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Frontera norte

versión On-line ISSN 2594-0260versión impresa ISSN 0187-7372

Frontera norte vol.28 no.56 México jul./dic. 2016

 

Reseñas Bibliográficas

Sur profundo. Identidades indígenas en la frontera Chiapas-Guatemala, Rosalva Aída Hernández Castillo

Edith F. Kauffer Michel1 

1 Centro de Investigaciones y Estudios Superiores en Antropología Social-Sureste, México, kauffer69@hotmail.com

Sur profundo. Identidades indígenas en la frontera Chiapas-Guatemala. Hernández Castillo, Rosalva Aída. México: CIESAS, CDI, 2012. 174p.


Mirar las fronteras desde el análisis de las identidades indígenas

La obra Sur profundo. Identidades indígenas en la frontera Chiapas-Guatemala constituye una invitación a mirar múltiples fronteras más allá de la frontera política internacional y ampliar una agenda de investigación abierta a la diversidad. más allá del esencialismo, purismo étnico, primordialismo y de la naturalización de las identidades, Aída Hernández sostiene un posicionamiento teórico y una postura política muy claros y articulados en sí, que se inscriben en el constructivismo histórico de las identidades. En contra de la idea de que tal postura debilita y deslegitima las movilizaciones indígenas, la autora afirma que el análisis desde las identidades en transformación contribuye a la defensa de los derechos a la diferencia cultural y a las luchas asociadas con estas reivindicaciones.

Un punto central de su planteamiento reside en el hecho de que la construcción de las identidades indígenas se ha tejido en relación con el estado y, por lo tanto, su análisis permite develar y entender las relaciones de poder al interior de los grupos estudiados y en interacción con el entorno cercano, así como con el contexto más amplio. las identidades indígenas son construidas, deconstruidas y reconstruidas; es decir, cambian a lo largo del tiempo con las interacciones con los acontecimientos políticos y los actores sociales. en esta invitación a mirar a las fronteras desde el análisis de las identidades indígenas, Aída Hernández emite también algunas propuestas para las políticas culturales en la región, desde los diálogos interculturales y también para la investigación social y antropológica.

Una invitación a visualizer una multitude de fronteras entrecruzadas y de cruces

No se trata de un libro sobre la frontera sur ni sobre aquélla entre Chiapas y Guatemala. antes de todo, es una obra que invita a visualizar una multitud de fronteras entrecruzadas y quienes las cruzan. la frontera política constituye el punto de partida de la obra, debido a la ubicación geográfica de los estudios de caso, pero el enfoque propuesto devela otras fronteras. a partir de la línea de división internacional, Aída Hernández ubica las fronteras municipales, al interior de las cuales aparecen los grupos etnolingüísticos que corresponden a los escenarios de su trabajo de campo: mam, cackchiquel y mochó en la región Soconusco-Sierra; chuj, en los llanos boscosos de la Trinitaria y, en este mismo municipio, los kanjobales-acatecos, además del grupo jacalteco-poptí en Amatenango de la Frontera y Frontera Comalapa. cabe subrayar que la complejidad de subregiones de la frontera reside también en el hecho de que los acontecimientos referidos a los grupos estudiados poseen, a la vez, similitudes históricas y realidades contrastantes.

Además, la obra aborda las fronteras étnicas en el sentido de Barth (1976:9-49): identidades en interacción, sustentos de la acción colectiva en relación con las fronteras establecidas entre grupos, también creadoras de alteridades construidas por estas mismas, las cuales, a su vez, producen discriminación, como en el caso de la alteridad estigmatizadora respecto de los exrefugiados guatemaltecos.

También, aunque de manera menos sistemática, el libro aborda las fronteras como procesos de colonización -en particular para el caso soconusco- sierra- bajo la modalidad inducida por el estado. en efecto, el soconusco fue el escenario de la promoción de la migración extranjera y de la instalación de mano de obra indígena de chiapas y procedente de Guatemala en la sierra.

Más allá de las circunstancias colectivas, la pluralidad de actores y la riqueza de las experiencias individuales permiten visualizar la existencia de quienes traspasan las fronteras. en primer lugar, al ser un área de intensas y muy diversas migraciones -repetidas y sucesivas en algunos casos-, el sur pro- fundo constituye un escenario de encuentro con personas constantemente relacionadas con el cruce, lo que las/os convierte en cruzadores y cruzadoras. en segundo lugar, no se trata solamente de quienes atraviesan las fronteras políticas, sino de las otras antes mencionadas. en este sentido, las cruzadoras de fronteras por excelencia son las migrantes como Karla o Flori: más allá del cruce de la separación política, transgreden las fronteras del género al moverse, y al hacerlo se exponen a las consecuencias en sus vidas, particularmente en sus cuerpos. entre los cruzadores de fronteras se encuentran también aquellos que se convierten a otras religiones y experimentan nuevas oportunidades organizativas y productivas en otro ámbito.

De "herida abierta" a puerta abierta

En el forro de la obra, la autora escribe: "los testimonios y experiencias de estos pueblos mayas nos recuerdan que la frontera sur es una herida abierta". la herida abierta, materializada por la brecha física que adorna la portada del libro, puede ser visualizada como una interrupción de su continuidad natural, a la par de la frontera internacional que se convierte en dolor y resentimiento. así, su establecimiento marcó la ruptura de la continuidad de grupos indígenas: mam, jacalteco, chuj, kanjobal y cakchiquel. además, su definición es una herida todavía sangrante para muchos sectores en Guatemala, desde la firma del tratado de límites con méxico en 1882 (Segob, 1882).

La frontera política se caracteriza por una fuerte dimensión cultural que ha acompañado a la ausencia de marca durante décadas; sin materializar e invisibleno había mojones ni monumentos-, pero muy marcada en los grupos humanos: castellanización, mexicanización y nacionalización fueron los violentos componentes históricos del indigenismo para con las poblaciones indígenas del área.

Otra herida es la formación de ejidos como apropiación del Estado-nación mexicano de los espacios fronterizos y como estrategia para someter a los grupos a un esquema de organización política diferenciador de aquél de la vecina Guatemala. Desmitificando al ejido, Aída Hernández recuerda que en algunas áreas este modelo de estructuración espacial y de inserción política al sistema hegemónico se estableció bajo la custodia de caciques mestizos. obviamente, no quiere decir que los pobladores no se hayan apropiado del modelo; sin embargo, éste trató de marcar y delimitar, a toda costa, frente a la percepción de la amenaza vecina. Es menester añadir a ello las situaciones de discriminación resultantes de la suma de la frontera política y cultural que pueden llevar al conflicto. Finalmente, las realidades más recientes de esta herida evidencian una frontera cada vez más violenta, con presencia de grupos entrenados y especializados en el ejercicio de la violencia en todas sus dimensiones y que cruzan otras fronteras, las de la barbarie.

En contraposición con esta realidad, la obra ilustra también una frontera viva y un espacio de oportunidades, una frontera que se puede visualizar como una puerta abierta. esta frontera abierta configura un escenario de movilidad territorial e hibridez cultural, donde es posible encontrar la presencia de diversos actores religiosos; múltiples procesos de migración local, regional, nacional e internacional; la revitalización cultural de los grupos indígenas mediante fiestas; sistemas productivos sustentados en experiencias organizativas novedosas, como el café; un espacio de recientes intercambios culturales transfronterizos que se suman a los más antiguos, como las romerías; así como cambios y redefiniciones que se extienden desde el escenario de organización política de los refugiados guatemaltecos, hasta 2011, con la creación del Consejo Mayor Mam.

Otra puerta abierta que resulta necesario plantear a partir de esta obra consiste en rebasar el concepto hegemónico mexicano -muy arraigado- de frontera sur para dar paso a una mirada más transfronteriza de las fronteras y los procesos estudiados. se trata de dejar a un lado la denominación unilateral de frontera sur para trascender la ceguera fronteriza -mirada que termina donde inicia la delimitación internacional-, propia de la visión mexicana gubernamental y académica predominantes, y reconocer que actualmente la noción restrictiva de frontera sur debe ceder el paso a la observación de las múltiples fronteras.

El estudio de las dinámicas transfronterizas es imprescindible para transitar de lo fronterizo a lo transfronterizo. también es fundamental ampliar la mirada e incluir las diferentes porciones de ambas fronteras -la que se comparte con Guatemala y la que se tiene con Belice, que son dos a pesar de la aparente continuidad-, ya que la noción de frontera sur se ha centrado principalmente en el estudio de algunos fragmentos de la frontera chiapaneca con Guatemala. De hecho, una puerta abierta para futuras investigaciones es documentar los procesos correspondientes a la parte ubicada más al oriente de las zonas delimitadas por Aída Hernández, que carecen de investigaciones recientes y donde las relaciones con las fronteras son muy dinámicas, pues poseen su propia historia de semejanzas y contrastes.

Referencias

Barth, Frederik, 1976, "Introducción", Los grupos étnicos y sus fronteras. La organización social de las diferencias culturales, México, D. F., Fondo de Cultura Económica, pp. 9-49. [ Links ]

Secretaría de Gobernación (SEGOB), 1882, Tratado de Límites entre los Estados Unidos Mexicanos y la Republica de Guatemala, México, D. F., Segob, 27 de septiembre, en < http://www.ordenjuridico.gob.mx/Publicaciones/cDs2012/cDtratados/pdf/B4.html >, consultado el 8 de marzo de 2016. [ Links ]

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