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Revista mexicana de sociología

versão On-line ISSN 2594-0651versão impressa ISSN 0188-2503

Rev. Mex. Sociol vol.70 no.1 Ciudad de México Jan./Mar. 2008

 

Reseñas

 

Pierre Frühling, Miguel González y Hans Petter Buvollen, con prólogo de Edelberto Torres–Rivas. Etnicidad y nación. El desarrollo de la autonomía de la Costa Atlántica de Nicaragua (1987–2007).

 

Salvador Martí i Puig*

 

(Guatemala: F & G Editores, 2007), 428 pp.

 

* Universidad de Salamanca

 

Generalmente al relatar la historia de Nicaragua se deja de lado (se ignora u olvida) la realidad de una parte sustancial del país: la Costa Atlántica. Este hecho es especialmente crítico debido a que dicho territorio posee una superficie de 60 366 kilómetros cuadrados (56% del territorio de Nicaragua) y una población estimada de 620 640 habitantes (12% del total de la población),1 a la par de constituir la gran reserva de masa forestal y recursos hídricos del país. Pero, además, la población costeña es la más empobrecida de la República —incluso podría afirmarse (tal como hace el libro que se reseña, p. 283 y ss.) que la costa constituye una "nación africana" dentro de Nicaragua, debido a que los datos del Indicador de Desarrollo Humano (IDH) regional del 2005 son comparables a los de Guinea o de Senegal.

Aparte de la "marginalidad" política y económica, esta región tiene una característica que la hace muy especial: en su territorio conviven poblaciones con diferentes rasgos culturales, étnicos e identitarios: 76% es mestizo, 17% miskito, 4% creole o negro, 2.6% es sumo–mayagna y 0.2% es rama (p. 281). Los miskitos, sumos y ramas descienden de la familia macro–chibcha, originaria de América del Sur. Los creoles y garífunas provienen de población esclava traída de África, mezclada con población amerindia de las Antillas. Y el colectivo mestizo (actualmente mayoritario, aunque no originario de la región), proviene de migraciones internas.2 Este fenómeno ha supuesto que la Costa Atlántica sea un espacio multicultural y multiétnico enriquecedor donde conviven poblaciones con itinerarios históricos, lenguas, costumbres, e incluso cosmo–visiones diferentes. Sin embargo, tal condición también ha supuesto múltiples episodios de incomprensión y conflicto —entre los mismos costeños y, sobre todo, con los nicaragüenses del Pacífico, a los que los oriundos los califican como "españoles".

A todo esto cabe agregar el difícil encaje histórico de la Costa Atlántica en el Estado nicaragüense. Si bien muy pocas veces se ha discutido la "soberanía" que ejerce la República de Nicaragua en su territorio, las autoridades de Managua han permanecido de espaldas —cuando no enfrentadas— a la realidad de la Costa Caribeña. Este proceso obtuvo gran visibilidad nacional e internacional a partir de 1979. Por numerosas razones, con la llegada al poder del FSLN, la Costa se convirtió en una de las zonas más con–flictivas del país. A raíz de ese enfren–tamiento surgieron en el debate nacional —e internacional— las particularidades históricas, sociales y políticas de la costa atlántica.

Fue a partir de esta dinámica que en la Constitución aprobada en 1987 se reconoció, por primera vez en la historia de la República, la naturaleza multicultural y multiétnica del país.3 En el mismo año se aprobó en la Asamblea Nacional un Estatuto de Autonomía que generaría un formato institucional sin parangón en América Latina: la presencia de dos regiones autónomas de carácter multiétnico con cámaras representativas elegidas democráticamente y de gobiernos responsables ante ellas. Se trata de la Región Autónoma del Atlántico Norte (RAAN) y la Región Autónoma del Atlántico Sur (RAAS).

Sobre este proceso versa la obra colectiva que aquí se reseña. Con esta pretensión es importante empezar señalando que el libro escrito por los investigadores Pierre Frühling, Miguel González y Hans Setter Buvollen no sólo es un texto de gran calidad sino que, además, llena un vacío: el de hacer un balance de dos décadas de autogobierno de la Costa Atlántica.

Con la pretensión expuesta, Etni–cidad y nación divide sus contenidos en cuatro secciones. La primera es de carácter histórico, la segunda versa sobre el funcionamiento y desempeño del régimen autonómico a partir de sus primeros pasos (en 1990), la tercera expone la situación actual de la Costa, y la cuarta y última hace un balance —a modo de conclusión— de las dos décadas de proyecto autonómico de esta región nicaragüense. Así las cosas, el libro se distingue de las monografías que pretenden exponer y relatar su singular historia4 y de los "análisis de caso", donde muestran de forma minuciosa y detallada conflictos entre diversos actores presentes en la Costa (generalmente comunidades, municipios, el gobierno regional, el nacional y empresas privadas nacionales y transnacionales), a la par que tampoco es un "informe de coyuntura" sobre la situación actual de dicha Costa.5

El libro que se reseña inicia con un pequeño recuento histórico (que abarca los capítulos I y II) y rápidamente, en el capítulo III, expone y analiza de forma detallada el proceso de creación y puesta en práctica de los Estatutos de Autonomía. Este análisis tiene la virtud de mostrar cuál fue el contexto, los autores, las pretensiones y los intereses del "proceso fundacional" de la autonomía de la Costa. En este sentido, dichas páginas constituyen un material de gran interés para los interesados en los procesos de creación y diseño institucional, ya que —tal como exponen algunos politólogos— las instituciones son preferencias congeladas que, una vez que empiezan a funcionar, constriñen (y facilitan) determinadas estrategias, discursos e intereses.

La segunda sección, titulada "El régimen autonómico en la vida real", relata los primeros pasos del proyecto político y el desempeño de los primeros consejos regionales. Respecto de los "primeros pasos" cabe apuntar que se dieron en un contexto "no planeado", ya que ocurrieron en el marco de un gobierno que finiquitó el proyecto revolucionario (donde la realidad de la Costa no era prioritaria), y que impulsó medidas políticas de carácter neoliberal. En este marco, el texto ofrece notas de gran interés y que suponen un conocimiento minucioso y de primera mano de lo acontecido —tal como lo señala el apartado titulado "abandono y proyectos surrealistas en la RAAN" —donde relata el caso de la empresa Equipe Nicargua (p. 136 y ss.) que pretendía —una vez más— esquilmar los recursos forestales de la Costa a través de triangulaciones financieras, concesiones lucrativas y decisiones imprudentes. En cuanto al desempeño de los primeros consejos regionales, los capítulos VI y VII señalan cómo demasiadas veces la coyuntura política nacional (siempre polarizada, turbulenta y con tientes caudillistas) se ha impuesto a la regional, local y comunitaria. En ese marco "nacionalizado", los dos capítulos interpretan la participación y los resultados de las elecciones costeñas de 1900, 1994, 1998, 2002 y 2006, donde el incremento alarmante de la abstención (que llegó a 62% en 2002) supone un mal indicador de la salud de las instituciones; los conflictos y malversaciones presupuestarias (donde destaca el episodio de la construcción de los "Palacios de la autonomía"); y los nuevos temas en agenda en que destaca la Ley de Tierras (L445) de 2002 y su conflictiva instrumentación.

La tercera sección, titulada "La Costa Atlántica de hoy" expone tres temas de gran relevancia: la realidad socio–demográfica y las perspectivas de desarrollo económico de la región (capítulo VIII); la capacidad institucional de las autonomías en la elaboración de leyes, el diseño de políticas y de su instrumentación, donde se hace un especial hincapié en el apoyo de la solidaridad internacional (capítulo IX), y las percepciones de los costeños sobre las mismas autonomías, su pertenencia identitaria y el futuro de la región (capítulo X).

Finalmente, la cuarta y última de las secciones expone un balance de los 20 años de autonomía regional y sus perspectivas. En este apartado se expone, por un lado, una comparación breve entre las regiones autónomas y las comarcas indígenas en Panamá y los resguardos de Colombia. Y, por otro, se señalan que los retos inmediatos más acuciantes son tres: la necesidad de crear una base productiva autónoma y sostenible en la región; dar formación a sus ciudadanos para poder generar capital humano con el cual enfrentar los retos futuros en un mundo complejo, y fortalecer las instituciones en un contexto donde los efectos nocivos de la globalización (como el crimen organizado y el narcotráfico) se ensañan en regiones periféricas.

Antes de terminar la reseña, sin embargo, es importante exponer que la Costa Atlántica puede considerarse como un clásico ejemplo de un territorio donde el Estado no ha tenido la capacidad de retener para sí el control efectivo del poder, siendo otros actores (de carácter comunitario o privado, local o transnacional, benefactor o vinculado con el crimen organizado) quienes suplen sus funciones, mermando el ejercicio real de los derechos de ciudadanía de sus habitantes. Por esta razón, la Costa Atlántica encaja en la categoría de las áreas grises, definidas por O'Donnell (2001) como aquellos territorios donde los componentes propios de la legalidad democrática y el poder de facto muchas veces se difuminan. Precisamente por ello un libro como Etnicidad y nación es de gran relevancia para poder comprender realmente cómo es la vida cotidiana en muchos espacios periféricos latinoamericanos, cuáles son sus retos y perspectivas. Pero teniendo en cuenta que dichos retos no pueden escindirse de la voluntad política de los Estados de crear nuevos diseños institucionales más apropiados (y apropiables) a las regiones con características tan singulares como las que se presentan en el Caribe nicaragüense.

 

BIBLIOGRAFÍA

HALE, Charles R. Resistance and Contradiction. Stanford CA: Stanford University Press, 1994.        [ Links ]

PNUD. Resultados de desarrollo. Nicaragua. Nueva York: PNUD, 2007.        [ Links ]

O'DONELL, Guillermo. Contrapuntos. Buenos Aires: Laidos, 2001,         [ Links ] Vilas, Carlos María. "Después de la revolución: Centroamérica en la década de 1990". México: Centro de Investigaciones Interdisciplinarias–UNAM, 1990 (mimeo).        [ Links ]

 

NOTAS

1 (INEC en PNUD, 2007). Sin embargo, en los datos de un censo que maneja Universidad de la Región Autónoma de la Costa Caribe de Nicaragua (URACCAN) para el mismo año aparece una cifra considerablemente diferente: 737 437, hecho que demuestra una de las primeras deficiencias de la región: la falta de un registro poblacional confiable.

2 La presencia de mestizos se inició con la anexión de la Costa Atlántica al Estado de Nicaragua, y se incrementó de forma acelerada a partir de los años sesenta del siglo XX, cuando el campesinado sin recursos del Pacífico y del interior de la República avanzó desde sus zonas de origen hacia el oriente, desplazando la frontera agrícola y colonizando las supuestas "tierras baldías nacionales".

3 Tal como lo indica el artículo 5 de la Constitución.

4 Entre las cuales podríamos destacar el excelente libro de Vilas (1990) y el de Hale (1994).

5 Tal como lo es el completo Informe de Desarrollo Humano (IDH) del PNUD–Nicaragua de 2005, dedicado en exclusiva a la Costa Atlántica y titulado Las regiones de la Costa Caribe. ¿Nicaragua asume su diversidad?

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