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Comunicación y sociedad

versão impressa ISSN 0188-252X

Comun. soc  no.19 Guadalajara Jan./Jun. 2013

 

Reseñas

 

Comunicación, política y ciudadanía. Aportaciones actuales al estudio de la comunicación política

 

Francisco Javier Serrano Bosquet1

 

Muñiz, C. (Coord.). (2011). Comunicación, política y ciudadanía. Aportaciones actuales al estudio de la comunicación política. México: Fontamara, 310 pp.

 

1 Instituto Tecnológico y de Estudios Superiores de Monterrey, México. Correo electrónico: fjavierserrano@itesm.mx.

 

Este libro coordinado por Carlos Muñiz, nace como fruto de un trabajo de colaboración interinstitucional. Su principal objetivo es ofrecer al lector un compendio de trabajos que arrojen algo de luz sobre una de las áreas probablemente con más fuerza actualmente dentro de las ciencias de la comunicación: la comunicación política. Dichos trabajos han sido reunidos en tres grandes bloques que intentan dar cuenta de objetivos y enfoques muy particulares que, si bien son complementarios, es importante distinguir. Al abrir sus páginas el lector se encuentra en primer lugar con aquellos trabajos más teóricos, como el de María de la Luz Casas y aquellos con los que se intenta mostrar las relaciones que, históricamente, se han dado entre el poder político y los medios de comunicación. De ese modo se consigue facilitar al lector una comprensión más profunda del sentido y significado tanto de los fundamentos de la comunicación política en general, como de los objetivos y contenidos de los capítulos posteriores; unos capítulos a través de los cuales el lector tiene acceso a cuatro ejemplos de contenidos sobre política presentes en distintos medios de comunicación y una serie de investigaciones, bien documentadas y desarrolladas, sobre casos de estudio muy concretos que ponen de manifiesto algunos de los principales efectos sociales que puede producir la comunicación política.

Todos estos trabajos se ven precedidos por un extraordinario prólogo de José Luis Dader, catedrático de periodismo y especialista en comunicación política de la Universidad Complutense de Madrid; extraordinario prólogo por varios motivos, pero sobre todo por contextualizar y hacer posible de manera muy acertada la lectura de las páginas que le siguen desde distintos niveles de profundidad y perspectivas. Para tal fin, Dader introduce de manera muy clara y resumida a profanos y especialistas en el complicado debate existente en torno a la naturaleza y esencia de la comunicación política. A través de unas breves pero esclarecedoras líneas, nóveles y expertos pueden saber o recordar por qué la comunicación política es mucho más que la mera suma de dos disciplinas. Su origen y naturaleza relacional hacen posible, por no decir que obligan, a ir más allá de los clásicos análisis filosóficos, sociológicos, jurídicos o éticos que, de manera recurrente, se han llevado a cabo sobre la política. Un fenómeno este, el de la política, cada vez más complejo y complicado que precisa ser examinado desde nuevas ópticas y perspectivas. Máxime, cuando aparece el tema de la comunicación. La comunicación no viene a sumarse -como se pone de manifiesto a lo largo de esta obra-, a ser un elemento más de la política; su presencia e influencia ha llegado incluso a transformar esta hasta el grado -afirma Dader-, de controlarla y dirigirla (p. 8). Transformación que, como señala María de la Luz Casas en el capítulo IV, no podía no darse, después de ver cómo "las nuevas tecnologías de la información y comunicación han venido a transformarlo todo" (p. 79), desde la forma de trabajar y estudiar, hasta la manera en la que nos relacionamos. Las transformaciones que observamos en el mundo de la política y la forma en la que ahora entendemos la democracia son, en buena medida, fruto de los medios de comunicación. Medios que, como puntualiza Francisco Javier Martínez en el capítulo VII, han:

Recibido tradicionalmente en México un trato muy distinto al que han recibido el resto de los mexicanos, alcanzando gracias a ello una enorme influencia y poder capaz de desestabilizar e influir en la vida política, social y cultural del país (p. 175).

Ejemplo de ello lo encontramos en el trabajo de José Carlos Lozano, Carlos Muñiz y Citlali Sánchez, quienes llevan a cabo un extraordinario trabajo de investigación, análisis y evaluación "del papel desempeñado por los principales noticieros nacionales de televisión en la cobertura de la campaña presidencial de 2006" (p. 156).

De ahí, se viene a insistir en varias partes del libro, que las transformaciones que está sufriendo el mundo de la política deban ser abordados:

Atendiendo al componente comunicacional, al papel que están jugando los medios de comunicación de masas y globales, los modos y las técnicas de persuasión, las estrategias y tácticas del encuadre psicocognitivo de los asuntos públicos ... [para] ... poder explicar las grandes categorías de la distribución del poder y el conflicto, la toma de decisiones, la evolución de los regímenes políticos y el resto de componentes de los fenómenos políticos (pp. 8-9).

Pues bien, es ante la imposibilidad (o inapetencia) de las disciplinas tradicionales para hacerse cargo desde dentro de estas cuestiones, que nace la comunicación política como área con entidad propia. Un campo que estudia de manera rigurosa y sistemática "la producción, difusión e intercambio de símbolos y representaciones cognitivas acerca de la política, con la consiguiente generación de percepciones y reacciones sobre esa política" (p. 9). Para ello, se insiste, es necesario distinguir entre "símbolos" y "representaciones cognitivas". Pero, ¿por qué es importante hacer tal distinción? Apropiándose de alguna manera de aquello que ya se venía haciendo en otras disciplinas -véase por ejemplo la filosofía del lenguaje o la antropología social o cultural con la que parece coquetear a veces Francisco Ramírez en el capítulo II-, la comunicación política pone especial énfasis en la necesidad de distinguir la expresión de ideas y proposiciones políticas que los sujetos llevan a cabo, de los intercambios simbólicos que rodean el actual mundo político. Lejos de quedarnos en el mero "análisis del discurso político" (que también es necesario como lo demuestran Carlos Del Valle, Lucía Benítez y Antonieta Muñoz en el capítulo III), el siglo XX ha puesto de manifiesto la extraordinaria necesidad de atender a la transmisión y utilización de significados sintéticos y de valores que se ponen en juego. Mas, ¿cómo llevar a cabo dicho proyecto? A través de rituales, objetos fetichizados (como lo son los himnos, banderas, etc.) o apelaciones emocionales. Mensajes todos ellos, se insiste, de naturaleza no-racional que apelan finalmente a las emociones.

Como se puede observar, las temáticas abordadas y las aproximaciones llevadas a cabo terminan atrapando al lector, embaucándole, sin perder por ello seriedad y rigor. El lector encuentra, por el contrario, un auténtico despliegue y desarrollo de conocimientos, metodologías, perspectivas, autores y teorías sumamente variadas y contrastadas. Ahora bien, tal y como se reafirma y constata a la largo de la obra, ni la comunicación política (ni este trabajo) es una mera reunión o síntesis de lo que otros han dicho en otros lugares, aplicado sin más a un objeto de estudio particular. Como campo de estudio "adolescente" que aún es y, sobre todo como área científica que surge de la combinación de otros campos preexistentes, cuya naturaleza es por consiguiente puramente relacional respecto de las realidades sustantivas que pretende conectar (ambas ramas), la comunicación política se ve obligada a depender (inicialmente) metodológica y epistemológicamente de los campos que le son más afines. Ahora bien, ¿debe entenderse esto como una debilidad? Al contrario, las aportaciones que desde este campo se vienen haciendo hace tiempo demuestran claramente que dicha "dependencia" lejos de ser símbolo de debilidad o inmadurez representan lo opuesto. En un mundo como el actual, en el que cada vez se insiste con mayor énfasis en la necesidad de poner en marcha proyectos e investigaciones multidisciplinares, de aproximarnos a nuestros respectivos objetos de estudio desde distintos niveles, perspectivas y metodologías, la comunicación política se presenta como modelo a imitar. Como también lo es la obra que aquí se reseña. Lejos de caer en el reduccionismo epistemológico, metodológico e institucional que, lamentablemente, inunda el mundo académico, encontramos en esta obra una buena representación de distintas perspectivas y enfoques. Una pluralidad que se constata simplemente al observar o atender criterios tan básicos como lo son los ámbitos y especialidades de los participantes, las instituciones de las que proceden e, incluso, las nacionalidades de sus autores. Encontramos así que estos proceden y se dedican a ámbitos y especialidades tan dispares en principio como lo son la filosofía del derecho, las ciencias políticas, la comunicación (comunicación política, comunicación intercultural, comunicación organizacional), los estudios sobre transparencia, sociedad del conocimiento, responsabilidad social corporativa, tecnologías digitales, ciencias sociales y humanidades, sociología económica, periodismo, historia, etcétera. Se trata además de trabajos llevados a cabo por investigadores que proceden, trabajan o han colaborado en instituciones como la Universidad Autónoma de Nuevo León, el Tecnológico de Monterrey, la Universidad de Salamanca, Sevilla, Cádiz, la Universidad Autónoma de Barcelona, la Universidad de la Frontera de Chile, la Universidad Europea Miguel Cervantes o la Universidad Nacional de Quilmes. Ello significa que, finalmente, de alguna forma se encuentran recogidas en este libro investigaciones llevadas a cabo al menos, en México, España, Chile o Argentina.

Todo ello hace posible, como señalamos inicialmente, que el lector tenga ante sí un verdadero compendio de trabajos bien construidos y argumentados, metodológicamente bien diseñados y desarrollados que se encuentran al menos -y probablemente esto sea lo más importante en libros de naturaleza tan heterogénea- bien organizados bajo una estructura lógica sencilla y oportuna. A partir de dicho esquema, los autores hacen fácilmente constatable la forma en que las actuales prácticas de comunicación política condicionan y reorientan la misma actividad y teoría política contemporánea. Ejemplo de ello lo encontramos en el capítulo V de José María Herránz, quien a la hora de estudiar el papel que las organizaciones sociales ejercen sobre las políticas de las administraciones públicas, no puede sino poner como centro y eje principal en torno al cual gira, se legitima y se controlan dichas relaciones, la comunicación. Una comunicación que debe ser analizada y entendida tanto desde el punto de vista del papel que esta desempeña en la percepción que la sociedad tiene de las mismas organizaciones, hasta el que juega en la rendición de cuentas por parte, tanto de los agentes políticos, como de las mismas organizaciones.

Este es, como señalábamos, solo un ejemplo, uno de los 13 estudios que componen esta obra que se recomienda leer en su totalidad. Ahora bien, si tuviera que resumirse en una sola frase qué significa y aporta este libro, nada mejor que esta que encontramos en su prólogo: "es un buen exponente de las amenazas y riesgos, así como de las oportunidades y líneas de progreso que ... afrontan las sociedades actuales, con especial énfasis la mexicana" (pp. 10-11). Riesgos como la "hiperinflación comunicacional" que puede poner en peligro el ejercicio de la buena política, de la política entendida como aquella disciplina o actividad orientada al bien común y la prosperidad general. Porque si es lamentable que la política se vea pervertida por distorsiones y efectos perversos, mucho más lo es que los académicos e instituciones educativas se presten a ello. Nos gustaría soñar con que esto no ocurriera en ninguna institución educativa mexicana, que nuestros académicos, directivos y estudiantes fueran ejemplo de lo que Dader llama "valedores de la buena política". Mientras ello ocurre, o precisamente para que ocurra, ¿por qué no comenzar con la lectura de este libro? Un libro que se presta a ser leído desde distintos niveles y perspectivas. Entre otras, la académica y la cívico/social. Desde el punto de vista de académico, este trabajo puede ser tomado como un buen manual, como un buen libro de texto introductorio a la comunicación política latinoamericana. Desde el punto de vista cívico/social, puede fungir perfectamente como un recordatorio de lo que se espera de nosotros: que seamos los valedores de la "buena política", de una política orientada al bien común y la prosperidad general, y no tanto a intereses grupales, partidistas o personales.

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