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Revista mexicana de sociología

versión On-line ISSN 2594-0651versión impresa ISSN 0188-2503

Rev. Mex. Sociol vol.67 no.3 Ciudad de México jul./sep. 2005

 

Reseñas

 

Peter Hitchcock, Imaginary States: Studies in Cultural Transnationalism

 

Maximino Matus Ruiz*

 

(Urbana: University of Illinois, 2003), 243 pp.

 

*Posgrado en Antropología Social. Centro de Investigaciones y Estudios Superiores en Antropología Social-Occidente.

 

La globalización, como fase del capitalismo, es un fenómeno económico, social y cultural que ha transformado las relaciones entre capital transnacional, trabajadores y sitios de producción. Al mismo tiempo, ha integrado lugares geográficamente distantes mediante mercados unificados en constante contracción y expansión, con lo cual ha estructurado redes de producción e información que influyen en las condiciones de vida de las poblaciones. Sin embargo, la globalización no es un fenómeno reciente; es posible rastrear sus primeras expresiones incluso en las conquistas y los procesos de colonización territorial desarrollados desde hace siglos.

Partiendo de la premisa de que los Estados-nación delimitan geografías que nunca han podido contener en su totalidad el movimiento de los individuos y las comunidades que los conforman, los migrantes, las diásporas y los refugiados, serían sólo un ejemplo de la inocuidad prevaleciente en la relación estricta espacio-cultura-identidad, ya que —para dichos actores— el territorio étnico y su reconstrucción identitaria no se limita a un espacio de reproducción, sino que este ámbito se recrea en las diversas localidades que se "reterritorializan" —e incluso con el tiempo se convierten también— en espacios "originarios". Al respecto, algunos autores (entre ellos Frederic Jameson) han propuesto que en dicho proceso —y en general como resultado de la posmodernidad— habría una ruptura de la cadena de significantes y, por lo tanto, los individuos se encontrarían viviendo dentro de una especie de malestar existencial.

Para Peter Hitchcock, uno de los problemas centrales por los que atraviesa la vida social e individual en la era global, sería justamente el hecho de que no se disponga de las herramientas cognitivas requeridas para vivir efectiva y afectivamente la vida transnacional. Desde tal perspectiva, la crisis de la globalización sería una crisis de la imaginación, algo que existe en los límites materiales de un imaginario global.

Los Estados imaginarios propuestos en el título de este libro, son —de alguna manera— aportes para imaginar de otro modo la globalización, donde el autor proporciona una serie de recursos positivos para vivir con esperanza dentro de una era transnacional.

Para el análisis cultural de las diásporas, los territorios y sociedades poscoloniales, Peter Hitchcock argumenta que el acercamiento hacia el estudio del transnacionalismo cultural puede realizarse a partir del análisis literario sobre los escritores contemporáneos que han utilizado su propia condición excéntrica o desterritorializada como el referente principal que fluye a través de su tinta. De esta manera, Hitchcock nos presenta diferentes modos de imaginar la Nación mediante los escritos de Glissant, Brathwaite y Condé, quienes hablan desde una caribeñidad fragmentada, similar al estado poscolonial desde el que la feminista argelina Assia Djebar critica la construcción masculina de las imágenes nacionales.

Tal vez uno de los ejemplos más representativo para comprender la propuesta del autor, sería el libro Los versos satánicos, de Salman Rushdie, el cual —según Arjun Appadurai, en su biografía— (como objeto en circulación dentro de procesos globales con audiencias migrantes) generó una serie de situaciones implosivas que condensaron un manojo de tensiones de carácter global.

En la segunda parte del libro, Peter Hitchcock nos proporciona un análisis biográfico de la economía de intercambio cultural mediante mercancías emergentes (los tenis Nike y la producción de café), que tienen una circulación más literal dentro de los circuitos del capital global. Tal es el caso de la producción de los tenis Nike, los cuales —mediante constantes campañas de marketing semiótico— crean en sus propietarios imágenes de la "realidad" del aire que se encuentra encapsulado en sus zapatos deportivos; sin embargo, los ciegan respecto de las deplorables condiciones en las que se encuentran laborando las miles de trabajadoras que los elaboran.

Al yuxtaponer la producción literaria de trabajadores culturales, con una exploración de la realidad macroeconómica de los bienes de intercambio en el sistema mundial, el autor busca demostrar que el imperativo transnacional no es algo para aterrorizarse o sorprenderse. Más bien se trata de algo que debe ser comprendido como condición de posibilidad en el análisis de la diferencia global.

En la propuesta de Hitchcock, la producción literaria es comprendida como un bien de intercambio que hace hincapié en la importancia de la imaginación sobre la parte estética y económica del culturalismo transnacional. La tensión entre la literatura y los bienes de intercambio priva en este estudio como un punto de contradicción que empuja lo transcultural a lo transnacional.

En Imaginary States. . . se explora el concepto de imagiNación (en el doble sentido que implica la "N" intermedia) transgresiva. Es decir, los caminos por los que la literatura excede, cambia, desmitifica o transcodifica, los componentes de la identidad nacional. Para Hitchcock, ello abre la posibilidad de una imagiNación transgresiva en sí misma: un Estado imaginario que negocia la experiencia de globalización por medio de las realidades locales.

Los Estados imaginarios luchan contra la idea de una globalización totalizante y homogénea que usa a la Nación como instrumento de mediación para encubrir formas que son propiamente transnacionales: NAFTA, EU, WTO, y otras. Por lo tanto, la crítica a los modelos euroamericanos de nacionalismo deben continuar en tanto sigan reproduciendo formas renovadas de colonialismo e imperialismo. De esta manera, para Hitchcock el Estado imaginario debe servir como una guerrilla epistemológica, que sirva para desestabilizar la razón que da a la nación su forma de ser.

En cada uno de los capítulos, el autor nos presenta diferentes expresiones transnacionales en términos teóricos y prácticos; por lo tanto, los capítulos que conforman esta obra pueden ser leídos como piezas sueltas, las cuales proporcionan un acercamiento a los casos específicos de estudio. Sin embargo, al leerlos en combinación se adquiere una visión holística del transnacionalismo cultural, lo cual permite pensar en un modelo más elaborado de la tan añorada globalización alternativa.

Sin duda alguna, el libro que nos ocupa es una producción valiosa para todo público interesado en conocer variantes innovadoras que permitan hacer frente culturalmente a los embates de la posmodernidad.

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