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Revista mexicana de sociología

On-line version ISSN 2594-0651Print version ISSN 0188-2503

Rev. Mex. Sociol vol.70 n.4 Ciudad de México Oct./Dec. 2008

 

Reseñas

 

Luis Reygadas. La apropiación. Destejiendo las redes de la desigualdad

 

Alicia Ziccardi*

 

(México, Anthropos/UAM–Iztapalapa, 2008), 338 páginas.

 

*Universidad Nacional Autónoma de México Instituto de Investigaciones Sociales

 

Luis Reygadas estructura este excelente libro en una introducción y cuatro capítulos en los que desteje de manera ordenada, inteligente y rigurosa, teórica y metodológicamente, las que denomina "redes de la desigualdad", entramado de desventajas que atraviesan la sociedad y procesos de fundamental importancia para explicar los marcados contrastes, las diferencias y las injusticias que siempre han existido en América Latina, donde México es uno de los países que presentan mayores desigualdades.

Este libro es muy oportuno y actual porque la reflexión se instala en un periodo relativamente reciente (que podría situarse en las dos últimas décadas), cuando se transforman profunda y velozmente las estructuras económicas y los comportamientos sociales, políticos y culturales. En este nuevo escenario, uno de sus principales rasgos es precisamente la amplificación de las desigualdades en diferentes ámbitos de la vida de nuestras sociedades.

Desde el inicio el autor advierte que no pretende hacer una recopilación de estadísticas ni un estudio de caso, sino adoptar una perspectiva multidimensional y procesual apoyada en una amplia revisión bibliográfica, en la que recupera el trabajo de los principales científicos y pensadores sociales (clásicos y actuales), así como las investigaciones teóricas y empíricas más relevantes sobre el tema. Pero también introduce citas perfectamente seleccionadas de escritores y poetas que han dejado plasmados en sus escritos hechos que son auténticos testimonios de la inevitabilidad de la fragmentación social que caracteriza a nuestros países, a nuestras ciudades. Una labor ardua, original y fructífera que Reygadas emprende al recorrer de manera creativa y sistemática un nuevo camino para producir un libro muy interesante que se sustenta en una estrategia de investigación original que será bien recibida por los estudiosos del tema porque logra responder de manera convincente a muchas interrogantes sobre la amplia y difícil temática de la desigualdad. Además, es un texto de lectura obligatoria para los docentes que imparten diferentes disciplinas de las ciencias sociales, donde debemos continuar asumiendo la responsabilidad de formar nuevas generaciones de científicos sociales portadores de un pensamiento teórico y metodológico crítico y propositivo frente a temas como el que aquí se aborda.

Ahora bien, el primer reto de este libro es de naturaleza teórica, porque se propone precisar cuáles son los principales procesos sociales que generan las desigualdades, pero el fin no es hacer sólo una descripción, sino entender los mecanismos que las producen, así como los que pueden reducirlas o incluso revertirías. La desigualdad, la pobreza, y, más recientemente, la exclusión social son temáticas a las que los científicos sociales de México y América Latina han dedicado muchos esfuerzos de conceptualización, de medición, de elaboración de diagnósticos cualitativos, e incluso de participación y compromiso profesional, tanto en el diseño como en la gestión de políticas sociales de diferentes ámbitos de gobierno, pero Reygadas da un salto y ofrece un texto en el que pasa de la constatación del hecho inocultable y desagarrador de que América Latina es la región más desigual del planeta para tratar de explicar por qué lo es.

En este sentido, es claro que a la acción social del Estado —de unos Estados latinoamericanos que con diferentes grados adoptaron pero no desarrollaron nunca plenamente el modelo de Estado de bienestar— se suma la fecunda acción de las organizaciones sociales y civiles defensoras de las garantías y la exigibilidad de los derechos sociales, lo cual permitió en el siglo XX avanzar lenta y fragmentadamente en la construcción de la dimensión social de la ciudadanía. Pero este proceso dejó fuera del acceso a bienes y servicios básicos a grandes contingentes de trabajadores, que debieron aceptar la precariedad laboral y una baja calidad de vida para sus familias. Por ello se trata de una ciudadanía que se expande cuando se adoptan criterios de universalidad en las políticas sociales de distribución de bienes como son la educación y, en menor medida, la salud y la vivienda; pero una ciudadanía que se acota cuando se trata de incluir cuestiones como la equidad de género, el reconocimiento de los derechos de los pueblos indígenas, el acceso a la cultura, al medio ambiente saludable y a la justicia, bienes públicos que toda nación debe garantizar a sus ciudadanos. Cuestiones que aluden a una débil dimensión social de la ciudadanía que en nuestras frágiles democracias latinoamericanas pone en riesgo los mejores intenintentos de avanzar en su profundización.

Sin duda todo esto es muy complejo y Reygadas señala desde el inicio la dificultad de comprender y analizar los procesos que generan y reproducen las desigualdades económicas, sociales, culturales, políticas, territoriales, porque éste no es sólo un tema de investigación, sino un debate que atraviesa a todo el pensamiento social moderno. Una polémica que, como dice el autor, ha durado siglos pero que desde finales del siglo XX ha renacido y es ineludible para los científicos sociales enfrentar nuevos y diferentes procesos surgidos por la aplicación de las llamadas políticas neoliberales en un contexto mundial globalizado.

Ante ello, el autor coloca una fuerza inicial al afirmar que la cuestión de la desigualdad tiene principalmente, pero no de manera exclusiva, una base estructural que define su dimensión económica, pero que a la misma se agregan otros procesos generadores de desventajas sociales que suelen coincidir en los mismos colectivos sociales, generando una acumulación de obstáculos y dificultades mayores para quienes no logran insertarse de manera plena en el sistema productivo. Entramado de desigualdades que no provienen del mundo natural sino que son socialmente construidas y legitimadas; red de desigualdades dibujadas por Reygadas que señalan los peligros que implica aceptar vivir en una sociedad dividida, fragmentada y confrontada, donde la presencia de un ideario igualitario desde el cual construir mayor cohesión social se debilita cada vez más, mientras avanza el reforzamiento del individualismo y la competencia, cuyo corolario no puede ser otro que el incrementar la desigualdad.

Este libro es muy valioso porque frente a los interminables esfuerzos de medición cuantitativa que se realizan en el país, esfuerzos necesarios pero insuficientes para diseñar una política socialmente responsable e innovadora, Reygadas se ubica en la perspectiva de la indagación social, desde la cual se pueden analizar las causas de la desigualdad y proponer estrategias para reducirla, tarea esta última que el autor deberá asumir después de escribir este importante libro.

Las preguntas de las que parte Reygadas son absolutamente pertinentes, y también ética, social y políticamente legítimas porque no sólo se pregunta sobre ¿cuánta desigualdad existe?, sino ¿por qué existe tanta desigualdad?, ¿cómo se produce?, ¿cuáles son los procesos y mecanismos que la incrementan y cuáles contribuyen a reducirla?, ¿qué papel desempeñan los factores económicos, políticos y culturales en la producción de las desigualdades? Todas estas preocupaciones tan actuales que han estado en el centro de la obra de muchos científicos y pensadores sociales, desde Carlos Marx y Max Weber hasta Pierre Bourdieu y Charles Tilly, incluyendo la famosa compilación que desde el funcionalismo sociológico ofrecieron hace más de cuarenta años Bendix y Lipset. Por otra parte, la polémica sobre la desigualdad ha estado presente en la filosofía, la historia, la economía, la sociología, la antropología, la ciencia política y, más recientemente, los estudios de género, los culturales y los de las ciencias de la comunicación, en las preocupaciones de la sociedad del conocimiento sobre la sociedad red, ya sea de manera directa o a partir de discusiones sobre la justicia, la estratificación social, la explotación, la diferencia, la discriminación, la equidad, la exclusión y la desconexión. Además, creo que es muy acertada su afirmación de que en este tema se entrelazan la reflexión ética sobre la equidad y la investigación sociológica sobre las causas de la desigualdad, las cuales con frecuencia transitan por caminos paralelos y hasta divergentes. A esta observación yo agregaría otra: la invisibilidad que suele tener en épocas neoliberales la producción académica crítica, que surge del campo humanístico y social, para quienes toman decisiones en el gobierno y diseñan políticas públicas que justamente pretenden contrarrestar los efectos negativos que generan estos procesos, particularmente la pobreza, la exclusión y la desigualdad social.

En la introducción de este libro, Luis Reygadas precisa los alcances, la perspectiva conceptual y metodológica, el estado del debate sobre la desigualdad en América Latina, la construcción social de la desigualdad desde el pensamiento político y sociológico y la pregunta que puede desatar álgidas polémicas: ¿quién genera la desigualdad: el mercado, el Estado o la sociedad civil?

De los cuatro capítulos que componen este libro creo que el mejor logrado por su capacidad de sistematizar y analizar conceptos y categorías procedentes de diferentes matrices teórico–metodológicas es el primero, donde el autor deñne su opción por un enfoque procesual que recupera críticamente tanto las posiciones estructuralistas como las contructivistas, una visión multidimensional desde la cual explicar la dinámica de la apropiación–expropiación organizando las ideas de los precursores de las ciencias políticas y sociales (Locke, Marx, Weber) y de los autores actuales (Bourdieu, Sen, Van Parijis, Ribot y Peluso, Reygadas, Harris), construyendo cinco postulados en los que demuestra la importancia de analizar la desigualdad como complejos procesos, moldeados por construcciones simbólicas y relaciones de poder, por mecanismos, flujos, acciones e interacciones generadoras de una distribución desigual de los bienes en contextos históricos específicos. Subrayo esto porque en este libro se ofrece un análisis que escapa al formalismo y que recurre permanentemente a la historicidad de los comportamientos económicos, sociales y políticos.

También introduce en este primer capítulo un análisis sobre cuáles son los mecanismos de producción de la desigualdad, afirmando que éste es un fenómeno que ocurre en varios niveles: desde las grandes asimetrías globales a las diferencias entre las personas, desde la diferencia de capacidades a los atributos individuales, pero que casi siempre, como señala el autor, tiene un origen social, una valoración colectiva y responde al acaparamiento de oportunidades. Es precisamente aquí, donde esta visión sociológica se cruza y se enriquece con el análisis que ofrece sobre la dimensión simbólica de la desigualdad, donde el autor demuestra su capacidad para el análisis de la cultura con un manejo muy preciso de las ideas y los debates colocados ya por los primeros sociólogos como Durkheim y Weber, que estudiaron municiosamente la relación entre los símbolos, el poder y los grupos sociales; o por autores y autoras más recientes que desentrañaron el papel de los mitos (Godelier), los estudios de género y las relaciones de poder entre personas de diferente sexo (Comas, Lamas, Rubin), quienes han analizado los rituales de las elites para preservar sus privilegios (Cohen), o por los trabajos de Tilly sobre la desigualdad categorial. Pero, por supuesto, pone particular atención en las aportaciones de uno de los más destacados pensadores sociales del siglo XX, Pierre Bourdieu, sociólogo que con sus estudios sobre las funciones que cumple el habitus de clase en la reproducción de las desigualdades y las agudas observaciones que ofrece en su libro La distinción logra desentrañar los sutiles comportamientos de la diferenciación clasista en la sociedad capitalista. Este denso y logrado capítulo justamente termina con un apartado sobre las llamadas redes estructurales de la desigualdad, en el que aborda temas fundamentales como el polémico concepto de capital social, el papel de la nueva estructura y la dinámica familiar, o el sugerente análisis sobre lo que llama el "control del trabajo ajeno".

Los siguientes capítulos titulados "Los misterios de la desigualdad persistente en América Latina", "Desigualdad en tiempos de globalización" y "América Latina: nuevas rutas en el laberinto de la desigualdad" son análisis pormenorizados y bien documentados de los complejos procesos sociales que sustentan las redes de la desigualdad. Análisis atravesados por preguntas muy difíciles de abordar que el autor logra responder con una aproximación me todológica y bibliográfica impecable, como: ¿porqué unos países son más equitativos que otros?, ¿porqué América Latina es la región más desigual del mundo? Con la globalización, ¿han aumentado o disminuido las desigualdades?, ¿qué relación hay entre nuevas y viejas desigualdades?, ¿América Latina avanza, por fin, hacia una mayor igualdad, o se están reproduciendo sus inequidades persistentes? Preguntas centrales y fuertes que son abordadas desde una perspectiva estructural y constructivista, porque como lo describe acertadamente Luis Reygadas: "La desigualdad está sostenida en estructuras persistentes que se reproducen en la larga duración. Pero no son inmutables, sino que se construyen y se transforman como resultado de procesos en los que interviene la acción humana"... "Las redes de la desigualdad no se autoreproducen al infinito, son configuraciones que se transforman, así sea muy lentamente, bajo el influjo de los procesos sociales".

Por todo esto es posible afirmar que el libro de Luis Reygadas despertará un amplio interés no sólo en el mundo académico, sino en el de las decisiones y las políticas públicas, porque este análisis sobre las nuevas rutas de la igualdad y la desigualdad en el marco de la globalización en América Latina logra destejer, como se lo propone, las redes materiales y simbólicas que nos separan, nos clasifican, nos ordenan jerárquicamente y producen distribuciones asimétricas de las ventajas y desventajas entre los ciudadanos. Pero estas redes no son estáticas y, por lo tanto, pueden ser modificadas, transformadas, destejidas, tarea que demandará mucha energía social, a la que este libro escrito con rigor académico y honestidad intelectual aporta valiosas reflexiones.

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