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Revista mexicana de sociología

versión On-line ISSN 2594-0651versión impresa ISSN 0188-2503

Rev. Mex. Sociol vol.71 spe Ciudad de México dic. 2009

 

Artículos

 

Las relaciones de utilidad en la investigación social

 

Utility Relations in Social Research

 

Leonardo Silvio Vaccarezza*

 

* Licenciado en Sociología por la Universidad Católica Argentina y postgrado en la Fundación Bariloche. Instituto de Estudios Sociales de la Ciencia y la Tecnología, Universidad Nacional de Quilmes, Argentina. Temas de especialización: Sociología de la ciencia y la tecnología. Dirección: Roque Sáenz Peña 180, Bernal (B1876BXD), Provincia de Buenos Aires, Argentina; teléfono: (54–11) 4365–7100; fax: (54–11) 4365–7101; correo electrónico: leonvaca@unq.edu.ar.

 

Resumen

Se analiza la dimensión de utilidad y uso del conocimiento producido por la investigación social en el marco de las relaciones entre investigadores académicos y agentes sociales no científicos. Se postula que dichas relaciones son, en la investigación social, más heterogéneas y variables que en la investigación en ciencias naturales y, por lo tanto, la reflexión sobre la construcción de utilidad de los conocimientos debe procurarse de conceptos y categorías de análisis diferentes. Utilizando información de entrevistas a grupos de investigación, se construyen categorías descriptivas de los patrones de relación de utilidad, como una primera aproximación a la complejidad del problema.

Palabras clave: investigación social, utilidad del conocimiento, compromiso, intercambio de dones, intervención social.

 

Abstract

This paper analyzes the dimension of utility and the use of knowledge produced by social research within the framework of relations between academic researchers and non–scientific social agents. It postulates that in social research, these relations are more heterogeneous and variable than in natural science research and that therefore, reflection on the utility of knowledge should be based on different concepts and analytical categories. Using information from interviews with research groups, the author constructs descriptive categories of patterns of utility relations as an initial approach to the complexity of the problem.

Key words: social research, usefulness of knowledge, commitment, exchange of gifts, social intervention.

 

La utilidad no es una cualidad inmediata ni intrínseca a los objetos de conocimiento —como puede vislumbrarse en el discurso científico que sostiene la idea de modelo lineal de innovación—, sino una construcción social. Esta construcción puede ser referida a dos aspectos de la utilidad: el uso del conocimiento, el cual es por definición un proceso socialmente construido, y el significado de utilidad que atribuyen, de manera cooperativa, competitiva, homogénea o heterogénea diferentes agentes sociales (Hacking, 2001). En este trabajo vamos a sostener implícitamente la idea de utilidad social como significado socialmente construido, ya que vamos a concentrarnos en explorar algunos tipos de relaciones sociales que se establecen entre los productores profesionales de conocimiento (particularmente investigadores universitarios de las ciencias sociales, especialmente de la Sociología) y otros agentes sociales no científicos que participan de las escenas de interacción donde circula tal conocimiento. No exploraremos el contenido de tales significados de utilidad ni tampoco los procesos de aceptación, rechazo, reconversión de significado (Hess, 1999), transferencia o transducción de resultado de investigación social. Pero el hecho de que se mantengan relaciones sociales en torno al uso, actual o posible, de conocimientos implica que a éstos les fue atribuido algún significado de utilidad.

La cuestión de la utilidad de las ciencias sociales forma parte de las diferencias en la concepción de la sociedad. Hace años Nisbet se refería a la definición de los "problemas sociales" como desviaciones de las normas y expectativas institucionalizadas de la sociedad, y la iluminación que podía ofrecer la Sociología sobre ellos consistía en inscribir tales desviaciones en los procesos societales (Nisbet, 1961: 11). Pero desde una perspectiva que privilegia la dominación como rasgo constitutivo de la sociedad, el problema de la utilidad de las ciencias sociales da de lleno con el plexo de la autonomía científica. Para Bourdieu, si una Sociología sirve, lo hace para el poder (Bourdieu, 2000), de manera que es imposible pensar la utilidad de la ciencia social sin atarla a su relación de heteronomía. La cuestión de la autonomía se refiere a dos problemas independientes entre sí, aunque interrelacionados: el problema de la neutralidad del conocimiento científico con respecto a los intereses de la sociedad, y el problema de la ruptura epistemológica con el sentido común. Para Bourdieu, una Sociología que reproduce el sentido común es una Sociología que sirve a los intereses del poder.

Por otra parte, Castel (2006) sostiene que "[...] todo trabajo sociológico digno de ese nombre es una tentativa de respuesta a una demanda social". Esto es, el sociólogo no puede distraerse de la demanda que formula la sociedad bajo el argumento de la legitimidad en sí misma del conocimiento. Esa demanda social "entendida como el sistema de expectativas de la sociedad acerca de los problemas cotidianos que la solicitan hoy en día" (pág. 70), se refiere a las "configuraciones problemáticas" que preocupan a la gente, "al vulgum pecus". En este sentido, la utilidad del conocimiento de las ciencias sociales se expresa en el plano de la responsabilidad del científico hacia la sociedad. Frente a la pregunta de "para qué sirve la Sociología", Lahire (2006) describe dos modelos de investigación antagónicos en relación con la utilidad: el de la Sociología experimental, del "erudito profesional" (pág. 69) que busca la precisión y validez del conocimiento, y el de la Sociología social, propia de los sociólogos "que desean realizar trabajos útiles en el marco de las luchas sociales, morales, culturales, ideológicas [...]" (pág. 68). El investigador social —el sociólogo de la Sociología social— orienta su esfuerzo de conocimiento no necesariamente en términos de una visión integrada de la sociedad, o problemas que forman parte de las expectativas generales de la sociedad, sino en el marco de conflictos y luchas de grupos y sectores dominados de la sociedad. Se trata de una toma de partido explícita, sea o no su actividad desplegada en interacción con los agentes sociales de tales luchas.

De lo dicho podemos delimitar los siguientes tipos de orientación a la utilidad de la investigación en ciencias sociales:

a) Se trata de investigaciones orientadas por el modelo de integración social que permite definir desviaciones en el sistema social caracterizadas como problemas sociales.

b) Se trata de investigaciones orientadas por las expectativas de la sociedad, entendidas como la expresión del sentido común, lo cual no implica necesariamente plantearlo como una concesión al poder, en el sentido bourdiano, en la medida en que el sentido común presente tensiones con el discurso hegemónico.

c) Se trata de investigaciones que se inscriben en los intereses y la acción de grupos sociales en su lucha contra la dominación del sistema. Una orientación que tiene como función la del "desvelamiento y el acompañamiento" en el plano de la conciencia del profano (De Singly, 2006).

Brunner y Sunkel (1993) se refieren a la funcionalidad del conocimiento social pero en un marco macrosocial. El marco en que la utilidad es puesta en juego por Brunner es el del poder en la sociedad y, más particularmente, en la política; la ciencia social sirve a la política: a la política del gobierno, a la influencia política de las élites y los formadores de opinión, etcétera. Dada una sociedad, una estructura de poder, diversas capas en los procesos societales, quién, cómo y para qué se utiliza el conocimiento social: reflexividad por parte de la sociedad, construcción de orientaciones ideológicas para las élites, confección de agenda para los gobiernos, construir soluciones a problemas concretos para los funcionarios. El esquema de los autores intenta constituir un marco de análisis funcional del conocimiento. Cuanto más desciende el nivel del enfoque de utilidad, más vinculado al poder institucional en la sociedad. De esta manera, en el cuarto nivel de resolución de problemas, la investigación social se ordena a la relación con los policy–makers y quienes toman decisiones al nivel de ejecución de acciones, en tanto ascendiendo en la escala, el papel del investigador social se refiere no sólo a las instancias de poder constituido, sino también a los diferentes grupos de opinión activos en el escenario político. El esquema permite el empleo de conceptos que caracterizan el papel de los intelectuales y productores de conocimiento: intelectual orgánico, intelectual específico, analista simbólico, consultor, experto.

La tradición del knowledge–translation en el campo del policy–making brinda un enfoque más acotado al tema de la utilidad. Por una parte, la teoría de las dos comunidades (Caplan, 1979) plantea las restricciones cognitivas de la interacción de investigadores sociales y hacedores de políticas. Una perspectiva más elaborada la ha ofrecido C. Weiss (1986) con su clásica clasificación sobre la utilidad de la investigación social que se inscribe, básicamente, en el último escalón del esquema de Brunner y Sunkel: los modelos de knowledge–driven, problem–resolution, interaction, political, tactical y enlightment, se refieren a la relación funcional–instrumental entre la producción del conocimiento académico y quienes toman decisiones (en este caso, también de organizaciones con fines privados). La investigación social sirve para dar elementos en la resolución de problemas, para iluminar conceptos de política, para legitimar o justificar políticas impuestas, para demorar decisiones. Aquí la pregunta "para qué sirve la Sociología" ya no se refiere a la relación entre el conocimiento sociológico y los procesos sociales, ya no se pregunta acerca de si el conocimiento social implica ruptura epistemológica, diálogo con los actores sociales, distanciamiento, acompañamiento, desvelamiento, reflexividad, etcétera, sino que plantea un escenario entre dos agentes conscientes, expertos a su manera, con sus propias lógicas de acción y de reflexividad, y se pregunta cómo utiliza uno el conocimiento del otro.

Por último, otra perspectiva consiste en el análisis de los niveles de uso o apropiación del conocimiento surgido de la investigación social por parte de los funcionarios (públicos o privados). Landry et al. (2001) aplican una escala de etapas de uso desde la sola transmisión del conocimiento por parte del investigador hasta la aplicación de los resultados por parte de los usuarios (funcionarios), pasando por la cognición de tales resultados, su empleo como referencia para las decisiones políticas, el esfuerzo realizado para la aplicación y la influencia que tienen en la adopción de decisiones. Esta perspectiva ofrece un modelo simple y gradual de utilización del conocimiento, entendido éste como insumo de decisiones en el plano político (público o institucional).

De esta manera, la utilidad del conocimiento en ciencias sociales ha sido abordada explícita o implícitamente desde distintas perspectivas: una perspectiva vocacional del investigador determinado por su responsabilidad social; perspectivas funcionales en cuanto al papel que el conocimiento social cumple en relación con la organización social o en relación con la estructura de poder y decisional de la sociedad; perspectivas instrumentalistas en cuanto a la eficacia de los conocimientos para fundar, convalidar, justificar las decisiones políticas; una perspectiva difusionista en el sentido de que la utilización del conocimiento es una resultante de la oferta del mismo.

En este trabajo me propongo examinar, a través de relatos sobre la actividad de investigación por parte de los propios investigadores, los procesos de interrelación social que se establecen con otros agentes sociales ajenos al ámbito científico–académico y que se refieren al uso o eventualidad de uso del conocimiento producido. Es obvio que si la investigación científica puede ser descrita como un proceso de interacción social, en la investigación referida a objetos sociales dicha interacción asume características singulares. En efecto, por una parte, la investigación es un proceso que reúne un conjunto de actividades que exigen la interrelación de diferentes actores con posiciones, funciones, intereses diferentes en relación con el proceso de conocimiento y con lo que se institucionaliza como sus resultados. Las diferentes tradiciones teóricas en Sociología de la ciencia han hecho aportes evidentes en esta perspectiva. Dentro de la misma disciplina, la crítica a un excesivo enfoque autorreferencial de la producción científica, como una escena de intercambio entre productores solamente, llevó a acentuar la importancia de otros agentes sociales como integrantes de los procesos sociales del conocimiento.1 Pero desde otros enfoques también arribaron marcos analíticos que ponían más énfasis en las relaciones de los científicos y sus instituciones con la sociedad.2 La presencia en el escenario de la producción de conocimientos de agentes sociales no directamente comprometidos con las actividades de tal producción, abre inmediatamente la cuestión de la utilidad social de la ciencia.

Ahora bien, en el campo de las ciencias sociales, la interacción con agentes sociales "no científicos" se manifiesta de maneras peculiares. Para empezar, cualquiera que sea el nivel de agregación de la unidad bajo análisis, toda investigación social toma, en forma directa o indirecta, a agentes sociales como sus objetos. La interacción social con el objeto de investigación es una condición de constitución del dato empírico, de manera directa o indirecta, cosa que está lejos de registrarse en el mismo grado en el caso de las ciencias naturales. Denominamos a esta relación con el objeto de investigación "función de construcción de datos".

Pero, además, en las ciencias sociales la provisión de información involucra, más habitualmente, una cadena de agentes sociales de alguna manera vinculados al objeto de indagación, los cuales intervienen como "informantes" indirectos del tema que se quiere estudiar o como canal de admisión y contacto con la situación bajo análisis. Es ésta una "función de acceso al objeto", la cual, en ciertas circunstancias, es también propia de la investigación en ciencias naturales. Pero habitualmente, el desarrollo científico ha permitido a los investigadores independizarse de la "naturaleza" y generar un mundo experimental regido por la lógica del laboratorio. La interacción para la construcción de datos se da más frecuentemente entre laboratorios que entre laboratorios y el "mundo real" (Heler, 2004).

Al igual que la investigación en ciencias naturales, la investigación social es requerida por agentes sociales comprometidos en la intervención y transformación de la situación. Es ésta una tercera función de intervención de la investigación en la medida en que ella se articula con los intereses de los agentes sociales no científicos e implica una "transferencia o traslación de conocimiento" a estos agentes. Como veremos en parte a lo largo de este trabajo, la forma que adquiere esta intervención y la articulación con los intereses no científicos tiene diferencias en el caso de las ciencias sociales.

Por último, quisiera destacar una cuarta función de intervención de la investigación en ciencias sociales: la intervención en tanto "proceso de transformación" de la situación. El modelo lineal de la relación entre producción de conocimiento e innovación entiende la intervención como una fase diferenciada de la investigación, escindiendo los momentos del proceso de producción y de uso del conocimiento. La superación histórica de este modelo ha destacado la interrelación de los procesos de producción de conocimientos y de transformación, de manera que es más pertinente hablar de recursividad entre las instancias que de linealidad unidireccional. En ciencias sociales este modelo recursivo es tan válido como en las ciencias naturales. Pero más allá de la interacción de la producción y la aplicación, del investigador y el ingeniero de fábrica (o del investigador y el funcionario público o el trabajador social) lo que se destaca es el hecho de que el proceso de investigación en ciencias sociales, al estar imbricado muchas veces en la vida de los agentes sociales tomados como objetos de investigación, influye de manera directa sobre la situación bajo análisis. Este efecto "bucle" (Hacking, 2001) otorga a la actividad de investigación una función de intervención/transformación efectiva en el interior de la relación entre investigación y objeto.

De esta manera, sostenemos que la investigación social no solamente reproduce lo que la Sociología de la ciencia ha destacado como el carácter social de la producción científica, entendiendo que toda tarea de conocimiento involucra a distintos agentes sociales subsumidos en procesos de interrelación social, sino que incorpora nuevas dimensiones a dicha interrelación: la interrelación que supone la constitución del objeto de investigación (definición del agente social como objeto de investigación); la red de relaciones de acceso a la información, y el efecto de transformación del proceso de investigación en el objeto social estudiado. Nuestro punto de vista consiste en considerar que el carácter social peculiar de la investigación en ciencias sociales condiciona la actividad de los investigadores en su relación con los agentes no científicos de una manera más compleja.

En este texto se pretende avanzar en la conceptualización de algunas relaciones y prácticas sociales en las experiencias de interacción de investigadores universitarios y agentes sociales no académicos en universidades argentinas.3 Estas relaciones y prácticas se constituyen en el marco de algunas premisas generales de la investigación social que derivan tanto de los principios metodológicos de las ciencias sociales, como de la inserción del investigador académico en la sociedad:

a) La investigación social con frecuencia tiene efectos de reflexividad en el objeto de investigación.

b) Existe un paisaje muy heterogéneo de "usuarios" no académicos del conocimiento.

c) Más que en las ciencias naturales, en las sociales la expansión de las pericias de investigación más allá del mundo académico configura un sistema amplio y heterogéneo de la investigación social y de las interacciones de conocimiento.4

d) La profesión académica de las ciencias sociales es de baja institucionalidad, en el sentido en que se encuentran débilmente definidos las recompensas, las obligaciones y los límites profesionales (Vaccarezza, 2007).

Son múltiples los aspectos que podrían analizarse sobre la relación entre investigadores sociales y agentes no científicos. Aquí vamos a considerar —previa una clasificación de agentes sociales articulados en los procesos de investigación social, en la próxima sección— el compromiso o distanciamiento que los investigadores sociales establecen con los agentes sociales, y las relaciones de intercambio entre productores y usuarios de conocimiento, en las dos secciones subsiguientes.

 

TIPOS DE AGENTES SOCIALES EN LOS PROCESOS DE INVESTIGACIÓN SOCIAL

Los estudios sobre la vinculación entre la investigación científica y los agentes sociales no científicos han subrayado la relación utilitaria del conocimiento en términos de innovación tecnológica, destacándose la relación con la empresa productiva. Ciertamente los estudios de la llamada tercera ola de los estudios sociales de la ciencia (Collins y Evans, 2002) pusieron de relieve los problemas de la relación entre expertos y legos, ampliando de manera significativa las variantes de interacción de investigadores y usuarios de tecnología o agentes afectados por uso de tecnologías.5 Sin embargo, es en las ciencias sociales en las que puede describirse una variabilidad significativa de relaciones entre investigador y agente social, relaciones que implican distintos niveles de compromiso del agente con el proceso de investigación y sus resultados.

Podemos señalar diferentes situaciones de compromiso de los agentes sociales con el proceso de investigación:

a) En un primer plano, tenemos el caso del informante calificado de una situación de intervención que el investigador desea convertir en objeto de investigación. El funcionario público de un programa de pobreza brinda información y acceso a la situación: sin ser objeto de la investigación, presenta algún grado de interés potencial en ella y en sus resultados. Una investigadora logra acceso a información sobre afiliados y rendimientos de una obra social por medio de los directivos de la misma; otra, consigue de los dirigentes de un sindicato el acceso a situaciones de trabajo donde se revelan condiciones laborales problemáticas desde el punto de vista teórico y político. Directores de institutos de formación docente brindan a un investigador el acceso a los alumnos de tales establecimientos para indagar la construcción del imaginario social de los docentes, y directores de escuelas básicas permiten la actividad de investigadores que analizan prácticas de discriminación social entre los educandos. En todos estos casos, el informante calificado está inserto en el proceso de investigación como canal de información sin constituir el objeto de la observación. El interés sobre la investigación y sus resultados es variable: desde un interés positivo y activo de quien encarga o se involucra en la aplicación o potencial aplicación de los resultados, hasta una falta de interés con actitud negativa de quien niega los resultados.

b) En un segundo plano próximo al primero, el informante calificado forma parte de la situación objeto de investigación. Una investigación de evaluación de un programa en algunos casos abarca no solamente el impacto sobre los beneficiarios sino también un análisis crítico de los parámetros del mismo programa. En este caso el directivo del mismo no solamente puede estar involucrado como autor o responsable "intelectual" de tales parámetros, sino también como miembro de la organización bajo análisis. Aquí la inclusión del directivo como "sujeto" lo es, no por las características básicas o conductuales individuales (como en el caso de los beneficiarios), sino por la relación funcional con el programa. El nivel de compromiso con los resultados es mayor que en el plano anterior, sea positiva o negativamente. Es interesante notar que a lo largo del proceso de investigación un informante que puede ser clasificable en el primer plano deviene al segundo: un estudio sobre la percepción social de las inundaciones en una localidad se basa en la información de registro brindada por autoridades políticas y técnicas. Pero el investigador logra imponer un giro reflexivo a la investigación y demuestra que las ideas corrientes sobre la inundación que tienen esas autoridades forman parte de una percepción subjetiva no avalada por los datos del registro histórico. En este caso, el informante queda involucrado en el análisis como un cuasi–objeto de investigación.

c) El tercer tipo de agente social del proceso de investigación es el de los sujetos que forman parte de la situación bajo análisis: madres jóvenes, alumnos de escuelas, integrantes de cooperativas, empresarios de pymes, etcétera. Por cierto, estos sujetos son agentes sociales, de acuerdo con nuestra terminología, solamente en la medida en que tienen oportunidad de algún grado de apropiación del conocimiento producido. Podríamos decir que esto no es lo habitual, por lo menos si tenemos en cuenta nuestras entrevistas. El sujeto portador de la situación objeto de investigación resulta habitualmente asimilado al mismo proceso de objetivación y alejamiento del investigador cognoscente, de manera tal que éste y el sujeto de investigación se intercalan mediadores que imponen estructuras de poder en la circulación de los conocimientos: por ejemplo, el uso (o no uso) que hace el director de programa social de los resultados de la investigación llega a los "beneficiarios" como nuevos protocolos de acción y criterios de distribución de beneficios, la reiteración de los existentes, la interrupción del programa, su modificación, etcétera, sin que los sujetos bajo análisis tengan la ocasión de conocer aquellos resultados ni los motivos de los cambios.

A veces, la posibilidad de que el resultado de la investigación llegue a los objetos de investigación depende de un esfuerzo "militante" del investigador. Por ejemplo, una investigadora a la que el organismo de cooperativismo de una provincia encargó un estudio para caracterizar el grado de asociatividad de distintos tipos de cooperativas, llega a la conclusión de que en la actividad pesquera la creación de organizaciones cooperativas responde al interés de grandes empresas en terciarizar etapas del proceso productivo, generando una situación excepcional de explotación laboral encubierta. Guiado valorativamente, el grupo de investigación decide difundir estos resultados entre los miembros de las cooperativas en un esfuerzo de generar en ellos conciencia de los intereses del sector. De tal manera, constituyen a los objetos de la indagación en agentes sociales que se apropian del conocimiento en cuestión.

En consecuencia, la investigación en ciencias sociales puede establecer conexiones con una amplia gama de agentes sociales de utilidad ubicados en diferentes niveles de la estructura social. El siguiente cuadro indica esta variabilidad constituida por dos dimensiones: el grado de proximidad del agente social con la situación objeto de estudio y el tipo de función que cumple en ella. La proximidad implica diferentes tipos de interacción del agente con la situación: un hacedor de políticas públicas sobre pobreza tiene una relación distante e indirecta con las poblaciones afectadas por ella. Los docentes de una escuela en la que se estudia la actitud discriminatoria hacia los extranjeros entre los alumnos, en cambio, tienen una relación directa con la situación bajo estudio.

Los tipos de funciones del agente social se clasifican de la siguiente manera: toma de decisiones públicas (en tanto se refiere a la confección de políticas, estrategias, acciones, programas, actividades destinadas a intervenir en la situación en cuestión, al margen de cuál sea el nivel de intervención); movilización de demandas (en el sentido de grupo de personas, dirigentes sociales y políticos, organizaciones que dirigen su acción hacia reclamos por la situación frente a otros actores sociales con capacidad de toma de decisiones); manejo o abordaje profesional y técnico en los procesos de intervención social (desempeñando un papel específico de contenido fuertemente técnico destinado a modificar, paliar, responder en forma de intervención directa en la situación); liderazgo organizativo de la población afectada, y reflexividad del conocimiento en la propia situación de vida (entendiendo por tal el papel del agente social que recibe el conocimiento producido en su calidad de objeto de investigación y lo incorpora, reflexivamente, como componente de su comprensión y experiencia de lo social).

En el espacio que conforman ambos ejes pueden ubicarse los distintos agentes sociales que estamos considerando: grupos de pares académicos, investigadores no académicos, organismos internacionales, funcionarios hacedores de políticas de alcance demográfico y territorial amplio o local, organizaciones no gubernamentales de proyección macro o local, movimientos sociales, profesionales, agentes de intervención social, población afectada. Algunos de estos agentes abarcan más de una función, como los organismos internacionales o los hacedores de política que tienen muchas veces equipos profesionales de investigación social. Las organizaciones no gubernamentales con rango de actuación macrosocial también establecen políticas institucionales con incidencia en la resolución de problemas de índole pública, por lo que actúan en un rango de equivalencia con el Estado. Otras consisten en entidades destinadas a la movilización de intereses generales o sectoriales, como las organizaciones ambientalistas o feministas, las cuales pueden tener un ámbito amplio o local de actuación. Por último, podemos identificar a ONG que tienen como función la intervención social directa sobre la situación local y ejercen un rango de actuación equivalente a entidades públicas de intervención como hospitales, programas sociales, escuelas, etcétera.

También es heterogéneo el ejercicio funcional de profesionales. En un plano macro, los profesionales (especialistas, intelectuales, periodistas, políticos, incluyendo a los partidos políticos) ejercen la autoridad para hablar de la situación bajo análisis, si bien no formulando políticas detalladas, sí induciendo la prosecución de objetivos y estrategias determinadas. A veces los mismos investigadores sociales cumplen esta función en tanto intelectuales puestos a opinar en la escena pública. Desplazados hacia el plano del público, estos profesionales actúan (o pueden hacerlo) como movilizadores de intereses, aun cuando carezcan de (o no pretendan) la organización que permita articular tales intereses en movimientos o acciones colectivos. No descartamos a los profesionales que actúan en procesos de intervención social directa, sobre todo en el nivel local de las ciudades pequeñas o intermedias. Los dirigentes de base y sus organizaciones pueden actuar en el doble frente de la movilización de intereses y de la intervención social directa: un encargado de comedor comunitario autónomo, por ejemplo, es un articulador de la demanda local al mismo tiempo que ejerce funciones de gestión directa del comedor.

De esta manera, los agentes sociales no tienen funciones siempre definidas e instituidas en su perfil de rol, sino que sufren procesos de recursividad en su interacción con otros agentes, diversificando funciones, superponiéndolas a las de otros agentes, compitiendo por los espacios decisionales, apropiándose de conocimiento experto, negociándolo, articulándolo e hibridizándolo con conocimientos propios y de otros agentes. Uno de los procesos es el desplazamiento hacia la difusividad funcional. Por ejemplo, en un proyecto de investigación sobre el papel de la institución hospitalaria en los procesos de exclusión social, una profesional de enfermería se integra al equipo académico de investigación produciendo conocimiento en el que articula experiencia propia con las perspectivas del proyecto. En muchos casos, los organismos públicos que requieren investigaciones del ámbito académico cuentan con grupos de investigación propios que colaboran o no con los investigadores académicos. O éstos pueden actuar también en el papel de formadores de opinión en escenarios públicos o encabezar demandas del vecindario.

El conocimiento producido por un investigador puede dirigirse a —y ser aprehendido o capitalizado por— varios actores ubicados en niveles diferentes del cuadro, con independencia de los acuerdos fijados con el "contratante" del proyecto, en los casos de que exista. La misma dinámica de la investigación y las redes sociales que despliega genera oportunidades para la apropiación de resultados por parte de diferentes actores de la escala descrita. En un estudio sobre expectativas subjetivas en la carrera docente de nivel primario, encargado por la autoridad política educacional, los investigadores debieron abrir los resultados a los entrevistados a través de reuniones y seminarios por presión de éstos.

Pero también los resultados de un proyecto definido por el investigador sobre la base de su interés académico acerca de las trayectorias laborales de antiguos empleados de empresas privatizadas, son comunicados a los dirigentes de sindicatos afectados y a autoridades políticas locales con el intento de provocar el diseño de políticas de reparación. Como veremos luego, el acceso a la situación social a ser estudiada genera compromisos de información por parte del investigador, que se ve muchas veces sometido a una demanda exigente por parte de distintos agentes sociales vinculados.

Esta circulación amplia de resultados, ya sea por iniciativa del investigador, ya sea por presión de los agentes sociales vinculados al objeto del proyecto, ya sea por el ejercicio de reflexividad que reclaman los mismos sujetos de la situación bajo análisis, es un rasgo singular de la investigación social, diferenciándola claramente de la investigación tecnológica. Esta característica abona la idea de que la utilidad de aquélla constituye una dimensión más permanente —e inclusive, ineludible— y al mismo tiempo más difusa que ésta, y que el uso o no uso de los resultados por parte del "contratante" del proyecto no agota la cuestión de la utilidad.

 

ESCISIÓN Y COMPROMISO

Denominamos "orientación pragmática del investigador" a los valores que guían el desarrollo de conocimientos en términos del tipo de beneficios esperable. Los extremos de la orientación pragmática parecen encontrarse en la distinción de Lahire (Lahire, 2006: 43 ss.) entre sociólogos experimentales y sociólogos sociales. Inspirada en la clásica distinción entre "arte por el arte" y "arte social", el primero de los tipos ideales destaca actitudes y modos de hacer que no reconocen otra jurisdicción que la norma específica de su disciplina y, el segundo, la actitud hacia un conocimiento útil "en el cuadro de luchas sociales, morales, culturales, ideológicas" (pág. 49). En otros términos, podemos diferenciar entre una orientación centrada en los receptores de la situación social bajo análisis y otra centrada en el intercambio de conocimientos con los pares científicos. Entre los casos de investigadores universitarios que hemos estudiado podemos diferenciar la siguiente gama:

a) Investigadores con orientación fundamentalmente académica: los temas, objetos y objetivos de la investigación, así como también las estrategias y metodologías de análisis, están definidos por los intereses del conocimiento tal como se construye en el marco de la disciplina. Los resultados de la investigación pueden ser presentados como contribuciones a la solución de problemas no científicos (políticos, organizacionales, sociales), pero la definición de tal problema es un atributo del mismo investigador o forma parte del sentido generalizado en la sociedad.

b) Investigadores con orientación hacia la consultoría comercial, de manera que los componentes del proceso de investigación están definidos por la relación con el cliente y en términos de las "necesidades" que forman parte de la expresión subjetiva del cliente. Esta expresión puede ser manifiesta desde el inicio de la relación y dar pie a demandas, licitaciones o concursos de consultorías, pero también la necesidad subjetivada puede derivar de un proceso de interrelación del investigador y los agentes sociales involucrados con la situación a partir de una percepción de necesidad.6

c) Investigadores involucrados en procesos de transformación social (investigación con intervención). Independientemente de que el problema y el objeto de investigación sea definido por el investigador o por requerimiento de un agente social, la actividad del grupo de investigación combina las actividades de construcción de información y análisis, la emisión de resultados cognitivos, con una participación más o menos significativa en la aplicación de soluciones o en la movilización de la población afectada.

Aunque esta clasificación desconoce variantes más específicas, pone en evidencia que el significado pragmático que dan los investigadores a su actividad es variable. Dos conceptos nos interesa explorar en relación con ello: la escisión de los significados académico y utilitario, y el compromiso social del investigador. La tesis de la escisión afirma que la producción de conocimientos en la investigación universitaria tiende a mantener escindidos los significados del conocimiento entre su valor académico (referido hacia sus pares científicos) y el valor de utilidad social para los agentes sociales vinculados. Esta escisión o separación no tiene ninguna novedad en la institución de la ciencia, no solamente social. Sin embargo, se observan diferencias entre los investigadores.

Obviamente, cada uno de los tipos de investigadores delineados más arriba expresan diferentes orientaciones con respecto a la escisión de significados. Pero aun el investigador exclusivamente orientado hacia la construcción de conocimiento con valor académico, está en vinculación más o menos inmediata con agentes sociales en tanto proveedores de información y se enfrenta con los intereses de tales agentes sobre los resultados de la investigación. La escisión entre conocimiento científico y conocimiento utilitario no tiene los mismos parámetros entre las ciencias sociales y las naturales, ya que la interacción con los intereses de usuarios de conocimiento es, en estas últimas, más remoto o menos exigible para el desarrollo de la investigación.7 Un investigador social con orientación fuertemente académica, entonces, realiza a menudo una operación explícita de escisión para evitar su involucramiento en el proceso de intervención en la escena social que ha sido objeto de su indagación. En la medida en que la interacción con los agentes sociales genere obligación de provisión de resultados a cambio de información y acceso (que veremos más adelante como proceso de intercambio), la operación consiste en la entrega de un informe y la clausura de la relación. Como expresa una investigadora entrevistada:

ellos que son un órgano político nacional y no pueden dedicarse a un estudio concreto. Y bueno, nos lo encargaron y nosotros lo hicimos. Lo entregamos y le perdimos la pista. Eso es lo que te pasa también [...] Sí, nos vinieron a buscar, pero lo terminamos y chau, no sabemos más nada.

Tres mecanismos para construir la escisión encontramos en nuestro relevamiento: a) el envío impersonal de un informe de resultados asequible a los agentes no académicos, sin atender a la recepción, comprensión, apropiación y uso por parte de aquéllos; b) mantener la ruptura epistemológica como principio de constitución del conocimiento, de manera de no confundir el interés científico con lo que el investigador supone es el interés y comprensión del receptor, y c) del lado de los usuarios, la discontinuidad del interés, cuyo sentido es específico para cada tipo de agente: entre los hacedores y ejecutores de políticas públicas, la rotación de ocupantes de cargos públicos, las decisiones de urgencia perturban la continuidad del interés por parte del agente; entre los dirigentes de base y partícipes directos de la situación, la disminución del ímpetu movilizador frente a problemas es una constante que autores como Leahy y Mazur (1980) han modelizado.

Esta escisión entre el significado cognitivo académico y utilitario es independiente del valor de aplicación que atribuye el investigador a sus resultados. En términos generales, los investigadores entrevistados eligen sus objetivos de investigación en función de la importancia o urgencia social de los temas bajo estudio. De esta manera, se investiga para posibilitar una transformación social. Sin embargo, quienes practican la estrategia de la escisión, por más que atiendan un problema social convocante, establecen un espacio cognitivo exclusivo en el que no se mezclan los intereses de los usuarios.

Uno de los investigadores entrevistados destaca de manera particular esta separación del producto académico con respecto al entregado a usuarios. Se trata de un grupo que cuenta con una pericia capitalizada en el manejo de grandes bases de datos de origen censal. Diferentes organismos públicos —locales y provinciales— recurren a su experiencia para la obtención de información. La producción de resultados para la circulación científica o académica y la producción de resultados solicitados por usuarios no difieren de manera sustantiva unos de otros. Sin embargo, la relación del grupo de investigación con los resultados destinados a usuarios finaliza en el momento de su entrega, independizándose de manera total de su trayectoria y uso posterior. En este caso, la escisión se practica sobre una misma base material, diferenciando el grupo el uso académico del uso social.

Frente a esta relación de escisión, otros investigadores tienden a interrelacionar, intercalar o fundir la producción de conocimientos con la participación en la generación de transformaciones sociales. Desde el punto de vista de la orientación del investigador presupone un mayor grado de compromiso8 con la situación de intervención. Desde el punto de vista de la relación con los agentes sociales significa asumir prácticas sociales que, desde la perspectiva de la tesis de la escisión, resultan alejadas de la vida académica. Necesitamos describir una cantidad de variantes en tales prácticas de intervención social de los investigadores, diferenciados por el tipo de compromiso asumido:

a) Un grupo de casos basan la interacción con agentes sociales en un compromiso por afinidad política o ideológica entre éstos y el investigador. Para una investigadora, solamente si existe "empatía" con el agente social es posible construir una relación de colaboración, empatía con los intereses y demandas de aquéllos. En otros casos, la identificación política se expresa en la colaboración directa en la intervención social. Por ejemplo, para un grupo de investigación, el compromiso político y la afinidad ideológica con un gobierno municipal alcanzan para participar en órganos de decisión gubernamental. En otro caso, la común militancia previa del investigador con funcionarios actuales, legitima una función de asesoramiento muy próximo a la toma de decisiones de gobierno. Un tercer investigador colabora políticamente con una agrupación sindical en la formación de militantes y la inducción ideológica a través de la edición de una revista del movimiento. En todos estos casos la actividad del grupo de investigación implica algún grado manifiesto de intervención social (transformación de la situación), y no se restringe meramente a la transferencia de resultados de investigación.

b) El segundo tipo es un compromiso por la acción: el proceso de investigación y la sucesión de hallazgos y resultados intensifican una relación de colaboración entre el grupo y los agentes sociales al punto de implicar a aquél en la intervención social. Un investigador que desarrolla una investigación sobre arqueología industrial en una localidad mediana, contribuye con sus resultados a la dinámica de transformación de la situación social en distintas esferas: la lucha de la comunidad contra los intentos de utilizar canteras abandonadas para el almacenamiento de residuos urbanos; la refuncionalización de viejas instalaciones industriales en circuitos turísticos; el fomento en el conjunto de la comunidad local de símbolos de identificación con el pasado industrial de la misma. En otro caso, las investigaciones urbanísticas —sobre todo vinculadas al uso del agua y los efectos de inundaciones en la trama social— permitieron al grupo contar con resultados que le otorgaron alta visibilidad y credibilidad entre las organizaciones sociales y el gobierno local, transformándose en fuente de referencia y consulta permanente de estas entidades.

c) Compromiso por voluntariado es la práctica de algunos grupos de investigación universitarios que, a partir del contacto con agentes sociales que fueron convocados como objetos de análisis, continúan manteniendo con éstos una colaboración más o menos difusa, no necesariamente referidos a los resultados de la investigación llevada a cabo, sino a una gama más o menos amplia de conocimientos o capacidades. Un grupo cuyo tema de investigación se refirió a empresas "recuperadas", gestionadas por sus ex empleados, continúa prestando apoyo a la gestión. Estas actividades no se identifican como tareas de investigación ni se basan en resultados específicos de análisis sociales, sino que se definen como una tarea de voluntariado no tanto ordenado por la capacidad de expertos sino por la capacidad institucional de la universidad. Por otra parte, está muy vinculada a la actividad de los estudiantes y el motivo de la colaboración se entiende como una adhesión ideológica o de principios a la posición y actividad de un grupo social determinado. En otro grupo observado, la colaboración se dirige a sectores barriales de la ciudad a partir de un primer contacto en el marco de investigaciones académicas sobre pobreza urbana. En ambos casos, a pesar de estar próximos al clásico sentido de extensión universitaria, se desplaza de ésta por cuanto el origen de la relación es la investigación, como proceso, y no el conocimiento acumulado en la universidad (Brusilovsky, 2000; Tünnermann Bernheim, 2002).

d) El compromiso como imperativo institucional es una variante más formal y compleja que el compromiso por afinidad ideológica. Si en éste la paridad político–ideológica del grupo y el gobierno o grupo político o movimiento social aproxima a aquél a las funciones de intervención, el compromiso como imperativo institucional supone que la institución a la que pertenece el investigador persigue una opción de intervención pública orientada por objetivos e ideas políticas definidas. En un caso, los proyectos del investigador entrevistado se inscriben en la propuesta institucional de la universidad de desarrollo de la economía social, alternativa a la de impronta neoliberal. En otro caso, la institución se orienta al asesoramiento, formación y apoyo ideológico–cognitivo del movimiento sindical. En estos casos, el investigador y el grupo de investigación inmediato actúan de manera dependiente del imperativo institucional; incluso los contactos con los agentes sociales que vincula en su investigación son provistos o facilitados por la institución. En el primer caso, la ideología institucional es un marco emergente en la universidad en la coincidencia de cambios operados en la dirigencia de la institución, con cambios históricos a nivel nacional que estimulan las propuestas de economía social. En el segundo, se trata de una tradición académica (Kreimer y Thomas, 2005) fundacional del centro de investigación al que pertenece el grupo. En consecuencia, la ideología institucional debe ser entendida como un condicionamiento contingente de la orientación hacia la utilidad social.

e) Todavía podemos delimitar un quinto tipo de compromiso: el compromiso derivado de la función múltiple del investigador. Es necesario destacar que entre los investigadores sociales la definición de rol —o a nivel más subjetivo, la identificación de rol— varía desde la exclusividad con la actividad académica hasta la dispersión en una serie de funciones vinculadas a la gestión de lo cognitivo y que asocian la investigación y la intervención. Una investigadora con larga trayectoria en el tema de violencia familiar es un referente social: no solamente realiza investigaciones y publica en medios académicos, sino también constituye asociaciones vinculadas al problema, es requerida por los medios, se constituye en su vocera y divulgadora, interviene en la formulación de políticas, asesora programas públicos y no gubernamentales, desarrolla una función de crítica cultural en torno a la cuestión. La investigación, y en particular la investigación universitaria, es una de las muchas actividades, subsumida en una lógica de actuación centrada principalmente en la lucha contra el fenómeno. El énfasis del caso está en la naturaleza híbrida de su función de manera tal que, a diferencia del investigador que es consultado por los medios en función de los avances publicados de su investigación o es incorporado eventual y temporalmente a un proceso de definición de políticas, en este caso no es la investigación la función de referencia para el ejercicio de las restantes, sino la pericia como saber social lo que avala los varios papeles sociales. Ello puede derivar de un proceso de desplazamiento, a lo largo del tiempo, de un papel centrado en lo académico hasta un escenario amplio y diversificado de lo social, pero el desarrollo de esta variabilidad y heterogeneidad otorga al sujeto un rol social fundamentalmente híbrido.

 

INTERCAMBIO DE DONES

La idea de intercambio fundamenta gran parte de la Sociología de la ciencia tanto en la tradición institucionalista como en la de la acción racional, aun cuando en esta última, más que un patrón cultural el intercambio forme parte de las estrategias de los actores. Puede interpretarse que tal idea está implícita en la de comunidad científica de Kuhn y en la del proceso por el cual se produce la dominación y socialización de un nuevo paradigma científico. Más recientemente, estudios que se inscriben en lo que se ha llamado la tercera ola de los estudios sociales de la ciencia, enfocan los procesos de negociación en la resolución de problemas públicos en términos de conflicto, intercambio y amalgama de conocimientos expertos y legos (Irwin y Michael, 2003: 111–121) o en el papel de la etnociencia en el desarrollo de la tecnología (Hess, 1999).

Podemos postular que los procesos de intercambio también dan cuenta de la construcción de relaciones de utilidad social del conocimiento científico y en particular de los resultados de la investigación en ciencias sociales. Sin embargo, en lo dicho superponemos un concepto estricto de intercambio como el proceso institucionalizado de transferencia mutua de bienes y significados entre actores, con una definición más amplia del proceso de contacto entre espacios socioculturales heterogéneos. Desde nuestra perspectiva, la construcción de utilidad del conocimiento se constituye tanto por el contacto entre elementos sociales del conocimiento experto y los elementos sociales del conocimiento profano, como por el intercambio de bienes y favores entre los investigadores y agentes sociales de las situaciones objeto de investigación social. En este punto, enfocaremos este último aspecto destacando qué tipo de bienes son puestos en circulación para el logro de una relación entre investigador y agente, eficaz para el desarrollo de las investigaciones. Describimos a continuación algunos "modelos de intercambio" y destacamos los bienes transferidos.

 

a) Modelo de intercambio 1: resultados por acceso

En el caso de las ciencias sociales, la dependencia del investigador con respecto a los agentes sociales involucrados en la situación bajo análisis (ya sea en tanto "portadores" del objeto de investigación, ya sea como agentes facilitadores de la interacción con aquéllos), lo obliga a una negociación para el acceso a la información. Esta negociación involucra en muchos casos el compromiso de transferencia de los resultados de la investigación al agente facilitador del acceso. Tal intercambio suele estar prescrito tácitamente de manera que el investigador, más que por cumplimiento de un acuerdo explícito, transfiere los resultados motivado por una "obligación" o "cortesía". Esta norma de intercambio permite, entonces, la constitución de un primer grado de apropiación de resultados por parte del agente social. El intercambio entre acceso/información y transmisión de resultados satisface el primer escalón de la "escalera de la utilización de la investigación" de Knott y Wildavsky, a la cual hicimos referencia anteriormente (Landry et al., 2001: 398). Sin embargo, el grado de compromiso de los investigadores y de los receptores con respecto a tal transmisión es variable. Con frecuencia, de parte del investigador se trata de remitir el informe de la investigación (por ejemplo, un ejemplar de libro) sin mayor preocupación por la forma de recepción del mismo (su lectura, comprensión, movilización de intereses, etcétera). De la misma forma, los agentes sociales receptores (funcionarios públicos, empresas incluidas en la muestra bajo estudio, dirigentes gremiales, directivos de organizaciones comunitarias) prestan en muchos casos poco o nulo interés por tales resultados, siendo incierto el destino que les dan.

En otros casos, el cumplimiento de la norma de intercambio permite una mayor apropiación del agente social. Para un grupo de investigación sobre discriminación social (nacional) en escuelas públicas, el mecanismo de devolución de resultados "por cortesía" dio lugar a una demanda de asesoramiento más intensa de los directivos escolares sobre prácticas y procedimientos que solucionen el problema. La recepción de un informe con resultados sobre asociados por parte de dirigentes de una obra social sindical, interesó a éstos por cuanto el material coincidía con los requisitos del organismo regulador de tales instituciones. En todos, el interés por los resultados emerge con posterioridad a la realización de la investigación. En algunos casos puede dar lugar, en una segunda fase de la interacción, a una demanda de nuevo proyecto, aunque no es ésa una pauta extendida entre los casos analizados.

 

b) Modelo de intercambio 2: facilidades de profesionalización y mantenimiento del grupo de trabajo

Un segundo modelo consiste en el intercambio de "realización de investigación" solicitada por el agente social y el acceso a la profesionalización de miembros jóvenes del grupo del investigador. En efecto, hemos hallado casos en que miembros del grupo de investigación son "contratados" por la entidad solicitante de la colaboración. En un caso, por ejemplo, todos los integrantes "juniors" fueron trasladados a las instalaciones de un centro de estudios dependiente de una entidad gremial para la realización de informes de base relacionados con las negociaciones comerciales en el marco del Mercosur. El grupo como tal no obtuvo beneficios de tal inversión, pero evitó la dispersión de sus miembros o, directamente, permitió mejorar el acceso de éstos al mercado de trabajo profesional. Estas dos alternativas describen estrategias diferentes que, por otra parte, se corresponden con diferencias entre las ciencias naturales y sociales. En efecto, en aquéllas una preocupación constante de los directores de laboratorio consiste en mantener el grupo de trabajo y un procedimiento al que se apela consiste, precisamente, en lograr el pago de su personal en formación por parte de empresas para la realización de desarrollos o servicios para éstas.

Estrategias similares también se encuentran en las ciencias sociales: un trabajo de colaboración con un organismo público permite el mantenimiento de uno o más integrantes del grupo, quienes continúan identificándose con él y participando de las tareas académicas. Pero también los grupos de investigación en ciencias sociales son escalones de acceso al mercado profesional de los egresados. La contratación de un integrante en formación para la realización de una consultoría y asesoramiento solicitados al grupo, brinda la oportunidad de inserción en el mercado profesional de manera permanente. En efecto, la expectativa es que ese integrante termine incorporándose de manera más o menos definitiva en el organismo en cuestión en calidad de profesional. No se debe suponer que ello reporte algún beneficio al grupo o a su director (aunque a veces el beneficiado puede actuar como un aliado en el organismo público útil para las tareas del grupo: brindar información, lograr contrataciones posteriores, etcétera). Fundamentalmente el beneficio consiste en "colocar" al egresado en el mercado laboral. En este caso el beneficio es indirecto, por cuanto tales éxitos de empleo consolidan la imagen del director como alguien "conectado", no sólo académicamente, sino también en la red de entidades sociales y políticas que puedan emplear profesionales de las ciencias sociales.

De esta manera el investigador incrementa su capital social en relación con sus alumnos y jóvenes profesionales. La preocupación de los directores por el destino profesional de sus becarios y tesistas, por orientarlos no solamente en su carrera académica (obtención de becas externas, lograr cargos docentes para ellos, etcétera) sino también en el mercado profesional de puestos en organismos públicos u organizaciones sociales, se explica por la proximidad del investigador académico respecto del mercado profesional, entendiendo que la carrera científica en el mundo universitario no constituye, en general, un espacio estanco y claramente delimitado de la incursión del mismo investigador en el mercado profesional, ya sea como ocupante de posiciones en ese mercado, ya sea porque mantiene estrechas relaciones sociales con "empleadores" en el mismo. Cabe agregar en este punto que el mecanismo descrito de "colocación" de jóvenes investigadores en el mercado profesional, disemina las capacidades de investigación en ciencias sociales hacia diferentes espacios institucionales más allá de la academia, produciendo una amplia heterogeneidad en cuanto al locus de la investigación en ciencias sociales. Un fenómeno semejante, pero reciente, se habría generado en relación con las ciencias naturales a partir de los cambios contemporáneos en los modos de producción de conocimiento científico (Echeverría, 2003: 71; Nowotny et al., 2002: 66–78).

 

c) Modelo de intercambio 3: venta de servicios

Un tercer tipo de intercambio es el que define como dones a los resultados de una investigación encargada por un usuario potencial, por una parte, y pagos contractuales, por el otro. Ésta puede ser definida como la relación más próxima a la comercialización de la investigación social. Se diferencia del primer tipo de intercambio descrito en el hecho de que el agente social revela algún grado de interés por los resultados previo a la construcción de éstos. Se trata, en general, de una demanda explícita por parte de una entidad o agente social (organismo público, organización de base, entidad gremial, asociación civil, empresa productiva, entidad religiosa, etcétera) a un grupo de investigación, a quien paga un monto de dinero determinado sobre la base de un presupuesto del estudio. El objeto de la demanda puede encontrarse muy definido o constituir una necesidad que se siente difusa por parte del agente. Asimismo, la demanda puede haber sido planteada originalmente por el agente o ser inducida por el investigador. Por ejemplo, el Instituto Nacional de Estadísticas y Censos formuló una demanda explícita y definida a investigadores para la definición de indicadores de migración; el organismo nacional encargado de la política de viviendas hace lo mismo con otro grupo para la confección de diagnósticos regionales; una entidad de un gobierno provincial encarga la realización de un estudio sobre el grado de asociacionismo entre cooperativas.

En estos tres casos, los parámetros cognitivos (los objetivos del estudio y los resultados que se esperan, los conceptos guía más importantes y hasta la metodología) se encuentran claramente contenidos en la demanda. En otros casos, el objeto es presentado por el investigador. Por ejemplo, una investigadora que en el extranjero había realizado estudios sobre condiciones laborales en el sector de la comunicación, logró interesar a los directivos de un sindicato local en un problema que apenas comenzaba a manifestarse en el ámbito local. Tal fue un proceso de negociación e interés creciente al cual contribuyeron no solamente los antecedentes de la investigadora sino el hecho de que los problemas pronosticados por ésta saltaron conflictivamente en el gremio durante el curso de las negociaciones. Ello derivó en un convenio signado entre el sindicato y el centro de trabajo de la investigadora. En este caso, el objeto de análisis fue "impuesto" desde el lado académico sobre el agente social usuario.

El intercambio entre resultados de investigación y pago del servicio juega, también, un papel variable en la estrategia de los grupos de investigación. En algunos casos se constituye en un eje central de la actividad del grupo. Por ejemplo, un grupo de investigadores en el área económica (especialmente en el mercado de trabajo y distribución del ingreso) organiza su producción en términos de los convenios que puede celebrar con organismos internacionales y nacionales. Y si bien los resultados de estos trabajos son publicados en revistas científicas que sirven a la capitalización académica de sus autores, la estrategia de producción está basada en la obtención de recursos financieros, tanto para enfrentar los costos de la investigación como para constituir el ingreso monetario de los investigadores. Se trata de grupos académicos que, como señalamos anteriormente, actúan en calidad de cuasi–empresas consultoras del ámbito académico.

Otros grupos, en cambio, escinden los trabajos comprometidos por convenios o contratos, actuando como entidades bifrontes. Es decir, diferencian claramente en el proceso productivo del grupo los trabajos y resultados que corresponden a la lógica comercial y a la lógica académica. Por ejemplo, los resultados derivados de trabajos comerciales difícilmente participan de la producción y publicación de los investigadores en tanto académicos; como dice una investigadora, "estos trabajos se hacen, se entregan en el menor tiempo posible, y listo; intentamos no tener más contacto con ellos". En estos casos, el intercambio "resultados–pago del servicio" se percibe como un beneficio extraño a la vida académica.

La definición del "precio" del servicio es, asimismo, una dimensión relativamente difusa. Con excepción de los convenios con organismos internacionales o algunos organismos nacionales, no existe un mercado firme y transparente, de manera que los valores de las actividades que requiere la realización de una colaboración a agentes sociales se rijan por criterios institucionalizados. El hecho de pertenecer a una universidad pública, de que los investigadores cuentan con sus ingresos como docentes e investigadores, de que los agentes sociales muchas veces suponen restricciones presupuestarias (por ejemplo, municipios, organizaciones sociales, sindicatos), o la fragilidad relativa del interés de los usuarios potenciales o el bajo convencimiento de la utilidad de los resultados, son factores que afectan la institucionalización de los precios del intercambio. Cuando el intercambio incluye otros bienes —como por ejemplo la seguridad de acceso a información de los agentes— el investigador resigna ingresos monetarios y se desplaza de un tipo de intercambio a otro. Por ejemplo, una investigadora logró interesar a la dirigencia de un sindicato en la realización de una investigación destinada a describir las condiciones laborales de procesos de producción recientemente incorporados al gremio; sin embargo, redujo el presupuesto del trabajo a una magnitud mínima —asumiendo costos propios— por temor a perder el acceso a la información. Esto funda la idea de que no existe un mercado del conocimiento en ciencias sociales lo suficientemente institucionalizado como para determinar los precios de intercambio. La economía de la investigación está regida por múltiples parámetros de capitalización, real y simbólica: dinero, ingresos personales, información, prestigio, participación política, oportunidad de aprendizaje, etcétera.

 

d) Modelo de intercambio 4: investigación por prestigio

En algunos casos, el investigador considera que el logro de un contrato de investigación aplicada a una demanda le otorga prestigio en la difusa arena de la academia y la profesión. Un investigador subraya que realizar un trabajo contratado por el Banco Mundial constituye un alto reconocimiento de excelencia para el grupo. Por cierto, en esta valoración intervienen factores ideológicos que son habitualmente cuestionados, a diferencia de la más integrada valoración de la excelencia en las disciplinas de las ciencias naturales. Pero en términos generales, el financiamiento por parte de organismos internacionales coloca al grupo en una posición de mayor visibilidad y reconocimiento frente a sus pares. De esta manera, además del intercambio directo entre resultados y beneficio económico, la vinculación con tales organismos permite un intercambio entre resultados y prestigio, que en términos generales tiende a fortalecerse con el tiempo en la medida en que la relación entre el organismo internacional y el grupo extienden la colaboración a nuevos productos. Éste es un prestigio no necesariamente correspondiente con los criterios de calidad del mundo académico. Sin embargo, la difusa frontera entre actividad académica y mercado profesional permite la coexistencia de valores y, a veces, la alternancia a lo largo de la vida del grupo. Puede, al respecto, marcarse una valoración diferencial de la vinculación con los organismos internacionales según el rango de prestigio académico del investigador: para aquéllos de rango superior, la colaboración es valorada en términos del beneficio económico que provee al investigador, considerando que "tal profesor merece, teniendo en cuenta todo lo que aportó a la universidad, un buen contrato con tal organismo", como manifiesta un entrevistado. En el caso de los investigadores de rango medio, estos vínculos les permiten mostrar que su capacidad o excelencia es valorada por quienes se consideran "entendidos" en la especialidad aunque no sean estrictamente académicos. La continuidad entre academia y profesión, entonces, se ve reflejada en la asignación de prestigio dada por organismos que actúan en una arena heterogénea donde conviven universidades y consultoras.

 

e) Modelo de intercambio 5: intercambio de reflexividad

Otro tipo de intercambio destaca la relación entre "realizar una investigación" por parte del investigador sobre y para una determinada situación y comunidad de agentes sociales, por un lado, y la posibilidad de aprehender el proceso de conocimiento reflexivo de estos mismos agentes, por el otro. La investigación participativa, la investigación–acción, constituyen estrategias de conocimiento centradas en el agente social y, por lo tanto, tiende a satisfacer la condición de aprehensión de tal conocimiento por parte del investigador. Pero independiente de los formatos metodológicos establecidos, algunos investigadores destacan el papel protagónico de los "objetos" de investigación en el papel de lo que uno de los entrevistados denomina "coproductores de conocimiento". Sin embargo, la relación que establece el investigador con el agente no consiste solamente en orientar y organizar el proceso colectivo de conocimiento. Más que eso, la relación permite al investigador apropiarse del valor teórico de tales experiencias. Estimular la participación de los agentes sociales en los procesos de investigación, entonces, permite al investigador contar con un segundo orden de información (Ibáñez, 1994): no se trata solamente de asegurarse la información de la situación que le suministra el agente en su condición de tal, sino del conocimiento elaborado en el proceso de conocimiento organizado colectivamente. De esta manera, el investigador actúa, en cierto nivel, como acopiador de conocimiento socialmente construido en la escena social de la situación bajo investigación.

Por supuesto, el investigador no deja, en estos casos, de asegurarse el control del proceso de investigación. En última instancia, es el investigador quien establece los parámetros de interacción para la producción del conocimiento (organización de reuniones, procedimientos de articulación de contenidos, ordenamiento de éstos, etcétera). Pero los resultados (de diagnóstico, de interpretación, de estrategia, de planificación) tienen una fuerte impronta de los agentes sociales. El investigador es, por una parte, un acopiador de estos resultados y, por el otro, un observador (y partícipe) privilegiado del proceso de reflexividad del conocimiento social. Es este logro lo que computa como un beneficio cognitivo para su propia experiencia como investigador.

El ya referido proyecto de arqueología industrial es un ejemplo de este intercambio. La investigación generó un proceso de "movilización cultural" en torno a la construcción de una identidad de la comunidad (origen industrial de la localidad), lo que estimuló a la población a incorporarse al proyecto aportando historias, fotos antiguas, etcétera. El proceso de investigación es apropiado por la comunidad produciendo un efecto movilizador independiente de los resultados, pero modificando componentes de significación en la población. Este proceso de construcción colectiva es a su vez apropiado por el investigador que puede intervenir en él, no solamente generando nuevos conocimientos sino, incluso, asumiendo nuevos roles en la comunidad (en este caso, como referente de la lucha política en el plano municipal por la utilización de los "vestigios" industriales).

En otro caso también ya referido, la investigadora desarrolla, en el plano de los referentes sociales y políticos de la comunidad, una práctica de comunicación y contacto en reuniones, eludiendo los contenidos y hábitos académicos, lo cual fue consolidando confianza de los agentes sociales en el grupo de investigación; ello aseguraba un clima de igualdad en las reuniones, demarcándose de las prácticas académicas que se basan en autoridad experta, logrando así credibilidad en la comunidad. De esta manera, el grupo se inserta en la comunidad como un integrante más y el proceso cognitivo se convierte en una tarea colectiva. Sin embargo, este tipo de proceso de fuerte articulación cognitiva entre investigador y agentes, en el cual el beneficio para el investigador consiste en la producción reflexiva de conocimientos, no se logra en todos los casos. Una investigadora intervino en un proyecto multidisciplinario relacionado con el cambio climático, en el cual utiliza la perspectiva de la ciencia postnormal de Funtowicz y Ravetz (1998), formalizando la constitución de stake–holders del proyecto. No obstante, la interacción que se intenta desarrollar no fructifica en una cooperación o intercambio de conocimientos producidos colectivamente.

 

CONCLUSIÓN

En las páginas anteriores hemos buscado describir algunos elementos que conforman tal complejidad. La fase del análisis no sobrepasa el plano de la confección de categorías. Éstas se refieren a los diferentes tipos de agentes sociales relacionados con la investigación social, a las orientaciones (en términos de vinculación con tales agentes) de los investigadores y los diferentes tipos de compromiso que adquieren con éstos y, por último, a los diferentes dones de intercambio entre investigadores y agentes sociales que se presentan en la dinámica de la investigación. Estas categorías, obviamente, se refieren a conceptos (agente social, compromiso, escisión, intercambio, dones), cuya significación teórica —y por lo tanto, su definición en tanto concepto— fue soslayada en el texto a favor de una estrategia de análisis que privilegiara un esfuerzo de clasificación a partir del trabajo directo con el material empírico.

El análisis ha privilegiado la descripción de patrones de relación entre investigadores sociales y diferentes tipos de agentes sociales ajenos a la práctica científica profesional, desde la perspectiva de los primeros. Tal descripción —que por cierto no agota la variabilidad de relaciones y prácticas que se desenvuelven en las arenas de interacción en torno al conocimiento de las ciencias sociales y de los procesos y resultados de la investigación social— permite, a nuestro juicio, delinear la dinámica social en la que construyen significados de utilidad y el uso de esos resultados. De esta manera, y volviendo al breve recorrido por las distintas perspectivas de conceptualización del problema de la utilidad de la ciencia social, las categorías trabajadas permiten ubicar esas perspectivas en la dinámica concreta de relaciones sociales. Así, la polémica en torno al carácter "experimental" o "social" de la Sociología o de su servicio al poder, se reubica en el juego de interacciones variables e inestables de los productores de conocimientos con los sujetos portadores de las situaciones bajo análisis. La rigidez que puede presentar a priori un enfoque funcional de la investigación social en términos de política, disminuye ante la perspectiva de las variaciones y transformaciones de patrones de relación entre "productores" y "usuarios" en situaciones concretas. Lo mismo cabe decir en relación con el enfoque instrumentalista y sus categorías de uso del conocimiento social. También se evidencia que la escala de compromiso de uso que Landry y asociados proponen para clasificar las relaciones de utilidad no mantiene el esquematismo propuesto.

Posiblemente el único resultado del análisis presentado no va más allá de llamar la atención sobre la mayor complejidad de las relaciones de utilidad de la investigación en ciencias sociales en relación con las ciencias naturales, siendo éstas la matriz sobre la que se han construido los modelos dominantes para la interpretación de la innovación, el cambio tecnológico y el uso del conocimiento científico. Esa complejidad no es fácilmente aprehensible a través de los esquemas de análisis existentes. Esto obliga a avanzar mucho más en estudios de casos concretos de relaciones de utilidad, profundizando no solamente en la perspectiva de los investigadores académicos, como fue el presente caso, sino contrastando con la perspectiva de los diferentes agentes sociales relacionados y atendiendo a los procesos de construcción colectiva e interactiva de conocimientos en los escenarios de la investigación social, y los rumbos que siguen, en esos escenarios, la significación —socialmente heterogénea y variable— de utilidad de tales conocimientos.

 

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NOTAS

1 El clásico artículo de Knorr–Cetina (1996) sobre arenas transepistémicas debe ser reconocido como un aporte liminar en esta perspectiva.

2 El modelo de la triple hélice (Etzkowitz y Leydesdorff, 1997) y las nuevas formas de producción de conocimientos de Gibbons y asociados son los más populares (Gibbons et al., 1994).

3 Se realizaron 33 entrevistas prolongadas a investigadores de ciencias sociales pertenecientes a seis universidades argentinas (Buenos Aires, La Plata, Litoral, Rosario, Centro de la Provincia de Buenos Aires, Mar del Plata). La elección de los entrevistados tuvo como criterio delimitante el hecho de dirigir proyectos de investigación en los que (o por los cuales) se hubiera transmitido resultados de investigación a agentes sociales no científicos. Se descartaron, por lo tanto, investigaciones exclusivamente orientadas por intereses teóricos, aunque fueron contemplados algunos casos así concebidos, pero que durante el proceso de investigación hubieran mantenido relaciones de uso con tales agentes.

4 Si la expansión de las pericias de investigación ha sido señalada como una característica del modo de producción de conocimientos en la sociedad contemporánea (Gibbons et al., 1994), ello es más significativo en el caso de las ciencias sociales. La instalación tardía de las ciencias sociales en países no centrales destaca un protagonismo inicial de organismos públicos de planificación en investigación social, previo al desarrollo en las universidades.

5 Particularmente, la investigación ligada a situaciones de enfermedad ha destacado la importancia de la relación entre investigadores y enfermos, ya sean éstos como generadores de conocimiento propio o cuestionadores del conocimiento experto (Epstein, 1995); ya sea como objetos de experimentación o como partícipes de decisiones sobre orientación de la investigación y los tratamientos (Caron–Flinterman et al., 2007).

6 Es el caso de una investigadora que propone a un sindicato de telefónicos un estudio sobre la situación laboral en los call centers, experimentando desinterés y rechazo inicial y luego una definición incorporada en la subjetividad de los dirigentes sindicales.

7 A este respecto, Kreimer y Thomas (2005) se refieren al conocimiento aplicable no aplicado (CANA) como una dimensión del problema en las ciencias naturales.

8 Al emplear el concepto de compromiso es necesario diferenciarlo del uso que hace Norbert Elias en su conocido artículo "Compromiso y distanciamiento". En él, Elias utiliza el término en el marco de una Sociología del conocimiento y por lo tanto de una conducta epistémica del sujeto: de esta manera, compromiso significa una influencia de emociones en el conocer. De ahí que diferencia a las ciencias naturales de las humanas por el grado de compromiso o distanciamiento (emocional) con respecto al objeto. Frente a esto, el compromiso y el distanciamiento (o escisión, como utilizamos aquí) hace referencia no tanto a una posición epistemológica sobre la relación de conocimiento entre sujeto y objeto, sino al compromiso en términos de la utilidad social del conocimiento.

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