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Revista mexicana de sociología

versión On-line ISSN 2594-0651versión impresa ISSN 0188-2503

Rev. Mex. Sociol vol.68 no.3 Ciudad de México jul./sep. 2006

 

Artículos

 

Turismo rural y desarrollo local: estudio de caso del Sur de España*

 

Rural Tourism and Local Development: A Case Study in the South of Spain

 

Francisco Entrena Durán**

 

** Universidad de Granada, Facultad de Ciencias Políticas y Sociología, Departamento de Sociología. Granada - 18071, España. Correo electrónico: fentrena@ugr.es.

 

Recibido: 21 de noviembre, 2005.
Aceptado: 23 de junio, 2006.

 

Resumen

Este artículo, que expone un estudio de caso realizado en La Alpujarra (una comarca española situada al sur de la ciudad andaluza de Granada), analiza las consecuencias del turismo nacional e internacional sobre la expansión residencial, el aumento de los servicios y el incremento y la diversificación del empleo, con la consiguiente recuperación demográfica y revitalización socioeconómica de dicha comarca.

Palabras clave: turismo; expansión residencial; nueva ruralidad.

 

Abstract

This article, which describes a case study conducted in La Alpujarra (a group of municipalities in the south of the Andalusian city of Granada), analyzes the consequences of national and international tourism on residential expansion, the increase in services and the increase and diversification of employment, with the subsequent demographic recovery and socioeconomic revitalization of such municipalities.

Key words: Tourism; residential expansion; new rurality.

 

1. INTRODUCCIÓN

La Alpujarra es una extensa comarca española situada al sur de la ciudad andaluza de Granada, en un espacio geográfico comprendido entre la vertiente meridional de Sierra Nevada y la costa mediterránea; entre la divisoria de aguas de las Sierras de Lújar al Este y Gádor al oeste (véase el Mapa 1). una parte del territorio de dicha comarca fue escogida para ser estudiada en Newrur por constituir un caso de aumento de la presión urbana en un área rural relativamente alejada del centro urbano de Granada; es decir, no es este uno los clásicos paradigmas de urbanización periurbana basados fundamentalmente en la existencia de un gran número de commuters1 entre el núcleo urbano y su periferia circundante. A diferencia de ello, en La Alpujarra el incremento de la presión urbana, así como las transformaciones en su estructura económica y productiva que esa presión ha conllevado, se deben al efecto que en ella ha tenido el turismo global de origen nacional e internacional, el cual se ha desarrollado favorecido por la notable difusión que ha alcanzado en España y en el extranjero la imagen de la comarca. Ésta, como consecuencia de ello, viene recibiendo en los últimos lustros, durante cualquier época del año, millares de visitantes procedentes de los cinco continentes, lo cual hace que una gran cantidad de autobuses modernos cargados de turistas circule a diario por sus tortuosas y estrechas carreteras. Paralelamente a ello, un significativo número de personas de otros lugares españoles, e incluso muchas de ellas de otros países, han optado por vivir permanentemente en esta zona. Tanto los residentes como los turistas tienen la posibilidad de gozar de un hábitat incomparable y de unas peculiaridades socioculturales que se han mantenido en su máxima expresión gracias al secular aislamiento de La Alpujarra.

Como se verá en las páginas siguientes, el turismo ha dado lugar a un creciente dinamismo socioeconómico en La Alpujarra, sobre todo en las áreas en las que su incidencia ha sido mayor. Ello, a su vez, ha repercutido en que, al mismo tiempo que se ha puesto freno al proceso de despoblación iniciado a raíz del éxodo rural comenzado en los años sesenta y setenta del siglo XX, se esté experimentando una revitalización demográfica de determinadas zonas de la comarca. Tales zonas fueron seleccionadas para ser estudiadas en el proyecto Newrur debido al gran impacto que en ellas ha tenido el fenómeno turístico. Los efectos positivos y negativos de este fenómeno, así como los problemas ocasionados por el mismo, son estudiados a continuación. Este trabajo concluye con una serie de consideraciones acerca de cómo la llegada del turismo global ha hecho posible que La Alpujarra, tras lo que aquí se conceptúa como el proceso de desterritorialización de los años sesenta y setenta, esté ahora experimentando una apreciable reterritorialización, a la vez que está pasando de ser un paradigma de autarquía rural tradicional, hacia una nueva ruralidad crecientemente glocalizada.

 

2. ESBOZO HISTÓRICO Y ENTORNO FÍSICO

La Alpujarra fue el lugar en el que se refugiaron muchos de los habitantes del reino nazarí de Granada cuando éste se rindió a los reyes católicos en 1492. Se trata de los "moriscos" granadinos que, durante casi 80 años permanecieron en este abrupto territorio, manteniendo sus costumbres, religión y lengua hasta que fueron derrotados, tras una sublevación, por el enviado de Felipe II, Juan de Austria, y expulsados de España. A consecuencia de la expulsión se produjo una despoblación casi total de la comarca, cuyos efectos negativos trataron de ser paliados mediante el inicio, hacia los siglos XVI y XVII, de una repoblación y reparto de tierras entre personas procedentes del Norte de la Península ibérica (castellanos y gallegos, en su mayoría). Esto se tradujo en grandes cambios en todos los aspectos, tales como un descenso en la industria de la seda, que tanto habían desarrollado los árabes, y un retroceso en una serie de cultivos que tuvo lugar en paralelo a un considerable empeoramiento de la situación socioeconómica general de la zona, en la que los nuevos colonos, familiarizados con otros sistemas de cultivo agrícola y ganaderos, introdujeron cultivos extensivos de cereales.

Hasta el siglo XVIII no comenzó a notarse la revitalización socioeconómica, la cual tuvo lugar sobre la base de una economía de subsistencia de carácter autárquico y en consonancia con un gran aislamiento geográfico. De esta forma, a partir de entonces, cada pueblo alpujarreño organizó de nuevo la red de bancales que posibilitó el cultivo en terrazas tan característico de esta zona, a la vez que restauró las antiguas acequias y albercas, consumía sus propias hortalizas y frutas, levantó molinos de harina, obtuvo la madera que necesitaba de los árboles autóctonos o tejía sus propias telas.

Una especie de "fiebre por los metales" de La Alpujarra se extendió entre la última parte del siglo XIX y los comienzos del XX. Ello hizo que diferentes empresas extranjeras y nacionales plagaran de minas la comarca, sobre todo en las sierras de Gádor y la Contraviesa. Sin embargo, el esplendor minero duró muy poco, debido a que la extracción y procesamiento del mineral requerían de la quema de grandes cantidades de madera, lo que causó la tala de los árboles de casi la totalidad de las sierras de Gádor y Lújar, así como de una buena parte de los de Sierra Nevada, con los consiguientes destrozos ecológicos que ello supuso. En este mismo periodo se extendió con intensidad el cultivo del parral, el cual desafortunadamente se encuentra en la actualidad en franca decadencia, siendo reemplazado por el gran desarrollo que están experimentando los cultivos bajo plástico del área del campo de Dalías.

El territorio alpujarreño es muy montañoso, con paisajes muy hermosos y variados, debido a su notable diversidad climática y a las grandes diferencias de altitud entre las distintas zonas que lo comprenden. Sus pueblos parecen estar encaramados en empinadas laderas, contrastando el blanco de sus casas con el verde de los bosques y valles en los que están situados. Se puede estudiar botánica comparada mediante el estudio de la riqueza de climas y niveles del suelo, los cuales se suceden vertiginosamente en un descenso de 3 000 metros para una distancia lineal de 30 kilómetros. En esta distancia encontramos desde los paisajes típicamente alpinos de Sierra Nevada hasta los de la costa subtropical. La diversidad climática ha dado lugar a que pueda distinguirse entre una Alpujarra Alta, ubicada en la ladera meridional de Sierra Nevada y caracterizada por un clima frío de alta montaña; una Alpujarra Media, cuyo clima es más matizado debido a que se encuentra situada al abrigo de la depresión longitudinal que atraviesa la comarca, y una Alpujarra Baja, en la que, gracias al clima suave y húmedo de la costa y a la protección que ofrecen los profundos valles que caracterizan su paisaje, se desarrolla una de las agriculturas más prósperas de Andalucía, a saber: aguacates, chirimoyas, mangos, etcétera, cultivos tropicales en los valles de la costa más occidental y los cultivos artificiales producidos en los invernaderos bajo plástico de la zona oriental del campo de Dalías, los cuales, desafortunadamente, se están extendiendo a marchas forzadas también por el resto de la costa, sustituyendo a los tradicionales cultivos subtropicales, e incluso desplazando a considerables superficies de agricultura de montaña, tal y como sucede entre Ugíjar y Yátor, justo a los pies de Yegen, el pequeño pueblo en el que, en los años veinte, residió el escritor inglés Gerald Brenan.

La originalidad y la gran belleza de su entorno físico (la Sierra Nevada, dentro de él, ha sido declarada Reserva de la Biosfera por la UNESCO), junto con la singularidad y el exotismo de las costumbres de esta comarca que, tradicionalmente, debido a lo accidentado del terreno y a su situación entre montañas, ha estado muy aislada del exterior, han cautivado a innumerables artistas y escritores desde hace siglos. Entre ellos cabe mencionar a Pedro Antonio de Alarcón (autor de La Alpujarra: sesenta leguas a caballo, precedidas de seis en diligencia, que es uno de los más antiguos libros de viajes en lengua castellana), Julio caro Baroja (autor de Los moriscos del Reino de Granada), Gerald Brenan (autor de Al Sur de Granada), Jean Christian Spahni (autor de La Alpujarra, Andalucía secreta), Richard Ford (autor del Manual para viajeros por Andalucía y lectores en casa), o José Guglieri (autor de En los Alpes alpujarreños).

Todos estos libros han contribuido a difundir nacional e internacionalmente la imagen del territorio alpujarreño. un territorio cuya parte perteneciente a la provincia de Granada está integrada por los 32 municipios siguientes: Lanjarón, Órgiva, Cáñar, Carataunas, Soportújar, Pampaneira, Bubión, Capileira, La Tahá de Pitres, Pórtugos, Busquístar, Trevélez (el pueblo más alto de la Península Ibérica, que es famoso por la calidad de sus jamones y de su charcutería), Juviles, castaras, Almegíjar, Lobras, Torvizcón, Bérchules, cádiar, Alpujarra de la Sierra, Válor, Nevada, ugíjar, Turón, Albuñol, Albondón, Gualchos-Castell de Ferro, Polopos-La Mamola, Sorvilán, Rubite, Murtas y Lújar. Asimismo, hay más de 50 añejos y aldeas y más de 150 cortijos habitados, ubicados principalmente en la Sierra de la contraviesa, que es muy conocida por sus viñedos, sus almendras y porque en ella se producen los higos más sabrosos de la comunidad autónoma andaluza.

 

3. SELECCIÓN DE UN ÁREA ALPUJARREÑA ESPECIALMENTE IMPACTADA POR EL TURISMO

Sin duda la notable expansión del sector turístico en La Alpujarra ha sido posible por el gran interés que en los visitantes suscitan las especiales características de su entorno físico y paisajístico. Además de ello, los excursionistas por esta comarca, o quienes deciden quedarse a residir en ella, pueden disfrutar del exotismo de su folclor y de sus costumbres, así como de la originalidad de su gastronomía, artesanía y arquitectura, debido a su secular aislamiento del exterior.

En lo que se refiere a la gastronomía, los platos típicos alpujarreños se basan fundamentalmente en los productos agrícolas y ganaderos de la zona. Respecto de la artesanía, ésta constituye la expresión cultural de la población local autóctona, la cual ha tenido que hacer frente a los efectos negativos que producía el aislamiento mediante la manufactura, en los talleres locales, de todos los enseres que se necesitaban en el hogar: ropa, utensilios de cocina y agrícolas o muebles. Por último, la arquitectura constituye también una de las principales peculiaridades de la comarca. Aunque cada pueblo manifiesta su propia personalidad a la hora de construir, como característica general sobresalen las casas cubiertas con techos de lajas de pizarra o cañas sobre vigas de castaño. En ambos casos, la terminación se hace a base de una tierra impermeable llamada launa, que para evitar su deslizamiento se sitúa sobre techos planos. Éstos constituyen a menudo la calle a la que se abre la puerta de la casa superior. Se forman así unas anchas escaleras, alternando techos-calle-casas debido a las empinadas pendientes de las laderas sobre las que se asientan los pueblos. Tal forma de construcción de las casas, en las que las cónicas chimeneas típicas proliferan por doquier, confiere a los pueblos una gran originalidad y belleza.

Todos estos atractivos están en la base del éxito del fenómeno turístico en La Alpujarra. con el objeto de analizar las transformaciones sociales y demográficas experimentadas tras el declive de la actividad agraria tradicional y la posterior recuperación socioeconómica ocurrida como consecuencia del crecimiento del turismo rural, en el proyecto Newrur procedimos a seleccionar un área específica de la comarca. Se trata de una zona en la que los cambios socioeconómicos derivados del turismo y sus consecuencias se han manifestado con notable intensidad. La finalidad de ello era hacer en esta zona un estudio en detalle de tales cambios y consecuencias. Este estudio consistió en un análisis bibliográfico y estadístico de los municipios seleccionados, a lo que se añadió la realización de 19 entrevistas en profundidad. Las personas a las que se hicieron dichas entrevistas son las relacionadas en el cuadro I. En cuanto a los temas estudiados a través de las entrevistas, algunos de los más destacados de ellos fueron la percepción de los actores sociales, en particular de los entrevistados, acerca de: a) los principales cambios en los usos de la tierra, en la expansión residencial, en el empleo, el entorno, la calidad de vida, los servicios o las relaciones sociales; b) las causas y consecuencias de esos cambios, y c) las respuestas de las políticas públicas ante los cambios y los efectos de ello.

La zona seleccionada en el proyecto Newrur estaba integrada por los municipios siguientes: Lanjarón, Capileira, Pampaneira y Bubión (situados estos tres últimos en el área que se conoce como el Barranco de Poqueira) y La Tahá de Pitres.2

Antes de proceder a analizar las transformaciones socioeconómicas y las consecuencias derivadas del turismo rural en el área seleccionada de La Alpujarra, con el fin de determinar el contexto en el que se han producido tales transformaciones y sus consecuencias, se trata a continuación del éxodo rural iniciado a partir de los años sesenta, así como de la subsiguiente crisis de la agricultura tradicional que ello supuso para la comarca.

 

4. EL ÉXODO RURAL Y LA CRISIS DE LA AGRICULTURA TRADICIONAL

A partir de los años sesenta, la industrialización y el auge masivo del turismo de sol y playa ocasionaron que una considerable parte de la población rural española emigrara a las zonas urbanas y costeras tratando de mejorar sus condiciones socioeconómicas y de vida. En el caso de La Alpujarra, los efectos de la fuerte reducción poblacional que esto supuso para muchos de sus municipios son todavía patentes. Entre las razones de este fuerte éxodo rural cabe señalar la necesidad de escapar de las situaciones de secular pobreza, padecidas por muchos habitantes de la comarca, así como el hecho de que la típica agricultura de montaña alpujarreña no estaba en condiciones de competir ventajosamente con la más rentable agricultura de la llanura ni en volumen de producción ni en rendimientos (Rodríguez Martínez y Jiménez Olivencia, 1996: 187).

Como consecuencia del éxodo rural y así como de la desaceleración del crecimiento natural de la población, después de haber tenido un periodo de considerable crecimiento demográfico, La Alpujarra entró en una alarmante fase de despoblación (García Martínez, 1999). Paralelamente, comenzó un proceso de paulatino envejecimiento demográfico. Los efectos de este éxodo rural de los años sesenta para La Alpujarra eran descritos por uno de los entrevistados en el proyecto Newrur en los siguientes términos:

Los procesos de emigración rural y de industrialización de los sesenta, además de la depreciación de los productos del campo, han provocado que la agricultura de estos pueblos montañosos haya llegado a ser antieconómica [...] El empobrecimiento de la agricultura de montaña ha conllevado un impresionante descenso en la población de las zonas afectadas (entrevistado número 2) .

Todo ello, unido a otros factores estructurales, entre los que destacan las tendencias hacia la creciente división de la tierra en parcelas cada vez más pequeñas, fue decisivo como causa del abandono de La Alpujarra de la población agraria de manera masiva, especialmente en lo que se refiere a los grupos más jóvenes de la población.

Se inició así un progresivo declive de la forma de agricultura tradicional que, durante siglos, fue característica de este territorio montañoso.

Dicha agricultura constituye una manifestación de cómo el medio agrícola se ha ido adaptando a las características del suelo, a la disponibilidad de agua y a la fisiografía. Para todo ello ha sido necesaria una intensa actividad humana que se ha concretado en la construcción de bancales sujetados por balates de piedra,3 lo que ha permitido que un suelo que sólo hubiera podido dedicarse a actividades forestales y ganaderas se haya convertido en una zona agrícola de considerable originalidad. Los procedimientos establecidos durante siglos para captar y distribuir el agua desde las cumbres de sierra Nevada hacia las zonas más bajas han hecho posible el desarrollo de una agricultura de riego, cuyo nivel productivo no se hubiera podido alcanzar con unos cultivos de temporal, dado el mediano o escaso nivel de precipitaciones de la comarca. Asimismo, la combinación de la actividad ganadera y la agraria ha contribuido a conseguir y mantener un nivel de fertilidad de los suelos, que no tendrían debido a sus originales características edafológicas.

Por otra parte, la existencia de múltiples espacios en los que existen bruscos cambios de altitud, zonas quebradas o barrancos, junto con la utilización del agua, posibilita el cultivo de una amplia diversidad de productos de huerta y frutales, los cuales, poco a poco, están siendo desplazados por variedades que a primera vista parecen más productivas o atractivas. Variedades, cuyas ventajas, a mediano y largo plazo, están por demostrar, pues todavía no han pasado el filtro de la selección y adaptación a las condiciones bioclimáticas y edafológicas.

De todas formas, aún existe una destacada extensión de los espacios agrarios alpujarreños que no ha sido considerablemente deteriorada por el uso de técnicas de cultivo demasiado intensivas, agresivas o basadas en el empleo de pesticidas, abonos químicos artificiales o reguladores del crecimiento. Tales espacios siguen teniendo unas condiciones muy adecuadas para el cultivo de productos agrarios con una doble garantía: su procedencia de zonas de montaña en las que persisten prácticas agrícolas tradicionales, y el hecho de que pueden ser consumidos con la seguridad de que carecen de sustancias químicas dañinas para la salud y el medio ambiente.

 

5. CONSECUENCIAS DEL DESARROLLO LOCAL PROPICIADO POR EL TURISMO

El desarrollo local propiciado por el turismo tiene consecuencias positivas y negativas, tal y como se pone de manifiesto a continuación al analizar sus efectos sobre la demografía, el empleo y la revitalización socioeconómica de La Alpujarra. Todo esto, a su vez, se ha traducido en una considerable expansión residencial y en el aumento de los servicios en la comarca.

5.1. Recuperación demográfica, diversificación de las oportunidades de empleo y revitalización socioeconómica

En las últimas décadas tuvo lugar una cierta recuperación demográfica del medio rural alpujarreño, la cual se produjo sobre todo entre 1986 y 1995 y que, en gran parte, está relacionada con la crisis socioeconómica general experimentada en el ámbito urbano-industrial de la mayoría del mundo desarrollado a partir de esas fechas, lo que hacía cada vez menos atractiva la idea de emigrar del campo a la ciudad. Además, el establecimiento por el gobierno español de diversos subsidios para la población rural desempleada de Extremadura y Andalucía, los planes puestos en marcha por la Unión Europea (UE) para el desarrollo del medio rural en general, así como las subvenciones para los agricultores (también procedentes de la UE), han sido factores que, en el caso de La Alpujarra, análogamente a como ha sucedido en otros territorios rurales españoles y extranjeros en circunstancias similares, han contribuido al mantenimiento de la población rural, cuando no a propiciar incluso cierto crecimiento demográfico de algunas zonas de la comarca, lo cual contrasta claramente con las tendencias hacia su despoblación antes referidas.

En el caso específico de Lanjarón, uno de los municipios seleccionados para ser estudiados en el proyecto Newrur, aunque a partir de 1950 experimentó cierto declive poblacional, éste no fue tan intenso como en el resto de La Alpujarra debido a su particular situación socioeconómica, fundamentalmente, a su balneario, que ha contribuido a generar suficientes recursos como para posibilitar la permanencia en la localidad de una considerable parte de su población. También la dinámica poblacional ha evolucionado de manera claramente diferenciada a lo ocurrido en la generalidad de La Alpujarra en el Barranco de Poqueira, en donde, tras el declive experimentado como consecuencia del éxodo rural iniciado a partir de los años sesenta, se está produciendo actualmente un notable freno al proceso de despoblación, e incluso, en algunos casos, cierta recuperación demográfica debido al intenso turismo rural que hoy visita esta zona. Por último, en lo que se refiere a La Tahá, ésta es de entre las áreas seleccionadas la que menos dinamismo demográfico ha experimentado en los últimos años, aunque también se aprecian en ella síntomas de que la pérdida poblacional no ha sido tan intensa como en otras partes de La Alpujarra.

Una de las consecuencias del creciente peso del turismo rural en tales áreas es una gradual diversificación de la estructura de la población activa, la cual, de trabajar fundamentalmente en la agricultura, está empleada con cada vez mayor frecuencia en otros sectores tales como el secundario manufacturero, la construcción o los servicios (véase el cuadro I).

En definitiva, el turismo ha hecho posible que el gradual descenso de la ocupación agraria en estos municipios haya sido absorbido, en gran parte, por el aumento de las oportunidades de encontrar trabajo en otros sectores productivos. Ello ha contribuido a evitar el desempleo y otras consecuencias negativas que se hubieran podido derivar del paulatino abandono de la agricultura. En este sentido, en el cuadro II es posible apreciar una tendencia al decrecimiento, sobre todo en la década de 1990, en el número de desempleados en relación con la población potencialmente activa existente en el total del territorio integrado por los cinco municipios alpujarreños estudiados en el proyecto Newrur, especialmente desde 1991, lo cual ha tenido lugar a la vez que se ha producido una notable mejora de la actividad económica, tal y como puede verse en el cuadro III.

Los ingresos procedentes del turismo en el Barranco de Poqueira experimentaron un significativo crecimiento entre 1982 y 1992, lo cual produjo una notable elevación de los precios en esta área (calatrava Requena, 1992). A este respecto, Calatrava Requena señala que el turismo rural debe ser considerado dentro del marco local como una estrategia de desarrollo sostenible, mediante la cual llevar a cabo múltiples actividades y una diversificación de las fuentes de ingresos en cada unidad familiar. La finalidad de ello es propiciar una revitalización socioeconómica de las áreas agrarias de montaña en declive, como el caso de La Alpujarra. En la práctica, ha resultado que en el caso de esta comarca, los ingresos provenientes del turismo en muchas economías domésticas, lejos de ser un complemento, han llegado a ser la única fuente de recursos, debido al abandono de su actividad agraria tradicional motivado por la escasísima rentabilidad de la misma.

Las consecuencias del turismo, en lo que se refiere a la creación de empleo y a la consiguiente mejora de las condiciones de vida de la población, han sido muy significativas. Particularmente en las zonas en las que la presión urbana ha sido menor es donde el turismo rural ha proliferado más. Los pueblos que han sabido preservar su arquitectura y sus costumbres tradicionales, han solido ser también los que mejor han sabido promover el turismo rural. Ello ha contribuido a aumentar las oportunidades de empleo en tales pueblos, las cuales se han desarrollado paralelamente a la expansión de los servicios relacionados con la construcción de infraestructura hotelera, de casas rurales y de nuevos restaurantes o de bares. El resultado es una diversificación y ampliación de la estructura y las oportunidades socioeconómicas de la zona, de tal forma que muchos de los que antes sólo tenían ocasión de encontrar empleo en el sector primario ahora pueden trabajar en la construcción o en las actividades relacionadas con el turismo.

Pero esto no significa que toda la gente haya abandonado su tradicional actividad agraria, en la cual sigue trabajando un considerable número de familias para conseguir una serie de productos de uso doméstico. Se patentiza pues aquí una expresión del fenómeno cada vez más generalizado conocido como la pluriactividad, fenómeno que está, a su vez, relacionado con la progresiva multifuncionalidad que han ido adquiriendo los espacios rurales. Tal multifuncionalidad está llevando a la asunción de unas nuevas funciones por parte de la propia agricultura. La generación de excedentes productivos en el mundo desarrollado, la progresiva apertura del comercio internacional de productos agrarios, la constatación del papel desempeñado por los cultivos en la conformación de los paisajes rurales, la demanda cada vez mayor de "espacios libres", etcétera, son algunos de los hechos que están llevando a que al papel tradicionalmente asignado a la agricultura (proporcionar alimentos) se estén superponiendo otras funciones más relacionadas con la provisión de bienes ambientales y culturales que con los estrictamente productivos (Silva Pérez, 2002: 106-107).

De todas formas, ha sido el turismo la principal causa de que, durante las últimas décadas, se haya experimentado una apreciable mejora socioeconómica en La Alpujarra, lo cual, a su vez, se ha traducido en un aumento del bienestar social para una amplia franja de la población local. Ésta ha visto cómo, con la extensión de las nuevas formas de actividad relacionadas con el crecimiento del turismo, se ha conseguido remontar la situación de declive socioeconómico generalizado acaecido a raíz del éxodo rural de los sesenta.

El resultado de ello es que, en el transcurso de los últimos años, se han observado grandes cambios en la zona, manifestados en la creación de empleo y de riqueza para la población. En los municipios afectados por tales cambios, aunque se muestren como no perturbados por la influencia urbana (esa imagen de ellos es la que precisamente contribuye a incentivar el turismo rural), su entorno físico, sus condiciones de vida y sus hábitos socioculturales ya no son lo que eran, sobre todo porque dichos municipios resultan atractivos para vivir permanentemente en ellos, o atraen en visitas ocasionales a pobladores urbanos que, sin proponérselo, están contribuyendo en mucho a modificar justamente lo que buscan, es decir, los atractivos paisajísticos o ambientales de La Alpujarra y sus tradiciones, de las cuales, a menudo, sólo quedan exiguos vestigios, cuando no simulacros escenificados de cara a los turistas. En relación con esto, uno de los entrevistados en el proyecto Newrur, buen conocedor de la comarca, decía:

De acuerdo con algunos estudios sociológicos, lo que es más interesante para los turistas que vienen a La Alpujarra es ver sus formas tradicionales de agricultura y de vida, los lugareños con boinas que van a recoger sus patatas montados en burros; es decir, la imagen típica de las áreas rústicas de España (entrevistado número 3).

La mano de obra está ahora principalmente concentrada en la construcción y en el sector turístico. Sin embargo, los empleos generados tienen fundamentalmente un carácter temporal, de tal forma que, mientras la tasa de desempleo es muy baja durante la estación alta, dicha tasa se acrecienta sensiblemente en las temporadas anuales de baja actividad. No obstante, la demanda del turismo rural cada vez se hace más intensa y más constante en todas las épocas del año, lo que favorece ciertas tendencias hacia la reducción de la precariedad y la estacionalidad en el trabajo. En relación con este asunto, uno de los entrevistados afirmaba:

El turismo está generando empleo, no sólo en lo que respecta a los pequeños hoteles que existen en la zona, sino también en lo que se refiere a aquellas casas de campo que han sido acondicionadas para usos turísticos. También se ha notado el crecimiento del empleo en la construcción y en los servicios relacionados con ella. En cuanto al empleo agrario, su crecimiento ha sido casi nulo, aunque en algunos lugares, como es el caso de Órgiva, la gente está empezando a introducir agricultura biológica, pero todavía en muy escasa proporción (entrevistado número 2).

Sin embargo, hay quienes no ven con tan buenos ojos los efectos del turismo en cuanto a la creación de empleo. Tal es el caso de un entrevistado, para el que: "cinco o seis familias controlan el negocio del turismo en cada pueblo, por lo que el nivel de empleo derivado del mismo es prácticamente nulo" (entrevistado número 6).

Otros entrevistados consideran que La Alpujarra está falta de mano de obra para ciertas actividades profesionales, lo cual se debe, en gran medida, a la virtual monodependencia del sector turístico, de tal forma que no hay oferta de trabajo para tales actividades o para una parte de la población cuyas capacitaciones y nivel cultural no están en consonancia con las ocupaciones que se ofrecen en la comarca. A este respecto, pueden referirse los casos de los dos entrevistados siguientes:

Las personas viven de alquilar sus casas rurales para el turismo, de la percepción de los subsidios de desempleo. Sin embargo, es muy difícil encontrar determinados profesionales. Así, si uno necesita un fontanero, tiene que esperar un largo tiempo hasta conseguirlo (entrevistado número 3).

El mercado de trabajo está muy mal. Los jóvenes con un elevado nivel cultural se ven abocados a dejar el pueblo, permaneciendo en él los sin estudios. Además, hay una importante proporción de analfabetos que sufren con más intensidad el desempleo (entrevistado número 4).

Las razones de estos problemas de desempleo o de la falta de adecuación que existe entre la oferta y la demanda laboral se deben a las características específicas de las empresas alpujarreñas. Características tales como:

- predominio de las pequeñas empresas de tamaño familiar;

- déficit de especialización profesional;

- excesiva focalización de la actividad empresarial en el sector turístico, y

- sólo unas pocas familias monopolizan la creación de nuevas empresas.

Entre las consecuencias de todo esto pueden mencionarse:

- la ya referida, por un entrevistado, acerca de la emigración de los jóvenes con alto nivel educativo;

- la inmigración de trabajadores nacionales, los cuales sólo permanecen en la comarca durante un corto tiempo en la estación de máxima actividad;

- la zona está perdiendo su población autóctona, a la vez que cada vez más forasteros (españoles y extranjeros) están quedándose a vivir en ella, y

- la llegada de forasteros con nuevas ideas empresariales está causando ciertas tensiones con la población autóctona local, debido a su diferente manera de entender el desarrollo local;

Actuaciones de las autoridades locales

Con el propósito de regular e impulsar el desarrollo de La Alpujarra, las autoridades locales han adoptado diferentes medidas, tales como la creación de un puesto de Agente de Desarrollo Local en el Barranco de Poqueira y otro en Lanjarón. Asimismo, la Cámara de Comercio de Granada promueve en La Alpujarra una serie de acciones formativas y de especialización profesional dirigidas a las pequeñas y medianas empresas. Las consecuencias de estas acciones, que son denominadas "Acciones Utea", pueden considerarse como positivas, aunque hace todavía muy poco tiempo que comenzó su instrumentación.

También, en aras de impulsar el desarrollo local, el Instituto de Fomento de Andalucía puso en marcha, en 1989, el Plan de Actuación Económica de La Alpujarra. La finalidad era promover determinadas construcciones y crear empleos de carácter público; sin embargo, este plan quedó en suspenso por falta de financiamiento hasta 1991, cuando fue parcialmente reactivado gracias a los fondos provenientes del programa Leader de la UE. De todas formas, el financiamiento fue menor de lo que inicialmente se había pensado para este propósito y, en su mayoría, las políticas públicas derivadas del plan se concentraron en la creación de infraestructura para el turismo.

En 1994 fueron aprobados dos nuevos planes: el Plan de Ordenación de los Recursos Naturales y el Plan Rector de uso y Gestión del Parque Natural de Sierra Nevada. Ello gracias, también, a fondos del programa Leader.

Otras acciones puestas en práctica en La Alpujarra están amparadas en programas sectoriales específicos de la región andaluza, tales como el Plan Andaluz de Electrificación Rural (PAER), el Plan de Mejora de las Infraestructuras Turísticas, el Plan de Actuación en las Carreteras de la Red Secundaria o el Plan de Telefonía Rural de Acceso Celular.

Algunas otras instituciones han diseñado políticas para ser aplicadas en La Alpujarra. Entre tales instituciones cabe mencionar, por ejemplo, el Patronato Provincial de Turismo de la Diputación de Granada y la Consejería de Deportes y Turismo de la Junta de Andalucía, la cual ha tenido gran influencia en la construcción de la Villa Turística de Poqueira en Bubión. Asimismo, la Consejería de Medioambiente de la Junta de Andalucía también promueve y equipa determinadas áreas de recreo y campings.

No obstante, en la actualidad, la única iniciativa global para el desarrollo económico que ha sido instrumentada en La Alpujarra es el Plan de Actuación Económica, financiado por el programa Leader. Con referencia a este programa, los proyectos aprobados bajo sus auspicios para los diferentes municipios seleccionados en el proyecto Newrur han sido los siguientes:

Lanjarón

- Construcción de apartamentos turísticos.

- Construcción de una central de teléfonos.

- 2a Exposición General sobre La Alpujarra.

- Mejora de la oficina de turismo.

- Señalamiento de las rutas y áreas turísticas.

Bubión

- Adquisición de maquinaria.

- Reamueblamiento de la casa de turismo con la finalidad de mejorar sus posibilidades de alojamiento.

- Reacondicionamiento de un local para abrir un restaurante.

- Acondicionamiento de un pabellón multiusos.

Capileira

- Servicios complementarios para el turismo.

- Asistencia a la Feria Vadexpo en 1993.

La Tahá de Pitres

- Hotel Apartamentos *** (3 estrellas). Restaurante.

- Apartamentos turísticos. Restaurante.

- Construcción de alojamientos turísticos.

- Construcción de una casa para alojamientos turísticos.

- Reacondicionamiento de una casa para alojamientos turísticos.

- Construcción de un hotel.

- Creación de un mapa mural para orientación del turismo rural.

- Arreglo de las rutas turísticas.

- Señalamiento y delimitación de áreas de interés turístico.

5.2. Expansión residencial

El turismo es un sector económico muy consolidado en casi todo el territorio alpujarreño. Varios empresarios y conocedores de este sector señalaron la importancia del mismo desde hace 15 o 20 años, aunque en algunos lugares la afluencia del turismo empezó incluso antes. Tal es el caso de Lanjarón, donde el turismo de salud ya era elevado a comienzos del siglo XX debido a su balneario.

Este hecho evidenció la necesidad de construir alojamientos durante las pasadas décadas, de tal forma que se ha experimentado un incremento de las nuevas edificaciones para el turismo desde los años setenta. Las casas para uso recreativo durante las vacaciones o fines de semana dentro de los pueblos y fuera de ellos han aumentado significativamente. Estos nuevos alojamientos han sido usados, sobre todo, como segunda residencia en casi todos los municipios seleccionados, salvo en el caso de Lanjarón, que es el único distrito alpujarreño, de entre los estudiados en Newrur, que ha experimentado un continuo crecimiento del número de viviendas usadas como primera residencia (véase el cuadro IV).

La creación del Parque Natural de sierra Nevada, junto con la creciente afluencia del turismo, está comportando la aplicación de diversas medidas proteccionistas tendentes a regular el sector de la construcción, e incluso a prohibir la edificación en las áreas protegidas del Parque. Esto conlleva de facto restricciones para las nuevas construcciones, lo que, a su vez, se está traduciendo en un aumento de la restauración de las viejas casas y/o de los cortijos, la cual está en concordancia con el hecho de que cada vez se extiende más la conciencia acerca de la importancia de conservar las tradiciones arquitectónicas, con el objeto de continuar atrayendo el turismo.

En cualquier caso, no todos los pueblos de La Alpujarra se caracterizan precisamente por mantener una intensa política conservacionista de su arquitectura tradicional. Hay pueblos que promueven otros atractivos, tales como la agricultura ecológica, la cura de jamones, etcétera. Durante los últimos años han ocurrido algunos cambios en la tipología de construcción predominante en La Alpujarra. En este sentido, las tendencias hacia la pérdida de la arquitectura tradicional son un hecho manifiesto a escala de toda la comarca, particularmente, en los casos de Trevélez, Pitres o Lanjarón. En cambio, en los municipios del Barranco de Poqueira (es decir, en Capileira, Pampaneira y Bubión) la conservación de la arquitectura tradicional es considerada como un elemento esencial para el futuro económico de estos municipios. A este respecto, de acuerdo con las personas entrevistadas, el mantenimiento de esta arquitectura típica es altamente valorado por la generalidad de la población del Barranco. De todas formas, no toda la población nativa de estos municipios ni, desde luego, la de toda La Alpujarra está de acuerdo en la conveniencia de conservar la arquitectura tradicional. Hay incluso un sector importante de habitantes locales que están inconformes con las medidas proteccionistas de dicha arquitectura. En relación con esto, un forastero entrevistado en el curso de la investigación Newrur, en su calidad de profundo conocedor de la zona, opinaba lo siguiente:

Lo que nosotros consideramos como un buen valor, la arquitectura tradicional, es un problema para muchas personas autóctonas de la comarca, las cuales en sus tradicionales casas no tenían agua caliente, ni una cocina con azulejos. Para muchas de estas personas, la restauración del exterior de sus casas de acuerdo con los estilos modernos significa progreso, ya que tener que encalar es una molestia. Hay pues diferentes puntos de vista, por una parte, el de los forasteros visitantes o afincados en la comarca, que valoran positivamente los tradicionales estilos arquitectónicos y de vida. Por otra parte, está el punto de vista de muchos nativos que buscan una modernización de sus casas y de sus costumbres cotidianas (entrevistado número 3).

La necesidad de alojamientos para el sector turístico está produciendo el aumento de la oferta y la demanda de viviendas para propósitos recreativos, aunque las restricciones legales al respecto hacen que sea poco el espacio en el que se permite construir. Como consecuencia, se está produciendo un notable incremento del precio de las viviendas; sobre todo en una zona en la que, además, escasea la construcción de viviendas de protección oficial. Todo esto hace que la población local tenga que pagar precios similares a los que pagan los que vienen de fuera, a pesar de que su nivel de vida sea considerablemente más bajo. De todas formas, estos problemas no impiden que, en general, el crecimiento del sector turístico esté teniendo unos efectos positivos para el desarrollo de la comarca, en la que el futuro de este sector parece ser prometedor.

Los datos del cuadro V muestran cómo la expansión residencial comenzó a producirse de manera importante a partir de los años setenta. Sin embargo, el cuadro VI pone de manifiesto la forma en que el crecimiento experimentado a partir de dicha década ha sido fluctuante en lo que se refiere al número de viviendas construidas por año en el periodo comprendido entre 1994 y 2000.

Los problemas relacionados con el aumento de la presión urbana derivada de la expansión del turismo dentro de La Alpujarra, los cuales son mayores en aquellos municipios más afectados por esa expansión, son discutidos en el texto titulado Información y Diagnóstico Territorial y Urbanístico de La Alpujarra de Granada. Se trata de un texto publicado por la Consejería de Obras Públicas y Transportes de la Junta de Andalucía, en 1998, en el que se pone de manifiesto cómo la pérdida de los estilos tradicionales de construcción en los núcleos urbanos es un problema común de la generalidad de la comarca alpujarreña. Las áreas más afectadas por el impacto de las modernas formas de construcción han sido aquellas cercanas a las carreteras y caminos principales, a través de los cuales la penetración de las influencias externas se hace especialmente intensa. Sin embargo, las agresiones más recientes, en fase de expansión, pueden ser observadas en aquellas zonas consideradas como no edificables por parte de la legislación vigente. Así, en estas zonas se está experimentando un notable aumento de la construcción de segundas residencias aprovechando la existencia de casas de campo o de cabañas de pastores, las cuales, muy a menudo, son rehabilitadas sin contar con los permisos legales necesarios. Especialmente, este tipo de agresiones urbanísticas es observable en el medio rural de los pueblos del Barranco de Poqueira y en La Tahá.

5.3. Aumento de los servicios

Los servicios de salud y educativos tienen niveles satisfactorios de implantación en la comarca. La puesta en marcha de la Reforma en el Distrito Sanitario de La Alpujarra ha hecho posible dotar a todos los núcleos de población de quirófanos municipales y también la incorporación de dichos pueblos dentro de una estructura jerárquica en torno a centros de salud localizados en los municipios de Órgiva, Cádiar y Ugíjar. Por otra parte, en lo que respecta a la educación, los pueblos más pequeños de la comarca están cerrando sus escuelas y los niños son concentrados en unos pocos centros escolares ubicados en algunos municipios, debido al envejecimiento de la población y al consiguiente descenso en el número de niños en los pequeños pueblos. Algunos municipios, como es el caso de Pitres, han conseguido, no obstante, el establecimiento en ellos de ciertos servicios educativos y sanitarios debido a su larga distancia con respecto a los centros que hay en la comarca. Estos servicios funcionan no sólo para el municipio en el que están enclavados, sino también para todos los circundantes. A este respecto, con relación a los pueblos del área seleccionada en el proyecto Newrur, Lanjarón, Pitres y Capileira tienen las instalaciones y el profesorado necesarios para impartir enseñanza primaria, secundaria y educación para adultos. En cuanto a Pampaneira y Bubión, usan los centros de Capileira, y los niños de los pueblos en torno a Pitres asisten a las escuelas de este municipio.

Por otra parte, en general, los equipamientos culturales y deportivos son bastante deficientes y la mayoría de ellos son las propias instalaciones deportivas de los centros escolares. No obstante, durante los últimos años, la Diputación Provincial de Granada ha construido varios polideportivos.

En lo que se refiere a los equipamientos territoriales (es decir, equipamientos que no son exclusivamente municipales), existen otras instalaciones para el ocio, el deporte o el disfrute del medio ambiente diferentes, tales como áreas de recreo para picnic, campings y refugios de montaña.

El transporte público en los municipios seleccionados por Newrur es deficiente, con la excepción de Lanjarón, donde hay nueve autobuses diarios que conectan con Granada en las dos direcciones. El resto de los municipios sólo tiene 3 autobuses al día hacia la capital y de regreso.

Además, la duración del trayecto es muy larga debido a la estrechez y el gran número de curvas de las carreteras.

A pesar de las limitaciones en los servicios antes mencionadas, lo cierto es que se han experimentado importantes mejoras en las últimas décadas. Obviamente, mientras que aquellos sectores de la población a los que no se les puede imputar la responsabilidad del nivel de servicios existente se quejan de las deficiencias al respecto, los políticos tienden a subrayar los avances en este sentido. Así, se pone de manifiesto en las citas de las entrevistas realizadas:

Hay un déficit, hay un exceso de población en Navidad, semana santa y Verano, no hay para esos periodos suficientes servicios (entrevistado número 3).

Las mejoras son muy pocas, y estamos un poco abandonados. Los médicos vienen aquí sólo 3 días a la semana, 2 horas durante las mañanas (entrevistado número 11).

Cuando los niños acaban la escuela secundaria tienen que irse a Órgiva para la enseñanza media. Hay algunos niños que tienen tíos, primos o hermanos que viven en Granada capital, por lo que éstos se van allí a continuar sus estudios. Los hay también que hacen a diario el viaje de ida y vuelta de aquí a Granada. Hace tiempo, los niños tenían que dormir en Órgiva en un colegio en régimen de internado, pero ahora existe un servicio de autobuses que los lleva y los trae a diario. El internado ha cerrado hoy. La calidad de vida de estos niños ha mejorado algo, ya que tienen más contacto cotidiano con sus familias (entrevistado número 18).

Estas opiniones contrastan con las que manifiestan los políticos:

Las escuelas son muy buenas, estamos construyendo algunas escuelas nuevas. Los nuevos centros van a tener calefacción a diferencia de los antiguos [...] Tenemos una pequeña clínica y un médico, el cual no presta servicio todo el tiempo que desearíamos, pero viene a diario excepto los miércoles (entrevistado número 13).

En Bubión había un centro deportivo con dos porterías rotas, ahora tenemos un buen centro deportivo y un gimnasio. Tenemos también una Casa de la Cultura con una persona dedicada a ella. Esto ha cambiado mucho. En Bubión se llegan incluso a ofrecer cursos de informática subvencionados por el Ayuntamiento, cursos de gimnasia, de yoga, de mantenimiento, de inglés [...] Mucha gente de Capileira viene a usar estos servicios (entrevistado número 16).

Una importante causa del déficit que existe en servicios son los ingresos escasos e insuficientes procedentes de los impuestos con los que cuentan las administraciones locales de los municipios. Muchos de éstos tienen un número relativamente reducido de habitantes permanentes, pero en determinadas temporadas del año se ven desbordados por la residencia en ellos de una población que, por ser flotante, no paga tributos y que, sin embargo, demanda servicios.

En el plano comarcal hay una centralización de servicios en Pitres, Órgiva y Lanjarón. Esta concentración en los municipios más grandes conlleva que en los pueblos pequeños la provisión de servicios esté empeorando, lo cual está causando el éxodo de su población hacia los centros urbanos mayores con mejores servicios.

 

6. ALGUNOS PROBLEMAS CAUSADOS POR EL DESARROLLO

Una parte considerable de tales problemas deriva del hecho de que los agricultores han llevado a cabo ciertas actuaciones muy perniciosas para el entorno agrario. Algunas de tales actuaciones se produjeron en el transcurso de los años ochenta y noventa. En ese periodo, las sequías prolongadas que tuvieron lugar hicieron que muchos agricultores cementaran y/o entubaran las acequias, y que encofraran las grandes balsas para la retención del agua, con el propósito de mantener el caudal y disminuir los trabajos de mantenimiento que suponía el sistema tradicional de regadíos. Desde el punto de vista ambiental, estético, paisajístico y turístico, estas acciones pueden ser catalogadas como catastróficas, ya que, como consecuencia de ellas, se ha producido la modificación de los ciclos del agua, la desecación de diversos pastizales y arboledas, así como de diferentes fuentes y manantiales tradicionales. La mayoría de la población alpujarreña es consciente de este problema, tal y como se manifiesta en la gráfica I.

La magnitud de estos desastres se entiende mejor cuando se toma en cuenta el hecho de que la economía agraria de La Alpujarra ha estado desde hace mucho fuertemente condicionada y unida al papel desempeñado por las acequias. Toda la infraestructura de regadíos montada sobre la base de éstas se debe a un esfuerzo continuo del hombre desde épocas remotas, el cual ha hecho posible la retención el mayor tiempo de las aguas del deshielo de sierra Nevada para su posterior uso durante el verano. El método para retener estas aguas ha consistido en favorecer su filtración en unas áreas específicas de pastizales o arboledas o, incluso, dirigiendo el líquido hacia zonas de fractura y calizas, denominadas en algunos pueblos "simas guiaderos", para que se recarguen los acuíferos y así reforzar las fuentes y los manantiales inferiores.

Por otra parte, el creciente abandono de la actividad agraria, a la vez que aumenta la turística, está teniendo efectos muy negativos sobre el medio ambiente. Sobre todo, están intensificándose los procesos de erosión, la cual se ve ahora favorecida porque al dejar de cultivar la tierra, se deja también, muy a menudo, de cuidar y mantener las típicas terrazas, mediante las que tradicionalmente se ha tratado de conservar el suelo y convertir en aptas para el cultivo de zonas con pendientes muy elevadas (véase el cuadro VII).

Del deficiente estado de conservación de los balates que sujetan las terrazas existe una amplia conciencia entre la población, tal y como se pone de manifiesto en la gráfica II. A largo plazo, si la actividad agraria continúa siendo afectada de esta forma negativa por el turismo, podría originarse un deterioro del propio sector turístico. Así, como acertadamente señalaba uno de los entrevistados en el proyecto Newrur: No se puede "perder el modelo de agricultura tradicional de montaña. Si esto ocurre puede haber dificultades para preservar la imagen de la agricultura tradicional en terrazas, una de las características más buscadas por la mayoría de los turistas" (entrevistado número 3).

Las consecuencias negativas de la actual situación de la agricultura son comentadas por otro de los entrevistados en Newrur de la manera siguiente: "El abandono de los caminos, la desertificación de las laderas, la desecación de las acequias, la desaparición de las praderas, pueden ser hechos peligrosos para la supervivencia de estos pueblos rurales a corto y medio plazo" (entrevistado número 2).

En particular, el colapso del sistema agrario del Barranco de Poqueira ha afectado profundamente al medio ambiente y al paisaje. Las características tan atractivas de esta zona han constituido la base para el desarrollo de un tipo de turismo que ha llegado a ser una especie de monocultivo que agota o somete a intensa presión a los recursos sin contribuir en absoluto a su renovación y mantenimiento (Rodríguez y Jiménez 1996:487). Lo más preocupante es que esto sucede precisamente en un territorio en el que hay muchas áreas montañosas y tierras no cultivadas, por lo que constituye un importante ámbito ecológico que es preciso preservar.

Además, si bien el turismo es una importante fuente de ingresos y de desarrollo, desafortunadamente, también es uno de los factores que fomenta desórdenes y excesos urbanísticos en estas zonas rurales tradicionales. Tales desórdenes y excesos son claramente visibles en algunas áreas agrarias concretas, en las que se observa la presencia de formas externas de construir que afectan muy negativamente su imagen arquitectónica tradicional. Por ejemplo, la creciente demanda de viviendas de segunda residencia en el medio rural está dando lugar, a menudo, a desarrollos residenciales satélite cuyos materiales de construcción y aspecto chocan bastante con las formas de construcción típicas de los entornos en los que se encuentran enclavadas. Estas formas de construcción están situadas, con frecuencia, cerca de los núcleos de población, tal y como sucede en las cercanías de Bubión, Capileira o Pitres. Afortunadamente, en los últimos años se ha detenido el proceso de creciente presión urbana en la zona del Barranco de Poqueira. Las razones ello son:

La construcción de nuevas viviendas se ha parado actualmente. Sobre todo, los tres pueblos del Barranco (capileira, Pampaneira y Bubión) están catalogados por la UNESCO como patrimonio artístico e histórico de la humanidad, y este hecho ha limitado la expansión urbana, a la vez que ha contribuido a acrecentar las disposiciones legales tendentes a regular la construcción en ellos. Lo que no ha parado, y es bueno que así sea, es la restauración de las casas antiguas, muchas de las cuales están siendo rehabilitadas para usos turísticos (entrevistado número 1).

En suma, los principales problemas experimentados en La Alpujarra en las últimas décadas han estado relacionados con el creciente auge en ella del turismo rural. Así, si bien este auge ha producido notables beneficios para la población, también ha supuesto importantes daños para el entorno. Se explica así que, como se pone de manifiesto en la gráfica III, una elevada proporción de los encuestados manifestaran no tener una opinión buena del turismo.

Esta visión negativa del turismo se justifica por los problemas que la excesiva expansión del mismo está suponiendo para el territorio alpujarreño. Problemas, de entre los que la Consejería de Obras Públicas y Transportes de la Junta de Andalucía señala los siguientes:

Evidencia de una degradación ambiental, lo que incluye:

- intensificación de los procesos de deforestación;

- pérdida de tierra cultivable;

- urbanización de tierras rurales junto con un aumento significativo de la construcción de viviendas de segunda residencia en zonas rurales aisladas, y

- tensiones acerca de la explotación de los recursos acuíferos: hay algunas dificultades para garantizar la oferta de agua en las áreas urbanas y en las zonas de regadío que necesitan urgente solución.

Impacto sobre el paisaje debido a lo siguiente:

- creciente ocupación de áreas naturales por edificios de uso residencial o para el ocio;

- proliferación de basureros de residuos sólidos que causan un fuerte impacto visual y una gran degradación ambiental;

- fragmentación territorial y aislamiento, aunque hay que reconocer que recientemente se han intensificado las políticas tendentes a mejorar la infraestructura viaria, y

- creciente presión de los efectos derivados de las actividades relacionadas con el ocio y el turismo.

 

7. A MODO DE CONCLUSIÓN. DE PARADIGMA DE UNA AUTARQUÍA RURAL TRADICIONAL HACIA UNA NUEVA RURALIDAD CADA VEZ MÁS GLOBALIZADA

Como se ha dicho antes, la gran afluencia de turismo global (o sea, nacional e internacional) que recibe La Alpujarra se debe a la amplia difusión que su imagen ha tenido y está teniendo en España y en el extranjero. Esta imagen simboliza lo que la comarca puede ofrecer en un escenario mundial cada vez más urbanizado, en el que, como es sabido, se demandan nuevas formas de ruralidad, de tal modo que ésta, de ser considerada como un espacio para la producción agraria y un ámbito de estilos de vida tradicionales más o menos atrasados, está siendo requerida, como el contexto de unos modos deseables de vida, como un lugar para el recreo y el turismo por parte de amplios sectores de la población urbana. Muchos de éstos son los que podrían considerarse como moradores urbanos desencantados de su cotidianeidad ajetreada, artificial e hiperracionalizada, los cuales tienden a anhelar y buscar en determinados territorios rurales el encuentro con la naturaleza y el exotismo. A menudo, tales territorios ejercen, para dichos moradores urbanos el atractivo de que en ellos es posible tener nuevas experiencias, sensaciones diferentes, experimentar la vivencia de lo singular y lo auténtico, aun cuando en realidad se trate más bien de una simulación de todo ello favorecida por la mirada idealizadora con que suelen ser vistos los lugares por parte de los que en ellos viven sus tiempos de ocio. En el caso de La Alpujarra, dos manifestaciones de esa simulación son:

1) La considerable revitalización que en la comarca están adquiriendo la conmemoración de determinadas fiestas y tradiciones, las cuales a menudo se propagan en los folletos turísticos y se escenifican con la finalidad principal de atraer a los turistas.

2) Las viviendas tradicionales restauradas, tan extendidas en determinados pueblos alpujarreños preocupados por preservar las características arquitectónicas de la comarca, con frecuencia sólo mantienen del pasado su estilo y su estructura de construcción, ya que, en la práctica, se les ha introducido agua corriente y caliente, a la vez que se ha instalado en ellas calefacción y han sido dotadas de otros equipamientos, mobiliarios y comodidades de la vida moderna. De esta forma, el turista puede residir en ellas sin renunciar a las condiciones de vida a las que cotidianamente está acostumbrado, con lo cual puede considerarse que, en realidad, sólo vive una especie de simulacro de la tradición, pues no sufre las incomodidades y las carencias que a diario padecía en el pasado la población originariamente autóctona en estas viviendas.

El hecho de que el encuentro con lo "natural" y lo "auténtico" que para muchos supone el turismo pueda ser materializado, en la mayoría de los casos, sólo de manera ocasional, durante los tiempos de ocio de los que lo llevan a cabo, contribuye a acrecentar la idealización de eso que se ha dado en llamar la nueva ruralidad, la cual, desde este punto de vista, no sería más que una mitificación construida por los urbanos fatigados que temporalmente van a ella a recuperarse y que, por lo tanto, la asocian a todo lo bueno que simbolizan sus momentos de recreo.

Una mitificación que desde luego no tiene nada que ver con lo que con frecuencia significa realmente la nueva ruralidad para los habitantes del medio rural de siempre, para los cuales ésta sólo suele suponer, en la mayoría de los casos, la necesidad de adaptarse a las nuevas exigencias de reestructuración funcional que se le imponen desde fuera. Tales exigencias han evolucionado de ser productores de alimentos a conservadores del paisaje y del entorno, así como a servir a menudo de distracción exótica para los que los visitan (Entrena, 1998:151).

En cualquier caso, lo cierto es que en el contexto de superproducción y de saturación creciente de los mercados, preponderante en los países avanzados, cada vez es más difícil vender la producción agraria. De ahí las actuales tendencias de las políticas agrarias de la UE y de otros ámbitos del mundo desarrollado a fomentar el no cultivo de muchas tierras, su puesta temporalmente en barbecho, o incluso su reforestación. En esta situación, caracterizada por elevados niveles de paro o de trabajo precario, el turismo rural, así como la puesta en práctica de otras novedosas actividades relacionadas con la materialización de la nueva ruralidad, pueden tener consecuencias positivas para ciertos entornos rurales, en los cuales constituir fuentes de empleo y de desarrollo socioeconómico alternativos ante las dificultades que a este respecto se plantean como resultado del progresivo abandono de las anteriores funciones sociales y productivas de agro tradicional.

De hecho, como hemos visto en las páginas precedentes, así ha sucedido en La Alpujarra, en la que, del declive de una forma de sociedad tradicional que constituía un paradigma de autarquía rural, se está pasando a una nueva ruralidad, cuyo relativo dinamismo socioeconómico está basado fundamentalmente en el sector turístico. Dada la procedencia internacional de muchos de quienes visitan la comarca o se han quedado a vivir en ella, puede considerarse que tenemos aquí un caso de cómo la creciente inserción de una comunidad local en lo global, es decir, la progresiva globalización de la misma, puede, en ciertas circunstancias, dar lugar a un desarrollo socioeconómico de tal comunidad. Ésta, de otra manera, debido al declive que la agricultura tradicional está experimentando en ella, se encontraría en recesión, tal y como sucede con muchos otros territorios rurales tradicionales caracterizados por una economía agraria de subsistencia.

En definitiva, los procesos de globalización han tenido efectos contradictorios para La Alpujarra. Primero, en los años sesenta y setenta del siglo pasado, la globalización se manifestó en España, entre otros hechos, con la llegada masiva a sus costas del turismo internacional de sol y playa. Este hecho, junto con la crisis de la agricultura tradicional y el atractivo que entonces ejercían para muchos campesinos los modos de vida urbanos preponderantes globalmente, produjo un fuerte éxodo poblacional en muchas de las zonas rurales españolas. En el caso de La Alpujarra, esto supuso considerables procesos de despoblación, a la vez que la pérdida o abandono de bastantes de los usos, funciones y significados tradicionalmente asignados a su territorio. En suma, se experimentó una especie de desterritorialización, entendiendo ésta en el sentido de que, como consecuencia de la emigración de una importante proporción de la población, empezaron a ser abandonadas una serie de practicas productivas, sociales y culturales a partir de las que tradicionalmente se había configurado la territorialización específica de la comarca.5

En la actualidad, aunque todavía sigue teniendo mucha importancia la modalidad de turismo de masas iniciada en España en los años sesenta y setenta, se están extendiendo también esos nuevos modos de hacer turismo, cada vez más extendidos a escala planetaria, que buscan el encuentro con la naturaleza, lo exótico y lo singular, así como, en bastantes casos, la confección a medida de cada viaje. Para atender las demandas de estos nuevos turistas es preciso tener disponible y actualizado un buen inventario de recursos turísticos de todas las áreas geográficas. El objeto de ello es poder ofertar una elevada diversidad de servicios ante tan variable y heterogénea demanda. Con el fin de atraer a ese turista, que gusta de elaborar su propio recorrido, o para ofrecer al tour operator un producto turístico explotable, hay que contar con una buena información (Rodríguez Caro, 2000).

Las presentes tendencias hacia la sustitución del turismo de masas por un turismo de calidad que busca la singularidad de ofertas a la medida de cada demandante se sitúan en el marco de una gran transformación mundial. Se trata del paso de un capitalismo fordista organizado a otro posfordista de carácter desorganizado o global (Lash y Urry, 1987). La fase de capitalismo organizado estaba regida por una racionalidad científico-técnica sustentada en un modelo de desarrollo económico de escala, en el cual predominaba el crecimiento de las grandes urbes industriales demandantes de una gran cantidad de mano de obra (sobre todo en las industrias textiles y manufactureras). Pues bien, los límites con los que se ha encontrado el modelo socioeconómico fordista han ocasionado que, en las últimas décadas, se haya ido dando paso a una situación de capitalismo desorganizado, en el que la organización (re)productiva de la sociedad experimenta notables alteraciones. Este nuevo periodo conlleva la definitiva superación del mercado nacional por otro de alcance global, así como un mayor peso económico de la comercialización de los servicios, de la información y del ocio. Como consecuencia, se produce una importante desconcentración productiva; paralelamente, en la dimensión cultural, tiene lugar la pérdida de una identidad colectiva hegemónica y categórica debido a la fragmentación cultural que se experimenta en esta época, lo cual, a su vez, origina el surgimiento de numerosas identidades individuales y grupales.

En estas circunstancias, las peculiares condiciones históricas, culturales y geográficas de La Alpujarra hacen que ésta se encuentre en unas condiciones óptimas para ofrecer la originalidad y singularidad que demandan las nuevas modalidades posfordistas de turismo. Dada la procedencia internacional de una considerable parte de ese turismo, puede considerarse que la comarca está experimentando un nuevo proceso de globalización diferente del de los años sesenta y setenta. En contraste con lo acaecido en aquellos años, en la actualidad, los efectos de la globalización en el entorno local de La Alpujarra están produciendo lo que podría conceptuarse como una resignificación y reterritorialización de la misma. Así, como un efecto de las presentes demandas de esa nueva forma de turismo rural, que se está expandiendo a escala planetaria, el territorio alpujarreño está siendo ahora crecientemente glocalizado; es decir, está siendo cada vez más requerido por ese turismo de procedencia global para nuevos usos y funciones naturales, culturales y sociales, con los consiguientes cambios de su significado que esto conlleva. Como consecuencia, dicho territorio, de ser visto como lugar de producción agraria de subsistencia y de forma de vida tradicional, tiende a ser percibido ahora, sobre todo, como paisaje, como entorno ecológico cuyas características naturales, flora y fauna es preciso conservar.

Los problemas derivados de la creciente expansión del turismo rural en La Alpujarra, mencionados en el epígrafe anterior, podrían ser considerados como el precio del desarrollo. Un precio que, desde luego, tenderá a minimizarse en la medida en que se busque la manera de que las políticas públicas reguladoras de las consecuencias del turismo se apliquen de manera realmente efectiva. Para lograr esto, nada más adecuado que conseguir la implicación y la actuación coordinada de los diversos actores sociopolíticos locales y foráneos interesados en preservar para el futuro los enormes atractivos del entorno ambiental y las características culturales de la comarca. Entre otras razones, porque de tal preservación depende, en gran medida, la pervivencia del turismo y de los ingresos que el mismo reporta.

 

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Notas

* Este artículo ha sido escrito a partir de los trabajos bibliográficos, estadísticos y de campo llevados a cabo con motivo de la realización, entre 2001 y 2004, de un proyecto internacional europeo de investigación sobre Urban Pressure on Rural Areas: Mutations and Dynamics of Peri-urban Rural Processes. Dicho proyecto, cuyo acrónimo es Newrur y que será aludido así a partir de ahora, fue financiado por el 5° Programa Marco de la Comisión Europea, y en él participaron equipos investigadores de Francia, Alemania, el Reino Unido y España. El director del equipo español fue Francisco Entrena Durán, con quien trabajaron también María del Río Lozano y Nieves Rodríguez Madrid, que hicieron el trabajo de campo y los informes preliminares en los que se basa este texto.

1 Se denominan commuters a los que diariamente viajan de ida y vuelta desde el núcleo urbano hacia su periferia y viceversa por motivos de trabajo o por otras razones.

2 En realidad, los pueblos de La Alpujarra aquí señalados constituyen sólo una de las tres áreas de la provincia de Granada sometidas a presión urbana que fueron seleccionadas en el proyecto Newrur. Así, en dicha provincia se seleccionaron: un área de alta presión urbana, integrada por el término municipal de la localidad de Monachil; un área de presión urbana intermedia, integrada por los municipios de La Alpujarra estudiados en este trabajo y, por último, un área de baja presión urbana, integrada por el término municipal de la localidad de Güejar sierra. Tanto Monachil como Güejar sierra son pueblos del área periurbana de Granada capital.

3 Se denominan balates a los márgenes de las características paratas o estrechos bancales que conforman el paisaje de la zona. Su construcción tiene como finalidad cortar y allanar los terrenos alpujarreños con objeto de hacerlos aptos para el cultivo, así como evitar la fuerte erosión que en dichos terrenos ocasionaría su riego o simplemente el agua de la lluvia, dadas sus muy elevadas pendientes.

4 Esta encuesta fue hecha por los integrantes del Curso de Formación de Formadores en Actividades Turísticas, impartido de junio a octubre de 1998 en la localidad Alpujarreña de Laroles por el Centro de Formación en Turismo Rural. El número de encuestados fue de 421 adultos (75 con menos de 25 años, 153 entre 25 y 40 años, 121 entre 41 y 64 años y 72 con más de 65 años); 212 de los entrevistados eran varones y 209 mujeres. Sus niveles de estudios se distribuían así: 25 licenciados universitarios, 27 diplomados, 22 con formación profesional, 65 con bachiller superior, 165 con estudios primarios y 118 sin estudios. En cuanto a su estado civil, 140 eran solteros, 257 casados, 21 viudos y tres separados. El ámbito geográfico en el que se hizo la encuesta fue toda La Alpujarra (la almeriense y la granadina) exceptuando el campo de Dalías y su entorno, ya que la problemática y características de esta zona se diferencian por completo de las del resto de la comarca.

5 La territorialización es vista aquí como el resultado de un proceso o conjunto de prácticas administrativas, económico-productivas y estrictamente sociales y culturales. Como ya he dicho en otra parte, tales prácticas están "encaminadas a constituir un determinado espacio geográfico o físico en un territorio; es decir, a erigirlo en un espacio socialmente diferenciado y limitado, sobre el que, de este modo, se constituye un hábitat, un escenario de acción y de relaciones sociales, en el que tiene lugar la producción y reproducción de la sociedad. El hecho de que el territorio se constituya sobre el espacio geográfico o físico no quiere decir que aquél está subordinado a éste. La labor de territorializar es eminentemente social y, como ya señaló Simmel, la sociedad es independiente del espacio físico en el que se genera, de tal forma que bajo ningún concepto éste determina lo social. En realidad, sucede todo lo contrario: es la sociedad la que constituye el espacio como escenario colectivo, lo delimita, acota y nombra; en definitiva, lo territorializa" (Entrena, 2001:248-49).

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