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Comunicación y sociedad

versão impressa ISSN 0188-252X

Comun. soc  no.20 Guadalajara Jul./Dez. 2013

 

Artículos

 

Los estudios de comunicación: disciplina o indisciplina

 

Communication studies: Discipline or indiscipline

 

Ma. del Carmen De la Peza Casares1

 

1Universidad Autónoma Metropolitana-Xochimilco, México. Calzada del Hueso 1100, Col. Villa Quietud, C.P. 04690; Coyoacán, México, D.F. Correo electrónico: cdelapeza@gmail.com

 

Fecha de recepción: 07/05/12.
Aceptación: 27/06/12.

 

Resumen

En este artículo la autora sitúa la emergencia de los estudios de comunicación en el contexto sociohistórico del desarrollo de las ciencias sociales y la crisis de paradigmas en los años noventa del siglo pasado. Así mismo, reflexiona sobre las ventajas y desventajas de que dicho campo de estudio se constituya en una disciplina y su impacto en el desarrollo futuro de los estudios de comunicación en México y América Latina.

Palabras clave: Políticas de comunicación, epistemología, metodología, interdisciplinariedad, campo académico.

 

Abstract

In this article, the author locates the emergence of communication research within the socio-historic context of the development of the social sciences and the crisis of paradigms at the end of the 20th century. The piece reflects on the advantages and disadvantages of the field's transformation into a scientific discipline and the consequences in the development of communication research in Mexico and Latin America.

Key words: Communication politics, epistemology, methodology, interdisciplinarity, academic field.

 

Este artículo es una respuesta a la pregunta sobre la pertinencia/impertinencia de la constitución de los estudios de comunicación en una disciplina; discusión en la que han participado destacados investigadores en el campo y que ha tenido un lugar privilegiado en el espacio abierto por Comunicación y Sociedad2 desde hace 25 años. Para responder a esta pregunta se divide la exposición en cuatro apartados y conclusiones.

En los dos primeros apartados se presenta un panorama general del contexto en el que emergen los estudios de comunicación: la constitución de las ciencias sociales y humanidades en el siglo XIX como campos disciplinarios separados y jerárquicamente ordenados así como la crisis de las mismas ocurrida en el marco de la crisis del socialismo, el desarrollo tecnológico y la expansión planetaria del capitalismo postindustrial, al final del siglo XX.

En la segunda parte, a partir del diagnóstico sobre el estado del arte en el campo de la comunicación en el nivel nacional, regional y global (Fuentes, 1988, 2003, 2008a), se proponen algunos elementos que aporten a la reflexión sobre las perspectivas para el futuro del campo de estudios de comunicación con relación al desarrollo tecnológico y su impacto en la vida cotidiana, en la transformación de las prácticas profesionales y políticas y en el campo de las comunicaciones en México.

 

La organización disciplinaria de la ciencia moderna y la jerarquía de los saberes

Para pensar la dinámica del campo académico de la comunicación es necesario situarlo en la dinámica del campo científico en el que está inscrito. La estructura del campo de investigación científica como espacio de poder desde el siglo XIX, se organizó en torno a disciplinas.3

De acuerdo con Wallerstein el proceso de división y organización del saber en campos disciplinarios distintos, como estructura dominante y de poder, fue el resultado de la acumulación de conocimientos por más de 100 años. En el marco de la modernidad occidental y en la lógica del desarrollo capitalista y del poder político dominante, las ciencias sociales se dividieron en torno a tres ejes:

La oposición entre el pasado (la Historia) y el presente (la Economía, la Ciencia Política y la Sociología); la antinomia Occidente (las cuatro disciplinas ya mencionadas) y el resto del mundo (la Antropología y los Estudios Orientales), y la estructuración del presente nomotético occidental alrededor de la distinción liberal entre el mercado (la Economía), el Estado (la Ciencia Política) y la sociedad civil (la Sociología) (Wallerstein, 2005, p. 144).

Esta división disciplinaria marcó el desarrollo jerárquico de las ciencias sociales. Mientras unas optaron por los principios de las ciencias naturales (las ciencias nomotéticas) y fueron aceptadas como ciencias propiamente dichas, otras en cambio permanecieron cercanas a los métodos de la filosofía (ciencias ideográficas), aunque no por ello dejaron de verse afectadas por el proceso de secularización del conocimiento. La historia, la antropología y la lingüística, a pesar de sus esfuerzos por constituirse como ciencias positivas, permanecieron más cercanas a la filosofía.

Paralelamente al desarrollo de la perspectiva nomotética dominante, algunos investigadores ubicados en posiciones subalternas dentro de las disciplinas mencionadas4 siguieron investigando temas y problemas con estrategias metodológicas alternativas respecto del canon establecido. Esos trabajos hoy constituyen una base sólida desde la cual se cuestiona la estructura disciplinaria dominante, que se resiste a la transformación.

 

La crisis de las ciencias sociales

Las ciencias sociales modernas -entre ellas los estudios de comunicación- se han desarrollado en el contexto sociohistórico del capitalismo transnacional (De la Peza, 1990). El fin del siglo XX se vio marcado por el derrumbe del bloque socialista y el predominio concomitante de la lógica del mercado capitalista en el nivel global. Esto significó por un lado el fin de la guerra fría y por otro la pérdida de contrapesos necesarios a la expansión del capitalismo salvaje. El derrumbe del bloque socialista dejó al descubierto la desigualdad social en el planeta y la verdadera polaridad norte/sur marcada por la migración creciente a los centros de poder y la explotación de la fuerza de trabajo.

La ideología del progreso compartida por las dos grandes utopías eurocéntricas de la modernidad, el marxismo y el liberalismo, entró en crisis. La pobreza y la desigualdad siguen aumentando y se han convertido en una amenaza para la estabilidad en los países centrales, confrontados por las demandas sociales que exigen mejores condiciones de existencia para la gran mayoría de la población mundial, excluida de los beneficios del desarrollo económico y tecnológico capitalista y cuya inconformidad se expresa en los movimientos sociales anticapitalistas emergentes.5

En este contexto, la división disciplinaria y los modelos explicativos de las ciencias sociales también entraron en crisis. El desarrollo del conocimiento y la capacidad de las teorías desarrolladas al interior de las disciplinas constituidas para comprender el mundo, encontraron serios límites. A pesar de ello, las disciplinas como instituciones están cada vez más vinculadas a los poderes político y económico, y se encuentran sólidamente establecidas. De acuerdo con Wallerstein:

Las disciplinas, en cuanto organizaciones, controlan en gran medida el ingreso, confieren prestigio y rigen el avance dentro de la jerarquía de la carrera académica. También tienen la autoridad para poner en vigencia leyes "proteccionistas". Aunque en público rinden pleitesía a la interdisciplinariedad, al mismo tiempo se aseguran de remarcar los límites de su ejercicio (2005, p. 31).

Sin embargo, un acercamiento más preciso a los procesos de conocimiento en curso demuestra que las disciplinas no son compartimentos estancos, lo que aparece como un campo de saberes claramente delimitados es solo el efecto producido por la estructura institucional impuesta formalmente.

El saber en general y los saberes disciplinarios en particular constituyen un tejido complejo de discursos, una red intertextual, un entramado de citas (Barthes, 1987). El campo científico es un espacio de intercambio dialógico entre investigadores y como tal un ámbito de la comunicación discursiva. Las distintas teorías son enunciados -producidos por alguien y dirigidos a alguien en un momento histórico determinado- que responden de manera mediata o inmediata a enunciados previos. En ese sentido, parafraseando a Bajtín podemos decir que cada teoría es "un eslabón en la cadena de la comunicación discursiva" (1982, p. 265).

Para explicar este proceso en curso se incluyen algunos ejemplos de conceptos que han sido desarrollados en campos disciplinarios específicos y problematizados posteriormente, ya sea en la misma disciplina o desde otros ámbitos del conocimiento.

La noción de tiempo cronológico de la historia fue complejizada desde la perspectiva sociohistórica de Braudel, quien introdujo la noción de duración para designar procesos con temporalidades distintas y los clasificó en tiempos largos, muy largos y cortos (citado en Wallerstein, 2005).6 La oposición entre modernidad/tradición, que configuró la división entre la antropología como ciencia de las culturas tradicionales premodernas y la sociología y la historia como ciencias propias de la sociedad moderna, y la categoría de tiempo homogéneo y vacío de la modernidad eurocéntrica, se vio cuestionada por los estudios postcoloniales con la categoría de "tiempo heterogéneo" de Chatterjee (2008). La categoría de clase -derivada del marxismo- fue problematizada desde el punto de vista de las relaciones de poder en el nivel microsocial por Michel Foucault (1978) y desde la teoría crítica feminista y los estudios culturales con categorías como género, etnia y generación. Estos enfoques cuestionaron y complejizaron la categoría de clase del marxismo como un aporte para la comprensión de las relaciones de poder en las sociedades contemporáneas. La teoría del inconsciente del psicoanálisis ha sido fundamental para comprender los alcances y límites de la dominación social, la acción colectiva y la participación política. Los aportes de la filosofía del lenguaje son sin duda los que han encontrado mayor resistencia en las ciencias sociales nomotéticas en virtud del cuestionamiento que significa poner en el centro de la discusión epistemológica la problemática del lenguaje como mediador en todo proceso de conocimiento. La crítica peirciana a la epistemología cartesiana hace cimbrar la ciencia moderna desde su fundamento mismo (Peirce, 1987).

Los conceptos teóricos estructurantes de alguna disciplina y que derivaron en métodos y técnicas de investigación específicos, fueron sometidos a la crítica y reconsiderados gracias al trabajo germinal realizado por campos del saber emergentes como los estudios de área, los culturales, los de género y los de comunicación, entre otros. El dinamismo, la creatividad y el avance del conocimiento de los campos emergentes es indudable.

En síntesis, lo que hoy existe institucionalmente son disciplinas sólidamente constituidas y campos de conocimiento emergentes en lucha por su legitimación. Si bien los campos emergentes han hecho aportes sustanciales al conocimiento, la producción científica en los campos del saber no disciplinarios, organizados en torno a problemas complejos de la sociedad, no tienen todavía la solidez teórica y rigor metodológico alcanzado por las disciplinas constituidas. Ese es sin duda el caso de los estudios de comunicación, como se verá a continuación.

 

El campo de la comunicación en México: dispersión y fragmentación

El diagnóstico de los estudios de comunicación en México (Fuentes, 1988, 2003, 2008a) muestra claramente distintas etapas y dimensiones de la trayectoria del campo en nuestro país. En los años setenta la investigación en comunicación experimentó un fuerte impulso inicial en el que se perfilaron dos paradigmas distintos y enfrentados: el paradigma estructural funcionalista y el paradigma crítico de orientación marxista heredero de la escuela de Frankfurt.

Los estudios críticos de la comunicación encontraron un espacio favorable para su desarrollo en la Universidad Autónoma Metropolitana-Xochimilco (UAM-X) (De la Peza, 1990). A mediados de los años setenta y en los albores de los años ochenta, en la UAM-X el objetivo del plan de estudios era definir la especificidad de la comunicación en dos dimensiones: como objeto de estudio y como práctica profesional. El punto de partida para alcanzar dicho objetivo fue la crítica a la Communication Research estadounidense, heredera de la sociología empirista y la psicología conductista por un lado y por otro del enfoque profesionalizante meramente instrumental de los medios de comunicación.

Los conceptos de industrias culturales y cultura de masas propuestos por la escuela de Frankfurt permitieron problematizar la noción de mass media y su papel en la reproducción del sistema capitalista por medio de la ideología (Adorno y Horkheimer, 1994). Sin embargo, la separación entre condiciones materiales de existencia y el carácter inmaterial y engañoso de las ideas propuestas por el marxismo resultaba insuficiente para explicar los mecanismos específicos de ejercicio del poder en su complejidad y exigía nuevas herramientas teórico-metodológicas que permitieran una mejor comprensión de la especificidad de las industrias culturales y su papel en la reproducción social de la dominación en formaciones sociales capitalistas dependientes, como la nuestra.

La crítica de las nociones marxistas de dominación y de ideología en confrontación con las nociones gramcianas de hegemonía y cultura abrieron el camino para pensar el modo particular de contribución de las industrias culturales en la reproducción social.7 La noción foucaultiana del poder y la del inconsciente freudiano, tuvieron también un lugar significativo en el trabajo teórico conceptual desarrollado en aquellos momentos, para pensar críticamente la eficacia del poder y su incidencia en la constitución de los sujetos sociales y en consecuencia comprender los problemas de comunicación en su complejidad.

Las contribuciones teóricas de Emilio De Ípola (1979) y de Mijaíl Bajtín (1982)8 después, fueron fundamentales para articular los aportes de la lingüística, la semiología, la semiótica y la filosofía del lenguaje con una perspectiva sociohistórica, para comprender la especificidad de los procesos de comunicación como procesos sociales de significación, en su doble dimensión: es decir, en su especificidad como lenguajes y como fenómenos sociohistóricamente determinados.

La reflexión sobre la problemática del lenguaje abrió a los estudios de comunicación un camino de gran riqueza para pensar la especificidad de los procesos de comunicación y el fundamento epistemológico del quehacer científico de los estudios de comunicación. La reflexión teórica de los lenguajes y su inserción concreta en procesos locales, singulares, ha marcado una de las tendencias de la investigación en el campo de estudios de la comunicación,9 no solo desde la perspectiva del poder de los medios sino desde la perspectiva de los procesos sociales de significación que se despliegan entre los sujetos y las colectividades (Corona, De la Peza y Zires, 2001).

Para comprender y explicar mejor los procesos de recepción como procesos sociales de significación fue indispensable recurrir a distintas aproximaciones teórico-metodológicas producidas dentro y fuera del campo de la comunicación.10 Los aportes de la antropología, la sociología de la cultura, la semiótica, la crítica literaria y la estética de la recepción fueron de gran importancia (De la Peza, 1993). Durante algún tiempo, quienes se separaron del canon de los estudios de comunicación, que los circunscribía a los estudios sobre medios (perspectiva impuesta tanto por los herederos de la escuela de Frankfurt como por la academia estadounidense) fueron desplazados hacia el campo que hoy se configura bajo el nombre genérico de estudios culturales (De la Peza, 2011).11

Para pensar los fenómenos de comunicación en su complejidad fue necesario trabajar en los intersticios que se abren entre disciplinas que pertenecen a las dos culturas académicas antes mencionadas y que, hasta el día de hoy, parecen irreconciliables: las ciencias sociales nomotéticas -economía, sociología y política- y las humanidades consideradas ideográficas -antropología, historia, estética, crítica literaria y análisis del discurso-. Este desplazamiento hacia los márgenes de los estudios de comunicación delimitados por los medios de comunicación muestra la trayectoria de muchos investigadores e investigadoras y permite comprender la dinámica del campo de la comunicación en tensión, entre el esfuerzo de delimitación e institucionalización y su constante dispersión y desbordamiento.

En la década de los ochenta, la investigación experimentó un nuevo impulso, una tercera generación de investigadores "se integró al campo académico con retraso pero con la ventaja de representar tanto una 'postura crítica' como una 'actitud de rigor'" (Fuentes, 1997, p. 39). Investigadores con una postura privilegiada en el campo derivada de, por un lado, una sólida formación académica de posgrado y por otro, de la legitimidad institucional que les otorgaba el grado de doctores en el marco del proceso de consolidación creciente del campo científico en México. La legitimidad personal de los actores contribuyó a la legitimación del campo académico de la comunicación en México y viceversa.

Desde el punto de vista de Fuentes (1997), mientras que la década de los ochenta se caracterizó como un periodo de integración y colaboración mutua entre los distintos agentes del campo, en la década de los noventa "la tendencia a la fragmentación cobró mayor fuerza ... que la tendencia hacia la síntesis" (p. 42).

En la última década del siglo XX, las licenciaturas y las maestrías en comunicación, así como la investigación en el campo crecieron exponencialmente. En los últimos 20 años, como parte del mismo proceso de expansión de los estudios de comunicación en México, no ha cesado la tendencia a la dispersión y a la fragmentación de temas y enfoques de investigación en el campo. De acuerdo con este diagnóstico Fuentes (2002) concluye que:

La disyuntiva entre la disciplinarización y la disolución disciplinaria de los estudios de comunicación en México es el desafío fundamental que el campo habrá de seguir enfrentando en la primera década del siglo XXI Los avances "postdisciplinarios" (Fuentes, 1999) en la investigación podrán desembocar en una u otra de las alternativas, dependiendo de las estrategias adoptadas por sus propios agentes, por los practicantes de otras disciplinas, y sobre todo, por la orientación de las políticas nacionales en el sector universitario y científico (p. 14).

En un estudio reciente sobre los referentes teóricos de las tesis de los cinco programas de maestría en comunicación incorporados (PNPC), Fuentes (2010a, p. 41) confirma sus conclusiones anteriores:

El desarrollo de la investigación de la comunicación en México, según su proyección de tendencias en las tesis de maestría, no tiende hacia una convergencia conceptual o a una consolidación disciplinaria, sino hacia lo contrario: a una creciente diversificación de marcos de fundamentación y a una especialización temática que se basa en marcos transdisciplinarios de las Ciencias Sociales y las Humanidades (Fuentes, 2008b, p. 51).

Este fenómeno no solo se presenta en México sino también en Estados Unidos y en el mundo, como se puede observar en la Enciclopedia Internacional de la Comunicación publicada en 12 tomos con la participación de más de mil autores, editada por el profesor alemán Wolfgang Donsbach (citado en Fuentes, 2010a, p. 41).

 

El futuro de los estudios de comunicación en México y América Latina

Para pensar el futuro -deseable- del campo del saber y de las comunicaciones en México, en América Latina y en el mundo, Raúl Fuentes (2010b), en el artículo: "Investigación de la comunicación: referentes y condiciones internacionales de un diálogo transversal de saberes", publicado en la revista colombiana Signo y Pensamiento, hace un diagnóstico del estado actual del campo profesional de las comunicaciones y del campo de estudio de la comunicación en el mundo.

En ese texto se hace un recuento de un conjunto de publicaciones recientes que ofrecen un panorama global del estado del arte en investigación en comunicación. Una de las conclusiones en las que coinciden todos los estudios citados y el propio autor, es que la dispersión de los objetos, teorías y métodos de investigación en el campo, contrasta con la centralidad de la comunicación en las sociedades contemporáneas.12

El enfoque que privilegia la centralidad de los medios de comunicación -el poder de los medios en la vida social- sigue siendo predominante. La importancia de los medios de comunicación y su desarrollo tecnológico es sin duda un tema crucial en la configuración de las formaciones sociales capitalistas contemporáneas. Sin embargo, también lo son los procesos sociales de significación que se despliegan en torno a ellos, necesarios para la comprensión de la dinámica de las relaciones de poder/saber en el nivel local y global.

A pesar de la tendencia global a la internacionalización de las comunicaciones en las prácticas cotidianas y en el campo profesional, la investigación en comunicación en cambio muestra una infinita segmentación, particularización y singularización. Los temas de investigación privilegiados por los académicos se concentran en problemas de comunicación locales, regionales y cuando mucho nacionales. En respuesta a dicho diagnóstico, Fuentes (2010b) propone como una necesidad política en América Latina, asumir las implicaciones de la centralidad de la comunicación, reorganizar las estructuras académicas y orientar la investigación hacia "fines sociales relevantes" (p. 38) y concluye que los grandes retos para la disciplina o para el campo de la investigación de la comunicación son:

1) La constitución ... de los investigadores en agentes sociales, capaces de influir en los sistemas y procesos más diversos en los que los sujetos sociales interactúan entre sí y con las estructuras culturales e institucionales ... y 2) la coordinación de acciones metodológicamente reguladas (y, por lo tanto, reversibles), tendientes a la consecución de fines determinados (p. 47).

En el diagnóstico y la agenda propuestas se mezclan distintas acepciones y aspectos de la comunicación como fenómeno social y como práctica profesional que es necesario desagregar:

1. La noción de comunicación en los textos citados es polisémica, refiere a cosas distintas. Es necesario precisar con claridad sus diferentes acepciones: como concepto teórico, como práctica social cotidiana, como herramienta tecnológica, como problema político, etcétera.

2. El enunciado centralidad de la comunicación remite a fenómenos sociales distintos y heterogéneos y por lo tanto es necesario aclarar los sentidos diversos del campo semántico que recorta. Por centralidad de la comunicación puede entenderse:

• La importancia económica y política que han adquirido las tecnologías de información y comunicación en las sociedades postindustriales.

• La importancia cultural de la comunicación en la vida cotidiana como proceso de intercambio simbólico en cualquier comunidad.

• La importancia política de la comunicación entendida como acción comunicativa, en el sentido habermasiano, como medio privilegiado para alcanzar acuerdos y expresar desacuerdos en las sociedades democráticas.

• La importancia de la comunicación como forma de acceso al conocimiento de la realidad o como acción orientada a fines, concepciones que remiten a prácticas sociales distintas.

3. Las nociones de comprensión y acciones orientadas a fines nos remiten a dos prácticas profesionales distintas: el pensamiento y la acción política13 que distinguen la práctica del comunicólogo de la del comunicador.

Con relación a los objetivos de conocimiento los investigadores están comprometidos con la verdad como horizonte de sentido, se exige rigor teórico y consistencia metodológica. La finalidad del trabajo de investigación es alcanzar la mejor explicación de los procesos sociales de comunicación, en su complejidad. Explicación provisional que debe ser sometida al ejercicio reflexivo y crítico de la comunidad académica. En el ejercicio del pensamiento se está obligado a establecer distancia del objeto pensado para verlo en perspectiva.

La acción política en cambio, demanda la inserción en el mundo, actuar con otros, hacer juicios y tomar decisiones en el proceso mismo en el que ocurren los acontecimientos.

Tanto la investigación como la acción política -a diferencia del trabajo productivo- no están orientadas a fines predeterminados y por lo tanto ambas tareas tienen un destino incierto.

4. En cuanto a la incidencia del trabajo académico -de investigación y docencia- en el futuro social, si bien es impredecible e indeterminado, no por eso es irrelevante pensar en ello. Existen dos modos distintos de incidir en el futuro, desde la academia:

• La formación de profesionales de la comunicación, tarea que consiste en enseñar a los estudiantes a pensar y ofrecerles herramientas útiles para desempeñar su trabajo con eficiencia y profesionalismo.

• Por un lado enseñar a pensar consiste en favorecer condiciones para que desarrollen la capacidad de juicio crítico, es decir, la capacidad de pensar libremente, con autonomía. Así mismo, propiciar el desarrollo de la capacidad de creación de los estudiantes para pensar cosas nuevas. La formación de profesionales creativos y críticos es la mejor forma de incidir en el futuro -sin duda incierto- de las comunicaciones como parte de la realidad social.

• Por otro lado desarrollar habilidades para producir objetos y mensajes, requiere de conocimientos y competencias para el trabajo, orientadas a alcanzar fines concretos, predeterminados: hacer una película, un video, un programa de radio, etc. Esas son las únicas actividades claramente orientadas a fines que requieren de habilidades específicas para el ejercicio profesional.

• Con relación al destino del trabajo de investigación cabe distinguir al menos dos campos de acción política distintos: la política de las comunicaciones (en el nivel local, nacional y global) y la política de la investigación (en los mismos niveles).

• En el nivel de la política de las comunicaciones (en los niveles mencionados), el mismo trabajo de investigación ha permitido comprender mejor la función, las determinaciones y la estructura de los sistemas de comunicación en la sociedad capitalista contemporánea y su inscripción en la lógica del mercado y la acumulación del capital, así como las distintas formas de resistencia y de lucha -hasta ahora claramente desniveladas- de amplios sectores de la población en el nivel local y global, por espacios de participación y de acceso al control y uso de las tecnologías de información y comunicación. La reflexión crítica permite pensar también de manera creativa en otras formas de organización de la vida colectiva.

Nuestra posibilidad de incidencia en la realidad social tiene carácter político y como tal depende de la convergencia de muchas voluntades que no siempre se dirigen en una misma dirección. La acción concertada, implica pactos y negociaciones y por lo mismo es impredecible e indeterminada,14 lo cual no quiere decir que hay que dejar de pensar en el futuro deseable y mucho menos dejar de actuar en el sentido correcto.

La lucha política por condiciones más justas para todos requiere del trabajo de investigación y el pensamiento crítico por un lado para comprender el modo de operar de los sistemas de comunicación -aspectos tecnológicos, regímenes de propiedad, marco legal, distribución de la riqueza, papel del Estado, participación ciudadana, etc.; y por otro, para ofrecer herramientas útiles para la transformación de las comunicaciones mediante la acción concertada. Pensar y actuar para favorecer el acceso universal a los beneficios sociales de los sistemas de comunicación e incidir en la definición misma de las formas de comunicación que cada colectividad desea para sí misma, es una obligación irrenunciable de los comunicólogos. El reto es difícil ya que como demuestran los resultados de investigación en el campo, lo que une a la comunidad política -al menos en México- no es el consenso sobre como deberían ser los medios de comunicación, sino el desacuerdo (De la Peza, 2008).

• En el nivel de las políticas de investigación, la comunidad académica de comunicólogos, inscrita en la comunidad académica más amplia de ciencias sociales y humanidades y del campo científico en general, también existen desacuerdos. Las estrategias políticas están encaminadas a participar en la toma de decisiones tanto para obtener los recursos necesarios para investigar como para incidir en la orientación de las prácticas profesionales en el mercado de trabajo o en las decisiones políticas en materia de comunicación.

La práctica académica orientada a la comprensión y explicación de la realidad social es distinta de la práctica política orientada a la búsqueda de un lugar de enunciación, un lugar de poder y legitimidad desde el cual sea posible hablar y ser escuchados. Estas diferencias son uno de los motivos de la tensión interna que se experimenta en el campo de estudio de la comunicación con relación a otros campos del saber. Tensión -irresoluble- que atraviesa la discusión sobre la pertinencia de constituir o no a los estudios de comunicación en una disciplina.

 

Conclusiones

La pertinencia de que los estudios de comunicación se constituyan o no en una disciplina es una polémica que data de por lo menos 15 años, no solo en América Latina sino en el mundo y particularmente en Estados Unidos. La postura dominante que aboga por la disciplinarización de la comunicación se expresa en la posición asumida por Craig (2008), quien la formula en los siguientes términos:

La cuestión no es si el de la comunicación seguirá siendo un campo interdisciplinario, pues ciertamente lo seguirá siendo. La pregunta abierta es si la comunicación puede también tener un núcleo teórico que permita a los investigadores de la comunicación abordar tópicos interdisciplinarios desde un punto de vista disciplinario particular, que aporte valor real a la empresa interdisciplinaria (citado en Fuentes, 2010b, p. 44).

En contra de la propuesta de Craig, coincido con Wallerstein (2005) en que la interdisciplina es una coartada que reafirma "la existencia de disciplinas con un saber específico" (p. 147). La propuesta de Braudel de mezclar las ciencias nomotéticas con las ideográficas es indudablemente audaz, pero desde mi punto de vista atendible, para él:

La interdisciplinariedad es el matrimonio legítimo de dos disciplinas lindantes. Yo estoy a favor de la promiscuidad generalizada ... mezclemos todas las ciencias, incluso las tradicionales, la filosofía, la filología, que no están tan muertas como parecen (citado en Wallerstein, 2005, p. 57).

En lugar de seguir hablando de trans o post disciplinas, retomo para la discusión la propuesta de Wallerstein (2005) -inspirada en Braudel-que consiste en la construcción de una interciencia, una ciencia históricosocial entendida como:

La totalidad de lo que se ha catalogado como Ciencias Sociales o Ciencias Humanas y, en verdad no termina ahí ... esas ciencias tomadas como un todo, no como una federación de principados que defienden su dominio de los avances de la categoría incluyente, sino como una tela de trama compleja urdida con innumerables hebras (p. 57).

Considero además que la división de los campos del saber en disciplinas -producto de la modernidad occidental- ya ha sido desbordada por los estudios de comunicación, los estudios de área, los estudios culturales y los estudios feministas. La emergencia de estos campos de conocimiento se caracterizaron por la mezcla de perspectivas teórico-metodológicas diversas, desarrolladas en distintos campos disciplinarios y con ello han colaborado a una mejor comprensión del mundo.

No se trata de ajustar y someter los aportes de las distintas miradas disciplinarias a una mirada que le otorgue unidad al objeto -y volver a obturar el conocimiento-, sino transformar los objetos de investigación en objetos diferentes más complejos. Si partimos del postulado saussuriano según el cual el punto de vista crea el objeto; multiplicarlos necesariamente producirá nuevos objetos. En consecuencia el trabajo de Abrir las Ciencias Sociales propuesto por Wallerstein (1996) consiste en complejizar los objetos de investigación mediante la concurrencia de las distintas miradas que ofrecen hoy las diversas disciplinas de modo que los objetos mismos de investigación se transformen en objetos distintos y la compartimentación disciplinaria de los saberes sea desbordada.

El reto de los campos del saber emergentes como el campo de la comunicación consiste en la reconstrucción genealógica y la deconstrucción crítica de los conceptos estructurantes de las distintas disciplinas y sustituir la yuxtaposición arbitraria de nociones y conceptos importados de distintas disciplinas -ejercicio que suele hacerse en los estudios de comunicación- por un trabajo sistemático y riguroso de evaluación de los efectos que produce el uso de dichos conceptos en otros contextos y en el planteamiento de nuevos problemas. La reformulación, adecuación y transformación de las categorías de análisis sacadas de un aparato conceptual para llevarlo a otro, requiere de un trabajo de reconstrucción teórica coherente y sistemático.

En este momento en el campo de estudios de comunicación existe consenso sobre la riqueza que significó la confluencia de distintas disciplinas para la comprensión de nuestros objetos de investigación aunque resentimos todavía la carencia de un aparato teórico coherente y sistemático. A pesar de los años que han pasado, muy significativos en los tiempos cortos de la duración de la vida personal y aún más cortos si se refieren a la vida profesional y académica de un sujeto, en la conformación de un campo de conocimiento emergente, con el dinamismo de cambios tecnológicos del campo, la frase del tango "20 años no es nada" resulta verdadera. No es una disculpa ni una coartada para la inmovilidad. El ritmo de trabajo y los resultados de investigación en el campo de la comunicación están a la vista. No obstante, los ritmos de la maduración conceptual y el avance significativo del conocimiento no se pueden acelerar con puro voluntarismo. Hay que trabajar mucho, a veces con resultados precarios pero lo que sin duda resulta indispensable tanto en la formación de los estudiantes como en la producción de investigación es el trabajo sistemático y el rigor en la reflexión teórico-metodológica, consustancial al pensamiento crítico.

Desde mi punto de vista, la constitución del campo de estudios de comunicación en una disciplina significaría obturar un proceso muy estimulante y creativo que está en curso y sacrificar la posibilidad de hacer investigación desde las múltiples fronteras de la comunicación con todas las disciplinas sociales y humanas, que ha permitido abrir nuevos horizontes al conocimiento científico.

Esta tarea será el fruto de un proceso sociohistórico complejo que involucre distintos actores y cuya resultante es impredecible. Sin embargo, desde la academia hay un trabajo teórico, intelectual y político -de carácter colectivo- que está en curso y en alguna medida en nuestras manos. Esta tarea exige un ejercicio de reflexión en torno a los supuestos epistemológicos de los distintos campos disciplinarios en función del trabajo de confrontación de las categorías conceptuales entre sí y con la realidad misma. Categorías puestas a prueba y confrontadas de manera privilegiada justo en los intersticios, en las fronteras, en los bordes, de los campos disciplinarios.

La estructuración disciplinaria del campo de estudios de la comunicación es un asunto político y por lo tanto polémico, ya que si bien por una parte la constitución de una disciplina significaría la clausura del pensamiento, por la otra permitiría abrir un lugar legítimo de enunciación que otorgue el derecho a la palabra a los miembros del campo para que su voz sea escuchada, tenga credibilidad y repercusión como voz autorizada en materia científica y en la toma de decisiones de carácter político cultural.

La tensión dinámica y la incertidumbre en el campo de estudios de la comunicación es producto de la confluencia de campos normativos distintos y en ocasiones contradictorios, que se determinan y condicionan mutuamente: el campo del saber (académico) y el campo del poder (político).

Dar respuesta a la pregunta sobre la pertinencia o impertinencia de constituirse en disciplina no es de ninguna manera una tarea simple o trivial. Si bien el destino del campo de estudios de comunicación como tarea colectiva es impredecible, no por eso hay que desdeñar la capacidad de agencia de sus actores. Los académicos latinoamericanos organizados en torno a asociaciones profesionales nacionales como el Consejo Nacional para la Enseñanza y la Investigación de las Ciencias de la Comunicación (CONEICC) y la Asociación Mexicana de Investigadores de la Comunicación (AMIC), y regionales como la Federación Latinoamericana de Facultades de Comunicación Social (FELAFACS) y la Asociación Latinoamericana de Investigadores de la Comunicación (ALAIC), pueden y deben incidir en la toma de decisiones dentro del campo y fuera de él, tanto en organismos públicos locales, regionales y nacionales -el CONACYT y el SNI en materia de políticas académicas y de investigación, tanto como en el Congreso de la Unión para incidir en las políticas públicas de comunicación- como en la agenda de discusión de las asociaciones internacionales como la International Communication Association (ICA) y la International Association for Media and Communication Research (IAMCR). Sin duda Comunicación y Sociedad ha sido un espacio privilegiado para la discusión de estos temas y para darle visibilidad al trabajo de investigación científica que se hace en el campo de estudios de la comunicación desde México e incidir en la agenda de discusión en el nivel global.

 

Bibliografía

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Notas

2 Ver Comunicación y Sociedad números 30, 31, 36, 37 y 40 de la primera época y los números 1, 2, 7, 10, 13, 14, 16 y 17 de la segunda, en los que se incluye al menos un artículo que reflexiona sobre el campo académico de la comunicación, las tendencias de la investigación y la formación de profesionistas.

3 Organización que prevalece hasta la fecha, como se expresa claramente en los criterios de clasificación de la investigación por disciplinas y subdisciplinas y de la evaluación del trabajo académico en las instituciones de gestión de la investigación científica en México, como el Sistema Nacional de Investigadores (SNI) y el Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (CONACYT).

4 En la sociología destacan la escuela de Chicago en Estados Unidos y en Europa la sociología fenomenológica de Alfred Schultz; en el campo de las humanidades destacan la hermenéutica de la Escuela de Constanza con Gadamer, Iser y Jauss, la sociolingüística y la crítica literaria de Bajtín, Barthes y Eco, entre otras.

5 El levantamiento zapatista condensó la exigencia de todos los excluidos por el capitalismo globalizado, en busca de mejores condiciones de vida en el nivel global; reclamo que no ha cesado de manifestarse en distintos lugares del planeta. Desde las movilizaciones en Argentina y el derrocamiento del gobierno de De la Rúa en 2001, hasta los movimientos populares más recientes en el norte de África que provocaron la caída de los regímenes autoritarios de Egipto y Libia; el movimiento de los "indignados" en España y Estados Unidos, y el movimiento #Yo soy 132 en México. Sucesos que alcanzaron amplia visibilidad pública y potenciaron su capacidad de acción colectiva gracias a las nuevas tecnologías de comunicación e información.

6 Según Wallerstein "El texto [de Braudel] concluye con dos afirmaciones. Por un lado hay múltiples tiempos sociales que se entrecruzan y deben su importancia a una especie de dialéctica de duraciones. Y, por otro lado, ni el acontecimiento efímero y microscópico ni el concepto dudoso de realidad eterna pueden ser la base de un análisis lúcido" (2005, p. 69).

7 En este campo destacan los estudios realizados en el campo de la antropología por Bonfil Batalla y en el campo de la sociología los trabajos de Gilberto Giménez y García Canclini (De la Peza, 2011).

8 Orden no cronológico, sino en el que tuvimos conocimiento de cada uno de ellos en México.

9 En esta perspectiva teórica se inscribe la creación de la Maestría en Comunicación y Política y el área del Doctorado en Ciencias Sociales del mismo nombre de la UAM-X. El doctorado inició actividades en 1991 y la maestría se configura en torno a la confluencia de tres ejes problemáticos: lenguajes, política y medios de comunicación. Fue inaugurada en 1997 y recientemente incluida de nuevo en el Programa Nacional de Posgrados de Calidad (PNPC) del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (CONACYT), del que estuvo fuera cuatro años. Esta perspectiva transdisciplinaria se expresa en las investigaciones de los profesores y en las tesis de los egresados de la licenciatura en Comunicación Social, la Maestría de Comunicación y Política y el área de Comunicación y Política del Doctorado en Ciencias Sociales.

10 De ahí la participación intermitente de algunos investigadores e investigadoras en las reuniones académicas de los comunicólogos, alternando con participaciones en congresos de antropología, estudios culturales, comunicación intercultural, entre otros.

11 Campo de investigación que solo se volvió "reconocible" en México y América Latina gracias a la expansión de los Cultural Studies británicos en la academia estadounidense a pesar de que los estudios culturales latinoamericanos tienen su propia historia, si no previa, al menos paralela a la del grupo de investigación de Birmingham.

12 En esos trabajos, se entiende centralidad de la comunicación como el lugar determinante de las nuevas tecnologías de información y comunicación en la estructuración de la vida colectiva en el capitalismo postindustrial.

13 No invoco de ninguna manera algún principio de "neutralidad" del trabajo de investigación, toda acción social está socialmente determinada y orientada por los sistemas de valores de los investigadores. Sin embargo, el trabajo de investigación y de reflexión teórica es un trabajo distinto al de la acción política. Son modos y momentos distintos de intervenir en el mundo. Me refiero a la diferencia que establece Hannah Arendt (1974) entre la vida activa y la vida contemplativa. Pensar y actuar son dos modos de participar en el mundo, dos tipos de agencia social distinta.

14 Las acciones políticas, orientadas a fines previamente determinados -como la sociedad sin clases o la purificación de la raza- han dado como resultado sistemas totalitarios.

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