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Frontera norte

versión On-line ISSN 2594-0260versión impresa ISSN 0187-7372

Frontera norte vol.26 no.52 México jul./dic. 2014

 

Reseñas bibliográficas

 

La condition cosmopolite. L'anthropologie à l'épreuve du piège identitaire

 

Frida Calderón Bony

 

Michel Agier, París, La Découverte, 2013, 211 pp.

 

URMIS-Universidad de París 7 fridacal@gmail.com

 

Con su último libro, La condition cosmopolite. L'anthropologie à l'épreuve du piège identitaire, el antropólogo Michel Agier nos invita a una revisión metodológica de la antropología, al tiempo que interroga algunas de las paradojas del mundo moderno. Su mirada cuestiona la contradicción que encierra la representación de la globalización como un mundo cada vez más accesible y conectado, pero al mismo tiempo más desigual y más hermético. Por un lado, flujos que cruzan fronteras, pero del otro, muros que controlan dichos flujos, que detienen y que expulsan del "otro lado" del muro. Para Agier, si la antropología desea contribuir a la comprensión de esta dinámica compleja y paradoxal necesita revisar el uso de dos nociones que han acompañado su desarrollado como disciplina: la identidad y la frontera. Estos dos conceptos constituyen el andamiaje del argumento que recorre la obra. El autor propone un triple descentramiento: cultural, epistémico y político, que permita desarrollar una antropología del sujeto, e incluso del sujeto en situación, con la cual podamos vislumbrar la existencia de una condición cosmopolita que nos permita alejar a la disciplina de la obsesión identitaria y del discurso culturalista de tono universalista con el que las identidades suprimen la alteridad y con ello el reconocimiento del "otro".

En la primera parte de la obra, Agier nos recuerda el carácter no natural de las fronteras para insistir al contrario en los "fundamentos sociales" de éstas. Si bien, desde una perspectiva geoestratégica, el muro suele presentarse como referencia directa de la frontera, debemos ver que en realidad "el muro es la negación de la frontera" en la medida en que suprime la parte esencial de la frontera como acto social que permite instituir una separación pero también un encuentro con el otro, espacio relacional y de reconocimiento mutuo. En completa oposición, el muro convierte en invisible a ese "otro". Si la frontera permite un reconocimiento de la diferencia, la estrategia política del muro equivale a la desaparición de una visión del "otro", sugiriendo la llegada de un extranjero abstracto "sin nombre" y que viene de "fuera", nos dice Agier. "¿Quién es ese otro? y ¿Cómo y dónde reconocerlo?", se interroga Agier, al tiempo que aboga por una antropología de la frontera capaz de encarar la "trampa identitaria" a través de la cual un dispositivo de control y asignación de las identidades funciona al interpelar a cada uno a partir de una identidad que sería autentica o "verdadera", según un discurso esencialista desde el cual se legitima la separación, la distribución o incluso el rechazo de poblaciones enteras -migrantes sin papeles, exiliados, refugiados, etcétera-.

Agier usa a la frontera como espacio privilegiado de observación y análisis para conocer y descubrir quién es ese extranjero. Su trabajo nos presenta a un grupo de jóvenes afganos varados en Patras (Grecia) en su intento por llegar a Europa, a un migrante de Liberia viviendo en un campo de refugiados en Guinea, a una pareja -él Sudanés y ella de Sri-Lanka- instalados en Beirut que trabajan en la clandestinidad, o también a un Africano "sin papeles" originario de Guinea que llegó a París con un pasaporte falso. A partir de las historias de todos ellos, el autor urge a la necesidad de repensar y relativizar la condición de extranjería de cada uno. Todos ellos migrantes del mundo contemporáneo, todos son el "hombre-frontera"; noción que Agier declina en cuatro figuras -el errante o vagabundo, el paria, el meteca, o el extranjero en su laberinto- para construir una suerte de tipología que permita considerar diferentes "posiciones sociales de extranjería relativa" y observar las características mediante las cuales los sujetos organizan el contexto en el que habitan. La propuesta es interesante pues no busca definir al extranjero, sino usar la figura teórica del hombre-frontera para aprehender diferentes "maneras operatorias de una relación consigo mismo, con los otros y con el mundo" que se viven en las "situaciones de frontera". En efecto, Agier propone dejar de estudiar la frontera para estudiar en la frontera. Distingue entonces a las "situaciones de frontera" como a todos aquellos lugares y momentos en los que se vive una experiencia de encuentro y relación con un otro, "sujeto exterior que cruza o penetra en un espacio no familiar, convirtiéndose él mismo en el no-familiar para quien ya está ahí. (Y siendo justamente) este acontecimiento el que crea una extranjería relativa, en situación, que se repite y puede observarse en otros lugares". Es en estas situaciones de frontera en donde es posible identificar la emergencia de una condición cosmopolita.

"¿Cómo somos extranjeros y cómo dejamos de serlo?", se pregunta Agier para insistir en la necesidad de considerar una extranjería relativa según cada situación, que nos permita verificar la alteridad de uno mismo y de los otros en cada momento.

Debido a que la antropología ha tendido a privilegiar el estudio de un individuo que se construye según el contexto en el que éste se desenvuelve, aunque la mayoría de las veces considerando que la totalidad de una cultura o sociedad se encuentra como contenida o interiorizada en cada individuo, ello ha promovido finalmente un discurso identitario que tiende a borrar, insiste Agier, la parte relacional necesaria para que una alteridad se manifieste y contribuya a la construcción de sí. Para afrontar esta problemática identitaria habrá que considerar un análisis descentrado en tres planos: cultural, epistémico y político. El primero consiste en asumir el relativismo cultural, pero también en reconocer la existencia de un conocimiento interconectado debido a una mayor circulación de los saberes y de modelos e imaginarios que la globalización a engendrado. El segundo descentramiento sugiere desplazar la mirada desde el centro hacia los márgenes, el desorden, los intersticios; teniendo como eje de observación las situaciones en la frontera. Se trata de considerar estos espacios como liminales, de encuentro o intercambio, pero también como escenarios en donde se puede entender cómo existe y qué formas toma la alteración del orden identitario ordinario. Finalmente, el descentramiento político invita a observar todo aquello de lo que la frontera es el lugar, considerando el actuar del sujeto y atendiendo las maneras en que éste se forma o emerge de cara a asignaciones identitarias.

Es a partir de este triple descentramiento que Agier construye un marco analítico para escapar a la "trampa identitaria". Para él, tres errores sostienen dicha trampa: 1) el esencialismo identitario que considera las identidades sin tomar en cuenta el contexto y las relaciones en las que éstas son enunciadas en un momento dado, 2) la suposición de una sumisión por parte de los individuos a asignaciones colectivas negando así la subjetividad del otro y 3) la incapacidad de considerar que el tiempo, el espacio y los contextos han cambiado provocando una mirada etnicista sobre la identidad. En oposición a una antropología culturalista que ha promovido el uso de una lectura vinculante o equivalente entre un ser, una cultura-un lugar y una estructura social, la antropología del sujeto en situación que Agier postula recurre a un acercamiento con la filosofía política que le permite salir del clivaje identitario al ocuparse de comprender cuáles son las mediaciones que existen entre tres diferentes dimensiones del sujeto; el sujeto-objeto (el sujeto como objeto incorporado y subjetivado), el sujeto íntimo (la subjetividad) y el sujeto en situación (para atender la relación entre las dos últimas dimensiones).

Agier busca problematizar los procesos de individuación considerando al sujeto no como una alternativa de la identidad, sino utilizándolo para pensar qué lógicas acompañan la oposición entre una identidad asignada y un sujeto que actúa en situación, e indagando así en el cómo y el qué es lo que sostiene la dinámica que instituye una definición de sí, según lógicas tanto individuales como colectivas. La antropología del sujeto en situación trata, no de definir tipos de individuos, sino de entender cómo en la construcción del sujeto se despliega la relación de cada uno consigo mismo, con los otros y con el mundo como contexto común.

La propuesta de Michel Agier busca renovar la reflexión antropológica, además de acompañar algunos de los debates más recientes de las ciencias sociales. Su trabajo hace pensar en la sociología del individuo y en autores como François Dubet (2005) o Danillo Martucelli (2002) quienes también han buscado alternativas al estudio de los procesos de individuación. Dubet a propuesto por ejemplo considerar al individuo desde un modelo "dialógico" que responde a la articulación del individuo social, racional y ético; y que debemos considerar en su actuar más que en su ser. Por su parte, Martuccelli sugiere considerar diversas gramáticas del individuo desde las cuales podamos identificar los tipos de "soportes" a través de los cuales la vida social se despliega, provocando distintas vías de individuación. El objetivo es pensar al individuo no sólo vía la socialización, sino desde los distintos procedimientos a través de los cuales éste se vuelve individuo aunque sin dejar de actuar en el seno de la vida social. En este sentido, lo que me parece primordial, es la búsqueda de alternativas a una lectura que considere la capacidad de acción de los individuos sin por ello menospreciar la fuerza de un inconsciente sociocultural compartido. La lectura de Michel Agier nos parece saludable por ser un trabajo no sólo teórico-metodológico sino también etnográfico que valida la mirada antropológica, y por ser reflexiva respecto a la necesidad de avanzar en la construcción de una cosmopolítica que haga realidad el cosmopolitismo como horizonte común. No nos queda más que desear la pronta traducción de su trabajo al español como parte del camino para descentrar el debate al llevarlo a otras lenguas.

 

REFERENCIAS

Dubet, François, 2005, "Pour une conception dialogique de l'individu", EspacesTemps.net, Travaux, disponible en http://www.espacestemps.net/arti-cles/pour-une-conception-dialogique-de-lrsquoindividu, consultado el 25 de octubre de 2013.

Martuccelli, Danilo, 2002, Grammaires de l'individu. Folio/Essais, París, Gallimard.         [ Links ]

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