americano, buen juez, dijo delante de mí: Admiro en este dibujante cubano, la soltura y esa facilidad que hace que las figuras broten del lápiz, sobre el papel, "ya estilizadas".

 

La verba cubana

Pero no es eso sólo lo admirable en él, hay más que para explicarse necesita un preámbulo.

La conversación es un arte en que son maestros los franceses, sobresalen los italianos, se distinguen los andaluces, y suelen cultivar felizmente los sajones, como en el caso del travelogue Holmes. En nuestra América quizás el cubano es el conversador más entretenido.

Es verboso, pintoresco y expresivo y tiene el don de evocar por medio de la palabra dinámica y matizada. Siendo sobre todo alegre, se solemniza raramente y cuando lo hace es como a pesar suyo. Exagera, pero sólo por animar la conversación y aunque como el portugués suele referir cosas inauditas, se pone a salvo en el momento más trágico, guiñándonos el ojo. Es sensual más que sentimental y sobre todo promulga la risa, el júbilo, la alegría.

Pues bien, de esas virtudes criollas, de su esencia sutil, encuentro saturada la obra de Massaguer dibujante. Su lápiz es verboso, fácil, sugestivo, como la sonora charla de la Isla dorada y azul y en tal concepto es representativo de nativas virtudes que por ser aquí desconocidas han aportado lo que sin cesar se busca: something different.

Por esas cualidades he colocado a Massaguer a la vanguardia de este desfile de artífices y porque su periódico ha sido como una bandera de sombra propicia al arte todo de Sudamérica y su lápiz como la piqueta de un zapador que ayudó a abrir un camino a los demás.

Málaga Grenet, el artista peruano, llegó aquí consagrado por hazañas europeas. Es un gran dibujante capaz de llenar los cánones académicos en ilustraciones equilibradas y compuestas como verdaderos cuadros. Se dedica a la ilustración de periódicos y de libros y suele solazarse en la caricatura, en deformaciones personales que recuerdan los espejos grotescos de Coney Island y la crueldad de sacrificador azteca, del mexicano Cabral.

Dibujando muy seriamente, Málaga hace caricaturas como Buster Keaton muy serio también, consuma atrocidades. Los lápices de Massaguer y de Covarrubias, por ejemplo, comienzan a reír desde que se apoyan sobre el papel, previniéndonos así que están de broma y que no debemos achacar seriedad a sus escarceos... No así Málaga que por lo concienzudo al atacar el natural en detallados realismos anatómicos es capaz de hacer creer a su víctima que la imagen que ha trazado no es una caricatura, sino un retrato.

 

Un cuento de hadas y una paradoja

La aventura del Covarrubias, el Benjamín, parece un cuento de hadas que pudiera comenzar así:

"Érase un niño a quien una buena madrina le regaló un lápiz por cuya virtud podía convertir a los simples mortales en ogros, enanos, monstruos contrahechos o habitantes de la Luna y, por añadidura, ganar dinero en cambio de tales maleficios.

Al café de México City donde Covarrubias disipaba sus tedios dibujando caricaturas, llegó una noche el Dr. Fausto y le dijo al oído:

—Chico, emigra. En Nueva York te esperan las flappers y la Gloria; los políticos y el ham-and-eggs, las estrellas de Hollywood y el moonshine; el chicle para mascar y el National City Bank.

Covarrubias, como un sonámbulo, echó a andar aquella misma noche y anduvo, bajo el sol y las estrellas, hasta topar con una casa luminosa que decía: Vanity Fair y adonde salió a recibirlo y abrazarlo el propietario Crownishield quien conmovido apenas pudo balbucir:

—¡Cómo has tardado Mike, Miguelito! Hace meses te aguardábamos. Aquí tienes tu mesa, lápiz, papel y mis cheques en blanco, pero ya firmados. "Help yourself Mike!"

Así hay que traducir el clásico: llegó, vio y venció.

En ese magazine Covarrubias se dio a conocer, allí cumplió veinte años hace tres días; allí descubrió a los negros, rehabilitándolos en la estética, dotándolos de nuevas características, de una dinámica inédita, llena de insospechados ritmos. Y los negros lo recompensaron inspirándole las decoraciones de la Revue Negre que en estos instantes entusiasma a París con el color de sus escenarios y el frenesí de sus danzas.

Pero eso no es todo. El regocijado álbum de caricaturas que acaba de lanzar la casa Knopf bajo el título: El Príncipe de Gales y otros famosos americanos es también obra de Covarrubias. En ese álbum todas son mentiras, de aquellas que según Picasso expresan las verdades artísticas, pero hay una gran verdad, la leyenda de la autocaricatura del dibujante que dice: ¡Asesino!

En efecto este efebo genial usurpa las funciones de Peggy Joyce, es un: he-vampire, dibuja sus caricaturas con la propia sangre de sus víctimas. Así este cuento de hadas termina en tragedia intrínseca.

Al hablar de Reinaldo de Luza, de García Benito y de Bolín voy a estampar una paradoja. El comercio de Nueva York está creando un arte y con él una poesía que tiene a la mujer por tema. Las grandes casas de modas, de sedas y pieles, de artículos de tocado y de perfumería se han dado cuenta de que para atraer a la clientela refinada, el antiguo anuncio de grandes letras y brutales colores es ineficaz; nadie que se precie de refinado puede prestar atención a esos gritos desentonados y discordantes. Así, pues, el alto comercio ha asociado a su obra de anuncio a los artistas verdaderos y los clamores del antiguo anuncio se han convertido en deliciosas músicas y armoniosos madrigales en donde la mujer aparece elegantemente estilizada por sabios lápices luciendo y embelleciendo los trajes y atavíos que la moda consagra. Bolín, Benito, Málaga y Luza, dibujan actualmente carteles y páginas de magazines que son obras de arte y que hacen admirar sus prestigios de sentimiento y plástica, resultando el anuncio más eficaz y más interesante para la clase social a que están dedicados.

Si como dije antes la aventura de Covarrubias en Nueva York parece un cuento de hadas, la de Emilio Amero es una canción de gesta. Si aquel juvenil caricaturista tuvo por madrina a una hada, la Gracia, este pintor semeja uno de aquellos hijodalgos a quienes su padre les daba por toda herencia, una espada para que con ella se lanzaran a la aventura a conquistar el mundo.

Amero llegó a esta ciudad sin más que la fuerza de su lápiz. Desconocía totalmente el medio y el idioma y se plantó en el corazón de Nueva York, como una esfinge que quisiera ser descifrada. Lo cual era como proponer un problema de ajedrez a quienes a la hora del rush van a tomar el subway. Pero quizás porque estaban de moda los cross-words, Amero encontró un Edipo y logró ser descifrado por el ojo de águila del Brooklin Eagle... Y comenzó el artista mudo y hermético a dibujar como con un cincel, esas caricaturas escultóricas, por llenas de volumen, cuya firma no es necesario leer para discernir al autor. Tan llenas de volumen, tan macizas y tan sólidas resultaron esas máscaras, que no creyeron los editores que las pudiera sostener una sola columna y las hicieron a tres y a cuatro columnas, cosa que jamás había pasado en el diarismo de esta urbe!

Pero como no es mi ánimo imitar a Emilio Amero monopolizando columnas de periódico, pongo fin a esta crónica, cordial comentario de la peregrina invasión del arte criollo en estas tierras, una de cuyas grandes cualidades es aquilatar el mérito, propio o ajeno.

Nueva York, diciembre, 1925.

"El arte criollo en Nueva York" en Social, enero de 1926, p. 47, 80 y 100.

 

Notas

1 Según anota Esperanza Lara en su Catálogo de los artículos de José Juan Tablada en publicaciones periódicas mexicanas (1891-1945),         [ Links ] las "Máscaras" aparecieron en la Revista Moderna y en su sucesora,         [ Links ] la Revista Moderna de México.         [ Links ]

2 "Marinas. Diario de a bordo" en Los días y las noches de París, pp. 56 y 57.         [ Links ]

3 Ibid., p. 57. En las notas de Los días y las noches de París, Esperanza Lara incluye las diferencias entre ambas versiones.

4 Tablada publicó en sexto lugar, en la misma columna, la crónica "Los futuristas italianos en París", que fue excluida del volumen Los días y las noches de París. Se trata de una sorprendida pero sensible apreciación de este movimiento de vanguardia. De nuevo, hay la sensación de un desajuste entre la crónica y el contenido del volumen.

5 "El cadáver del 'Maine'" en Los días y las noches de París, pp. 59 y 60.         [ Links ]

6 Idem.

7 Cf. "Hacia el país del sol: sitios, impresiones, episodios", Revista Moderna, 1a quincena de julio de 1900, pp. 201-203.         [ Links ] La crónica fue incluida en el volumen En el país del sol (1919) como capítulo titulado "Parva Lutecia" y puede consultarse en la edición electrónica disponible en la página José Juan Tablada: letra e imagen (http://www.tablada.unam.mx).         [ Links ]

8 Ibid., pp. 193-196.

9 Ibid., pp. 197-200.

10 "Cómo conocí a José Juan Tablada" en Revista de Revistas, 12 de agosto de 1945.         [ Links ]

11 Acerca de los kalogramas, consúltese "José Juan Tablada: La escritura iluminada por la imagen" en Rodolfo Mata (org.), José Luan Tablada: letra e imagen (poesía, prosa, obra gráfica y varia documental), CD-ROM.         [ Links ]

12 Una crónica con el mismo nombre, "Artistas mexicanos en Nueva York", apareció en México poco tiempo después, en el El Universal Ilustrado (17 de enero de 1919),         [ Links ] con el subtítulo "Marius de Zayas.- Pal-Omar.- Juan Olaguíbel".

13 Para mayores detalles, consúltese la nota que elaboré a la imagen "Miembros del Consejo Superior de Salubridad de Bogotá" incluída en el CD ROM José Luan Tablada: letra e imagen (poesía, prosa, obra gráfica y varia documental).

14 Zaïtzeff incluyó la carta en el volumen que preparó.

15 El volumen elaborado por Zaïtzeff está organizado temáticamente e incluye cuatro secciones: "Documentos I. Textos de José Juan Tablada", "Documentos II. Textos sobre José Juan Tablada", "Documentos III. Poemas dedicados a José Juan Tablada" y "Documentos IV. Cartas". Documentos I. Textos de José Juan Tablada" se subdivide en otras cuatro secciones: "Temas mexicanos" (14 artículos sobre el gobierno de Carranza y otros asuntos de orden cultural e histórico), "Literatura" (mexicana, en su mayoría, a excepción de dos artículos de los 16 que la integran, uno dedicado a Enrique Planchart y otro a José Asunción Silva), "Artes plásticas" (dos sobre pintura colombiana y uno sobre mexicana), "Estampas sudamericanas" (6 artículos), y "Poemas" (6 textos). Aunque no es un rescate exhaustivo, proporciona un muy buen panorama del paso de Tablada por Sudamérica y de sus inquietudes estéticas. De hecho, son los momentos en que tiene mayor esperanza en la irrupción de las técnicas poéticas de vanguardia. Esto explica, por ejemplo, la polémica en torno a la obra de Amado Nervo y la publicación de sus libros más audaces, durante aquel corto periodo.

16 Por tierras de Bolívar. Obras VIII, p. 23.         [ Links ]

17 En dicho número, figuran como presidente Abraham Z. Ratner, como vicepresidente José B. Ratner y como director Miguel Ordorica. A lo largo de los años este cuadro directivo irá cambiando. En 1922, Miguel Ordorica pasará a ser presidente y como director quedará José R. Hernández Figueroa. A partir de 1921 se percibe una disminución de los artículos firmados y en 1922 los temas comienzan a concentrarse en asuntos de interés internacional más amplio. Los colaboradores extranjeros comienzan a escasear y la proporción de hispanoamericanos entre ellos disminuye notablemente.

18 Curiosamente, si en El Universal Ilustrado hay algunos comentarios incrédulos y sutilmente irónicos hacia ese "misterioso género futuro", en Social esta poca fe podría verse manifestada en su publicación justo al lado de la página de caricaturas. No obstante, las caricaturas están firmadas por el director de Social, Conrado W. Massaguer

19 Cf. Máximo Pérez (comp.), Indice de la revista Social (1916-1938), Biblioteca Nacional José Martí, Dep. de Investigaciones Bibliográficas, La Habana, 1986, 433 pp.         [ Links ]

20 Cf. Diccionario de literatura cubana (2 tomos), prol. de José A. Portuondo, Editorial Letras Cubanas, La Habana, 1980-1984;         [ Links ] Emilio Roig Leuchsenring, "Diez años de labor" en Social, enero de 1926, pp. 13, 97 y 101;         [ Links ] Historia de la literatura cubana, "La literatura cubana entre 1899 y 1958. La república" (Tomo II), Instituto de Literatura y Lingüística José Portuondo Valdor, Ministerio de Ciencia, Tecnología y Medio Ambiente, La Habana, pp. 19-20.         [ Links ]

21 Cf. Diccionario de literatura cubana, op. cit., pp. 340-342.

22 Puede consultarse la edición electrónica http://www.tablada.unam.mx/

23 Los cuadernos se encuentran en el Archivo José Juan Tablada del Instituto de Investigaciones Filológicas y sirvieron de base para que Guillermo Sheridan editara el volumen Obras IV. Diario (1900-1944). Obviamente, estas anotaciones fueron omitidas. Además de las dos listas mencionadas hay otras con los siguientes rótulos: "El Maestro", "'El Mundo' Puerto Rico", "Excélsior México", "Puerto Rico Ilustrado", "Excélsior" y "[anotación ilegible] Buenos Aires".

24 El texto de Tablada no fue localizado. Al revisar la publicación apareció una gran variedad de colaboraciones de escritores hispanoamericanos en general y mexicanos en particular que valdría la pena revisar con detenimiento.

25 Nina Cabrera, op. cit., p. 20.

26 Estas crónicas se encuentran recogidas en Rodolfo Mata (coord.), La Babilonia de Hierro. Crónicas neoyorquinas de José Juan Tablada (1920-1936), Estudio Preliminar Esther Hernández Palacios, Coed. Centro de Estudios Literarios UNAM / CENEDIC Universidad de Colima / CONACYT, México, 1997, CD-ROM.         [ Links ] El tema de Cuba puede rastrearse también en Rodolfo Mata (coord.), México de Día y de Noche. Crónicas Mexicanas de José Juan Tablada (1928-1943), Estudio Preliminar Pilar Mandujano, Coed. Centro de Estudios Literarios UNAM / CENEDIC Universidad de Colima / CONACYT, México, 1998, CD-ROM.         [ Links ]

27 Nuestro colaborador Tablada, sufre un error, al decir que nuestro estimado amigo Uhthoff es "autor" de la zarzuela "Confetti." En rigor, debió decir que es "coautor" pues la pieza se debe más indudablemente, al ingenio de Mario Vitoria. — Nota del Editor.

28 Dice Nina Cabrera: Jorge Schmidke, el poeta que, hacía años, en El Fígaro de La Habana, saludara a Tablada con un bello poema, le visitó en varias ocasiones y mostró gran entusiasmo por su nueva poesía. Juntos fueron a la imprenta Bolívar para tratar de la edición del libro de mi esposo titulado Un día..., compuesto de hai-kais ilustrados con expresivos dibujos, asimismo de su mano" (p. 31).

 

INFORMACIÓN SOBRE EL AUTOR

Rodolfo Mata: Poeta, ensayista y traductor Investigador del Instituto de Investigaciones Filológicas de la Universidad Nacional Autónoma de México. Autor de los libros de poesía Parajes y paralajes (1998) y Temporal (2008). Ha antologado, traducido y prologado a escritores y críticos brasileños como Haroldo de Campos, Paulo Leminski, Régis Bonvicino, Rubem Fonseca, Dalton Trevisan y Antonio Candido. Es coautor, con Regina Crespo, de las antologías Ensayistas brasileños: literatura, cultura y sociedad (2005) y Alguna poesía brasileña 1963-2007(2009). Como ensayista publicó, entre otras cosas, Las vanguardias literarias latinoamericanas y la ciencia (2003) y De Coyoacán a la Quinta Avenida: José Juan Tablada, una antología general (2007). Recientemente prologó la reedición de las memorias de Manuel Maples Arce (2010) y la edición facsimilar de El jarro de flores de José Juan Tablada.

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