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Comunicación y sociedad

versão impressa ISSN 0188-252X

Comun. soc  no.16 Guadalajara Jul./Dez. 2011

 

Reseñas

 

Vidas deseables. Cartografías de deseos y valores en jóvenes

 

Octavio de Jesús Muciño Hernández1

 

Rodríguez, T. (2009). Vidas deseables. Cartografías de deseos y valores en jóvenes. Guadalajara: UdeG, 401 pp.

 

1 Universidad de Guadalajara, México. Correo electrónico: octaviomucino@msn.com

 

Este es el segundo libro que publica Tania Rodríguez Salazar. Su primer trabajo, Las Razones del Matrimonio publicado en 2001 por la Universidad de Guadalajara, fue igualmente una exploración en el terreno de las representaciones culturales, aunque en esta ocasión el objeto de estudio y el enfoque teórico son distintos. Aquí se presenta un recorrido por los modelos culturales sobre la vida anhelada, satisfactoria, de la cual se esperan sentimientos de realización o felicidad. Se analizan los proyectos de vida que desarrollan los jóvenes de la zona metropolitana de Guadalajara con base en un amplio estudio empírico, cuantitativo y cualitativo, mostrándose cómo estos comprenden la vida como si fuera una historia, cómo usan metáforas para entenderla y cuáles son las relaciones sociales que les parecen más importantes; también muestra las clases de experiencias que emocionan y marcan la vida de los jóvenes, así como los modelos que siguen cuando cuentan historias, elaboran planes y metas de vida.

Vale la pena señalar que los jóvenes fueron estudiados desde una perspectiva sociocultural que los concibe como una construcción socio-histórica, que está atenta a los modos diversos de ser joven, y que constata los nuevos escenarios que enfrentan en las sociedades contemporáneas. Así mismo, la discusión sobre sus modelos culturales de vida deseable se sustenta en premisas teóricas sobre la relación entre la cultura, la socialización y el poder con las biografías personales.

De acuerdo con la autora del libro este conjunto de aspiraciones emergen de los lugares donde los jóvenes habitan, de las relaciones sociales que establecen, de las oportunidades (laborales, escolares, culturales) a las que tienen acceso y de las capacidades que desarrollan. Todos estos aspectos influyen en los diagramas de vida que ellos mismos trazan para orientar y justificar sus planes y decisiones que en el libro se denominan como "cartografías de deseos y valores". El uso de esta metáfora produce en el lector inmediatamente la imagen del joven situado ante una panorámica de posibilidades y diseñando su propio modelo de navegación en función de lo que considera bueno y satisfactorio. A lo largo del libro, justamente se reflexiona sobre las creencias, valores individuales y colectivos con el que se tejen estos mapas y sobre cómo se usan para la "administración autobiográfica".

Una vez que se identifican estas cartografías de deseos y valores que definen la vida deseable, la pregunta que trata de responder enseguida es cuáles son las bases socioculturales de las mismas. Para responder esta cuestión, Tania Rodríguez consideró dos dimensiones de análisis: primero, los esquemas culturales interiorizados por los jóvenes, contrastados moral y emocionalmente como elementos de respuesta y justificación de acciones, y segundo, los condicionantes como la edad y el género, pero sobre todo las circunstancias económicas como factores que influyen en la respuesta de los jóvenes a estos esquemas culturales, derivando en distintas elecciones de vida.

El libro está conformado por ocho capítulos. El primer capítulo nos sitúa en el contexto socio-demográfico de la población a estudiar. Ahí la autora presenta información básica sobre las características de los jóvenes (15 a 29 años) que habitan el área metropolitana de Guadalajara (conformada por cuatro municipios: Guadalajara, Tonalá, Tlaquepaque y Zapopan), así como diversos indicadores sobre su situación social (población, marginación, valores, entre otros). Se discuten también los cambios que enfrentan los jóvenes en las sociedades modernas y los nuevos escenarios que les toca vivir. Es importante destacar que en el libro se propone considerar a los jóvenes como agentes sociales capaces de seleccionar y decidir, de trazar su propia vida futura. De ahí que la asimilación de los jóvenes de las expectativas modernas no se da de forma mecánica, sino que involucra la interpretación de los sujetos de acuerdo con las condiciones que viven y las relaciones que establecen.

Las ideas teóricas que orientaron esta investigación se desarrollan sobre todo en el segundo capítulo. La premisa fundamental de estas ideas es que tenemos que entender la cultura de modo dinámico y sin los clásicos determinismos. Para ella, lo importante no es tratar de precisar qué contenidos definen a una cultura, sino qué elementos son seleccionados por los jóvenes. Citando textualmente:

La cultura interviene en la vida de los jóvenes como un marco de referencia, como fuente de inspiración o como horizonte de significación para la elección de fines prospectivos (deseos, metas, planes), perfilando los ámbitos de lo deseable para cada categoría social en una comunidad cultural. Por esta razón, más que identificar lo que ofrece la cultura a los jóvenes, lo importante es comprender el proceso contrario: la demanda, selección y adopción de ciertos contenidos culturales (y el rechazo o indiferencia de otros). Esto significa comprender la posición que ocupa un joven, sus capacidades y oportunidades, pues de esto dependerá la asimilación de ciertos elementos culturales en lugar de otros y, por supuesto, sus acciones y trayectorias biográficas (pp. 54-55).

Esta forma de considerar el problema de la relación entre individuos y la cultura, nos permite visualizar que los jóvenes hacen un balance de esfuerzos y costos, logran una síntesis entre lo que desean para sí y lo que los demás desean para él, dialogando con el concepto vigente de normalidad. Para la autora esto es fundamental, como se puede apreciar en la siguiente cita:

Los sentidos de lo canónico, lo ordinario y lo normal son el punto comparativo a través del cual se evalúa la vida propia. Los jóvenes investigados tienen nociones sobre lo que significa, por ejemplo, tener una familia o una vida feliz. En ambos casos, la felicidad se explica como fruto de la normalidad, mientras que el aislamiento y el sufrimiento emergen de situaciones de vida "anormales". Estos sentidos instituyen ciertas formas de vida como privilegios y tienen consecuencias prácticas en la seguridad ontológica (Giddens, 1989) de los jóvenes. De modo que entre más restringidas o parciales sean las definiciones de lo ideal y lo normal, tienen menos posibilidades de ganar confianza en sí mismos (p. 307).

El tercer capítulo es metodológico. En él se explica cómo se diseñó y aplicó la encuesta utilizada para recabar opiniones generales respecto de los valores, los deseos y los temores de los jóvenes; también, se describe la indagación cualitativa a través de entrevistas que indujeron a la remembranza de episodios y narraciones micro-biográficas. La metodología de análisis usada logra combinar datos cuantitativos y cualitativos de modo que ambos ayudan a mostear mejor lo que los jóvenes hablan y hacen con respecto de lo que desean en sus vidas. En particular, la investigación buscó establecer una relación entre la situación económica y las representaciones mentales que hacen los sujetos acerca de la vida deseable, dividiendo a la población estudiada en dos grandes grupos según su situación económica: marginados e incorporados.

Los cinco capítulos restantes narran los resultados de la investigación combinando datos cuantitativos y cualitativos. Entre los hallazgos que Tania Rodríguez reporta en Vidas Deseables está el hecho de que los jóvenes negocian socialmente sus deseos, valores y decisiones. La autora ofrece evidencias empíricas que muestran cómo las relaciones sociales influyen en el cálculo de las decisiones de los jóvenes. Encuentra que los marginados tienden a tener una visión menos optimista de la juventud que los incorporados, además de que los incorporados mantienen relaciones sociales más diversificadas, permitiéndoles esquemas más amplios de comparación. De distintos modos se constata que las condiciones en que viven los jóvenes, las satisfacciones que alcanzan, las dificultades que atraviesan, así como las responsabilidades que asumen varían: por ejemplo los jóvenes marginados tienen que trabajar para poder estudiar, mientras que los jóvenes incorporados requieren satisfactores extras.

No obstante que la investigación reporta diferencias entre las aspiraciones y modos de vida de los jóvenes incorporados y marginados, de acuerdo con Tania Rodríguez, parecen predominar las representaciones compartidas. Tanto los incorporados como los marginados tienen deseos de independencia y el propósito de lograr lazos afectivos sólidos, muy a menudo en una familia propia. Este hallazgo es sorprendente de alguna manera pues aunque sabemos que la cultura se interioriza de diversos modos, las metas y los valores compartidos son abundantes incluso ante las disparidades económicas de la zona metropolitana estudiada. Los descubrimientos muestran que existe una cultura sobre lo deseable en la vida más homogénea de lo que podría pensarse. Los aspectos compartidos saltan a la vista y las diferencias suelen ser menores entre las opiniones de los jóvenes comparados según su grado de marginación que en función de la edad o de su situación laboral/escolar.

Estos datos, sin embargo, en mi opinión estuvieron determinados por las clases de jóvenes que fueron entrevistados. Un factor que contribuyó a esta apariencia de homogeneidad fue que los jóvenes marginados en este estudio, al no verse en situación de pobreza extrema o de discapacidad, pudieron reconocer lo que es socialmente "requerido" de modo general en una sociedad moderna, sin perjuicio de sus oportunidades reales de acceso. Los sujetos entrevistados casi en su totalidad contaron con estudios medio superior o superior, lo que si bien puede ser una paradoja con su situación económica, implicó cierta inclusión social ajena a un escenario de pobreza extrema. Además, se encuentra el avance cultural de la modernidad en la zona metropolitana de Guadalajara, no sólo los medios educativos, sino de los medios de comunicación que pueden producir cierta homogeneidad en las respuestas, logrando determinar el ambiente cultural que genera un efecto normalizador.

El contenido del libro contribuye a discutir la importancia que dan los jóvenes a la vida privada y a ponderar cómo el interés en la vida pública en muchas ocasiones se basa en el deseo de mejorar la convivencia dentro de los grupos afectivos. En mi opinión este hecho es notorio en el contexto de la sociedad de la información, donde por un lado se complejizan y se expanden las relaciones comunicativas, pero por otro lado, los jóvenes tienden a buscar el cobijo de sus inmediatos, al mismo tiempo que estos medios externos son utilizados para fortalecer dichos vínculos internos.

Aquí he ofrecido solamente una pequeña parte de los hallazgos sobre lo que significa la vida deseable para jóvenes urbanos, pues no se pueden agotar en una reseña. La recomendación es leer el libro para descubrir muchos otros datos de cómo los jóvenes piensan y realizan la vida que desean, para adentrarse en sus expectativas y motivaciones en los campos educativos, laborales y personales. Finalmente, me gustaría mencionar que incluso cuando Tania Rodríguez no es una figura identificada con la "juvenología", su estudio merece influir en este ámbito, ya que aborda de manera general pero directa, lo común y lo particular para los jóvenes de la zona metropolitana de Guadalajara con relación a sus propósitos y acciones. Esta investigación puede resultar de utilidad para estudios posteriores sobre juventud realizados en esta y otras zonas del país.

 

Bibliografía

Rodríguez, T. (2001). Las razones del matrimonio. Representaciones, relatos de vida y sociedad. Guadalajara: UdeG.         [ Links ]

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