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Comunicación y sociedad

versão impressa ISSN 0188-252X

Comun. soc  no.13 Guadalajara Jan./Jun. 2010

 

Presentación

 

Raúl Trejo Delarbre1

 

1 Universidad Nacional Autónoma de México, México Correo electrónico: trejoraul@gmail.com

 

La reflexión latinoamericana sobre los medios de comunicación ya no se limita, como en otros tiempos, al cuestionamiento ideológico o a la reivindicación interesada. El desarrollo de centros, posgrados y de investigadores que de manera individual, pero en frecuente intercambio con otros colegas, se dedican a pensar sobre los medios, ha tenido como consecuencia una producción abundante y sólida que se despliega fundamentalmente en dos vertientes.

Por una parte, la producción reciente en este campo, en muchos casos, indaga comportamientos específicos de los medios, calibra sus contrastes y persigue el dato duro que nunca sustituye al análisis pero que le da seriedad. Al mismo tiempo se desarrollan búsquedas metodológicas, cada vez más abiertas a otros ámbitos de las ciencias sociales e incluso de otras disciplinas académicas, para establecer de qué manera podemos comprender la creciente influencia, así como las muy variadas aristas de los procesos de comunicación contemporáneos.

Este número de Comunicación y Sociedad es ejemplo de las maneras cómo esos dos caminos se despliegan y fructifican en textos útiles. La edición se abre con el informe de Guillermo Orozco Gómez y María Immacolata Vassallo de Lopes sobre los hallazgos recientes del Observatorio Iberoamericano de la Ficción Televisiva. Surgido en 2005, en esta ocasión el Observatorio analizó 20 mil 309 horas de programación en 44 canales de televisión de ocho países (Argentina, Brasil, Chile, España, Estados Unidos, México, Portugal y Uruguay). Las indagaciones para cada país forman parte del Anuario 2009 del Observatorio.

Orozco y Vassallo constatan el carácter fundamental de la ficción televisiva, que es el "género más efervescente de la pantalla". Así se demuestra no solamente en el tiempo que ocupa en la programación de las televisoras latinoamericanas, sino, además, con la incorporación de nuevas si bien discutibles formas de comercialización que se han desarrollado. Entre otros hallazgos, los autores documentan la caída en las audiencias de las principales cadenas de televisión abierta. De los programas estudiados, solamente una telenovela brasileña alcanzó más de 30 puntos de rating.

En la televisión de paga se abren espacios a la experimentación y a cierta diversidad audiovisual. Pero al mismo tiempo las series de ese corte, independientemente de los canales donde se transmitan, son utilizadas cada vez más para difundir publicidad integrada al argumento y/o a los personajes, e incluso para hacer propaganda política. La frecuente ausencia de advertencias a los telespectadores y las omisiones de las legislaciones latinoamericanas acerca de ese tipo de publicidad, contribuyen a que los públicos de esa programación sean especialmente vulnerables a tales mensajes.

La necesidad de que los medios cuenten con parámetros éticos claramente establecidos y, desde luego, para que se ciñan a las legislaciones nacionales (habida cuenta del atraso de muchos de esos regímenes jurídicos) se aprecia en indagaciones sobre su desempeño en temas específicos. Y pocos asuntos son tan socialmente sensibles como el que desarrolla Aimée Vega Montiel en "La responsabilidad de la televisión mexicana en la erradicación de la violencia de género contra las mujeres y las niñas: apuntes de una investigación diagnóstica".

La Ley General de Acceso de las Mujeres a una Vida Libre de Violencia, aprobada en 2007 y que a su vez resultó de una investigación promovida por la Cámara de Diputados, establece un programa que, entre otras tareas, debe "vigilar que los medios de comunicación no fomenten la violencia contra las mujeres y que favorezcan la erradicación de todos los tipos de violencia, para fortalecer el respeto a los derechos humanos y la dignidad de las mujeres". Pero ya que del dicho al hecho suceden muchas cosas, investigaciones como las de Vega Montiel contribuyen a establecer en qué medida los medios auspician, o no, esas conductas violentas.

Después de revisar recomendaciones internacionales para que las industrias audiovisuales eliminen prejuicios y estereotipos acerca de los hombres y las mujeres, la autora de esta investigación estudia 544 horas de programación, durante una semana de 2006, en 5 canales de la televisión mexicana. Apoyada en metodología de la agenda setting, Vega Montiel encuentra un panorama calamitoso. El discurso de la televisión no solamente despliega con amplitud escenas donde mujeres y niñas son víctimas de violencia; peor aún, en muchos casos se les responsabiliza de la violencia que sufren.

También, sobre la construcción ideológica de la violencia, pero en la prensa de Venezuela, el estudio de Pedro David Aguillón Vale utiliza el análisis del discurso para identificar el tratamiento de hechos delictivos en cuatro diarios. Con un universo compuesto por 129 textos aparecidos en abril de 2008 en las secciones de información policiaca, ese autor comprueba el muy frecuente empleo de fuentes anónimas para dar cuenta de acontecimientos de corte criminal, así como la utilización de estereotipos retóricos para referirse tanto a los autores como a las víctimas de los hechos delictivos.

Para Aguillón Vale, una de las causas de la proliferación de fuentes anónimas se encuentra en el compromiso de los periodistas para proteger la identidad de sus informantes. Por otra parte, considera que en la información de asuntos delictivos la gente de extracción popular obtiene un acceso mediático que no lograría de otra manera.

También se puede considerar que la proliferación de notas sin fuente claramente acreditada es una deformación del periodismo en algunos de nuestros países, que no siempre cumple con parámetros éticos y profesionales básicos. La publicación de informaciones donde aparecen relacionados con hechos criminales, no constituye reivindicación alguna de la marginación mediática que suelen padecer los ciudadanos más pobres, sino una utilización de sus vicisitudes para complacer el afán de sensacionalismo y estruendo que predomina en no pocos medios de nuestra región.

La práctica periodística está ceñida a las circunstancias en las que trabaja cada informador. De la misma manera que ha crecido la tendencia al escándalo y a la mercantilización de los hechos noticiosos, también podrían desarrollarse otras formas de hacer periodismo. A Fabio Pereira le preocupa el método pertinente para investigar "El mundo de los periodistas", atendiendo a sus procesos de transformación y a los numerosos factores que influyen sobre ese contexto. Al cuestionar la existencia de una pretendida "naturaleza" en la práctica del periodismo, ese estudioso brasileño propone aprovechar la noción de "mundo social".

El comportamiento de los periodistas, los criterios que utilizan para definir lo noticioso, sus condiciones profesionales y su papel como mediadores, a la vez que actores del proceso de la información, han sido temas que atraen a cada vez más investigadores. Claudia Mellado inventarió 191 estudios y 231 publicaciones sobre periodistas latinoamericanos entre 1960 y 2007 en 20 países de América Latina. Casi seis de cada 10 de esos trabajos fueron realizados en los primeros años del nuevo siglo.

Entre otros hallazgos, esa investigadora chilena encuentra que más de 60% de los estudios sobre las prácticas profesionales de los periodistas latinoamericanos se refieren a experiencias locales o nacionales y 25% se ocupa de estudios de caso, en tanto que menos de 12% busca una perspectiva más amplia. Ese dato enfatiza la pertinencia de emprender más indagaciones que comparen la situación de los medios, y de sus profesionales, en distintos países.

Un estudio interesado en la reconstrucción del pasado y otro con la mirada puesta en la preparación del futuro complementan los artículos académicos que ofrece esta edición. Janny Amaya Trujillo discute los enfoques habitualmente utilizados para hacer la historia de la comunicación social. Frente a los enfoques positivistas, esa autora cubana prefiere la metodología de la escuela de los Annales que rescata la historia con el apoyo de otras disciplinas. Y, en efecto, no solamente en los recuentos históricos sino en los más diversos enfoques, hoy en día resulta claro que para entender a los medios se requieren acercamientos tanto desde la sociología y la antropología como con instrumentales del derecho, la economía, la psicología y las ingenierías de las comunicaciones, entre otras disciplinas.

La atención en el futuro, que aunque no siempre nos percatamos de ello se construye ahora mismo, lleva a Consuelo Yarto Wong a ocuparse del uso de teléfonos celulares. Para entender cómo se utiliza ese instrumento de comunicación, la autora pone a discusión la idea de "domesticación" que algunos estudiosos, como Roger Silverstone, utilizaron para observar la utilización de algunas tecnologías comunicacionales. Yarto Wong considera que ese concepto es útil pero también pone a discusión sus limitaciones.

Tres reseñas complementan la oferta editorial de este número. Zeyda Rodríguez comenta los textos reunidos por Gabriel Medina en Juventud, territorios de identidad y tecnologías, resultado de un coloquio en la Universidad Autónoma de la Ciudad de México. Rossana Reguillo se ocupa de Espacio público y sociabilidad, coordinado por Roberto Miranda Guerrero y Lucía Mantilla Gutiérrez, donde aparecen siete ensayos –uno de ellos de la propia reseñista– sobre temas tan variados y atractivos como la lucha libre, las casas de apuestas, los huicholes trasladados al contexto urbano, el parque Rubén Darío, la comunidad apostólica llamada "los salvados" y los procesos de constitución de la pareja. En una tercera reseña, José Carlos Lozano da cuenta del libro, también colectivo, coordinado por Sebastián Thies y Josef Raab, E Pluribus Unum? National and transnational identities in the Americas, al que considera ejemplo de pensamiento pluralista. Organizado en cuatro segmentos, el libro discute las políticas de integración y divergencia en las Américas, el papel de los medios en la formación de identidades nacionales y regionales, la literatura y la identidad y, por último, la diversidad cultural.

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