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Revista mexicana de sociología

versión On-line ISSN 2594-0651versión impresa ISSN 0188-2503

Rev. Mex. Sociol vol.80 no.4 Ciudad de México oct./dic. 2018

 

Reseñas

Darío Salinas Figueredo (compilador). América Latina: nuevas relaciones hemisféricas e integración (México: Universidad Nacional Autónoma de México/Universidad Iberoamericana, 2016), 467 pp.

Marcos Antonio da Silva* 

* Universidade Federal da Grande Dourados-Brasil.

Salinas Figueredo, Darío. América Latina: nuevas relaciones hemisféricas e integración. México: Universidad Nacional Autónoma de México, Universidad Iberoamericana, 2016. 467p.


Estas dos primeras décadas del siglo XXI han estado marcadas por algunas novedades y cambios regionales, así como por el mantenimiento, a pesar de los avances, de viejos desafíos (desarrollo y justicia social), y la aparición de nuevos retos políticos y económicos para América Latina, en su alcance nacional e internacional. Internamente, la región fue testigo de una retirada de su importancia relativa en relación con Estados Unidos después del fracaso del Área de Libre Comercio de las Américas (ALCA) y sus nuevos intereses estratégicos, y el ascenso de gobiernos progresistas que, de diversas maneras, trataron de rescatar la capacidad del Estado para actuar (después de la desastrosa década neoliberal de los años noventa) y desarrollar políticas sociales para hacer frente a la pobreza y la desigualdad, así como rescatar e impulsar proyectos de integración regional con la creación de varios foros regionales de diferente naturaleza y modalidades (Alba, Unasur, CELAC, etcétera). Sin embargo, la deuda social, económica y ambiental sigue siendo un reto a la capacidad de estos Estados para responder, de manera continua y consistente, a los deseos de la mayoría de los ciudadanos de América Latina.

Además, en el ámbito internacional, los efectos de la globalización, las crisis humanitarias, el surgimiento de un sistema internacional de polaridad indefinida o extremadamente frágil, las nocivas políticas antiterroristas, la crisis mundial que ha afectado, desde 2008, tanto a los países centrales como a los periféricos (a éstos, más intensamente) y la ascensión de China, entre otros factores, han contribuido a la aparición de nuevos retos y al aumento de la necesidad de comprensión y de inserción integrada de los países de la región en este escenario internacional nuevo, inestable y complejo.

En este sentido, el trabajo organizado por Darío Salinas Figueredo, con la colaboración de numerosos académicos latinoamericanos de diversas instituciones regionales, demuestra ser importante y fundamental para la comprensión de este nuevo momento de (y en) las relaciones regionales, especialmente por el desarrollo de esa tarea desde una perspectiva crítica. Por lo tanto, como se destaca en el prólogo de Luis Maira Aguirre, este tipo de trabajo es fundamental pues: “Se podría decir que América Latina vive, a partir del actual contexto económico y de la aparición simultánea de factores de preocupante debilitamiento político, en un cuadro de incertidumbre con respecto a la orientación y desenlace de esta tercera década de la Posguerra Fría. Esto hace más indispensable que nunca una reflexión amplia y creativa de cara a la complicada situación a la que nos enfrentamos. [...] De aquí en adelante no nos va a servir la idea de integración como sueño utópico global, pero vamos a necesitar -si queremos seguir progresando- un diseño de avance para América Latina que nos permita tener voz y un proyecto definido y claro en la reorganización del Sistema Internacional, que continúa pendiente desde el final de la Guerra Fría” (14-15).

Por lo tanto, el trabajo busca comprender la dicotomía que ha marcado estas dos primeras décadas en la región y que se puede sintetizar, como señala la introducción, por la necesidad de comprender (y contribuir a) la dinámica entre el ciclo progresivo (con sus deseos y límites) y la restauración conservadora (y su modernidad del retraso), que interactúa a nivel regional y también de acuerdo con las tradiciones, proyectos políticos y fortalezas de cada país en particular.

Por lo tanto, el trabajo se estructura en tres ejes que buscan proporcionar un cuadro amplio, aunque incompleto, de los principales elementos y retos políticos que marcaron (marcan) a América Latina.

El primer eje, que consta de cinco capítulos, analiza la dinámica regional, los elementos geopolíticos del escenario posterior a la Guerra Fría y las reformulaciones políticas y de las acciones estadunidenses para la región, que involucran cuestiones que van desde la actualización de los valores y las instituciones políticas, pasando por su actuación sobre los recursos naturales y la lucha contra las drogas y, finalmente, las iniciativas bilaterales de fuerte impacto regional. En este sentido, destaca el capítulo de María José Rodríguez (“El miedo y la cultura de guerra: impactos de la norteamericanización de la seguridad en América Latina”), que analiza la construcción del miedo como un elemento fundamental de la política dominante; también, el trabajo de Luis Suárez Salazar (“La política hacia América Latina y el Caribe bajo la presidencia de Barack Obama”), que analiza en profundidad la administración de Obama y demuestra que esta política se basó en una reconceptualización de la noción de “gobierno permanente” y buscó, de diversas maneras, rescatar el sistema interamericano y sus instituciones, desde los intereses estadounidenses.

El segundo eje, que consta de tres capítulos, analiza las relaciones regionales en las relaciones entre México y América Central y actores “extra-regionales”, especialmente con Rusia y China, que han ido expandiendo su presencia, fuertemente en el caso del último, en la región. Este eje muestra la necesidad de un análisis más cuidadoso de la presencia china y sus efectos, tanto en términos de los impactos sobre la emergencia global china, como de los efectos de esa dinámica en la política regional y su reordenamiento. En este sentido, el capítulo de José Luis León Manríquez y Eduardo Tzili Apango (“Las relaciones entre China y América Latina y su importancia regional”) demuestra que esta relación implica múltiples dimensiones (económicas, políticas y multilaterales), no es una relación simétrica, en la medida que se desarrolla de forma más intensa con ciertos países elegidos en función del interés de los chinos y toma un acercamiento a los foros regionales (Mercosur y la CELAC) que, sin embargo, aún no han sido consustanciado en políticas efectivas y permanentes.

Por último, el tercer eje, que se compone de cuatro capítulos, está dedicado a los temas de la integración, el desarrollo y la inserción internacional de las economías de América Latina. En este sentido, se discuten los efectos de la crisis global en la región, el proceso de reprimarización en marcha y las posibilidades (y limitaciones) para el desarrollo económico regional que pueden combinar el desarrollo y la justicia social. Destaca el artículo de Ninfa Fuentes Sosa (“La estructura de la integración comercial profunda en América Latina”) que, al realizar un balance a partir del concepto “integración comercial profunda” de los acuerdos comerciales regionales, demuestra que estos acuerdos se mostraron limitados o no se han aplicado y, sobre todo, no han impactado positivamente las perspectivas de desarrollo regional. A su vez, el trabajo de Gladys Lechini (“Cooperación Sur-Sur desde una perspectiva latinoamericana: problemas, perspectivas e impactos”) indica que, a pesar de la fragilidad y la complejidad de la relación, los vínculos pueden contribuir a nuevas formas de inserción internacional de América Latina, además de que permiten obtener beneficios económicos, aunque de forma limitada.

Este trabajo tiene, además de los aspectos ya mencionados, otros méritos. En primer lugar, los análisis son marcados por la actualidad y la profundidad de la reflexión sobre los procesos que están teniendo lugar en la región y que se centran tanto en la política regional como en los reflejos globales. Además, el libro combina, apropiadamente, la interacción de temas y análisis estructurales como el desarrollo, la integración y la inserción internacional, entre otros, con visiones y perspectivas coyunturales que proporcionan una imagen dinámica del contexto regional actual. La obra tiene una variedad razonable de temas y, lo que es muy importante, éstos se basan en el pensamiento crítico para la comprensión de la situación regional en este siglo.

A pesar de esto, y dada la amplia gama de posibilidades, se pueden observar algunos límites. En primer lugar, la selección de temática muestra algunas ausencias importantes, relacionadas con los procesos y desafíos andinos y la dinámica contemporánea del Mercosur y la CELAC, entre otros, que podrían proporcionar una visión más amplia, aunque no completa, de la realidad regional. También hay que mencionar la falta de análisis que incluyan países y procesos clave para la región como Argentina y Brasil, debido a su peso demográfico, político y económico o porque constituyen, hasta el momento, el epicentro de la “restauración conservadora”. Por último, sería interesante una evaluación completa del ciclo progresista, para discutir los avances y las limitaciones de este tipo de políticas, sus impactos y la configuración regional, teniendo en cuenta los aspectos relacionados con los procesos más radicalizados y polarizados, como Venezuela y Bolivia.

De todos modos, ésta es una obra fundamental para comprender el escenario regional contemporáneo, el potencial y los límites de esta dinámica política, por la cual, de hecho, América Latina puede surgir como un actor importante en el ámbito internacional, como apunta el organizador: “En la medida en que estas formulaciones sean pausibles para detectar procesos, parece que va quedando relativamente clara la sugerencia de que el nuevo orden emergente no descansará de modo exclusivo en los soportes del unipolarismo bajo el liderazgo estadounidense. El conocimiento de estas tendencias, y sus contratendencias, puede ser crucial para el presente y el futuro político de los procesos latinoamericanos” (22).

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