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Frontera norte

On-line version ISSN 2594-0260Print version ISSN 0187-7372

Frontera norte vol.26 n.52 México Jul./Dec. 2014

 

Nota crítica

 

Antropología de la orilla y Cuba transamericana: Los aportes de Fernando Ortiz al pensamiento en América Latina

 

Edge Anthropology and Transamerican Cuba: Fernando Ortiz's Contributions to Latin American Thought

 

Claudia Molinari1, Mariana Enríquez2

 

1 Universidad Autónoma de Chiapas clmolinari@voila.fr

2 Universidad Autónoma de Guanajuato marianaenriquez@msn.com

 

En la década de 1940 Fernando Ortiz publica en Cuba dos de sus obras más influyentes en el pensamiento sociológico mundial: Contrapunteo cubano del tabaco y el azúcar (Advertencia de sus contrastes agrarios, económicos, históricos y sociales, su etnografía y su transculturación) (1940) y El engaño de las razas (1946). En esa misma década ocurre la segunda guerra mundial. Casi 70 años después, en el posapocalipsis político causado por la muerte de los derechos humanos, tras la caída de las Torres Gemelas y el ascenso y descenso de varios regímenes mundiales, sumando la guerra térmica, la obra de Ortiz sigue vigente y se revela como visionaria. Mientras que otras propuestas como las de la antropología norteamericana publicadas por Harvard y Chicago, resultaron a la postre poco útiles para dar cuenta de transformaciones sociales y contradicciones humanas, las proposiciones intelectuales de este sabio cubano resultan fundamentales a una antropología latinoamericana de trascendencia universal.

Nos referimos a ciertas propuestas publicadas después de que se pusieron en marcha los proyectos de las universidades de Harvard y Chicago en México, en pro de realizar investigaciones etnográficas en Los Altos de Chiapas desde la década de los 40 del siglo XX. El proyecto Chicago, a cargo de Sol Tax -quien es también profesor invitado de la ENAH-, fundada en 1942, produce diferentes explicaciones sobre la comunidad indígena. Algunos de sus estudiantes como Evon Vogt, McQuown y Pitt-Rivers llegan a hablar de "comunidades cerradas", a las que no relacionan con el contexto nacional mexicano, mucho menos con el entorno internacional, de tal suerte que estos expertos caducaron muy pronto en su capacidad explicativa de la realidad indígena chiapaneca. Por otro lado, un brillante antropólogo disidente de Harvard, Jan Rus, advierte sobre la necesidad de conocer a las comunidades indígenas no sólo bajo una óptica etnográfica del momento, sino además con un contexto histórico, lingüístico y bajo una lógica sistémica (Rus, 2012).

 

LA VERDADERA HISTORIA DE CUBA ES LA HISTORIA DE SUS INTRINCADÍSIMAS TRANSCULTURACIONES

En su Contrapunteo cubano, su libro más famoso a la postre, Ortiz propone un neologismo para explicar la historia y la cultura de Cuba y los cubanos, el de transculturación. Con este concepto, Ortiz describe un proceso de transmutaciones culturales ocurridas por el contacto entre personas culturalmente diferentes que a partir de su encuentro, transforman algo de su propio entendimiento del mundo, al perder parte de sus certezas y sintetizar otras nuevas.

El concepto es muy potente en términos explicativos y otorga más sentido a la comprensión de la historia emergente de la colonización de Cuba y América, que otros expuestos en la misma época como: aculturación o cambio cultural. Cuestionando directamente la pertinencia del concepto de aculturación, Ortiz escribe:

Entendemos que el vocablo transculturación explica mejor las diferentes fases del proceso transitivo de una cultura a otra, porque este no consiste solamente en adquirir una distinta cultura, que es lo que en rigor indica la voz angloamericana de acculturation, sino que el proceso implica también la pérdida o desarraigo de una cultura precedente, lo que pudiera decirse una parcial desculturación, y además, significa la consiguiente creación de nuevos fenómenos culturales que pudieran denominarse de neoculturación(2002:260).

La resonancia y el impacto del término fue comentado por Bronislaw Malinowski (Cracovia, 1884-1942), afamado etnógrafo, amigo y colega de Ortiz, quien escribe el prólogo a la primera edición del Contrapunteo cubano a petición del autor. En esta interesante introducción, Malinowski elogia el neologismo de transculturación, lo adopta para su teoría funcionalista y lo compara con el concepto de acculturation, al que califica de "vocablo etnocéntrico con una significación moral", que resulta inconveniente para la ciencia por sus implicaciones etimológicas. La aculturación presupone que es el inmigrante (o el colonizado) el que debe aculturarse, el que adquiere una cultura, al entrar en contacto con Occidente (Ortiz, 2002:125).

La transculturación es un proceso (de cambio y generación cultural) y es a la vez una síntesis (la cubanía), entre desarraigarse de una tierra y una cultura para construir otra propuesta cultural en otro lugar. La transculturación ocurre en el trasfondo histórico de la colonización de la corona española sobre los pueblos y los territorios del nuevo mundo; por ende implica relaciones de tensión y acuerdos de poder donde, existen culturas y sujetos dominantes y otros dominados, desarraigo y permanente construcción. Ortiz articula bajo una explicación histórica, económica y científica el proceso de formación y conformación social del ser cubano, en constante cambio, desde Baracoa hasta el siglo XX.

La transculturación se edifica como resultado de una cultura alternativa, es una neoculturación, que se reconoce como el resultado de un consenso entre la diversidad de culturas o portadores de cultura, transmigrantes en contextos de competencia, tensión, imposición, dominación, donde el intercambio cultural no es equitativo para todos los participantes, porque los procesos de socialización/dominación no son ahistóricos.

Los trabajos de Ortiz nos demuestran lo importante que es, para la vitalidad de la teoría sociológica, contar con un conocimiento profundo de la economía y de la historia, pues el hecho histórico es, en el relato etnográfico, el ambiente en el que se desarrollan los fenómenos culturales, y porque en la historia está la clave para el significado que podemos atribuir a los hechos culturales. Con su obra, Fernando Ortiz no sólo aborda la temática cubana, intenta a la vez un método universal de conocimiento acerca de los pueblos y sus culturas. Este concepto de transculturación es clave para la construcción de una teoría antropológica latinoamericana.

 

LA RAZA ES UN MITO Y NO UN FENÓMENO NATURAL: EL RACISMO ES LA IDEOLOGÍA DEL CAPITALISMO

Seis años después de su Contrapunteo cubano, se publica El engaño de las razas. Ortiz vuelve a desestabilizar la epistemología y la filosofía occidental oponiéndose definitivamente a la ideología racista que justifica las relaciones capitalistas de dominación y discriminación en el contexto de la pos guerra, a mediados del siglo pasado. El antropólogo demuestra que la raza no existe sino en la mitología humana, y asegura que el término raza no logra, de ninguna manera, encontrar una referencia dentro del pensamiento científico; es más bien una palabra que surge de la jerga esclavera, pues su origen es la práctica misma de la esclavitud y se refiere al hecho de clasificar artificialmente a los esclavos africanos a partir de características físicas de valor en el mercado desde el siglo XV. Algunos científicos racistas, es decir, que creían en la idea de la raza, realizaron investigaciones entre el siglo XIX y parte del XX para demostrar la existencia objetiva de diferencias raciales entre los humanos. Ortiz plantea que la idea misma de la raza, es decir de características comunes a un conjunto humano, que se heredan genéticamente y que permanecen inmutables en el tiempo, es contra natura (Ortiz, 2011).

El engaño de las razas es un libro erudito para uso de la ciencia, escrito con la intención de que los cubanos discutieran el tema, que demuestra con múltiples evidencias que "la naturaleza no hace razas sino individuos humanos; (y que) son estos los que se unen o se separan y se clasifican y reclasifican, según sus intereses o ideas" (Ortiz, 2011:54).

Es también un texto que asume una postura crítica de la antropología frente al racismo en un momento histórico en el que ideologías racistas como el nacismo y el fascismo daban posibilidad moral a la acción bélica y al genocidio. Ortiz recoge las voces de Malinowski, Boas, Redfield y otros famosos antropólogos respecto de la idea de raza, en el sentido de su inexistencia en el plano objetivo de la naturaleza, y declara que de ninguna manera la ciencia puede reconocer bajo evidencia la existencia de la raza, ni atribuirle caracteres psicológicos o culturales.

Utilizando como soporte el conocimiento sobre la herencia y sus propias teorías, Ortiz afirma que "toda herencia humana es un fenómeno binario. Dos producen un tercero que nunca es igual a sus progenitores. La función genética no es reproducción sino coproducción [...] la herencia es el resultado de cierto número de factores genéticos susceptibles de combinaciones innumerables" (Ortiz, 2001:500).

Las nociones centrales de este texto, El engaño de las razas, son vigentes hoy en día. Es necesario retomar el tema y reanalizar los racismos; porque son ideologías muy potentes que han cobrado fuerza después del 11 de septiembre de 2001. Las manifestaciones de racismo y discriminación hacia africanos, latinoamericanos o musulmanes, han sido inducidas desde los grandes monopolios de información y alimentadas por el desconocimiento y la carencia de memoria histórica. Los antagonistas reales en las guerras no son la raza, o la religión, sino los intereses económicos y el control de los recursos como las energías fósiles o de cualquier tipo. Pero la idea racista de la diferencia, justifica muy bien los hechos neoliberales de despojo, dominación y hace deseable la competencia, de tal suerte que los racismos resultan funcionales a los intereses belicistas.

Reconocimos en la obra de Fernando Ortiz la semilla para la generación de una teoría antropológica autónoma y latinoamericana. Sus dos aportes conceptuales antes expuestos, nos inspiraron para proponer una concepción epistemológica sobre nosotros mismos, que por su metodología llamamos aquí Antropología de la Orilla.

 

¿QUÉ ES LA ANTROPOLOGÍA DE LA ORILLA?

La antropología de la orilla es nuestra propuesta metodológica que surge de una epistemología que se asume como transcultural y no clasificatoria de los seres humanos, con el objetivo de mirar y producir explicaciones de lo observado (vivido/compartido) desde un "nosotros". Posición que se confronta o se contra puntea con el sujeto de la antropología clásica; donde se estudia al "otro". Un problema es que en Occidente se entiende al otro no como su igual, como diverso, sino como diferente. Por eso es importante entendernos como seres diversos, parte y complemento de la diversidad biológica terrestre, con el fin de cuestionar y transformar las relaciones de poder que crea la práctica de la clasificación.

La antropología de la orilla parte de la premisa de que hoy en día, las culturas ocurren y se desarrollan en un contexto histórico pos apocalíptico, es decir en una geopolítica posterior al 11 de septiembre de 2001. En tal contexto, los derechos universales se han eliminado, no somos más ciudadanos, esa era del derecho ha terminado. En vez de ciudadanos devenimos en consumidores, televidentes, cibernautas o desechables. Otra premisa es que, tendencialmente, la relación humana se construye como patriarcal (de dominación jerárquica y monoteísta), mercantilera (orientada por el símbolo del dinero y la economía capitalista de explotación y acumulación), cibernética (donde la máquina y la tecnología de medias intermedian en las relaciones humanas, las vigilan y las organizan) y bélica (porque la guerra es hoy el objetivo principal de la economía global).

Sin embargo, ¿qué es la orilla? La orilla no es un lugar físico, ni una geografía política, la orilla es la esperanza epistemológica que nos sostiene; porque la orilla es la resistencia a someternos definitivamente al pensamiento mercaderista y destructeísta y el acto de oponernos a la guerra capitalista que anula el sentido de comunidad y no respeta ni la vida ni la diversidad.

Una antropología de la orilla es, también, un análisis etnohistórico que produce explicaciones a los fenómenos culturales, considerando el proceso histórico como aquel proceso que da sentido último a los hechos sociales del presente; tomando en cuenta todas las voces de los protagonistas, incluida la vos propia, poniendo énfasis en las voces no dominantes (las mujeres, los vagabundos, los pueblos, los niños, los jóvenes, los nómadas, las comunidades, los que no ocupan un puesto central de poder y que a cambio, construyen una forma de autonomía: los artistas cubanos, los estudiantes chilenos, los pueblos en Chiapas...), con el fin de documentar la perspectiva ontológica de sujetos que pueden estar en esa posición que llamamos la orilla.

Además es una antropología sistémica y transdisciplinaria que se sustenta en el método etnográfico basado en el compartir la experiencia vivencial. Compartir es parte del método para conocer los símbolos y la cultura del otro. Más allá de sí necesitamos o no la comparación de los diversos para dar cuenta de realidades culturales en antropología, la alteridad ha sido la base para desarrollar el discurso y el método antropológico. Marc Augé escribe que la alteridad es método en antropología. Pensamos, retomando sus palabras, que los etnógrafos debemos llevar la alteridad por dentro, en tanto antropólogos que hacen etnografía con una actitud de permanente asombro por el fenómeno cultural, para poder conocerlo al descifrarlo. La etnografía es un oficio que permite conocer al otro desde los parámetros del otro: es un sujeto transcultural.

Para entender al otro, es preciso reconocerlo en los términos que nos sugiere Humberto Maturana, como legítimo en su ser y legítimo en interacción conmigo. De tal suerte que si la emoción predominante es el amor, el otro es un igual a mí, no alguien con quien tengo que competir, alguien a quien tengo que aniquilar, o anular, o agredir, o dominar, o clasificar.

Hemos llegado a estas conclusiones dentro del aula, son reflexiones que se producen en el contexto de una praxis de la enseñanza en la universidad pública. Coincidimos con el planteamiento de Juan Luis Sariego y Victoria Novelo en la introducción a su libro Antropología en las orillas, nosotros proponemos aquí una antropología subalterna y nos sabemos parte de la periferia de la antropología mexicana y a diferencia de lo que hacen otras instituciones en sintonía y con recursos del centro político, el oficio en las orillas implica responsabilidades profesionales, en tanto que estamos en continua interacción social con el entorno. (Novelo y Sariego, 2011:10). En las orillas de Chiapas, como el las de Chihuahua, hacer antropología implica formar antropólogos.

 

Y SIN EMBARGO, SE MUEVE...

Chiapas se ubica en el sureste de la república mexicana, durante la colonia española fue parte de la Capitanía de Guatemala, hoy es un estado fronterizo con Centroamérica. En su territorio habitan gran diversidad de pueblos con culturas étnicas, 13 idiomas reconocidos como oficiales, nueve regiones económicas, costa en el Pacífico, bosques, selvas, valles, espacio donde se asentó la civilización maya en el período clásico mesoamericano (100 a 900 d.C.).

La Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad Autónoma de Chiapas (Unach), fundada en 1973 en la ciudad de San Cristóbal de Las Casas, imparte cuatro licenciaturas, entre ellas la de Antropología Social, única en toda la entidad. La Facultad de Ciencias Sociales, ubicada en la colonia Revolución, está tan en la orilla de la antropología hegemónica, que no fue mencionada por el Dr. Fábregas Puig en su interesante relato titulado La antropología en las orillas: el caso de Chiapas y la Frontera Sur (Novelo y Sariego, 2011:19-35), que da cuenta de la historia de la disciplina en esta región del sureste mexicano.

La matrícula de estudiantes de esta casi invisible Facultad, (1 110 inscritos en enero de 2013), incluye cada vez más a jóvenes mayas, procedentes de diversas regiones del estado. Este incremento de estudiantes indígenas es general para todas las universidades de la región y posiblemente es consecuencia inmediata de la rebelión del EZLN en 1994 que a su vez provocó una revaloración de las identidades étnicas. Los estudiantes de antropología de esta facultad, en sus investigaciones para su tesis, se interesan mucho más por entender su historia y sus procesos sociales locales, que por estudiar la alteridad (objeto predilecto de la Antropología). Bajo la luz de nuestra experiencia empírica, concluimos que a mayor conocimiento de la propia historia y cultura, mayor es la valoración de la identidad étnica y que la conciencia de la importancia vital de estos saberes, amplia las formas de concebir e interpretar el mundo y otras culturas.

Así, en el aula universitaria de una facultad marginal, como resultado de una práctica docente y de la búsqueda de una pedagogía de construcción colectiva del saber, los estudiantes del semestre 8°A de Antropología participaron en el seminario de Nueva Antropología en 2012, y fue ahí que comenzamos a darnos cuenta de la fuerza y contundencia de las propuestas de Ortiz y de otros protagonistas y pensadores de lo latinoamericano como Gerard Pierre Charles, Darcy Riveiro, Leopoldo Zea, Hugo Zemelman, Eduardo Galeano, Mario Benedetti, José María Arguedas, Salvador Allende o Ernesto Guevara de la Serna, para la emergencia de un discurso sociológico que da cuenta de nuestra realidad, que nos explica a nosotros mismos (latinoamericanos, caribeños), ya no en los términos del discurso dominante: como simples sujetos dominados, pasivos, sin cultura propia, de raza diferente, o como inmutables indios que poco tienen que ver con la realidad mundial. A partir de las obras de Ortiz y otros pensadores de su talla, los latinoamericanos comenzamos a mirarnos a nosotros mismos, ahora como el resultado de complejos procesos de dominación, si, pero creativos y necesarios para la existencia e identidad de Occidente, nos reconocemos como seres sociales activos capaces de hacer nuestra historia, lo cual se expresa muy bien en propuestas más recientes como la descolonización del pensamiento de Quijano por ejemplo.

Por ende, nombramos a la antropología que queremos hacer, antropología de la orilla, y decidimos que lo primero es comenzar por conocernos a nosotros mismos, para con esa base conocer a los otros. Superando ya, en la metodología, a la relación histórica implícitamente racista de nosotros los verdaderos vs. los otros los diferentes. Nosotros (los indígenas, los latinoamericanos), no somos periferia, no somos los recursos del norte, más bien nos sabemos parte de la diversidad vital y necesaria, sin olvidar que sin orilla no hay centro, y que el centro a su vez nos necesita para definirse. Lo principal es conocernos y entender quiénes somos, de dónde venimos, para poder imaginar a dónde queremos ir. Conocer nuestra historia, saber quiénes fuimos para entender por qué somos lo que somos. Para ensayar luego una lógica de relación con el yotro a partir del respeto a la diversidad y en contrapoder.

 

REFERENCIAS

Auge, Marc y Jean-Paul Colleyn, 2005, Qué es la antropología, Barcelona, Paidós.         [ Links ]

Fábregas Puig, Andrés, 2011, "La antropología en las orillas: El caso de Chiapas y la Frontera Sur", en Victoria Novelo y Juan Luis Sariego, coords., La Antropología en las orillas, México, Universidad Intercultural de Chiapas.         [ Links ]

Novelo, Victoria y Juan Luis Sariego, coordinadores, 2011, La Antropología en las orillas, México, Universidad Intercultural de Chiapas.         [ Links ]

Ortiz, Fernando, 2002, Contrapunteo cubano del tabaco y el azúcar (Advertencia de sus contrastes agrarios, económicos, históricos y sociales, su etnografía y su transculturación), Madrid, Edición de Enrico Mario Santí/Cátedra.         [ Links ]

Ortiz, Fernando, 2011, El engaño de las razas, La Habana, Fundación Fernando Ortiz.         [ Links ]

Pierre Charles, Gerard, 1981, El Caribe contemporáneo, México, IIS/Siglo XXI Editores.         [ Links ]

Quijano, Aníbal, 2002, "Colonialidad del poder, eurocentrismo y América Latina", en Edgardo Lander, compilador La colonialidad del saber: Eurocentrismo y Ciencias Sociales, Buenos Aires, Flacso Ediciones Fases UCV, pp. 201-230.         [ Links ]

Rus, Jan, 2012, El ocaso de las fincas y la transformación de la sociedad indígena en Los Altos de Chiapas, México, Cesmeca/Unicach        [ Links ]

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