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Revista mexicana de sociología

versión On-line ISSN 2594-0651versión impresa ISSN 0188-2503

Rev. Mex. Sociol vol.68 no.2 Ciudad de México abr./jun. 2006

 

Reseñas

 

Patricia García Guevara, Mujeres académicas: el caso de una universidad estatal mexicana

 

Esther Escolano Zamorano

 

(México: Universidad de Guadalajara/Plaza y Valdés, 2004), 228 pp.

 

Universidad de Valencia, España

 

Las carreras profesionales de las mujeres académicas, su protagonismo e influencia en las universidades mexicanas, constituyen el eje del análisis que realiza García Guevara, a la luz del caso de —en palabras de la autora— una "universidad de provincia en México": no otra que la Universidad de Guadalajara, la cual se erige así en representativa del contexto universitario mexicano de los años noventa del siglo XX. El libro plasma los resultados de un estudio teórico y empírico en el que la investigadora trata de poner sobre el tapete hipótesis explicativas capaces de interpretar la realidad de las académicas mexicanas mediante claves ya "ignoradas" o "sobregeneralizadas" (p. 17) en otros estudios de género que versan sobre el tema. Hablamos, en primer lugar, de la influencia de las variables políticas, económicas o culturales (o ambas) que entran en juego en la Universidad; de la conexión de la estructura y el contexto políticos con la propia organización; y del modo como este ensamblaje moldea en cada caso las estructuras patriarcales y sus prácticas concretas, que sólo pueden ser entendidas en profundidad si se las interpreta en relación con aquel contexto (García Guevara reivindica, en tal sentido, la utilidad del patriarcado como herramienta explicativa de las relaciones de género, a condición de que no sea entendido como concepto simplificado o lineal). La segunda de sus aportaciones básicas gira en torno a un argumento que vendría asimismo a reforzar la hipótesis primeramente enunciada: la mujer académica no puede ser presentada como "una categoría unitaria, como una representante universal de todas las académicas, sin matices, contrastes o diferenciaciones" (p. 17). A partir de estas dos coordenadas centrales, García Guevara pretende desentrañar cuáles son los aspectos distintivos de la academia en clave de género en México, de qué modo es posible explicar diferencialmente a las académicas del país, a partir de la influencia que el contexto social y el Estado mexicano imprimen sobre el tejido universitario y las instituciones de educación superior.

García Guevara no escoge de manera caprichosa tal ruta en su investigación. Por el contrario, argumenta en multitud de ocasiones desde las páginas de su libro, que tal enfoque es casi ineludible si se quiere profundizar en la realidad de cualquier organización en México —y la Universidad no es una excepción—, para entender en este caso las claves de la presencia de un sector de sus protagonistas: el constituido por las mujeres académicas. El Estado —señala la autora— debe ser incluido en la explicación de la organización universitaria mexicana, porque la cultura política del partido de Estado: el Partido Revolucionario Institucional (PRI) en el poder durante 70 años, permeó todas las instituciones públicas. A partir de ahí, su estudio introduce como eje fundamental de análisis las formaciones clientelares, corporativistas y de patronazgo, que integran un control efectivo de autoridad masculina en las organizaciones, y que constituyen un elemento clave para entender las redes de poder en las universidades mexicanas: "En el análisis del contexto mexicano, es claro que la exclusión de las mujeres de la agenda política pasa por la red clientelar y corporativa" (p. 57). El clientelismo se revela en las páginas del trabajo de García Guevara como una estructura de poder esencialmente masculina, muy enraizada no sólo mediante los lazos establecidos entre las elites político-burocráticas, sino por medio de los vínculos que establece la consanguinidad.

Con el propósito de demostrar tales premisas, la autora nos acompaña por un recorrido que comienza adentrándose en terrenos teóricos (resulta francamente recomendable la síntesis teórica realizada). En este apartado dibuja un paisaje en el que sitúa claramente la autoridad, la toma de decisiones, las normas formales e informales y los procesos de negociación, en el contexto universitario mexicano: diseño en el que llama nuestra atención la fuerza del poder institucional frente a una comunidad académica débil. Este equipaje teórico nos pertrecha para entender cuáles son las estructuras que soportan las prácticas de exclusión que mantienen a las mujeres subrepresentadas en los puestos altos de las organizaciones universitarias. Fundamental en este viaje es la metodología o hilo conductor que guiará al lector hasta las reflexiones finales del trabajo, constituida por un estudio de caso en una universidad mexicana, el cual fue realizado bajo una clara perspectiva de género mediante la combinación de tres técnicas básicas: investigación documental, entrevistas semiestructuradas (tanto a mujeres como a algunos varones ejecutivos), así como observación directa. En este apartado hará las delicias del lector la narración de las maneras como lograron el acceso a las entrevistas, la descripción del engranaje, las "recomendaciones". . . ritual que, en definitiva, dice mucho de la dinámica y de las relaciones clientelares que privan en el seno de dicha organización. Encontramos a continuación un capítulo imprescindible para situar al lector en las universidades mexicanas, escenario de la investigación: el dedicado a la estructura de la educación superior en México. Aquí son analizados aquí aspectos tales como la historia reciente de las instituciones universitarias mexicanas y del acceso de las mujeres a la educación; la importancia del movimiento estudiantil; o el sistema de financiación universitario. De manera monográfica, se revisa igualmente en otro de los capítulos del libro la importancia del género en la organización estudiantil, analizando la participación femenina en la FE (organización estudiantil protagónica en el pasado reciente), en la administración central y en el sindicato de maestros.

Con todo, el nudo fundamental de la realidad universitaria se plasma en los apartados dedicados, respectivamente, a las académicas en México y a la autoridad masculina en la universidad. Las académicas mexicanas son una generación de pioneras: minoría en los círculos de poder y en los puestos altos de la organización; ello, a su vez, las inhabilita como "madrinas", negándoles control sobre las promociones. Hasta aquí, nada nuevo que nos sorprenda. Lo más interesante aparece al estudiar su patrón de carrera profesional, mediante historias de trabajo que hacen patente la importancia de la experiencia profesional (más densa que en el caso de los hombres) y, en mucho mayor grado, de las redes clientelares y consanguíneo-familiares, que mediatizan el ascenso en la organización y que revelan un sistema de redes de poder claramente masculino. La autoridad en la Academia es patrimonio de los varones, tal y como advertimos mediante la descripción que García Guevara realiza de los mecanismos de elección de rector, del funcionamiento del Consejo General Universitario, así como de la dinámica de las relaciones informales de poder, circuitos y códigos políticos, en los que las mujeres todavía no hemos aprendido a manejarnos con destreza; de ahí que nos encontremos, como grupo, en desventaja.

Resulta difícil hacer predicciones sobre el futuro inmediato de las académicas en las universidades mexicanas: la autora no se aventura a realizarlas. Lo cierto es que la falta de autoridad de éstas en las redes informales, en las prácticas clientelares, y otras (terrenos todos ellos nebulosos), señala que —además de la asignatura pendiente del manejo del poder que tenemos todas las mujeres profesionales— las académicas saldrían beneficiadas del avance de las universidades hacia prácticas, pruebas y códigos tasados, más objetivos y visibles, territorio en el que privan la cualificación y los méritos curriculares en el acceso, la promoción, las oportunidades de movilidad y la obtención de recursos, sobre otros factores "invisibles" que hoy por hoy parecen sin embargo ser determinantes. La transparencia y objetividad siempre favorecen a las mujeres, y podrían actuar como mecanismos capaces de contrarrestar, siquiera parcialmente, la fuerza de unas redes clientelares que la autora describe como profundamente enraizadas en las universidades mexicanas.

En definitiva, el libro de la doctora Patricia García Guevara proporciona claves valiosas a las personas interesadas en el estudio del papel que desempeñan las mujeres en la sociedad (particularmente en la Academia y su funcionamiento), pues se trata además de una obra amena, en la que quizá puede haber dejado sin plasmar otros aspectos interesantes que sin duda habrá extraído de una investigación rica. A los lectores europeos nos aporta coordenadas fundamentales para entender mejor a México y su sistema universitario, desde una perspectiva de género; los lectores mexicanos sin duda podrán confrontar sus opiniones sobre una realidad cercana y conocida con las que revela el estudio de la autora.

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