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Frontera norte

versión On-line ISSN 2594-0260versión impresa ISSN 0187-7372

Frontera norte vol.21 no.42 México jul./dic. 2009

 

Reseña Bibliográfica

 

Bordeando la violencia contra las mujeres en la frontera norte de México

 

Servando Pineda Jaimes*

 

Julia Estela Monárrez Fragoso y María Socorro Tabuenca Córdoba, coordinadoras. México, El Colegio de la Frontera Norte/Miguel Ángel Porrúa, 2007.

 

* Maestro–investigador de la Universidad Autónoma de Ciudad Juárez. Dirección electrónica: spineda@uacj.mx.

 

Sin lugar a dudas, el libro que da motivo a estas líneas era esperado y merece ser leído. Ojalá y no haya llegado demasiado tarde.

La historia de este libro, como la de muchos otros, está marcada por el paso del tiempo. El texto es resultado de un trabajo académico realizado en 2003 a partir del "Primer encuentro binacional de estudios de la mujer en la región Paso del Norte: Los retos frente al siglo XXI", dirigido a la reflexión sobre las problemáticas de las mujeres en la región que comprende las ciudades estadounidenses de Las Cruces, Nuevo México y El Paso, Texas, además de la mexicana, Ciudad Juárez, Chihuahua, y sólo hasta ahora se tiene la oportunidad de debatir su contenido. Aclaro el punto: no es que no sea vigente; tan vigente es que cuando uno lee los textos no se percata de cuándo fueron escritos. Esto habla de que el tema abordado sigue tan actual como lo es este nuevo libro que viene a llenar un hueco en los estudios sobre el tema.

Menciono que ojalá no haya llegado tarde porque ofrece múltiples pistas para entender varios temas que parecería que son lo mismo pero que tienen diferencias sustanciales: a) el feminicidio; b) la violencia doméstica; c) el feminismo, y d) las formas de participación política de las mujeres en relación con los temas anteriores. Hablo del tiempo porque a la distancia parecería que el discurso oficial ha avasallado el tema. Una vez más el silencio cómplice que intenta invisibilizar una problemática tan seria como lo es la violencia en contra de las mujeres. El aquí no pasa nada, el aquí todo está bien. La sombra de un mito. La violencia desatada contra las mujeres en Ciudad Juárez, cuya cara más dura se expresa en el feminicidio. Para la ciudad (Juárez) es más importante cuidar su imagen, cualquier cosa que esto signifique, que atender esta problemática.1 Ante estas circunstancias, parecería que es mejor el silencio.

El libro se compone de ocho capítulos con análisis teóricos sobre la problemática de la mujer respecto a la violencia de género, el feminismo y, por supuesto, el feminicidio, entre otros temas, pero con una característica que lo hace desde ahora un referente en la materia: son análisis, son discursos, pero que emergen desde la frontera norte del país.

En el primer capítulo, Alicia Schmidt Camacho hace un análisis sobre los derechos de las mujeres en la frontera México–Estados Unidos. En el capítulo 2, Melissa W. Wright realiza un interesante planteamiento desde el feminicidio a partir del constructo del lucro, desde una perspectiva marxista. Clara Eugenia Rojas Blanco analiza en el capítulo 3 la praxis política desde el imaginario feminista; en tanto que Julia Monárrez realiza un interesante apunte sobre el sufrimiento de las otras. Por su parte, en el capítulo 5, María del Socorro Tabuenca presenta, desde la perspectiva del cine, el feminicidio en Ciudad Juárez. Rosalba Robles se hace cargo del capítulo 6, donde en un ingenioso texto que toma como ejemplo a La divina comedia, escribe sobre lo que denomina cuerpos martirizados, mentes ausentes. El volumen se complementa con el escrito de Cirila Quintero, quien delibera sobre el trabajo femenino en las maquiladoras a partir de una pregunta provocadora: ¿explotación o liberación?, y de Mary R. Goldsmith, cuyo tema es el feminismo, trabajo doméstico y servicio doméstico.

En ese sentido, Julia Monárrez, inspirada en los textos de Tzvetan Todorov (2007), desarrolla su trabajo: "El sufrimiento de las otras", que aborda en el capítulo 4. Aclara que ha decidido reflexionar "acerca de cómo se comporta el yo que no sufre, frente al otro que sufre" (p. 115). Y yo agregaría: "el yo que no sufre e impone su silencio, frente al otro que sufre, invisibilizado/a por los discursos dominantes".

No hay que ir muy lejos para encontrar el hilo conductor de este excelente texto. Los otros son el grupo de familiares de las víctimas del feminicidio en Ciudad Juárez, y por tanto los que sufren, y el yo representado por los grupos hegemónicos de la ciudad y que, por ende, son los que no sufren. Uno y otro grupo, dice Monárrez, "están divididos por clases sociales".

Monárrez lo expresa claro en la pregunta guía de su investigación: "¿Cómo se pronuncia el grupo hegemónico juarense frente al dolor de familiares víctimas?" (p. 115). De entrada, en su hipótesis, citando a Reguillo, afirma que:

Esto tiene consecuencias para el logro de la justicia, ya que un cuerpo social dominante se empecina en generar apreciaciones generalizadas; al mismo tiempo, [que] la cultura hace el trabajo fino de establecer diferencias de percepción y confiere sobre el actor social la certeza de un 'nosotros' desde el cual interpretar la realidad e impedir el acceso a la justicia de las víctimas y sus familiares (p. 119).

El texto describe la lucha de las/os familiares de las víctimas en su búsqueda de justicia, los esfuerzos gubernamentales para dividir a los grupos derechohumanistas y la cooptación que el gobierno hizo de líderes que de la noche a la mañana pasaron de ser feroces defensoras de las madres de las víctimas a expertas contadoras para quien lo importante ya no era el dolor y la justicia, sino dejar en claro que "no eran tantas las muertas". ¿Cuántas son muchas?

Esto nos lleva a otro tema interesante: la imagen de la ciudad. Insisto: cualquier cosa que esto signifique. Monárrez narra puntualmente estos episodios y nos guía por el camino para entender este proceso, como un acto hegemónico de los grupos de poder, quienes prefieren culpar de la 'mala imagen de la ciudad' a las organizaciones de familiares que buscan la justicia para sus hijas, que poner en el análisis el papel que ha desempeñado el crimen organizado en este proceso. Siempre será más fácil culpar a "aquellas" que alzan su voz en demanda de justicia en todos y cada uno de los lugares donde las quieran escuchar, que enfrentar a los poderosos cárteles de la droga que se han adueñado de la ciudad, o hacer un juicio implacable del pobre papel de los gobiernos federales, estatales y municipales para desafiar las crisis económicas a las que está sujeta nuestra comunidad o enfrentar la descomposición en la que se encuentran nuestros cuerpos policiacos sumidos en la corrupción y el narcotráfico. Porque hay que decirlo: No son las mujeres asesinadas ni sus familiares quienes han dado esa mala imagen, ni han alejado inversiones y turismo, por la simple y sencilla razón de que ninguna de ellas pidió ser asesinada para "manchar la imagen" de nuestra ciudad; igual sus familiares, a quienes jamás les pasó por la mente tener que vivir estas tragedias. O como dice Julia Monárrez:

El asunto de los asesinatos de mujeres que manchan el entorno fronterizo pretende igualmente desviar la atención de las estructuras de violencia que sufre la ciudadanía. Por eso, [...] los grupos hegemónicos presentan a las mujeres asesinadas y a sus familiares como las primeras de la ciudad que desprestigian a la cultura del trabajo (p. 132).

En otro texto, "Representaciones del feminicidio en el cine fronterizo", Socorro Tabuenca analiza el tema a partir de tres películas que sirven para reflejar una parte de esta violencia. ¿Por qué el cine?

Porque la violencia permea nuestras vidas a través de los medios y de nuestra cotidianeidad y, a pesar de que hoy en día la sociedad en general manifiesta cada vez más y más su molestia respecto de dicha situación e investiga sus causas y posibles soluciones, paradójicamente la sociedad misma se va haciendo inmune a ella, justificando, en sobradas ocasiones, a quienes la perpetran (p. 141).

Pone el tema en perspectiva al aseverar que "La magnitud y las dimensiones de la violencia son considerables". Al respecto, dice Tabuenca:

Su ejecución se lleva a cabo en la casa, en la escuela, en las calles, en el campo, en los lugares de trabajo y en las oficinas de gobierno (p. 141).

Estamos tan expuestos a la violencia, es tan cotidiana que, dice la autora: "Tendemos a normalizarla o a naturalizarla" (p. 142). Es decir, nos quedamos con ella porque la vemos como algo habitual. Esto equivale a abandonarse, y abandonarse es dejar que las cosas pasen en medio del horror, pues ante estos escenarios la gente prefiere imaginar que vive en un mundo feliz; de ahí el éxito de los discursos dominantes. Y es que el horror es paralizante, pues si tienes que sobrevivir aquí, lo mejor es cerrar tus ojos, tus oídos y tu corazón a todo lo que ocurre. Primero porque no puedes o no sabes cómo cambiarlo, y luego porque lo que quieres es sentir que habitas el mejor de los lugares, afirma el texto.

A través de las películas 16 en la lista (2001)  de Rodolfo Rodoberti y Héctor Molinar; Pasión y muerte en Ciudad Juárez (2002) de Javier Ulloa y Luis Estrada, y Espejo retrovisor (2002) de Liza de Georgina y Héctor Molinar, Tabuenca analiza la forma en que la realidad del feminicidio se reconstruye en estas cintas. La mirada para observar estas películas no es una mirada inocente, nos aclara, sino que lo hace a través del cristal que le dan los 40 años de habitar esta ciudad, "de mis experiencias, mis lecturas y mi posición como académica de la clase media" (p. 145); pero también por medio del estudio crítico del lenguaje, y pone especial énfasis en los diálogos y las imágenes de estas películas, llenas de estereotipos, donde los policías son buenos, las mujeres de Ciudad Juárez son malas y por eso las matan. Las narrativas son masculinas, y al final el bien se impone al mal. El final feliz.

En 16 en la lista y Pasión y muerte en Ciudad Juárez no hay mucho que rescatar; pero a decir de la autora, en Espejo retrovisor, aunque no es una gran película, acierta al documentar la ciudad y el feminicidio de "una manera en que las otras fallaron" (p. 162). Esta cinta desafía los estereotipos al mostrar más de una cara de la ciudad, de su problemática y de sus habitantes. Pero, en general, las cintas

presentan una mirada prejuiciada a favor de los grupos dominantes, al glorificar la labor de la policía y presentar a los asesinos como 'monstruos', a los detectives como héroes, y en estigmatizar a las víctimas y a los demás personajes femeninos (p. 165).

El texto de Rosalba Robles, además de ingenioso, resulta interesante al abordar el tema de la violencia doméstica en su artículo: "Cuerpos martirizados, mentes ausentes", un título que no pudo ser más claro para describir la manera en que las mujeres sobreviven a la violencia física dentro del lugar que se supone debería ser un refugio para ellas: el hogar. Apoyándose en La divina comedia de Dante para describir ese limbo en el que la mujer se sumerge para soportar la violencia, Rosalba Robles se pregunta: "¿Cuáles [son] los mecanismos de resistencia [que] operan las mujeres que sufren la violencia doméstica?" (p. 167) Y la respuesta está en el título de su texto: Ante un cuerpo martirizado, una mente ausente, que aleje el dolor, que te aleje del tiempo, del lugar, del hecho. La autora analiza a las mujeres del poniente de la ciudad, aunque aclara que el problema no sólo se manifiesta en ese lugar, cuyos cuerpos son los receptáculos, nos dice, "de insultos, golpes, puñetazos, jalones de cabello, abusos sexuales e, incluso, intentos de feminicidio" (p. 169). ¿Cómo logran soportar todo esto? Para poder sobrevivir, los cerebros de estas mujeres no siempre registran estas violencias, porque, y cita a Butler (2001:45): "La mente no sólo subyuga al cuerpo, sino que ocasionalmente juega con la fantasía de huir por completo de su corporeidad" (p. 169).

El texto de Robles revela y provoca. No sólo porque deja en claro que la violencia doméstica es un asunto público y no privado, sino que nos advierte de la posibilidad de que el hogar se convierta en un gueto, un espacio de reclusión, sino también de exclusión, de restricción y de dolor, al ser el hombre quien domina esos espacios.

En un círculo de violencia, el hogar se convierte en una prisión doméstica, donde las mujeres carecen de poder y por lo cual llegan a la sumisión. Por tanto, el hogar se convierte en el lugar más inseguro y peligroso, pues la violencia se vive dentro de la familia. El razonamiento de Rosalba Robles nos debe llamar a la reflexión: en estas condiciones de extrema violencia, el hogar cobra un sentido macabro. Si aceptamos la figura del gueto, la mujer sólo podrá estar en espera de lo que pueda suceder primero: ser liberada o ser sacrificada. Pero en el caso de las mujeres del poniente de la ciudad, la primera opción parece no estar próxima, porque, como dice la autora, la violencia contra las mujeres, vista así, se convierte en la crónica de una muerte anunciada.

En resumen: no obstante de que se trata de una recopilación de artículos, hay hilos conductores que le dan coherencia y fortaleza al texto. No sólo se habla de feminicidio y violencia contra las mujeres, sino que expone varios puntos críticos.

Desde el problema descrito por Julia Monarrez a partir de la reflexión de quién sufre y quién no sufre, hasta de silencios o discursos hegemónicos, sin olvidar que fundamentalmente se trata de un conflicto de clases sociales, enmarcado en los procesos de globalización y su repercusión en el desarrollo económico de la ciudad, que, parafraseando a Bauman (2003), se expresan en una modernidad inacabada. Así mismo, no se debe pasar por alto reflexiones tan ricas como las que ofrecen las autoras; la propia Rosalba Robles pone al descubierto un tema que por mucho tiempo se ha callado: la violencia que tiene lugar al interior de los hogares de ninguna manera es un asunto privado, es, evidentemente, un asunto público. No entenderlo así ha llevado a lamentar hechos que de otra manera se hubieran evitado. Por supuesto que el libro deja claro que la justicia es uno de los puntos pendientes de la agenda en Ciudad Juárez.

Por eso, es importante este libro. Porque aspira y debe aspirar a romper ese silencio imponente y ciegamente cómplice sobre esta problemática: un silencio hecho de miedos y comodidad.

 

Bibliografía

Bauman, Zygmut, La Modernidad líquida, Fondo de Cultura Económica, México, 2003.        [ Links ]

Butler, Judith, El género en disputa. El feminismo y la subversión de la identidad, Mónica Mansur y Laura Manríquez, trads., México, Paidós/UNAM/PEG, 2001.        [ Links ]

Todorov, Tzvetan, Nosotros y los otros, México, Siglo XXI Editores, 2007.        [ Links ]

El Diario de Juárez, 9 de diciembre de 2008, primera plana, Ciudad Juárez, Publicaciones Paso del Norte.        [ Links ]

La Jornada, 9 de enero de 2009, México, DEMOS, p. 20.        [ Links ]

 

NOTAS

1 Las cifras no dejan de ser alarmantes: tan sólo en 2008 fueron asesinadas 86 mujeres en Ciudad Juárez, que superan con mucho las 37 registradas en 1996 y 2001, y triplican las 25 muertes ocurridas en 2007. Más aún: de noviembre de 2008 a enero de 2009 se han registrado 21 crímenes en contra de mujeres (El Diario de Juárez, 9 de diciembre de 2008, y La Jornada, 9 de enero de 2009, p. 20).

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