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Frontera norte

versión On-line ISSN 2594-0260versión impresa ISSN 0187-7372

Frontera norte vol.29 no.57 México ene./jun. 2017

 

Artículos

Por qué emigran a Estados Unidos los miembros de la clase obrera mexicana: Recuentos y nuevas evidencias

Why Members of Mexican Working Class Emigrate to the United States: Recounts and New Evidence

Eleocadio Martínez Silva* 

*Universidad Autónoma de Nuevo León, México, eleocadiomartinez@yahoo.com.


Resumen

En esta investigación se presentan nuevos hallazgos de la emigración internacional de la clase obrera mexicana y de la configuración de nuevas conexiones intermetropolitanas. El estudio hace referencia a las causas y mecanismos de la migración y las formas de inserción económica de los trabajadores mexicanos en Estados Unidos. La investigación se desarrolló a través de la experiencia de migración internacional de los trabajadores despedidos de un enclave siderúrgico localizado en Monclova, Coahuila, proceso que dio lugar a la conexión Monclova-Dallas y Austin, Texas.

Palabras clave: migración; reestructuración industrial; clase obrera; México-Estados Unidos; Monclova

Abstract

In this research are presented new findings about the international emigration of the Mexican working class and the configuration of new inter-metropolitan areas connections. The study makes reference to the causes and mechanisms of the migration and the economical insertion forms of Mexican workers in the United States. The research was developed through the experience of international emigration of fired workers of a steel enclave placed in Monclova, Coahuila, Mexico. Process that gave place to the connection Monclova-Dallas and Austin, Texas.

Keywords: migration; industrial restructuring; working class; Mexico-U.S.; Monclova

Introducción

La reestructuración productiva, implementada en México desde la década de 1980, desencadenó procesos sociales, económicos y culturales tales como la emigración de miembros de la clase trabajadora a nuevos destinos migratorios internacionales de tipo intermetropolitano (Hernández-León, 2008).

El interés del presente estudio es documentar nuevos hallazgos de la emigración internacional de obreros de la industria nacional y la configuración de nuevas conexiones intermetropolitanas, exponiendo las causas y mecanismos de dicha migración y las formas de inserción económica de los trabajadores en Estados Unidos.

La investigación se lleva a cabo a partir del caso de la migración internacional de siderúrgicos despedidos de la empresa Altos Hornos de México (AHMSA) en el enclave siderúrgico de Monclova, localizada en la zona centro-norte del estado de Coahuila y en la región noreste de México. Dicho proceso dio lugar a la conexión Monclova-Dallas y Austin, Texas. También se presta atención a temas relevantes en los estudios de migración, como son las transferencias laborales a los trabajos en Estados Unidos. Las causas de la migración se exploran a partir de las transformaciones en la estructura económico-industrial en el enclave siderúrgico.

Los actores centrales en el drama de la migración son trabajadores despedidos en los procesos de privatización de las empresas siderúrgicas a inicios de la década de 1990, calificados en oficios de pailería, soldadura, tubería y mecánica. Estos obreros pertenecieron a la industria nacional, que los vinculó a un mercado de trabajo que propiciaba seguridad social, estabilidad en el empleo y salarios por encima de la media del proletariado mexicano y estaban ligados a un conjunto de intercambios sociales que les permitieron tener una importante integración social.

En la actualidad, la emigración de obreros calificados mexicanos a Estados Unidos se diferencia de otros procesos migratorios por ser un fenómeno en donde los actores del drama son obreros calificados; no es la comunidad, ni el pueblo, ni el grupo étnico migrante, ampliamente documentados en la literatura especializada. Este hecho tiene implicaciones importantes para la investigación sobre migración internacional, al tomar a los grupos ocupacionales como variable dependiente y, específicamente, a obreros calificados. Si bien existen investigaciones que consideran la ocupación como objeto de estudio de la migración, generalmente se han enfocado en grupos profesionales o semiprofesionales -como es el caso de las enfermeras, ingenieros o empresarios-, por lo que prevalece la ausencia de estudios acerca de la migración de obreros calificados.

El hecho de que se tome a la ocupación como variable dependiente para explicar por qué emigran a Estados Unidos miembros de la clase obrera mexicana deriva en la necesidad de explorar estrategias teóricas y metodológicas para su tratamiento, que por el carácter exploratorio del presente estudio está fuera de alcance por el momento, ofreciendo, en cambio, algunas ideas para alentar la discusión.

Dado el carácter exploratorio de este artículo, la pregunta de investigación que funciona como guía es muy general: ¿por qué emigra a Estados Unidos un grupo ocupacional como el de los obreros calificados en los oficios? Así mismo se exponen respuestas a la pregunta de cómo enfrentan los miembros de la clase obrera mexicana la inserción laboral en contextos internacionales.

Cuatro aspectos de la presente investigación son relevantes: 1) se recupera la trayectoria migratoria de la clase obrera a casi 20 años de su inserción en el mercado de trabajo estadounidense. Esta mirada retrospectiva posibilita, en su totalidad, la comprensión de la experiencia laboral de los exsiderúrgicos allende las fronteras; 2) el contexto de enclave siderúrgico le otorga una mayor claridad para observar causas de la migración internacional; 3) enfocar la mirada en la ocupación para analizar el fenómeno migratorio internacional; 4) la configuración de una nueva conexión intermetropolitana internacional: Monclova-Austin/ Monclova-Dallas.

Estrategia teórico-metodológica

¿Por qué emigran a Estados Unidos los miembros de la clase obrera?; ¿cuáles son las causas de dicha emigración? Algunas respuestas a estas interrogantes están presentes en uno de los estudios pioneros de Hernández-León (2008) acerca de la emigración de un sector de trabajadores de Monterrey a Estados Unidos en un contexto de reestructuración económica e industrial en la década de 1980. La tesis del autor indica que las causas estructurales de la emigración estriban en el impacto que la reestructuración y modernización industriales tuvieron sobre el mercado de trabajo local, entendido no sólo como espacio de oferta y demanda de mano de obra, sino como una serie de relaciones y prácticas sociales y políticas institucionalizadas. Los factores causales de este comportamiento migratorio los ubica en los cambios en el mercado de trabajo -traducidos en una disminución de empleos estables y calificados, y un aumento de empleos precarios e informales- y la crisis del sistema de relaciones laborales del modelo denominado fordismo periférico, prevaleciente en la industria local.

Estos efectos causales de la emigración internacional, como bien lo señala Hernández-León, por sí solos son problemáticos en virtud del conocimiento acumulado acerca de la multicausalidad del fenómeno migratorio: redes familiares, historia migratoria regional y depresión económica. Sin embargo, los aportes de su investigación son relevantes por su contribución al modelo general de la migración internacional.

Como corolario a lo anteriormente expuesto, la presente investigación se sustenta en la teoría de la nueva economía de la migración, la cual concibe a este fenómeno como una estrategia doméstica de manejo del riesgo en contextos en los que ni el Estado ni el mercado proporcionan estabilidad y resguardo. Se afirma que la reestructuración económica y la modernización industrial han desmantelado el régimen institucional de relaciones laborales que protegía a la clase obrera industrial mexicana y le proporcionaba un mínimo de seguridad frente al desempleo, vejez, enfermedad e incertidumbre económica. Cabe señalar que dicho régimen -a través de sistemas de préstamos, ahorro, bonos y subsidios- permitía a los hogares obreros acumular capital (o su equivalente en especie) para su inversión en vivienda, educación y consumo. En su ausencia, los miembros de estos hogares han tenido que valerse de la emigración internacional como un recurso más para confrontar los riesgos de la transformación de la economía mexicana.

La investigación sobre la migración de los miembros de la clase obrera de Monclova es parte de una investigación más amplia acerca de esta cohorte de la clase obrera, que experimentó una inflexión en sus trayectorias laborales al ser reestructurada la industria siderúrgica nacional (Martínez, 2016). El tema de investigación acerca de la migración internacional de los exsiderúrgicos se conformó a partir de múltiples referencias de los entrevistados en Monclova, lo cual llevó a construir una línea de investigación para estudiar el fenómeno migratorio de la clase obrera siderúrgica.

La investigación tiene un enfoque eminentemente cualitativo y se apoya en información estadística secundaria acerca de los cambios en la intensidad migratoria internacional en el enclave siderúrgico. La recolección de información se realizó por medio de 20 entrevistas abiertas y semiestructuradas a extrabajadores en las ciudades de Monclova, Dallas y Austin. Las entrevistas buscaron captar las causas de la migración (el tipo de inserción laboral como trabajadores siderúrgicos, la experiencia del despido, la búsqueda del empleo en los enclaves y en la región); los mecanismos de la migración (redes familiares y de amistad basadas en la profesión laboral) y la inserción en el mercado de trabajo estadounidense. En general, se buscó reconstruir las trayectorias laborales de los trabajadores durante los últimos 20 años.

La localización de los migrantes, tanto en el enclave como en las ciudades estadounidenses, fue proporcionada por extrabajadores de la siderúrgica, lo que en metodología se conoce como bola de nieve: un trabajador llevó a otro y así sucesivamente. Lo anterior hizo posible acceder a entrevistas desde 2013. En la muestra cualitativa estuvieron presentes trabajadores con diferente ubicación laboral dentro de la siderúrgica, de diferentes generaciones y con diferentes conformaciones familiares.

Las limitaciones de financiamiento para un trabajo de campo más prolongado dificultaron la realización de un mayor número de entrevistas; sin embargo, durante la revisión de los hallazgos en las entrevistas efectuadas, se detectó una saturación de información, por lo que nuevos informantes no les agregaría aspectos fundamentales a los objetivos del estudio.

La investigación se fortaleció con largas horas de convivencia con los trabajadores, lo que posibilitó comprender aspectos de la experiencia migratoria que escapaban de la estructura de la entrevista, tales como las interacciones entre los trabajadores y sus familias, así como con sus amigos. Las entrevistas se llevaron a cabo básicamente en los hogares y lugares de reunión de los obreros.

Antecedente acerca de por qué emigran los miembros de la clase obrera: la migración de la clase obrera de Monterrey

Existen estudios que han documentado el carácter tradicionalmente rural de la migración de México hacia Estados Unidos (Durán, 1998); sin embargo, desde la década de 1980, el carácter de esta migración se ha transformado, apareciendo las grandes ciudades metropolitanas de México (Monterrey, Guadalajara y Ciudad de México) como expulsoras de mano de obra. Según Hernández-León (2008), después de 20 años de expulsar dicha mano de obra -interna e internacionalmente-, comienzan a observarse circuitos migratorios intermetropolitanos que unen a la Ciudad de México con Nueva York, a Guadalajara con Los Ángeles y Chicago, y a Monterrey con Houston y Atlanta.

A partir del estudio de caso de un barrio obrero del área metropolitana de Monterrey, Hernández-León (2008) documenta que la reestructuración industrial y los cambios en el mercado de trabajo han provocado el desarrollo de flujos migratorios de miembros de la clase obrera hacia Estados Unidos. Sin caer en un mecanicismo simplificado, a partir de datos observados sobre la migración de miembros de la clase obrera de Monterrey a la ciudad de Houston, Hernández-León infiere algunos factores causales (cambios en el mercado de trabajo y crisis de las relaciones laborales) en dicha migración.

A partir de cambios observados en la migración internacional de miembros de la clase obrera de Monterrey en diferentes períodos, Hernández-León (2008) documentó que la mayor parte de la migración a Estados Unidos ocurrió durante las décadas de 1980 y 1990, 1es decir, en plena crisis y transformación del sector industrial y del mercado de trabajo en la ciudad de Monterrey. El autor señala que una tercera parte de los emigrantes internacionales iniciaron su carrera migratoria a partir de 1994, cuando en México comenzaba una nueva crisis económica.

En una síntesis de la historia migratoria en el barrio obrero, Hernández-León destaca que, durante el período que corresponde al Programa Bracero (1942-1964), hubo pocos emigrantes, ya que en esa época la economía industrial regiomontana se encontraba en franca expansión y sus mercados de trabajo atraían mano de obra. Así, sólo 12.4 por ciento de los individuos con experiencia en Estados Unidos emigraron durante el período en cuestión.

En el período siguiente (1964-1982) se observa una trayectoria migratoria dominante distinta: Monterrey-Estados Unidos-Monterrey, es decir, de viajes directos entre esta ciudad y el mencionado país, con retornos al punto de partida. De esta manera, 21.6 por ciento de los emigrantes emprendieron su ida inicial a Estados Unidos durante este período.

La mayor parte de la migración al otro lado ocurrió en el período 1983-1999, dominado en el ámbito binacional por los impactos del Acta de Reforma y Control de la Inmigración (IRCA por sus siglas en inglés) de 1986 y por las crisis y transformaciones de la economía mexicana. Así, 66 por ciento del total de viajes iníciales a Estados Unidos se dieron en esta época (Hernández-León, 2008). Las trayectorias típicas de este período son dos: Monterrey-Estados Unidos-Monterrey y Monterrey-Estados Unidos.

En cuanto al destino a ese país de los miembros de la clase obrera de Monterrey, Hernández-León (2008) refiere a Houston como punto principal, lo cual va acorde a que esta ciudad ofrece un mercado de trabajo vinculado a la formación laboral de los trabajadores regiomontanos y a los vínculos históricos entre las dos ciudades.

Crisis del acero: crisis económico-social en el enclave siderúrgico de Monclova

En el presente apartado se documenta ampliamente la hipótesis de trabajo acerca de las causas y fuerzas estructurales de la migración internacional de miembros de la clase obrera siderúrgica. Se hace referencia a la crisis del acero, los cambios en la estructura económica y la calidad del empleo en el enclave de Monclova.

Sobre la noción de la crisis del acero y la baja competitividad de la industria nacional, las elites políticas y empresariales mexicanas construyeron las versiones tecnócratas de liquidación de la industria siderúrgica nacional: la liquidación de la Fundidora de Monterrey (Fumosa) en 1986 marcó el inicio del tránsito de la industria acerera nacional a manos del capital privado y transnacional. Las paraestatales AHMSA y la Siderúrgica Lázaro Cárdenas Las Truchas (Sicartsa) fueron privatizadas entre 1991 y 1992. La primera fue adquirida por capital privado nacional del Grupo Acerero del Norte en 1992, y la segunda está en manos de capital indio del grupo MITTAL desde 2006.

Con la reestructuración de la industria siderúrgica, el enclave de Monclova en este campo experimentó importantes transformaciones en el mercado de trabajo y la calidad del empleo, pasando de ser una ciudad de atracción y retención de mano de obra a una expulsora.

En 1942, en Monclova, Coahuila, se construyó la empresa siderúrgica con la finalidad inmediata de cubrir los déficits de productos de esta rama industrial. Desde sus orígenes, este enclave fue un gran productor de acero y, con el tiempo, de laminados planos.

Dada la relevancia de AHMSA, el mercado de trabajo de la región llegó a ser controlado por la siderúrgica y sus filiales. Algunos observadores han afirmado que hacia finales de la década de 1960, en Monclova trabajaban para la industria alrededor de 22 000 personas, de las cuales 18 000 lo hacían para la empresa siderúrgica (Fourth, 1986). En 1986, de las 46 335 personas que formaban parte de la población económicamente activa (PEA), 53.4 por ciento dependía de la industria siderúrgica y de la metal-mecánica (Cárdenas y Redonnet, 1991).

Este enclave industrial llegó a tener los índices más altos de bienestar del estado de Coahuila (Cárdenas y Redonnet, 1990), posibilitado por su calidad de paraíso del trabajo asalariado industrial en México, el cual llegó a constituir 80 por ciento de la pea en la región (Rojas, 2008).

Según Corrales (2006), la modernización de AHMSA hacia mediados de la década de 1980, implicó una política de subcontratación con la finalidad de reducir el tamaño de la empresa y con ello garantizar su sobrevivencia.

Con la crisis y reestructuración de AHMSA se perdieron una gran cantidad de empleos en la región. Debido al encadenamiento productivo hacia atrás y hacia adelante de la empresa siderúrgica, el desempleo en la región fue de los más altos en el país: en 1993 alcanzó 8.1 por ciento de la PEA, 7.6 en 1994 y 8.7 en 1995 (Corrales, 2005). La explicación de tan elevada tasa de desempleo tendría que ver con la economía de tipo enclave existente en Monclova, altamente dependiente de AHMSA. Para finales de 1993, después de la privatización de esta empresa, el sector terciario ocupaba ya a 54 por ciento de la PEA monclovense; sin embargo, es un sector muy vinculado al secundario en el contexto de Monclova.

La recuperación del empleo asalariado obrero en la región de Monclova se dio con el repunte de AHMSA a partir de un proceso de modernización, con la instalación de empresas de la metalmecánica y un sector maquilador. De esta manera, el desempleo fue decreciendo desde 1996, cuando registró 6.5 por ciento de la PEA; 4.3 en 1997, 4 en 1998 y 3.8 en 1999 (Corrales, 2005).

Los exsiderúrgicos

Los exsiderúrgicos formaron parte del sector asalariado en México que se consolidó tomando como base la Ley Federal del Trabajo (LFT), promulgada en 1931, en la cual se consagraron los derechos colectivos y el trabajo protegido para los trabajadores (STPS, 2015).

Si bien la totalidad de los asalariados se beneficiaron de la normatividad de la LFT, fueron los trabajadores de la empresa estatal (petroleros, electricistas, siderúrgicos, entre otros) quienes más se favorecieron debido a la relevancia de estos sectores económicos para la industrialización del país. Desde el marco normativo de la LFT, el sector de la clase obrera de la empresa nacional llevó a cabo una práctica sindical por el control del proceso productivo y la mejora de las condiciones laborales. A partir de esta práctica lograron construir contratos colectivos de trabajo, en donde los obreros se definen como componentes de la sociedad y, en consecuencia, se inserta la posibilidad del acceso al flujo de recursos (Rojas, 2013).

Del nuevo modelo de organización del mundo del trabajo surgieron nuevas categorías de trabajadores, como la de los despedidos del sistema siderúrgico, que han estado realizando enormes esfuerzos por mantener una cultura e identidad obrera en medio de procesos sociales, culturales e institucionales generados por los cambios en la estructura industrial y ocupacional del país, así como por la racionalidad organizativa de las empresas.

Pocos años antes de la liquidación de la Fundidora de Monterrey (1986), en 1984 laboraban en el sector siderúrgico 64 374 personas, de las cuales 49 000 eran obreros. En 1986 había 57 978 personas trabajando, de las cuales 43 674 se desempeñaban como obreros, lo que representa una pérdida de alrededor de 7 000 empleos. Después de los procesos de modernización y privatización de 1991-1992, en los cuales estuvieron implicadas AHMSA y Sicartsa, el empleo cayó a 35 921 personas ocupadas en 1993, de las cuales 24 442 eran obreros; es decir, de 1984 a 1993 se perdieron 28 453 puestos de trabajo (INEGI, 1984, 1986 y 1993).

La reestructuración de AHMSA implicó el despido de miles de trabajadores. En 1989, la compañía tuvo que despedir a alrededor de 5 000 empleados para hacer viable la venta de la empresa. Con la privatización se liquidó a otros miles de siderúrgicos a partir de cambios profundos en la especificación de oficios y en el contrato colectivo de trabajo. De 1988 a 1992, la planta laboral disminuyó 53.35 por ciento. En 1992, la empresa decide despedir entre 900 y 1 200 obreros sindicalizados, buscando fortalecerse con base en una estrategia de costos laborales (Cárdenas y Redonnet, 1998).

Si bien básicamente el despido se presentó en las áreas de servicio y mantenimiento, el perfil del trabajador despedido fue diferenciado: un grupo estuvo conformado por obreros de oficios: paileros, soldadores, mecánicos y tuberos; otro estaba compuesto por aquellos que no lograron construir una carrera profesional en los oficios. El primer grupo pudo retornar al trabajo industrial en general, y al siderúrgico en lo particular, por medio de la subcontratación, lo cual fue posible debido a que esta modalidad en las grandes empresas nacionales y extranjeras se da en trabajos de mantenimiento, reparación y construcción.

La subcontratación como mecanismo de inserción laboral de los exsiderúrgicos los enfrentó ante un mercado de trabajo que no garantiza la inserción laboral plena, sino paulatina, entrando en el sector formal y saliendo de éste una y otra vez, pasando por la informalidad y el desempleo.

El otro grupo significativo de despedidos de AHMSA es el que no retornó al trabajo industrial, debido a que las calificaciones aprendidas en la siderúrgica no encajaban en la industria. Una mayoría de estos despedidos pasaron a formar parte de la fracción descalificada e inestable de la clase obrera; algunos se ubicaron en empleos de baja calificación, como el de intendencia, taxistas y vendedores ambulantes; otros siguieron desarrollando sus calificaciones aprendidas en la fábrica, como trabajadores por cuenta propia; también hubo quienes entraron en un proceso de aprendizaje de calificaciones como albañiles, carpinteros, pintores y comerciantes.

Migración interna frente a la migración internacional

La decisión de iniciar una migración -ya sea nacional o internacional- por parte de los miembros de la clase obrera del presente estudio estuvo permeada por situaciones contextuales. Una esencial fue lo adverso del mercado de trabajo nacional para los obreros especializados, debido a que la economía de México se encontraba en una coyuntura de ajuste y reestructuración. Por ejemplo, según Martínez (2006), con base en información proveniente de la Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo (ENOE), en Monterrey -ciudad industrial por excelencia, localizada a tres horas de Monclova-, el empleo en la industria se redujo de 33 a 28 por ciento en la población económicamente activa (PEA) en este período de cambio. En tanto, el crecimiento del sector de los servicios ha sido exponencial desde la década de 1980. El comercio y los servicios representaron 63 por ciento de la PEA en 2003, de tal manera que, en la década de 1990, muchas ciudades eran poco atractivas para los migrantes calificados, como los obreros del presente estudio (Martínez, 2006).

Como hipótesis de trabajo puede adelantarse que, salvo para algunos grupos de profesionistas, la migración interna en México ha dejado de tener la relevancia de décadas pasadas, pues la gente migra menos al interior del país. En el caso de los obreros, tal vez se deba, entre otros factores, al incremento de la pobreza laboral en las zonas metropolitanas de mayor dinamismo económico. Por ejemplo, según el informe de Coneval en 2011, Monterrey fue la ciudad donde creció a mayor velocidad la pobreza laboral en el país (Rea, 2011).

En este contexto adverso, un grupo significativo de trabajadores despedidos de AHMSA privilegiaron la movilidad laboral, sin que esto implicara cambio de residencia, realidad que ha sido posible por los cambios en la gestión del trabajo, basada en la subcontratación.

Los trabajadores son reclutados por empresas constructoras para realizar labores de mantenimiento y construcción, por períodos de tres a seis meses, en diferentes sectores productivos (minero, automotriz, siderúrgico, energético, entre otros) localizados a lo largo y ancho de México.

Viñeta etnográfica de un exsiderúrgico: el devenir en el mercado de trabajo

Se retomará un testimonio personal de un extrabajador, acerca de la manera en que fue construyendo su experiencia laboral, que finalmente lo llevó a buscar la forma de emigrar a Estados Unidos. Este entrevistado representa a una muestra grande de exobreros del estudio y, sobre todo, al igual que otros entrevistados, permite identificar puntos significativos en la experiencia social de los trabajadores despedidos de AHMSA.

Félix Aguirre, de 58 años de edad, es exsiderúrgico y cuenta con formación de mecánico general. Fue entrevistado en un parque en la ciudad de Monclova en 2012, junto con una veintena de exsiderúrgicos que esperaban contratarse con la compañía constructora que ofreciera mejores salarios y condiciones laborales. Félix rechazaba una y otra vez los ofrecimientos para trabajar en Monclova:

En AHMSA, las empresas contratistas juegan con uno. Entonces dicen: no, pues, que "bájales el salario". Por ocho horas en AHMSA, con una empresa, te pagan 1100 pesos semanales. Entonces no vives con ese salario porque tiene uno que gastar; si simplemente con ir uno a AHMSA tiene que comprar su coca para comer o a veces hasta comida, y si tienes dos o tres de familia no la haces. Aquí, en Monclova, juegan con uno las empresas; aquí hay muchas y se hacen mañosas, mañosas. ¿En qué sentido? Te friegan a ti. Cuando llegas te dicen: "¡Ahí está el jale, si quieres. Yo comoquiera tengo a 10, 20 o 30 trabajadores más esperando ahí en la puerta!". O sea, aprovechan la necesidad del jodido. ¿De qué me sirve a mí o a otro compañero ser especialista en pailería, en soldadura, si le van a pagar una baba? ¿De qué nos sirve? (Aguirre, entrevista, 2013).

En un segundo momento, la precariedad en el mercado de trabajo en Monclova empujó a una gran cantidad de exsiderúrgicos a una movilidad laboral a través de empresas constructoras a lo largo y ancho del país, realizando trabajos de reparación y construcción en diversos sectores industriales. Estas ocupaciones, basadas en contratos laborales a corto plazo -de no más de cuatro meses-, si bien garantizaban salarios muy superiores a los pagados por las compañías constructoras locales en Monclova, tienen fuertes componentes de precariedad, basados en prolongadas y extenuantes jornadas de trabajo de 10 a 12 horas diarias durante seis días a la semana. Al respecto, Félix Aguirre continúa narrando su experiencia:

Fuera de Monclova, el salario es de 3 500 hasta 4 000 pesos a la semana, pero aparte te pagan hospedaje, transporte, te dan viáticos cada lunes; siempre trae uno dinero en la bolsa. Pero es muy cansado. Anduve en otras partes de la república: fui a Hermosillo, después fui a la armadora de la Nissan de Cuernavaca. Ahí hay varias máquinas, varios robots, una inyectora plástica, que es la que fabrica partes de los muebles, como vistas, partes de las defensas de los muebles, todo lo que es plástico, calaveras. Después estuve en Aguascalientes, también de la Nissan. Ahí instalamos muchos equipos, robots, mesas herramentales, bombas neumáticas, todo lo que es el equipo, transportadores, todo lo que es un complejo de una armadora. Después fui a la cuidad de Silao (Guanajuato), a una armadora también. Seis meses en Silao, en Aguascalientes un año, y de ahí, pues, como le digo, nosotros necesitamos hacer el jale en la compañía para que nos hablen a la próxima. Entonces uno tiene que hacer muy bien el trabajo. Y de ahí me pasé a Puebla, a la Volkswagen, a la armadora, también con una compañía construyendo los plenos -a eso se les llama a los que construyen cascarón del carro- y luego los transportadores, que esos son los que van pintando el carro. De ahí volví a Monterrey, de armador, y a Metalsa a hacer los chasises de todos los muebles. De eso me pasé a Saltillo, a la armadora de General Motors y a la Chrysler. También estuve varias temporadas con ellos. Íbamos y regresábamos. Esa es la vida que tuve desde que salí de AHMSA (Aguirre, entrevista, 2013).

La experiencia de trabajo con base en la movilidad laboral también se dio en contextos internacionales. Félix cuenta que esta vivencia se presentó cuando un ingeniero los contrató a él y a un grupo de amigos para llevarlos a trabajar a Pamplona, España, en la empresa Volkswagen:

El trabajo te va dando a conocer, y yo conocí a ese ingeniero. No era mi patrón, nada más que me vio y por medio de otro compañero suyo me vinieron a buscar a Monclova y me dijeron que les consiguiera personal. Inclusive invité a un compañero y no quiso ir; se me arrepintió ya cuando íbamos a las pruebas a Monterrey. Fuimos 20, todos eran de aquí, nada más que 15 vivían aquí y los otros ya estaban trabajando en Monterrey [... ] Pues muy padre porque nos la pasábamos nada más en lo de nosotros; laborábamos, por así decirlo, de 7:00 u 8:00 de la mañana a 4:00 de la tarde, pero en el lapso de la mañana te dan un receso, lo que no hacen aquí; aquí te agarran y órale, te quieren sangrar, te quieren exprimir; allá no: los austriacos, que trabajan mucho con los alemanes, son así, de que trabajas tantas horas y ¡un break! ¿Qué es eso?, no, finish, pues vamos así a un descanso de una media hora; según el supervisor viera cómo estabas trabajando, te llevaba al comedor; los que fumaban, pues fumaban; que los que a echarse un refresco, pues a echárselo; los que querían un bocadillo, pues un bocadillo, y platicando qué monedas hay en México. Ellos nos preguntaban por las monedas de aquí y se las enseñábamos; ellos nos enseñaban las suyas, lo que ellos manejaban, y es muy diferente, y pues aquí te traen en friega y no puede decir uno nada. Si no, al siguiente contrato ya no entras, y allá no: allá te dan tu orden de trabajo; mira esto es y ya. Los alemanes pasaban por un lado nomás viendo. Les gustó mucho el trabajo que les hicimos (Aguirre, entrevista, 2013).

Finalmente, después de diversas experiencias en el mundo laboral de la subcontratación, Félix toma la decisión de emigrar a Estados Unidos. La existencia de contactos familiares y el hecho de contar con visa de turista facilitan la decisión de experimentar una vida laboral en aquel país:

Antes iba allá, a Los Ángeles, California, antes de que empezara lo del terrorismo, tenía más facilidad de ir para allá y conseguir trabajo, y lo que pasa es que antes, como Estado Unidos no había sufrido ningún atentado, pues era más fácil cruzar para nosotros que estamos pegados aquí con ellos, como mojado o con permiso. Desde que pasó eso se puso muy estricto, inclusive no quieren ni siquiera a los que tienen años allá trabajando como ilegales; ya los están aventando para acá y se pone muy difícil porque también a los patrones de Estado Unidos les exigieron que ya no se trajeran a gente que es ilegal. Me fui con una hermana a Los Ángeles a pasear y luego ya estuve trabajando allá. Estuve tres meses. Trabajaba en la construcción de casas. Como yo tengo unos familiares que ya son residentes y ellos trabajan en la construcción, yo aproveché y me metí a trabajar con ellos, construyendo lo que le llaman el esqueleto de las casas. No me llevé a la familia; yo solo, porque en la familia estaban chicos, estaban estudiando y, pues, aquí los dejé (Aguirre, entrevista, 2013).

La migración internacional de miembros de la clase obrera siderúrgica

La información que se presenta en este apartado valida la hipótesis que recorrió el estudio acerca de las causas estructurales de la migración internacional de miembros de la clase obrera, causas ubicadas en los cambios en el mercado laboral y el fordismo periférico en Monclova.

Rodríguez (2003) señala que Coahuila es uno de los estados de México que menos incidencia ha tenido en la migración internacional en los últimos 25 años. Sin embargo, observa un aumento significativo en la migración de las zonas industriales de la entidad hacia Estados Unidos a partir de la década de 1990, en plena crisis en la calidad de los empleos industriales.

No obstante, en la década de 1990, la economía en Coahuila mantuvo un crecimiento por encima del promedio nacional. Entre 1993 y 2000, el producto interno bruto (PIB) en la entidad fue de 5.3 por ciento en promedio anual, en tanto que el PIB nacional registró 3.9 por ciento. En cuanto a las ocupaciones generadas en el estado entre 1990 y 2000, el número fue de casi 260 000 nuevas plazas, similar a una tasa de generación de empleos de 4.4 por ciento, dato que superó en poco más del doble al registrado por el de la población en edad activa, pues su tasa de crecimiento se ubicó en 1.9 por ciento en promedio anual durante el período citado (Rodríguez, 2003).

El mismo autor señala que en la evolución de la migración a Estados Unidos, en el mismo período, poco más de 44 000 coahuilenses se integraron al f lujo de mexicanos hacia Estados Unidos, ya sea en forma permanente o temporal, dato que es equivalente a 1.3 por ciento del total nacional. En el estado, documenta Rodríguez (2003), sólo 3.6 por ciento del total de hogares tuvieron al menos un migrante hacia el vecino país del norte en el período de referencia.2

A partir de los datos presentados, Rodríguez (2003) asume que a pesar de que es poco significativo a nivel nacional, el fenómeno de la migración internacional dentro del estado ha venido adquiriendo un mayor dinamismo. La comparación entre lo acontecido en los años 1990-1995 y 1995-2000 permite observar que, tanto por el número de migrantes como por la cantidad de hogares con esa característica, la entidad muestra una mayor intensidad migratoria a lo largo del segundo período debido a la pérdida en la calidad del empleo en las regiones industrializadas de Coahuila.

El sello distintivo que observa Rodríguez (2003) en la migración de coahuilenses hacia Estados Unidos es un proceso que se encuentra concentrado en el área centro-norte y en una pequeña zona ubicada al suroeste de la entidad. La primera región, integrada por los municipios de Escobedo, Abasolo, Juárez, Progreso, Sabinas, Villa Unión, Nava, Morelos, Múzquiz, Acuña, Jiménez, San Buena Ventura, Piedras Negras, Castaños, Zaragoza, Monclova y San Juan de Sabinas, se caracteriza por presentar la mayor intensidad del fenómeno migratorio, pues entre 1995 y 2000, el porcentaje de hogares con migrantes oscila entre 5.3 y 29.8 por ciento.

Desde una dimensión económica, la zona de alta intensidad migratoria se caracteriza también por una alta actividad industrial; en 2000, del total de la población ocupada en esta región, 4.6 por ciento laboraba en el sector agropecuario; 48 en el industrial y 46.7 en los servicios. Estos datos, según Rodríguez (2003), marcan diferencias con el contexto estatal, pues la distribución porcentual de la población ocupada en los sectores agropecuario, industrial y de servicios es de 6.1, 41.4 y 52.5 por ciento, respectivamente. Así mismo, la región se distingue por concentrar un alto número de unidades económicas dedicadas a la producción industrial, destacando de manera especial el acero, el carbón y las empresas maquiladoras.

El hecho de que el área industrial centro-norte del estado haya presentado una mayor intensidad en la migración internacional se explica, según Rodríguez (2003), por la crisis y reestructuración que ha experimentado la industria en la década de 1990, implicando despidos y disminución del trabajo de calidad en términos de estabilidad, prestaciones sociales y nivel salarial; es decir, se presenta una reducción de oferta de empleos de calidad en esta área del estado.

Datos proporcionados por Rodríguez (2003) indican los cambios en la intensidad migratoria en el enclave siderúrgico de Monclova en la década de la reestructuración de la industria siderúrgica: entre 1995 y 2000, 5.4 por ciento de los hogares de Monclova contaban con al menos un miembro en Estados Unidos. En el mismo período migraron 2 553 personas a dicho país. En la ciudad de Frontera, municipio conurbado con Monclova, 3.8 por ciento de los hogares tenían también al menos un migrante en el mismo período, lo que equivale a 605 personas. En la ciudad de Castaños, cercana a Monclova, 5.8 por ciento de los hogares habían experimentado al menos la migración de uno de sus miembros hacia Estados Unidos, para un total de 299 personas.

Entre las tres ciudades (Monclova, Castaños y Frontera), el total de los migrantes hacia ese país suma 3 457 en el período 1995-2000, por encima de Saltillo y Acuña, con 2 333 y 1 806 migrantes, respectivamente. Solamente Torreón se ubicó por encima de esas tres ciudades, con 4 571 migrantes.

La conexión Monclova-Dallas y Austin, y transferencias laborales de los exsiderúrgicos a los trabajos en Estados Unidos

El trabajo cualitativo del presente estudio provee mayores detalles a los datos estadísticos proporcionados por los censos de población -y que recupera Rodríguez (2003)- acerca de la migración en el enclave de Monclova, documentando la conformación de un circuito migratorio intermetropolitano Monclova-Dallas y Austin, así como la incorporación económica de los exsiderúrgicos y sus familias en estas ciudades.

La conexión Monclova-Dallas y Austin se construyó por diferentes vías: contactos frecuentes de los extrabajadores con las ciudades texanas, facilitados por la posesión de la visa de turista (los siderúrgicos accedían fácilmente a la visa estadounidense por la calidad del empleo de AHMSA); la existencia de redes sociales, unas vinculadas con los lugares de origen de los extrabajadores, y otras creadas a partir de vínculos de trabajo y amistad en Monclova; y un mercado de trabajo en la industria de la construcción en Dallas y Austin, que daba la posibilidad de transferencia de destrezas laborales a través de la soldadura, carpintería o pailería. Estos mecanismos operaron de manera conjunta para construir la conexión intermetropolitana y la incorporación económica de los exsiderúrgicos en Estados Unidos.

Algunos extrabajadores aprovecharon la existencia de una red familiar en Dallas y Austin, la cual tiene su origen en los municipios de Coahuila de larga tradición migratoria a Estados Unidos, como son aquellos que pertenecen a la región carbonífera -en donde destacan Nueva Rosita y Sabinas- y la región rural del estado, en donde se ubican los municipios de Escobedo y San Buena Ventura.3 Según se desprende de las entrevistas, la tradición migratoria en estos municipios fue construida a partir del Programa Bracero, un acuerdo laboral temporal entre Estados Unidos y México, iniciado en 1942.

Otros extrabajadores se apoyaron en una incipiente red social de monclovenses establecida en Dallas y Austin. Esta red estaba formada por personas que habían emigrado a Estados Unidos aprovechando la coyuntura de la amnistía que el gobierno estadounidense otorgó a los inmigrantes ilegales en 1986, a través de la Inmigration Reform and Control Act (Hernández-León, 2008). Cuando se presentó el despido en AHMSA, algunos de los exempleados aprovecharon las relaciones de amistad, familiares y de vecindad con estos monclovenses para emigrar.

En la migración de extrabajadores, dos avecindados de Monclova fueron relevantes. Migraron a Dallas a mediados del siglo pasado, uno en calidad de ciudadano estadounidense (su padre era norteamericano) y el otro de ilegal. Ambos desarrollaron una exitosa trayectoria laboral en la industria de la construcción, uno como supervisor y otro como propietario de una empresa en el mismo ramo, posiciones que fueron aprovechadas por exsiderúrgicos para su inserción en el mercado laboral de Dallas y Austin.

Otro de los mecanismos que operó para la vinculación de exsiderúrgicos al mercado laboral de Estados Unidos fue el de las compañías estadounidenses que dan servicio de construcción y mantenimiento a grandes empresas. Este mecanismo propició, en algunos casos, la posibilidad de la migración y, en otros, una movilidad laboral sin migración. Ejemplo de esta forma de inserción es el de Raúl, quien fue despedido de AHMSA en 1991 a la edad de 38 años. Con formación de carpintero, trabajó en empresas constructoras en Monclova. Su primer empleo fue en una constructora que lo llevó por medio año a trabajar en la reparación de un alto horno en Chicago.

La función de cazador de huracanes fue otra de las formas de inserción de algunos exsiderúrgicos en el mercado laboral estadounidense. Fussell (2009) menciona la existencia de un colectivo de trabajadores inmigrantes que se dedican a cazar huracanes a través de empresas contratistas. Inmigrantes latinos, que llegaron a Nueva Orleans poco después del huracán Katrina, el 29 de agosto de 2005, se sintieron atraídos por la demanda masiva de demolición y construcción. La autora señala que estos cazadores de huracanes son un fenómeno creciente en el golfo del Sur, especialmente en las poblaciones de las zonas propensas a huracanes. El exsiderúrgico pailero don Jesús fue parte de este colectivo. Se volvió un cazador de huracanes contratándose en Luisiana en los trabajos de reconstrucción de las plataformas petroleras dañadas por el huracán Katrina. En este trabajo laboró como pailero hasta 2007 (Morales, entrevista, 2013).

Otros exsiderúrgicos entrevistados en Monclova refieren el hecho de la llegada de un contratista norteamericano que enganchaba trabajadores de oficio para reparar daños causados por los huracanes (Acosta, entrevista, 2013; Carrasco, entrevista, 2013). El exsiderúrgico Jesús Carrasco se refiere a este acontecimiento: "Yo estaba soldando en el taller y en eso un señor me preguntó que si éramos paileros, soldadores, le dijimos que sí, y dijo él que venía por gente, que quería unas 300 gentes para trabajar en Estados Unidos [...] dijo que si tenía conocimiento de gente. Le dije que sí. Me pidió que le reuniera a trabajadores" (Carrasco, entrevista, 2013).

Entre la experiencia migratoria de los monclovenses está la de los trabajadores que migraron por motivos político-sindicales. Ramón, un joven sindicalista, emigró a la ciudad de Dallas en 1993 al ser despedido por la empresa por motivos políticos. Sin posibilidad de reinsertarse en el mercado de trabajo de Monclova, tanto por su pasado político en AHMSA y su calificación como cortador en el área de producción, decidió emigrar a Estados Unidos. Con contactos de excompañeros de trabajo de AHMSA, llega a Dallas en 1993 con visa de turista, y se inserta en la industria de la construcción, donde se especializó en la pintura, trabajo que mantiene en la actualidad en Dallas, ciudad en la que vive con su familia (Martínez, entrevista, 2013).

En la conexión intermetropolitana Monclova-Dallas y Austin, el tema de las transferencias laborales a los trabajos en Estados Unidos resulta relevante en virtud del perfil de alta calificación de la cohorte de trabajadores que emigraron: trabajadores de oficio que dominaron la soldadura, tubería, pailería, carpintería y mecánica.

La experiencia de trabajo de estos exsiderúrgicos en el mercado de trabajo en Estados Unidos se caracteriza por la continuidad y ampliación de las calificaciones adquiridas en AHMSA, así como por la calidad en el ingreso. Estos extrabajadores desplegaron habilidades de capital humano para acceder a mejores puestos de trabajo que los de sus familiares que los vincularon a Dallas y Austin. Ejemplo de este tipo de inserción laboral es la de Baldomero. Con formación de soldador de primera adquirida en AHMSA y en la industria de la región, emigra a Estados Unidos a mitad de la década de 1990, aprovechando vínculos familiares en Austin. Su primera experiencia de trabajo fue de peón en las yardas. Al poco tiempo, logra insertarse en un taller de herrería, en donde entró en contacto con otros extrabajadores de AHMSA. Meses después logra aprobar un examen como soldador en una empresa constructora, lo que le permite obtener un empleo que le ha garantizado una inserción muy ventajosa en la ciudad de Austin.

La red familiar que vinculó a Baldomero a Austin estaba inserta en trabajos manuales de baja calificación, por lo que la continuidad con su oficio de soldador fue posible por los vínculos que construyó en esa ciudad: "Yo batallé para entrar a la soldadura porque mi familia de aquí [Austin] nadie son soldadores. Ellos son chicanos, son gente de aquí que se conforma con un salario de 300 dólares por semana, o a lo mejor hasta menos. Bueno, ahorita no sé cuánto anden ganando [...] no tienen oficio; trabajan en una tiendita, en un McDonald's" (Baquera, entrevista, 2013).

Además del obstáculo de la red familiar para darle continuidad al oficio, Baldomero refiere la dificultad en el manejo del inglés para su inserción en el trabajo calificado: "Tuve que batallar un poco porque aquí todo está en inglés y aparte son máquinas más modernas, pero la función era la misma. Fui aprendiendo poco a poco, sobre todo para comprender las indicaciones en inglés para manejar las máquinas de soldar" (Baquera, entrevista, 2013).

Don Jesús también es un caso ejemplar de la transferencia laboral a los trabajos en Estados Unidos. Al ser despedido, se enfrentó a un mercado laboral local con empleos de baja calidad. En su trayectoria laboral en AHMSA, obtuvo una calificación de pailero. Cuando lo despidieron en 1989, no logró conseguir empleo debido a su rechazo a recibir un bajo salario. Después trabajó como pailero en Monterrey (a 400 kilómetros de distancia de Monclova) en una empresa contratista de pailería, empleo en el que permaneció tres meses. Retornó a Monclova y logró insertarse en otra compañía contratista de pailería. El empleo le agradó porque el salario era elevado y de acuerdo con su formación. Sin embargo, cuando se presentó una devaluación del peso mexicano a finales de 1995, la empresa no le sostuvo el salario real, por lo que decidió emigrar a Estados Unidos (Morales, entrevista, 2013).

Don Jesús ingresa en Estados Unidos con visa de turista y con el contacto de amigos originarios de Monclova. Trabajó en la construcción y las yardas en un condado cerca de la ciudad de Dallas, Texas. A los pocos meses, por recomendación de un amigo originario de Monclova, toma un empleo de obrero en un taller que fabricaba arcos de aluminio ornamentales para casas y edificios. Después de dos meses, otro amigo le proporciona un contacto y cambia de trabajo, ingresando en una empresa de pailería en la ciudad de Ennis, Texas: "Ahí me daban la tarea de interpretador de los planos lineales, estructurales y ornamentales. Con máquinas para rolar, hacer escaleras, pasamanos, barandales, pero rolados con una máquina" (Morales, entrevista, 2013).

Esta aproximación a la forma de inserción de los exsiderúrgicos en el mercado laboral de Dallas y Austin resulta relevante si se toma en consideración que, para amplios grupos de trabajadores urbanos, la migración ha implicado una ruptura con su formación profesional. En el caso de los exsiderúrgicos, la migración no solamente implicó una continuidad profesional, sino también generó una movilidad social ascendente (sus salarios oscilan entre 1 500 y 2 000 dólares semanales) respecto de sus familiares que los vincularon a Estados Unidos. Esta realidad es relevante si se toma en cuenta que, para amplios sectores de migrantes, la movilidad social ascendente es para la segunda generación (Hernández-León y Morando, 2013).

La conexión Monclova-Austin, además de implicar migración sin retorno, también permitió la movilidad laboral sin migración. En este tipo de proceso estuvieron implicados exsiderúrgicos con calificación de oficio y sin calificación. Un buen ejemplo es el de Palomares, quien tuvo una formación de tubero y pailero en AHMSA. Fue despedido en 1991 a la edad de 38 años, y enfrentó muchas dificultades para encontrar empleo de acuerdo con su formación laboral, lo que lo mantuvo dos años excluido del mercado de trabajo. En 1993 recibe la invitación de un grupo de amigos para trabajar en Dallas, ofrecimiento que acepta y se traslada con visa de turista. Su inserción laboral se dio en la industria de la construcción, desempeñándose como carpintero, oficio que dominó rápidamente por las habilidades para el trazo y la lectura de planos (habilidades centrales en la formación del tubero y pailero). Después de cuatro años, decide retornar a la ciudad de Monclova debido a la insatisfacción con su trabajo, al cual define como rudo y agotador: "Me dije: 'tengo un oficio, ¿qué ando haciendo acá?'" (Palomares, entrevista, 2013). Retorna a Monclova y se inserta en el mercado de trabajo de la subcontratación como tubero y pailero. Considera satisfactoria su experiencia de retorno al mercado laboral local, debido a los altos salarios, pues según el tipo de contrato logrado, ha percibido ingresos de hasta 40 000 pesos mensuales.

Otro buen ejemplo de la movilidad sin migración es el del exobrero Antonio Ruvalcaba. El hecho de haber sido obrero de producción (aceración) en AHMSA dificultó su reinserción en la industria local, debido a la inexistencia de una fábrica que demandara su calificación. Únicamente podía aspirar a un trabajo precario en la industria local. Cuando lo despidieron tenía 32 años de edad. Aprovechando que contaba con visa de turista y un contacto de amistades en Dallas, decide emigrar en 1992. Se inserta en la industria de la construcción como ayudante general, trabajo en el que permaneció dos años (Ruvalcaba, entrevista, 2013).

El poseer visa de turista le facilita comercializar autos usados estadounidenses y venderlos en la ciudad de Monclova. Sus viajes continuos los aprovecha para obtener otros ingresos, llevando y trayendo productos por encargo de Monclova a Dallas, y viceversa. Los cambios para regular la introducción de automóviles usados en México, suscitados a finales de la década de 1990, afectaron su trabajo, por lo que decidió permanecer definitivamente en Monclova, donde desempeñó trabajos en la informalidad.

Esta movilidad laboral sin migración en un grupo de exsiderúrgicos se puede explicar tanto por la calidad de su inserción laboral en el mercado de trabajo en Estados Unidos, como por las posibilidades de empleo que ofrecía el enclave de Monclova. Como se observó en el relato de Palomares, regresa a Monclova para retomar el oficio en el mercado de trabajo de la subcontratación, ante la imposibilidad de una continuidad del trabajo de tubero en Estados Unidos. En tanto, el relato de Ruvalcaba es el caso del exsiderúrgico sin una calificación que facilitara su inserción en un trabajo de calidad en Estados Unidos, por lo que decide retornar a Monclova que, como todos los centros urbanos de México, ofrece amplias posibilidades de empleo en la informalidad.

Conclusión

Durante el tiempo que duró el trabajo de campo, resaltó una pregunta que estaba lejos de tener una respuesta: ¿qué era lo que tenían en común las experiencias de los exsiderúrgicos que migraron y los que se quedaron? Encontrar una respuesta a este tipo de interrogantes no es fácil, ya que no depende únicamente de la creatividad del investigador, sino de la inmersión, una y otra vez, en la información y el regreso al trabajo de campo a recopilar más datos.

Una de las posibles claves en común de los que se fueron y los que se quedaron es la ocupación y defensa de la identidad del oficio. Los que se quedaron prefirieron tener períodos de desempleo antes que perder la identidad del oficio, el cual defendieron frente a la precariedad de los empleos ofrecidos en el enclave siderúrgico. Además se aventuraron a una intensa movilidad laboral a lo largo y ancho del país en defensa del oficio: "Lo único que nos queda para defendernos es el oficio" y "Nos pueden doblar, pero no quebrar" fueron frases recurrentes de los trabajadores entrevistados (Araujo, entrevista, 2013; Sánchez, entrevista, 2013; González, entrevista, 2013).

Para los que emigraron a Estados Unidos, la defensa del oficio posibilitó enfrentar e insertarse en un mercado muy segmentado, en donde la norma laboral bloquea la inserción de los trabajadores calificados que están en un estatus de ilegalidad. Lo loable es que estos obreros lograron conservar su oficio en un mercado de trabajo internacional altamente segmentado.

La experiencia en común de los trabajadores que se quedaron y los que emigraron a Estados Unidos, siguiendo la teoría de estructuración de Giddens (1984), es que contribuyeron a darle forma a su curso de vida laboral. La entrada en el mercado de trabajo interno e internacional fue, para ambos grupos de trabajadores, un complicado proceso de reclamo personal, habilidad y oportunidades de trabajo, interpelado por factores contextuales.

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1El estudio de Hernández-León se llevó a cabo en el barrio obrero La Fama, localizado en el municipio de Santa Catarina, que forma parte del área metropolitana de Monterrey.

2 Según Rodríguez (2003), esta cifra, que se encuentra 50 por ciento por debajo del promedio nacional, ubica a Coahuila como uno de los estados con mediana incidencia dentro del concierto de la migración internacional de mexicanos hacia Estados Unidos.

3Dado el componente migrante de la clase obrera siderúrgica de AHMSA, una gran cantidad de extrabajadores tienen vínculos familiares en las regiones de Coahuila con tradición migratoria.

Recibido: 21 de Junio de 2016; Aprobado: 26 de Octubre de 2016

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