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Comunicación y sociedad

versión impresa ISSN 0188-252X

Comun. soc vol.17  Guadalajara  2020  Epub 30-Ago-2021

https://doi.org/10.32870/cys.v2020.7754 

Temática general

Relatos sobre la televisión. Problemas para nombrar una nueva tecnología

Francisco Hernández Lomelí1 
http://orcid.org/0000-0002-3658-5456

1 Universidad de Guadalajara, México. franciscoh@csh.udg.mx


Resumen

El objetivo de este artículo es un análisis de notas periodísticas aparecidas entre 1924 y 1935 en el diario del estado de Jalisco, México, El Informador y el semanario Revista de Revistas, medios impresos que mostraron un interés por la popularización de la televisión desde mediados de los años veinte del siglo pasado. Se pretende evidenciar los intentos por darle nombre a esa tecnología, se trata de mostrar “los problemas de nominación del aparato”. También es de interés ver cómo se percibía ese invento en las notas periodísticas. Además, son objeto de análisis los usos imaginados que se atribuían al futuro medio de comunicación.

Palabras clave: Historia de la televisión; Latinoamérica; tecnologías de la comunicación

Abstract

The aim of this article is the analysis of news items that appeared between 1924 and 1935 in the newspaper from Jalisco, Mexico, El Informador and the weekly magazine Revista de Revistas, written media that showed interest for the popularization of television since the mid-1920s. It is intended to show the attempts to name this technology, it is about displaying “the problems of nomination of the device”. It is also of interest how this invention was perceived in press notes. Furthermore, it is also analyzed the imaginary uses attributed to this new of communication.

Keywords: Television History; Latin America; Communication Technologies

Las tecnologías de la comunicación deben recorrer un largo camino antes de ser aceptadas por la sociedad. No basta con cumplir satisfactoriamente las pruebas de laboratorio y demostrar que funcionan, deben además prometer soluciones a problemas sociales de manera innovadora. De igual forma las “máquinas de comunicar”,2 como las llamó Flichy (1993), tuvieron que encontrar su lugar en un espacio previamente habitado por tecnologías precedentes. Los promotores de la televisión, que surgieron simultáneamente en diferentes países a partir de la segunda década del siglo pasado, tuvieron que competir con un sistema de medios de comunicación de masas bien consolidado. Una industria cinematográfica robusta con redes de distribución y consumo altamente internacionalizadas y, por su parte, la radio vivía un periodo de expansión en todo el mundo.

El objetivo de este artículo es un análisis de notas periodísticas aparecidas entre 1924 y 1935 en el diario jalisciense El Informador y el semanario Revista de Revistas, medios impresos que mostraron un interés por la popularización de la televisión desde mediados de los años veinte del siglo pasado. El criterio de selección del material fue doble. Por un lado, temático, es decir que las notas periodísticas fueron aquellas relacionadas con la cobertura del surgimiento de la televisión en el mundo. Por otro lado, fue cronológico, ya que no hay notas publicadas antes de 1924; y como límite se estableció 1935 porque en ese año se inauguró en México un sistema experimental de televisión. A partir de este año la prensa contó ya con un referente concreto cuando se hablaba de televisión y no era solamente especulativo. Se pretende mostrar los intentos por darle nombre a esa tecnología o, planteado en palabras de Varela (2005), se trata de mostrar “los problemas de nominación del aparato” (p. 23). También es de interés ver cómo se percibía ese invento en las notas periodísticas. Además, son objeto de análisis los usos imaginados que se atribuían al futuro medio de comunicación. Las reflexiones surgidas del estudio de este caso particular buscan contribuir a la historia de la televisión y a los usos y apropiaciones de la tecnología.

Varios autores coinciden en señalar que el estudio de los discursos y narrativas que envuelven y acompañan a las tecnologías resultan fundamentales para comprender el éxito o fracaso de un artefacto. Bannister (2001) concibe a la televisión como “un sistema tecnológico a gran escala que comprende artefactos tecnológicos, relaciones sociales, organizaciones empresariales y agencias gubernamentales” (p. 1). El reto intelectual entonces es mostrar cómo esos “factores sociales, políticos y económicos dieron forma a esa nueva tecnología” (p. 1). Por su parte, Flichy (2003) afirma que estos discursos deben considerarse “como un componente del desarrollo de un sistema técnico” (p. 12). Flichy está convencido de que en el centro de la innovación encontramos diferentes tipos de “violentas controversias” (p. 12), mismas que pueden ser reconstruidas y recuperadas para entender los debates sociales que se generaban en torno al papel de las tecnologías de la comunicación en la vida social.

Una estrategia para la reconstrucción de las controversias es el análisis de la prensa, ya que este medio de comunicación nutre la imaginación de los lectores, sean estos especializados o diletantes. Las notas periodísticas dan cuenta de avances técnicos, exhibiciones públicas, fracasos, polémicas científicas y permiten ver la diversidad de planes que tenían los gobiernos, las empresas e inventores para incorporar la televisión a la vida cotidiana. La prensa contribuye a la comprensión pública de las nuevas tecnologías y, al hacerlo, se convierte en un escenario donde se debatirá cuál es la mejor forma para usarlas. La prensa nos permite ver quiénes son los interlocutores legítimos, quién es el experto y a quién se excluye del debate colectivo.

Asimismo, un abordaje como el que aquí se presenta abre la posibilidad de observar los balbuceantes intentos por dar nombre a ese nuevo invento que, en la década de los años veinte del siglo pasado, todavía no adquiría su aspecto técnico uniforme que tiene en la actualidad y tampoco encontraba aún su lugar en la naciente sociedad de masas. En ese tiempo la prioridad de científicos que experimentaban con la televisión era que la posibilidad de ver a distancia fuera técnicamente factible. Más aún, no estaban muy seguros de qué utilidad práctica podría tener y mucho menos qué lugar y función social se le asignarían a este invento, pues “no se sabía bien para qué podía servir” (Vilches, 1993, p. 17). Los científicos y técnicos en general “solo querían enviar imágenes y sonidos a distancia por medio de ondas radioeléctricas, salvando cada vez mayores distancias y obteniendo imágenes más nítidas” (Puyal, 2013, p. 239). Esta idea de desarrollar la televisión como un logro científico sin ninguna implicación social también es compartida por Keilbach y Stauff (2013) quienes argumentan que “como en el caso de la mayoría de los laboratorios, los experimentos en televisión no buscaban resolver un problema bien definido, no había un objeto de investigación claro” (p. 86). Como bien señala Barnouw (1990), hubo varias propuestas de denominación para “los experimentos en la transmisión de imágenes” (p. 17). El término “televisión” propuesto por la revista Scientific American en 1907 tuvo que competir con visual wireless, visual radio y electronic vision entre otros. En Alemania se recurrió a otros conceptos como “receptor de audio-imagen”, “tele-visio-audio” o “sala de cine remota”, ya que la palabra televisión no era capaz de producir una idea o un significado conciso en la mentalidad de las personas (Elsner et al., 1990, p. 203). Estos autores fueron más allá y señalaron que, para el caso alemán, la televisión tuvo en sus inicios “problemas de identidad”, ya que fue difícil asignarle un papel y una función dentro del sistema de medios de la época de entreguerras. Además, quienes promovieron la implantación de la televisión “no tenían idea de qué hacer con este medio” (p. 212).

En Europa, durante el periodo de entre guerras, se conocían términos como radiotelegrafía, radiocine, telecinema, telegrafía televisual y otros, a la variedad de aparatos para ver a distancia (Zielinsky, 1999, p. 136). Por su parte, Varela (2005) da cuenta de la rica presencia de relatos sobre la televisión en las publicaciones periódicas argentinas des- de la última mitad de los años veinte del siglo pasado. La variedad de nombres para denominar a la televisión “pone en evidencia la necesidad de asimilar el nuevo invento a los anteriores con los que formaría un continuum (fotografía-cine-radio-televisión), pero también la falta de claridad respecto del funcionamiento y las aplicaciones de dicho invento” (p. 23).

Lo valioso de las notas periodísticas es que dan cuenta de la riqueza de interpretaciones que generaba la televisión en su etapa experimental. Ahora bien, la gestación de la televisión, tal y como la conocemos ahora, tomó muchos años. Creció de la mano de la tecnología de su tiempo y se alimentó de los aportes de un amplio espectro de disciplinas “tanto de las artes como de las ciencias y, frecuentemente, con poca relación entre ellas” (Abramson, 1987, p. 1).

El Informador

Este diario se puso en marcha en Guadalajara, México, el 5 de octubre de 1917. De acuerdo con Larrosa (2018)El Informador comenzó como un proyecto de varios ciudadanos, quienes tenían en mente echar a andar un diario que pudiera ofrecer información en un contexto en el que se desarrollaban procesos tan relevantes como la Revolución Mexicana y la Primera Guerra Mundial. Jesús Álvarez del Castillo, fundador del periódico, se asoció con otros inversionistas, entre quienes destacaban comerciantes e industriales de la colonia Francesa de Guadalajara. Cuando concluyó la Primera Guerra Mundial, los inversionistas de ascendencia francesa desistieron del proyecto y Jesús Álvarez del Castillo compró todas las acciones de El Informador. A partir de 1919 el periódico se convirtió en una empresa familiar de los Álvarez del Castillo. Durante sus primeras dos décadas de circulación, el periódico comenzó a prosperar y prevaleció frente a otras publicaciones periódicas. Sin embargo, a finales de la década de los treinta, El Informador tuvo un problema político que devino en una huelga de sus trabajadores, la cual provocó que el periódico se declarara en quiebra y cerrara sus rotativas entre 1937 y 1938. Con ayuda de sus empleados y con el apoyo de la Asociación de Editores de los Estados, El Informador pudo volver a editarse y comenzó a circular en diciembre de 1938.

Fregoso y Sánchez-Ruiz (1993) establecen que, a través de los años, El Informador se consolidó como un diario conservador en el “sentido estricto de no apoyar demasiado las innovaciones, ni políticas ni periodísticas” (p. 29). Después de 1945 se consolidó como el diario más leído en Guadalajara. El Informador cuenta con una hemeroteca digital en donde es posible recuperar todas las ediciones del diario a través de un buscador, de manera gratuita. Este recurso fue de gran utilidad para la elaboración de esta investigación.

El tono de las notas analizadas es utópico y, por tanto, muy útil para estudiar el periodo experimental de la televisión. Poner atención a las fantasías, como nos sugiere Marvin (1988), nos ayuda a determinar el “tipo de conciencia de una época” además de determinar “lo que era posible y que no” (p. 7). Por su parte, Latour (2012) es muy claro en sostener que si se quiere comprender las ciencias y las técnicas es necesario partir “de esas grandes olas de declaraciones más o menos deshilvanadas, más o menos ordenadas” (p. 76) que llegan hasta nosotros, ya que las narraciones “marchan por delante de las prácticas sociales para abrirles camino” (Certeau en Flichy, 2003, p. 269).

La primera noticia en donde aparece el neologismo televisión se publicó en El Informador el 12 de febrero de 1924. Es importante analizarla la nota en cuestión por varias razones. La experimentación mundial alrededor de la televisión se llevó a cabo en el ámbito de los laboratorios, con fines científicos y bajo la guía de dos marcos tecnológicos: el sistema mecánico patentado en 1884 por Paul Nipkow y mejorado posteriormente por varios científicos; y el sistema electrónico desarrollado simultáneamente por varios equipos de investigación a partir de los años veinte del siglo pasado. La nota se tituló “La televisión” y en ella se describen los avances en la experimentación de esta tecnología en Francia, tomando como fuente de información los experimentos del científico Edouard Belin.3

La palabra televisión significa etimológicamente visión a gran distancia... El problema de la televisión consiste en hacer visible para un observador espectáculos que se desarrollan a una distancia cualquiera. Numerosos investigadores han intentado resolverlo haciendo uso de la electricidad como intermediario... M. E. Belin, a quien se deben maravillosas realizaciones de transmisión de imágenes a distancia, ha indicado en una reciente conferencia en la Sociedad Astronómica de Francia... Ya M. E. Belin ha podido transmitir por inalámbrica, y reconstituir a la llegada, las variaciones de destellos de una fuente luminosa constituida por un punto. Es un primer paso. El hilo eléctrico o las ondas hertzianas ha suprimido ya la distancia para la palabra; dentro de poco sucederá tal cosa para la vista (El Informador, 12 de febrero de 1924, p. 3).

Ese mismo año El Informador publicó que “Mr. L. Baird, ingeniero inglés” había ofrecido en su país “una sesión de cinematografía transmitiendo por telegrafía sin hilo”. La nota agregó que los asistentes a tal evento habían emitido un juicio “muy favorable al nuevo invento. Parece que, en efecto, la reproducción de las imágenes es absolutamente perfecta y ni el menor detalle se pierde en la transmisión” (El Informador, 13 de mayo de 1924, p. 3). La nota sorprende por su actualidad, ya que solo un año antes este ingeniero escocés patentó “un sistema de transmisión por telegrafía o radiotelegrafía de vistas, retratos y escenas”. Este sistema, basado en la propuesta tecnológica de Nipkow, solo podía transmitir siluetas de objetos como letras y símbolos logrando imágenes “muy toscas e imperfectas” (Burns, 2000, p. 75). De cualquier manera, John Lodgie Baird (1888-1946) representaba la vanguardia en la investigación en televisión en Gran Bretaña y lo hacía de manera independiente de la British Broadcasting Company (BBC).

La misma nota daba cuenta de los avances de Francis Jenkins en Estados Unidos e informaba que él había inventado “un aparato para proyectar las películas cinematográficas a distancia, por radiotelegrafía” (El Informador, 13 de mayo de 1924, p. 3). En efecto, el inventor independiente Charles Francis Jenkins propuso crear una empresa que transmitiera películas a través de cable. Pero con el advenimiento de la radio cambió de opinión y pensó que el mejor método para la distribución de material fílmico sería a través de ondas electromagnéticas. Para materializar sus ideas, en 1921 fundó Jenkins Television Laboratories que buscaban producir y desarrollar “radiopelículas y transmitirlas por ondas como entretenimiento para el hogar” (Magoun, 2007, p. 30). Al año siguiente realizó una demostración de transmisión de fotografías a través de ondas electromagnéticas con éxito.

En 1925, una tercera nota titulada “Ver por radio es ahora posible, dice un inventor”, publicada también en El Informador, da cuenta de una futura demostración de un prototipo de televisión de John Lodgie Baird. Luego de una breve descripción del funcionamiento del aparato, señala que el inventor ha pronosticado que: “con el tiempo la máquina puede ser adaptada a los aparatos de radiotelegrafía haciendo posible que mientras se habla con una persona por radio a Moscú, a Tokyo, o a Nueva York, se ‘vea’ con claridad su imagen” (El Informador, 1925, p. 14). En efecto, John L. Baird estaba dedicado de tiempo completo en el desarrollo de la televisión gracias a un financiamiento privado. En 1925 consiguió transmitir y recibir imágenes de una habitación a otra con apreciación de “detalles y graduaciones de luz y sombra, y no solo una mancha en blanco y negro” (Burns, 2000, p. 85). Meses después, Baird ofreció una demostración pública de su invento ante unos 40 miembros de la Royal Institution en Londres. De acuerdo con la investigación de Burns (2000), durante 1926, publicaciones como The Times, The New York Times y Nature dieron cuenta del invento de Baird y la consideraron la primera transmisión de imágenes en medios tonos. En 1927 fue capaz de enviar imágenes de Glasgow hacia Londres -700 kilómetros de distancia- a través del cable de la red telefónica (Williams, 1987, pp. 461-462). Es cierto que las imágenes eran aún rudimentarias, ya que estaban formadas por tan solo 30 líneas que se repetían diez veces por segundo. En este marco experimental de transmisiones de imágenes a gran distancia, El Informador dio cuenta de la “transmisión transatlántica y radiográfica” que Baird y su equipo llevaron a cabo en febrero de 1928. El experimento consistió en transmitir imágenes y audio desde un barco en altamar de manera simultánea, el buque se dirigía de Londres hacia Nueva York. Aquí la versión del diario jalisciense:

La televisión transatlántica y radiográfica quedó establecida por primera vez anoche mediante instrumentos que ha inventado John L. Baird. El éxito es sólo parcial y se duda si los amigos de este lado del atlántico, de aquellos que estaban frente al televisor en Londres, pudieron realmente reconocerlos por la imagen recibida en los Estados Unidos, pero demostraron extraordinario progreso sobre otros puntos radiográficos.

Tres imágenes se transmitieron: la primera era la imagen de un ventrílocuo. La segunda era la de un individuo llamado Fox, empleado de la “Associated Press” en Londres. La tercera era la esposa de Jaime Howe, miembro de la “Associated Press” en Londres.

La imagen aparecía giratoria en el metal [discos de Nipkow] y a menudo se desvanecía debido a las interrupciones estáticas. Los movimientos fácilmente se apreciaban cuando se transmitió la imagen de la mujer, tales como la apertura de la boca. Este evento se considera muy significativo aquí, donde la televisión radiográfica de los objetos movibles rápidamente progresa (El Informador, 10 de febrero de 1928, p. 2).

Si se considera que El Informador es un diario generalista y no especializado en asuntos técnicos, es posible afirmar que la cobertura del trabajo de John Lodgie Baird fue adecuada y, por lo tanto, permite mostrar las dificultades de nombrar a la entonces nueva tecnología que ahora denominamos televisión. Aparecen términos como “cinematografía transmitida por telegrafía sin hilo”, “radiofonía” y “televisión transatlántica y radiográfica”.

La siguiente nota publicada es una reseña de una conferencia que impartió Edouard Belin en la Sociedad Francesa de Fotografía a principios de 1926 y en donde recoge además declaraciones del científico francés sobre el futuro de la televisión.

Belin estima que el problema de la televisión quedaría resuelto de aquí a algunas semanas y que antes de que expire 1926 el orador que hable delante de un micrófono tendrá simultáneamente su voz y su imagen transmitida y recogida a través del globo. El sabio francés cree así mismo que el cinematógrafo a distancia será una consecuencia natural de la televisión. Cuando los aparatos estén perfeccionados lo que hoy se antoja quimérico será la cosa más sencilla del mundo (El Informador, 21 de febrero de 1926, p. 7).

En junio de 1927, se publica la nota titulada “Radio-Visión”, en la cual se informa que, según las revistas especializadas estadounidenses, la televisión estará disponible para el público en “unos dos o tres años a lo sumo”; usando un tono balbuceante para referirse a ella -como “televisión o visión a distancia”- y especula sobre los usos futuros de la televisión.

La trasmisión [sic] por radio, es decir, sin hilos de la visión, es decir la televisión o visión a distancia, parece ser ya un hecho... se profetiza que dentro de poco podrá verse, por ejemplo, un partido de foot ball a más de mil kilómetros... y lo más notable de este invento es que el aparato receptor -que ha de ser el complemento del de Radiotelefonía, no es ni voluminoso ni de complicado manejo... los periódicos podrán, sin enviar a sus redactores fotográficos al lugar de un espectáculo cualquiera: partido deportivo, función teatral, etc., y reproducir los momentos más interesantes para satisfacción de la curiosidad de sus lectores (El Informador, 18 de junio de 1927, p. 3).

Debe señalarse que desde mediados de ese año empezaron a disminuir las notas relacionadas con los adelantos de la televisión en Gran Bretaña y, en proporción inversa, fueron más frecuentes los relatos de las innovaciones realizadas por compañías estadounidenses. Es el caso de la noticia aparecida en la edición del 17 de abril, en donde informa sobre los avances de la compañía AT&T en materia de televisión. La AT&T inició un ambicioso programa de investigación con el fin de lograr un sistema confiable de televisión. Para tal efecto se contrató a un grupo de eminentes científicos y fue asignado un generoso presupuesto, además de tener acceso a las instalaciones del Bell Telephone Laboratories en la ciudad de Nueva York. El primer resultado “de los 200 ingenieros y científicos y alrededor de 300 000 dólares invertidos” (Van Den Ende, 1997/1998, p. 19) fue en 1925 con el diseño y operación de un sistema capaz de enviar imágenes a través de una línea telefónica. Un año después se logró una conversación telefónica con una pantalla en cada una de las terminales, y fue posible ver los rostros de los interlocutores. La nota de referencia es la reseña de una demostración pública de este sistema de videoteléfono que realizaron el presidente de la AT&T en su sede en Nueva York y el Secretario de Comercio de Estados Unidos, Herbert Hoover, desde su oficina en Washington.

Los avances de la compañía Westinghouse también fueron reseñados por El Informador. La nota titulada “La transmisión de películas sonoras a distancia” informó de los trabajos llevados a cabo por Frank Conrad, un destacado científico experto en telecomunicaciones y contratado para encabezar el equipo a desarrollar un sistema confiable de televisión para esa compañía. El título de la nota sugiere abiertamente un uso práctico para este nuevo invento: ver películas.

... con el lento pero seguro perfeccionamiento de la televisión estamos a punto de asistir al triunfo de un nuevo prodigio científico, aplicado al arte de la diversión popular: La película radiográfica... la producción de películas por Radio, está aún en la edad del Laboratorio, pero ya recientemente se han hecho experimentos que pueden calificarse de afortunados... la producción de películas a través de ondas etéreas, requiere de una serie de aparatos complicadísimos, pero los principios en que está basada son fácilmente comprensibles para el amante de los experimentos científicos. Se concreta en una combinación de la reproducción fotográfica y la de los sonidos (El Informador, 13 abril de 1929, pp. 2, 6).

La nota publicada el con el título “La Westinghouse descubre un nuevo tipo de televisión” es de suma importancia para esta investigación, ya que menciona por primera vez a Vladimir Zworykin, personaje clave en el desarrollo de la televisión en Estados Unidos. Además, describe el “nuevo tipo” de televisión que no es otro que la utilización de un tubo de rayos catódicos como pantalla, en lugar de formar la imagen a través de los discos de Nipkow. Es cierto que todavía no es un sistema totalmente electrónico, ya que se mencionan componentes mecánicos como “espejos vibratorios” y una “película”, pero es un antecedente del método que patentó en 1935 Zworykin bajo el auspicio de la RCA.

La aplicación de un tubo de rayos catódicos en el aparato receptor, le da a éste muchas ventajas sobre el método de broadcasting visual de hoy día que consiste en un mecanismo que hace uso de un disco escudriñador por todos bien conocidos... Utilizando este método será posible que toda una audiencia reciba por televisión los acontecimientos importantes, tan pronto como se haya desarrollado la película que contiene la impresión de los mismos. Está además decir que tales transmisiones podrán ir acompañadas de los correspondientes sonidos, debidamente sincronizados (El Informador, 13 de enero de 1930, p. 2).

Un par de notas aparecidas en El Informador merecen ser reseñadas ya que corresponden a las declaraciones de Guglielmo Marconi, científico laureado con el Premio Nobel de física en 1902 y consumado empresario. A pesar del estadio experimental en que se encontraba la televisión en 1929, tuvo la lucidez de prever la relación que se establecería entre la cinematografía y la visión a distancia: “el cinematógrafo subsistirá, a pesar de la televisión, por la misma causa que existen hoy compaginados el fonógrafo y la radiografía. Son dos formas distintas que se complementan, la una produciendo y la otra conservando” (El Informador, 10 de noviembre de 1929, p. 8). Año y medio más tarde amplía ese argumento: “no creo que la televisión elimine al film. La relación entre televisión y el cinematógrafo será la que existe entre la radio y gramófono... Muchas personas aman escuchar y ver la música y ellas continuarán frecuentando el cine, así como otras prefieren escuchar los discos que más les gusten por medio del gramófono que el radio no ha podido dominar de ninguna manera” (El Informador, 28 de abril de 1931, p. 8).

Revista de Revistas

Este semanario nació en noviembre de 1910 y fue una publicación revolucionaria en México, tanto en el ámbito editorial como en el de la política nacional. En el campo editorial, Revista de Revistas, cuyo lema original fue “El semanario más completo, variado e interesante de la República”, modificó la presentación de las noticias, amalgamó la información con la publicidad comercial, amplió el espectro informativo e impulsó la caricatura como vehículo de crítica. Es importante mencionar que la respuesta que tuvo por parte del lector en México fue tan buena que, a partir de ella, se creó el diario Excélsior en marzo de 1917. Fue la única publicación semanal que transitó desde el Porfiriato hasta los gobiernos emanados de la Revolución mexicana a lo largo de seis décadas y, por tanto, la publicación pudo atestiguar y contar todo el proceso revolucionario, las dos guerras mundiales y el movimiento estudiantil de 1968. Su contenido buscaba acaparar todos los gustos: deportes, teatro, damas (consejos de belleza y salud, o recetarios, y también moda), notas sociales (matrimonios, titulaciones de médico o de licenciado), sección bibliográfica (reseñas, críticas literarias, recomendaciones), noticias, concursos, adivinanzas y otras curiosidades. Así, se abría paso a la sección “Literatura y Arte”, digamos, el plato fuerte de Revista de Revistas, donde se colocaron los escritores más representativos de la época. La revista desaparece en noviembre de 2005 (Gutiérrez, 2019; Pereira, 2004). Para la elaboración de este artículo se consultó el Fondo Histórico de la Biblioteca Pública del Estado de Jalisco “Juan José Arreola”. Acervo que resguarda la colección de Revista de Revistas.

El primer artículo que publicó este semanario se tituló “Viajando por el Eter: La Radiovisión”, y apareció en la edición del 13 de julio de 1930 bajo la firma de Pelayo Vizuete. Es un claro ejemplo de los problemas para nombrar una nueva tecnología. El texto dice:

... debemos ir marcando lindes y señalando nombres a los campos a fin de evitar confusiones. La “vista a distancia” es televisión; pero esta comprende la telefotografía, transmisión de retratos y dibujos; la telecinegrafía, reproducción lejana de películas cinematográficas, y la radiovisión, envío de imágenes tomadas del natural (Vizuete, 1930, p. 25, negritas originales).

La explicación se complica cuando describe los siguientes componentes: “Televisor es el aparato que reproduce (que ve) a distancia los objetos; radiovisor es el que da, que ve a distancia las imágenes de los objetos naturales, que los reproduce directamente” (Vizuete, 1930, p. 25, negritas originales). Posteriormente describe el funcionamiento y, de las características que menciona el autor, se colige que se refiere al sistema mecánico de televisión.

El segundo artículo sobre televisión fue publicado el 16 de agosto de 1931 y fue escrito por Kalman Tihany, científico húngaro quien en 1926 solicitó una patente para su invento llamado radioskop; esta solicitud no fue aceptada por problemas burocráticos, pero 75 años después (en 2001) fue incluida en la Memoria del Mundo de la UNESCO. Después, entre 1928 y 1929, solicitó varias patentes para todas sus ideas sobre cámaras de televisión electrónicas en Alemania, Bélgica, Estados Unidos, Francia, Gran Bretaña y Hungría, la mayoría de sus solicitudes en Europa no fueron aceptadas. Aunque no hay pruebas de que ese sistema “haya funcionado alguna vez” (Abramson, 2003, p. 119) fue importante para el diseño del iconoscopio de Zworykin. En el artículo, Tihany critica el sistema mecánico de discos que, en aquellos años, dominaba la experimentación de la televisión refiriéndose a él como “un juguete” capaz de reproducir una fotografía, pero lejos de alcanzar la calidad de la cinematografía:

El televisor [mecánico] adolece de ciertos defectos muy graves... la imagen transmitida resulta confusa, atravesada por rayas obscuras, y lo que es peor aún, animada por una rápida y continua vibración determinada por la imperfecta sincronización, que perjudica la vista del espectador (Tihany, 1931, p. 15).

Es cierto que Tihany reconocía los aportes de Baird y los demás científicos que seguían el método de Nipkow pero, a su modo de ver, este método no tenía futuro. Para Tihany el avance de la televisión descansaba en la televisión electrónica de rayos catódicos. “Estos rayos... reproducen las imágenes sin falsearlas; con la ayuda de mi invento... se obtienen aquéllas con una claridad y limpieza evidentes” (p. 18). Finalmente, el ingeniero húngaro desarrolló entre 1938 y 1939 patentes para un sistema electrónico de televisión “pero no fueron asignadas a Tihany, sino a RCA” (Santillán Zeron, 2017).

En octubre de 1932 se publicó en Revista de Revistas el tercer artículo y lo firma Marc Chauvieres. Aquí el autor define a la televisión como “el arte -o la ciencia- que permite transmitir a distancia imágenes de seres o de objetos animados”. El autor agrega que “una forma particular de la televisión es el tele-cinema, que consiste en transmitir y reproducir a distancia una película de cine”. Habla de las dificultades técnicas que enfrenta el nuevo invento pero que se resolverán “dentro de algunos años, sino es que dentro de algunos meses”. Cuando esto llegue a ocurrir “entonces tendremos de verdad el cine en la propia casa. Sobre la pantalla familiar veremos los combates de box o de tenis” (Chauvieres, 1932, pp. 13-14).

El cuarto artículo es “El desarrollo de la radiodifusión en Alemania, en el último año y medio”; se publica sin firma el 17 de febrero de 1935 y su contenido, cargado de intenciones propagandísticas, narra los “sorprendentes” avances tecnológicos en las radiotransmisiones y en la televisión desarrollados por el nacionalsocialismo alemán, gracias a la estrecha colaboración entre Telefunken y la Administración de Correos y Telégrafos del Reich.

En el terreno de la televisión, cuya realización práctica se está esperando con impaciencia en todas partes del mundo, se han obtenido últimamente resultados sorprendentes en Alemania.

Colaborando estrechamente con la industria encabezada por Telefunken, la Administración de Correos y Telégrafos del Reich ha montado últimamente... una instalación completa para fines de ensayo... Desde hace algún tiempo vienen efectuándose diariamente transmisiones de películas sonoras destinadas exclusivamente a someter a prueba prácticas los diferentes receptores de televisión desarrollados por la industria alemana. Estas transmisiones sirven para examinar las condiciones de recepción y de alcance en general. Dentro de poco la industria alemana de televisión lanzará al mercado varios tipos de receptores para aficionados que seguramente contribuirán a secundar los esfuerzos hechos en este terreno para encontrar la solución definitiva (Revista de Revistas, 17 de febrero de 1935, p. 10).

El quinto artículo de julio de 1935 se tituló “La Televisión” y su autor Pierre Devaux da cuenta de las trasmisiones que se llevaban a cabo en esas fechas tanto en Londres como en París. Termina el artículo con una reflexión interesante:

La ciencia aplicada adelanta con una rapidez inimaginable. En unos cuantos años hemos visto el piano desaparecer ante el fonógrafo, luego vimos desvanecerse el fonógrafo ante la radio; el teatro ha sido devorado a medias por el cinematógrafo, y ahora el cinema, a su vez palidece ante la radiovisión. Es verdaderamente difícil figurarse lo que serán los placeres y los espectáculos en el mundo del mañana (Devaux, 1935, s.p.).

Conclusiones

En esta selección de notas periodísticas es posible apreciar cómo los inventores, empresarios y corporaciones intentan explicar al gran público qué es una nueva tecnología específica, cómo funciona y para qué sirve. La tarea no resulta sencilla para los promotores, es necesario nombrarla, otorgarle un nombre propio para distinguirla de las tecnologías competidoras. Además, por novísima que sea una tecnología, siempre debe tener un punto de comparación con las viejas tecnologías que le precedieron.

Para el caso de la televisión esta labor se dificulta porque su surgimiento y desarrollo se dio simultáneamente en diferentes países, con tradiciones científicas y culturales diversas que generaron múltiples propuestas de denominación. Es notable el balbuceo de la prensa a la hora de nombrar a la televisión, utilizó nombres como visión a distancia, cinematografía transmitida por telegrafía sin hilo, radiofonía, además de televisión transatlántica y radiográfica, por mencionar algunos. En este proceso de construcción del relato de la televisión, la prensa genera expectativas en las futuras audiencias.

Al mismo tiempo el material noticioso analizado muestra el planteamiento y la resolución de controversias técnicas y, mediante este ejercicio, es posible reconstruir los procesos de apropiación y usos sociales de la tecnología. Tanto El Informador como Revista de Revistas muestran claramente la diversidad interpretativa que los promotores pensaron para la televisión. Las notas analizadas dan cuenta de cómo Belin y Baird buscaron que “ver a distancia” fuera lo más lejano y con mayor claridad posible, más como un reto científico tecnológico y sin ningún interés particular en qué tipo de material exhibir. En cambio, la compañía Westinghouse, así como el inventor Jenkins, tenían claro que la televisión sería una fuente de entretenimiento para los hogares, principalmente de películas. Por su parte, la AT&T desarrolló la televisión no como medio de comunicación de masas sino como estrategia para enlazar dos puntos, de la misma forma que inició la radio, como enlace entre un barco y el puerto. La AT&T buscaba teléfonos con pantalla, que permitiera tanto escuchar la voz como percibir la imagen de los interlocutores. Además, la empresa insistió en utilizar la red telefónica como medio de distribución de la señal de televisión. Fiel al giro comercial de la empresa, los ingenieros desarrollaron un videoteléfono. La RCA con una experiencia acumulada como propietaria de estaciones de radio y con un virtual monopolio en las patentes en materia de radiotransmisiones, apostó por el entretenimiento (deportes, espectáculos y películas). Además, fue el gran promotor de la televisión completamente electrónica.

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2 Son las máquinas que nacieron en el siglo XIX y que “todavía siguen siendo la base de nuestros sistemas de comunicación: primero el telégrafo y luego el teléfono, la fotografía, el disco, el cine y la radio. Las técnicas contemporáneas (la televisión por satélite o el teléfono móvil, por ejemplo) no pueden estudiarse si no es incorporadas a esta línea histórica” (Flichy, 1993, pp. 11-12).

3Edouard Belin (1876-1963) experimentó con la transmisión de imágenes fijas por cable y por ondas de radio. Con el tiempo cambió sus intereses hacia la experimentación con la televisión. En diciembre de 1922 Belin hizo una demostración en la Sorbonne de un aparato que era capaz de codificar una graduación amplia de destellos de luz y convertirlas en ondas de radio. Belin sostuvo que, si era posible transmitir, recibir y reproducir un punto de luz, entonces se podría hacer los mismo con millones de puntos luminosos (Abramson, 1987).

Cómo citar este artículo: Hernández Lomelí, F. (2020). Relatos sobre la televisión. Problemas para nombrar una nueva tecnología. Comunicación y Sociedad, e7754. https://doi.org/10.32870/cys.v2020.7754

Recibido: 12 de Marzo de 2020; Aprobado: 11 de Junio de 2020

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