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Comunicación y sociedad

versión impresa ISSN 0188-252X

Comun. soc  no.20 Guadalajara jul./dic. 2013

 

Reseñas

 

En diálogo. Metodologías horizontales en ciencias sociales y culturales

 

Carlos Vidales Gonzáles1

 

Corona Berkin, S. & Kaltmeier, O. (Coords.). (2012). En diálogo. Metodologías horizontales en ciencias sociales y culturales. Barcelona, España: Gedisa, 268 pp.

 

1Universidad de Guadalajara, México. Correo electrónico: morocoi@yahoo.com

 

Desde sus inicios como campo de conocimiento, las ciencias sociales han pasado históricamente por momentos que para más de alguno fueron considerados como crisis, ruptura, emergencia o simple transformación, y al hacerlo, cada aseveración ponía al centro un objeto de conocimiento distinto: la teoría, la epistemología, el sujeto, el método o la propia realidad social. Se podría decir entonces que este libro es parte de ese gran recorrido histórico; sin embargo, su propuesta es algo distinta, dado que no es únicamente una discusión sobre la dimensión metodológica en la investigación social, sino una propuesta para repensar los procesos de producción de conocimiento en las ciencias sociales y culturales poniendo especial énfasis en dos aspectos: el diálogo como condición central en la investigación y la horizontalidad como perspectiva epistemológica. Por lo tanto, En diálogo. Metodologías horizontales en ciencias sociales y culturales es un libro que propone asumir al diálogo como un fenómeno social en el que los sujetos se construyen de forma permanente a partir de las relaciones con los otros, es decir, el diálogo no es únicamente una herramienta para hacer más eficaz la comunicación, sino un proceso horizontal más amplio que pone en cuestión las normas, los saberes y las prácticas institucionalizadas. Aquí la horizontalidad se convierte en un límite constructivo.

Esta apuesta por la horizontalidad y el diálogo puede ser constatada en varios planos. En la discusión que cada capítulo desarrolla con sus propios fenómenos de estudio, en la discusión que el propio libro plantea entre los capítulos y en la que se desarrolla entre los muchos autores, entre todos aquellos que son sujetos y objetos de conocimiento a la vez y, en un sentido más amplio, entre el texto y el investigador que se siente interpelado y cuestionado cuando los varios autores le evidencian que, conjuntamente con ellos, él también se va construyendo. Los sujetos se construyen de forma permanente. Si bien esta propuesta plantea una mirada conceptual radicalmente opuesta a todas aquellas centradas en las tradicionales dicotomías que separaban al sujeto del objeto o a lo objetivo de lo subjetivo, en realidad tiene su propia historicidad y sustento epistemológico. Una de estas premisas históricas se encuentra en las reflexiones sobre la colonialidad en los procesos de construcción de conocimiento, tema central del primer capítulo de Olaf Kaltmeier titulado "Hacia la descolonización de las metodologías: reciprocidad, horizontalidad y poder". De acuerdo con el autor, no se busca una nueva epistemología del otro, sino una reflexividad hacia la propia práctica histórica que ha tendido a proyectar nuestras prácticas culturales hacia los otros, por lo que se pregunta cómo lograr colaborar con los subalternos y excluidos para hacer visibles sus prácticas, discursos y aportes históricos en una investigación particular sin sobreponer la propia mirada, pues si bien el investigador no puede escapar por completo de sus disposiciones coloniales, sí las puede hacer visibles y, en esa medida, cambiarlas tras la autorreflexividad permanente de sus discursos y prácticas. ¿Quién es entonces a final de cuentas el "autor" de la investigación? Esto coloca al tema de la autoridad al centro de la reflexión.

Ahora bien, el tema de la autoría, la reflexividad y las muchas miradas también ponen al centro del proyecto de la horizontalidad el tema de la enunciación y la autoridad, los cuales se desarrollan a profundidad en el segundo capítulo titulado "El habla, la escucha y la escritura. Subalternidad y horizontalidad desde la crítica postcolonial", en el cual Mario Rufer se pregunta precisamente acerca de las condiciones de enunciación sobre las cuales habla el subalterno y, específicamente, sobre los tipos de contratos estereotipados que se establecen entre la academia como máquina productora de subalternos/oprimidos por un lado, y los subalternos que ya conocen perfectamente cómo es que esa máquina funciona y cómo es que se tiene que reaccionar ante ella, por el otro. Para el autor, algunos ejes que permiten atravesar esa asimetría y discutir al mismo tiempo los alcances de la horizontalidad implican examinar tres problemas. Primero, resulta necesario pensar la dicotomía subalterno/ subalternidad como un insumo conceptual que pone énfasis en la determinación de la palabra del subalterno por una jerarquía que antecede a la enunciación y que la habita como una marca de (no) autoridad; segundo, es necesario considerar a la hibridez como una condición histórica de la "palabra del otro"; y tercero, es necesario asumir que en el proceso dialógico, la horizontalidad radica en una modalidad de la escucha como decisión política y como toma de posición. Se trata entonces de dejar de pensar en la voz del otro desde la posición fetichizada de la tradición, la espiritualidad o la resistencia y, por el contrario, asumir al diálogo como un proceso constructivo en sí mismo en el cual los sujetos se construyen y reconstruyen constantemente, incluido claro, el que observa, se observa, es observado y se observa siendo observado.

Esto que parece un juego de palabras, en realidad encierra una ruptura con la posición epistemológica precedente de mirar sin ser mirado o la posibilidad de la objetividad de la mirada y, en este sentido, el libro propone exactamente lo contrario, una mirada que sintetiza perfectamente la propuesta metodológica de Sarah Corona, quien en el tercer capítulo, "Notas para construir metodologías horizontales", ejemplifica lo que supone la metodología horizontal con el estudio del viaje de los jóvenes wixáritari a la ciudad de Guadalajara, México, un objeto de investigación construido con la comunidad de Taatutsi Maxákwaxi. Para Corona, en la investigación social no se trata de poner en el centro a las culturas y admitir que son distintas para resolver los problemas de la horizontalidad, dado que no se discrimina a ninguna cultura por ser diferente, sino que se trata de aceptar que es la propia discriminación la que construye las diferencias al nombrar a los "diferentes" y caracterizarlos. De esta manera, para la autora no se trata de rescatar epistemologías originarias, de dar voz o hablar por los otros, dado que las esencias culturales son en realidad construcciones discursivas hegemónicas que buscan clasificar, jerarquizar o excluir a los considerados naturalmente distintos. Sin duda, la autoría Entre Voces, propuesta metodológica de la autora, sintetiza precisamente lo que supone la superación de esta mirada y lo que sustenta la metodología horizontal, puesto que implican un escenario en el cual todas las voces están presentes en un contexto de horizontalidad enunciativa, un contexto en el que los interlocutores definen el discurso al tiempo que son definidos por el discurso del otro.

Como se puede observar, la posición enunciativa no es cosa menor, es una condición fundamental para comprender la base epistemológica de la horizontalidad, y es al mismo tiempo un tema que obliga pasar de la reflexión teórica hacia la reflexión metodológica y, finalmente, hacia las técnicas de investigación. Si bien estos tres elementos están presentes en todos los textos que integran el libro, hay algunos de ellos que ponen un fuerte énfasis en la dimensión empírica, la cual pone de manifiesto la importancia de la mirada metodológica, tal es el caso del cuarto capítulo, "Contando historias/narraciones en un contexto postcolonial. Análisis del discurso y análisis biográfico como métodos horizontales", donde Elisabeth Tuider reflexiona sobre la reproducción de las relaciones de poder en el proceso de construcción de conocimiento científico a través de un estudio sobre género, trabajo y migración tomando como caso de estudio la situación de las mujeres en Ciudad Juárez, la frontera norte de México. Fundamentada en Foucault, la autora sugiere que la producción de conocimiento y las órdenes de poder están adaptadas una a la otra dado que los discursos como prácticas sociales producen verdades poderosas dado que ellas mismas se basan en un sistema de inclusiones y exclusiones. La consecuencia inmediata es que el sujeto se constituye en un doble movimiento: en la sumisión y en la subjetivación. Ambas dimensiones son exploradas empíricamente por la autora mediante el análisis del discurso y la investigación biográfica, dos técnicas fundamentales para comprender la producción y delegación de conocimiento en el primer caso, y para encontrar las localizaciones subjetivas significativas en el segundo caso.

Como es posible constatar, en el proceso de producción de conocimiento se hacen evidentes las relaciones de poder y la dimensión política, dos elementos centrales en las metodologías horizontales que no se ocultan sino que se vuelven parte de la reflexión, porque el diálogo nunca ha sido un instrumento inocente, pues como argumentan los autores en los diversos capítulos, tiene varios usos políticos y estratégicos. Si bien la ciencia no es más que un discurso más, su proceso de producción no reflexiona sobre estas dimensiones de poder y es ante esta falta de reflexividad que Yvonne Riaño propone en el quinto capítulo titulado "La producción de conocimientos 'minga' y las barreras a la equidad en el proceso investigativo", la importancia de alcanzar relaciones de poder de representación más iguales entre investigadores e investigados. Esta igualdad está referida a la capacidad de ambos de definir y representar durante el proceso investigativo y de obtener resultados de mutuo beneficio. Para la autora, el método horizontal puede ser usado entonces para describir precisamente esta ruta, la búsqueda de enfoques de producción de conocimiento basados en los principios de la codeterminación y la reciprocidad. Esto lleva a la autora a proponer la metodología "minga", la cual nace de un proyecto de investigación sobre mujeres universitarias procedentes de América Latina, Europa del Sur y el Medio Oriente que migraron a Suiza por razones de reunificación familiar o asilo político. De manera sintética, se podría argumentar que los objetivos centrales de la metodología "minga" son la "producción de conocimiento en grupo. La reflexión sobre la propia situación de integración profesional, la expansión y retroalimentación de conocimiento para todas las participantes, y la formación de redes sociales y el empuje para la acción personal" (p. 147). Aquí, la codeterminación y la reciprocidad son constitutivas del conocimiento científico y no únicamente una cualidad posible de la investigación social.

Esta misma posición la desarrollan Mailsa Carla Pinto Passos y Rita Marisa Ribes Pereira en el sexto capítulo titulado "Sobre encuentros, amistades y caminos en la investigación en ciencias humanas y sociales". Desde su punto de vista, la producción de conocimiento no es únicamente un acto cognitivo, sino también un acto ético, dado que presuponen la implicación de los sujetos que se ponen en diálogo, de ahí que a través de su estudio sobre la afrodiáspora en Brasil, las autoras llaman la atención sobre la importancia de comprender a los interlocutores como portadores de conocimiento y protagonistas de la historia. Es decir, se trata de superar la división que existe entre sujetos que saben y sujetos que no saben, para instaurar en su lugar la negociación de los saberes, prácticas, identidades y, sobre todo, posibilidades, todo ello como horizontes constructivos. Surge entonces la "metodología del encuentro", la cual "supone que la dialogicidad no ocurre solo en la relación que se establece en un orden dado de preguntas y respuestas sino en el momento que los sujetos se encuentran para narrar sus prácticas e historias o en torno a un hacer o haceres" (p. 170). Estos encuentros se dan muchas veces por casualidad, debido a que no están previstos, pero redefinen el rumbo de la investigación de manera importante y de ahí que las autoras propongan a la amistad como un principio metodológico, dado que la amistad es precisamente una forma de experimentar la alteridad al tiempo que se inserta en el campo de la construcción y significación de los saberes. Se trata entonces de pensar la amistad como instauración política y epistemológica de un encuentro entre sujetos en el cual la investigación se vuelve un bien común, y es desde esta perspectiva de la horizontalidad de la circulación de la palabra que se entiende a la amistad como un fecundo camino metodológico de investigación.

Diálogo, horizontalidad, conflicto, reciprocidad o alteridad son todos conceptos que atraviesan necesariamente la discusión que genera el diálogo como elemento metodológico central en la investigación social, pero también lo es la traducción, un elemento sobre el que propone reflexionar Ma. del Carmen De la Peza Casares en el séptimo capítulo, "Consideraciones sobre la traducción en la investigación horizontal". La traducción, entendida desde George Steiner como un proceso de comunicación/comprensión, es un insumo importante para pensar la relación entre el investigador y la comunidad estudiada, una relación en la cual se termina traduciendo la cultura investigada al lenguaje científico, lo que constituye a su vez un acto de violencia donde el lenguaje científico se impone como norma universal en el que se oculta su propio carácter contingente y socialmente determinado. En este escenario, la horizontalidad tiene un reto complicado, ya que tiene que lograr la comprensión y la comunicación con el otro al tiempo que tiene que lograr trasladar el sentido de la cultura del sujeto que investiga al lenguaje académico científico mediante la traducción respetando la singularidad de los interlocutores. De esta manera, tras la ejemplificación de un ejercicio de interpretación/traducción de la crónica periodística del entierro de un joven asesinado en Ciudad Juárez, México, en 2010, en el que participó un cantante del grupo de rap hip hop CM Crimen, interpretando algunas de sus canciones, la autora sostiene que la mirada horizontal en un proceso de traducción ofrece la posibilidad de producir un acto reflexivo y crítico sobre la tarea misma del investigador y permite pensar el conocimiento de la realidad social no como realidad objetiva sino como un proceso simbólico de construcción social de sentido. La realidad es realidad pensada por alguien, de ahí que la investigación dialógica y horizontal conciba a la indagación como un acto de traducción y no como un acto de descubrimiento, es decir, como un acto de comprensión de los sentidos que los sujetos investigados dan al mundo y a sus vidas. Para la autora, el acto de traducción parte del supuesto de que los sujetos construyen el sentido del mundo a partir de sus lenguajes y desde distintos lugares sociohistóricamente determinados, por lo tanto, "en la investigación horizontal, un buen trabajo de traducción respeta el sentido del habla de partida -de los sujetos investigados- al trasladarla al habla de destino -el lenguaje académico-" (p. 206).

Como ya se ha mencionado anteriormente, el diálogo, el habla y la horizontalidad son en realidad horizontes de lo posible en la investigación social pero los cuales se materializan en propuestas teóricas y metodológicas concretas como es la propuesta de la metodología Entre Voces de Sarah Corona y en la cual profundiza Rebeca Pérez Daniel en el octavo capítulo del libro titulado "Entre voces: una metodología horizontal de autoría para el estudio de la comunicación entrecultural". En su texto, Rebeca Pérez resalta las características centrales de este enfoque metodológico que supone comprender al sujeto, al "otro" pero desde su propia voz, lo que genera a su vez un fenómeno central para la comunicación y su estudio: el discurso del encuentro, una posición que, de acuerdo con la autora, supone la visibilidad de dos posturas culturales en diálogo bajo condiciones de igualdad. Si bien esta propuesta no supone que las relaciones resultantes son de tipo simétrico, sí posibilita crear las condiciones para estudiar cómo es que se comportarían los que dialogan si se dieran las condiciones para hablar con el otro en igualdad de circunstancias. En palabras de la autora:

Su intención inicial no fue solo recuperar las voces de los sujetos sino provocar la interacción entre ellos; crear el espacio para que reflexionaran juntos sobre el posicionamiento de cada uno frente al otro, y generar un texto interdiscursivo en el que dicho posicionamiento y reflexión fueran visibles ante otros, reconfigurando así la imagen construida de ellos, los que hablan, en el espacio público (p. 224).

Como se puede observar, el libro y sus diferentes capítulos no presentan recetas a seguir, epistemologías originarias a recuperar o nuevas formas de nombrar lo ya nombrando, sino que invitan a una seria reflexión sobre lo que supone hacer investigación social o, de manera general, lo que supone intentar reflexionar sobre lo social. De esta manera, en el noveno y último capítulo del libro, "En búsqueda del sujeto histórico: identificando indicio, ciudadanos y peruanos en la región andina del siglo XVIII y XIX", Christian Büschges muestra precisamente las enormes consecuencias que tiene el nombrar, así como las asimetrías que se generan entre el que nombra y el que es nombrado. Indios, indígenas o ciudadanos, son conceptos que encierran no solo una historia asimétrica, sino una realidad en sí misma desigual. Como argumenta Büschges, cuando se estudia una sociedad a la que se acostumbra referir como multicultural o multiétnica, la comunidad científica reconoce no solo el esfuerzo que se debe de realizar para buscar un lenguaje que se ajuste a las diferencias culturales, sino que también reflexione sobre aquellos que caracteriza tanto al investigador como a los propios actores y grupos sociales, pues lo cierto es que tanto el lenguaje científico como el lenguaje común terminan por convertirse en un campo de batalla político en el que los diferentes actores luchan por imponer y defender su visión del mundo y de la sociedad. En este escenario, argumenta el autor, los grupos indígenas ya no cumplen más el papel de víctimas pasivas dado que son ahora actores activos y conscientes de su poder para acuñar ellos mismos los conceptos que definen su mundo.

En Diálogo. Metodologías horizontales en ciencias sociales y culturales es un libro que invita a la reflexión en múltiples niveles y se presenta ahora como una bibliografía básica para todo investigador social, pero no como un manual a seguir, sino como un texto con el cual hay que dialogar. En el libro no hay marcos normativos, sino propuestas diversas para comenzar a pensar desde nuevos marcos epistemológicos las fuertes implicaciones que tienen el nombrar y ser nombrado, el observar y ser observado, el construir y ser construido, el pensarse pensando al otro, el construirse paulatinamente en la investigación social y, en última instancia, el reconocer que la horizontalidad no es otra cosa que un horizonte posible. Se trata entonces de una propuesta que es necesaria conocer, con la que hay que experimentar y con la cual es imprescindible dialogar. Ese es el reto, pero esa es también la invitación.

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