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Literatura mexicana

versión On-line ISSN 2448-8216versión impresa ISSN 0188-2546

Lit. mex vol.21 no.2 Ciudad de México  2010

 

Estudios y notas

 

Economía poética de Pedro Páramo: de la Revolución a la Cristiada

 

Poetic economy of Pedro Páramo: from the revolution to the cristero rebellion

 

Juan Pellicer

 

Universidad de Oslo

 

Fecha de recepción: 19 de octubre de 2009
Fecha de aceptación: 20 de enero de 2010

 

Resumen

La obra completa de Juan Rulfo es modelo de brevedad. El discurso narrativo de Pedro Páramo ilustra la eficacia, no solamente de la brevedad, sino de la economía poética, entendida esta como el arte de proyectar un significado por medio del ahorro en el empleo de los recursos del significante. Cada uno de los setenta fragmentos que componen dicho discurso son ejemplo de ese tipo de economía, pero entre ellos hay uno sobresaliente: el fragmento 67 que resume, en nada más que catorce réplicas (como un soneto), los catorce años que van desde la consolidación del carrancismo en 1915 hasta que concluye la guerra cristera en 1929. A la luz de su economía, examino el fragmento aludido.

Palabras clave: Pedro Páramo, economía poética, revolución, guerra cristera.

 

Abstract

All the work of Juan Rulfo is a model of brevity. The narrative discourse of Pedro Páramo illustrates the efficiency, not only brevity, but poetic economy, understanding this as the art of projecting meaning by means of limitation in the employment of resources for meaning. All of the seventy fragments which make up said discourse are examples of this type of economy, but among them there is one which stands out: fragment 67 which recounts, in fourteen replicas (like a sonnet), the fourteen years running from the consolidation of Carranzism in 1915 until the cristero war ended in 1929. In light of its economy, the alluded to fragment is examined.

Keywords: Pedro Páramo, poetic economy, revolution, cristero war.

 

La obra completa de Juan Rulfo es modelo de brevedad: una novela corta, Pedro Páramo, cumbre de la narrativa mexicana del siglo XX, los diecisiete cuentos de El llano en llamas y algún guión cinematográfico.1 Eso fue todo. Acaso con más elocuencia que ninguna otra novela, Pedro Páramo ilustra la eficacia, no solamente de la brevedad, sino de la economía poética. Cada uno de los setenta fragmentos que componen dicha novela son ejemplo de ese tipo de economía, pero entre ellos hay uno sobresaliente. Me refiero al fragmento 67 que resume, en nada más que catorce réplicas, los catorce años que van desde la consolidación del carrancismo en 1915 hasta que concluye la guerra cristera en 1929. A la luz de su economía, voy a examinar el fragmento aludido.

El resultado del trabajo de Juan Rulfo para darle forma al discurso narrativo de Pedro Páramo fue magistral por muchos motivos, sobre los cuales la crítica se ha ocupado con la extensión y la profundidad que merece una de las cumbres de las letras universales del siglo XX. Entre esos motivos se encuentra la destreza con la que el autor manejó la economía poética en la composición de su obra maestra; economía concebida como el arte de proyectar un significado por medio del ahorro en el empleo de los recursos del significante. Una suerte de minimalismo poético. Ahorro en el que lo "breve" del significante corresponde, en proporción inversa, a lo "grande" del significado. Ahorro generado con frecuencia por el lenguaje figurado que es prácticamente imprescindible en la expresión poética; en efecto, las figuras retóricas, particularmente los tropos, se caracterizan, entre otras cosas, por su brevedad, y se presentan como inmejorable ejemplo de economía poética; metáfora, sinécdoque, metonimia, ironía, etc., multiplican —combinando, sugiriendo, intercambiando, desdoblando— el poder y el alcance, y también la ambigüedad, del significado. Es decir, enriquecen su expresión.

El ahorro, que caracteriza a este tipo de economía, implica, como explicaron los formalistas al determinar lo específico del lenguaje literario, tanto violencia como desfamiliarización. Lo poético aparece entonces asociado con lo oblicuo, difícil o artificial como pueden serlo la rima, el ritmo, la métrica, las simetrías, las ambigüedades, los desafíos y alardes sintácticos, los tropos y, dentro de la narrativa, la trama. En mi estudio ya citado examiné cómo, para crear el discurso poético de Pedro Páramo, Rulfo violentó el orden cronológico en la sintaxis narrativa (105-139), y eliminó, o al menos redujo al mínimo, todo lo que pudiera resultar accesorio: introducciones y conjunciones, explicaciones y descripciones. Prefirió exponer cada uno de los setenta fragmentos, como si efectivamente se tratara de un espacio o tiempo autónomo siguiendo un riguroso programa de economía poética. La vinculación entre las situaciones expuestas a lo largo de la narración palpita implícita en el silencioso subterráneo del discurso. Es entonces cuando, en silencio, se encuentran virtualmente el lector y el autor implícitos en el texto; silencio al que seguramente contribuyeron los cortes que el propio Rulfo indicó haberle hecho al manuscrito original, "como unas cien páginas", es decir, casi la mitad del libro (Ascanio: 874).

Pero es cierto también que en la literatura se presentan otros tipos de programas de economía poética. Recuérdese, por ejemplo, el espíritu barroco que alentó ayer la lírica de Góngora, de Quevedo o de sor Juana, y hoy la narrativa de Carpentier, de Fuentes o de García Márquez; pero recuérdese también un espíritu distinto del barroco, que está más en la línea del ahorro, de la sobriedad, de la brevedad y del silencio, capaz de alentar empresas económicas admirables como, por ejemplo, las de san Juan de la Cruz o las de Juan Ramón Jiménez.

Al depurar Rulfo el texto, al reducirlo, al despojarlo del follaje accesorio y superfluo, como san Juan y Juan Ramón, transformó el lenguaje prosaico en poético. Llevó esta operación depuradora hasta sus últimas consecuencias, es decir, hasta los últimos y recónditos terrenos de la economía poética, allá en los invisibles linderos del silencio que es donde anida la más alta y entrañable poesía. La fuerza expresiva pudo concentrarse en la brevedad del texto y es en esa apretada brevedad formal donde se cifra, en buena parte, el impacto de la lectura de Pedro Páramo.

En efecto, el fragmento 67 es nada menos que un alarde de economía poética. Está compuesto por catorce réplicas, muy breves, simétricas y alternadas, siete a cargo del Tilcuate y siete a cargo de Pedro Páramo. Su secuencia revela varias cosas: el paso del tiempo —un lapso de catorce años—, el carácter impulsivo y aventurero del Tilcuate, lo irónico de su percepción de la protesta religiosa y de su creencia relativa al más allá, el poder de la autoridad de Pedro sobre sus subordinados, su astucia política frente a los sucesos revolucionarios y posrevolucionarios, su irónico distanciamiento y, al final, su desdén e indiferencia respecto a esos acontecimientos históricos. He aquí el fragmento:

El Tilcuate siguió viniendo:
—Ahora somos carrancistas.
—Está bien.
—Andamos con mi general Obregón.
—Está bien.
—Allá se ha hecho la paz. Andamos sueltos.
—Espera. No desarmes a tu gente. Esto no puede durar mucho.
—Se ha levantado en armas el padre Rentería. ¿Nos vamos con él, o contra él?
—Eso ni se discute. Ponte al lado del gobierno.
—Pero si somos irregulares. Nos consideran rebeldes.
—Entonces vete a descansar. —¿Con el vuelo que llevo?
—Haz lo que quieras entonces.
—Me iré a reforzar al padrecito. Me gusta cómo gritan. Además lleva uno ganada la salvación.
—Haz lo que quieras (187-188).

Adviértase que, ante las brevísimas noticias del Tilcuate, Pedro no dice casi nada, apenas algo más que el visto bueno del "está bien": su lacónico pragmatismo del "No desarmes a tu gente. Esto no puede durar mucho" y del "Ponte al lado del gobierno". Sabio pragmatismo, particularmente el de la primera de las réplicas, que encierra por lo menos dos de las lecciones de la Revolución: el presidente Francisco I. Madero desarmó a su ejército revolucionario y, en cambio, no desarmó al ejército de Porfirio Díaz que acabó levantándose en armas y asesinándolo; Pancho Villa también desarmó a su ejército y a él también lo asesinaron. Obsérvese también cómo el narrador, escondido detrás del diálogo que él mismo ha introducido con la mayor brevedad posible, elípticamente expresa el transcurso de los catorce años de la historia en el inmóvil presente del discurso. La eficacia de las catorce réplicas evoca la eficacia, la simetría y la brevedad de los catorce versos del soneto, modelo acaso insuperable de economía poética.

Efectivamente, en esas mínimas catorce réplicas transcurren, en un presente continuo, prácticamente catorce años que van desde la consolidación del carrancismo en 1915, cuando Venustiano Carranza asume el poder de facto, hasta 1929, cuando termina la guerra cristera. La correspondencia con el referente histórico es evidente. El "Ahora somos carrancistas" del Tilcuate, sugiere el año de 1915, en el que se consolida el poder de Carranza, en primer lugar, por medio de la fuerza de las armas, es decir, por medio de las victorias decisivas del ejército constitucionalista sobre las tropas de Pancho Villa en las llamadas batallas de Celaya, entre abril y julio de ese año. A partir de entonces, los constitucionalistas ocupan Aguascalientes, San Luis Potosí, Zacatecas y Querétaro, en julio; la ciudad de México, en agosto; Saltillo y Torreón, en septiembre; Toluca, en octubre; Ciudad Juárez y Chihuahua, en diciembre. En segundo lugar, al prestigio político de Carranza contribuyen las leyes que él mismo expide en enero de ese año, la de la Reforma Agraria y la de Relaciones Familiares, antecedentes del artículo 27 constitucional y del Código Civil de 1928. Y, en tercer lugar, el poder de Carranza se ve fortalecido gracias a los reconocimientos diplomáticos. En efecto, el de los Estados Unidos al constitucionalismo como gobierno de facto, en octubre, va seguido, antes de que concluya ese mes, por los de Argentina, Bolivia, Guatemala, Brasil, Uruguay, Chile, Costa Rica y El Salvador; y antes de terminar el año, por los de Alemania, Cuba, Japón y Honduras (Castro Leal: 36-44 / Meyer: 113-122 / Silva Herzog: 218-321).

El año siguiente, el de 1916, el carrancismo controla la mayor parte del territorio nacional y se sigue viendo fortalecido internacionalmente por más reconocimientos importantes: España, Francia, Inglaterra, Italia, Rusia, Austria, Colombia, Noruega, Venezuela y China. En octubre se celebran elecciones de diputados constituyentes y el 1 de diciembre se instala el Congreso Constituyente en Querétaro, a resultas de cuyos trabajos la nueva constitución política representa el paso más importante para la cabal legitimación del gobierno de Carranza y de su papel histórico.

Una vez promulgada la constitución, el 5 de febrero del año siguiente, se convoca a elecciones para el congreso y la presidencia de la república, elecciones que gana Carranza, quien toma posesión de su cargo el 1 de mayo. En 1918 hay elecciones de diputados y senadores y queda instalado el XXVIII Congreso de la Unión. En 1919, Zapata es asesinado y Obregón acepta la candidatura a la presidencia en contra de la voluntad de Carranza. En abril de 1920, Obregón se subleva (corresponde al "Andamos con mi general Obregón" del Tilcuate), en mayo sale Carranza de la capital, entra Obregón y Carranza es asesinado en la sierra de Puebla cuando se dirigía a Veracruz. En las elecciones de septiembre de ese año, gana Obregón y toma posesión el 1 de diciembre.

Efectivamente, como lo indica el Tilcuate, el gobierno de Obregón (1920-1924) logra pacificar, en buena medida, al país ("Allá se ha hecho la paz. Andamos sueltos"). En 1923, Villa es asesinado en Parral y a principios de 1924 es sofocada la rebelión delahuertista. La pacificación le permite a Obregón comenzar a poner en marcha los programas derivados de la nueva constitución, principalmente en el campo de la educación, e inaugurar lo que con el tiempo se convertiría en peculiar rasgo del sistema político mexicano —presidencialista y de partido oficial— a lo largo de todo el siglo XX: la designación que hace el presidente saliente de su sucesor. Obregón designa a Calles y a este le toca lidiar con la guerra cristera de 1926 a 1929 ("Se ha levantado en armas el padre Rentería. ¿Nos vamos con él, o contra él? [...] Me iré a reforzar al padrecito. Me gusta cómo gritan. Además lleva uno ganada la salvación.").

La última réplica del Tilcuate muestra la puerilidad con la que él percibe el mundo que lo rodea. La ironía de Rulfo con la que contempla a su personaje es evidente. El "gusto" del Tilcuate por los "gritos", que es como mira la protesta de los sacerdotes, le parece al propio Tilcuate suficiente para legitimar, sin empacho, su simpatía hacia el fanatismo del movimiento rebelde. Pero, ¿es puerilidad del personaje o mera baladronada, o ambas cosas? La misma ambigüedad continúa en la convicción, la confianza y la fe que entraña el "lleva uno ganada la salvación". ¿Es ingenuidad del Tilcuate, o es efectivamente su fe o no es más que mera retórica vacía para legitimar su incorporación a las filas de los cristeros? Es, gracias a la ambigüedad en la que se cifra la ironía, todo eso.

El final del diálogo sugiere, sin decirlo explícitamente, que el Tilcuate se habrá ido a la guerra cristera que concluye, históricamente, en 1929, y en el discurso de la novela, en la décimo cuarta réplica, con el irónico punto y aparte a cargo de Pedro: "Haz lo que quieras".

Con el paso del tiempo, a más de medio siglo de su publicación, la lectura de Pedro Páramo es cada vez más estimulante. A diferencia de otras novelas de su época, que gozaron del favor del público y de la crítica y que hoy parecen haber envejecido, la de Juan Rulfo sigue asombrando a lectores y críticos por la frescura y la sobriedad de su poesía.

 

Bibliografía

Ascanio, María Helena. "Juan Rufo examina su narrativa", en Juan Rulfo: Toda la obra. Claude Fell, ed. París: ALLCA XX. Colección Archivos, 1992. 873-881.         [ Links ]

Castro Leal, Antonio. "Principales acontecimientos de la Revolución Mexicana". La novela de la Revolución Mexicana. Tomo I. Antonio Castro Leal, ed. México: Aguilar, 1967.         [ Links ]

Meyer, Lorenzo. "El primer tramo del camino", en Historia general de México. 4. México: El Colegio de México, 1977. 111-199.         [ Links ]

Pellicer, Juan. Entre la muerte y un vaso de agua. México: Universidad Nacional Autónoma de México, 2005.         [ Links ]

Rulfo, Juan. Pedro Páramo (1955). Madrid: Cátedra, 1990.         [ Links ]

Silva Herzog, Jesús. Breve historia de la Revolución Mexicana, 2. México: Fondo de Cultura Económica, 1973.         [ Links ]

 

Nota

1 En Entre la muerte y un vaso de agua (105-139), examiné algunos paralelismos entre la obra de Rulfo y la de José Gorostiza, entre otros, su brevedad y su grandeza, particularmente a la luz de ciertas relaciones entre Muerte sin fin y Pedro Páramo, cimas de sus respectivos géneros en las letras mexicanas del siglo XX.

 

INFORMACIÓN SOBRE EL AUTOR

Juan Pellicer: Licenciatura en Derecho por la Universidad Nacional Autónoma de México; Posgrado en Administración Pública (London School of Economics, 1968-1969). Licenciatura en Letras Hispánicas (Universidad de Oslo, 1983-85). Maestría en Letras Hispánicas; Doctorado en Letras Hispánicas; Profesor asistente y Profesor titular por la Universidad de Oslo. Además de numerosos artículos y ensayos, ha publicado un libro sobre cultura mexicana Asche-houg (1982), dos sobre literatura (1999 y 2005) y el cuarto, sobre cine, está en prensa.

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