SciELO - Scientific Electronic Library Online

 
vol.70 número1Matthew Cleary y Susan Stokes, Democracy and the Culture of Skepticism. Political Trust in Argentina and Mexico índice de autoresíndice de materiabúsqueda de artículos
Home Pagelista alfabética de revistas  

Servicios Personalizados

Revista

Articulo

Indicadores

Links relacionados

  • No hay artículos similaresSimilares en SciELO

Compartir


Revista mexicana de sociología

versión On-line ISSN 2594-0651versión impresa ISSN 0188-2503

Rev. Mex. Sociol vol.70 no.1 Ciudad de México ene./mar. 2008

 

Reseñas

 

Marco Estrada Saavedra, La comunidad armada rebelde y el EZLN: un estudio histórico y sociológico sobre las bases de apoyo zapatistas en las cañadas tojolabales de la Selva Lacandona

 

Willibald Sonnleitner*

 

(México, El Colegio de México, 2007), 625 pp.

 

* CES–COLMEX

 

Cabe agradecer a Marco Estrada por este riguroso libro, producto de una cuidadosa y paciente labor de investigación, que invita a reflexionar sobre la finalidad y la responsabilidad específica de la ciencia social. Como lo constatarán sus lectores, el autor logró penetrar en un mundo clandestino, cerrado y excluyente —el de las prohibiciones, secretos y silencios en los que viven inmersas las bases sociales de la guerrilla zapatista—, y navegó con éxito en un contexto académico caracterizado por una politización y polarización inusuales, poco propicias para la creación científica. A continuación se presentan algunas reflexiones, estructuradas en cuatro secciones, con el ánimo de subrayar algunos de los aportes y las cualidades más sobresalientes de esta obra, pero sobre todo de extraer de ella algunas pistas para el debate, que muy probablemente alimentarán su lectura y discusión.

 

UNA SOCIOGRAFÍA DE 75 AÑOS DE CAMBIO ENTRE LOS TOJOLABALES DE LAS MARGARITAS

Entre los principales aportes empíricos de la obra, cabe destacar el enorme mérito de haber podido realizar una investigación científica en una zona y en una situación de conflicto armado, en la que tienden a prevalecer la propaganda, la desinformación, las descalificaciones y la desconfianza —cuando no la paranoia hacia los observadores externos—, sobre todo cuando éstos pueden ser críticos y cuestionar la imagen pública que se proyecta de un movimiento armado. Dicho esfuerzo permite rescatar algunas de las voces de los campesinos–indígenas que habitan la región, y que en el pasado han tendido a desaparecer de un espacio mediático monopolizado por unos pocos líderes de la guerrilla, en particular por el subcomandante Marcos.

Marco Estrada presenta una descripción sociológica minuciosa de la historia política y social de las comunidades tojolabales del municipio de Las Margaritas, desde la década de 1930 hasta nuestros días. Destaca la conformación de la llamada comunidad armada rebelde, y sus continuidades históricas con los procesos y formas sociales que le antecedieron: la comunidad ejidal (en un primer momento), la comunidad católica liberacionista (denominada civitas christi, en un segundo momento) y la comunidad ya movilizada políticamente en el marco del movimiento campesino regional (la llamada comunidad republicana de masas), como antecedente directo de la comunidad en rebeldía. Ello permite adentrarse en la complejidad de las situaciones locales, marcadas por un creciente pluralismo interno de las comunidades tojolabales, habitadas por seres humanos de carne y hueso, con rostros y sin máscaras, con cualidades y limitaciones, con estrategias y proyectos colectivos que los transformaron en actores de procesos sociales y de conflictos contingentes.

En cuanto a la metodología, el investigador utiliza en primer lugar un enfoque diacrónico e histórico que cubre 75 años y permite estudiar estos procesos en toda su profundidad y diversidad, rescatando las continuidades y una dimensión de largo plazo. Dicho enfoque sirvió como puerta de entrada hacia el mundo rebelde, ya que a mayor distancia histórica de los temas estudiados, la investigación enfrentó menores censuras de la comandancia general. También permitió que los campesinos se expresaran con más confianza y sin temores a represalias, pudiendo exponer su propia visión del pasado e, implícitamente, del presente. Pese a la prohibición impuesta por los mandos militares de "hablar de política", ésta inevitablemente terminó aflorando.

Pero este enfoque permitió, sobre todo, eludir la trampa de representar la comunidad como un ente cerrado y compacto, ahistórico y aislado, rebasando el falso dilema que consiste en preguntarse qué es "interno y propio", y que es "externo y ajeno" a "las comunidades". Como bien lo muestra Marco Estrada, todos los procesos analizados (el agrario, el religioso, el sociopolítico y el político–militar) integran y reconfiguran, a lo largo del tiempo, contenidos propios y ajenos, endógenos y externos. Y, evidentemente, el mismo zapatismo no solamente se construye sobre esos procesos, sino que hereda y refuncionaliza muchos de sus elementos (formas de organización comunitaria y de deliberación colectiva, autoridades e instituciones locales, de tipo ejidal, religioso y agrarista, etcétera).

En segundo lugar, el autor utiliza un enfoque microrregional, cualitativo y comprensivo, que privilegia la palabra y las representaciones de las bases de apoyo, es decir, el estudio del proceso "desde abajo", no solamente a partir de las motivaciones de los campesinos rebeldes que le apostaron al proyecto revolucionario sino, también, de quienes nunca participaron, o bien abandonaron en algún momento la vía político–militar. Ello permite captar la pluralidad de situaciones, la diversidad y la división interna de las comunidades que cohabitan en la zona de conflicto. Rebasa la pregunta clásica "¿por qué los hombres se rebelan?"(Ted Robert Gurr), e indaga en las razones más fundamentales por las cuales "no todos ellos se rebelan " (Etienne de La Boétie), a pesar de compartir las mismas circunstancias materiales e históricas. Ello subraya la contingencia que siempre conlleva la política, y permite distanciarse de falsos determinismos al evidenciar la coexistencia de diversas estrategias y repertorios de acción colectiva.

 

¿DE DÓNDE PROVIENE LA LEGITIMIDAD LOCAL DEL PROYECTO REVOLUCIONARIO, Y CÓMO SE RELACIONA ÉSTE CON EL ESTADO?

El texto es rico, además, en aportes de índole más teórica en torno a la especificidad política del neozapatismo, tanto en sus dimensiones locales e internas, como en las relaciones de poder que el EZLN establece con los no zapatistas que residen en la zona de conflicto, y de manera más general con el sistema político estatal y nacional.

La información de campo confirma el modelo de Timothy Wickham–Crowley: el éxito y la legitimidad de las guerrillas proviene de su capacidad de proporcionar servicios básicos y bienes públicos que se esperan, pero que no se reciben del Estado.1 En el caso de las comunidades zapatistas, no solamente se trata de protección y de seguridad física, de la procuración de justicia y la resolución de conflictos (funciones elementales del Estado), sino también de la organización de los llamados colectivos, con el objetivo de proveer servicios públicos de salud, educación, transporte, y hasta entretenimiento y promoción cultural. Asimismo, el EZLN ha impulsado proyectos productivos de autogestión para mejorar la situación económica, pero con menor éxito.

Sin embargo, esta lógica de autogobierno local implica inevitablemente una disputa por la hegemonía y el control político de la población en un territorio determinado. Como cualquier guerrilla, el EZLN entra en competencia con el Estado mexicano, al pretender sustituirlo mediante incentivos positivos (como los que acabamos de mencionar), pero también a través de la recaudación de impuestos y amenazas simbólicas y presiones y coacciones para obtener el reconocimiento de facto del conjunto de la población. Este fenómeno dista mucho de ser único o "autóctono"; adopta un modelo bien conocido en Centroamérica y en Colombia, donde existieron y existen amplias zonas "liberadas" y "administradas" por guerrillas, que se aprovecharon de la debilidad o de la ausencia del Estado. Como lo veremos luego, no deja de ser paradójico que, en el momento preciso en el que la federación accede finalmente a asumir sus responsabilidades en la Selva Lacandona, las comunidades rebeldes deciden rechazar los programas gubernamentales, llevando al Estado a renunciar nuevamente a ejercer sus prerrogativas soberanas.

¿Por otra parte, cómo se relaciona, la guerrilla con sus bases sociales, y qué efectos tiene la estructura clandestina y político–militar sobre la organización y la participación política dentro de sus comunidades? Una vez más, la información de campo confirma lo que ya se ha observado en otros movimientos revolucionarios. Lejos de garantizar nuevas formas de hacer política, la militarización de las estructuras organizativas tiende a vaciar de contenidos democráticos la participación política en las comunidades rebeldes. Las mismas condiciones en las que se desarrolló la investigación ilustran el carácter retórico de los mitos propagados por el discurso neozapatista. ¿Cómo hablar de democracia comunitaria en un contexto en el que los mandos militares asumen un control casi totalitario de las relaciones con los actores externos, censurando no solamente la información sensible, sino cancelando simplemente los derechos más elementales de sus bases a manifestar sus opiniones políticas?

Y la situación es todavía más dramática en las comunidades donde, pese a la existencia de una mayoría zapatista, también existen minorías o individuos que no participan o han dejado de participar en el movimiento armado, transformándose en una suerte de parias, al perder hasta el derecho de relacionarse con sus vecinos. Es algo que muchos observamos con preocupación cuando visitamos las comunidades zapatistas, pero que se analiza ahora en detalle y con una perspectiva sociológica muy fina.

De manera general, el libro invita a interrogarse hasta qué punto la organización civil puede mantener un margen autónomo de decisión y acción, frente a una estructura militar que controla celosamente la información y todas las relaciones "externas", locales y regionales, de las comunidades rebeldes armadas. Asimismo, subraya la personalización excesiva y la falta de institucionalización de las funciones de mando, así como la ausencia de una división de poderes o de contrapesos efectivos, lo que dificulta hablar de prácticas democráticas en la zona rebelde (bien sabemos, desde Montesquieu, que todo aquel que tiene poder tiende a abusar de él, a no ser que éste sea dividido y contrabalanceado). Ello no debería sorprendernos, y tampoco debe relacionarse con las características individuales del liderazgo, sino con elementos sociológicos que se derivan de las necesidades e imperativos de la lucha armada, es decir, de las características propias de cualquier organización clandestina y político–militar.

La violencia política y revolucionaria no implica necesariamente el recurso abierto a la fuerza armada. Como bien lo subraya su definición sociológica, también incluye "la amenaza de recurrir a la fuerza", y es esa dimensión simbólica la que tiende a prevalecer en la mayoría de sus manifestaciones empíricas, incluyendo los casos más extremos (como el terrorismo anti–sistémico o de Estado). Sabemos muy bien que es difícil discutir —y francamente incómodo disentir— con una persona que tiene una pistola en la mano. Y también sabemos que no se requiere siempre de un arma para intimidar al adversario, una vez que ha sido demostrada la disposición de hacer uso de ella. Ello no significa que la violencia revolucionaria no tenga sus especificidades en la zona zapatista relacionadas con las formas propias de organización, cooperación y sanción social de las comunidades armadas rebeldes, que analiza con precisión el autor.

Para terminar, cabe preguntarse si México realmente sigue siendo un país en el que no existe la posibilidad de expresarse críticamente, o de organizarse para cuestionar públicamente las acciones de los gobernantes, y si la lucha armada es hoy en día la única vía disponible de participación política. Recordemos que Las Margaritas fue uno de los primeros municipios que se abrió al pluralismo político–electoral en Chiapas. Desde 1982, el Partido Socialista Unificado de México (es decir, sus aliados locales de la Central Independiente Obrera y Agrícola de Chiapas) amenazó seriamente al Partido Revolucionario Institucional (PRI) en los comicios locales. Y, tras haber sufrido del abstencionismo zapatista en los años noventa, el Partido de la Revolución Democrática (PRD) conquistó y gobernó el municipio en tres ocasiones consecutivas desde 2001, con un nivel elevado de participación electoral. Además, tanto el Partido del Trabajo (PT), el Partido Verde Ecologista de México (PVEM), como el Partido Acción Nacional (PAN) y el Partido de Acción Social (PAS) han participado en elecciones con resultados significativos desde 1991, revelando una creciente fragmentación partidista y un incipiente pluralismo político.

De ahí el carácter cuestionable de la pretensión del EZLN de ser la única fuerza política legítima en Las Margaritas, y de descalificar genéricamente a todos los no zapatistas como "priistas". De ahí también la necesidad de reconocer que si bien el EZLN encarna una crítica muy justificada de los límites de la democracia "formal", su franco desprecio de la democracia representativa, de los partidos políticos y del pluralismo electoral, tampoco revela convicciones democráticas demasiado profundas.

 

INTERROGANTES PARA FUTURAS INVESTIGACIONES: LOS DESAFÍOS DE LA MEDICIÓN Y LA ESCALA

Como bien señala el autor, la ciencia se interesa en cuentos y en cuentas. En este caso, es innegable que la cuantificación del fenómeno estudiado se dificulta considerablemente por la clandestinidad de la guerrilla y por la tensión y el miedo generados por el conflicto armado. Pero, a pesar de todo, no es totalmente imposible, mediante el análisis de los comportamientos electorales,2 por ejemplo, pero también de los registros de las distintas agencias que ejecutan programas públicos en la región.

Como también lo advierte Marco Estrada, no existe solamente "un" zapatismo en Chiapas, sino diversas vertientes microrregionales, que se apoyan en procesos sociopolíticos diferenciados en las cañadas de la Selva, en Los Altos y en el Norte, y cuyas diferencias se relacionan, entre otros factores, con la presencia o la debilidad relativas del Estado. De ahí la complejidad de las relaciones del EZLN con los sistemas políticos, chiapaneco y federal, y con el proceso de democratización que ha estado transformando a ambos aceleradamente, con ritmos y dinámicas distintas, en los planos local y regional, estatal y nacional.

De manera más general, el carácter heterogéneo de lo que se entiende por "neozapatismo" en los medios de comunicación y en las discusiones corrientes, no solamente incluye las bases de apoyo en la zona de conflicto, sino un conjunto de redes y círculos de simpatizantes que guardan una relación más o menos difusa con el EZLN. Para empezar, no hay que olvidar que las Fuerzas de Liberación Nacional (FLN) siempre fueron una organización de alcance nacional, que también tenía militantes y células en otras partes del país (algunas de las cuales muy probablemente siguieron existiendo después de 1994, pasando a engrosar posteriormente las filas del Frente Zapatista de Liberación Nacional). Asimismo, el neozapatismo se caracterizó, desde su aparición pública, por una estrategia sumamente abierta y plural de alianzas de la más diversa índole, como lo ilustran sus redes de solidaridad en los distintos niveles, así como sus relaciones con intelectuales y grupos a nivel internacional. Sin caer en la caricatura de algunos análisis militantes, parte de la confusión proviene de que el neozapatismo se apoya efectivamente, en formas de movilización "posmodernas", que trascienden las fronteras tradicionales de la política y se articulan en un nivel transnacional (como el llamado "altermundialismo"). Ese carácter polisémico y multifacético del fenómeno también dificulta su interpretación.

En suma, para evaluar los efectos —diferenciados y en ocasiones contradictorios— del neozapatismo hay que considerar distintas escalas de análisis, distinguiendo con claridad sus dinámicas nacionales y sus pretensiones universales de sus dimensiones microrregionales y locales, con consecuencias mucho más concretas y tangibles para las bases de apoyo que alimentan el movimiento armado propiamente dicho.

 

LA PARADOJA NEOZAPATISTA

La mayor paradoja del neozapatismo, cuando éste se observa desde la Selva Lacandona, fue y sigue siendo su relación contradictoria con el Estado mexicano. El levantamiento armado de 1994 surgió de una frustración e insatisfacción popular profunda, de una amplia demanda por un gobierno más justo e incluyente, equitativo, tolerante y democrático. De ahí el impacto y la legitimidad que obtuvo el movimiento desde su aparición pública. Sin embargo, en el momento en el que los rebeldes contribuyeron a catalizar la democratización del sistema político, y que el Estado accedió a atender las demandas de los campesinos–indígenas, las pretensiones hegemónicas del EZLN cancelaron la posibilidad de beneficiarse de las nuevas oportunidades en los "territorios liberados".

En esta situación absurda e insólita destaca, evidentemente, la responsabilidad de la federación. Asumiendo una política permisiva y de corto plazo, los gobiernos mexicanos se han retirado de la zona de conflicto para abandonar a los indígenas a su propia suerte, renunciando de nuevo a ejercer sus atribuciones soberanas. En su ausencia, las "Juntas de Buen Gobierno" y la Comandancia General del EZLN se disputan con las organizaciones campesinas regionales el control de la población y del territorio selváticos, en una suerte de cohabitación inestable. Pero cabe preguntarse quién dirimirá los conflictos que pueden surgir entre ellos, dada la inexistencia de autoridades legítimas reconocidas por el conjunto de los actores políticos y sociales.

Por otra parte, también existen responsabilidades propias. Como bien lo muestra el estudio de Marco Estrada, el neozapatismo no es más que una de las manifestaciones del movimiento popular que intentó modificar las condiciones políticas, económicas y sociales de los campesinos–indígenas en Chiapas. Ciertamente, en 1994 la rebelión zapatista tuvo el enorme mérito de desnudar a un sistema político en plena mutación, a una dictadura que ya había dejado de ser "perfecta". Al poner de manifiesto la ineficiencia y la corrupción de un gobierno que había olvidado a los campesinos–indígenas de la Selva Lacandona, el EZLN también contribuyó a acelerar el proceso de democratización. No obstante —a 14 años del levantamiento armado y a 25 años de la creación del EZLN en Chiapas— ha llegado el momento de interrogarse acerca de los alcances y las limitaciones, los aciertos y los errores de su opción estratégica revolucionaria por la vía político–militar.

¿Ha cumplido el EZLN sus promesas de un mundo mejor para sus bases de apoyo, o ha caído en la misma trampa del ejercicio de un poder autoritario y excluyente? ¿Cuál ha sido el éxito de sus proyectos alternativos de autogestión y de producción colectiva? ¿A quién le ha beneficiado la resistencia rebelde a la construcción de infraestructuras, el rechazo de los programas de atención pública y el aborto de la incipiente remunicipalización impulsada por el gobierno local? ¿Qué beneficios concretos han obtenido, en suma, las comunidades zapatistas en la selva, en términos de desarrollo político y económico, social y humano?

Al aportar una rica y variada información de primera mano, la obra de Marco Estrada es una referencia obligada para todos los que deseamos reflexionar —a partir de elementos analíticos rigurosos y desde una perspectiva plural y equilibrada—, en torno a las posibilidades y los peligros que enfrenta el movimiento zapatista en un momento de crisis y fragmentación. Porque esta última bien puede desembocar en una violencia cada vez menos politizada, racional e instrumental, y cada vez más desorganizada, arbitraria y espontánea, cuando no criminalizada, tal y como sucedió en países con experiencias prolongadas e interminables de guerrilla, como Guatemala y Colombia. Ello dista mucho de ser fortuito a 10 años de la abominable masacre de Acteal.

 

NOTAS

1 Timothy Patrick Wickham–Crowley. Guerrillas and Revolution in Latin America: A Comparative Study of Insurgents and Regimes since 1956. Princeton, NJ: Princeton University Press, 1992; Exploring revolution: Essays on Latin American Insurgency and Revolutionary Theory. Armonk, NY: M. E. Sharpe, 1991.

2 Véase al respecto la estimación cuantitativa del llamado "abstencionismo zapatista" en el nivel de las secciones electorales, que permite obtener una idea muy precisa de la influencia del EZLN en 1994–1995, así como en el año 2000. Willibald Sonnleitner, "Démocratisation électorale, indianité et violence révolutionnaire: Eléments pour une sociologie régionale de la transition politique dans les Hautes Terres du Chiapas, Mexique (1988–2001)". Tesis de doctorado. París: Universidad de la Sorbona, abril de 2003.

Creative Commons License Todo el contenido de esta revista, excepto dónde está identificado, está bajo una Licencia Creative Commons