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Revista mexicana de sociología

versión On-line ISSN 2594-0651versión impresa ISSN 0188-2503

Rev. Mex. Sociol vol.67 no.2 Ciudad de México abr./jun. 2005

 

Reseñas

 

Francisco Reveles Vázquez, coord. Partido Revolucionario Institucional:
crisis y refundación

 

Rosendo Bolívar Meza*

 

(México: UNAM/Gernika, 2003), 483 pp.

 

 

* Doctor en Ciencia Política, CECYT "Ricardo Flores Magón" del Instituto Politécnico Nacional.

 

Pese a que todos los partidos políticos de México al que más se ha estudiado es al Revolucionario Institucional (PRI), generalmente se ha abordado su análisis desde el punto de vista histórico. Lo novedoso e importante del libro Partido Revolucionario Institucional: crisis y refundación, coordinado por Francisco Reveles Vázquez y auspiciado por el Programa de Apoyos a Proyectos de Investigación e Innovación Tecnológica (PAPIIT) de la UNAM, no sólo es que analiza al PRI en el poder presidencial, sino también en la oposición, es decir, el tema se aborda generalmente desde 1988 —cuando electoral, orgánica, ideológica y estructuralmente inicia la crisis del partido— hasta la actualidad.

Además de analizar al PRI actual y las razones de su crisis, también se estudia su estructura, lo que Giovanni Sartori denomina el partido por dentro: la conformación de sus diversas fracciones, la forma de selección de candidatos presidenciales y dirigentes nacionales, la manera en que se efectúa la participación de las bases, su ideología y su proceso de transformación. Se incluye además una cronología de 1986 al año 2000, una sección con bibliografía comentada acerca de los estudios sobre el PRI en los últimos veinte años y una selección de fuentes para su estudio.

Como lo señala el coordinador del libro en la presentación, con este trabajo se contribuye al estudio del PRI en su complicada fase de crisis y renacimiento de su organización (quizá por ello aspectos poco estudiados del partido).

En el capítulo "PRI: crisis y refundación", Francisco Reveles maneja la tesis de que el PRI ha sido más que un partido político, ya que "fue pilar del régimen político autoritario y eje del sistema electoral no competitivo. Nació como partido gobernante y, por ende, su principal objetivo fue conservar el poder" (p. 11).

El autor analiza quiénes han y cómo se ha abordado el estudio del PRI a lo largo de su historia, señalando las aportaciones en la materia, pero también los vacíos en su análisis, encontrando que en muchos estudios previos no se explicó lo referente a los procesos internos de selección de dirigentes, las discusiones sobre la identidad ideológica, las relaciones entre los liderazgos locales y nacionales, o el papel de los dirigentes parlamentarios y de los gobernadores en la dinámica partidista en sus diversos planos.

¿Qué es entonces lo que los analistas han estudiado sobre el PRI? El autor encuentra que los estudios previos indagan desde si el PRI era realmente un partido político, una maquinaria electoral, una secretaría de Estado o simplemente una agencia de colocaciones, hasta análisis serios y con rigor académico, pero incompletos, acerca de si el PRI podía ser considerado como un partido de Estado o como un partido del régimen político, si era el PRI-gobierno, si era un partido hegemónico —que a partir de Sartori ha sido la caracterización más aceptada— dominante o predominante, e inclusive si era un partido en el gobierno o del gobierno.

Dejando a un lado los aciertos y desaciertos de todas estas caracterizaciones, en su referencia al PRI Reveles adopta la noción de "partido del régimen político autoritario" (p. 15), ya que desde su perspectiva el PRI fue una institución fundamental para el funcionamiento y conformación del régimen político autoritario, puesto que sin él no se podría entender el predominio de la institución presidencial sobre los poderes legislativo y judicial, la cohesión y estabilidad de las elites políticas, el control corporativo de los trabajadores, la falta de una cultura política democrática entre los ciudadanos, la socialización de los valores del autoritarismo o la realización de elecciones sin que en realidad estuviera en juego el poder político.

De ahí que el autor afirme que en realidad el PRI no fue la institución central de dicho régimen, sino que nació y se desarrolló bajo el ascendiente del poder presidencial, haciendo de él un partido débilmente institucionalizado y subordinado no a sus propias reglas y tiempos, sino a las del presidente en turno. Durante muchas décadas fue el espacio para el reclutamiento y renovación de cuadros, para cohesionar a las distintas fracciones políticas, para subordinar y controlar a las corporaciones obreras y campesinas, para socializar la ideología dominante y para canalizar las demandas sociales, pero siempre bajo la tutela del jefe del ejecutivo. Todo esto comenzó a debilitarse y a entrar en crisis a partir de 1987 cuando, con miras a las elecciones presidenciales de 1988 y la postulación del candidato del PRI, se rompen las reglas no escritas de la sucesión presidencial, el proyecto ideológico ya no es compartido por todos, se dan rupturas en el interior del partido tanto entre los dirigentes como entre las bases, con la consabida pérdida de votos y espacios electorales que condujeron al PRI a su máxima derrota electoral cuando perdió la presidencia de la república. "Como parte del régimen político autoritario, el PRI llegó a su fin en el 2000 para pasar a ser simplemente un partido de oposición" (pp. 32-33), que para poder sobrevivir e intentar reconquistar el poder debe refundarse.

En el capítulo "La estructura de un partido corporativo en transformación", Francisco Reveles estudia la estructura interna del PRI a partir de 1987 para analizar el funcionamiento de sus principales órganos de dirección y la forma de participación de sus bases en la toma de decisiones, especialmente en lo que se refiere a la selección de candidatos y dirigentes, además del paulatino, pero cada vez mayor distanciamiento entre el partido y el presidente de la república, como la "sana distancia" con el PRI propuesta por el presidente Ernesto Zedillo.

Se presenta una síntesis de la evolución estructural del partido a partir de la reforma a sus estatutos, el papel de sus bases (militantes, cuadros y dirigentes), los mecanismos de selección de candidatos a puestos de elección popular y a la dirigencia del partido, así como un análisis de la composición de los órganos fundamentales de decisión. El resultado es que ante la mayor debilidad del PRI hacia el exterior se ha ido dando en el interior un proceso de democratización en que los espacios para las bases se han incrementado.

También de Francisco Reveles es el capítulo "La lucha entre fracciones priístas en la selección de candidatos presidenciales (1987-2000)" en que se estudian las fracciones políticas del PRI tomando en cuenta los procesos de selección de candidatos presidenciales para las elecciones de 1988, 1994 y 2000. No sólo se hace un breve pero sustancial recuento histórico de las sucesiones presidenciales, sino que se presenta una serie de características que sirven para el reconocimiento de su origen y evolución, sus semejanzas y diferencias, los respectivos papeles de las coaliciones dominantes que participaron en cada uno de estos tres procesos, los acuerdos y desacuerdos entre las fracciones del PRI, entre sus dirigentes, y entre éstos y el poder ejecutivo, y el papel del presidente de la república en la integración de la coalición dominante y en la dinámica de las fracciones.

De aquí destaca el dominio de la fracción tecnocrática salinista sobre el resto de las fracciones durante la coyuntura electoral de 1988 y el sexenio 1988-1994, la fractura en esta fracción por la postulación presidencial de 1994, la reestructuración de la coalición dominante en el gobierno de Zedillo, el debilitamiento del poder de la fracción tecnocrática entre 1994 y 2000, así como el ascenso de los mandos intermedios del partido, los gobernadores y dirigentes locales en la coyuntura electoral del 2000, la cual se refuerza con la pérdida del poder presidencial.

Los conflictos entre las distintas fracciones del PRI también influyeron en su derrota electoral de julio de 2000. A tres años de ésta, este partido todavía no ha logrado conformar una coalición dominante estable y unida.

"La selección de los dirigentes nacionales del PRI" es abordada por Gabriel Corona, quien señala la escasez de investigaciones sobre la vida interna de los partidos, particularmente en lo que se refiere a la elección de sus dirigentes. A lo largo de su historia, el PRI ha utilizado diversos procedimientos formales para la elección de sus candidatos, los cuales no han sido ni los más pertinentes ni los más transparentes, ya que muchas veces han sembrado desconfianza, decepción y división entre su militancia.

El autor plantea la hipótesis de que en el periodo objeto de estudio (1988-2000), en la era priísta, el presidente de la república en funciones —haciendo uso de facultades metaconstitucionales— era quien realmente decidía, la elección de los dirigentes nacionales del PRI, en función de situaciones coyunturales generadas por las condiciones electorales del momento y no con base en proyectos políticos de largo alcance; es decir, los procesos sucesorios en la presidencia nacional del partido se debían a la coyuntura electoral del momento y según conviniera a los intereses del presidente de la república, más que a los del PRI.

Es por ello que el jefe del ejecutivo cuidó la designación de los dirigentes nacionales del PRI, dándole el mayor secreto posible al proceso con el fin de controlarlo y colocar a dirigentes afines a su proyecto y a las circunstancias políticas del momento.

Por su lado, Guillermina Baena analiza "La participación de las bases en el Partido Revolucionario Institucional". Intenta llenar un vacío en los estudios sobre este partido, ya que la historia del PRI sólo se ha conocido desde su cúpula y no a través de sus militantes, que son los que reclutan cuadros y promueven el voto, los que no pueden llegar más allá de donde la cúpula lo permita, los que se denominan como el voto duro, pero que son los que con su asistencia a las urnas le han dado el triunfo a su partido.

Recupera la idea de que el PRI nació como un partido de masas, pero se sabe poco de ellas, y aunque sus militantes están en la estructura de abajo, también son actores políticos. Su estudio abarca tres momentos de acción de militantes priístas: antes de las elecciones de 2000, después de las elecciones de ese año y el punto en que se elige por primera vez a un presidente del partido como logro fundamental de la militancia.

Desde distintos enfoques y cada uno por separado, Carmen Solórzano y Rafael de la Garza analizan la ideología del PRI.

En "El régimen y la ideología priísta", Carmen Solórzano presenta tres etapas del fenómeno ideológico del México del siglo XX que fueron retomados por el PNR-PRM-PRI: la ideología de la Revolución mexicana, constituida fundamentalmente por los ideales plasmados en la Constitución de 1917; el nacionalismo revolucionario, que se expresa en la creación de instituciones y en la formulación y aplicación de las leyes que reglamentaron artículos constitucionales; y lo que la autora denomina como la ideología priísta que consolidó las instituciones que impulsaron la aplicación de políticas públicas.

Todavía hasta finales de los setenta prevalecían en el PRI estos aspectos ideológicos, pero a partir de los ochenta, con el proceso de liberalización política y el cambio de orientación en la política económica, se inició un proceso de desmembramiento progresivo de la ideología priísta, a grado tal que para la contienda electoral del año 2000 la propuesta de este partido mostró un gran vacío ideológico.

Finalmente, en el artículo "Del nacionalismo al liberalismo: la transformación ideológica del Partido de la Revolución", Rafael de la Garza esboza y discute los cambios ideológicos contenidos en los documentos básicos del PRI, sin que sea su objetivo medir lo acertado o no de dichos cambios, ni su eficiencia en términos electorales, ni el grado de aceptación por parte de los miembros del partido. Es por ello que su trabajo se centra fundamentalmente en determinar el significado y la importancia del nacionalismo, el populismo y el liberalismo desde la perspectiva de los cambios tanto políticos como económicos del periodo objeto de estudio.

Concluye que si bien es cierto que el viraje ideológico del PRI se apoya actualmente en el liberalismo social, en detrimento del nacionalismo y del populismo, estos últimos no han desaparecido completamente, ya que en los documentos del PRI que contienen su marco ideológico se reconoce una y otra vez la responsabilidad del Estado frente a los individuos.

En suma, la lectura de este libro es imprescindible para todo analista y estudioso de los partidos políticos en general, y del PRI en particular, porque se examina tanto su estructura como su ideología, que son aspectos poco abordados en otros estudios.

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