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Comunicación y sociedad

Print version ISSN 0188-252X

Comun. soc  n.16 Guadalajara Jul./Dec. 2011

 

Reseñas

 

La comunicación social y la reconstrucción de la nación mexicana

 

Tanius Karami1

 

Esteinou, J. y Esparza, L. (Coord.). (2010). La comunicación social y la reconstrucción de la nación mexicana. Pensar el Futuro de México. Colección Conmemorativa de las Revoluciones Centenarias. México: UAM, 219 pp.

 

1 Universidad Autónoma de la Ciudad de México, México. Correo electrónico: tanius@yahoo.com

 

El año 2010 fue una especie de vínculo simbólico entre muchos procesos sociales y culturales iniciados que se han querido aglutinar a propósito de los centenarios de la lucha de independencia y Revolución Mexicana respectivamente. Desde los infortunados intentos por construir una comisión ciudadana que pudiera encabezar los actos de "festejo" hasta lo caótico y cruente de este año que termina ya no sólo en temas económicos, sino sociales, "2010" fue más que un año, una especie de figura muy elástica que sirvió a los más diversos propósitos y que ha atravesado lo mismo por actividades culturales (exhibiciones, ceremonias), proyectos (monumentos, plazas, parques, líneas del metro, museos, programas de televisión, hospitales) o productos (hasta contamos con un coche Volkswagen, una marca de whisky y una sopa en polvo "bi-centenarios").

Reproducción en cadena, desparpajo semiótico donde todo ha sido un río de signos y procesos para ensalzar, alabar, llorar o brincar con símbolos, héroes, emblemas, relatos, historias, sentimiento supuesto de encumbramiento o exaltación de un variado campo de valores, así como sentimientos y objetos de imaginación. Este año ha sido un paraguas para que distintos actores (políticos, sociales, culturales) usen en realidad cualquier sentido de reminiscencia o supuesto amor a México para hablar de sí mismos, y a fin de cuentas reducir, como señala Monsiváis cualquier "héroe" o "dato" al mejor nombre de calles, parques, escuelas o plazas, o bien de las ya mencionadas, actividades o productos.

En el campo de las ideas, igualmente hemos encontrado esfuerzos muy desiguales para rememorar, o en el mejor de los casos hacer "cortes de caja", analizar rasgos y características a ciertos procesos que ha habido en los últimos 100-200 años. Entre los esfuerzos federales, el que nos parece más interesante son los programas Discutamos México (http://www.discutamosmexico.com/), que han legado un conjunto de varias docenas de mesas redondas, las cuales por fortuna pueden ser consultadas, cotejadas y comparadas con otros tantos productos derivados de la efervescencia nacionalista, patriótica, histórica o anecdótica tales como libros, novelas (por encargo), re-ediciones, películas y amén de un laberinto de productos culturales de forma muy asimétrica. En Discutamos México es posible confirmar ideas o tesis sugerentes que apuntan a varios aspectos de la historia de México. Algunos programas se han destinado a los medios, y como cuando hablamos de comunicación social, por la importancia que tiene, siempre nos parecerá poco o limitado lo que se discute contra las repercusiones (visibles e invisibles) de las industrias mediáticas, los mensajes, los contenidos y las audiencias.

Este virus que por mediación del supuesto amor nacionalista, abarca distintas manifestaciones, y por supuesto las universidades, grupos académicos o editoriales no han cedido a la tentación por la abundancia discursiva en torno a miradas más o menos integrales sobre estados y etapas, en este caso de las comunicaciones sociales, lo que ciertamente es entendible y en todo caso una excelente oportunidad para repensar algunos temas o proponer planteamientos sobre algunos ya sabidos, como por ejemplo el hecho recientemente por Aguilar Camín y Castañeda (2009, 2010) en torno a descentrar la Revolución Mexicana de su importancia en el estudio del siglo XX mexicano.

 

ESFUERZO Y TRAYECTORIAS

Para encabezar un esfuerzo dentro de los medios, nadie mejor que Javier Esteinou, académico acucioso y preocupado sin límites por el planteamiento de un proyecto nacional en materia de comunicaciones sociales, para compilar junto con Luis Esparza Oteo un recuento de miradas integrales al estilo de las que en muy distintas áreas se han producido a lo largo de este año 2010. Como es casi un lugar común dentro de la comunicación académica, la obra de Esteinou se ha extendido por varias décadas como uno de los trabajos más insistentes y reiterados en recordar las características de la relación entre medios/sociedad y gobierno mexicano; es posible reconocer en su trabajo los matices que han tenido estas insistencias, las recurrentes menciones contra un Estado que en la mirada de Esteinou parece empecinado en omitir los derechos que la sociedad y los ciudadanos tienen en materia de información. Desde hace varios años el autor ha ofrecido evidencia documental y reflexión analítica sobre cómo el proyecto del Estado ha actuado en algún sentido contra la "nación" como esa entidad que a pesar de todas las críticas y limitaciones que en las ciencias sociales parece tener, en Esteinou sigue siendo un concepto viable y necesario que puede contener y dar cabida a las demandas de desarrollo social y político.

Por ello el mérito tiene que ser visto más que el empeño formal, como una concepción autonombrada "crítica" desde cierta égida donde persiste la posibilidad de un Estado-nación, vehículo de valores "nacionales" propios de una comunidad capaz de identificarse consigo misma y de establecer márgenes contra la ambigüedad de la globalización. Esta tesis aparece persistentemente en trabajos de Javier Esteinou como Hacia una Primavera del Espíritu Nacional. Propuesta Cultural para una Nueva Televisión Mexicana (1989) y La Televisión Mexicana ante el Modelo de Desarrollo Neoliberal (1991) cuya línea la podemos seguir hasta su más reciente reflexión en torno a lo que llama "cuarta república mediática". En todas estas obras Esteinou viene releyendo la idea de "nación a la luz" de lo que se consideró como aspiración e ideal para la comunicación, dentro de un "imaginario" que promovería el uso de la comunicación para atender en primer lugar las necesidades sociales del país. Como documenta el texto, el Estado mexicano desde hace décadas optó por un modelo de rentabilidad comercial y privatización de las telecomunicaciones, con la renuncia tácita a desarrollar un proyecto social basado en la idea del bien y servicio público. Con el avance del neoliberalismo, la globalización, la revolución tecnológica, la caída del "socialismo real" y otros fenómenos estructurales, se definió un nuevo paradigma, el cual refuerza la renuncia por parte del Estado y cede más ampliamente a la privatización de la comunicación.

 

CONSTANCIAS Y REITERACIONES

Si bien, como se insiste en el texto, nuestra democracia es ilimitada e inmadura, ya que tiene los rasgos de una total falta de miras y valor ético del Estado que si bien ha asentido en parte al estadio de las libertades informativas, ha cedido a las necesidades de las grandes empresas de información, a los intereses de los llamados "poderes fácticos". Lamentable en este periodo de transición en el que si la expectativa del cambio partidista llevaba a pensar en nuevos órdenes de cosas en muchos renglones, en el caso de los medios podemos hablar de un franco retroceso. Si el mejor rostro de una democracia es el de sus medios masivos (prensa, radio, televisión), sin duda que el trecho por cubrir en México es todavía largo y cuesta arriba, ya que parece no saber cómo revertir el complejo y abigarrado sistema de intereses que dan una fuerza particular a los vínculos entre el Estado y el poder de las industrias mediáticas.

La Comunicación Social y la Reconstrucción de la Nación Mexicana constituye un esfuerzo colectivo y se suma a las discusiones sobre los multi-referidos (bi)centenarios, con la preocupación, si no por dar una respuesta a los problemas hoy acuciantes de la comunicación social (que creemos no lo hace), sí de organizar un inventario de temas a la luz de la historia reciente sobre los medios. Encontramos en los siete trabajos compilados recuentos informados sobre la historiografía política actual de los medios, repaso a las limitaciones en materia legislativa, recuento de las dificultades para una concepción amplia en materia de comunicaciones digitales, discusiones sobre cómo construir un proyecto de nación desde la radio, entre otros asuntos que retoman una añeja agenda de temas, pendientes, recuentos e historias que son ya connaturales al leitmotiv de la historia socio-política en los medios de nuestro país.

Como la citada tesis de Esteinou otras investigaciones abonan perspectiva para reflexionar sobre la manera en cómo los trabajos discuten los mecanismos expansivos del capital vehiculado por las industrias mediáticas como algo que trunca el proyecto de nación. Esto se realiza mediante diversos mecanismos, como el de la reivindicación eminentemente comercial sobre el interés público o social. La contradicción de este doble carácter de los medios (ser indicadores de libertad, pero ser ellos mismos un factor que la obstruye o dificulta), es un componente para el cual el libro ofrece aspectos críticos que ayudan a pensar esos fracasos del Estado por edificar un sistema de telecomunicaciones que sea realmente público, que articule efectivamente los sistemas regionales y que contribuya a una mayor equidad en los flujos informativos al interior del país y pueda en lo posible revertir el aún excesivo centralismo que persiste, la terrible inequidad entre el centro del país y las regiones.

Lo que aparece como una constante es la dificultad, cuando no franca incapacidad, de elaborar una política cultural para medios digitales con la cual se pueda promover la democracia social en el sentido más amplio y no sólo como una supuesta libertad de acceso; el reto de un uso educativo integrador y promotor de un tipo de educando más autónomo e imaginativo en los modos de participación social. Uno de los rasgos característicos en la relación Estado/medios/sociedad es la renuncia que históricamente ha habido por parte del Estado mexicano para regular jurídicamente a las telecomunicaciones; de la misma manera se apunta una dificultad para hacerlo ahora en materia de comunicaciones digitales. Ello no significa que tenga un desinterés total, sino que no ha sabido contraponer los intereses públicos y del bien común al de los grandes corporativos y poderes fácticos, así mismo tampoco ha generado políticas sociales que promuevan usos de las nuevas tecnologías. El Estado mexicano no ha sabido responder hasta el momento a las demandas de la sociedad de información, lo que hace razonable pensar que nuevamente llegará muy tarde (como sucedió con la radio y la televisión) a la conformación de una política integral en la materia.

 

UNA NOTA APARTE Y CIERRE

De manera particular nos parecen interesantes las reflexiones, ubicadas en la segunda parte de la antología y particularmente en el último de los trabajos, el cual aborda aspectos más educativos y cierta contextualización cultural para pensar lo que fue la política del "México digital" promovida sobre todo desde el sexenio anterior. Esto sin demeritar las cualidades señaladas de la antología, la cual prosigue una tradición dentro de los "estudios sobre medios" para ver a las industrias relativamente separadas de otros procesos sociales.

El último de los artículos en la antología "¿México Digital? Incertidumbres sobre la Nación en Tiempo de Internet" (pp. 187-216), realizado por Diego Lizarazo ofrece algunos elementos desde las transformaciones en la comunicación digital y la manera en que las nuevas tecnologías reconfiguran algunos aspectos en su uso, aún cuando se restringe al comentario de dos propuestas, ambas puestas en entredicho por el autor, académico también de la Universidad Autónoma Metropolitana como el propio Esteinou, como un ejemplo más de la dificultad del Estado en materia de comunicación digital y nuevos medios, que parecen centrar el uso de éstos medios al ámbito de lo escolar y de los procedimientos administrativos.

En su ensayo, Lizarazo critica el mito de la nación unificada, el intento por usar las tecnologías como formas de control central y unitario. El autor señala que hace falta una visión más compleja que no pretenda reproducir el discurso dominante en cuanto al uso de la tecnología, de manera parecida a como el Estado lo hizo hace 40 años mediante el paradigma del desarrollismo. Lizarazo se pregunta cómo entender la "nación informática" y de qué manera las nuevas tecnologías vienen modificando esa urdimbre de representaciones y figuraciones que el Estado ha querido generar sobre México. Hoy vivimos un cambio cultural que interpela las formas convencionales para nombrar y percibir al país, que busca otra manera de traducir lo que en un plano más general se ha dicho a propósito de las categorías tradicionales para representar el conocimiento, la belleza, la sociedad, etc. Las nuevas tecnologías cuestionan la figuración unificada que ha sido el intento del Estado durante gran parte de la vida independiente. El tiempo virtual es una modificación de ese tiempo mexicano integrado que escribía Carlos Fuentes hace 40 años.

En ese marco es que también se entiende un debilitamiento del vector simbólico que convocaba la escuela como institución y lo particularmente limitado que hasta ahora han resultado las políticas educativas para atender las posibilidades que ofrecen las tecnologías de comunicación e información. Al mismo tiempo Lizarazo hace una crítica al sistema de educación, y el proyecto que con muchas limitaciones ha intentado impulsar los gobiernos del Partido Acción Nacional y particularmente el de Fox.

En suma, La Comunicación Social y la Reconstrucción de la Nación Mexicana concentra claves a viejas preguntas desde los nuevos imperativos, componentes de este capitalismo acelerado (centrado en el consumo, en la especulación financiera, en el peso de las nuevas tecnologías), que si no comprendemos no podremos ofrecer formas alternas de interpretación ni imaginar rutas que puedan revertir, si no la estructura total, sí algunos efectos o prácticas perversas. El libro tiene un mérito didáctico de actualización y repaso que puede ser de gran utilidad particularmente a quienes deseen refrescar los debates documentados por la investigación académica desde hace varias décadas, puesto ahora en el marco simbólico de un recuento integral abrazado por ese caparazón variopinto que han sido los centenarios en nuestro país.

 

Bibliografía

Aguilar, H. & Castañeda, J. (2009). Un futuro para México. México: Santillana.         [ Links ]

Aguilar, H. & Castañeda, J. (2010). Regreso al futuro. Punto de Lectura. México: Santillana.         [ Links ]

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