SciELO - Scientific Electronic Library Online

 
vol.35El poblamiento de Tijuana durante los años 20. Una aproximación desde fuentes censales y eclesiásticasCooperación transfronteriza yoeme: por la defensa de sus derechos humanos de territorio y agua índice de autoresíndice de materiabúsqueda de artículos
Home Pagelista alfabética de revistas  

Servicios Personalizados

Revista

Articulo

Indicadores

Links relacionados

  • No hay artículos similaresSimilares en SciELO

Compartir


Frontera norte

versión On-line ISSN 2594-0260versión impresa ISSN 0187-7372

Frontera norte vol.35  México ene./dic. 2023  Epub 31-Jul-2023

https://doi.org/10.33679/rfn.v1i1.2310 

Artículos

Frontera y liminalidades de la noche: Violencias y desigualdades en la nocturnidad (noctem) de jóvenes residentes de Tijuana

Julio César Becerra Pozos 1  
http://orcid.org/0000-0002-6315-7772

Traducción:

Erika Morales

1El Colegio de la Frontera Norte, sede Tijuana, México, juliocesarbecerrapozos@gmail.com


Resumen

En este artículo se analiza la interrelación de la tríada nocturnidad, juventudes y violencia sistémica. A partir de la teoría del espacio vivido y concebido, trabajo etnográfico y recorridos in situ, se presenta una reconstrucción de los imaginarios urbanos “de la frontera” y “de la noche”, así como de las narrativas generadas por jóvenes residentes de Tijuana. En ese tenor, se expone la distinción de la noche (noctis) y la nocturnidad (noctem), junto con algunos de los elementos clave que conforman la accesibilidad, la experiencia y la participación de las juventudes en la nocturnidad de la noche tijuanense en contextos lúdicos, de desigualdades, transgresiones y violencias. Los resultados permiten vislumbrar que la nocturnidad es un espacio socialmente construido, complejo y dinámico, con fronteras difusas y rígidas, que necesita de una política pública integral que procure la inclusión de las juventudes y la disminución progresiva de las desigualdades que les afectan.

Palabras clave: nocturnidad; juventudes; desigualdad; estudios fronterizos; Tijuana

Abstract

This paper analyzes the interrelation between nocturnity, youths, and systemic violence. Based on the theory of conceived and inhabited space, ethnographic work, and on-site exploration, a reconstruction of urban imaginaries “of the border” and “of the night” is presented, as well as the narratives generated by Tijuana’s young residents. Thus, a distinction between the night (noctis) and nocturnity (noctem) is exposed, along with some key elements that make up the accessibility, experience, and participation of young people in Tijuana nights’ nocturnity in recreational, inequality, transgression, and violence contexts. The results allow us to perceive nocturnity as a socially constructed space, complex and dynamic, with diffuse and rigid borders, that needs a comprehensive public policy that seeks the inclusion of the youth and the progressive decrease of the inequalities that affect them.

Keywords: nocturnity; youths; inequality; border studies; Tijuana

INTRODUCCIÓN2

Si a un grupo de personas desconocidas próximas a volverse interlocutoras en un debate televisivo –o plataforma de streaming, para mayor audiencia– se le pidiera que escribiera una definición de “la noche” como eje argumentativo conductor de lo que serán sus intervenciones durante la transmisión, probablemente encontrarían insuficiente el tiempo del programa para llegar a un consenso o noción perfilada. Más allá de remitirnos al resultado del proceso lumínico generado por el movimiento de rotación de la tierra, hay una amplia diversidad de enfoques y respuestas que difuminan el sentido de la noche en una inabarcable arborescencia de lo nocturno que complica sobremanera definir un tópico de conversación sin que se vuelva tertulia filosófica.

Pero, ¿qué tanto cambiaría la subjetividad –entendida como el proceso de dar significado– del concepto noche si se le agrega un verbo que transforme la idea a “salir de noche”? De esa manera, pese a que el espectro de respuestas continuaría siendo vasto, quizá el punto de partida de las definiciones resultaría medianamente compatible para que se pudiera mantener –aunque cargado de contradicciones y desencuentros– un nutrido hilo conductor. Es decir, habría coincidencias aun cuando el diálogo se diera entre personas con distintos trayectos biográficos, contextos culturales y económicos, así como con diversas condiciones etarias y de género.

En ese sentido, el lenguaje es una construcción, cuyo significado no puede ser enteramente establecido por instancias institucionales, sino que está en constante pugna, es dinámico y se configura por los usos de cada contexto cultural. Aun así, consultar el significado en el diccionario de “salir de noche” puede ser una herramienta para hacer patente su sentido polisémico. Aunque el verbo “salir” en el Diccionario de la lengua española posee más de 40 definiciones, en sentido estricto “salir de noche” se podría definir como “pasar de dentro afuera” (Real Academia Española, s. f.a, definición 1) durante la “parte del día comprendida entre la puesta del sol y el amanecer” (Real Academia Española, s. f.b, definición 1). Siguiendo esa línea, el significado se acota, pero persiste un amplio halo de oportunidad de sentido. Con esto no se pretende realizar un análisis semántico ni fenomenológico de la noción de salir, sino presentar la relevancia de la noche en su carácter socialmente construido e irrepetible, multidimensional, dinámico y sensitivo (Becerra Pozos, 2018a, 2018b, 2020) y la incapacidad de darle una definición rígida en el universo de lo tangible dado su carácter cultural.

Empero, lo anterior no exime a la noche (noctis)3 de contener elementos físicos medibles y observables en términos de política pública a partir de la transformación y habilitación del espacio urbano –por ejemplo, política enfocada a las vialidades, al desarrollo económico, a la inversión lumínica, al comercio o al uso de suelo– cuando se oculta el sol y la noche se hace presente. El flujo y el pulso de la ciudad se acentúan en los circuitos y corredores de consumo nocturno (Mercado Celis, 2021) en donde se pretende irrumpir –al menos atestiguar– en las liminalidades del orden social, que para algunas personas implica romper con la cotidianidad. Pensar en el devenir que ha generado una concepción colectiva de la noche en su aspecto lúdico, divergente y social (en adelante llamada noctem), permite poner el énfasis en los accesos desiguales de quienes participan en ella, incluyendo a los que con su trabajo producen la economía del tiempo nocturno (o NTE, siglas en inglés de Night Time Economy).

Considerando lo anterior, el objetivo de este artículo consiste en analizar la complejidad de la interrelación de la tríada nocturnidad (noctem), juventudes y violencia sistémica.4 Así mismo, se busca generar un diagnóstico configuracional del impacto de la nocturnidad tijuanense en sus jóvenes residentes que permita visibilizar la ausencia y la necesidad de una política pública integral en materia de nocturnidad que combata las violencias sistémicas que más afectan a las juventudes sitiadas.5

Con ese propósito se exponen las diferencias entre noctis y noctem como una propuesta alternativa de distinción del espacio y el tiempo nocturnos que retoma elementos de las postulaciones de trabajo por turnos, NTE y nocturnidad, además de la teoría del espacio vivido y concebido (Lindón, 2007a, 2007b, 2013; Thrift, 2008). Estas ideas, al mismo tiempo, se sustentan en un breve recorrido conceptual por los enfoques con que se ha estudiado la noche y el espacio nocturno, incorporado a la particularidad del contexto de frontera. Así mismo, mediante un esquema de liminalidades, movilidad y fronteras de algunas prácticas nocturnas, se muestran los polos donde la noctem se precariza hasta volverse residual y carente de política pública que le atienda. Dicho de otra manera, se busca coadyuvar a romper el sesgo discriminatorio y prejuicioso que se adjudica a una porción significativa de jóvenes residentes de Tijuana, Baja California, así como a sus prácticas y circuitos de consumo nocturno.

Aunado a esto, se presenta una reconstrucción de las narrativas generadas por jóvenes residentes de Tijuana. A su vez, se exponen los resultados de recorridos in situ por los circuitos y distritos de nocturnidad, así como por zonas con prácticas de sociabilidad lúdica y divergente donde se consumen catalizadores de estados alterados de conciencia en espacios privados, públicos y semiprivados en contextos cuyo grado de desigualdad es diverso. En ese sentido, mediante un enfoque que concibe a la noche como un espacio privilegiado para las transiciones del trayecto biográfico de las personas jóvenes, se analizan sus momentos lúdicos y sus proyectos de vida, cuyos accesos y experiencias están fuertemente marcadas por contextos de desigualdad, clase, género y, subsecuentemente, por violencias estructurales, sistémicas y simbólicas.

Algunos rasgos característicos de centrar este estudio en la ciudad fronteriza de Tijuana son las similitudes en los polarizados imaginarios asociados a la noche y Tijuana; la distintiva orografía, fronteras (rígidas y difusas) y crecimiento en estructura de plato roto con asentamientos irregulares; la heterogénea composición de sus habitantes y población flotante que genera una pluralidad fenotípica que parcialmente es percibida como menos racista que el resto del país; el estatus migratorio, agencia transfronteriza y dominio del inglés que constituyen aspectos de distinción; y la amplitud y diversidad de sus prácticas de nocturnidad, de las cuales, a manera de metáfora con el océano, se desconoce hasta dónde puede abarcar la profundidad y oscuridad de sus aguas.

Finalmente, estos hallazgos permiten reflexionar en torno a los elementos que conforman la accesibilidad, la experiencia y la participación de la nocturnidad en la noche tijuanense –un espacio socialmente construido y dinámico cuyas fronteras pueden ser contradictoriamente difusas y rígidas–.

DISTINCIÓN INTERRELACIONAL ENTRE NOCHE (NOCTIS) Y NOCTURNIDAD (NOCTEM)

Si bien el objetivo de este documento no es reconstruir la diversa y relativamente reciente apertura a los estudios sobre la noche,6 para que sea posible hacer la distinción simbólica, práctica e interconectada de la noche (noctis) y la nocturnidad (noctem), es necesario hacer un breve recorrido por las líneas de investigación que actualmente se desarrollan en el continente americano en torno al tema.

En ese tenor, entre las líneas de estudio sobre la noche, se incluyen los siguientes elementos: género, diversidad sexogenérica, violencia de género, transgresión y resistencias, además del acceso, el derecho y la apropiación de los espacios públicos en relación a la historia de los usos sociales de la noche, las juventudes, la NTE, el trabajo, los estudios culturales y los espacios sociomusicales. Al mismo tiempo, existe una ausencia y subsecuente necesidad de producción académica en torno a la relación de la noche en sentido amplio y las violencias, particularmente en países con conflictos armados y fuerte presencia de crimen organizado, como México y Colombia.

Así mismo, al considerar que “muchas veces se ha sostenido que en toda definición de políticas públicas puede leerse la base conceptual desde la cual fue formulada, distinguiéndose las distintas corrientes del pensamiento social que dan origen a su diseño y estrategia de implementación” (Merino y Miranda, 2022, p. 168), la mayoría de las políticas públicas sobre la noche se caracterizan por tener un enfoque centrado en el aspecto económico y sólo atienden a los circuitos de consumo nocturno, tales como los centros históricos, los destinos turísticos o los distritos nocturnos. Si bien las prácticas de revitalización de estas áreas han demostrado ser un acierto en varios casos para la reactivación económica y diminución de la percepción de inseguridad, también pueden catalizar las barreras simbólicas que configuran los límites del espacio urbano, acentuando las condiciones de desigualdad de las juventudes en contextos de precariedad y violencia.

Aun así, las líneas de estudio enlistadas tienen un impacto en la configuración de las prácticas nocturnas de las personas jóvenes residentes de Tijuana. Las categorías que analizan las investigaciones existentes aumentan su relevancia en la tarea de ampliar el escenario de las prácticas lúdicas y de sociabilidad nocturnas hacia contextos y espacios externos a los circuitos económicos de oferta de nocturnidad –lo que sería imposible sin la vasta producción de estudios de la NTE–. A la par, estos estudios permiten reconocer los diferentes grados de movilidad y agencia que diversas colectividades juveniles pueden experimentar. En ese sentido, permiten vislumbrar que las experiencias de las juventudes son presionadas –mas no determinadas– por los imaginarios, las prenociones de la noche, los mapas mentales de la ciudad y las formas de habitar el espacio público, lo que genera un impacto en la multiplicidad de trayectos biográficos de quienes participan en la noctem. Además, en el caso tijuanense, a esa multiplicidad debe sumarse el particular carácter de frontera y la violencia sistémica, no necesariamente confinada al espacio-tiempo nocturno.

También cabe mencionar que la relación de la noche con las juventudes es histórica. Por ejemplo, en el caso de los jóvenes de la clase obrera estudiados por Willis (1988), aunque inicialmente rechazaban la inserción laboral fabril como forma de vida y para negar a la figura paterna, terminaron aceptando trabajos de medio tiempo en las fábricas donde sus padres laboraban, solo como medida provisional. No obstante, su adecuación a una relativa independencia financiera y el paulatino rechazo a la escuela terminaron por encasillarles en estos trabajos y, además, por ser el medio que les permitía costearse las salidas nocturnas –a clubs, pubs, salas de concierto– con amistades y relaciones románticas.

Por otra parte, el espacio de la noche como eje de estudio para el caso latinoamericano tuvo un lugar coyuntural con Margulis (2005) y Urresti (2005), quienes analizaron las prácticas juveniles asociadas al ocio nocturno en relación con temas como la identidad, la pertenencia, los ritos y el consumo de sustancias adictivas. Empero, característico de esta tendencia fue que al inicio se consideró a la noche –sin relacionar cabalmente espacio nocturno, noche y nocturnidad– como el escenario propicio y de dominio de los jóvenes –en masculino– y de la juventud –en singular–, de tal manera que la nocturnidad se veía como una construcción reapropiada y dominada por ellos.

Posteriormente comenzó a abrirse el espectro hacia la pluralidad de la condición juvenil y a cobrar relevancia la distinción del género. En ese tenor, podrían mencionarse los trabajos de Mendes et al. (2010) y Ochoa (2008), los cuales son parte de un proyecto mayor sobre juventudes, usos del tiempo, nocturnidad, espacios y consumos.

Otra investigación que resulta relevante es la de Felice (2013), la cual aborda la nocturnidad y las formas de sociabilidad de los jóvenes de sectores medios altos en la ciudad de Buenos Aires. Su aporte se encuentra en la propuesta de dos líneas de análisis: como forma de diversión nocturna y como punto de encuentro. El hablar de la posibilidad de que “la previa”7 sea el fin mismo de la salida nocturna, puede trasladarse al presente trabajo al reflejar que en la nocturnidad, los y las jóvenes tijuanenses buscan su recreación en colectividad, descartando que los bares y antros constituyan la única opción de divertimento no masivo, o que sean los únicos espacios generadores de comunidad y de encuentro social.

En atención a la condición de género y nocturnidad, también existen análisis sobre las características ambientales y el comportamiento social en bares, así como los factores de riesgo y peligrosidad relacionados con el consumo de alcohol en lugares públicos, semipúblicos y privados. Sobre este tenor, destaca el estudio realizado por Parks y Buddie (2008), donde se abordan las agresiones que sufren las mujeres en bares; mientras que Agoff y Fernández-Esquer (2012) analizan la etnografía de las cantinas con perspectiva de género.

De igual manera, en la investigación de Cecconi (2009) se retoman las diferencias de precios en el acceso a los establecimientos de ocio nocturno a partir de una tarifa diferenciada por género, situación que también sucede en el contexto mexicano. En dicho estudio también se destaca que la relación entre la belleza y la masculinidad no se ha tomado en cuenta en las investigaciones, al menos no como sucede con el par de lo femenino. Ahí mismo se enfatizan las diferencias de género existentes en el ámbito nocturno al hablar del “deber ser” de hombres y mujeres participantes de la experiencia lúdica nocturna. Vinculado al tema de diversidad sexual que toca este artículo, los trabajos de corte etnográfico en centros nocturnos de Gallo (2014) y Chaves (2007) aportan visiones más amplias sobre temáticas interrelacionadas con esta categoría: juventudes, procesos de exclusión y diversidad en los espacios nocturnos.

En cuanto a la NTE, las investigaciones vinculadas resultan fructíferas como punto de partida para plantear procesos de gentrificación y revitalización que generan simultáneamente una noche residual y desplazamientos. En los trabajos realizados por Yeo y Heng (2014) –que abordan a las políticas públicas gestionadas para la reactivación sustentable de la NTE–, la investigación de Nofre i Mateo y Martín i Díaz (2009) –referida al estudio del ocio nocturno y los procesos de gentrificación en Sarajevo–, así como la realizada en el puerto de Veracruz por Aguirre Aguilar (2000), se hacen patentes las vivencias nocturnas y los procesos de comunicación, violencia y exclusión en el acceso a espacios semiprivados de divertimento y ocio nocturno. Dichos autores abordan las temáticas de la producción, regulación y consumo de urban playscapes (paisajes lúdicos urbanos), a la par que presentan una tipología del espacio nocturno en cuanto a su carácter de inclusión/exclusión y el tipo de consumo (mainstream, alternative, and residual spaces of nightlife consumption),8 en concordancia con la transformación que se ha dado en:

El consumo de ocio [nocturno] en las ciudades occidentales contemporáneas que se caracteriza por una creciente segregación social y espacial (…) [conduce] a una segregación social del espacio urbano “nocturno” altamente efectiva y que visibiliza de manera cada vez más clara y evidente el uso polarizado del espacio de uso público, a veces incluso con episodios de violencia de índole simbólica (Nofre i Mateo y Martín i Díaz, 2009, p. 102).

Teniendo todo esto en consideración, es de esperar que, para dar cuenta de la compleja interrelación entre las juventudes y las violencias sistémicas en el contexto de la noche fronteriza de Tijuana, no basta con hacerlo desde una sola variante. Es por ello que, como se verá a continuación, la distinción entre noche (noctis) y nocturnidad (noctem) no necesariamente tiene un carácter rural o urbano, ni hace alusión a una existencia natural producto del movimiento de rotación y traslación, sino que es una interconstrucción social, dinámica y subjetiva. Noctis se define como la parte de la noche en su sentido más clásico: la referida a las tareas de reproducción de la fuerza de trabajo y al descanso. Se trata de la concepción de un espacio socialmente construido e irrepetible, es decir, una configuración multidimensional, dinámica y sensitiva que va más allá de la substancia medible o tangible. Así, aunque está configurada predominantemente por el descanso, la intimidad y el espacio privado –el hogar–, puede comprenderse como la parte cotidiana de “la noche” y complementaria, en el campo biológico y psicosocial, del mundo del trabajo diurno.

En contraste, la nocturnidad o noctem:

(…) es entendida como una compleja configuración de índole cultural, social, espacial y económica que puede ser única e irrepetible para cada uno de los que participan en ella (Thrift, 2008; Pile, 2009, Pred, 1981); que si bien ocurre durante el tiempo nocturno natural (la cual llamaremos simplemente, noche), una construcción llena de contradicciones pues es disruptivo a la par que normativo (Miguez, 2010; Mendes et al, 2010, Margulis, 1995) de una demanda lúdica específica asociada a una economía de tiempo nocturno (Nofre y Mateo, 2009; Su Jang, 2014; Bennet, 1997) que también es arena de procesos de exclusión y racismo que regulan la noche (Talbot, 2007) con un carácter evidentemente urbano y cuya espacialidad no se extiende a toda la ciudad sino a específicos circuitos que poseen liminalidades difusas (Chatterton, 2002) en el que convergen diversas clases, (media, baja, alta) y nacionalidades –quizá con un predominio de la clase media y popular– en la que satisfacen sus demandas de interacción social y cultural además del divertimento nocturno (Becerra, 2020, p. 133).

En resumen, la nocturnidad constituye el espacio socialmente construido, multidimensional, dinámico y sensitivo que configura la interrelación entre juventud, sociabilidad, trabajo y género en contextos de desigualdad, transgresión, lúdicos y de violencias. Su espacialidad no se extiende a toda la ciudad, sino que se limita a circuitos, nodos y puntos específicos que poseen liminalidades difusas. Estos circuitos, a su vez, están encuadrados dentro de una política pública en torno a la noche con diferentes enfoques e, incluso, ausencias.

Así como no existe una sola manera de vivenciar la noctis, del mismo modo, en la noctem la experiencia está atravesada por la subjetividad, el deseo y la expectativa de quienes participan en ella, además de que puede ocurrir más allá de la noche. En adenda, dado el sentido dinámico de ambas, se puede saltar de una a otra dentro de una misma jornada nocturna, la cual puede replicarse o extenderse más allá del tiempo diurno biológico. Por ejemplo, las personas que trabajan en las maquiladoras en el turno nocturno, al llegar a su unidad doméstica, replican la noctis –usar ropa de dormir, apagar luces, lavarse los dientes, etcétera– para poder producir una noche funcional de descanso, aunque sea de día. Para el caso de la noctem, bien valdría pensar en los bares y clubes after hours (fuera de horario) que abren sus puertas cuando la mayoría de los otros espacios de economía nocturna ligada al ocio han cerrado y las cierran bien entrado el día. Otro modelo son los casinos 24/7, sin ventanas, con fuerte iluminación artificial y que carecen de relojes o cualquier otro indicador sobre el tiempo que sucede fuera de ellos.

En resumen y para mayor claridad, en la figura 1 se ilustra un esquema de la noche en sus distinciones noctis y noctem.

Fuente: Elaboración propia con base en Becerra (2018, 2018b, 2020), Lindón (2013) y Pile (2005).

Figura 1. Distinción interrelacional de la noche en noctis y noctem 

NOCHE Y TIJUANA

Tijuana, por sí misma, cuenta con un trayecto histórico caracterizado tanto por una particular, nutrida y diversa oferta de economía de tiempo nocturno en su inabarcable nocturnidad (noctem), como por procesos de (des)territorialización y exclusión marcados por contextos de violencias sistémicas e intereses macroeconómicos que afectan a jóvenes en condiciones de precariedad y violencia.

Así mismo, Tijuana y la noche tienen mucho en común, más allá de la polarización de los imaginarios que detonan. Esta comparación se aparta sustancialmente del estereotipo de repositorio de industria de los excesos y máxima sede del crimen organizado –reflejado en obras como El otro México. Biografía de Baja California (Jordán, 1993) o la novela de Tijuana city blues (Trujillo Muñoz, 1999), entre muchas otras– que van asociadas a la llamada “leyenda negra” del origen de esta ciudad fronteriza, la más famosa de México y quizá de América Latina.9

El punto de cotejo –como se desarrollará a continuación– radica en cuatro elementos: 1) sus similitudes desde los imaginarios urbanos, 2) la posesión de liminalidades difusas, 3) su cualidad heterogénea marcada por accesos desiguales, y 4) la diversidad de enfoques para su estudio.

Imaginarios urbanos

Se consideran imaginarios urbanos los que refieren a “redes o tramas de significados específicos, reconocidas socialmente, que le otorgan cualidades a la ciudad y sus lugares” (Lindón, 2007b, p. 33). En este sentido, se puede reflexionar en torno a cuáles podrían ser algunos imaginarios urbanos colectivos compartidos sobre la noche y Tijuana, e incluso sobre la noche de Tijuana, que pareciera ser el molde receptor “a la medida” de ambas representaciones.

En primer lugar, se encuentra que, desde las industrias culturales como el cine, la literatura, la música y la televisión,10 la noche urbana se representa en dos tendencias de cuyo encuentro, a partir de la transgresión, suele emanar la trama. Por un lado, es vista como un espacio privilegiado de la sociabilidad de juventudes asociado al consumo, divertimento, fiesta, glamour, cortejo, sexualidad, creatividad y transgresión. Desde la otra cara de la moneda, la noche se muestra como el espacio del crimen, del peligro, de las vidas precarias y llevadas al límite, de la explotación sexual, de los excesos, de la depresión y de un entorno por demás contaminante.

Por dar muestra del puente mediado por la transgresión de un estado anímico depresivo hacia la euforia o hacia la posibilidad de transformación reivindicadora que da paso a la trama, se puede citar la película Begin again, cuando el personaje de Mark Ruffalo, inmerso en un remolino de depresión y alcoholismo se encuentra en un bar con el talento y la creatividad de Kiera Knightley (Carney, 2013). También está el caso de Rami Malek, personificando a Freddie Mercury en Bohemian Rhapsody, quien trasciende su timidez para volverse un ícono cuando va a la presentación de la banda Smile en un bar universitario, convirtiéndose en el vocalista de lo que luego sería Queen (Singer, 2018). Otro caso es el de Ted Mosby (interpretado por Joshua Thomas Radnor), quien pasa de la frustración al enamoramiento cuando se encuentra por primera ocasión a Robin Schebatsky (Cobie Smulders), nuevamente, en un bar (Fryman y Greenberg, 2005). La lista de las escenas de este tipo de transición anímica que suceden en la especificidad de un bar puede ser interminable. Lo que vale la pena acentuar es que, si se pensaran las transiciones entre glamour y peligro, excesos y criminalidad o sexualidad y riesgo en las representaciones audiovisuales sobre la noche, la transgresión continuaría siendo el puente vinculante entre los polos de los imaginarios.

Este puente, a su vez, permite virar la exposición hacia los imaginarios urbanos de la ciudad de Tijuana, los cuales pueden pensarse en una oposición complementaria similar: ciudad de vicio decadente versus metrópoli de innovación. ¿Es un espacio privilegiado para la diversión o una cuna del crimen? Tijuana es una urbe transcultural creativa, pero también se encuentra encapsulada en el tiempo, pues vive de la reventa del desecho estadounidense. Particularmente, la nostalgia es una temática que ya ha sido investigada y reflexionada desde la literatura y el cine. Algunos ejemplos de ello, que además proveen un nutrido análisis de las representaciones culturales de Tijuana, son los trabajos de Palaversich (2012) y de Candelario (2015).

Así mismo, las producciones culturales también dan, y son, muestra de la multiplicidad de productos donde el peso del imaginario asociado a la noche y a la urbe de Tijuana, enmarcan una polarización de apreciaciones subjetivas en polos extremos. En el mismo tenor, podríamos mencionar a Pablo Sáinz-Garibaldi (2020) con la recopilación de crónica periodística en Calafiero, a Shinpei Takeda (2019) con el documental El México más cercano a Japón o a Rodrigo Ruiz Patterson y Del Monte (2019) con Bad Hombres, donde se retratan los contrastes de la urbe fronteriza con un enfoque periodístico, mediante historias que van desde la cotidianidad hasta los circuitos del crimen organizado en la ciudad y la violencia contra migrantes. De la misma forma, como ejemplo de las narrativas sobre el pulso y la tensión de la violencia del crimen organizado, podría mencionarse el legado del periodista Jesús Blancornelas, quien fuera asesinado en noviembre de 1997.

A la par, esta reflexión podría aplicarse a elementos musicales como la animación producida por Hubley (1966), inspirada y acompañada por las canciones Spanish Flea y Tijuana Taxi, sobre la creación de la ciudad y el transporte en Tijuana. O a las icónicas Tijuana makes me happy (Nortec Collective, 2005) y Welcome to Tijuana (Manu Chao, 1998), las cuales poseen un lenguaje que mezcla español e inglés, y describen las contradicciones de los imaginarios de la urbe previamente mencionados.

En resumen, Tijuana y la nocturnidad despiertan imaginarios polarizados. Aun así, cuando se piensa en la noche tijuanense se da una mayor inclinación hacia el peligro, la transgresión y la ilegalidad, lo que genera un sesgo y provoca que se minimice, o al menos invisibilice, su nutrida cotidianidad y potencialidad. Y esta situación provoca que Tijuana sea investida de una condición de facto negativa y contaminante para quienes, desde una posición externa, se refieren a ella.

Liminalidades difusas

Entrelazados a la polarización de imaginarios, se anclan los difusos límites y fronteras de “la noche” y de Tijuana. La noche va más allá de una limitante temporal, es decir, del intervalo crepuscular menos luminoso (el tiempo acontecido entre el anochecer y el amanecer), que en esta ciudad sería de las 7:56 p. m. a las 5:40 a. m., en promedio aproximado. Tampoco es posible encasillar a la urbe en límites geográficos: Tijuana no es únicamente los 1 239.49 km2 que le conforman y que representan el 1.73 por ciento de la extensión nacional (Instituto Metropolitano de Planeación de Tijuana, 2022). Los usos prácticos, simbólicos y polisémicos de la noche y la ciudad trascienden estas limitantes.

Como se verá más adelante, el carácter configuracional de la noche en su sentido de nocturnidad, economía de tiempo nocturno o lo que se ha denominado como noctem, tiene liminalidades difusas, mismas que se analizan desde una concepción del espacio como socialmente construido e irrepetible; multidimensional, dinámico y sensitivo (Becerra, 2018ba, 2018b, 2020), por lo que no es viable ni deseable encuadrarlo bajo un criterio de ciclo solar o con base en un horario. De manera similar, la ciudad de Tijuana ha desafiado a los planes de desarrollo urbano e incluso a las expectativas de viabilidad al extender la mancha urbana hacia cerros y contextos orográficos que no hubiesen sido considerados aptos para su uso como vivienda.

Heterogeneidad marcada por accesos desiguales

Aunque la cualidad heterogénea de Tijuana y de la nocturnidad se enunció en el apartado que refiere a los imaginarios, existen otros elementos que permiten dar cuenta de esta característica. Uno de ellos es la condición policéntrica de la ciudad que le confiere una estructura de plato roto, marcada por una gradiente de usos comerciales y de suelo, así como una diversificada inversión privada y pública. A esto se suma la emblemática condición de la ciudad como crisol migrante –o de origen migrante en primera o segunda generación– tanto nacional como internacional.

En adenda, de conformidad con lo mencionado en otras investigaciones respecto del dinamismo y la aceleración en los ritmos de vida en las grandes ciudades, la vigencia y el uso de los espacios y sitios se transforma continuamente (De Certeau, 1984; Duhau y Giglia, 2008). En el caso particular de Tijuana, se han creado ofertas diversificadas y variadas de entretenimiento, hotelería, gastronomía e incluso una creciente industria de paralegalidad que satisface las demandas de drogas y prostitución de la población.

Sin embargo, el acceso a la oferta de la NTE y las posibilidades de experiencias de nocturnidad es marcadamente desigual, lo que aumenta la heterogeneidad de la urbe y de la misma nocturnidad. En ese sentido, el acceso es condicionado por elementos de clase, género, fenotipo, consumos, identidades, localización/contexto de vivienda en la ciudad, agencia y estatus de movilidad en la frontera, así como por el dominio del idioma inglés. Aunque más adelante se ahondará sobre esto, vale la pena remarcar que estas condiciones están lamentablemente embebidas de un fuerte contexto de desigualdad y violencias que se acentúan en la población joven, la cual recibe de primer impacto de las consecuencias del capitalismo gore (Valencia, 2016), particularmente expreso en las juventudes situadas-sitiadas (Nateras Domínguez, 2016, 2019) y divergentes.

En síntesis, la perpetuación de los imaginarios sobre la noche y Tijuana –situados en polos contradictorios que pueden ubicarse en diversos contextos– da pauta a liminalidades difusas que generan que la noche social tijuanense quede enmarcada por desigualdades y violencias que se acentúan primordialmente en las juventudes.

ENFOQUES DE ESTUDIO

Todo lo anterior reafirma la imposibilidad de pensar a la noche y a Tijuana como entes estáticos. Es por ello que las investigaciones y los estudios sobre ambas funcionan como fotografías instantáneas donde, al enfocar la atención en aquellas situadas en un punto coyuntural, se pueden obtener radiografías que permiten dar seguimiento a la evolución y a las marcas del trauma ocasionado por la fractura social –por ejemplo, la irrupción de la denominada guerra al crimen organizado en diciembre de 2006–. A pesar de ello, para comprender la complejidad de ambos fenómenos es necesario ver las fotos en conjunto, como si fuese un álbum.

Además, ambos tópicos han sido estudiados desde distintos lentes. Por mencionar algunos, se encuentran los estudios culturales, urbanos, antropológicos, sociológicos, etnográficos, de las músicas (etnomusicológicos), geográficos, de arquitectura lumínica, de las políticas públicas, de la teoría no representacional, de las afectividades y las emociones, desde los estudios del trabajo, las tecnologías sociodigitales y, por supuesto, las aportaciones realizadas desde el arte, las letras y el diseño. Aunque cabe señalar que todavía persiste una evidente necesidad de que estas investigaciones se realicen de manera transversal y conjunta, alejándose de las trincheras academicistas y las camisas de fuerza de la estructura monodisciplinar. De todas formas, como algo positivo, recientemente se empiezan a abrir miradas investigativas con enfoques multi y transdisciplinarios que nutren las posibilidades de estudio y permiten capturar con mayor fidelidad la compleja realidad de Tijuana y de la noche.

Acceso diferenciado en la configuración de la nocturnidad (noctem) tijuanense

Mira, casi nadie es de aquí, pero yo sí soy de aquí-aquí, bueno, mis papás no porque mi papá es de Juchitán [Oaxaca] y mi mamá de Chilpancingo que está en Guerrero (…) pero yo sí y crecí en La Mariano (…) pero hasta ahora que me cambié al Soler y tengo 25 es que te puedo decir que voy conociendo la Tijuana de la que todos hablan (Checo, trabajador de Call Center, 25 años, comunicación personal, 13 de mayo de 2022).

A lo largo de este artículo se ha hablado de las liminalidades difusas que caracterizan a la noche y las ciudades, particularmente en su carácter de noctem, y en el contexto de la ciudad de Tijuana, de manera que, ante el carácter introductorio de varios de los tópicos abordados en este artículo, resulta evidente lo fútil de intentar explicitar o profundizar en el tema de la oferta de economía nocturna que ofrece esta urbe, pues este no es un estudio de empresa ni de mercado. A su vez, estos elementos permiten vislumbrar lo imposible que es realizar una radiografía que muestre la totalidad de la complejidad de la noctem donde las juventudes radicadas en Tijuana participan, construyen y experimentan.

No obstante, a partir de los resultados preliminares de la primera etapa del trabajo de campo del proyecto de investigación postdoctoral que da lugar a este documento, es viable presentar algunas claves que configuran a la noctem de este particular contexto de frontera, con énfasis en las personas jóvenes.

El punto de partida se encuentra en la polisémica diversidad de la nocturnidad que se configura por los diferentes niveles de accesibilidad, experiencia y participación. En las narrativas compartidas por las personas jóvenes participantes y en las observaciones referidas, guiadas e in situ, se hace presente la amplitud de prácticas y oferta nocturnas, las cuales, a su vez, se enmarcan en una variedad de intereses, aspiraciones e imaginarios en torno a la experiencia nocturna deseable,11 donde incluso la práctica en los tiempos, ritmos y espacios es definida según el trayecto biográfico, único e irrepetible, de quienes la coproducen.

Hubo un tiempo que el centro era para los turistas, para puro gringo, los extranjeros (…) y mira, la gente de lana, bueno, al menos los que se quedan de este lado el fin [de semana], salen a La Cacho, Zona Río y uno que otro que quiere sentirse el alternativo se viene para el centro, pero no ponen un pie fuera de La Revu, puro Mamut ¿y qué nos quedaba a nosotros? Nada. Pero de unos años a la fecha como que La Revu y toda la zona ya ha vuelto para nosotros (Juan Antonio, estudiante y trabajador, 23 años, comunicación personal, 17 de abril de 2022).

Así mismo, aunque la diversidad de la nocturnidad está embebida por fantasmagorías (Pile, 2005), puede mapearse a partir de los circuitos y distritos nocturnos (Mercado Celis, 2021), lo que permite dar cuenta de las diferentes intensidades en los flujos de la NTE en las zonas ancladas como nodos de estas actividades en los mapas mentales colectivos de la ciudad. Así, en la noctem tijuanense se experimentan diferentes tipos de salidas: a) en pareja –de todo el amplio espectro sexogenérico–; b) grupales –con amplio margen de diversidades etarias, genéricas, socioeconómicas, barriales, etc.–; c) colectivas –tanto lúdicas como de asociación escolar, política o ideológica (como bikers, taggers, low riders, académicas, feministas, etc.)–; y d) solitarias – siendo esta la modalidad donde el género tiene mayor relevancia debido a las posibilidades y limitantes de agencia y riesgo–.

A su vez, dichas salidas se desarrollan en diversos espacios que se podrían caracterizar como: a) concebidos específicamente para el divertimento nocturno –tales como bares, antros, lounges, cantinas, clubes, casinos, table dance, pulquerías, neopulquerías, cervecerías, restaurantes bar, cafebrerías, pubs, mezcalerías, nightclubs y sus derivados–; b) polivalentes –salas de conciertos, foros culturales o alternativos, cafés, restaurantes, salones de baile, salones de fiesta, etc.–; c) espacios privados –como la unidad doméstica familiar o multifamiliar, departamentos, casas de renta compartidas (roomies) o, en el menor y más inusual de los casos, inmuebles propios–; d) unidades móviles –los vehículos propios donde sucede la diversión (para “dar el rol y echar chela”); taxis, uber, party bus, limusinas, camionetas y hummers de renta–; y e) espacios públicos y semipúblicos improvisados, reapropiados y en disputa –como garajes, estacionamientos, casas y negocios abandonados, canchas, áreas deportivas, parques, esquinas, bajopuentes, pórticos, baldíos y cerros–.

De lo anterior, y para poder reflexionar en torno a quienes se les excluye del derecho a la noctem, cabe considerar que las prácticas, la oferta y los intereses quedan enmarcados en los márgenes de la accesibilidad, la experiencia y la participación que se configuran según la clase, el género, el fenotipo, las identidades, la localización/el contexto de vivienda, así como la agencia de movilidad en la frontera y el dominio del idioma inglés. Sin embargo, como se verá a continuación, en algunos casos esto se acentúa por ser distintivo y acaso exclusivo de la vida fronteriza en la ciudad de Tijuana.

En primer lugar, es imperante mencionar que un elemento que condiciona la experiencia nocturna tijuanense es el carácter relacional y subjetivo asociado con la condición etaria. Actualmente la construcción de la nocturnidad no se interpreta como un espacio único o privilegiado de las juventudes, sino como una arena de encuentro intergeneracional, donde la condición de juventud está íntimamente relacionada con el performance –jóvenes y quienes aparentan serlo–, de tal manera que el polo opuesto a lo joven no es necesariamente lo adulto, sino la vejez.

Por otra parte, es probable que los principales elementos ordenadores de la experiencia de la nocturnidad en Tijuana –igual que para el caso latinoamericano– se pueden analizar desde las identidades sociales y la perspectiva de género. Las primeras corresponden a los “umbrales simbolizados y significados de adscripción/diferenciación y de pertenencia/exclusión, inscritos en contextos sociohistóricos y entramados socioculturales específicos” (Valenzuela Arce, 2014, p. 17). Por su parte, la perspectiva de género posibilita el análisis de la discriminación e inequidad social existente en las relaciones entre hombres y mujeres, desde donde se construye la desigualdad en el acceso, el control y la toma de decisiones sobre los recursos existentes, la división sexual del trabajo y los niveles de participación económica, social y política (Lagunas-Vázques et al., 2015).

Como ejemplo de lo anterior, se muestra el fragmento de una entrevista realizada a una joven, quien comenta sobre su percepción de seguridad y gusto por los bares de Tijuana:

Depende, porque no hay, así como que te pudiera decir, aquí sí está suave o allá no porque nos acosan… porque la verdad es que depende de con quien vayas. Fíjate, por ejemplo, en La Terraza el ambiente se pone bien chilo y puedo ir con mis amigas, amigos, amigues [ríe] o incluso nada más con otra morra y yo y todo bien, podemos estar bailando y todo, pero en el Tropics de a webo [forzosamente] tienes que ir con un vato [hombre] o con amigos vatos porque si no, nada más te ven que vienes sola o con otra morra y bien rápido llega el vato con cara de “hola amiga” [imita voz de hombre] ¿sabes cómo? Pero la verdad es que aún con todo y eso a mí sí me gusta más el Tropics, pero ya sé que para que me guste tengo que ir con vatos, amigos hombres, camaradas pues (Tania, estudiante universitaria, 23 años, comunicación personal, 7 de febrero de 2022).

Siguiendo esa línea, el testimonio ejemplifica la relación que establecen las identidades sociales con los espacios de apropiación para las prácticas de nocturnidad (noctem), donde la predilección, elección o restricción queda marcada por criterios de clase, género y construcción del gusto. En ese sentido, las identidades sociales juveniles de Tijuana no son un bloque homogéneo y, por tanto, su participación y accesos en la ciudad varían indiscutiblemente. Al respecto, se cita el siguiente relato:

El centro siempre ha sido para los gabachos, quizá ahora ya ves más gente de aquí de Tijuana, pero los que somos de aquí no es como que vayamos al Dandy todos los viernes ¿cachas?, a mis amigos y a mí nos gusta más salir por unas [cervezas] artesanales, que la cenita, que la platicada, o sea, no es puro spring break, banda y el griterío, que a veces sí, pero de entrada los de aquí nos estamos más a gusto en La Cacho, maybe, maybe la Plaza del Zapato o el Container (…) pero de seguro la gente escucha “son de Tijuana” y en corto piensa que nos la vivimos en La Revo y tampoco es así (Jorge, diseñador gráfico, 25 años, comunicación personal, 24 de abril de 2022).

El espectro va desde quienes acceden a espacios de élite –donde el gasto por persona en una noche puede exceder el salario mensual mínimo (5 255 MXN)–, hasta aquellos y aquellas que quedan fuera de la NTE. Empero, los constructos identitarios consideran elementos subjetivos que no necesariamente funcionan a manera de ecuación, donde a mayor gasto, mayores ingresos, ni donde a mayores accesos, mayor gasto. En su lugar, los imaginarios urbanos y fantasmagorías de quienes visitan los espacios de economía nocturna generan asociaciones de clase, gusto, identidad y colectividad que se observan en frases como “aquí van los fresas”, “la bohemiada se reúne ahí”, “a la raza le gusta tal”, “ese es un bar de bikers, pues”. Sin embargo, este fenómeno se sale de estos espacios para colarse en otras formas de experienciar la noche, llegando a aquellas que, por diversas razones, tienen una accesibilidad más limitada e incluso áspera, peligrosa y violenta (sobre esto se reflexiona más adelante).

En relación con los espacios que forman parte de los principales circuitos y corredores de la NTE, aquellos que están actualmente anclados a los mapas mentales del imaginario urbano en la ciudad de Tijuana podrían sintetizarse, a grandes rasgos, en la Zona Norte, el distrito de nocturnidad (Mercado Celis, 2021) de la Zona Centro y la avenida Revolución, la Plaza del Zapato (ahora con menor afluencia), la Plaza Río y el corredor nocturno gastronómico de la Zona Río. No obstante, recordando lo difuso de los límites de la nocturnidad y de Tijuana, es difícil asumir que únicamente en esos lugares es donde ocurre la nocturnidad. ¿Acaso la práctica de sociabilidad nocturna no se practica en otros espacios gentrificados como la delegación Playas de Tijuana del distrito 11 o en colonias exclusivas como Chapultepec, Burócrata Hipódromo, Madero –mejor conocida como La Cacho– o Agua Caliente? Y yendo al otro polo del difuso entramado urbano, tampoco quedan exentas de dicha práctica las colonias con marcada condición de desigualdad como Camino Verde, El Florido, Mariano Matamoros –en todas sus secciones–, ni aquellas cuasi encapsuladas por las condiciones geográficas y de violencia estructural y sistémica, como la colonia El Niño.

T- De más morro que estaba chavo casi no bajábamos al Centro, mis camaradas y yo la armábamos con un doce, la bocina y nos íbamos al cerro

E- ¿A cuál cerro?

T- ¿Cómo que a cuál? Pues aquí es puro cerro, namás nos íbamos al que nos quedara más cerca y ya, sabe cómo se llamaban.

(Tino, empleado de maquila, 23 años, comunicación personal, 22 de febrero de 2022).

En ese sentido, desde un enfoque de la NTE se deriva que estos polos terminan por desdibujarse de los estudios de la nocturnidad. Además, en el caso de las zonas en condición de precariedad, existe un vacío en términos de política pública relativas a la noche que vaya más allá de la función fiscalizadora, criminalizante y vigilante del tiempo nocturno. Esta situación, a su vez, pone de relieve dos puntos importantes. El primero es que las prácticas de nocturnidad (noctem) no se limitan a los circuitos NTE, sino que emergen o languidecen a lo largo del espectro que constituye la mancha urbana. El segundo es que para muchas personas, los relatos sobre la noche tijuanense suelen realizarse desde un sentimiento de reminiscencia al pasado, cargado de nostalgia y añoranza –es decir, se basan en las fantasmagorías (Pile, 2005)– sobre la ciudad, que complejizan aún más pensar en una radiografía de la noche en un contexto de frontera, ya que su percepción no se organiza de forma espacial, sino también temporal. Como ejemplo de esto, se expone un fragmento de la respuesta de un participante a la pregunta: “cuando sales, ¿a dónde te gusta ir?”, donde, además, se da cuenta de las transformaciones y asociaciones de un mismo circuito de nocturnidad:

Uy, a un montón, pero donde estaba el Chips ya no hay nada, antes estaba bien suave ir al “XXXXX” porque ahí es donde conectas de lo que sea, te digo tachas-coca-mota…vaya hasta cristal o piedra, pero todo tranquilo, sin broncas ni así que peligro o algo. Y te encontrabas siempre a toda tu banda, pero ahora vas y ya no te topas a nadie, la raza que iba a La Plaza [del Zapato], desde que prohibieron salir con tu chela ya va al Montecarlo o La Once pero todavía, por ejemplo, sigo yendo al Tropic’s y La Mezcalera, busco que tengan una rockola bien suave. Por ejemplo, también voy al Porky’s, pero no es lo mismo que cuando era El Porky’s y lo mismo con el Chenson, que ese siempre va a estar, pero igual que al Dandy ya se afresaron o va puro morrito y alguno que otro veterano (…) bueno, también depende de a qué hora vayas (…) pero esas madres más restaurante como el Mamut, los lugares de ya de plano de reggaetón y norteño como Las Pulgas, no son para mí (…) todavía si me encuentras muy de buenas o vamos con más banda te aguanto El 96 (Mateo, empleado de fábrica de tecnología, 28 años, comunicación personal, 8 de marzo de 2022).12

Por otra parte, reconocer que la experiencia de nocturnidad no se limita a circuitos definidos, abre la puerta a pensar que ésta también acontece en espacios divergentes, paralegales, privados y en contextos de fuerte desigualdad y precariedad. A la par, vale cuestionar, ¿cuál es el margen de movilidad en la oferta de nocturnidad y quiénes tienen la mayor agencia?, y, ¿dónde se marcan los límites ascendentes o descendientes de dicha oferta? O, dicho de otra manera, ¿how deep goes the rabbit hole?13

Y aunque no existe una respuesta directa a estas preguntas, es probable que las claves para hacer una interpretación del fenómeno se encuentren en las narrativas de las mismas personas que residen en esta frontera. Dichas personas son parte de un amplio espectro que incluye los polos de precariedad y violencia sistémica, cuyas prácticas de nocturnidad están marcadas por privilegios y consumos, los cuales escapan de las expectativas de lo posible o se pierden en los imaginarios anclados a las producciones multimedia.14

CONCLUSIÓN

Nocturnidad deseable, precarizada y excluida

Como se presentó a lo largo de este trabajo, la noche –en su sentido amplio– no es únicamente el repositorio del descanso, lo íntimo y lo privado, sino que también tiene un carácter transgresor, lúdico, colectivo y predominantemente joven que es experienciado en espacialidades urbanas de diversos y difusos contextos socioeconómicos (denominados noctem). Se trata de un espacio dinámico que configura procesos identitarios en articulación intra e intergeneracional para todo tipo de juventudes. Paralelamente, se constituye como una arena de exclusión guiada por intereses económicos y de clase, los cuales reproducen violencias estructurales, sistémicas y simbólicas que agravan las desigualdades en los accesos a los espacios privados, semipúblicos y públicos.

Esto promueve que las juventudes sitiadas (Nateras Domínguez, 2016, 2019) sean arrojadas a una nocturnidad residual y negada, cercana a la “muerte social en vida” (Nateras Domínguez y Valenzuela Arce, 2020, p. 72). De esa manera se contribuye al confinamiento de las juventudes insertas en contextos de violencia sistémica a una muerte por goteo (Muñoz, 2015) y por juvenicidio (Valenzuela Arce, 2012, 2015) aludiendo a “la desaparición simbólica de la juventud como actor social, su invisibilización como protagonista de la escena pública y la metamorfosis del periodo juvenil, que pasa de ser una fase de transición a ser una fase intransitiva” (Strecker et al., 2018, p. 431). Coincidentemente, ante esto la política pública del Estado ha sido mantener una postura de política pública de vigilancia, criminalización y normatividad de la noche desde un marco regulacionista y prohibitivo.

En cuanto a los aspectos metodológico y etnográfico de los estudios sobre espacios y prácticas nocturnas, se considera que desde la teoría no representacional (Thrift, 2008), la antropología de la experiencia (Díaz Cruz, 1997), el espacio concebido vivido (Lindón, 2007a, 2007b, 2013; Thrift, 2008) y las fantasmagorías de la ciudad (Pile, 2005) que se materializan en una distinción interconstruida de la noche en noctis y nocturnidad/noctem (Becerra, 2018b, 2018a), se prioriza la subjetividad y la experiencia de quienes participan (o desean participar) de la noche, en lugar de los espacios de circuitos de consumo de la NTE donde predominantemente se llevan a cabo. Esto permite ampliar el estudio de las prácticas nocturnas hacia espacialidades difusas que no se encuentren insertas en dichos circuitos, visibilizando así los contextos de desigualdad y violencias presentes en la parte no tradicionalmente protagónica de los estudios sobre la noche. En otras palabras, en la acepción de noctis se concibe al tiempo nocturno como uno en que la parte del reposo, las tareas de reproducción, el trabajo por turnos y la arena de lo privado son complementarias a la sociabilidad, divertimento y violencias.

Por otro lado, situar y reflexionar sobre la noche en Tijuana implica una mirada aún más particular. Hay un amplio rango de diversidad en las prácticas transgresoras, lúdicas y de sociabilidad en la noctem de frontera, así como en la gradiente polarización en su oferta de economía nocturna que se extiende hasta espacios que escapan a lo formal y que se salen de los modelos de negocio tradicionales. Éstos, a su vez, transitan desde dinámicas atípicas al espacio urbano –como juntarse a beber, fumar y platicar en uno de los múltiples cerros que conviven con la ciudad–, hasta contextos de alta peligrosidad y con violencias donde la asociación territorial no solo provee arraigo e identidad, sino que también limita y restringe la movilidad de quienes, por deseo o adscripción geográfica, se asocian a una colectividad de vidas al límite. Hay casos en que la adscripción barrial vuelve peligroso transitar a colonias aledañas e ir a los circuitos de nocturnidad más representativos de la ciudad. A esto se suma la presencia de una economía de paralegalidad que se encuentra en todo el entramado urbano de Tijuana. El resultado es una configuración de noctem en que la experiencia nocturna queda atravesada, principalmente, por constructos de clase, identidad y género, haciendo hincapié en que la peligrosidad y las restricciones en el acceso a la noche, en sentido amplio, se intensifican sustancialmente en las juventudes en contextos de precarización y violencia sistémica.

Finalmente, se reconoce que a partir de un análisis centrado en las narrativas de quienes participan cotidianamente del carácter extraordinario de la noctem de Tijuana, podría darse un acercamiento hacia un esquema más perfilado de la accesibilidad, la agencia y la movilidad con que las juventudes negocian, resisten y perpetúan las pulsiones de la economía del tiempo nocturno. Estas consideraciones, además, serían fundamentales para la construcción de políticas públicas de gestión de la noche desde enfoques incluyentes, propositivos y no criminalizantes.

REFERENCIAS

Agoff, M. C. y Fernández-Esquer, M. E. (2012). Drinking and working in a cantina: Misrecognition and the threat of stigma. Culture, Health & Sexuality, 14(4), 407-420. https://doi.org/10.1080/13691058.2011.651159 [ Links ]

Aguirre Aguilar, G. (2000). Los usos del espacio nocturno en el puerto de Veracruz. Estudios sobre las Culturas Contemporáneas, IV(12), 53-83. http://bvirtual.ucol.mx/descargables/779_los_usos_del_espacio.pdfLinks ]

Becerra Pozos, J. C. (2018a). Nocturnidad y Noctis: Consideraciones para la etnografía de trabajo de producción de nocturnidad. Novos Rumos Sociológicos, 6(9), 135-160. https://doi.org/10.15210/norus.v6i9.13699 [ Links ]

Becerra Pozos, J. C. (2018b). Productores(as) de nocturnidad: Subjetividad y diferencia de género en la práctica, requerimientos y riesgos del trabajo realizado en bares de la Ciudad de México. Revista Latinoamericana de Antropología del Trabajo, 2(4). http://www.ceil-conicet.gov.ar/ojs/index.php/lat/article/view/410/302Links ]

Becerra Pozos, J. C. (2020). Configuración del servicio de producción de nocturnidad (trabajo en los bares de la CD. de México). En E. De la Garza y M. Hernández (Eds.), Configuraciones productivas y circulatorias en los servicios y trabajo no clásico (pp. 130-152). Universidad Autónoma Metropolitana/Plaza y Valdés Editores. [ Links ]

Candelario Martínez, J. M. (2015). Espacio, lenguaje e identidad en Estrella de la calle sexta de Luis Humberto Crosthwaite. Connotas. Revista de Crítica y Teoría Literarias, 14-15, 113-127. [ Links ]

Carney, J. (Dir.). (2013). Begin Again [Película]. Exclusive Media Group/Sycamore Pictures/Apatow Productions/Caffeination/Likely Story. [ Links ]

Cecconi, S. (2009). Tango Queer: Territorio y performance de una apropiación divergente. TRANS. Revista Transcultural de Música, 13. https://www.sibetrans.com/trans/articulo/54/tango-queer-territorio-y-performance-de-una-apropiaci-oacuten-divergenteLinks ]

Chao, M. (1998). Welcome to Tijuana [Canción]. En Clandestino. Grabadora. [ Links ]

Chaves, M. (2007). Salir de noche: Ejercicios de autonomía juvenil en tiempos y espacios nocturnos. Revista Acceso Directo, 2, 99-119. [ Links ]

De Certeau, M. (1984). The practice of everyday life. University of California Press. [ Links ]

Díaz Cruz, R. (1997). La vivencia en circulación. Una introducción a la antropología de la experiencia. Alteridades, 7(13), 5-15. [ Links ]

Duhau, E. y Giglia, A. (2008). Las reglas del desorden: Habitar la metrópoli. Siglo XXI Editores. [ Links ]

Felice, M. (2013). “La Previa” en jóvenes de sectores medios altos de la Ciudad de Buenos Aires: Microclima de diversión nocturna. Question, 1(37), 275-288. [ Links ]

Fryman, P. (Escritor) y Greenberg, R. (Escritor). (septiembre de 2005). Pilot (Temporada 1, Episodio 1) [Capítulo de serie de televisión]. Por C. Bays, P. Fryman, R. Greenberg, C. Thomas (Productores ejecutivos), How I Met Your Mother, 20th Century Fox Television. [ Links ]

Gallo, G. (2014). Tener noche y hacer amigos bailando: Transformaciones sociales en la cultura de la noche urbana. En VIII Jornadas de Sociología de la UNLP 3 al 5 de diciembre de 2014 Ensenada, Argentina. Universidad Nacional de La Plata. [ Links ]

Hubley, J. (Dir.). (1966). A Herb Alpert and the Tijuana Brass Double Feature [Película]. Paramount Pictures. [ Links ]

Instituto Metropolitano de Planeación de Tijuana (Implan). (2022). Información de Tijuanahttps://implan.tijuana.gob.mx/indicadores/territorio.aspxLinks ]

Jordán, F. (1993). El otro México. Biografía de Baja California. Universidad Autónoma de Baja California. [ Links ]

Lagunas-Vázques, M., Beltrán, L. F., Ortega-Rubio, A. y Sosa, A. G. (2015). La perspectiva de género en los estudios sociales en las ANPs de nuestro país: Una propuesta conceptual y metodológica. En A. Ortega-Rubio, M. J. Pinkus-Rendón y I. C. Espitia-Moreno (Eds.), Las áreas naturales protegidas y la investigación científica en México (pp. 211-248). Centro de Investigaciones Biológicas del Noroeste S. C./Universidad Autónoma de Yucatán/Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo. [ Links ]

Lindón, A. (2007a). La ciudad y la vida urbana a través de los imaginarios urbanos. Eure, 33 (99), 7-16. http://dx.doi.org/10.4067/S0250-71612007000200002 [ Links ]

Lindón, A. (2007b). Los imaginarios urbanos y el constructivismo geográfico: Los hologramas espaciales. Eure, 33 (99), 31-46. http://dx.doi.org/10.4067/S0250-71612007000200004 [ Links ]

Lindón, A. (2013). Territorialized everydayness, Between proxemics and diastemics: Space-time rhythms in a context of acceleration. En B. M. Pirani y T. S. Smith (Eds.), Body and time: bodily rhythms and social synchronism in the digital media society (pp. 84-105). Cambridge Scholars Publishing. [ Links ]

Margulis, M. (2005). La cultura de la noche. En M. Urrestarazu (Ed.), La cultura de la noche: La vida nocturna de los jóvenes en Buenos Aires (pp. 11-30). Biblos. [ Links ]

Mendes, A. M., Adaszko, D., Camarotti, A. C., Schwarz, P. y Di Leo, P. F. (2010). Usos del tiempo, violencias, consumo de drogas y sexualidad en jóvenes en espacios recreativos nocturnos en tres ciudades argentinas. Instituto de Investigaciones Gino Germani/Facultad de Ciencias Sociales/UBA. [ Links ]

Mercado Celis, A. (2021). Geografía urbana de la economía nocturna en la frontera México-Estados Unidos. El caso de las ciudades de Tijuana y San Diego. En A. Mercado Celis y E. Hernández González (Eds.), Noche urbana y economía nocturna en América del Norte. UNAM/CISAN. [ Links ]

Mercado Celis, A. y Hernández González, E. (Eds.). (2021). Noche urbana y economía nocturna de América del Norte. UNAM/CISAN. [ Links ]

Merino, R. y Miranda, A. (2022). Youth as transition: Theoretical and methodological contributions to the youth study field in Latin America and Spain. En J. Benedicto, M. Urteaga y D. Rocca (Eds.), Young people in complex and unequal societies: doing youth studies in Spain and Latin America (pp. 152-176). Brill. [ Links ]

Muñoz, G. (2015). El juvenicidio en Colombia: Crímenes de Estado y prácticas socialmente aceptables. En J. M. Valenzuela Arce (Ed.), Juvenicidio. Ayotzinapa y las vidas precarias en América Latina y España. NED Ediciones/El Colegio de la Frontera Norte/ITESO. [ Links ]

Nateras Domínguez, A. (Ed.). (2019). Juventudes sitiadas y resistencias afectivas. Vol. III. Acción colectiva e identidades. Universidad Autónoma de Baja California. [ Links ]

Nateras Domínguez, A. y Valenzuela Arce, J. M. (Coord.). (2020). Rostros y tesituras de las violencias contra las juventudes. JOVENes. Revista de Estudios sobre Juventud, 35, 9-22. [ Links ]

Nateras, Domínguez A. (Ed.). (2016). Juventudes sitiadas y resistencias afectivas. Vol. I. Violencias y aniquilamiento. Universidad Autónoma Metropolitana. [ Links ]

Nofre i Mateo, J. y Martín i Díaz, J. (2009). Ocio nocturno, gentrificación y distinción social en el centro histórico de Sarajevo. Anales de Geografía, 29(1), 91-110. https://revistas.ucm.es/index.php/AGUC/article/view/AGUC0909120091A/30798Links ]

Nortec Collective. (2005). Tijuana makes me happy [Canción]. En Tijuana Sessions Vol. 3. [ Links ]

Ochoa, N. (2008). Cuerpos y consumo en la noche. Las formaciones discursivas sobre el cuerpo de los jóvenes. Universidad de Buenos Aires. [ Links ]

Palaversich, D. (2012). Ciudades invisibles. Tijuana en la obra de Federico Campbell, Luis Humberto Crosthwaite, Francisco Morales y Heriberto Yépez. Iberoamericana, 12(46), 99-110. https://doi.org/10.18441/ibam.12.2012.46.99-110 [ Links ]

Parks, K. y Buddie, A. (2008). The role of the bar context and social behaviors on women’s risk for aggression. Journal of Interpersonal Violence, 18(12), 1378-1393. https://doi.org/10.1177/0886260503258029 [ Links ]

Pile, S. (2005). Real cities: Modernity, space and the phantasmagorias of city life. Sage. [ Links ]

Real Academia Española. (s. f.a). Noche. En Diccionario de la lengua española. Recuperado en 18 de enero de 2022, de https://dle.rae.es/nocheLinks ]

Real Academia Española. (s. f.b). Salir. En Diccionario de la lengua española. Recuperado en 18 de enero de 2022, de https://dle.rae.es/salir?m=formLinks ]

Ruiz Patterson, R. y Del Monte, J. A. (Dirs.). (2019). Bad hombres [Película]. [ Links ]

Sáinz-Garibaldi, P. (2020). Calafiero: Un recorrido por historias verdaderas de Tijuana. Cuarteto fronterizo, vol. I. La Poltrona. [ Links ]

Singer, B. (Dir.). (2018). Bohemian Rhapsody [Película]. Regency Enterprises. [ Links ]

Strecker, T., Ballesté, E. y Feixa, C. (2018). El juvenicidio moral en España: Antecedentes del concepto, causas y efectos. En J. D. Gómez-Quintero (Ed.), Jóvenes, trabajo y futuro (pp. 430-460). Tirant Lo Blanch. [ Links ]

Takeda, S. (Dir.). (2019). El México más cercano a Japón [Documental]. [ Links ]

Thrift, N. (2008). Non-representational theory: Space, politics, affect. Routledge. [ Links ]

Trujillo Muñoz, G. (1999). Tijuana city blues: Tres novelas cortas. Sansores y Fernández Editores. [ Links ]

Urresti, M. (2005). Los modernos: Una nueva bohemia posvanguardista. En M. Urrestarazu (Ed.), La cultura de la noche: La vida nocturna de los jóvenes en Buenos Aires (pp. 235-262). Biblos. [ Links ]

Valencia, S. (2016). Capitalismo Gore. Control económico, violencia y narcopoder. Paidós. [ Links ]

Valenzuela Arce, J. M. (2012). Sed de mal: Feminicidio, jóvenes y exclusión social. El Colegio de la Frontera Norte/UANL. [ Links ]

Valenzuela Arce, J. M. (2014). Tropeles juveniles: Culturas e identidades (trans)fronterizas. El Colegio de la Frontera Norte/UANL. [ Links ]

Valenzuela Arce, J. M. (2015). Juvenicidio: Ayotzinapa y las vidas precarias en América Latina y España. NED Ediciones/El Colegio de la Frontera Norte/ITESO. [ Links ]

Willis, P. (1988). Aprendiendo a trabajar. Cómo los chicos de clase obrera consiguen trabajos de clase obrera. Akal. [ Links ]

Yeo, S.-J. y Heng, C. K. (2014). An (extra)ordinary night out: urban informality, social sustainability and the night-time economy. Urban Studies, 51(4), 712-726. https://doi.org/10.1177/0042098013489743 [ Links ]

2El presente artículo es parte del proyecto de investigación postdoctoral “El desalojo a una noche residual: Violencias y desigualdades en la configuración de la nocturnidad de jóvenes residentes de Tijuana, Baja California”, financiado por el Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (Conacyt).

3Se utiliza esta palabra en latín para no confundirla con el polisémico y coloquial uso de “la noche” y hacer una distinción entre los estudios de economía del tiempo nocturno y los de nocturnidad, que se enfocan en su carácter social, lúdico y divergente.

4Entendida como la violencia que se fragua desde las ideologías de las instituciones y los sistemas estatales, es ejercida por las instancias en el poder y caracteriza a los regímenes autoritarios.

5El estado sitiado es producto de los procesos neoliberales, imaginarios colectivos, y de la política estatal y prohibicionista que invisibiliza y criminaliza a las personas jóvenes pertenecientes a los barrios marginales, quienes terminan por ser arrojadas hacia una nocturnidad residual.

6Para una radiografía de la transición de los estudios sobre la noche como un incipiente y secundario campo de los estudios urbanos y los consumos culturales dirigida a consolidar un marco referencial teórico y conceptual en el contexto norteamericano, se recomienda la lectura de Mercado Celis y Hernández González (2021).

7Es un modismo que alude a la reunión que se hace antes de irse a un boliche, bar o antro, equivalente al “precopeo”.

8Espacios de consumo de vida nocturna de la masa –o convencionales–, alternativos y residuales. Son formas de categorizar las actividades que se practican en los espacios de acuerdo a los modelos de consumo.

9Se hace referencia a la bien sabida versión que reduce históricamente a Tijuana como una ciudad concebida para satisfacer la demanda de oferta de economía del tiempo nocturno para ciudadanos estadounidenses, a partir del período de prohibición del consumo de alcohol en Estados Unidos entre 1920 y 1933.

10En televisión se engloban producciones audiovisuales para consumo masivo y consecutivo como podrían ser series de acción o dramáticas –sin importar si se transmiten por televisión abierta, sistema de cable o plataforma de streaming–, caricaturas, animaciones, sitcoms y documentales.

11Otro trabajo del proyecto antes referido se centrará en el análisis de las narrativas derivadas de la experiencia deseable y vivida, y de las percepciones de las juventudes en diferentes grados de desigualdad. El objeto será evidenciar las violencias, los procesos de discriminación, los modos de resistencia y la apropiación que atraviesan quienes participan en la noche tijuanense.

12Por motivos de seguridad, cuando se hace una alusión directa a espacios de venta de sustancias ilícitas, prácticas de prostitución de menores o algún otro elemento de ilegalidad, se censura el nombre del establecimiento o de la persona.

13¿Qué tan profunda es la madriguera de conejo?

14Como ya se mencionó, dada la extensión de este planteamiento, se propone elaborar una mayor exposición y análisis de dichas narrativas para una posterior publicación que permita incluso hablar de una nocturnidad residual y estratificada.

Recibido: 09 de Agosto de 2022; Aprobado: 04 de Noviembre de 2022

Creative Commons License Este es un artículo publicado en acceso abierto bajo una licencia Creative Commons