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Frontera norte

versión On-line ISSN 2594-0260versión impresa ISSN 0187-7372

Frontera norte vol.16 no.32 México jul./dic. 2004

 

Reseñas bibliográficas

 

Genders in Production. Making Workers in Mexico's Global Factories

 

Cirila Quintero Ramírez*

 

Leslie Salzinger, Estados Unidos, University of California Press, 2003, 217 pp.

 

*Investigadora de El Colegio de la Frontera Norte, Dirección Regional en Matamoros. Dirección electrónica: cquintero@riogrande.net.mx.

 

Aunque la mayor parte de los que escribimos sobre la maquila hemos exaltado la importancia de la mujer en esta industria, pocos han sido los que han hecho un estudio de lo que significa ser mujer, lo femenino, o la importancia del género en estas industrias. Desde las publicaciones de Patricia Fernández, Norma Iglesias, Sandra Arenal y, más recientemente, Luis Reygadas, no se había publicado un libro que tomara como eje central de su análisis el género en la industria maquiladora como lo hace Leslie Salzinger, cuyo estudio, basado en el método de acción participante, muestra de manera detallada la complejidad de lo femenino en la línea de producción.

La riqueza de este libro no consiste en centrarse únicamente en la importancia numérica de las mujeres en esta industria sino en tratar de entender cómo la parte gerencial construye esta feminidad en la línea de producción y en forma contrapuesta a lo masculino, y mostrar cómo el género estructura toda la producción maquiladora. En sus descripciones, la autora muestra cómo lo femenino se puede identificar tanto en esa mujer ultrafemenina que trabaja en modernas y tecnificadas maquiladoras, altamente preocupada por su arreglo personal, como en el hombre que, inserto en la maquila, tiene que adoptar estas características femeninas para poder mantenerse en esta industria.

Uno de los puntos centrales del libro radica en mostrar la creación, por parte de los gerentes, de un tipo ideal de trabajador de la maquila: joven, barato, dócil y hábil. Y no sólo eso, sino la concreción de tal modelo en la realidad a través de un discurso que exalta la feminidad, con todas las características anteriores, como inherente al trabajo maquilador. En este proceso de creación de trabajadores, la maleabilidad del obrero resulta fundamental para asignarle la feminidad deseada. La autora señala:

[...] la feminidad es una estructura de significados a través de la cual, los trabajadores —actuales y potenciales— son encaminados y entendidos, y alrededor de la cual la producción en sí misma es designada [...] [así pues] la contratación y el proceso de control laboral surgen como mensajes dirigidos a los trabajadores potenciales, dentro de concepciones de quiénes son ellos y qué [características] requiere el trabajo [maquilador] (p. 15).

Desde esta postura, el género no es algo estático sino que cambia de acuerdo con los requerimientos productivos, el espacio geográfico y el ámbito temporal, cómo lo muestra Salzinger. Así, pues, lo femenino de la maquila no es por el uso cuantitativo de mujeres en la línea de producción sino por el discurso genérico de los gerentes que feminism el proceso productivo y favorecen la creación de un mercado laboral dominado por las características asignadas a las mujeres, baratas y dóciles. De esta manera, el género ha sido usado para disminuir condiciones laborales y producir sujetos controlables en el espacio de trabajo y condenados a permanecer en una misma posición laboral durante toda su vida productiva.

Para Salzinger, su concepto de feminidad productiva es la encarnación más reciente de un viejo discurso: la asociación de trabajo barato a la mano de obra femenina, a la que ha sido agregada la dominación patriarcal, de manera que en la línea de producción de las transnacionales se unen de manera idónea capitalismo y patriarcado. La diferencia con otras etapas y concepciones es que esta unión no sólo controla a las mujeres sino a los hombres a través de un discurso feminizado y, más aún, define lo que es el trabajo maquilador y las condiciones laborales en las que se realiza, las cuales están caracterizadas por el salario bajo y la inestabilidad laboral y guardan una gran diferencia con el trabajo masculinizado, en donde el hombre era el eje central de la producción y podía tener un buen salario, mejorar sus condiciones de trabajo y escalar mejores posiciones laborales.

La consideración de cuatro plantas con características productivas distintas le permite a Salzinger mostrar las prácticas gerenciales diferenciadas que se siguen para crear su tipo ideal de trabajador, desde adoptar políticas enaltecedoras de la mujer y sus características naturales ; buscarlas en espacios no tocados por la maquila como los ambientes rurales, en donde se supone que siguen subsistiendo las trabajadoras dóciles y baratas; hasta las plantas en donde lo masculino se feminiza para lograr destacar en la producción. La última de estas plantas —denominada Andromex—, en donde lo femenino/masculino es opacado por la competencia y la productividad, le permite a Salzinger corroborar su idea central: el uso de la línea de producción y las necesidades de las empresas transnacionales para crear (o imaginar) un tipo de trabajador.

Las bases teórico-metodológicas del libro son por demás sólidas: un minucioso trabajo etnográfico en cuatro plantas con características productivas distintas y un análisis sociológico interesante que conjunta su preocupación por lo acontecido en la línea de producción pero desde una perspectiva de género. Salzinger discute temas primordiales como: el tipo de producción realizada en la maquila, su papel en la economía internacional y la globalización, pero también incluye la discusión en torno a los sujetos —gerentes y trabajadores—, quienes se convierten en factores fundamentales para entender la complejidad del trabajo maquilador. La vuelta a los sujetos, sin olvidar —aunque no sobrevalorándolos— los grandes procesos económicos, concede al escrito de Salzinger, desde mi punto de vista, un estímulo más para leerlo, no para llenarnos de pesimismo por la explotación de los trabajadores sino para entender cómo estos mundos de opresión han sido creados y estructurados y cómo, dado que no son eternos ni inevitables, pueden ser recreados y cambiados por mundos productivos más justos y equitativos.

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