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Frontera norte

versión On-line ISSN 2594-0260versión impresa ISSN 0187-7372

Frontera norte vol.21 no.42 México jul./dic. 2009

 

Artículos

 

La estructura por edad y sexo en los principales municipios y condados de la frontera entre México y Estados Unidos

 

The Age and Sex Structure of the Main Mexico–U.S. Border Municipalities and Counties

 

Elmyra Ybáñez Zepeda*

 

* Profesora–investigadora de El Colegio de la Frontera Norte. Dirección electrónica: elmyra@colef.mx.

 

Fecha de recepción: 14 de julio de 2008.
Fecha de aceptación: 8 de octubre de 2008.

 

Resumen

La frontera entre México y Estados Unidos ha sido escenario de importantes transformaciones sociales y demográficas, teniendo como base un sostenido crecimiento de su población. En este artículo se analiza demográficamente los principales pares de municipios y condados: Tijuana–San Diego, Mexicali–Imperial, Ciudad Juárez–El Paso y Matamoros–Cameron, utilizando información de los censos de población de 1990 y 2000 de ambos países. La dinámica demográfica de las ciudades fronterizas ha dado como resultado estructuras por edad y sexo de la población que se complementan entre sí.

Del lado mexicano, los municipios tienen una población más joven debido a la inmigración. Por parte de Estados Unidos, los condados muestran un porcentaje mayor de población nativa envejecida.

Palabras clave: Población, demografía, crecimiento, frontera, México–Estados Unidos.

 

Abstract

The border between Mexico and the United States has been the site of important social and demographic transformations that are based on very rapid population growth. Using data from the 1990 and 2000 population censuses for Mexico and the United States, this article examines the demographic structures of the major pairs of municipalities and counties: Tijuana–San Diego, Mexicali–Imperial, Ciudad Juárez–El Paso, and Matamoros–Cameron. These pairs have a complementary demographic structure on both sides of the border. Mexican municipalities have a younger population due to their intense immigration flows. U.S. counties, on the other hand, have a higher percentage of an aging native population.

Keywords: Population, demography, growth, border, Mexico–United States.

 

INTRODUCCIÓN

Los procesos demográficos tienen relación directa con las transformaciones económicas y sociales que se viven en la actualidad en la frontera entre México y Estados Unidos. Aspectos como las relaciones entre ambos países, los acuerdos comerciales y de tránsito de personas; el reforzamiento policíaco de la frontera para contener la migración indocumentada; las puertas para la migración dependiendo de las necesidades locales en los municipios y condados, y el intercambio entre regiones de recursos naturales, espacio e individuos, no pueden aislarse de los cambios en la dinámica demográfica.

Lo que suceda en el futuro en materia de población también depende, en mayor medida, de las condiciones económicas y sociales que imperen en ambos lados de la frontera, por lo que contar con información demográfica comparable tanto para los condados como para los municipios fronterizos, es un buen principio para lograr entender dichos procesos demográficos, que a su vez logren describir a la población fronteriza con la especificidad de cada par municipio/condado.

El crecimiento demográfico y las transformaciones en la estructura por edad de la población son dos elementos a través de los que se pueden medir las diferencias entre dos poblaciones. A partir de 1930 México ha experimentado cambios profundos en los componentes de la dinámica demográfica (mortalidad, fecundidad y migración), que han modificado el perfil de la población. La frontera norte de México no es ajena a estas modificaciones y ha mostrado una capacidad de crecimiento superior a la de cualquier otra región del país. Este crecimiento se ha concentrado en sólo algunos municipios que, dada la vecindad con Estados Unidos, son atractivos para los migrantes del interior del país.

Desde hace algunas décadas, los municipios que han concentrado la mayor parte de la población son los siguientes: Tijuana y Mexicali, en Baja California: Nogales, en Sonora; Ciudad Juárez, en Chihuahua; Piedras Negras, en Coahuila, y Nuevo Laredo, Reynosa y Matamoros, en Tamaulipas.

El crecimiento de estas ciudades no ha sido uniforme, y ha variado en cada caso con el paso del tiempo; sin embargo, tomadas en conjunto, prácticamente explican la evolución demográfica de la frontera, ya que su elevado ritmo de crecimiento demográfico y tamaño han provocado que cada vez tenga mayor representación en la zona norte. La proporción de los residentes de los municipios antes mencionados fue de 81.4 por ciento en 1990, y 83.8 por ciento en 2000, del total de los municipios fronterizos.

Por otra parte, en Estados Unidos, al igual que en el resto del mundo desarrollado, los cambios en la estructura por edad de su población, debido también a los procesos demográficos, han arrojado como resultado un crecimiento moderado, lo cual se suma a un envejecimiento de la población en una etapa más avanzada que en México. También como en México, los condados fronterizos del sur han experimentado tasas de crecimiento mayores que las del resto del país, y al igual que en los municipios, en los condados se da una concentración sólo en algunos de ellos. San Diego e Imperial, en California; Santa Cruz, en Nuevo Mexico, y El Paso, Maverick, Webb, Hidalgo y Cameron, en Texas, concentraban 77.7 por ciento de la población que reside en los condados fronterizos para 1990, y para 2000 era de 89.1 por ciento del total de los residentes fronterizos del sur de Estados Unidos.

Para el año 2000, sólo Tijuana y Ciudad Juárez concentraban 44.5 por ciento de los residentes fronterizos del lado mexicano, mientras que en San Diego y El Paso el porcentaje era de 64.6 por ciento del total de fronterizos de los condados del sur de Estados Unidos.

La población es una variable fundamental en el análisis y las propuestas de desarrollo que vinculan a ambos países. Teniendo en cuenta lo anterior, el presente artículo tiene como objetivo describir demográficamente los cuatro pares municipio/condado de la frontera México–Estados Unidos: Tijuana–San Diego, Mexicali–Imperial, Ciudad Juárez–El Paso y Matamoros–Cameron. Para lograr lo anterior se tomó la información de los censos de 1990 y de 2000 de ambos países, utilizando los datos sobre población total y estructura por edad para construir las tasas de crecimiento de los municipios y los condados, así como las pirámides por grandes grupos de edad para ver las diferencias en las estructuras de cada uno de los pares. Por otra parte, se aborda la discusión sobre trabajos anteriores que han analizado la dinámica demográfica fronteriza, además de aquellos autores que tratan sobre el tema de la migración laboral hacia las ciudades del norte de México.

El presente artículo se compone de cinco partes. En la primera se presentan los antecedentes y se analizan los distintos estudios que han abordado la población de la frontera México–Estados Unidos. En la segunda parte se discute el concepto de región para estudiar a la población de la frontera México–Estados Unidos; así, desde la perspectiva demográfica, se utiliza el municipio/condado como unidad de análisis y de referencia espacial de la población objeto de estudio. En la tercera, se explican algunas características de las bases de datos utilizadas (censos de población de ambos países). En cuarto lugar se analizan las características principales de los pares municipio/condado, la estructura de la población y el papel de la inmigración y la emigración. La quinta parte se dedica a analizar a la población de origen mexicano en Estados Unidos y su relación con los mexicanos en México. Por último, en las consideraciones finales se habla acerca de los supuestos sobre las tendencias en el comportamiento de los componentes de la dinámica demográfica de esta región, teniendo como principal interés el componente migratorio.

 

ANTECEDENTES. LA POBLACIÓN DE LA FRONTERA MÉXICO–ESTADOS UNIDOS

Autores como Corona (1991), Ham (1992), Weeks y Ham (1992), Stiles et al. (1998) y Estrella, Canales y Zavala de Cosío (1999), realizaron estudios sobre la composición por edad y sexo y de algunos indicadores del comportamiento demográfico de la población de la frontera México–Estados Unidos, comparando sus estructuras y dinámicas. Sin embargo, ha habido pocos (y limitados) intentos de enfocar, en un mismo estudio, ambos lados de la frontera (Coubès, 1999). Una de las características particulares de la frontera México–Estados Unidos es la relación cotidiana de la población que cruza de un lado a otro, además del tránsito de dinero y mercancías.

El movimiento masivo de personas se debe a que cruzan para trabajar, estudiar, ir de compras, como turistas o para visitar a familiares y amigos.1 Queda claro que en esta región la salud, la seguridad y los asuntos ambientales y sociales, así como los recursos, no conocen fronteras (Power y Byrd, 1998:XI). Por otra parte, está el crecimiento acelerado de la población, producto de la migración2 por motivos laborales. "Esa capacidad de crecimiento demográfico se ha sostenido a partir del desarrollo comercial, de los servicios al turismo, de los convenios bilaterales de migración y de la localización de la industria manufacturera de exportación" (Mungaray, 1987, citado en Estrella, Canales y Zavala de Cosío, 1999:16).

La frontera norte de México ha sido zona de atracción de migrantes no sólo por el desarrollo y la oferta de trabajo, sino también por la cercanía con Estados Unidos y la posibilidad de trabajar en el país vecino.3 En este sentido, la migración es un fenómeno demográfico sobre el que ambos países han hecho esfuerzos en conocer su dinámica y repercusiones a nivel local y nacional (Corona, 1991; Ham, 1992; Johnson, 1996; Martin, 1996; PPIC, 1997).

Por el interés en conocer su magnitud y destino, así como las repercusiones económicas y motivos principales que la producen, la migración indocumentada ha tenido una particular relevancia (Johnson, 1996). En México se han hecho estudios para vincular la relación entre fecundidad y migración en la franja fronteriza (Estrella, Canales y zavala de Cosío, 1999). Pero aún falta estudiar la mortalidad general y qué la causa, para esta región en particular. El interés en conocer algunos indicadores demográficos y de salud para la población de ambos lados de la frontera por parte de ambos países (Asociación Fronteriza Mexicano–Estadounidense de Salud, 1994; Weeks y Ham, 1992), ha servido para resaltar algunas de las características de la población de esta región. Sin embargo, aún no se cuenta con estudios que sistematicen la información que se ha generado en ambos lados de la frontera. Por lo anterior, es necesario contar con estimaciones sobre las características demográficas de la estructura por edad de la población de la región fronteriza México–Estados Unidos.

 

DEFINIENDO LA FRONTERA, LA POBLACIÓN BAJO ESTUDIO

Los estudios de la población y la dinámica de la región fronteriza México–Estados Unidos se han realizado desde diferentes disciplinas y marcos teóricos, dependiendo del objeto de cada investigación. En la mayoría de ellos, como primer punto, se define a la "frontera" y a la "región fronteriza" partiendo de lo general a lo particular: sus funciones,4 las interacciones que permiten (o que inhiben), al mismo tiempo que los límites en que se utiliza el concepto. De tal manera que la frontera, en su definición más amplia, es aquella línea que separa a una nación de otra (Martínez, 1994); también puede ser vista como una línea a partir de la que se construye un espacio social (Spener y Roberts, 1998); y en una definición desde las relaciones que se establecen entre los pueblos vecinos, como un lugar de confluencia, de adyacencia, de intercambio, de bloqueo, de dispersión (Zúñiga, 1998a).

Si bien el concepto de frontera tiene múltiples definiciones, el de región fronteriza es aún más vasto. La multiplicidad de criterios con los que se ha delimitado el espacio de los fenómenos fronterizos (relaciones de intercambio social, económico, cultural, político y demográfico) también ocasionan que dicha región pueda extenderse más allá de la frontera física. Así, la región fronteriza (borderland) puede definirse como aquella región adyacente a la frontera en donde el límite territorial depende del alcance geográfico de la interacción con "el otro lado" (Martínez, 1994). En función del estudio de las poblaciones en la frontera, se ha argumentado con base en las estadísticas disponibles, que resulta adecuado referirse al "área geográfica de los 36 condados de California, Arizona, Nuevo México y Texas afectados por la frontera y que son designados como 'La región fronteriza del sudoeste"'5 (Norris, 1982:143). Para el caso mexicano, la región fronteriza la definen, operativamente, como el conjunto de 38 municipios adyacentes a la frontera con Estados Unidos (Zenteno y Cruz, 1988).

Teniendo en cuenta la forma en que se concentra la población en ambos lados de la frontera,6 y el interés particular del estudio, se utiliza la definición operativa municipio/condado para referirse a la región fronteriza.

 

LOS CENSOS DE MÉXICO Y DE ESTADOS UNIDOS

Los censos de población tienen como objetivo principal contar y captar la estructura por edad y sexo de la población. Estas dos variables son fundamentales para el análisis demográfico y para estudios en donde la edad y el sexo definen el comportamiento de otro tipo de fenómenos, como la migración, la fecundidad y los mercados laborales.

El censo de 2000 de México tiene dos unidades de análisis principales: los residentes habituales y las viviendas. El término residente habitual se refiere a toda persona que vive normalmente en la vivienda, es decir, duerme, prepara sus alimentos, come y se protege del ambiente (INEGI, 2003:2). La información del cuestionario ampliado que se aplicó a 10 por ciento de los hogares se obtuvo a partir de una muestra probabilística de alrededor de 2.2 millones de viviendas, con el fin de asegurar que los resultados fueran representativos para el total de la población. Con este tamaño de muestra se pueden tener estimaciones a nivel municipal (INEGI, 2003:3). El cuestionario ampliado contiene información sobre las variables demográficas, sexo y edad, por municipio, utilizadas para la realización de este trabajo.

El censo de 2000 de Estados Unidos (1 de abril de 2000) registró 281 471 906 habitantes en los 50 estados y el Distrito de Columbia. El cuestionario incluyó siete preguntas para cada miembro del hogar: nombre, sexo, edad relación de parentesco, origen hispano, raza y si la casa es propia o rentada. También se aplicó un cuestionario ampliado a 17 por ciento de los hogares, cuyo fin es obtener información sobre el estado socioeconómico de la población (U.S. Census Bureau, 2002).

 

CARACTERÍSTICAS DE LAS PRINCIPALES CIUDADES EN LOS PARES MUNICIPIO/CONDADO. EL PAPEL DE LA MIGRACIÓN

Los estados que conforman la frontera norte de México (Baja California, Sonora, Chihuahua, Coahuila, Nuevo León y Tamaulipas) han tenido un desarrollo particular debido a tres circunstancias principales: 1) la alta inmigración procedente del interior del país, animada por la oferta de trabajo que ha provocado un alto crecimiento de la población con tasas que alcanzaron siete por ciento anual durante el período 1940–1950 (Zenteno y Cruz, 1992:37); 2) la cercanía con Estados Unidos que permite una interrelación social y económica cotidiana en ambos lados de la frontera, y 3) el predominio de una población principalmente urbana que continúa en expansión.

La inmigración reciente a los estados ubicados en la frontera norte de México se enmarca en un nuevo modelo de migración interna en el que estos nuevos centros de atracción poblacional son regiones dinámicas incorporadas al proceso de globalización (Chávez y Lozano, 2004:432). Un nuevo tipo de migración interna sustituyó el modelo que se dio durante el período de sustitución de importaciones entre las décadas de 1940–1970 que condujo a una fuerte concentración de población y actividad productiva en los tres grandes centros urbanos del país (ciudad de México, Guadalajara y Monterrey). La migración del campo a las ciudades, específicamente hacia estas tres metrópolis, fue lo que caracterizó a este período.

De acuerdo con Corona (2000), los estados de Baja California, Baja California Sur, Sonora, Chihuahua, Nuevo León y Tamaulipas, constituyeron una región de constante atracción poblacional durante la segunda mitad del siglo XX.

Muchas veces se ha discutido acerca del papel que cumplen las ciudades fronterizas como lugares de paso para la migración internacional, que es otro de los grandes temas de discusión en la región fronteriza. Son muchos y muy diversos los factores que estimulan y sostienen la migración de mexicanos a Estados Unidos; sin embargo, es posible agrupar los factores que estructuran el complejo sistema migratorio entre ambos países en tres grandes categorías (Conapo, 1999):

1. factores vinculados con la oferta/expulsión de fuerza de trabajo; por ejemplo, la insuficiente dinámica de la economía nacional para absorber el excedente de fuerza de trabajo;

2. factores asociados con la demanda/atracción; por ejemplo, la evolución de los sectores agrícola, industrial y de servicios de Estados Unidos y la demanda de fuerza de trabajo migrante que ocupan, y

3. numerosos factores sociales que ligan a las comunidades de origen y de destino, y que son determinantes para reducir los costos y riesgos asociados con el movimiento migratorio a Estados Unidos.

La migración internacional no sólo ha contribuido al aumento de la población de origen mexicano en los condados del sur de Estados Unidos, también ha incrementado la población de las ciudades fronterizas del lado mexicano cuando los migrantes no pueden cruzar al país vecino o deciden regresar a México pero sin alejarse de la frontera.

Estos movimientos de personas contribuyen en gran medida a los cambios en la estructura por edad en ambas poblaciones, tanto la de los municipios mexicanos como la de los condados en Estados Unidos. Según Jean Claude Chesnais (1992:32), la migración internacional tiene un efecto diferente según su distribución por edades; en general rejuvenece a la población del país que la recibe y envejece a la de origen, afectando sobre todo a los adultos jóvenes que aún no han formado familia propia.

Tanto en la migración interna como en la internacional, tal como lo expresa Chesnais (1992), el movimiento de personas se da predominantemente en edades productivas y reproductivas; los emigrantes se van antes de procrear una familia, afectando tanto la base de la pirámide poblacional como la de las edades jóvenes, con lo que se disminuye la proporción potencial de niños y adultos jóvenes, ocasionando un mayor envejecimiento al aumentar proporcionalmente las personas mayores. En la población de destino, el efecto es de rejuvenecimiento debido a que los inmigrantes se reproducen afectando directamente el número de niños y de su propio grupo de edad.

La población que habita a lo largo de la región fronteriza, entendida como los pares de condados y municipios adyacentes, se concentra especialmente en algunos de ellos. Entre 1990 y 2000 la población fronteriza ha crecido a ritmos distintos. Si bien, tanto en los municipios como en los condados ha habido un incremento en el número de habitantes, cabe destacar las diferencias entre una y otra poblaciones.

Al comparar el tamaño de las poblaciones a uno y otro lado de la frontera, se destaca lo siguiente: Tijuana y Ciudad Juárez son los dos municipios que para 2000 tenían un número de habitantes que sobrepasaba el millón (cuadro 1); Mexicali y Matamoros aún no llegaban a esa cifra, siendo Matamoros el municipio con menor número de habitantes. Del lado de Estados Unidos, San Diego es el único condado con 2.8 millones de habitantes, mientras que Imperial, El Paso y Cameron no alcanzaban el millón de habitantes.

La diferencia en el tamaño de una y otra poblaciones se explica por las tasas de crecimiento y por la distinta atracción hacia cada una de ellas. En el cuadro 1 se muestra que Tijuana y Ciudad Juárez son los municipios con las tasas más altas de crecimiento durante el período 1990–2000; en tanto que San Diego y El Paso son los condados con la menor tasa de crecimiento del lado de Estados Unidos. Estos datos resultan contrastantes, ya que para los otros dos pares son mucho más semejantes las tasas de crecimiento, incluso para el par Mexicali–Imperial la situación se invierte.

El crecimiento poblacional de estos municipios y condados ha perfilado la estructura por edad de sus poblaciones. En la gráfica 1 se muestran las pirámides de población por grupos de edad seleccionados para los cuatro pares bajo estudio. Los grupos de edad son los siguientes: 0–14, 15–59, 60–64, 65–74 y 75 y más. Dentro del primer grupo (0–14) se encuentra la población joven que es dependiente debido a que se encuentra en etapa de formación y crecimiento, que los hace pertenecer al grupo de los no productivos pero potencialmente productivos en el futuro. El siguiente grupo (15–59) está conformado por aquellas personas productivas y que tienen a su cargo la educación y la formación de los jóvenes y el cuidado de los mayores; también en este grupo se ubican las personas que emigran desde otras partes del país con fines laborales.7 Los siguientes tres grupos de edad (60–64, 65–74 y 75 y más) se han dividido de esta manera para resaltar la importancia de cada una de las edades dentro de la etapa de la vejez, y por el peso que tiene dentro de la estructura de población en los condados de la frontera sur de Estados Unidos.8

Para el par Tijuana–San Diego se nota la importancia del grupo 15–59 frente al resto en ambas poblaciones, lo que destaca el dinamismo de esta región transfronteriza pero en especial la importancia económica de San Diego. Lo que también resalta es que, en los tres grupos mayores considerados, la población de San Diego es mucho más grande que la de Tijuana.

Por el contrario, para Mexicali–Imperial la mayor parte de la población se encuentra del lado mexicano, tanto en el grupo 0–14 como en el 15–59. Lo que también destaca es que a pesar de que Imperial tiene un número mucho menor de habitantes comparado con Mexicali, los tres últimos grupos de edad se distinguen en mayor medida.

En el caso de Ciudad Juárez–El Paso, se nota del lado mexicano una estructura por edad mucho más joven que la de su contraparte. El grupo 0–14 es mucho mayor al 15–59 en Ciudad Juárez que en El Paso; en los grupos de edad mayores sucede lo contrario, la mayor parte de la población se encuentra en el lado estadounidense, resultando en una población mucho más envejecida que la del lado mexicano.

Por último, el par Matamoros–Cameron muestra un comportamiento similar al de Ciudad Juárez–El Paso: mayor concentración de la población en edades jóvenes y productivas del lado mexicano mientras que del lado estadounidense los grupos de 60–64, 65–74 y 75 y más, son los que tienen un mayor número de personas.

Estas diferencias en los tamaños y la estructura por edad de las poblaciones entre ambos lados de la frontera hace que sea válido preguntarse: ¿de qué forma se relacionan las estructuras por edad y sexo en ambos lados de la frontera? En el siguiente apartado se realiza una descripción de la población mexicana y de origen mexicano de las regiones conformadas por los pares municipio–condado.

 

LA POBLACIÓN DE ORIGEN MEXICANO EN ESTADOS UNIDOS Y SU RELACIÓN CON LOS MEXICANOS EN MÉXICO

Hasta aquí se han revisado los datos correspondientes a las poblaciones en ambos lados de la frontera, considerando la división municipio/condado. Si tomamos en cuenta que en los condados de la frontera sur de Estados Unidos se ubica gran parte de la población de origen mexicano que habita ese país, cabe distinguir a esta subpoblación para ver cómo se relacionan en la estructura por edad y sexo las poblaciones de mexicanos y de aquellos que se declaran de origen mexicano en ambos lados de la frontera.

El cuadro 2 ofrece información acerca del total de la población residente en la región municipio/condado, así como la población total que declaró ser de origen mexicano y que reside en los condados bajo estudio.

Como ya se mencionó, la región con mayor número de residentes es Tijuana–San Diego, le sigue Ciudad Juárez–El Paso, después Mexicali–Imperial y al final Matamoros–Cameron. Si únicamente se observa a la población de origen mexicano, la región Mexicali–Imperial queda al final. La cifra por sí sola da cuenta de la importancia numérica de esta población, pero para tener un mejor acercamiento a la población de origen mexicano en los condados vecinos, en el cuadro 3 se muestra la proporción de cada una de las categorías que componen a la población residente en los condados de Estados Unidos dividida en no hispanos (blancos, negros, asiáticos), hispanos (centro y sudamericanos y de caribeños, además de los españoles) y los de origen mexicano (que son todas las personas que así se autodefinen en el censo y pueden o no haber nacido en México).

Entre 1990 y 2000 la composición de la población de los condados adyacentes a la frontera con México ha cambiado. En todos los condados ha disminuido la proporción de no hispanos y se ha incrementado la de hispanos o latinos; cabe destacar el caso de El Paso con un aumento de ocho puntos porcentuales, seguido de Imperial y San Diego con siete y, finalmente, Cameron con sólo dos puntos.

Si bien estos cambios son importantes, al momento de observar la composición de la población de origen mexicano dentro de los que dicen ser hispanos o latinos, es de destacar que en tan sólo una década más de 80 por ciento de estos últimos se declaran de origen mexicano. Sorprende el caso de San Diego, que de tener 46 por ciento de la población de origen mexicano entre la población hispana de 1990, alcanza 84 por ciento en 2000. Cabe señalar que en este caso particular se está hablando sólo de 30 por ciento de la población total del condado.

Como el tamaño de los condados es distinto, la composición de la población de origen mexicano, al compararla con el resto de la población, cambia. El cuadro 4 muestra la proporción de la población de origen mexicano respecto al total.

A pesar de que San Diego es el condado con mayor cambio en la composición de la población de origen hispano, aquí se aprecia que dentro del total de la población es el condado que menor proporción de población de origen mexicano tiene. Imperial, El Paso y Cameron tienen mayoría de población que se declara de origen mexicano, ya que en los tres condados alcanza más de 65 por ciento del total.

La importancia que tiene por sí misma la población de origen mexicano en cada uno de los condados es innegable, pero aún es mayor si dentro de cada una de las regiones conformadas por el par municipio/condado se ve la proporción de población "mexicana" al interior de la región. El cuadro 5 contiene esta información.

Resulta impactante el cambio en la composición al considerar la población "mexicana" dentro de cada par. Tijuana–San Diego con 45.9 por ciento de la población en esta categoría, nada despreciable tratándose de la región que concentra al mayor número de habitantes a lo largo de la frontera México–Estados Unidos. Mexicali–Imperial tiene 94.7 por ciento, casi la población total de la región. Ciudad Juárez–El Paso concentra 88.3 por ciento, y Matamoros–Cameron 84.3 por ciento.

Esta composición interna hace que las relaciones de la estructura por sexo y grupo de edad de cada par sea interesante analizarlas para la población de origen mexicano por separado, y compararlas con la población de cada municipio mexicano a través de las pirámides de población.

Tijuana–San Diego

Debido a la inmigración que ha tenido Tijuana de personas en edades productivas y reproductivas, parecería que el efecto de la disminución de la fecundidad se ha modificado durante la última década. En la gráfica 2 (ilegibilidad de orígen) se observa que la población de los grupos 10–14 y 15–19 es mucho menor que la de los grupos 20–24, 25–29 (efecto de la inmigración de personas de estos grupos de edad) y de la de los grupos 0–4, 5–9 (fecundidad aportada por los inmigrantes).

La estructura por edad de San Diego tiene mucha más relación con una población en proceso de envejecimiento y una alta presencia de personas en edades productivas y reproductivas. También se observan los efectos de la inmigración a este condado en los grupos de edad productiva, más en los hombres que en las mujeres. Sin embargo, a diferencia de la población de Tijuana, los grupos de edad 0–4 y 5–9 no han aumentado su número.

La población de origen mexicano en San Diego muestra más el comportamiento de la población en Tijuana, la base de la pirámide de edad es más ancha que la del condado y se observa el mismo efecto que en Tijuana: un mayor número de niños de los grupos 0–4 y 5–9, siendo que en los grupos 10–14 y 15–19 el número de efectivos de población es menor; también se observa que son más hombres que mujeres a partir de 20 y hasta el grupo 30–34.

Mexicali–Imperial

Si bien la pirámide de Mexicali también muestra signos de llegada de personas en edades productivas y reproductivas, grupos 20–24 y 25–29, su efecto no es tan notorio como en el caso de Tijuana. La base de la pirámide, al igual que para Tijuana, es un poco más ancha en los dos primeros grupos de edad, efecto de la fecundidad de los inmigrantes a este municipio. A diferencia de Tijuana, se observa una mayor acumulación de la población en edades avanzadas, efecto por un lado de la cada vez mayor esperanza de vida y por otro al menor número de inmigrantes jóvenes comparados con los que recibe Tijuana.

La pirámide del condado de Imperial muestra una estructura con muchas "muescas" en distintos grupos de edad; se nota que es una población de emigrantes, ya que es en edades productivas y reproductivas donde "falta" población y la base, el grupo 0–4, se está contrayendo. También cabe destacar el número de población en edades avanzadas, notablemente mayor que el de Mexicali.

La población de origen mexicano en Imperial muestra un comportamiento más parecido con la población de Imperial que, con la de Mexicali, también hay escasez de población en edades productivas, 15–19 a 30–34, y un retraimiento por la base. Si bien la población en edades avanzadas no es tan abundante como se observa en la pirámide de Imperial, tampoco es despreciable.

Ciudad Juárez–El Paso

La pirámide de Ciudad Juárez es prácticamente igual a la de Tijuana, y las razones son las mismas: una constante inmigración de población en edades productivas y reproductivas debido a una mejor oferta de trabajo.

Por otra parte, la estructura por edad y sexo de El Paso tiene un comportamiento más cercano a la de una población de emigrantes donde los que se van son los jóvenes en edades productivas y reproductivas, y los que se quedan son los jóvenes menores de edad y los adultos mayores, notándose también una disminución en la base de la pirámide donde se ven los efectos tanto de la emigración como de la disminución de la fecundidad.

La pirámide de población de origen mexicano en El Paso muestra la misma tendencia que la población de Ciudad Juárez: emigración de jóvenes a partir de los 20 años, y disminución de la fecundidad tanto por la emigración como por la disminución de la fecundidad. También se observa una mayor acumulación de personas en edades avanzadas, con más mujeres que hombres.

Matamoros–Cameron

Al igual que las de Tijuana y Ciudad Juárez, la pirámide de población de Matamoros muestra el efecto de la inmigración en edades productivas y reproductivas, notándose en la base de la pirámide y en los grupos 20–24 y 25–29.

Por su parte, la pirámide de Cameron presenta una estructura mucho más compacta, en donde los efectos de la emigración no son tan evidentes como en El Paso o Imperial. Tiene una alta concentración de población joven y de personas en edades avanzadas, notándose poco los efectos de la emigración en la base o, más bien, manteniendo una alta fecundidad, comparada con los otros condados.

Por último, la población de origen mexicano de Cameron muestra una estructura mucho menos envejecida que la de la población total, y no se podría decir que haya emigración en edades productivas y reproductivas en esta población.

Al comparar las estructuras por edad y sexo de cada uno de los pares municipio/condado, distinguiendo a su vez a la población de origen mexicano en los condados, cabe preguntarse: ¿qué implicaciones para el desarrollo social y económico de la región tienen las diferencias entre las estructuras poblacionales de cada uno de los pares municipio/condado?

Para contestar esta pregunta hace falta realizar un estudio de tipo económico y social en el que se analicen las diferencias estructurales entre los municipios y los condados para vincular a la población con el desarrollo social y económico de cada uno de los pares aquí estudiados.

 

CONSIDERACIONES FINALES

Las diferencias a lo largo de la frontera México–Estados Unidos no son sólo entre los municipios y los condados adyacentes. Estas diferencias también se observan entre municipios y entre condados a lo largo de la frontera, por lo que no se puede hablar de un comportamiento demográfico fronterizo homogéneo sino que cada uno de los pares se tiene que estudiar por separado.

Los procesos históricos que conformaron las poblaciones asentadas a lo largo de la frontera son parte de la explicación en las diferencias observadas.

La migración interna es un aspecto que tiene particular relevancia cuando se abordan los otros fenómenos demográficos, debido al matiz especial que tiene en esta región, al ser atractiva para la población en edades laborales. Por otra parte, la vecindad de estos municipios con Estados Unidos propicia que la migración internacional en esta región tenga un comportamiento singular. Ambas, migración interna e internacional, deben ser tratadas en conjunto y establecer un modelo que las vincule (Courgeau, 1999).

La población de los condados presenta una estructura por edad mucho más envejecida que la de los municipios. Si bien este trabajo es de tipo descriptivo, no deja lugar a dudas sobre la importancia que tiene realizar estudios que identifiquen las diferencias a lo largo de la frontera y que no permiten generalizar el comportamiento de la "población fronteriza".

 

BIBLIOGRAFÍA

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NOTAS

1 Dependiendo de las características de la población (edad, condición de actividad), del origen y destino de la misma, la intensidad y dirección de los cruces es variable.

2 Las condiciones económicas que favorecieron el desarrollo industrial de la frontera norte de México (procesos de maquilación de alta y mediana tecnología y un fuerte componente de capital transnacional), fueron los principales atrayentes de mano de obra de otras partes del interior del país (Canales, 1999).

3 [...] los desplazamientos temporales de mexicanos a Norteamérica [...] forman una continua corriente migratoria, constituida básicamente por trabajadores (Corona, 1991:148).

4 Citando a Óscar Martínez: "The essential functions of a border are to keep people in their own space and to prevent, control, or regulate interactions among them" (Martínez, 1994:5).

5 Bajo el Título v del acto de obras públicas y desarrollo económico de 1965.

6 Del total de municipios y condados fronterizos en 1990, 80 por ciento de la población se concentraba en ocho pares: Tijuana–San Diego, Mexicali–Imperial, Nogales–Santa Cruz, Ciudad Juárez–El Paso, Piedras Negras–Maverick, Nuevo Laredo–Webb, Reynosa–Hidalgo, Matamoros–Cameron.

7 Si bien es cierto que la división de los grupos de edad no refleja completamente la dependencia económica o la productividad de la población, sirve como una aproximación para distinguir diferencias en cuanto a la demanda de servicios (escuelas, salud, vivienda, empleo), debido a la edad, es decir, lo que se esperaría según la distribución de la población por diferentes grupos de edad (asistencia escolar, tipos de enfermedades, formación de hogares, migración laboral).

8 La división del grupo de 60 años y más en 60–64, 65–74 y 75 y más, se relaciona con las distintas etapas de la vejez. En el primer grupo se encuentran los que aún están dentro del mercado laboral y que pronto se jubilarán, también son aquellos que aún presentan, en mayor proporción, buenas condiciones de salud. El siguiente grupo abarca individuos que ya están jubilados o pensionados en su mayor parte, aunque puede haber algunos que continúen trabajando, y que además comienzan a mostrar algunos padecimientos de salud. En el último grupo se considera que se encuentran aquellos individuos que ya no trabajan y que muestran enfermedades crónico–degenerativas en mayor medida.

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