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Revista mexicana de sociología

versión On-line ISSN 2594-0651versión impresa ISSN 0188-2503

Rev. Mex. Sociol vol.80 no.1 Ciudad de México ene./mar. 2018

 

Entrevista

¿Cree usted aún… o ya lo sabe? Entrevista con Georg W. Oesterdiekhoff y Hermann Strasser1


La religión tuvo en las sociedades premodernas una sustancial fijación y un significado mucho más relevante que en las sociedades modernas. Como consecuencia de las influencias de la cultura y la educación, los seres humanos cambiaron, desarrollándose en sociedades industriales y reemplazando la comprensión religiosa de la realidad por una más de tipo lógico-racional y empírico-causal. Sin embargo, el ser humano moderno se plantea en el fondo la pregunta por el sentido. ¿Cómo creamos sentido, si no apelando a la vocación por las tradiciones? ¿Desempeña la religión aún hoy en día un rol digno de mención en la experiencia humana? ¿Tiene futuro la creencia religiosa? Son estas las cuestiones que abordan los sociólogos Georg W. Oesterdiekhoff y Hermann Strasser en entrevista con soziologie heute [sociología hoy]:

soziologie heute: Señor Strasser, hace dos años publicó para la editorial de Essen, Klartext, una antología con el título Woran glauben? [¿En qué creer?]. Este texto trae consigo interesantes aportes para los prominentes estudiosos de la religión. ¿Cómo llegó usted a ese desafiante e incierto título? En otras palabras, ¿qué aproximación tiene usted a la religión?

Strasser: Esa antología versa, antes que nada, sobre la localización de la búsqueda de sentido a comienzos del siglo XXI, y con ello, sobre la cuestión de cómo luce hoy la competencia entre las religiones y de cómo se puede estimar el futuro de la religión. La aproximación a la religión tiene que ver sobre todo con lo que hay -entre el amor a Dios y a las leyes de la Naturaleza, entre la unidad y la heterogeneidad de religiones-, una abundancia de formas de vida y maneras de imaginar el sentido. Al ser humano moderno, al Yo individualizado, puede que mucho le esté permitido, que todo le parezca posible y, sin embargo, parece estar atado a la finitud de su hacer terrenal y parece anhelar la liberación ulterior y la salvación. Por ello, la respuesta a la pregunta ¿En qué creer? es válida, a pesar del tiempo, incluso teniendo en cuenta que muchos han perdido el horizonte ante las variadas propuestas de creencias.

soziologie heute: Según su opinión, ¿qué es en realidad la religión?

Strasser: La religión tiene que ver con la unión, con religio (ligadura hacia el pasado o relación con el absoluto, en latín), con la creencia en otro mundo, animado por dioses o espíritus, y que debe ser impregnado por la acción humana, por su pensamiento y emociones. Este horizonte de comprensión tematiza la relación entre la cultura dominante y la multiculturalidad, así como se pregunta por las dosis de religión que necesita o soporta una sociedad. Dicho brevemente, por religión entiendo un horizonte de sentido, unido a una menor o mayor confesión religiosa y que, de ese modo, se vuelve normativa.

soziologie heute: ¿Cómo evalúa usted la envergadura y la intensidad de la experiencia religiosa en las sociedades industriales?

Strasser: A pesar de la tendencia regresiva de pertenecer a la iglesia, la frecuencia de la asistencia a ésta y la religiosidad, la religión continúa determinando la acción cotidiana de muchos seres humanos, si pensamos únicamente en los 10 mandamientos. Los valores en los que se basan estas normas de conducta están concertados en las constituciones de las sociedades modernas, así como en sus leyes, usos y costumbres, respecto a los días laborales y feriados, la Pascua, la Navidad, el bautismo, el matrimonio y la muerte, sólo por mencionar algunos ejemplos. Estas orientaciones y el horizonte normativo ligado con ellas pueden extenderse desde la acción individual hasta las estructuras políticas de poder. En este aspecto, debemos diferenciar la función social de la religión de su importancia para el individuo. Una religión -piense usted solamente en el cristianismo o en el Islam- podría ser importante para la cohesión de una sociedad. La religión no se presenta para nada como la cultura dominante y no necesariamente como un credo -así como lo muestra la discusión en Europa sobre la cruz y el turbante-; por lo tanto, no todos tienen que creer en Dios ni ser parte de una comunidad religiosa.

soziologie heute: Señor Oesterdiekhoff, usted está trabajando en una obra de 750 páginas sobre el tema de la religión, titulada Traumzeit der Menschheit. Wesen und Natur der Religion [El soñar de la humanidad. Ser y naturaleza de la religión]. ¿Qué importancia tuvo, entonces, la religión anteriormente en las sociedades premodernas?

Oesterdiekhoff: En las sociedades premodernas, la religión tuvo una fijación y relevancia mucho más fuerte que en las sociedades modernas. Los seres humanos se dedicaban a diario a pensamientos y prácticas religiosos. Invertían una gran parte de sus esfuerzos económicos en proyectos y ritos religiosos, tanto en lo que se refiere a su tiempo de trabajo como a sus bienes materiales. La religión es omnipresente en la psique y en la vida cotidiana de un ser humano premoderno. Uno puede hacerse una idea de ello si compara la praxis religiosa de un balinés contemporánea, de un hindú campesino, de un peruano o de un africano con la de un cristiano devoto o un musulmán de Alemania o Francia. La religiosidad de los primeros es mucho más marcada, incluso es más fuerte que en los terroristas islámicos. Entonces, el hombre de una cultura premoderna ve en las divinidades y en el fortalecimiento de la relación con ellas, la base que posibilita la existencia del mundo y de su propia vida. Ve en la diaria presencia del sol y las estrellas, el cambio cotidiano del clima a través de las décadas, las sequías, las tormentas y las guerras, la enfermedad, el nacimiento, la muerte, y todo el resto de los hechos de la vida diaria, como fenómenos directamente elaborados y causados por los dioses. Para él, éstos deciden directamente sobre los hechos de la vida y el desarrollo del mundo. Este último no es nada distinto a lo que los dioses son, quieren o hacen. Por ello, los seres humados de las culturas premodernas ven los acontecimientos positivos como bendiciones de las divinidades y los negativos como castigos de los dioses o como ataques de espíritus malignos, permitidos estos últimos -en su mayoría- por los dioses. Por esto, el hombre premoderno da alimentos y libaciones a los dioses, para asegurar que ellos obren en bienestar de los seres humanos, dándoles este abastecimiento material. Ni siquiera el más devoto cristiano o musulmán de la Europa actual se aproxima a una comprensión tan arcaica y elemental de la relación entre Dios, el ser humano y el mundo. Ni siquiera el más fervoroso creyente en Europa llegaría a pensar que los seres humanos tienen que darles de beber y de comer a los dioses para seguir viviendo. Los seres arcaicos creían esto literalmente. Ya con este trasfondo, es evidente que las formas de religión practicadas en las sociedades modernas, incluso de tipo fundamentalista, tan sólo reflejan un débil reflejo de la “religión arcaica entera” [archaische Vollreligion], como la llamaría Mircea Eliade.

soziologie heute: ¿Cómo pudieron creer los seres humanos que las divinidades, que son seres espirituales, necesitaban recibir comida y bebida de los humanos?

Oesterdiekhoff: El hombre arcaico tiene una comprensión completamente diferente de la realidad y la naturaleza, de la que tiene el hombre moderno. Para aquél, todo lo espiritual tiene siempre una dimensión material, y ante sus ojos, todo lo material tiene una dimensión espiritual. Para él, el mundo, la naturaleza y el ser humano, son espirituales, místicos y divinos, mientras que los dioses, las personas y los fenómenos naturales son palpables, eficaces, y están presentes. Dios y el ser humano no estarían separados radicalmente uno del otro, sino que vivirían en una esfera conjunta de lo real. El culto a los muertos y a los antepasados ha unificado asimismo gran parte de la praxis religiosa de Australia, América, África, India, Japón y China. Este culto también desempeñó un rol significativo en Europa, bien entrado el siglo XVIII. Es bien sabido que todas las culturas mencionadas referenciaron a un Dios supremo celestial, al Padre y al Creador; sin embargo, las divinidades y los espíritus ancestrales eran los más importantes en la práctica cultural. Los seres humanos confiaban tanto a su ascendencia fallecida (padres, abuelos y bisabuelos) como al Dios celestial las mismas capacidades, de manera que se puede entender el Dios celestial como una generalización de los antecesores ya fallecidos. Los seres humanos creían concretamente que los ancestros, de una manera directa, creaban, dirigían, comandaban y controlaban todo el cosmos desde el cielo. Creían asimismo que el Clan del Señor del Mundo era la propia familia. Equiparaban todo el mundo con el hogar de los padres.

soziologie heute: Entonces, queda el interrogante: ¿cómo es posible que los seres humanos de culturas premodernas fuesen tan tercos para creer eso? ¿Cómo es posible que las capacidades de los seres humanos fuesen -de esa manera- tan sobrevaloradas?

Oesterdiekhoff: Los niños hasta aproximadamente los seis años de edad tienen aún en nuestra cultura una reflexividad tan débil, que ven a sus padres como dioses, que dominan no sólo el hogar, sino además todo el mundo. Los niños pequeños confieren en un principio a sus padres omnisapiencia y omnipotencia; por lo tanto, tienen el mundo bajo su control. Después de la escéptica crisis de los seis años, los niños les adjudican más y más funciones espirituales de los dioses a sus padres. Ya luego de la segunda crisis de la adolescencia, los jóvenes de las culturas industriales dudan de la estructura antropomorfa de Dios y de las conexiones reales con él, y se convierten con frecuencia en agnósticos o ateos.

***

Según Oesterdiekhoff, la aproximación de la psicología del desarrollo sobre la comprensión de la religión es especialmente importante, e incluso todavía más: es la mejor forma de tener una fundamentación científica sobre el tema.

Se puede estimar aproximadamente que el culto a los muertos y a los ancestros estaba presente un 100% en la psique de los seres humanos de sociedades primitivas y 90% en las personas de sociedades premodernas. En la Europa actual y en Norteamérica, este porcentaje ha disminuido casi completamente y se encuentra en retirada en aquellas sociedades que se han modernizado e industrializado. A la inversa que en sociedades premodernas, en las modernas se están expandiendo cada vez más el agnosticismo y el ateísmo. Una religión que sólo se basa en una creencia teísta, sin alguna relación con el culto a muertos y antepasados, apenas si ha existido históricamente. En esencia, se trata de un fenómeno circunscrito a la cultura europea de los últimos dos siglos. Ya con este panorama, puede plantearse la conclusión de que no sólo el culto a los ancestros, sino la religión en general, resulta de un estado infantil del desarrollo de la psique.

En las sociedades industriales de hoy, las personas religiosas que practican una fe teísta, sin tener culto a los muertos, se encuentran en un estado de desarrollo intelectual por encima de la etapa infantil de desarrollo de los adultos arcaicos, pero por debajo del nivel de las personas que han alcanzado un nivel de reflexión científico y lógico-racional. Por consiguiente, los seres humanos religiosos de las sociedades industriales se encuentran entre la primera y la segunda crisis escéptica, que describe la psicología del desarrollo.

Pero no sólo el análisis de las divinidades tiene que realizarse basándose en la psicología del desarrollo, sino que todos los aspectos de la religión se hacen más entendibles bajo esta perspectiva. Si los seres humanos de las culturas antiguas entendían la realidad dirigida por las divinidades, entonces se trata de una comprensión de la realidad que los psicólogos del desarrollo pueden identificar en todos los niños de nuestra cultura. Los niños de todas las culturas entienden la naturaleza y la realidad de manera animista y mágica, así como la comprensión religiosa de las antiguas culturas se basaba en la magia y el animismo. Si los seres humanos de las culturas antiguas se sentían controlados, recompensados y castigados por los dioses, hacían penitencia, se arrepentían de sus pecados o pensaban estar bendecidos por ellos, ésta es la actitud de un niño pequeño ante sus padres. Cuando los adultos tienen tal actitud hacia Dios, entonces ello muestra que Dios representa una extensión de la presencia paterna. Tales personas continúan siendo niños, ya que dependen de una dirección paternal de sus vidas.

Los temas religiosos implican siempre una psique infantil. Quien cree que al tener una vida honesta se irá al cielo, o que, por el contrario, siendo vil se llega al infierno, tiene la psique y el intelecto de un niño. Los seres humanos de las culturas antiguas eran inocentes y se imaginaban estos lugares como sitios completamente reales y posibles. La creencia en el más allá y en la inmortalidad refleja indudablemente la perspectiva de una psique infantil. Los sueños y las historias fantásticas, la credibilidad y la presunción de milagros -la base de cualquier religión- tiene sus raíces en la psique de los seres humanos que no han superado el estado de desarrollo de un niño.

***

Las personas de sociedades primitivas creían sin embargo que sus padres, estuviesen vivos o muertos, poseían capacidades místicas y mágicas. Llevaban a sus padres, ancianos o muertos, comida y bebida, para recibir, a cambio de ello, suerte y éxito en la vida. El culto a dioses y ancestros, así como la ofrenda religiosa, resultan entonces de una psique que nunca trascendió el nivel de desarrollo de un niño. Incluso, los hombres adultos siguen manteniendo frente a sus padres y antepasados las actitudes y emociones pueriles que en nuestra cultura sólo tienen los niños. El culto a los ancestros, la base de la religión antigua, está completamente anclado a un sistema psico-neurológico que no sobrepasa el estado de desarrollo de un niño. Por consiguiente, la psique infantil es el lugar de origen y fuente de la religión.

soziologie heute: Entonces, ¿se puede entender y explicar científicamente la religión basándose únicamente en la psicología del desarrollo?

Oesterdiekhoff: La descripción que la psicología del desarrollo hace de la psique infantil muestra que niños de todas las culturas comparten los mismos rasgos que constituyen la psique de los adultos de culturas premodernas, por un lado, y sus religiones, por el otro. La religión es entonces la manifestación directa del estado de desarrollo antropológico de los seres humanos de sociedades premodernas y, por consiguiente, expresión lógica de su psique, de su personalidad, de su intelecto y de su estado emocional. Ellos no pueden ser nada más que personas religiosas. Y por este motivo son, sin excepción, religiosos. De ahí que encontremos estos rasgos básicos de la religiosidad arcaica en todas las culturas pre-modernas.

El enfoque comparativo de las culturas de la psicología del desarrollo ha señalado que, como consecuencia de la cultura y la educación, los humanos de sociedades industriales se desarrollan y reemplazan la comprensión religiosa de la realidad por una lógico-racional y empírico-causal. Por ello, trascienden la creencia en dioses y espíritus, en magia y en sacrificios, en la existencia del cielo y el infierno, así como las leyendas de los dioses.

La psicología del desarrollo explica entonces tanto la omnipresencia de la religión en las culturas antiguas como su paulatina desaparición en las culturas modernas. En mi opinión, el estudio científico de la religión sólo es posible desde la psicología del desarrollo. Ludwig Feuerbach fue efectivamente el primero que abordó esta perspectiva. Mi trabajo -mencionado anteriormente- es el primer proyecto que pone en práctica este enfoque, con referencia a todos los aspectos y dimensiones de la religión.

soziologie heute: Señor Strasser, aun cuando la búsqueda de sentido y orientación a comienzos del siglo XXI parece no ser fácil, se presenta sin embargo la pregunta de si hoy la sociedad finalmente se ha secularizado, o si experimenta un espectacular resurgimiento religioso.

Strasser: La pregunta está más que justificada, pues incluso en la actual sociedad del conocimiento se escucha una y otra vez la pregunta, que a veces degenera en demanda: ¿en qué se debe creer, sobre todo cuando se ha perdido la orientación? En todo caso, la pregunta encaja en este mundo individualizado, porque las formas y los estilos de vida son definidos en gran parte por el individuo. Esto no significa otra cosa que las acciones del ser humano y sus consecuencias ya no se atribuyen a Dios, a la Naturaleza o a otros poderes como el Estado o el Espíritu del Mundo, sino al individuo mismo. Hoy en día son pocos los fenómenos que aparecen como vicisitudes ineludibles del destino, tal vez a excepción de la enfermedad incurable o la muerte. A ello viene que en la sociedad globalizada debamos adecuarnos frecuentemente a nuevas situaciones. Por un lado, parece no haber nada seguro en este tipo de sociedades, y por el otro, las ofertas de sentido que prometen personalidades, medios y otras culturas, están disponibles en abundancia.

Así, permanece la cuestión del sentido, que el hombre moderno no puede evitar; concretamente, la cuestión del origen y el propósito del Yo individual. En una sociedad secularizada, en la que la religión está separada de la política, la economía y el derecho, la pregunta ya no tiene la misma respuesta para todas las personas. No obstante, la búsqueda de sentido persiste, a pesar del debilitamiento de la fuerza rectora de las instituciones tradicionales como la familia, la iglesia, la escuela, el partido político o la clase social. Si, en cambio, la tradición ya no está disponible como fuente de orientación, entonces las normas sociales se pierden y la moral se vuelve un asunto privado. Cada vez más, las personas dejan de ir a la iglesia, casi nadie asiste a la misa y los monasterios e iglesias se venden y convierten en centros de eventos y spas. Cada vez menos personas se declaran a favor de las convicciones religiosas, y si lo hacen, no necesariamente son las más devotas.

soziologie heute: Pero entonces, ¿cómo satisface la necesidad de sentido el hombre moderno, si no puede remitirse a las tradiciones, si no es religioso o si no se adhiere a ninguna congregación religiosa?

Strasser: El ser humano debe confiar de manera creciente en su capacidad comunicativa. Hoy, más que antes, estamos comunicados para crear sentido, aunque con frecuencia se reemplaza el contenido por la comunicación. El concepto de comunicación, diversión y vivencia se ha mostrado no sólo teóricamente, sino también en la práctica; por ejemplo, con la Jornada Mundial de la Juventud celebrada en la ciudad de Colonia, cuyo lema era: “800 000 caminos a Dios”, como señaló el papa Benedicto XVI. No raras veces la búsqueda de sentido termina en el entorno de allegados y colegas del trabajo, en sectas, asociaciones, grupos de autoayuda y clubes, todas éstas, redes de corta duración y orientadas a la utilidad.

Por ello, la inevitable cuestión del sentido no se va a librar de la religión. La fe no se va a satisfacer únicamente en el mundo terrestre, en pequeños nichos. La iglesia va a administrarse inevitablemente por las condiciones modernas, aunque la fe orientada a la trascendencia no compagine con una organización sustentada en la inmanencia. La iglesia de alguna manera es una “misión imposible”. Ella debería decidirse sobre las doctrinas que se desintegran en diferentes decisiones, ya que tendría que encarnar lo divino y no lo humano, para poder convencer. Si, en cambio, la orientación pudiese venir solamente de los “orientados o los iluminados” [Orientierten], como el presidente federal de Alemania, Köhler, cuando dio la bienvenida al Papa con motivo de la Jornada Mundial de la Juventud en 2005 en la ciudad de Colonia, entonces esto nos hace preguntarnos quiénes son los orientados y con qué y cómo se orientan. ¿Qué orientaciones hay y qué aspecto tienen? Ésa es la cuestión.

soziologie heute: Ahora, ¿cómo ve usted el futuro de la religión?

Strasser: Veo su futuro en múltiples aspectos contradictorios, así como para mí fue la religión siempre contradictoria. Por un lado, una fuerza unificadora y por el otro, resultante de una comunidad deslumbrante y ciega, que no teme a la guerra. Incluso, el resultado empírico es contradictorio, como hemos visto, ya que, por un lado, las religiones parecen menguar, e incluso desaparecer, pero por el otro, facilitan esquemas interpretativos que pueden ayudar a las personas a superar las crisis.

Por un lado, la religión vuelve a salir con fuerza a la luz de la opinión pública cuando se construyen mezquitas, se asesina en nombre de Dios, o cuando el nuevo Papa declara que Dios es la “preeminencia del amor”, poco después de que el mundo presenciase la agonía de Juan Pablo II. Por otro lado, es improbable que se produzca un “regreso de las religiones”. Actualmente no estamos viendo una renovación de la religiosidad en la esfera privada e institucional, sino más bien una politización y teatralización de la religión en el espacio público. Al “Regreso de las religiones”, publicado por Martin Riesenbrodt, le irá igual que como le fue al “Fin de la ideología” proclamado por Daniel Bell hace décadas, y al “Fin de la historia”, de Francis Fukuyama, después de la caída del comunismo. Estas fórmulas despiertan discusiones, pero rara vez están sustentadas empíricamente, y sobre todo, fomentan la venta de libros reducidos a eslóganes.

soziologie heute: ¿Desempeña la religión aún hoy en día un papel importante en la experiencia humana?

Strasser: Aunque no haya un “regreso de las religiones” en cuanto al contenido, la religión y la fe no desaparecerán, en especial en cuanto al impacto que éstas generan. En este sentido, se puede estar de acuerdo con lo que dijo el papa Benedicto XVI, cuando afirmó que la creencia religiosa posibilita al hombre vivir su cotidianidad con mayor pasión y responsabilidad: la fe, la religión, serían entonces normativas, garantes de seguridad y de sentido, así como proveedoras de orientación. El ser humano sabe que el lenguaje lo capacita para pensar más allá del día a día, del presente, por fuera de los límites y, así, poder imaginar más allá de los estados ideales.

De esta manera, el ser humano trasciende las condiciones existentes, pero a la vez es consciente de ellas, pues cuanto más crea conocer, cree menos en el conocimiento. Y es que el aumento del conocimiento acorta nuestro presente, y cada vez menos podemos decir algo sobre el futuro. Esta situación constriñe incluso al ser humano a tener que creer, pues en ello se expresa un don típicamente humano. Es decir, en esperar o añorar un paraíso diseñado para sí. Así lo expresó el matemático y filósofo inglés Alfred North Whitehead, quien asoció la exactitud de la ciencia con un embuste, ya que ésta no puede describir la totalidad de la realidad, y tomó como su bandera la sentencia del apóstol San Mateo (Mateo 5:5) que dice: “Bienaventurados los mansos, porque ellos heredarán la tierra”. La fe se transforma así en promesa del bien, y -de nuevo- la Biblia puede convertirse en fuente de fe y fuerza.

La fe es capaz -incluso- de ayudar al agnóstico, como lo ha dicho el escritor holandés Cees Nooteboom en su novela Rituales, ya que todos los constructos humanos, inclusive los dogmas, sólo estarían ahí para cuidarnos a nosotros, los individuos, de la desesperación. O como lo diría Niklas Luhmann, nos ayudan, ante la falta de sentido de la existencia, a reducir la complejidad infinita del mundo a una dimensión humanamente manejable.

soziologie heute: Señor Oesterdiekhoff, según su opinión, ¿en realidad tiene futuro la creencia religiosa?

Oesterdiekhoff: Los estudios empíricos han demostrado que, por ejemplo, en Europa, Estados Unidos y Japón, durante todo el siglo XX hubo un correlativo decrecimiento de la importancia de la religión, si imaginamos únicamente los indicadores empíricos, desde la frecuencia de la asistencia a la iglesia hasta las cuestiones que conciernen a la fuerza de la fe. La fe de los musulmanes en Alemania ha disminuido de manera similar. Sólo 50% de los europeos dicen ser religiosos. Es obvio que la devoción de las personas de una cultura, en la cual 50% se declara ateo, se diferencia radicalmente de la fortaleza de la fe de las personas de las cuales 100% de ellas rinde tributo a dioses ancestrales. En comparación con lo anterior, los creyentes actuales tan sólo practican una religión débil o mutilada.

Sólo 3% de los miembros de la Royal Society of London, y el 7% de la American Academy of Sciences se autodenomina religioso. La formación y la inteligencia eliminarán a largo plazo la religiosidad. Bajo la condición de que la sociedad del futuro se desarrolle en las mismas vías de civilización científico-técnica, como lo ha venido haciendo en los últimos cien años, se puede pronosticar la extinción de la religión. Ya sea porque se ha extinguido en los corazones y mentes de 50% de los europeos, o sea porque 50% de los que aún son creyentes tan sólo practica una religión “atrofiada” [Schwundreligion], en relación con la religión arcaica que la humanidad practicaba tan apasionadamente.

Georg W. Oesterdiekhoff. Doctor en Filosofía. Dicta la cátedra de Sociología en la Universität Erlangen-Nürnberg. Enfoque investigativo-docente: teoría sociológica y cambio social. Autor e investigador relacionado con las publicaciones más relevantes a nivel mundial sobre la reconstrucción de la Historia Cultural de la Humanidad a partir del enfoque de la psicología del desarrollo. Publicaciones: 22 libros y 200 artículos.

Hermann Strasser. Doctor en Filosofía. Profesor universitario. De 1977 a 2007, dictó la cátedra de Sociología en la Universität Duisburg-Essen (es profesor emérito desde el 1 de marzo de 2007). Enfoque investigativo-docente: teoría sociológica, desigualdad social, cambio social (estructura de clase, desempleo, consumo de drogas, cultura, capital social). Director de numerosos proyectos de investigación; entre los más recientes: “Bürgerschaftliches Engagement und Altersdemenz”, “Kinderarmut-Kulturarbeit mit Kinder” (Ku-Ki) y “Medi. Peer-Mediation durch Peer Groups: Gewaltprävention beo ausländischen Jugendtlichen”. Propietario de V.E.R.B.A.L. y Ratingen (taller de escritura para biografías y discursos). Publicaciones: más de ٢٠٠ artículos en revistas especializadas alemanas y extranjeras. Autor y editor de 30 libros; los más recientes son: Modern Germany (2000), Globalisierungswelten (2003), Das individualisierte Ich in der moderner Gesselschaft (2004), Endstation Amerika? (2005), Woran glauben (2007), Das da draußen iste in Zoo, und wir sind die Dompteure: Polizisten im Konflikt mit ethnischen Minderheiten und sociale Randgruppen (2008); junto a Georg W. Oesterdiekhoff: Köpfe der Ruhr. 200 Jahre Industriegeschichte und Strukturwandel im Lichte von Biografien (2009). Articulista frecuente en prensa.

1Entrevista publicada en soziologie heute (diciembre de 2009). Traducción de Silvia E. Villalba Martínez y Hernán D. Valencia Ramírez. Los traductores no comparten necesariamente la opinión de los entrevistados. Traductores de la Red Distrital de Estudiantes de Historia, Colombia.

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