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Revista mexicana de sociología

versión On-line ISSN 2594-0651versión impresa ISSN 0188-2503

Rev. Mex. Sociol vol.80 spe Ciudad de México sep. 2018

https://doi.org/10.22201/iis.01882503p.2018.0.57773 

Artículos

Construcción periodística del sismo o ¿desastre?

Raymundo Padilla Lozoya* 

* Doctor en Antropología por el Centro de Investigaciones y Estudios Superiores en Antropología Social, sede Ciudad de México. Universidad de Colima-Facultad de Letras y Comunicación. Temas de especialización: riesgo, desastre, vulnerabilidad, memoria, historia oral y periodismo de riesgo. Avenida Universidad 333, Las Víboras, 28000, Colima, Colima.


Resumen:

Los medios periodísticos son constructores del imaginario del desastre. Este artículo analiza la construcción periodística del desastre en el periódico Animal Político, a través de un análisis de contenido y “encuadre” aplicado en tres enfoques: amenaza, respuesta y responsabilidad. Concluye que la destrucción fue asociada a la amenaza, no a la vulnerabilidad; sin embargo, la corrupción hizo evidente la vulnerabilidad institucionalizada y el poco avance desde el sismo de 1985 en la construcción mediática de los desastres. Se sugiere a los medios masivos adoptar la perspectiva de la Gestión Integral de Riesgos y Desastres (GIRD) para beneficiar al gremio periodístico.

Palabras clave: periodismo; desastre; discurso; Ciudad de México; sismo

Abstract:

The media create the imaginary of disaster. This article analyzes the journalistic construction of disaster in the newspaper Animal Político, through an analysis of content and “framing” applied to three approaches: threat, response and responsibility. It concludes that the destruction was associated with threat rather than vulnerability. Nevertheless, corruption highlighted the institutionalized vulnerability and lack of progress made since the 1985 earthquake in the mediatic construction of disasters. It is suggested that the mass media should adopt the Integral Risk and Disaster Management (GIRD) perspective to benefit the journalistic guild.

Key words: journalism; disaster; discourse; Mexico City; earthquake

En México los periodistas deben saber acerca de gestión de riesgos y desastres porque durante su labor inevitablemente conviven con diversas amenazas naturales potencialmente destructivas y mortales. De acuerdo con el Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), “87.7 millones de habitantes en el país residen en zonas de riesgo debido a su exposición a distintos tipos de fenómenos. De éstos, cerca de 70% habita en zonas urbanas, 9.5% vive en zonas semiurbanas y 20.5%, en zonas rurales” (Sedatu, 2016: 25). El territorio se ve afectado por ciclones tropicales e inundaciones que se presentan cada año, principalmente en las 17 entidades costeras, aunque también pueden producirse impactos a cientos de kilómetros de la franja costera porque las bandas nubosas transportan abundantes precipitaciones (Farfán et al., 2015). México comparte expectativas anuales de riesgo sísmico mundial severo, después de Japón y Estados Unidos, pero en el mismo nivel alto que China, Turquía, Italia, Chile, Canadá, Indonesia, Venezuela, Irán, Filipinas, Colombia, Grecia, Perú, India, Puerto Rico, Alemania y Emiratos Árabes Unidos (Shi, 2016: 321). Se estima que más de la mitad de la población mexicana vive expuesta al riesgo alto y severo de un sismo, particularmente en estados como Oaxaca, Guerrero, Chiapas, Michoacán, Colima y en el centro del país, específicamente la Ciudad de México, que aglutina la mayor cantidad de población expuesta a los terremotos en una misma ciudad.1

Los sismos y algunos fenómenos hidrometeorológicos, como huracanes, inundaciones y descargas eléctricas, producen en el mundo y en México las cifras de mortalidad más altas y las mayores repercusiones económicas (García Arróliga, Méndez Estrada y Reyes Rodríguez, 2014: 15). De manera correlacionada, estas manifestaciones naturales aportan las peores cifras de daños. Las estadísticas relacionadas con desastres se alteran debido a distintos factores, pero cada año se suman más eventos lamentables y mayores costos. Aunque en un año o dos se presenten pocos perjuicios, en otro pueden reportarse enormes daños por uno o dos fenómenos, como ha ocurrido recientemente ante las tormentas “Ingrid”, “Manuel” y “Odile”, el sismo del 7 de septiembre de 2017 y el temblor del día 19 del mismo mes. De manera general, en los últimos 30 años las cifras de los desastres ocurridos en México superan los 44 billones de dólares, de acuerdo con una investigación de Roberto Sánchez Rodríguez y María Teresa Cavazos (2015). Por lo anterior, es evidente que la sociedad mexicana y los periodistas están muy expuestos a ciertos peligros naturales, son muy vulnerables a los efectos de algunos fenómenos; por tanto, es urgente fortalecer la prevención en diversos sectores, incluido el relativo a la producción de información periodística.

El año 2017 será recordado durante décadas por la coyuntura de condiciones adversas que afectaron a la sociedad mexicana. Por un lado, tenemos el rampante incremento en la cifra de muertos asociados con crímenes, la exhibición internacional de nuestro país como uno de los más corruptos y uno de los primeros en el índice de impunidad. Por otro lado, están los incrementos en el precio de los combustibles, hecho que afectó directamente a toda la sociedad a pesar de la promesa del Ejecutivo de que las reformas beneficiarían a la economía familiar. Además de ese contexto socioeconómico y político, la naturaleza se manifestó con inundaciones en Baja California asociadas a la tormenta tropical “Lidia”; el huracán “Katia” en Veracruz; el huracán “Max” en Guerrero, Oaxaca y Michoacán, y a otros fenómenos en Chiapas, Jalisco, Monterrey y la Ciudad de México.

Durante 32 años se conmemoró el sismo del 19 de septiembre de 1985, pero el pasado año 2017 se sumó al recuento trágico con los desastres detonados el día 7 y el 19 del mismo mes. El primero, con graves daños en Oaxaca y Chiapas, y el segundo en la capital del país, el Estado de México, Guerrero, Morelos, Puebla, Tlaxcala y Veracruz. De acuerdo con datos preliminares, en las entidades mencionadas 60 398 viviendas sufrieron daño total, y 111 628 tuvieron daño parcial (Sedatu, 2018). En este sentido, el mes de septiembre será memorable por los eventos trágicos que han ocurrido en México y en su capital; de ello ha dado cuenta detalladamente la información periodística que ha publicado en sus páginas el diario acontecer que es de interés público.

En particular, en el mes de septiembre se constató -con la información periodística- que en México las inundaciones y los sismos son los fenómenos que afectan más a la sociedad y al erario, como también lo han documentado las recientes investigaciones científicas y el incremento en el número de declaratorias por desastre en los municipios del país (Sánchez Rodríguez y Cavazos, 2015: 17). Los daños y los desastres asociados a ciertos fenómenos naturales son una prioridad en la estrategia nacional de Protección Civil, y ante los espacios informativos nacionales los eventos destructivos son un tema frecuente; sin embargo, en México se analiza poco cómo el periodismo aborda los desastres. Por lo anterior, este artículo analiza la cobertura de la prensa mexicana durante el sismo del 19 de septiembre de 2017 desde un enfoque antropológico, periodístico y constructivista. En particular, se estudia la construcción discursiva periodística del desastre, destacando los elementos que contribuyen a fortalecer el imaginario del agente causante de la destrucción.

Periodismo y cobertura de desastres

Es muy conocida la lamentable condición de la mayoría de los medios informativos nacionales que subsisten por financiamiento del gobierno, ya sean empresas televisivas, radiofónicas o virtuales (Human Rights Watch, 2017). Las empresas están condicionadas a firmar contratos millonarios con diversas oficinas del gobierno o grupos de empresarios y políticos para subsistir y pagar la nómina, a pesar de que esa práctica condiciona la libertad de prensa, principio básico del quehacer periodístico profesional. En ese sentido, se debe comprender que todos los temas que se divulgan, sobre todo las denuncias, son de interés de los grupos que están en el gobierno o en otras esferas de poder político y económico. En síntesis, son muy escasos los medios informativos realmente libres del presupuesto gubernamental (Ahmed, 2017).

Además de las dificultades económicas, pocas empresas informativas procuran paliar las deficiencias técnicas con la capacitación de su personal para mejorar la calidad de los mensajes emitidos en las noticias. Aún es deficiente la capacitación de gran parte del gremio que realiza cobertura de desastres. Entre las razones más comunes destacan la informalidad laboral, las múltiples tareas que realiza un mismo empleado periodístico para recibir un pago que le permita sobrevivir, el desinterés de las empresas por mejorar las capacidades de su plantilla laboral, el desinterés de los reporteros por especializarse en la temática, y la procrastinación.2

En la cobertura de eventos destructivos, como los accidentes y desastres, el reportero requiere de una capacitación especial para dominar los tecnicismos propios de esa especialización y para no volverse una víctima. Sin embargo, en México son muy escasos los cursos para periodistas en la materia de Protección Civil, Comunicación de Emergencias y de la denominada Gestión Integral de Riesgos y Desastres (GIRD). Para evitar la información errónea o imprecisa, algunos reporteros recurren a documentarse por medio de guías producidas internacionalmente, como las elaboradas por Susana Arroyo Barrantes, Martha Rodríguez y Ricardo Pérez (2009), Deborah Potter y Sherry Ricchiardi (2009), Diane Negra (2010), Frank Smyth y Danny O’Brien (2012), Gloria Bratschi (2012) y Brigitte Leoni (2012), así como el Syllabus de Article 19 (2016).

A pesar de las deficiencias en capacitación profesional, los reporteros que realizan la cobertura de un desastre deben acudir, documentar e informar lo que atestiguaron o los datos que recolectaron. Esta información, que obtienen principalmente con las técnicas de observación y documentación, es plasmada en noticias que son de interés público y que se divulgan por algún medio informativo hacia cientos, miles o millones de personas, que las reciben en sus dispositivos electrónicos o impresos. Cada periodista, con su propio léxico y formación laboral, redacta lo mejor posible la nota para hacerla legible para un gran público. El periodista debe pensar si la información redactada es comprensible para muchas personas o si debe ajustar algún término o idea incoherente o confusa. Con estas consideraciones se producen a diario miles de noticias en todo México.

Cuando tiene lugar un desastre de grandes proporciones, los noticiarios registran los mayores niveles de audiencia (Sood, Stockdale y Rogers, 1987: 28), como sucedió el 19 de septiembre de 2017; el acontecimiento fue como un crisol de información, del cual se emitieron notas por los noticiarios para todo México y el mundo por medios tradicionales e Internet. Por su cobertura, la mediatización del desastre es un fenómeno social de gran importancia. Por ello, es importante analizar qué dicen los medios informativos cuando ocurre un desastre y cómo se dice, en particular durante las etapas de emergencia y recuperación.

En la actualidad, la información noticiosa se disemina de manera vertiginosa. Los medios informativos estrenan noticias cada día para cumplir con la demanda de sus públicos. Sin embargo, existen eventos que perduran entre los principales titulares durante semanas por su trascendencia e interés público. Esto ocurre con algunos desastres, sobre todo los que son evidentes y mediatizados en las ciudades muy pobladas. Al respecto, se cuenta con una memoria periodística muy completa que recolectó los titulares y una breve síntesis de las noticias publicadas durante los 22 días posteriores a los sismos de 1985 (Camarillo, 1987). Los sismos de 1985 y de 2017 han sido los más mediatizados y la población ha sido “infoxicada” con la abundante información precisa y la falsa que circula por los múltiples dispositivos electrónicos.

En 1985, la radio, la televisión, el teléfono y la prensa escrita tenían una gran relevancia para la comunicación informativa de los pobladores de la Ciudad de México. En 2017, durante la emergencia fue notable la amplia utilización de Internet y múltiples aplicaciones comunicativas (Reséndiz, 2017). Sin embargo, en ambos acontecimientos y contextos la radio ha sido el medio de mayor cobertura para todo el país y ha llegado a los sitios más remotos, adonde Internet y la televisión no lo han hecho. Lamentablemente, la radio comercial es poco ilustrativa en comparación con las aplicaciones que funcionan con Internet y los celulares en espacios urbanos; la población citadina, principalmente joven, hace uso de redes sociales con algoritmos gráficos muy avanzados que magnifican los mensajes en formato textual, auditivo o iconográfico.

A la diversidad de plataformas mediáticas también debe sumarse la variedad de formatos en los que se presenta la información. Ya sea como reportaje, noticia o enlace directo, cada uno tiene un nivel distinto de efecto en la sociedad, lo cual dificulta identificar con precisión la construcción de significados en cada individuo expuesto a las producciones informativas. Esta dificultad metodológica y conceptual fue muy bien identificada por Niklas Luhmann (2000: 112), quien no propuso una solución, sino solamente la reflexión de casos particulares. Pero Luhmann cuestionó qué tipo de sociedad es la que permanentemente se informa a través de los medios masivos, puesto que éstos producen continuamente construcciones de la realidad. Ante ese complejo escenario, en este artículo se realiza la observación y el análisis de un marco que forma parte de la construcción periodística que se genera en un medio “independiente” dentro de la amplísima oferta informativa que se diseminó por Internet asociada al sismo y a sus lamentables consecuencias.

De la mediatización del desastre a la “infoxicación”

Como lo advirtió Uriel Rosenthal (1998: 157) hace 20 años, la mediatización es una de las fuerzas impulsoras en las situaciones de crisis y desastres. Las producciones noticiosas relacionan el sitio donde se presenta el evento con todos aquellos que están vinculados de distintas maneras. El potencial de la información mediatizada es tan importante que incluso puede despertar emociones solidarias en quienes atestiguan virtualmente el evento a miles de kilómetros de distancia del sitio destruido y gestionar apoyos (Noguera Vivo, 2005). La mediatización del desastre transmite emociones, además de elementos cuantitativos muy representativos para que sea comprendida la magnitud del acontecimiento desastroso.

Rusell Dynes (1998) y Ashleigh Elain Mckinzie (2016) coinciden en que la mediatización es tan poderosa que define lo que es un desastre para la población en general. Las formas en que los medios se enfocan en ciertos tipos de situaciones y no en otros tienen la capacidad de delinear lo que es “catastrófico” y aquello que no lo es. Es notable que “algunos de los marcos más importantes aplicados por los medios son encontrar daño, muerte, ayuda, autoridad y a los malos” (Mckinzie, 2016: 7). A nivel internacional, los temas de las noticias se enfocan principalmente en la magnitud del daño, el número de muertos, heridos y damnificados, la ayuda institucional y social, el manejo de la crisis por parte de las autoridades y en quién es culpable del desastre. Como lo ha observado Robert A. Stallings (1998: 132), los informes de las noticias son el marco de muestreo de los desastres.

Por otro lado, los medios de comunicación son de gran utilidad en nuestro tiempo porque contribuyen a la comprensión de lo ocurrido. Al mediatizar el suceso, indican con precisión el sitio o espacio donde ocurrió, exponen la delimitación de las afectaciones y dimensionan los impactos materiales en función de los entornos rurales o urbanos, de los servicios públicos y de las repercusiones físicas y emocionales para los humanos. Además, la mediatización contribuye en gran medida a la gestión de ayuda para la sociedad; en algunos casos, como ocurrió en septiembre de 2017, la cantidad de apoyo en despensas, agua y medicamentos supera la capacidad de administrar la distribución de esos recursos.

Con base en la mediatización del desastre, la sociedad atestigua el tipo de respuesta que desplegó el Estado, pero también se forma una idea que perdura en la memoria colectiva. Por ejemplo, acerca de los sismos en la Ciudad de México en 1985, el imaginario y la memoria coinciden en que la “sociedad civil”, como la definió Carlos Monsiváis (1987), se organizó ante la incapacidad de sus instituciones y solidariamente respondió a la emergencia removiendo escombros, salvando atrapados y luego distribuyendo los apoyos recibidos, durante meses (Poniatowska, 2017). En este contexto del desastre, fue muy cuestionado el liderazgo del entonces presidente de México, Miguel de la Madrid, y como indicador del rechazo popular padeció la peor rechifla y abucheos cuando se mostró ante el pueblo para inaugurar el Campeonato Mundial de Futbol en mayo de 1986. Ese episodio y las constantes críticas que recibió a través de los medios informativos crearon una imagen negativa de la respuesta institucional, ampliamente documentada.

El sismo de 2017 en la Ciudad de México podría ser el desastre más mediatizado en la historia nacional. Es notable que la información transitó por los medios tradicionales, pero otros dispositivos superaron a los tradicionales y diseminaron masivamente lo ocurrido, “viralizaron” lo acontecido. Las aplicaciones y los recursos virtuales hicieron posible la comunicación en diversas aplicaciones; entre las más representativas: Twitter, Facebook, WhatsApp e Instagram (Reséndiz, 2017).

La disponibilidad de información acerca del daño ocurrido en la Ciudad de México condujo a la sociedad conectada a las redes virtuales hacia la infoxicación (Cornella, 2004). Durante las horas y los días posteriores al impacto, fue abundante la cantidad de información diseminada por medio de iconogramas, mensajes y videos, además de los espacios cotidianos de los noticiarios. Conductoras de millones de datos, las redes sociales diseminaron rumores y escenas que reafirmaron la frase popular: la realidad supera a la ficción producida por los medios masivos. Pero, como lo cuestiona Luhmann (2000: 112), ¿cuál descripción de la realidad producen los medios masivos?, ¿cómo es esa realidad si los medios masivos resaltan sobre todo en las representaciones de la sociedad las rupturas temporales o sociales? Ante estas complejidades, es urgente que los comunicadores y los periodistas académicos dediquen atención al análisis del funcionamiento de cada recurso informativo.

El desastre como hecho social

Todo desastre es complejo porque confluyen en él múltiples elementos. Lo que apreciamos en la destrucción y la muerte son los impactos, resultantes de un proceso de convivencia de los humanos con el entorno natural potencialmente destructivo, ante el cual existe insuficiente prevención. Cuando la relación es inadecuada, se producen riesgos que, mal manejados, se convierten en un desastre con distintas variables, como número de muertos, desplazados, damnificados, heridos, servicios públicos afectados, daños en viviendas, impactos en sectores productivos y otras. Desde 1992, la Red de Estudios Sociales en Prevención de Desastres en América Latina identificó con múltiples casos que el agente imprescindible de todo desastre es la sociedad. Desarrolló entonces un enfoque denominado de la vulnerabilidad, en el cual la sociedad y sus capacidades preventivas y preparativas son fundamentales para comprender la magnitud de cualquier desastre (Blaikie et al., 1996).

Desde el enfoque constructivista de la vulnerabilidad, los daños a los humanos determinan la magnitud del desastre. El fenómeno natural no es el desastre. El desastre es resultado de una construcción social, es un acontecimiento social más que natural. La naturaleza es solamente el agente que impacta a la población, a los bienes expuestos y vulnerables, que se ven afectados y que son transmitidos como noticia por los medios masivos de comunicación. Así, el desastre es un hecho social y éste es elaborado por los medios masivos. Eliseo Verón (1986: II) señala que los acontecimientos sociales “no son objetos que se encuentran ya hechos en alguna parte en la realidad y cuyas propiedades y avatares nos son dados a conocer de inmediato por los medios con mayor o menor fidelidad. Sólo existen en la medida en que esos medios los elaboran”. Las preguntas técnicas son: ¿Con qué elementos los medios masivos elaboran un acontecimiento social? ¿A quién señalan como culpable del desastre: a las condiciones preexistentes o al fenómeno natural?

El fenómeno natural deviene en amenaza cuando el humano así lo percibe y deduce un potencial de daño a la integridad física, bienes o medios de producción. El fenómeno natural debe rebasar cierto umbral de manifestación para que sea percibido como amenazante. La sociedad percibe las amenazas de manera diferencial, pero en general las sociedades han mitigado los impactos de las amenazas con diversos recursos prácticos y estratégicos que al paso de años, décadas o siglos y por prueba y error, les permiten cierta adaptación. En algunas sociedades, el proceso adaptativo requiere de desplazamiento, pero cuando una sociedad se asienta en un espacio, finca las bases de un proceso que puede ser exitoso o un fracaso, como ha ocurrido con diversas civilizaciones a lo largo de la historia (Diamond, 2011).

La Ciudad de México fue asentada en un sitio adecuado para el desarrollo de la antigua civilización, pero que es absolutamente inadecuado para la numerosa sociedad que habita la megalópolis actual, debido a los diversos agentes que resultan amenazantes para la población, como escasez de agua, inundaciones, contaminación, hundimientos y sismos, por mencionar algunos. “La Ciudad de México representa la mayor concentración de riesgo en América Latina y su crecimiento continúa” (Segob/Banco Mundial, 2012: 13). Sin duda, la sociedad es la única responsable en la construcción de riesgos relacionados con esas amenazas. Las dinámicas socioproductivas y el desarrollo desmedido e incontrolado han aumentado las condiciones de riesgo. Y más que opciones de mitigación, los recursos disponibles pobremente logran paliar los frecuentes efectos de fenómenos naturales que resultan perjudiciales porque no se cuenta con las capacidades y condiciones para enfrentarlos adecuadamente. Si fuera posible desarrollar buenas prácticas para prevenir riesgos y desastres, se conduciría a la Ciudad de México hacia una estrategia de adaptación positiva o sustentable de gran beneficio para la sociedad, pero lo notable es el incremento de factores riesgosos.

El Estado ha procurado enfrentar de manera frontal ciertas amenazas muy evidentes. A raíz de los sismos de 1985, en 1986 fue decretado un Sistema Nacional de Protección Civil que cuenta con un Centro Nacional de Prevención de Desastres Naturales, en coordinación con todas las dependencias de los tres niveles de gobierno. Sin embargo, en el caso de la Ciudad de México resulta insuficiente para garantizar la protección de todos los capitalinos ante la diversidad de amenazas. En pocas palabras, no es suficiente la protección institucionalizada de los ciudadanos, y por ello ocurren frecuentes tragedias y desastres. Como respuesta, la sociedad se ha protegido ante las inclemencias del medio ambiente de todas las maneras que le permite su ingenio, en muchos casos de forma inadecuada y en otros muy apropiadamente, considerando el tipo de manifestaciones naturales que la amenazan, como los sismos. Eso explica en una pequeña parte por qué ciertas construcciones son vulnerables y colapsan, mientras otras siguen en pie. No es el propósito explicar las causas del desastre de 2017 en la Ciudad de México, pero es importante plantear un posicionamiento epistemológico que se vincula con el procedimiento metodológico.

Metodología y técnica analítica de los marcos

Existe un prolífico marco teórico asociado a la teoría del “enfoque o encuadre”, que varios autores han desarrollado con detalle y amplitud para reconocer aportes de las distintas disciplinas (Bryant y Oliver, 1994), perspectivas y casos (Reese, Gandy Jr. y Grant, 2001), perspectivas teóricas y empíricas (D’Angelo y Kuypers, 2010), y tendencias por países (Ardevol-Abreu, 2015). Para efectos prácticos, valga precisar que el “encuadre” es la acción discursiva que emplea uno o más medios informativos para dirigir la atención de la sociedad hacia temas específicos que son expuestos con base en supuestos previos. Así, la información masiva conduce al lector a poner atención en ciertos aspectos y objetos. Esto no significa que crea objetos; más bien, en palabras de Nick Davies (2008: 111), “la realidad existe objetivamente, pero cualquier intento de registrar la verdad sobre ella siempre y en todas partes implica necesariamente la selección”, y tal selección determinada y expuesta al público (mediatizada) hace evidente la intencionalidad de los mensajes o temas de interés de cada medio informativo.

En este artículo se utilizó un procedimiento metodológico cualitativo, porque permite el análisis de fenómenos sociales para comprenderlos en función de los significados que les asigna la sociedad. Diversos estudios han analizado desde el encuadre los problemas que involucran a la naturaleza y la sociedad, como el calentamiento global desde una perspectiva cualitativa (Ytterstad, 2015), el cambio climático y la pobreza (Nisbet, 2010), o el desastre con base en la interpretación estructural funcionalista (Wisner, Gaillard y Kelman, 2012), mientras que otros de corte cuantitativo realizan una categorización primaria relacionada con los encuadres y posteriormente codifican numéricamente los resultados para medir cantidad, frecuencia, intensidad o montos y otros indicadores.

Los desastres han atraído el interés de los estudiosos del mensaje periodístico desde perspectivas distintas al encuadre. Por ejemplo, Eleonor Singer y Phyllis Endreny (1987) analizaron el contenido y el tratamiento de las amenazas en los medios masivos; Rahul Sood, Geoffrey Stockdale y Everett Rogers (1987) estudiaron la producción de las noticias de desastres en la prensa escrita; Lee Wilkins y Philip Patterson (1987) expusieron las imprecisiones del lenguaje periodístico televisivo en los desastres de Bhopal y Chernobyl; Roger Bennett y Martin Daniel (2002) analizaron por medio de entrevistas los estereotipos y las representaciones mediatizadas; Alison Ashlin y Richard Ladle (2007) estudiaron los discursos relacionados con el tsunami en Asia y cómo ciertos líderes aprovecharon el evento para promover temas en la agenda política medioambiental. Por su parte, Eva Salgado Andrade y Frida Villavicencio Zarza (2010) usaron el análisis de contenido de las primeras planas durante la epidemia H1N1 en la Ciudad de México e identificaron el rol de los actores, estrategias y procesos que dieron respuesta. Es notable que no hay un método común ni técnicas estandarizadas para el análisis de desastres a través de los medios masivos, y que aún se elaboran diversas propuestas.

Con la técnica del encuadre o framing han sido estudiados varios desastres: Robert Entman (2003) analizó cómo se manejó durante el 9/11 en Nueva York el flujo de mensajes entre distintos niveles; Kathleen Tierney, Christine Bevc y Arica Kuligowski (2006) se enfocaron en analizar los mitos producidos por los medios tras el desastre asociado al huracán “Katrina”; Seon-Kyoung An y Karla Gower (2009) analizaron 247 noticias para examinar cinco encuadres (responsabilidad, interés humano, conflicto, moralidad y economía) y encontraron que el predominante fue responsabilidad, pero cambió con cada tipo de crisis. Melissa Merry (2014) y Alison Anderson (2014) analizaron los encuadres en el considerado como mayor desastre medioambiental en aguas marinas, ocurrido en 2010.

El presente análisis es del tipo cualitativo e interpretativo, por lo cual la base constructiva del encuadre consiste en seleccionar “algunos aspectos del acontecimiento y se privilegian sobre otros, definiendo y evaluando el problema, señalando las causas, proponiendo soluciones al problema y, en definitiva, configurando un frame (encuadre noticioso)” (Ardevol-Abreu, 2015: 425). Para evitar la dispersión, los aspectos clave del acontecimiento están vinculados a “una idea central organizadora o una línea de relato que proporciona significado a un conjunto de acontecimientos, tejiendo una conexión entre ellos” (Gamson y Modigliani, 1987: 143, citados en Ardevol-Abreu, 2015: 426).

El enfoque del encuadre se basa en marcos analíticos para fines técnicos. Se plantea un marco genérico para el problema en estudio y se integra con puntos focales para identificar e interpretar los demás marcos que crean las noticias asociadas al desastre en la Ciudad de México. En el presente documento se aplica el enfoque de encuadre relacionado en parte con la propuesta de Claes De Vreese (2005), porque analiza los marcos desde una perspectiva procesual, que en este caso es muy útil para producir marcos analíticos de ese proceso constructivo a partir de elementos significativos. Es notable que la propuesta de De Vreese armoniza con el planteamiento conceptual estructural funcionalista y también constructivista del riesgo, desarrollado desde principios de la década de los años noventa por miembros de la Red de Estudios Sociales en Prevención de Desastres en América Latina (véase <www.desenredando.org>). En esa perspectiva, el desastre es resultado de una interacción social con la naturaleza, que suele definirse como adaptación cuando es positiva o maladaptación cuando es negativa, pero que en ambos casos es diacrónica, multicausal, multifactorial y multiespacial, es decir, resultado de un largo proceso dialéctico (Maskrey, 1993).

Muestra y unidades de observación y análisis

Para facilitar la consulta de la evidencia empírica a cualquier lector, el corpus fue integrado con las ediciones electrónicas publicadas desde el 19 de septiembre al 19 de octubre de 2017 en el medio informativo Animal Político, con las características generales que muestra la Tabla 1.

Tabla 1 Características generales del corpus 

Periódico Ediciones Formato Ubicación
Animal
Político
19 de septiembre
al 19 de octubre
Electrónico <https://www.animalpolitico.com/>

Fuente: Elaboración propia.

En una base de Excel fueron incluidas 110 noticias; de ellas, 69 contenían información explícita en su título relacionada con el evento telúrico. En otras investigaciones, para conformar el corpus se han incluido los titulares y una breve síntesis publicados durante 22 días posteriores a los sismos (Camarillo, 1987), incluso una semana en distintos diarios (Salgado Andrade y Villavicencio Zarza, 2010). Pero en el presente artículo fueron recolectadas las noticias de un mes, publicadas en un mismo diario, para observar los puntos focales que fueron desarrollados en los titulares y los sumarios, donde destacan algunos temas particulares durante el periodo seleccionado.

Frente al esquema tradicional de las empresas periodísticas privadas, las nuevas tecnologías han hecho posible el surgimiento de medios virtuales que funcionan con base en un esquema denominado “fondeo”. Tal es el caso de Animal Político. En su propia descripción se define como un portal de periodismo “independiente” que realiza producciones con las donaciones económicas mensuales de sus suscriptores.3 Este esquema de negocio permite que los periodistas de Animal Político cuenten con recursos para realizar noticias y reportajes del estilo característico del periodismo de investigación (Rodríguez, 1994). Por estas razones específicas se realizó el presente análisis. Al ser un diario “independiente” y con enfoque en el periodismo de investigación, es deducible que sus marcos deben ser muy particulares.

Las unidades de análisis fueron los titulares y el sumario de las noticias relacionadas con el sismo ocurrido el 19 de septiembre de 2017. La noticia “es una construcción textual y visual llevada a cabo alrededor de un eje central de pensamiento, de una determinada perspectiva, construida por un profesional de la información (aunque no sólo por éste) que proporcionará un marco de interpretación para los públicos que se expongan al mensaje” (Ardevol-Abreu, 2015: 424) Se priorizaron los titulares y sumarios debido a que el cuerpo de las notas es muy amplio y en él se describen múltiples temas, además de los anunciados en el título, lo cual crea un problema complejo de analizar. Tampoco se analizó el cuerpo de las notas porque en múltiples casos fue imposible acceder al texto debido a que el enlace virtual está roto y aparece en la pantalla un denominado Error 520.

Este artículo es de corte cualitativo e interpretativo, por lo que primero se realizó una lectura de todo el material para identificar algunas tendencias informativas. De esta manera se detectaron tres categorías muy generales: 1) la caracterización de la amenaza; 2) respuesta; 3) responsable del desastre. Estas categorías se incluyeron en la herramienta de filtración de datos de Excel y con cada una se fue construyendo una propuesta de cuadro, observando sus elementos constituyentes, relaciones y diferencias. Las tres categorías cuentan con una base conceptual que se explica a continuación.

Como “respuesta” se utilizó de manera general la definición que aportaron Ian Burton, Robert Kates y Gilbert White (2005: 47), para quienes la respuesta consiste en “todas las formas en que una sociedad puede actuar para reducir los efectos o aumentar los beneficios de un peligro”. Desde acciones inmediatas frente al peligro hasta acciones a largo plazo. De una manera más específica, según David McLoughlin (1985: 166), la respuesta consiste en:

[…] las actividades que se realizan inmediatamente antes, durante o inmediatamente después de una emergencia para salvar vidas, minimizar el daño a la población o mejorar la recuperación. Por ejemplo, la activación de planes de emergencia, activación de sistemas de emergencia, capacitación de emergencia para el público, asistencia médica de emergencia, conducción de centros de operaciones, cuidados y recepción, albergues, evacuación, así como búsqueda y rescate.

Es notable que las sociedades responden de distintas maneras ante las manifestaciones naturales y rara vez ignoran las que consideran amenazantes. Por ello, en este artículo se integró la propuesta constructivista de Susanna M. Hoffman y Anthony Oliver-Smith (2002: 4), quienes han definido las amenazas como:

[…] las fuerzas, condiciones o tecnologías que acarrean un daño social potencial, estructural o medioambiental. Una amenaza puede ser un huracán, sismo o avalancha; y también puede ser una razón nuclear o una práctica socioeconómica, como usar pesticidas. La amenaza además incorpora la manera en que una sociedad percibe el peligro o los peligros, cualquier ambiente y/o tecnología, cómo los encara y las maneras como permite la entrada del peligro en su cálculo del riesgo.

Los tipos de amenazas han sido categorizados de distintas maneras, en función del enfoque disciplinario. Desde la geografía se distingue entre amenazas de impacto súbito o repentino y amenazas de impacto lento. Entre las primeras se relaciona a los huracanes, sismos, erupciones volcánicas, tsunamis, tormentas severas y marejadas; entre las de impacto lento, el incremento del nivel del mar, hambrunas, sequías, epidemias, radiación solar, contaminación biológica del aire y agua, y hasta los movimientos sociales. No se debe confundir la amenaza con el desastre, no son sinónimos, aunque las amenazas sean un elemento constitutivo de todo desastre, pero no el fundamental pues, como lo señalamos antes, es imprescindible la sociedad.

En ese sentido, el desastre tiene como componentes la vulnerabilidad, la amenaza y la exposición. La vulnerabilidad, comprendida como la susceptibilidad de sufrir daños y la exposición como la ubicación franca ante los efectos de la manifestación o el agente. Al respecto, Hoffman y Oliver-Smith (2002: 4) definen el desastre como:

Un proceso/evento combinado con un agente/fuerza potencialmente destructivo, del natural, modificado o construido ambiente y una población en económicas y sociales condiciones producidas de vulnerabilidad, resultando en una perturbación de las consuetudinarias satisfacciones relacionadas con las necesidades individuales o colectivas para la sobrevivencia física, el orden social y la significación.

Con estas definiciones como elementos integrales de las categorías predispuestas, se procedió a realizar la codificación del corpus.

Codificación

A las noticias recolectadas se les aplicó una codificación enfocada, tarea que consistió en leer todo el corpus, buscar temas básicos y de interés particular, seleccionar fragmentos relevantes por asociación directa con las categorías analíticas, plasmar notas inductivamente en un archivo de texto, redactar ideas conectadas y correlacionar repeticiones y coincidencias en la lógica que propusieron Carl Auerbach y Louise Silverstein (2003).

Hallazgos

El diario electrónico Animal Político ha cobrado gran atención de los lectores por la calidad metodológica de sus investigaciones y por poner en la agenda setting temas de gran repercusión nacional, como la denominada estafa maestra (publicada el 7 de septiembre de 2017). Es un diario con ocho años de experiencia; privilegia el denominado periodismo de datos e investigación y divulga sus producciones por las plataformas de Facebook, Twitter y correo electrónico. En los envíos que realiza por correo electrónico a quienes cuentan con suscripción, todos los días se enumeran cinco noticias como principales. Los títulos son redactados con sumo cuidado y se utilizan palabras potentes que atraen al lector. Los titulares y los sumarios carecen de imágenes de apoyo, por lo cual se procura que sean atractivos. Por el contrario, otras publicaciones buscan atraer con alguna imagen muy representativa del tema. En Animal Político la imagen ilustra la nota cuando el lector hace clic en el titular y un enlace virtual lo conduce al texto ampliado.

Las noticias publicadas por Animal Político el día 19 de septiembre tuvieron titulares relativos a cuatro temas: 1) el desvío de recursos denominado estafa maestra, 2) huracanes en el Caribe, 3) la desaparición de dos mujeres y 4) la dificultad de atrapar una mosca (véase Imagen 1).

Fuente: Animal Político, edición del 29 de septiembre de 2017.

Imagen 1 Titulares de Animal Político 

Por medio del análisis de contenido se hizo notable la frecuencia de noticias hacia tres puntos focales muy particulares en relación con el evento telúrico: 1) la corrupción, 2) el sismo como amenaza y agente destructor y 3) las respuestas organizadas y desorganizadas; entre ambas suman la mayor cantidad de noticias, como se aprecia en la Tabla 2.

Tabla 2 Frecuencia de temas en Animal Político 

Temas Frecuencia
Miscelánea 42
Corrupción 21
Sismo 14
Respuesta organizada 14
Respuesta desorganizada 13
Muertos 5
Colapso 4
Reconstrucción 1

Fuente: Elaboración propia.

La categoría Miscelánea contiene 42 noticias de temas muy diversos que no están relacionados con el sismo.

Además de las noticias elaboradas por periodistas y colaboradores, Animal Político reprodujo informaciones extraídas de agencias internacionales como AF y BBC Mundo, pero representan una porción muy poco significativa del total de notas relacionadas con el evento sísmico.

Las categorías principales han sido organizadas para facilitar su integración e interpretación en los siguientes puntos focales: amenaza, respuesta y responsabilidad.

Punto focal en la amenaza

El día 20 de septiembre, las cinco noticias divulgadas por Animal Político se ocuparon del evento telúrico. En esta edición es notable que se refiere al sismo como “la amenaza”. En tres de las cinco noticias el sujeto activo es el “sismo” y se le adjudican acciones como “golpe del sismo”, “sismo devastó el centro del país” y “Sismo… deja… muertos”. La otra noticia se refiere a la ayuda vecinal para labores de rescate. La quinta nota es alusiva al colapso del colegio Enrique Rébsamen. Al respecto, cabe señalar que las acciones son imprecisas: la primera porque el sismo no golpeó; las siguientes también porque el sismo no devastó ni dejó muertos. En ambos casos, las viviendas colapsaron por ser inadecuadas para resistir el sismo, es decir, los muros y techos fueron el material que colapsó sobre los humanos. Los sismos no matan, las viviendas sí. Es oportuno destacar que la Ciudad de México no es geográficamente el centro del país y que tampoco hubo una devastación de todo el centro del país, sino solamente severos daños en zonas muy específicas de la metrópoli.

En los titulares de los días 20 y 21, las noticias se refieren al sismo como una amenaza; en segundo orden de importancia, a la respuesta organizada y desorganizada. El fenómeno sísmico fue caracterizado como amenazante por los movimientos potentes que produjo, es decir, por las fuerzas que acarrearon un daño, tal como definen la amenaza Hoffman y Oliver-Smith (2002), por los impactos asociados a pérdidas humanas, heridos y damnificados, por los daños en construcciones públicas y privadas, así como por las afectaciones a los servicios públicos y la consecuente escasez de recursos, ya de por sí limitados, de agua y alimentos.

Punto focal en la respuesta (desorganizada y organizada)

El encuadre de respuesta es más complejo por la diversidad de actividades socialmente realizadas. Aun así, en su mayoría los titulares de Animal Político se enfocan en: 1) la comunicación oral y no verbal, como el levantamiento del puño, y en la búsqueda de personas a través de medios virtuales; 2) en el activismo masivo para remover escombros y salvar atrapados; 3) en la distribución de alimentos y medicamentos, 4) en la ausencia de autoridades en algunas localidades, y sobre todo, en las historias sentimentalmente conmovedoras, por ejemplo: “Cuando se alza el puño, todos callan”, “Un mensaje de WhatsApp salvó la vida de Diana”, “¿Cuándo volveremos a casa?”, “La muerte de una bebé y su madre por el sismo, la razón del llanto de un militar en Jojutla”, “Perder el patrimonio de toda la vida en segundos”, “No se rompió la escuela, se me rompió el corazón”, “Nadie nos dice nada, es desesperante”, “Buscar vida en la oscuridad”, “¿Dónde voy a vivir?”, “Atrapada bajo los escombros sin poder gritar”, “Sin apoyo federal y sólo con promesas de la CDMX”.

Los efectos de la información que transitó por medios periodísticos y sociales se hicieron muy evidentes en la participación activa de la sociedad civil. Las respuestas durante las etapas de emergencia y rehabilitación fueron coordinadas en gran medida por el uso de las tecnologías de información y sistemas como Google y aplicaciones como Facebook, WhatsApp, Twitter e Instagram, que comprobaron ser el nuevo gran aliado de los servicios de atención de emergencias en desastres. La respuesta desorganizada socialmente fue la más referida en los titulares y sumarios, donde se destaca la labor realizada por miles de voluntarios que invadieron las calles, principalmente jóvenes. Mientras llegaban las unidades institucionales militarizadas y de Protección Civil, la población de voluntarios realizó durante horas el rescate de atrapados entre los restos de concreto y otros materiales. Al avanzar los días, trabajaron en conjunto los civiles y los más especializados rescatistas, y lograron tal coordinación que fue posible controlar el ruido con la señal del puño arriba para escuchar el sonido de sobrevivientes. La coordinación gradual permitió que la respuesta transitara de la desorganización improvisada a la organización institucionalizada y protocolizada.

Punto focal en la responsabilidad

Distintos estudios han demostrado que los medios informativos valoran la magnitud de los desastres por el número de muertos y lesionados, por la amplitud de los daños y su alcance geográfico (Sood, Stockdale y Rogers, 1987: 36-37). Pero la valoración de los desastres con estas variables produce juicios parciales y limitados, porque es incompleto el marco que explica las causas de base o la vulnerabilidad. En Animal Político los titulares de los días 20 y 21 muestran con precisión que la destrucción en la Ciudad de México la causó el sismo, como fenómeno natural, lo cual es impreciso e incompleto para explicar todo lo ocurrido. En las ediciones posteriores es notable un cambio de enfoque, porque la corrupción aparece como problema de base, que es una de muchas manifestaciones de la vulnerabilidad. Entonces, el diario dedica 21 titulares al tema de la corrupción en sus diferentes manifestaciones, lo cual explica los colapsos de viviendas y edificios inadecuados para una zona sísmica de riesgo severo. Por ejemplo: “Un edificio nuevo que colapsó en el sismo: expertos dicen que había fallas en la estructura”, “Fallas en edificio Rébsamen 241 fueron denunciadas desde hace 3 años; delegación las minimizó”, “Helipuerto ilegal deja a familias de 2 edificios sin hogar; los desalojan por riesgo de colapso”, “Autoridades los ignoraron por 32 años; ahora deberán desalojar sus hogares por riesgo de colapso”, “Edificio nuevo que colapsó en Portales fue aprobado por dro sin licencia; le faltaban castillos”.

Los titulares y los sumarios de Animal Político muestran la corrupción que subyace en las constructoras inmobiliarias y en la aplicación de la normatividad legal administrada por la burocracia capitalina. Una de las manifestaciones más sistémicas de la vulnerabilidad ante sismos se encuentra en la falta de personal capacitado para vigilar y evaluar adecuadamente toda obra que se edifique en la Ciudad de México. Esa vulnerabilidad está vinculada, como lo muestran los titulares, con la autorización de viviendas y edificios, aunque carezcan de materiales adecuados y de la ingeniería adecuada para las aceleraciones del subsuelo en esa zona sísmica. Los sumarios amplían los aspectos más relevantes de los titulares y hacen notar que los tres niveles de gobierno son permeables ante la corrupción que vulnera las viviendas y los edificios ante ciertos sismos.

Reflexiones finales

Es notable que Animal Político realizó la construcción periodística del sismo, no del desastre. En los titulares y en los sumarios omitió deliberadamente utilizar la palabra “desastre”; se infiere que fue por confusión y uso de sismo como sinónimo de desastre. Sin embargo, el fenómeno natural no es sinónimo de desastre, ni viceversa. Animal Político y otros medios periodísticos han enfocado los desastres hacia la amenaza, omitiendo exponer las causas sociales que los producen.4 Esto no es nuevo. Penelope Ploughman (1995, 1997), al estudiar cinco desastres en Estados Unidos, identificó con análisis de contenido el tratamiento dramático, la descripción, el realce de las cualidades climatológicas y geológicas de los eventos, más que las explicaciones causales y el rol de los actos humanos u omisiones en la génesis de esos desastres. Así, los medios impresos “construyen” estos acontecimientos como “desastres naturales”, a pesar de la clara evidencia de que son híbridos sus orígenes: tanto humanos como naturales.

Las notas de Animal Político tampoco caracterizan al sismo como una amenaza, a pesar de los evidentes impactos que produce y que causan miedo en la sociedad mexicana, consciente de las pérdidas humanas y materiales que pueden ocurrir.

El concepto vulnerabilidad no fue utilizado en los titulares y sumarios de Animal Político, a pesar de que las noticias expusieron la corrupción, la falta de aplicación de normativas preventivas y las irregularidades asociadas a la construcción de obras públicas y privadas. También se denunciaron las políticas públicas inadecuadas que limaron las capacidades sociales constructivas de viviendas adecuadas ante los sismos de gran magnitud; sin embargo, los amplios marcos que complementan la vulnerabilidad fueron omitidos.

En Animal Político el encuadre principal es el sismo que causó daños que evidenciaron la corrupción y las limitadas capacidades preventivas, frente a las cuales respondió la sociedad civil desorganizada antes que las instituciones organizadas y protocolizadas. No obstante, ese encuadre en el fenómeno natural como causa del desastre es obsoleto en la literatura de la GIRD y produce un falso imaginario social al desviar la atención, en lugar de enfocarse en las condiciones vulnerables. Se ha demostrado que es viable reducir los índices de mortalidad y los daños económicos asociados a la actividad sísmica mejorando las estrategias preventivas. Japón y, en especial, Chile, son representativos de los innovadores programas de investigación, alertamiento, reforzamiento de viviendas, tecnificación en construcción de edificios, y aseguramiento de bienes públicos y privados. Y es notable que lo más importante para mejorar es la voluntad política y social, que fortalece una buena prevención. Por tanto, es necesario que los medios informativos eviten acusar a la naturaleza como causa de los desastres y enfoquen su información en las condiciones riesgosas socialmente construidas, que mal manejadas se convierten en desastres.

A 32 años de ocurrido el sismo del 19 de septiembre de 1985, el periodismo debe mejorar sus encuadres y la redacción de las noticias de desastres para explicarlos con enfoque en las condiciones vulneradas que explican la magnitud de la destrucción y las pérdidas humanas, más que la propia amenaza natural.

Es importante que en el periodismo se comprenda el aporte de la perspectiva constructivista del riesgo y los desastres para que cambie la construcción mediática del “sismo” hacia una construcción mediática del “desastre” entendido como resultado indeseable de un proceso dinámico entre la sociedad y la naturaleza. El periodismo debe aportar al lector una perspectiva instructiva para identificar todo lo que se hizo mal y que permitió que una manifestación natural se volviera una amenaza. Desde el periodismo se pueden hacer evidentes los riesgos y las vulnerabilidades que, mal manejados, se convierten en desastres. El periodista necesita comprender que su labor informativa va más allá de reportar la tragedia y que debe sumarse al esfuerzo por prevenir que ocurran los desastres, en lugar de solamente documentarlos e influir en el imaginario social.

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1Véase Atlas de Riesgos de la Ciudad de México: <http://www.atlas.cdmx.gob.mx/zonificacion_sismica.html>.

2Estas razones fueron expuestas por los reporteros de 12 medios informativos, quienes acudieron al único curso-taller realizado en el Centro Nacional de Prevención de Desastres (Cenapred), llamado El Periodismo en la Gestión de Riesgos de Desastre. Fortaleciendo las Capacidades Preventivas, realizado el 20 de noviembre de 2017 en coordinación con Redesclim, <http://www.redesclim.org.mx/>, la Red Sociedad, Vulnerabilidad y Riesgo, <http://sociedadyriesgo.redtematica.mx/>, y la Universidad de Colima <https://www.ucol.mx/>.

3Las donaciones del mes de marzo fueron por 35 757.40 pesos y en abril por 38 990 pesos. Fuente: <https://donadora.mx/plans/animalpolitico>.

4Este enfoque en la amenaza natural también es evidente en la bibliografía periodística relacionada con el desastre de 1985 en la Ciudad de México, que tiene títulos como: Terremoto en México, El terremoto de 1985, Aún tiembla, Memoria periodística del terremoto, Nada, nadie. Las voces del temblor, Testimonios del terremoto en México, Los días del terremoto, Terremoto, 20 años después, Arte y olvido del terremoto, El terremoto de 1985, 25 años en nuestra memoria, entre otros.

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